Eclesiástico 20 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 31 versitos |
1 Hay reprensiones que son inoportunas, y hay silencios que revelan al hombre prudente.
2 Más vale reprender que guardarse el enojo,
3 y el que confiesa su falta se libra de la desgracia.
4 Como un castrado que ansía desflorar a una joven, así es el que quiere hacer justicia por la fuerza.
5 Uno se calla, y es tenido por sabio, y otro se hace odioso por su locuacidad.
6 Uno se calla porque no tiene qué responder y otro, porque espera la oportunidad.
7 El sabio guarda silencio hasta el momento oportuno, pero el petulante y necio no se fija en el tiempo.
8 El que habla demasiado se vuelve abominable y el que pretende imponerse se hace odioso.
9 A veces se saca provecho de la adversidad, y oras veces, la suerte acaba en desgracia.
10 Hay regalos que no te dan provecho, y hay otros, que reditúan el doble.
11 Hay desgracias que provienen de los honores, y hay gente humilde que pudo levantar cabeza.
12 Hay quien compra mucho a bajo precio, y después lo paga siete veces más.
13 El sabio se hace amar por sus palabras, pero los cumplidos del necio caen en el vacío.
14 El regalo del insensato no te aprovechará, porque él espera que le devuelvan mucho más:
15 de poco y echa en cara mucho, abre la boca como un pregonero, presta hoy y mañana exige. ¡Qué detestable es un hombre así!
16 El necio dice: "No tengo ni un amigo; nadie agradece mis beneficios;
17 los que comen mi pan tienen la lengua olvidadiza". ¡Cuántos y cuántas veces se reirán de él!
18 Más vale resbalar en el piso que con la lengua; así es como de repente caen los malvados.
19 Un hombre grosero es como un cuento inoportuno, que siempre está en boca de los mal educados.
20 Nadie aprueba el proverbio dicho por un necio, porque nunca lo dice en el momento oportuno.
21 A algunos la indigencia los preserva del pecado y, cuando descansan, no sienten remordimientos.
22 Hay quien se pierde por timidez, y se pierde por temor a un insensato.
23 Hay quien por timidez hace promesas a un amigo y se gana un enemigo inútilmente.
24 La mentira es para el hombre una mancha infamante: siempre está en boca de los ignorantes.
25 Es preferible un ladrón a un mentiroso inveterado, aunque uno y otro heredarán la perdición.
26 El que se acostumbra a mentir cae en la deshonra y su ignominia lo acompaña constantemente.
27 El sabio se abre camino con sus palabras y el hombre prudente agrada a los poderosos.
28 El que cultiva la tierra levanta bien alto su parva, y el que agrada a los grandes se hace perdonar la injusticia.
29 Dones y regalos ciegan a los sabios y son como un bozal que acalla las críticas.
30 Sabiduría escondida y tesoro oculto: ¿de qué sirven una cosa y la otra?
31 Es preferible el hombre que disimula su necedad al que oculta su sabiduría.

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Introducción a Eclesiástico


Segundo Libro de los Macabeos

El segundo libro de los MACABEOS no es la continuación del primero, sino en parte paralelo a él, ya que se refiere a los mismos acontecimientos del período comprendido entre el 175 y el 160 a. C., tomados de un poco más atrás y relatados en un estilo diferente. Como lo señala su autor (2. 23), él se limitó a resumir una obra mucho más extensa, redactada en cinco volúmenes por Jasón de Cirene, un ferviente judío de sólida formación helenista. Todo parece indicar que este resumen se llevó a cabo en Alejandría, poco después del 124 a. C.
Este Libro pertenece a un género literario muy difundido en aquella época, denominado "historia dramática" o "patética", en el cual la narración de los hechos históricos se convierte en un medio para conmover, entusiasmar o edificar al lector. Eso explica el empleo de ciertos recursos "efectistas", destinados a suscitar la adhesión o la repulsa, como son el lenguaje declamatorio y ampuloso, los epítetos hirientes, el tono mordaz con que se trata a los adversarios y la acentuada predilección por los elementos maravillosos.
A lo largo de toda su obra, que es una especie de "panegírico religioso", el autor trata de inculcar el amor y la devoción hacia el Templo de Jerusalén, centro de la vida del Pueblo judío. Esta idea ya está presente en las "Cartas" que figuran al comienzo del Libro e imprime su sello al plan que ha guiado la composición del mismo. De hecho, la historia relatada en él se desarrolla en cinco actos centrados alrededor del Templo, y al final del Libro se deja clara constancia de que para Judas y sus hombres "lo primero y principal era el Templo consagrado" (15. 18).
La forma explícita con que este Libro afirma la resurrección de los muertos y la claridad con que destaca el valor de la oración por los difuntos y de la intercesión de los mártires, le han merecido una especial acogida por parte de la Iglesia.



CARTAS A LOS JUDÍOS DE EGIPTOY PRÓLOGO DEL AUTOR

Al comienzo del Libro, el autor transcribe dos cartas escritas por los judíos de Jerusalén. En la primera, estos exhortan a sus hermanos de Egipto a celebrar en unión con ellos la fiesta de la Dedicación del Templo. Dicha carta está fechada en el 124 a. C., es decir, en el cuadragésimo aniversario de la Purificación del Santuario realizada por Judas Macabeo (164 a. C.).
La segunda es anterior y bastante más extensa. Aunque no lleva fecha, parece que fue escrita pocos días antes de la Dedicación del Templo en el 164 a. C., con el fin de poner de relieve la importancia de la Fiesta que se iba a celebrar dentro de poco (1. 18). Después de un breve relato sobre la muerte de Antíoco IV Epífanes, en esta carta se evocan los hechos portentosos que acompañaron a la restauración del Templo en la época de Nehemías. La mayor parte de los datos están tomados de escritos apócrifos o de tradiciones populares, que no pueden ser considerados como documentos históricos. Las dos cartas van seguidas de un Prólogo, donde el autor explica sus intenciones y su método de trabajo.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas