II Pedro  3 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 18 versitos |
1 Queridos hermanos, esta es al segunda carta que les escribo. En las dos les he recomendado algunas cosas, para que tengan un criterio exacto.
2 No olviden lo que ha sido anunciado por los santos profetas, así como tampoco el mandamiento del Señor Salvador, que los Apóstoles les han transmitido.
3 Sepan, en primer lugar, que en los últimos días vendrán hombres burlones y llenos de sarcasmo, que viven de acuerdo con sus pasiones,
4 y que dirán: "¿Dónde está la promesa de su Venida? Nuestros padres han muerto y todo sigue como al principio de la creación".
5 Al afirmar esto, ellos no tienen en cuenta que hace mucho tiempo hubo un cielo, y también una tierra brotada del agua que tomó consistencia en medio de las aguas por la palabra de Dios.
6 A causa de esas aguas, el mundo de entonces pereció sumergido por el diluvio.
7 Esa misma palabra de Dios ha reservado el cielo y la tierra de ahora para purificarlos por el fuego en el día del Juicio y de la perdición de los impíos.
8 Pero ustedes, queridos hermanos, no deben ignorar que, delante del Señor, un día es como mil años y mil años como un día.
9 El señor no tarda en cumplir lo que ha prometido, como algunos se imaginan, sino que tiene paciencia con ustedes porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan.
10 Sin embargo, el Día del Señor, llegará como un ladrón, y ese día, los cielos desaparecerán estrepitosamente; los elementos serán desintegrados por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será consumida.
11 Ya que todas las cosas se desintegrarán de esa manera, ¡qué santa y piadosa debe ser la conducta de ustedes,
12 esperando y acelerando la venida del Día del Señor! Entonces se consumirán los cielos y los elementos quedarán fundidos por el fuego.
13 Pero nosotros, de acuerdo con la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia.
14 Por eso, queridos hermanos, mientras esperan esto, procuren vivir de tal manera que él los encuentre en paz, sin mancha ni reproche.
15 Tengan en cuenta que la paciencia del Señor es para nuestra salvación, como les ha escrito nuestro hermano Pablo, conforme a la sabiduría que le ha sido dada,
16 y lo repite en todas las cartas donde trata este tema. En ellas hay pasajes difíciles de entender, que algunas personas ignorantes e inestables interpretan torcidamente -como, por otra parte, lo hacen con el resto de la Escritura- para su propia perdición.
17 Hermanos míos, ustedes están prevenidos. Manténganse en guardia, no sea que, arrastrados por el extravío de los que hacen el mal, pierdan su firmeza.
18 Crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A él sea la gloria, ahora y en la eternidad!

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Introducción a II Pedro 


SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO

Esta SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO fue escrita bastante tiempo después de la primera, probablemente por un discípulo del Apóstol y al estilo de un "testamento" espiritual atribuido al mismo. Sus destinatarios están indicados de una manera muy vaga (1. 1).
El autor comienza por recordar el sentido de la vocación cristiana. Como partícipe de "la naturaleza divina" (1. 4), el discípulo de Cristo está llamado a vivir santamente, en conformidad con la palabra apostólica y profética. En esa palabra inspirada por el Espíritu Santo se funda, en efecto, la predicación cristiana (1. 16, 19-21).
A continuación, lanza una dura invectiva contra los falsos maestros espirituales que corrompen la fe y las costumbres de la comunidad, y los amenaza con los castigos que recayeron sobre los ángeles rebeldes y sobre los grandes pecadores del Antiguo Testamento (2. 1-22). Toda esta parte reproduce casi textualmente la Carta de Judas y, al igual que esta, se inspira en las tradiciones "apocalípticas" tan difundidas en el Judaísmo de esa época.
Finalmente, el autor previene contra el escepticismo de algunos frente al retraso de la Venida del Señor. Ese supuesto retraso sólo se debe a su "paciencia" misericordiosa, que quiere dar a todos el tiempo necesario para convertirse (3. 9). Su Venida es cierta, aunque no se pueda precisar el momento. Nada tiene que hacernos dudar de ella. Al contrario, debemos "acelerarla" con nuestra vida santa, mientras aguardamos "un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia" (3. 11-13).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

II Pedro  3,1-18

3. Ver 1Ti_4:1.

8. Sal_90:4.

10. "El Día del Señor": ver nota Hec_2:17-21.

"Como un ladrón": ver Mat_24:42-44; 1Te_5:2.

"Por el fuego": Pedro se inspira en el tema popular de la purificación del mundo por el "fuego", para referirse al motivo fundamental de la esperanza cristiana ( 1Te_5:13), que es la renovación final de todas las cosas. Ver nota Rom_8:19.

13. Ver Isa_65:17; Isa_66:22; Apo_21:1. La "justicia" designa un orden donde todas las cosas están sometidas plenamente a la voluntad de Dios. Ver nota Rom_1:17.

15-16. En este pasaje se encuentra la primera mención de una colección de Cartas de Pablo considerada como parte integrante de las Escrituras canónicas. Los pasajes de las mismas que se prestaban a falsas interpretaciones eran, sin duda, los relativos a la segunda Venida del Señor (1 Tes. 4. 13 -5. 11; 2Te_1:7-10; 2Te_2:1-12), y a la libertad cristiana (Rom. 7; Gal_50:5). En estos últimos, especialmente, algunos buscaban la justificación del libertinaje moral.