Eclesiástico 49 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 16 versitos |
1 El recuerdo de Josías es una mezcla de aromas preparada por el arte de un perfumista; es dulce como la miel al paladar, como música en medio de un banquete.
2 El siguió el buen camino convirtiendo al pueblo, y extirpó las abominaciones impías;
3 dirigió su corazón hacia el Señor, y en tiempos impíos afianzó la piedad.
4 A excepción de David, Ezequías y Josías, todos no hicieron más que prevaricar; por haber abandonado la Ley del Altísimo, los reyes de Judá fueron abandonados.
5 Tuvieron que entregar su poder a otros, y su gloria a una nación extranjera.
6 Los enemigos incendiaron la ciudad elegida del Santuario y dejaron desiertas sus calles,
7 a causa de los malos tratos infligidos a Jeremías: a él, que fue consagrado profeta desde el seno materno para desarraigar, destruir y hacer perecer, pero también para edificar y plantar.
8 Ezequiel tuvo una visión de la Gloria, que Dios le mostró sobre el carro de los Querubines,
9 porque se acordó de los enemigos en la tempestad y favoreció a los que siguen el camino recto.
10 En cuanto a los doce Profetas, que sus huesos reflorezcan desde su tumba, porque ellos consolaron a Jacob y lo libraron por la fidelidad y la esperanza.
11 ¿Cómo enaltecer a Zorobabel, que fue como un anillo en la mano derecha,
12 y a Josué, hijo de Josedec? En sus días, ellos reconstruyeron la Casa y levantaron el Templo consagrado al Señor, destinado a una gloria eterna.
13 También es grande el recuerdo de Nehemías él fue quien levantó nuestros muros en ruinas, el puso puertas y cerrojos y reconstruyó nuestras casas.
14 Nadie en la tierra fue creado igual a Henoc, porque él fue arrebatado de la tierra.
15 Tampoco nació ningún hombre como José, jefe de sus hermanos, sostén de su pueblo; sus huesos fueron tratados con respeto.
16 Sem y Set fueron glorificados entre los hombres, pero por encima de toda criatura viviente está Adán.

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Introducción a Eclesiástico


Segundo Libro de los Macabeos

El segundo libro de los MACABEOS no es la continuación del primero, sino en parte paralelo a él, ya que se refiere a los mismos acontecimientos del período comprendido entre el 175 y el 160 a. C., tomados de un poco más atrás y relatados en un estilo diferente. Como lo señala su autor (2. 23), él se limitó a resumir una obra mucho más extensa, redactada en cinco volúmenes por Jasón de Cirene, un ferviente judío de sólida formación helenista. Todo parece indicar que este resumen se llevó a cabo en Alejandría, poco después del 124 a. C.
Este Libro pertenece a un género literario muy difundido en aquella época, denominado "historia dramática" o "patética", en el cual la narración de los hechos históricos se convierte en un medio para conmover, entusiasmar o edificar al lector. Eso explica el empleo de ciertos recursos "efectistas", destinados a suscitar la adhesión o la repulsa, como son el lenguaje declamatorio y ampuloso, los epítetos hirientes, el tono mordaz con que se trata a los adversarios y la acentuada predilección por los elementos maravillosos.
A lo largo de toda su obra, que es una especie de "panegírico religioso", el autor trata de inculcar el amor y la devoción hacia el Templo de Jerusalén, centro de la vida del Pueblo judío. Esta idea ya está presente en las "Cartas" que figuran al comienzo del Libro e imprime su sello al plan que ha guiado la composición del mismo. De hecho, la historia relatada en él se desarrolla en cinco actos centrados alrededor del Templo, y al final del Libro se deja clara constancia de que para Judas y sus hombres "lo primero y principal era el Templo consagrado" (15. 18).
La forma explícita con que este Libro afirma la resurrección de los muertos y la claridad con que destaca el valor de la oración por los difuntos y de la intercesión de los mártires, le han merecido una especial acogida por parte de la Iglesia.



CARTAS A LOS JUDÍOS DE EGIPTOY PRÓLOGO DEL AUTOR

Al comienzo del Libro, el autor transcribe dos cartas escritas por los judíos de Jerusalén. En la primera, estos exhortan a sus hermanos de Egipto a celebrar en unión con ellos la fiesta de la Dedicación del Templo. Dicha carta está fechada en el 124 a. C., es decir, en el cuadragésimo aniversario de la Purificación del Santuario realizada por Judas Macabeo (164 a. C.).
La segunda es anterior y bastante más extensa. Aunque no lleva fecha, parece que fue escrita pocos días antes de la Dedicación del Templo en el 164 a. C., con el fin de poner de relieve la importancia de la Fiesta que se iba a celebrar dentro de poco (1. 18). Después de un breve relato sobre la muerte de Antíoco IV Epífanes, en esta carta se evocan los hechos portentosos que acompañaron a la restauración del Templo en la época de Nehemías. La mayor parte de los datos están tomados de escritos apócrifos o de tradiciones populares, que no pueden ser considerados como documentos históricos. Las dos cartas van seguidas de un Prólogo, donde el autor explica sus intenciones y su método de trabajo.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Eclesiástico 49,1-19

2. Ver 2 Rey. 22 - 23; 2 Crón. 34 - 35.

6. Ver 2Re_25:9; Jer_52:13.

7. Jer_1:10.

8. Ver Ez. 1.

9. Probablemente, esta "tempestad" es la "lluvia torrencial" que Dios utiliza como instrumento de castigo contra Gog, según Eze_38:22.

11. Ver Age_2:23.

12. Ver Esd. 3. 2 - 5.2.

13. Ver Neh. 2. 11 - 4. 17; 6.

14. Ver Gen_5:24; Heb_11:5.

15. Ver Gn 42 - 47; 50. 18-21.