Judith 3 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 10 versitos |
1 Entonces le enviaron mensajeros con la siguiente propuesta de paz:
2 "Aquí estamos los servidores del gran rey Nabucodonosor, rendidos ante ti: trátanos como mejor te parezca.
3 Están a tu disposición nuestras posesiones, todo nuestro suelo, todos los campos de trigo, nuestras ovejas y nuestras vacas, y también todos los corrales de nuestros campamentos: puedes hacer con ellos lo que quieras.
4 Hasta nuestras mismas ciudades y sus habitantes están a tu servicio; ven y trátalas como te parezca".
5 Aquellos hombres se presentaron ante Holofernes y le transmitieron su mensaje.
6 El descendió con su ejército hacia la costa del mar, estableció guarniciones en las plazas fuertes y reclutó en ellas hombres selectos como tropas auxiliares.
7 Ellos, y toda la región circunvecina, lo recibieron con guirnaldas y danzas corales al son de los tambores.
8 Pero él devastó todo su territorio y taló sus bosques sagrados, porque había recibido la orden de exterminar a todos los dioses del país, para hacer que todas las naciones adoraran solamente a Nabucodonosor, y todas sus lenguas y tribus lo invocaron como dios.
9 Así llegó Holofernes a Esdrelón, en las inmediaciones de Dotaim, que está ante las montañas de Judea.
10 Acampó entre Gueba y Escitópolis y permaneció allí un mes, a fin de reunir todos los efectivos de su ejército.

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Introducción a Judith


Judit

Otra vez nos encontramos ante un relato didáctico, con un marco histórico completamente imaginario, del que sólo se conservan las versiones griega y latina. Probablemente, fue escrito en el siglo II a. C., para mantener el ánimo de la pequeña comunidad judía que luchaba tenazmente por conservar su independencia frente al avance helenista.
Este Libro refleja cierta influencia de la literatura "apocalíptica", tan en boga en esa época, según la cual las luchas del tiempo presente no son sino la manifestación del combate librado continuamente entre las fuerzas del bien y del mal. Nabucodonosor y Holofernes simbolizan a los eternos enemigos de Dios. Judit -que significa "la Judía"- personifica el alma de su nación. Fiel a Dios y a su pueblo, ella expone la vida para salvar a sus compatriotas.
A la prepotencia y la fuerza de un jefe militar, el Libro opone la debilidad de una mujer, sin más armas que su fe en Dios y en el poder de la oración. Los recursos que ella emplea no son del todo ejemplares, pero más que dar una lección moral lo que pretende el autor es poner de relieve que la aparente "debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres" ( 1Co_1:25 ). La astucia decidida de Judit triunfa sobre el opresor del Pueblo elegido, como en otra ocasión pudo más la honda de David que la insolencia y la espada de Goliat.
La liturgia cristiana ha visto en el triunfo de Judit algo así como la contrapartida de la victoria de la serpiente sobre la mujer, al comienzo del género humano ( Gen_3:15 ). Por eso aquella valiente mujer se convirtió en figura de María, la nueva Eva, por quien recibimos al vencedor del espíritu del mal. Y el Canto de la Virgen María, como el de Judit, celebra el triunfo de los débiles sobre los poderosos de este mundo ( Luk_1:46-55 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas