Santiago 1 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 27 versitos |
1 Santiago, servidor de Dios y del Señor Jesucristo, saluda a las doce tribus de la Dispersión.
2 Hermanos, alégrense profundamente cuando se vean sometidos a cualquier clase de pruebas,
3 sabiendo que la fe, al ser probada, produce la paciencia.
4 Y la paciencia debe ir acompañada de obras perfectas, a fin de que ustedes lleguen a la perfección y a la madurez, sin que les falte nada.
5 Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que la pida a Dios, y la recibirá, porque él la da a todos generosamente, sin exigir nada en cambio.
6 Pero que pida con fe, sin vacilar, porque el que vacila se parece a las olas del mar levantadas y agitadas por el viento.
7 El que es así no espere recibir nada del Señor,
8 ya que es un hombre interiormente dividido e inconstante en su manera de proceder.
9 Que el hermano de condición humilde se gloríe cuando es exaltado,
10 y el rico se alegre cuando es humillado, porque pasará como una flor del campo:
11 apenas sale el sol y calienta con fuerza, la hierba se seca, su flor se marchita y desaparece su hermosura. Lo mismo sucederá con el rico en sus empresas.
12 Feliz el hombre que soporta la prueba, porque después de haberla superado, recibirá la corona de Vida que el Señor prometió a los que lo aman.
13 Nadie, al ser tentado, diga que Dios lo tienta: Dios no puede ser tentado por el mal, ni tienta a nadie,
14 sino que cada uno es tentado por su propia concupiscencia, que lo atrae y lo seduce.
15 La concupiscencia es madre del pecado, y este, una vez cometido, engendra la muerte.
16 No se engañen, queridos hermanos.
17 Todo lo que es bueno y perfecto es un don de lo alto y desciende del Padre de los astros luminosos, en quien no hay cambio ni sombra de declinación.
18 El ha querido engendrarnos por su Palabra de verdad, para que seamos como las primicias de su creación.
19 Tengan bien presente, hermanos muy queridos, que debemos estar dispuestos a escuchar y ser lentos para hablar y para enojarnos.
20 La ira del hombre nunca realiza la justicia de Dios.
21 Dejen de lado, entonces, toda impureza y todo resto de maldad, y reciban con docilidad la Palabra sembrada en ustedes, que es capaz de salvarlos.
22 Pongan en práctica la Palabra y no se contenten sólo con oírla, de manera que se engañen a ustedes mismos.
23 El que oye la Palabra y no la practica, se parece a un hombre que se mira en el espejo,
24 pero en seguida se va y se olvida de cómo es.
25 En cambio, el que considera atentamente la Ley perfecta, que nos hace libres, y se aficiona a ella, no como un oyente distraído, sino como un verdadero cumplidor de la Ley, será feliz al practicarla.
26 Si alguien cree que es un hombre religioso, pero no domina su lengua, se engaña a sí mismo y su religiosidad es vacía.
27 La religiosidad pura y sin mancha delante de Dios, nuestro Padre, consiste en ocuparse de los huérfanos y de las viudas cuando están necesitados, y en no contaminarse con el mundo.

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Introducción a Santiago


Carta a Santiago


Lo que existía desde el principio,
lo que hemos oído,
lo que hemos visto con nuestros ojos,
lo que hemos contemplado
y lo que hemos tocado con nuestras manos
acerca de la Palabra de Vida,
es lo que les anunciamos.
Lo que hemos visto y oído,
se lo anunciamos también a ustedes,
para que vivan en comunión con nosotros.
Y nuestra comunión es con el Padre
y con su Hijo Jesucristo.

1Jo_1:1 , 1Jo_1:3

Ustedes son una raza elegida,
un sacerdocio real, una nación santa,
un pueblo adquirido para anunciar
las maravillas de aquel que los llamó
de las tinieblas a su admirable luz.
1Pe_2:9



CARTAS "CATÓLICAS"



Además de las Cartas paulinas, el Nuevo Testamento contiene otras siete Cartas, que llevan los nombres de Santiago, Pedro, Juan y Judas, el hermano de Santiago. La mayor parte de ellas no están dirigidas a comunidades concretas o a personas particulares, sino que tienen una destinación más universal y tratan cuestiones generales. En realidad, no son "cartas" propiamente dichas, sino "homilías" presentadas en estilo epistolar. Por este motivo, después del siglo IV, fueron agrupadas bajo el título de CARTAS "CATÓLICAS", es decir, "universales".
Estas Cartas fueron escritas cuando ya el Cristianismo primitivo había entrado en una nueva etapa. Las comunidades cristianas se habían extendido por casi todas las provincias del Imperio Romano, y habían comenzado a experimentar la presión y las reacciones adversas del ambiente pagano. Aunque no estuvieron sometidas a una constante persecución, ellas vivían dolorosamente conscientes de su precaria situación en una sociedad hostil. A estas dificultades provenientes del exterior, se sumaban otras de carácter interno. La Venida gloriosa del Señor se hacía esperar, y esta demora planteaba dudas e interrogantes, que ponían en crisis la fe y debilitaban la práctica de la vida cristiana. Semejante situación creaba un clima favorable a la infiltración de falsos profetas y maestros, que alteraban con su enseñanza la verdad del Evangelio.
En estas nuevas circunstancias, la Iglesia comprendió la necesidad de consolidar su vida comunitaria, manteniéndose fiel a las enseñanzas de Jesús transmitidas por los Apóstoles. Dicha preocupación aparece en los escritos del Nuevo Testamento provenientes de esa época. Todos ellos insisten en mantener intacta la verdadera fe, advierten contra los falsos maestros y exhortan a conservar la esperanza en medio de las pruebas y persecuciones. Tales características comunes confieren una cierta unidad a las "Cartas católicas", que por su forma y contenido no constituyen un grupo demasiado homogéneo.


CARTA DE SANTIAGO

A pesar de su presentación en forma epistolar, la CARTA DE SANTIAGO es una especie de "homilía", que contiene una serie de exhortaciones morales. Su estilo sentencioso se asemeja al de los escritos sapienciales del Antiguo Testamento. Los temas expuestos se van sucediendo de manera bastante libre, a veces por una semejanza verbal o por una antítesis. Estas exhortaciones, destinadas a servir de guía para la vida cristiana, están dirigidas a "las doce tribus de la Dispersión" ( 1Pe_1:1 ), es decir, a las comunidades judeocristianas diseminadas fuera de Palestina, que constituían el "nuevo Israel". El autor de esta Carta es identificado comúnmente con Santiago, "el hermano del Señor" ( Gal_1:19 ) mencionado en Mat_13:55 ; Mar_6:3 , que presidía la comunidad de Jerusalén y ocupó un lugar relevante en la "asamblea" de los Apóstoles ( Act_12:17 ; Act_15:13-21 ).
Santiago insiste, sobre todo, en la necesidad de probar la autenticidad de la fe por medio de las "obras", haciendo fructificar "la Palabra sembrada" en el corazón de los creyentes ( Act_1:21 ). A primera vista, parece contradecir las enseñanzas de Pablo sobre la justificación por la fe. Pero la diferencia entre ambos es más aparente que real. En efecto, siempre que Pablo habla de la fe, se refiere a "la fe que obra por medio del amor" ( Gal_5:6 ), como una respuesta a la Palabra de Dios que compromete y transforma la vida del creyente. En este sentido, coincide perfectamente con Santiago. En último término, para ambos, la fe que justifica no es la fe "estéril" ( Gal_2:20 ), sino la que "va acompañada de las obras" ( Gal_2:17 ) y se manifiesta en ellas: "De la misma manera que un cuerpo sin alma está muerto, así está muerta la fe sin las obras" ( Gal_2:26 ). Por otra parte, cuando Pablo habla de las "obras" se refiere a las observancias de la Ley de Moisés, que los "judaizantes" consideraban necesarias para salvarse ( Act_15:1 ), mientras que Santiago piensa en los cristianos que hacen una profesión meramente verbal y exterior de su fe ( Act_1:22 ).
Y para el autor de esta Carta, como para Pablo ( Rom_13:8-10 ; Gal_5:14 ), "la Ley por excelencia" consiste en el amor al prójimo ( Gal_2:8 ). Por eso, con una vehemencia que recuerda a los grandes profetas de Israel, Santiago denuncia abiertamente las desigualdades y las injusticias sociales ( Gal_5:1-6 ). Su juicio no es menos severo cuando censura a las asambleas cristianas en las que se concede un lugar de privilegio a los ricos y se relega a los pobres. A fin de combatir estas discriminaciones, él se hace eco de la enseñanza de Jesús. "¿Acaso Dios no ha elegido a los pobres de este mundo para enriquecerlos en la fe y hacerlos herederos del Reino?" ( Gal_2:5 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Santiago 1,1-27

5. Esta "sabiduría" es el discernimiento espiritual que permite asignar a cada cosa su verdadero valor y vivir en conformidad con la voluntad de Dios. Ver 3. 13-18.

10-11. Isa_40:6-7.

12. Dan_12:12.

17. El "Padre de los astros luminosos" es Dios, creador de las luces celestiales ( Gen_1:14-18) y fuente de toda luz espiritual. A diferencia de los astros que se oscurecen periódicamente, Dios es constante en su amor por los hombres. Ver 1Ti_6:16; 1Pe_2:9; 1Jn_1:5.

19. Ecli. 5. 11; Pro_10:19.

21-23. "La Palabra": ver nota Mat_13:20.

25. La "Ley perfecta, que nos hace libres" es la Ley de la Nueva Alianza, que "perfecciona" la Antigua ( Mat_5:17) y, al resumirse en el amor, "libera" al hombre de su propio egoísmo y de la letra de la misma Ley. Ver 2. 12; Gal_5:13; 1Pe_2:16.