Eclesiástico 41 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 27 versitos |
1 ¡Muerte, qué amargo es tu recuerdo para el que vive tranquilo en medio de sus bienes, para el hombre despreocupado, a quien todo le va bien y aún tiene vigor para disfrutar de la vida!
2 ¡Muerte, tu sentencia es bienvenida para el hombre necesitado y sin fuerzas, gastado por los años y lleno de ansiedades, que se rebela y ha agotado su paciencia!
3 No temas a tu sentencia de muerte, recuerda a los que te precedieron y te seguirán.
4 Esta es la sentencia del Señor para todo ser viviente: ¿por qué oponerse a la voluntad del Altísimo? Aunque vivas diez, cien o mil años, en el Abismo no te echarán en cara lo que hayas vivido.
5 Los hijos de los pecadores son gente abominable que frecuentan las casas de los impíos.
6 La herencia de los hijos de los pecadores va a la ruina, con su descendencia se perpetúa su infamia.
7 Un padre impío se atrae los reproches de sus hijos, porque es a él a quien deben su infamia.
8 ¡Ay de ustedes, hombres impíos, que han abandonado la Ley del Dios Altísimo!
9 Si ustedes nacen, nacen para la maldición, y si mueren, les tocará en suerte la maldición.
10 Todo lo que sale de la tierra, vuelve a la tierra: así pasan los impíos, de la maldición a la ruina.
11 Los hombres se lamentan porque perece su cuerpo. y en cuanto a los pecadores, hasta su mal nombre se borrará..
12 Cuida tu buen nombre, porque eso te quedará mucho más que mil tesoros de oro.
13 Una vida feliz tiene sus días contados, pero el buen nombre permanece para siempre.
14 Hijos míos, observen en paz mi enseñanza. Sabiduría escondida y tesoro invisible: ¿de qué sirven una cosa y la otra?
15 Es preferible el hombre que disimula su necedad al que oculta su sabiduría.
16 Por lo tanto, sientan vergüenza de lo que les voy a indicar, porque no está bien avergonzarse por cualquier cosa ni toda vergüenza merece ser igualmente aprobada.
17 Tengan vergüenza de la fornicación ante su padre y su madre, y de la mentira, ante un jefe y un poderoso;
18 del delito ante un juez y un magistrado, y de la iniquidad ante la asamblea del pueblo;
19 de la injusticia ante un compañero y un amigo, y del robo ante su vecindario;
20 de violar un juramento y un pacto, y de apoyar los codos en la mesa;
21 de dar o recibir con desdén, y de no devolver el saludo;
22 de mirar a una prostituta, y de dar vuelta la cara a un pariente;
23 de quitar a otro su parte o el regalo que recibió, y de mirar a una mujer casada;
24 de tener intimidades con tu sirvienta, ¡no te acerques a su lecho!
25 de decir palabras hirientes a tus amigos ¡lo que les des no se lo eches en cara!
26 de repetir lo que has oído y de revelar los secretos.
27 Entonces sentirás una auténtica vergüenza, y serás bien visto por todos lo hombres.

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Introducción a Eclesiástico


Segundo Libro de los Macabeos

El segundo libro de los MACABEOS no es la continuación del primero, sino en parte paralelo a él, ya que se refiere a los mismos acontecimientos del período comprendido entre el 175 y el 160 a. C., tomados de un poco más atrás y relatados en un estilo diferente. Como lo señala su autor (2. 23), él se limitó a resumir una obra mucho más extensa, redactada en cinco volúmenes por Jasón de Cirene, un ferviente judío de sólida formación helenista. Todo parece indicar que este resumen se llevó a cabo en Alejandría, poco después del 124 a. C.
Este Libro pertenece a un género literario muy difundido en aquella época, denominado "historia dramática" o "patética", en el cual la narración de los hechos históricos se convierte en un medio para conmover, entusiasmar o edificar al lector. Eso explica el empleo de ciertos recursos "efectistas", destinados a suscitar la adhesión o la repulsa, como son el lenguaje declamatorio y ampuloso, los epítetos hirientes, el tono mordaz con que se trata a los adversarios y la acentuada predilección por los elementos maravillosos.
A lo largo de toda su obra, que es una especie de "panegírico religioso", el autor trata de inculcar el amor y la devoción hacia el Templo de Jerusalén, centro de la vida del Pueblo judío. Esta idea ya está presente en las "Cartas" que figuran al comienzo del Libro e imprime su sello al plan que ha guiado la composición del mismo. De hecho, la historia relatada en él se desarrolla en cinco actos centrados alrededor del Templo, y al final del Libro se deja clara constancia de que para Judas y sus hombres "lo primero y principal era el Templo consagrado" (15. 18).
La forma explícita con que este Libro afirma la resurrección de los muertos y la claridad con que destaca el valor de la oración por los difuntos y de la intercesión de los mártires, le han merecido una especial acogida por parte de la Iglesia.



CARTAS A LOS JUDÍOS DE EGIPTOY PRÓLOGO DEL AUTOR

Al comienzo del Libro, el autor transcribe dos cartas escritas por los judíos de Jerusalén. En la primera, estos exhortan a sus hermanos de Egipto a celebrar en unión con ellos la fiesta de la Dedicación del Templo. Dicha carta está fechada en el 124 a. C., es decir, en el cuadragésimo aniversario de la Purificación del Santuario realizada por Judas Macabeo (164 a. C.).
La segunda es anterior y bastante más extensa. Aunque no lleva fecha, parece que fue escrita pocos días antes de la Dedicación del Templo en el 164 a. C., con el fin de poner de relieve la importancia de la Fiesta que se iba a celebrar dentro de poco (1. 18). Después de un breve relato sobre la muerte de Antíoco IV Epífanes, en esta carta se evocan los hechos portentosos que acompañaron a la restauración del Templo en la época de Nehemías. La mayor parte de los datos están tomados de escritos apócrifos o de tradiciones populares, que no pueden ser considerados como documentos históricos. Las dos cartas van seguidas de un Prólogo, donde el autor explica sus intenciones y su método de trabajo.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas