Eclesiástico 13 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 26 versitos |
1 El que toca el betún se queda manchado, y el que trata con el orgulloso se vuelve igual a él.
2 No levantes una carga demasiado pesada, ni trates con uno más fuerte y más rico que tú: ¿puede el vaso de arcilla juntarse con la olla? Esta lo golpeará y aquel se romperá.
3 El rico agravia, y encima se envalentona; el pobre es agraviado, y encima pide disculpas.
4 Mientras le seas útil, te explotará, pero si no tienes nada, te abandonará.
5 Si posees algo, vivirá contigo y te despojará sin lástima.
6 Cuando te necesite, tratará de engañarte, te sonreirá y te dará esperanzas; te dirigirá hermosas palabras y te preguntará: "¿Qué te hace falta?".
7 Te comprometerá con sus festejos hasta despojarte dos y tres veces, y al final se burlará de ti; después, cuando te vez, pasará de largo y meneará la cabeza delante de ti.
8 Presta atención, para no dejarte engañar ni ser humillado por tu insensatez.
9 Cuando te invite un poderoso, quédate a distancia, y te invitará con más insistencia.
10 No te precipites, para no ser rechazado, ni te quedes muy lejos, para no ser olvidado.
11 No pretendas hablarle de igual a igual ni te fíes si conversa demasiado: él te pone a prueba con su locuacidad y te examina entre risa y risa.
12 El que no se modera al hablar, es un despiadado, y no te ahorrará ni los golpes ni las cadenas.
13 Observa bien y presta mucha atención, porque estás caminando al borde de tu ruina.
14 [Cuando oigas esto en tu sueño, despiértate; ama al Señor toda tu vida e invócalo para tu salvación.]
15 Todo animal quiere a su semejante y todo hombre, al de su misma condición;
16 todo ser viviente se une a los de su especie y el hombre, a uno semejante a él.
17 ¿Qué tienen de común el lobo y el cordero? Así pasa con el pecador y el hombre bueno.
18 ¿Qué paz puede haber entre la hiena y el perro? ¿Y qué paz entre el rico y el pobre?
19 Los asnos salvajes en el desierto son presa de los leones: así los pobres son pasto de los ricos.
20 La humillación es abominable para el soberbio: así el rico abomina del pobre.
21 Cuando un rico da un mal paso, sus amigos lo sostienen; cuando un pobre cae, sus amigos lo rechazan.
22 Si un rico resbala, muchos corren en su ayuda; dice cosas irrepetibles, y le dan la razón. Resbala el humilde, y lo critican; se expresa con sensatez, y nadie le hace caso.
23 Si el rico habla, todos se callan y ponen sus palabras por las nubes; habla el pobre, y preguntan: "¿Quién es este?", y si tropieza, le dan un empujón.
24 Buena es la riqueza, si está libre de pecado, y mala es la pobreza a juicio del impío.
25 El corazón de un hombre lo hace cambiar de semblante, tanto para bien como para mal:
26 un rostro alegre refleja la dicha del corazón, y la invención de proverbios exige penosas reflexiones.

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Introducción a Eclesiástico


Segundo Libro de los Macabeos

El segundo libro de los MACABEOS no es la continuación del primero, sino en parte paralelo a él, ya que se refiere a los mismos acontecimientos del período comprendido entre el 175 y el 160 a. C., tomados de un poco más atrás y relatados en un estilo diferente. Como lo señala su autor (2. 23), él se limitó a resumir una obra mucho más extensa, redactada en cinco volúmenes por Jasón de Cirene, un ferviente judío de sólida formación helenista. Todo parece indicar que este resumen se llevó a cabo en Alejandría, poco después del 124 a. C.
Este Libro pertenece a un género literario muy difundido en aquella época, denominado "historia dramática" o "patética", en el cual la narración de los hechos históricos se convierte en un medio para conmover, entusiasmar o edificar al lector. Eso explica el empleo de ciertos recursos "efectistas", destinados a suscitar la adhesión o la repulsa, como son el lenguaje declamatorio y ampuloso, los epítetos hirientes, el tono mordaz con que se trata a los adversarios y la acentuada predilección por los elementos maravillosos.
A lo largo de toda su obra, que es una especie de "panegírico religioso", el autor trata de inculcar el amor y la devoción hacia el Templo de Jerusalén, centro de la vida del Pueblo judío. Esta idea ya está presente en las "Cartas" que figuran al comienzo del Libro e imprime su sello al plan que ha guiado la composición del mismo. De hecho, la historia relatada en él se desarrolla en cinco actos centrados alrededor del Templo, y al final del Libro se deja clara constancia de que para Judas y sus hombres "lo primero y principal era el Templo consagrado" (15. 18).
La forma explícita con que este Libro afirma la resurrección de los muertos y la claridad con que destaca el valor de la oración por los difuntos y de la intercesión de los mártires, le han merecido una especial acogida por parte de la Iglesia.



CARTAS A LOS JUDÍOS DE EGIPTOY PRÓLOGO DEL AUTOR

Al comienzo del Libro, el autor transcribe dos cartas escritas por los judíos de Jerusalén. En la primera, estos exhortan a sus hermanos de Egipto a celebrar en unión con ellos la fiesta de la Dedicación del Templo. Dicha carta está fechada en el 124 a. C., es decir, en el cuadragésimo aniversario de la Purificación del Santuario realizada por Judas Macabeo (164 a. C.).
La segunda es anterior y bastante más extensa. Aunque no lleva fecha, parece que fue escrita pocos días antes de la Dedicación del Templo en el 164 a. C., con el fin de poner de relieve la importancia de la Fiesta que se iba a celebrar dentro de poco (1. 18). Después de un breve relato sobre la muerte de Antíoco IV Epífanes, en esta carta se evocan los hechos portentosos que acompañaron a la restauración del Templo en la época de Nehemías. La mayor parte de los datos están tomados de escritos apócrifos o de tradiciones populares, que no pueden ser considerados como documentos históricos. Las dos cartas van seguidas de un Prólogo, donde el autor explica sus intenciones y su método de trabajo.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Eclesiástico 13,1-32

13. Algunos manuscritos añaden v. 14: "Cuando oigas esto en tu sueño, despiértate; ama al Señor toda tu vida e invócalo para tu salvación".