Efesios  1 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 23 versitos |
1 Pablo, Apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, saluda a los santos que creen en Cristo Jesús.
2 Llegue a ustedes la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
3 Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo,
4 y nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor.
5 El nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad,
6 para alabanza de al gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido.
7 En él hemos sido redimidos por su sangre y hemos recibido el perdón de los pecados, según la riqueza de su gracia,
8 que Dios derramó sobre nosotros, dándonos toda sabiduría y entendimiento.
9 El nos hizo conocer el misterio de su voluntad, conforme al designio misericordioso que estableció de antemano en Cristo,
10 para que se cumpliera en la plenitud de los tiempos: reunir todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, bajo un solo jefe, que es Cristo.
11 En él hemos sido constituidos herederos, y destinados de antemano -según el previo designio del que realiza todas las cosas conforme a su voluntad-
12 a ser aquellos que han puesto su esperanza en Cristo, para alabanza de su gloria.
13 En él, ustedes, los que escucharon la Palabra de al verdad, la Buena Noticia de la salvación, y creyeron en ella, también han sido marcados con un sello por el Espíritu Santo prometido.
14 Ese Espíritu es el anticipo de nuestra herencia y prepara la redención del pueblo que Dios adquirió para sí, para alabanza de su gloria.
15 Por eso, habiéndome enterado de la fe que ustedes tienen en el Señor Jesús y del amor que demuestran por todos los hermanos,
16 doy gracias sin cesar por ustedes recordándoles siempre en mis oraciones
17 Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente.
18 Que él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos,
19 y la extraordinaria grandeza del poder con que él obra en nosotros, los creyentes, por la eficacia de su fuerza. Este es el mismo poder
20 que Dios manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo,
21 elevándolo por encima de todo Principado, Potestad, Poder y Dominación, y de cualquier otra dignidad que pueda mencionarse tanto en este mundo como en el futuro.
22 El puso todas las cosas bajo sus pies y lo constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia,
23 que es su Cuerpo y la Plenitud de aquel que llena completamente todas las cosas.

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Introducción a Efesios 


CARTA A LOS EFESIOS

Esta Carta no contiene ninguna noticia o exhortación personal, ni parece responder a problemas o peligros concretos, como el resto de las Cartas de Pablo. En los saludos finales no se nombra a nadie en particular, y muchos manuscritos antiguos omiten el nombre de los destinatarios. Tales indicios hacen suponer fundadamente que esta Carta es una especie de "encíclica" enviada por Pablo a las Iglesias de la provincia romana de Asia, y que sólo más tarde, a comienzos del siglo II, se señaló a la Iglesia de Éfeso como destinataria de la misma.
En ella el Apóstol retoma, con mayor amplitud y en forma más ordenada, los temas esenciales de la Carta a los Colosenses. Pero a pesar de las numerosas semejanzas, el pensamiento evoluciona de una Carta a otra, de tal manera que las mismas expresiones adquieren, según el caso, matices diversos. No es improbable que un discípulo de Pablo haya intervenido en la redacción de esta Carta. Así se explicarían ciertas particularidades de su estilo y de su composición.
La CARTA A LOS EFESIOS es una contemplación del plan de Dios realizado en Jesucristo y en la Iglesia, con la consiguiente exhortación a llevarlo a la práctica en todos los actos de la vida. Pablo pone de relieve la función "cósmica" de Cristo, su dominio sobre las potestades angélicas y su soberanía sobre todo el universo (1. 20-21). La Iglesia es presentada como instrumento de Cristo en su obra salvífica que se extiende a toda la creación: ella es el Cuerpo y la plenitud de Cristo (1. 22-23), donde judíos y paganos se reúnen para formar un solo Pueblo de Dios (2. 14-18); y es también el Templo, que tiene como "piedra angular" al mismo Jesucristo, y que se va edificando por la acción del Espíritu Santo (2. 19-22).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Efesios  1,1-23

13. "Marcados con un sello": ver 2Co_1:22.

14. Sobre "el Espíritu, anticipo de nuestra herencia", ver nota 2Co_1:22.

21. "Principado, Potestad, Poder y Domina-ción": ver nota 1Co_15:24.

22-23. Sal_8:7. Ver 1Co_15:26-27; Col_1:18-19.