I Tesalonicenses 4 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 18 versitos |
1 Por lo demás, hermanos, los rogamos y les exhortamos en el Señor Jesús, que vivan conforme a lo que han aprendido de nosotros sobre la manera de comportarse para agradar a Dios. De hecho, ustedes ya viven así: hagan mayores progresos todavía.
2 Ya conocen las instrucciones que les he dado en nombre del Señor Jesús.
3 La voluntad de Dios es que sean santos, que se abstengan del pecado carnal,
4 que cada uno sepa usar de su cuerpo con santidad y respeto,
5 sin dejarse llevar de la pasión desenfrenada, como hacen los paganos que no conocen a Dios.
6 Que nadie se atreva a perjudicar ni a dañar en esto a su hermano, porque el Señor hará justicia por todas estas cosas, como ya se lo hemos dicho y atestiguado.
7 Dios, en efecto, no nos llamó a la impureza, sino a la santidad.
8 Por eso, el que desprecia estas normas, no desprecia a un hombre, sino a Dios, a ese Dios que les ha dado su Espíritu Santo.
9 Acerca del amor fraterno, no es necesario que les escriba, porque Dios mismo les ha enseñado a amarse los unos a los otros,
10 y así lo están haciendo con todos los hermanos de Macedonia. Pero yo los exhorto, hermanos, a hacer mayores progresos todavía.
11 Que sea cuestión de honor para ustedes vivir en paz, cumpliendo cada uno sus obligaciones y trabajando con sus manos, de acuerdo con mis directivas.
12 Así llevarán una vida digna a la vista de los paganos y no les faltará nada.
13 No queremos, hermanos, que vivan en la ignorancia acerca de los que ya han muerto, para que no estén tristes como los otros, que no tienen esperanza.
14 Porque nosotros creemos que Jesús murió y resucitó: de la misma manera, Dios llevará con Jesús a los que murieron con él.
15 Queremos decirles algo, fundados en la Palabra del Señor: los que vivamos, los que quedemos cuando venga el Señor, no precederemos a los que hayan muerto.
16 Porque a la señal dada por la voz del Arcángel y al toque de la trompeta de Dios, el mismo Señor descenderá del cielo. Entonces, primero resucitarán los que murieron en Cristo.
17 Después nosotros, los que aún vivamos, los que quedemos, serenos llevados con ellos al cielo, sobre las nubes, al encuentro de Cristo, y así permaneceremos con el Señor para siempre.
18 Consuélense mutuamente con estos pensamientos.

Patrocinio

 
 

Introducción a I Tesalonicenses


PRIMERA CARTA A LOS TESALONICENSES

Tesalónica, la capital de la provincia romana de Macedonia, era un puerto importante del mar Egeo. Pablo llegó a esa ciudad en el año 50, durante su segundo viaje misionero. Allí fundó una comunidad cristiana, compuesta en su mayor parte de paganos convertidos a la fe. Pero su permanencia en Tesalónica fue muy breve, ya que debido a la oposición de los judíos debió abandonar la ciudad precipitadamente ( Act_17:1-15 ). A su salida, la comunidad quedó sola en medio de la persecución y con una insuficiente formación religiosa.
Preocupado por la suerte de los cristianos, Pablo les envió a Timoteo, desde Atenas ( Act_3:1-5 ). A su regreso, este trajo al Apóstol noticias muy alentadoras: la comunidad se había mantenido firme en la fe y recordaba a Pablo con afecto. Sin embargo, algunos esperaban con impaciencia la Venida del Señor y se negaban a trabajar, resultando una carga para sus hermanos. Otros estaban preocupados, porque suponían erróneamente que los cristianos que ya habían muerto no iban a estar presentes cuando viniera el Señor.
Para responder a estas inquietudes, Pablo escribió poco después de su llegada a Corinto, a comienzos del año 51, su PRIMERA CARTA A LOS TESALONICENSES: la lectura de esta Carta, como también la de la segunda a los Tesalonicenses, supone una cierta familiaridad con el estilo "apocalíptico", cargado de imágenes y símbolos, que los Profetas y los Escritores judíos solían emplear para anunciar la llegada del "Día del Señor" ( Act_5:2 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

Patrocinio

Notas

I Tesalonicenses 4,1-18

3-5. Jer_10:25; Sal_79:6. "Su cuerpo" puede referirse al propio cuerpo, o bien, al de la esposa de cada uno, como en 1Pe_3:7.

6. Deu_32:35.

8. Eze_36:27; Eze_37:14. Ver Hec_2:33; Rom_5:5; 1Co_2:12.

17. "Nosotros, los que aún vivamos": Pablo no afirma categóricamente que él estará vivo cuando el Señor se manifieste, ya que, con toda la tradición de la Iglesia primitiva, afirma que nadie conoce el día ni la hora ( Mar_13:32). Pero como anhela ardientemente el triunfo definitivo de Cristo y lo espera como un hecho inminente, expresa su deseo de encontrarse vivo cuando venga el Señor. Ver 1Co_15:51-52.