Eclesiástico 16 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 30 versitos |
1 No desees un gran número de hijos inútiles ni se alegres de los hijos impíos.
2 Por muchos que sean, no te alegres de ellos, si les falta el temor del Señor.
3 No esperes que vivan mucho tiempo ni te sientas seguro porque son numerosos: vale más uno solo que mil y es mejor morir sin hijos que tenerlos impíos.
4 Con uno solo inteligente se puebla una ciudad, pero la estirpe de los hombres sin ley es arrasada.
5 Mis ojos han visto muchas cosas semejantes y cosas peores aún escucharon mis oídos.
6 En la reunión de los pecadores arde el fuego y contra la nación rebelde se enciende la ira.
7 El Señor no perdonó a los antiguos gigantes que se rebelaron con toda su fuerza.
8 No dejó sin castigo a la ciudad donde vivía Lot, a los que abominaba a causa de su orgullo.
9 No se apiadó de la nación condenada al exterminio. de los que fueron expulsado a causa de sus pecados.
10 Así trató también a los seiscientos mil soldados que se amotinaron por la dureza de su corazón.
11 Aunque fuera uno solo el hombre obstinado, sería un milagro que quedara impune, porque en él está la misericordia, pero también la ira, es tan fuera para el perdón como pródigo para la ira.
12 Tan grande como su misericordia es su reprobación: él juzga a cada uno según sus obras.
13 El pecador no escapará con su presa ni será defraudada la constancia de los buenos.
14 El tiene en cuenta cada limosna y cada uno recibirá conforme a sus obras.
15 [El Señor endureció al Faraón para que no lo reconociera a fin de dar a conocer sus obras bajo el cielo.]
16 [Su misericordia se manifiesta a toda la creación; su luz y su oscuridad las repartió a los hijos de Adán.]
17 No digas: "Me ocultaré del Señor, y allá en lo alto, ¿quién se acordará de mí? Entre tanta gente pasaré inadvertido: ¿quién soy yo en la inmensa creación?".
18 Mira: el cielo y lo más alto del cielo, el Abismo y la tierra se conmueven cuando él los visita:
19 las montañas junto con los cimientos de la tierra tiemblan de espanto bajo su mirada.
20 Pero no se reflexiona en estas cosas ¿y quién presta atención a sus designio?
21 Como una tempestad que se desata sin que el hombre se dé cuenta, así la mayoría de sus obras permanecen ocultas.
22 "¿Quién anuncia las obras de justicia? ¿Quién las espera? Porque la alianza está lejos":
23 así razona el que no tiene entendimiento; el insensato, el extraviado, sólo piensa necedades.
24 Escucha, hijo mío, e instrúyete, presta mucha atención a mis palabras.
25 Revelaré mi enseñanza con mesura y expondré la ciencia con exactitud.
26 Por decisión del Señor existen sus obras desde el principio: desde que fueron hechas, él fijó sus límites.
27 El ordenó sus obras para siempre, y su gobierno por todas las generaciones. Ellas no sufren hambre ni se fatigan y nunca interrumpen su actividad.
28 No se chocan unas contra otras y jamás desobedecen a su palabra.
29 Luego el Señor fijó sus ojos en la tierra y la colmó de sus bienes.
30 La cubrió con toda clase de vivientes y todos volverán a ella.

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Introducción a Eclesiástico


Segundo Libro de los Macabeos

El segundo libro de los MACABEOS no es la continuación del primero, sino en parte paralelo a él, ya que se refiere a los mismos acontecimientos del período comprendido entre el 175 y el 160 a. C., tomados de un poco más atrás y relatados en un estilo diferente. Como lo señala su autor (2. 23), él se limitó a resumir una obra mucho más extensa, redactada en cinco volúmenes por Jasón de Cirene, un ferviente judío de sólida formación helenista. Todo parece indicar que este resumen se llevó a cabo en Alejandría, poco después del 124 a. C.
Este Libro pertenece a un género literario muy difundido en aquella época, denominado "historia dramática" o "patética", en el cual la narración de los hechos históricos se convierte en un medio para conmover, entusiasmar o edificar al lector. Eso explica el empleo de ciertos recursos "efectistas", destinados a suscitar la adhesión o la repulsa, como son el lenguaje declamatorio y ampuloso, los epítetos hirientes, el tono mordaz con que se trata a los adversarios y la acentuada predilección por los elementos maravillosos.
A lo largo de toda su obra, que es una especie de "panegírico religioso", el autor trata de inculcar el amor y la devoción hacia el Templo de Jerusalén, centro de la vida del Pueblo judío. Esta idea ya está presente en las "Cartas" que figuran al comienzo del Libro e imprime su sello al plan que ha guiado la composición del mismo. De hecho, la historia relatada en él se desarrolla en cinco actos centrados alrededor del Templo, y al final del Libro se deja clara constancia de que para Judas y sus hombres "lo primero y principal era el Templo consagrado" (15. 18).
La forma explícita con que este Libro afirma la resurrección de los muertos y la claridad con que destaca el valor de la oración por los difuntos y de la intercesión de los mártires, le han merecido una especial acogida por parte de la Iglesia.



CARTAS A LOS JUDÍOS DE EGIPTOY PRÓLOGO DEL AUTOR

Al comienzo del Libro, el autor transcribe dos cartas escritas por los judíos de Jerusalén. En la primera, estos exhortan a sus hermanos de Egipto a celebrar en unión con ellos la fiesta de la Dedicación del Templo. Dicha carta está fechada en el 124 a. C., es decir, en el cuadragésimo aniversario de la Purificación del Santuario realizada por Judas Macabeo (164 a. C.).
La segunda es anterior y bastante más extensa. Aunque no lleva fecha, parece que fue escrita pocos días antes de la Dedicación del Templo en el 164 a. C., con el fin de poner de relieve la importancia de la Fiesta que se iba a celebrar dentro de poco (1. 18). Después de un breve relato sobre la muerte de Antíoco IV Epífanes, en esta carta se evocan los hechos portentosos que acompañaron a la restauración del Templo en la época de Nehemías. La mayor parte de los datos están tomados de escritos apócrifos o de tradiciones populares, que no pueden ser considerados como documentos históricos. Las dos cartas van seguidas de un Prólogo, donde el autor explica sus intenciones y su método de trabajo.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Eclesiástico 16,1-30

6. Ver Num_16:1-35.

7. "Los antiguos gigantes": ver Gen_6:1-7.

8. Ver Gen_19:1-29.

9. Este versículo alude a los antiguos habitantes de Canaán.

10. Este pasaje se refiere a los israelitas que perecieron en el desierto y no entraron en la Tierra prometida. Ver Exo_12:37; Num_11:21; Num_14:20-23.

14. Algunos manuscritos añaden v. 15: "El Señor endureció al Faraón para que no lo reconociera, a fin de dar a conocer sus obras bajo el cielo. 16: Su misericordia se manifiesta a toda la creación; su luz y su oscuridad las repartió a los hijos de Adán".