Eclesiástico 25 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 26 versitos |
1 Con tres cosas me adorno y me presento embellecida delante del Señor y de los hombres: la concordia entre hermanos, la amistad entre vecinos y una mujer y un marido que se llevan bien.
2 Pero hay tres clases de gente que aborrezco y que me irritan por su manera de vivir: un pobre soberbio, un rico mentiroso y un viejo adúltero que ha perdido el juicio.
3 Si no has ahorrado en la juventud, ¿cómo vas a encontrar algo en tu vejez?
4 ¡Qué bello adorno para las canas es saber juzgar y para los ancianos, ser hombres de consejo!
5 ¡Qué hermosa es la sabiduría de los ancianos, la reflexión y el consejo en la gente respetable!
6 Corona de los ancianos es una rica experiencia, y su orgullo, el temor del Señor.
7 Hay nueve cosas imaginables, que considero felices, y la décima, también las voy a mencionar: un hombre que está contento de sus hijos y uno que ve en vida la caída de sus enemigos.
8 ¡Feliz el que vive con una esposa inteligente, el que no ha incurrido en falta con su lengua y el que no ha servido a un patrón indigno de él!
9 ¡Feliz el que ha encontrado la prudencia y el que la expone ante un auditorio atento!
10 ¡Qué grande es aquel que encontró la sabiduría! Pero nadie aventaja al que teme al Señor:
11 el temor del Señor supera a todos lo demás, y el que lo posee ¿a quién se puede comparar?
12 El temor del Señor es el comienzo de su amor, y es por la fe que uno empieza a unirse a él.
13 ¡Cualquier herida, menos la del corazón! ¡Cualquier maldad, menos la de una mujer!
14 ¡Cualquier desgracia, menos la causada por el odio! ¡Cualquier venganza, menos la de un enemigo!
15 No hay peor veneno que el de la serpiente, ni peor furia que la de la mujer.
16 Preferiría habitar con un león o un dragón antes que vivir con una mala mujer.
17 La maldad de una mujer desfigura su semblante y vuelve su rostro huraño como un oso.
18 Su marido se va a sentar en medio de sus vecinos y no puede reprimir sus amargos gemidos.
19 Toda maldad es pequeña comparada con la de la mujer: ¡que caiga sobre ella la suerte del pecador!
20 Cuesta arenosa para los pies de un anciano es la mujer charlatana para un esposo apacible.
21 No te dejes cautivar por los encantos de una mujer ni te apasiones por ella.
22 Estallido de enojo, infamia y una gran vergüenza esperan al hombre que es mantenido por su mujer.
23 Corazón abatido, rostro sombrío y pena del alma es una mala mujer. Manos inertes y rodillas paralizadas es la mujer que no hace feliz al marido.
24 Por una mujer tuvo comienzo el pecado, y a causa de ella, todos morimos.
25 No dejes correr el agua ni des libertad a una mala mujer.
26 Si no camina como tú le indicas, arráncala de tu propia carne.

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Introducción a Eclesiástico


Segundo Libro de los Macabeos

El segundo libro de los MACABEOS no es la continuación del primero, sino en parte paralelo a él, ya que se refiere a los mismos acontecimientos del período comprendido entre el 175 y el 160 a. C., tomados de un poco más atrás y relatados en un estilo diferente. Como lo señala su autor (2. 23), él se limitó a resumir una obra mucho más extensa, redactada en cinco volúmenes por Jasón de Cirene, un ferviente judío de sólida formación helenista. Todo parece indicar que este resumen se llevó a cabo en Alejandría, poco después del 124 a. C.
Este Libro pertenece a un género literario muy difundido en aquella época, denominado "historia dramática" o "patética", en el cual la narración de los hechos históricos se convierte en un medio para conmover, entusiasmar o edificar al lector. Eso explica el empleo de ciertos recursos "efectistas", destinados a suscitar la adhesión o la repulsa, como son el lenguaje declamatorio y ampuloso, los epítetos hirientes, el tono mordaz con que se trata a los adversarios y la acentuada predilección por los elementos maravillosos.
A lo largo de toda su obra, que es una especie de "panegírico religioso", el autor trata de inculcar el amor y la devoción hacia el Templo de Jerusalén, centro de la vida del Pueblo judío. Esta idea ya está presente en las "Cartas" que figuran al comienzo del Libro e imprime su sello al plan que ha guiado la composición del mismo. De hecho, la historia relatada en él se desarrolla en cinco actos centrados alrededor del Templo, y al final del Libro se deja clara constancia de que para Judas y sus hombres "lo primero y principal era el Templo consagrado" (15. 18).
La forma explícita con que este Libro afirma la resurrección de los muertos y la claridad con que destaca el valor de la oración por los difuntos y de la intercesión de los mártires, le han merecido una especial acogida por parte de la Iglesia.



CARTAS A LOS JUDÍOS DE EGIPTOY PRÓLOGO DEL AUTOR

Al comienzo del Libro, el autor transcribe dos cartas escritas por los judíos de Jerusalén. En la primera, estos exhortan a sus hermanos de Egipto a celebrar en unión con ellos la fiesta de la Dedicación del Templo. Dicha carta está fechada en el 124 a. C., es decir, en el cuadragésimo aniversario de la Purificación del Santuario realizada por Judas Macabeo (164 a. C.).
La segunda es anterior y bastante más extensa. Aunque no lleva fecha, parece que fue escrita pocos días antes de la Dedicación del Templo en el 164 a. C., con el fin de poner de relieve la importancia de la Fiesta que se iba a celebrar dentro de poco (1. 18). Después de un breve relato sobre la muerte de Antíoco IV Epífanes, en esta carta se evocan los hechos portentosos que acompañaron a la restauración del Templo en la época de Nehemías. La mayor parte de los datos están tomados de escritos apócrifos o de tradiciones populares, que no pueden ser considerados como documentos históricos. Las dos cartas van seguidas de un Prólogo, donde el autor explica sus intenciones y su método de trabajo.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Eclesiástico 25,1-36

12. Este versículo falta en los mejores manuscritos.