Santiago 3 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 18 versitos |
1 Hermanos, que no haya mucho entre ustedes que pretendan ser maestros, sabiendo que los que enseñamos seremos juzgados más severamente,
2 porque todos faltamos de muchas maneras. Si alguien no falta con palabras es un hombre perfecto, porque es capaz de dominar toda su persona.
3 Cuando ponemos un freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, dominamos todo su cuerpo.
4 Lo mismo sucede con los barcos: por grandes que sean y a pesar de la violencia de los vientos, mediante un pequeño timón, son dirigidos adonde quiere el piloto.
5 De la misma manera, la lengua es un miembro pequeño, y sin embargo, puede jactarse de hacer grandes cosas. Miren cómo una pequeña llama basta para incendiar un gran bosque.
6 También la lengua es un fuego: es un mundo de maldad puesto en nuestros miembros, que contamina todo el cuerpo, y encendida por el mismo infierno, hace arder todo el ciclo de la vida humana.
7 Animales salvajes y pájaros, reptiles y peces de toda clase, han sido y son dominados por el hombre.
8 Por el contrario, nadie puede dominar la lengua, que es un flagelo siempre activo y lleno de veneno mortal.
9 Con ella bendecimos al Señor, nuestro Padre, y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios.
10 De la misma boca salen la bendición y la maldición. Pero no debe ser así, hermanos.
11 ¿Acaso brota el agua dulce y la amarga de una misma fuente?
12 ¿Acaso, hermanos, una higuera puede producir aceitunas, o higos una vid? Tampoco el mar puede producir agua dulce.
13 El que se tenga por sabio y prudente, demuestre con su buena conducta que sus actos tienen la sencillez propia de la sabiduría.
14 Pero si ustedes están dominados por la rivalidad y por el espíritu de discordia, no se vanagloríen ni falten a la verdad.
15 Semejante sabiduría no desciende de lo alto sino que es terrena, sensual y demoníaca.
16 Porque donde hay rivalidad y discordia, hay también desorden y toda clase de maldad.
17 En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura; y además, pacífica, benévola y conciliadora; está llena de misericordia y dispuesta a hacer el bien; es imparcial y sincera.
18 Un fruto de justicia se siembra pacíficamente para los que trabajan por la paz.

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Introducción a Santiago


Carta a Santiago


Lo que existía desde el principio,
lo que hemos oído,
lo que hemos visto con nuestros ojos,
lo que hemos contemplado
y lo que hemos tocado con nuestras manos
acerca de la Palabra de Vida,
es lo que les anunciamos.
Lo que hemos visto y oído,
se lo anunciamos también a ustedes,
para que vivan en comunión con nosotros.
Y nuestra comunión es con el Padre
y con su Hijo Jesucristo.

1Jo_1:1 , 1Jo_1:3

Ustedes son una raza elegida,
un sacerdocio real, una nación santa,
un pueblo adquirido para anunciar
las maravillas de aquel que los llamó
de las tinieblas a su admirable luz.
1Pe_2:9



CARTAS "CATÓLICAS"



Además de las Cartas paulinas, el Nuevo Testamento contiene otras siete Cartas, que llevan los nombres de Santiago, Pedro, Juan y Judas, el hermano de Santiago. La mayor parte de ellas no están dirigidas a comunidades concretas o a personas particulares, sino que tienen una destinación más universal y tratan cuestiones generales. En realidad, no son "cartas" propiamente dichas, sino "homilías" presentadas en estilo epistolar. Por este motivo, después del siglo IV, fueron agrupadas bajo el título de CARTAS "CATÓLICAS", es decir, "universales".
Estas Cartas fueron escritas cuando ya el Cristianismo primitivo había entrado en una nueva etapa. Las comunidades cristianas se habían extendido por casi todas las provincias del Imperio Romano, y habían comenzado a experimentar la presión y las reacciones adversas del ambiente pagano. Aunque no estuvieron sometidas a una constante persecución, ellas vivían dolorosamente conscientes de su precaria situación en una sociedad hostil. A estas dificultades provenientes del exterior, se sumaban otras de carácter interno. La Venida gloriosa del Señor se hacía esperar, y esta demora planteaba dudas e interrogantes, que ponían en crisis la fe y debilitaban la práctica de la vida cristiana. Semejante situación creaba un clima favorable a la infiltración de falsos profetas y maestros, que alteraban con su enseñanza la verdad del Evangelio.
En estas nuevas circunstancias, la Iglesia comprendió la necesidad de consolidar su vida comunitaria, manteniéndose fiel a las enseñanzas de Jesús transmitidas por los Apóstoles. Dicha preocupación aparece en los escritos del Nuevo Testamento provenientes de esa época. Todos ellos insisten en mantener intacta la verdadera fe, advierten contra los falsos maestros y exhortan a conservar la esperanza en medio de las pruebas y persecuciones. Tales características comunes confieren una cierta unidad a las "Cartas católicas", que por su forma y contenido no constituyen un grupo demasiado homogéneo.


CARTA DE SANTIAGO

A pesar de su presentación en forma epistolar, la CARTA DE SANTIAGO es una especie de "homilía", que contiene una serie de exhortaciones morales. Su estilo sentencioso se asemeja al de los escritos sapienciales del Antiguo Testamento. Los temas expuestos se van sucediendo de manera bastante libre, a veces por una semejanza verbal o por una antítesis. Estas exhortaciones, destinadas a servir de guía para la vida cristiana, están dirigidas a "las doce tribus de la Dispersión" ( 1Pe_1:1 ), es decir, a las comunidades judeocristianas diseminadas fuera de Palestina, que constituían el "nuevo Israel". El autor de esta Carta es identificado comúnmente con Santiago, "el hermano del Señor" ( Gal_1:19 ) mencionado en Mat_13:55 ; Mar_6:3 , que presidía la comunidad de Jerusalén y ocupó un lugar relevante en la "asamblea" de los Apóstoles ( Act_12:17 ; Act_15:13-21 ).
Santiago insiste, sobre todo, en la necesidad de probar la autenticidad de la fe por medio de las "obras", haciendo fructificar "la Palabra sembrada" en el corazón de los creyentes ( Act_1:21 ). A primera vista, parece contradecir las enseñanzas de Pablo sobre la justificación por la fe. Pero la diferencia entre ambos es más aparente que real. En efecto, siempre que Pablo habla de la fe, se refiere a "la fe que obra por medio del amor" ( Gal_5:6 ), como una respuesta a la Palabra de Dios que compromete y transforma la vida del creyente. En este sentido, coincide perfectamente con Santiago. En último término, para ambos, la fe que justifica no es la fe "estéril" ( Gal_2:20 ), sino la que "va acompañada de las obras" ( Gal_2:17 ) y se manifiesta en ellas: "De la misma manera que un cuerpo sin alma está muerto, así está muerta la fe sin las obras" ( Gal_2:26 ). Por otra parte, cuando Pablo habla de las "obras" se refiere a las observancias de la Ley de Moisés, que los "judaizantes" consideraban necesarias para salvarse ( Act_15:1 ), mientras que Santiago piensa en los cristianos que hacen una profesión meramente verbal y exterior de su fe ( Act_1:22 ).
Y para el autor de esta Carta, como para Pablo ( Rom_13:8-10 ; Gal_5:14 ), "la Ley por excelencia" consiste en el amor al prójimo ( Gal_2:8 ). Por eso, con una vehemencia que recuerda a los grandes profetas de Israel, Santiago denuncia abiertamente las desigualdades y las injusticias sociales ( Gal_5:1-6 ). Su juicio no es menos severo cuando censura a las asambleas cristianas en las que se concede un lugar de privilegio a los ricos y se relega a los pobres. A fin de combatir estas discriminaciones, él se hace eco de la enseñanza de Jesús. "¿Acaso Dios no ha elegido a los pobres de este mundo para enriquecerlos en la fe y hacerlos herederos del Reino?" ( Gal_2:5 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas