CARTA A LOS COLOSENSES
Colosas era una ciudad de Asia Menor, situada a unos doscientos kilómetros al este de Éfeso. Pablo no la evangelizó personalmente, sino que confió esa misión a Epafras, uno de sus discípulos, que era natural de allí (1. 7; 4. 12).
Cuando este colaborador fue a visitarlo, mientras el Apóstol se encontraba prisionero en Roma, le hizo saber el grave peligro que amenazaba a aquella comunidad. Bajo pretexto de "filosofía", algunos trataban de difundir una doctrina que asignaba a Cristo un lugar subordinado en la jerarquía de los seres espirituales que rigen el universo, los así llamados "elementos del mundo" (2. 8), cuyo culto recomendaban. Además, querían imponer el rito de la circuncisión, como también algunas prácticas ascéticas y determinadas prescripciones sobre fiestas y alimentos, que supuestamente debían completar la salvación comenzada por Jesús.
Para combatir estos errores, Pablo escribió su CARTA A LOS COLOSENSES, entre los años 61 y 63. En ella destaca claramente la supremacía absoluta de Cristo sobre todas las cosas y, en particular, sobre las jerarquías angélicas. Nadie puede compararse con él, que es "la esperanza de la gloria" (1. 27), y todos los poderes, sin excepción, le están sometidos. Esta Carta tiene muchos puntos de contacto con la que un tiempo después el Apóstol dirigió a los Efesios.
Colosenses 1,1-29
12. "La herencia luminosa" es la salvación reservada a los cristianos, que por su unión con Cristo han recibido la filiación divina ( Rom_8:14-17). Es probable que los "santos" sean aquí los ángeles, y no los cristianos como es habitual en el lenguaje del Nuevo Testamento. Ver nota Hec_9:13.
18-19. Ver Efe_1:22-23.
22. Ver Efe_2:14-18.
23. "Todas las criaturas que están bajo el cielo": esta expresión es evidentemente hiperbólica.
24. "Completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo": si bien no se puede añadir nada a la eficacia redentora del Sacrificio de Cristo, Dios ha elegido colaboradores humanos para distribuir los bienes de la redención. En el plan divino está prevista la medida de los sufrimientos y fatigas necesarios para la difusión del Evangelio, y Pablo, en su condición de Apóstol de los paganos, se siente particularmente llamado a llenar esa medida. Ver Flp_1:20; 2Co_4:10-11.
27. La "esperanza de la gloria" son los bienes celestiales, con los que hemos sido colmados por medio de Jesucristo. Ver Efe_1:3.