Eclesiástico 29 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 28 versitos |
1 El que practica la misericordia presta a su prójimo, y el que acude en su ayuda observa los mandamientos.
2 Presta a tu prójimo cuando esté necesitado, y restitúyele a tu vez en el momento convenido.
3 Cumple tu palabra y sé leal con él, y encontrarás en todo momento lo que necesites.
4 Muchos consideran el préstamo como una ganga y ponen en aprietos a quienes los han ayudado.
5 Hasta que reciben, besan las manos de la gente y hablan con humildad de las riquezas del prójimo, pero en el momento de restituir, piden prórroga, sólo devuelven con palabras quejumbrosas y echan la culpa a las circunstancias.
6 Si llegan a pagar, el acreedor recibe apenas la mitad y tiene que aceptarlo como un favor. Si no, lo despojan de sus riquezas, y él se gana inútilmente un enemigo que le paga con maldiciones e insultos y le devuelve desprecio en vez de honrarlo.
7 Así, muchos se niegan a prestar, no por maldad, sino por temor a ser despojados sin razón.
8 Pero tú sé indulgente con el humilde y no le hagas esperar tu limosna.
9 Socorre al pobre para cumplir el mandamiento y, en su indigencia, no lo despidas con las manos vacías.
10 Pierde tu dinero por un hermano y un amigo: que no se herrumbre bajo una piedra y lo pierdas.
11 Deposita tu tesoro según los mandamientos del Altísimo y te reportará más provecho que el oro;
12 que el tesoro encerrado en tus graneros sea la limosna, y ella te preservará de todo mal:
13 mejor que un fuerte escudo y una lanza pesada combatirá a tu favor frente al enemigo.
14 El hombre de bien sale fiador de su prójimo, pero el que perdió la vergüenza lo deja abandonado.
15 No olvides los favores de tu fiador, porque él ha expuesto su vida por ti.
16 El pecador dilapida los bienes de su fiador y el desagradecido abandona al que lo salvó.
17 La fianza perdió a muchos que vivían prósperamente, los sacudió como una ola del mar;
18 obligó a expatriarse a hombres poderosos, que anduvieron fugitivos por países extraños.
19 El pecador que se ofrece como fiador y busca ventaja, se expone a ser procesado.
20 Socorre a tu prójimo en la medida de tus recursos, pero ten cuidado de no arruinarte.
21 Lo esencial para la vida es el agua, el pan, la ropa, y una casa para albergarse dignamente.
22 Más vale vida de pobre en una cabaña que comida exquisita en casa ajena.
23 Conténtate con lo que tienes, sea poco o mucho, y no oirás que te reprochan por ser un extraño.
24 Triste vida es andar de casa en casa: donde eres un extraño, no puedes abrir la boca.
25 Sirves de comer y beber a gente desagradecida, y encima tienes que oír cosas amargas:
26 -Ven aquí, forastero, prepara la mesa, y si tienes algo a mano, dame de comer".
27 -"Deja el lugar para alguien más importante; mi hermano viene a hospedarse, y necesito la casa".
28 ¡Qué duro es para un hombre sensible que le reprochen la hospitalidad y le echen en cara una deuda!

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Introducción a Eclesiástico


Segundo Libro de los Macabeos

El segundo libro de los MACABEOS no es la continuación del primero, sino en parte paralelo a él, ya que se refiere a los mismos acontecimientos del período comprendido entre el 175 y el 160 a. C., tomados de un poco más atrás y relatados en un estilo diferente. Como lo señala su autor (2. 23), él se limitó a resumir una obra mucho más extensa, redactada en cinco volúmenes por Jasón de Cirene, un ferviente judío de sólida formación helenista. Todo parece indicar que este resumen se llevó a cabo en Alejandría, poco después del 124 a. C.
Este Libro pertenece a un género literario muy difundido en aquella época, denominado "historia dramática" o "patética", en el cual la narración de los hechos históricos se convierte en un medio para conmover, entusiasmar o edificar al lector. Eso explica el empleo de ciertos recursos "efectistas", destinados a suscitar la adhesión o la repulsa, como son el lenguaje declamatorio y ampuloso, los epítetos hirientes, el tono mordaz con que se trata a los adversarios y la acentuada predilección por los elementos maravillosos.
A lo largo de toda su obra, que es una especie de "panegírico religioso", el autor trata de inculcar el amor y la devoción hacia el Templo de Jerusalén, centro de la vida del Pueblo judío. Esta idea ya está presente en las "Cartas" que figuran al comienzo del Libro e imprime su sello al plan que ha guiado la composición del mismo. De hecho, la historia relatada en él se desarrolla en cinco actos centrados alrededor del Templo, y al final del Libro se deja clara constancia de que para Judas y sus hombres "lo primero y principal era el Templo consagrado" (15. 18).
La forma explícita con que este Libro afirma la resurrección de los muertos y la claridad con que destaca el valor de la oración por los difuntos y de la intercesión de los mártires, le han merecido una especial acogida por parte de la Iglesia.



CARTAS A LOS JUDÍOS DE EGIPTOY PRÓLOGO DEL AUTOR

Al comienzo del Libro, el autor transcribe dos cartas escritas por los judíos de Jerusalén. En la primera, estos exhortan a sus hermanos de Egipto a celebrar en unión con ellos la fiesta de la Dedicación del Templo. Dicha carta está fechada en el 124 a. C., es decir, en el cuadragésimo aniversario de la Purificación del Santuario realizada por Judas Macabeo (164 a. C.).
La segunda es anterior y bastante más extensa. Aunque no lleva fecha, parece que fue escrita pocos días antes de la Dedicación del Templo en el 164 a. C., con el fin de poner de relieve la importancia de la Fiesta que se iba a celebrar dentro de poco (1. 18). Después de un breve relato sobre la muerte de Antíoco IV Epífanes, en esta carta se evocan los hechos portentosos que acompañaron a la restauración del Templo en la época de Nehemías. La mayor parte de los datos están tomados de escritos apócrifos o de tradiciones populares, que no pueden ser considerados como documentos históricos. Las dos cartas van seguidas de un Prólogo, donde el autor explica sus intenciones y su método de trabajo.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas