Hebreos 11 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 40 versitos |
1 Ahora bien, la fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven.
2 Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación.
3 Por la fe, comprendemos que la Palabra de Dios formó el mundo, de manera que lo visible proviene de lo invisible.
4 Por la fe, Abel ofreció a Dios un sacrificio superior al de Caín, y por eso fue reconocido como justo, como lo atestiguó el mismo Dios al aceptar sus dones. Y por esa misma fe, él continúa hablando, aún después de su muerte.
5 Por la fe, Henoc fue llevado al cielo sin pasar por la muerte. Nadie pudo encontrarlo porque Dios se lo llevó, y de él atestigua la Escritura que antes de ser llevado fue agradable a Dios.
6 Ahora bien, sin la fe es imposible agradar a Dios, porque aquel que se acerca a Dios de creer que él existe y es el justo remunerador de los que lo buscan.
7 Por la fe, Noé, al ser advertido por Dios acerca de lo que aún no se veía, animado de santo temor, construyó un arca para salvar a su familia. Así, por esa misma fe, condenó al mundo y heredó la justicia que viene de la fe.
8 Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba.
9 Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa.
10 Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
11 También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía.
12 Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar.
13 Todos ellos murieron en la fe, sin alcanzar el cumplimiento de las promesas: las vieron y las saludaron de lejos, reconociendo que eran extranjeros y peregrinos en la tierra.
14 Los que hablan así demuestran claramente que buscan una patria;
15 y si hubieran pensado en aquella de la que habían salido, habrían tenido oportunidad de regresar.
16 Pero aspiraban a una patria mejor, nada menos que la celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de llamarse "su Dios" y, de hecho, les ha preparado una Ciudad.
17 Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas,
18 a aquel de quien se había anunciado: De Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre.
19 Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aun para resucitar a los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo.
20 También por la fe, Isaac, en vista de lo que iba a suceder, bendijo a Jacob y a Esaú.
21 Por la fe, Jacob, antes de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, mientras se inclinaba, apoyado en su bastón.
22 Por la fe, José, al fin de su vida, hizo alusión al éxodo de los israelitas y dejó instrucciones acerca de sus restos.
23 Por la fe, Moisés, apenas nacido, fue ocultado por sus padres durante tres meses, porque vieron que el niño era hermoso, y no temieron el edicto del rey.
24 Y por la fe, Moisés, siendo ya grande, renunció a ser llamado hijo de la hija del Faraón.
25 El prefirió compartir los sufrimientos del Pueblo de Dios, antes que gozar los placeres efímeros del pecado:
26 consideraba que compartir el oprobio del Mesías era una riqueza superior a los tesoros de Egipto, porque tenía puestos los ojos en la verdadera recompensa.
27 Por la fe, Moisés huyó de Egipto, sin temer la furia del rey, y se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible.
28 Por la fe, celebró la primera Pascua e hizo la primera aspersión de sangre, a fin de que el Exterminador no dañara a los primogénitos de Israel.
29 Por la fe, los israelitas cruzaron el Mar Rojo como si anduvieran por tierra firme, mientras los egipcios, que intentaron hacer lo mismo, fueron tragados por las olas.
30 Por la fe, cayeron los muros de Jericó, después que el pueblo, durante siete días, dio vueltas alrededor de ellos.
31 Por la fe, Rahab, la prostituta, no pereció con los incrédulos, ya que había recibido amistosamente a los que fueron a explorar la Tierra.
32 ¿Y qué más puedo decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, de Samuel y de los Profetas.
33 Ellos, gracias a la fe, conquistaron reinos, administraron justicia, alcanzaron el cumplimiento de las promesas, cerraron las fauces de los leones,
34 extinguieron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada. Su debilidad se convirtió en vigor: fueron fuertes en la lucha y rechazaron los ataques de los extranjeros.
35 Hubo mujeres que recobraron con vida a sus muertos. Unos se dejaron torturar, renunciando a ser liberados, para obtener una mejor resurrección.
36 Otros sufrieron injurias y golpes, cadenas y cárceles.
37 Fueron apedreados, destrozados, muertos por la espada. Anduvieron errantes, cubiertos con pieles de ovejas y de cabras, desprovistos de todo, oprimidos y maltratados.
38 Ya que el mundo no era digno de ellos, tuvieron que vagar por desiertos y montañas, refugiándose en cuevas y cavernas.
39 Pero, aunque su fe los hizo merecedores de un testimonio tan valioso, ninguno de ellos entró en posesión de la promesa.
40 Porque Dios nos tenía reservado algo mejor, y no quiso que ellos llegaran a la perfección sin nosotros.

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Introducción a Hebreos


CARTA A LOS HEBREOS

A pesar de su conclusión en estilo epistolar, este largo escrito presenta el aspecto de una homilía o sermón litúrgico. Sus destinatarios tenían necesidad de unas "palabras de exhortación" (13. 22), porque su fe estaba en peligro. Después del primer entusiasmo de la conversión, se habían dejado arrastrar por la fatiga y el desaliento. Algunos desertaban de las asambleas cultuales, y su formación cristiana dejaba mucho que desear. Por otra parte, las pruebas y persecuciones habían provocado el desconcierto.
Para exhortar a los cristianos a seguir el camino que conduce de este mundo perecedero al mundo celestial, el autor presenta a Jesucristo como el Sumo Sacerdote que con su muerte selló la Nueva Alianza entre Dios y los hombres, y que ahora ejerce en el cielo una mediación eterna. A la vez, describe el itinerario del nuevo Pueblo de Dios en marcha hacia la Tierra prometida, bajo la guía del mismo Jesucristo. La comparación con los personajes e instituciones del Antiguo Testamento destaca la suprema grandeza de Cristo y la superioridad de la Nueva Alianza con respecto a la Antigua.
En esta CARTA A LOS HEBREOS no hay nada que no esté de acuerdo con el pensamiento de Pablo, pero el estilo, el vocabulario y la manera de interpretar el Antiguo Testamento reflejan una personalidad que no es la del Apóstol. Al respecto, son muy acertadas las palabras de Orígenes, escritor cristiano del siglo II: "Los pensamientos son de Pablo, pero las frases y la redacción son de otra persona... Unicamente Dios sabe quién escribió esta Carta". Lo que sí puede establecerse con certeza es que el autor es un judío helenista, muy buen conocedor de la traducción griega del Antiguo Testamento, cuyos destinatarios son cristianos provenientes del Judaísmo. En cuanto al lugar y fecha de composición, es muy probable que la misma haya sido escrita en Roma (13. 24), entre los años 70 y 80.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Hebreos 11,1-40

3. Ver Gn. 1; Jua_1:3; Rom_1:20.

4. Gen_4:4.

5. Gen_5:24.

7. Ver Gen_6:8-22; 1Pe_3:20; 2Pe_2:5.

8. Gen_12:1-4.

9. Gen_23:4; Gen_26:3; Gen_35:12.

11. Ver Gen_17:19

12. Gen_22:17.

13. Gn. 23 4.

16. Ver 13. 14; Flp_3:20.

17. Gen_22:1-1 4.

18. Gn. 21 12

20. Ver Gn. 272Cr_27:40.

21. Gen_47:31 (texto griego).

23. Exo_2:2.

24. Exo_2:11

26. SaI. 89. 51-52.

27. Ver Exo_2:15.

28. Exo_12:11-14, Exo_12:22-23.

29. Ver Exo_1 4:22, Exo_1 4:27.

30. Ver Jos_6:20.

31. Ver. Jos_21:21 : Jos_6:17

40. La «perfección» pertenece a la Nueva Alianza, inaugurada por la entrada de Cristo en el Santuario celestial (9. 11-12), que nos da acceso a los bienes eternos.