Baruc 1 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 94 versitos |
1 Copia de la carta enviada por Jeremías a los que iban a ser llevados cautivos a Babilonia por el rey de los babilonios, para anunciarles lo que Dios le había ordenado. = Baruc 6 [1 b] A causa de los pecados que ustedes han cometido contra Dios, serán llevados cautivos a Babilonia por Nabucodonosor, rey de los babilonios.
1 Texto del escrito que Baruc, hijo de Nerías, hijo de Maasías, hijo de Sedecías, hijo de Asadías, hijo de Jilquías, escribió en Babilonia,
2 Cuando lleguen a Babilonia, permanecerán allí muchos años y por largo tiempo, hasta siete generaciones; pero después de esto los haré salir de allí en paz.
2 en el año quinto, el séptimo día del mes, en la época en que los caldeos habían tomado Jerusalén y la habían incendiado.
3 Ahora bien, ustedes verán en Babilonia dioses de plata, de oro y de madera, que son llevados a hombros, e infunden temor a las naciones.
3 Baruc leyó el texto de este escrito en presencia de Jeconías, hijo de Joaquím, rey de Judá, y de todo el pueblo que había venido para escuchar esta lectura;
4 Tengan cuidado, entonces, no sea que también ustedes se hagan semejantes a los extranjeros y se dejen invadir por el temor a esos dioses,
4 en presencia de las autoridades y de los príncipes reales, de los ancianos y de todo el pueblo -desde el más pequeño hasta el más grande- de todos los que habitaban en Babilonia junto al río Sud.
5 al ver delante y detrás de ellos una multitud que los adora. Digan más bien en su corazón: "A ti, Señor, hay que adorar".
5 Se derramaron lágrimas, se ayunó y se oró delante del Señor .
6 También se recogió dinero según las posibilidades de cada uno,
6 Porque mi ángel está con ustedes y él cuida de sus vidas.
7 La lengua de esos dioses, en efecto, ha sido limada por un artífice, y aunque ellos están recubiertos de oro y plata, son falsos y no pueden hablar.
7 y se lo envió a Jerusalén, al sacerdote Joaquím, hijo de Jilquías, hijo de Salóm, y a los otros sacerdotes y a todo el pueblo que se encontraba con él en Jerusalén.
8 Como para una joven que le gusta adornarse, esta gente toma oro y fabrica coronas para las cabezas de sus dioses.
8 Baruc ya había recuperado, el décimo día del mes de Siván, los vasos de la Casa del Señor sacados del Templo, a fin de devolverlos a la tierra de Judá. Eran objetos de plata que había hecho Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá,
9 después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, deportó desde Jerusalén y llevó a Babilonia a Jeconías, a los príncipes, a los rehenes, a los nobles y a la gente del país.
9 También, algunas veces, los sacerdotes sustraen a sus dioses el oro y la plata, que gastan para sí mismos y los dan, incluso, a las prostitutas sagradas.
10 Adornan con vestidos a estos dioses de plata, oro y madera, como si fueran hombres, pero ellos no pueden librarse del orín y de la polilla,
10 Les escribieron lo siguiente: Aquí les enviamos dinero; compren con él víctimas para los holocaustos y los sacrificios por el pecado, y también incienso; hagan ofrendas y preséntenlas sobre el altar del Señor, nuestro Dios.
11 Rueguen por la vida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y por la de su hijo Baltasar, para que sus días sean sobre la tierra como los días del cielo.
11 a pesar del manto de púrpura con que se los cubre. Les limpian la cara a causa del polvo del templo que se amontona sobre ellos.
12 Alguno de ellos tiene un cetro como un gobernador de provincia, pero no puede matar al que lo ofende.
12 Que el Señor nos dé fuerza e ilumine nuestros ojos, para que vivamos a la sombra de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y a la sombra de su hijo Baltasar, y lo sirvamos mucho tiempo, gozando de su favor.
13 Otro tiene en su derecha un puñal y un hacha, pero no puede defenderse de la guerra ni de los ladrones.
13 Rueguen también por nosotros al Señor, nuestro Dios, porque hemos pecado contra él, y la ira del Señor y su indignación no se han alejado de nosotros hasta el día de hoy.
14 Por todo esto aparece claro que ellos no son dioses: no los teman, entonces.
14 Lean este libro, que nosotros les enviamos para que se haga confesión de los pecados en la Casa del Señor, en el día de la Fiesta y en los días de la Asamblea.
15 Ustedes dirán: Al Señor, nuestro Dios, pertenece la justicia; a nosotros, en cambio, la vergüenza reflejada en el rostro, como sucede en el día de hoy; vergüenza para los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén,
15 Así como una vasija rota ya no sirve para nada, así sucede también con sus dioses, una vez instalados en sus templos:
16 sus ojos se llenan del polvo levantado por los pies de los que entran.
16 para nuestros reyes y nuestros jefes, para nuestros sacerdotes, nuestros profetas y nuestros padres.
17 Y así como a un hombre que ha ofendido al rey, se lo encierra en una celda, porque está condenado a muerte, así también los sacerdotes refuerzan los templos de esos dioses con puertas, cerrojos y trancas, para que no sean despojados por los ladrones.
17 Porque hemos pecado contra el Señor,
18 Encienden lámparas, en mayor número aún que para sí mismos, aunque los dioses no pueden ver ninguna de ellas.
18 le hemos sido infieles y no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, que nos mandaba seguir los preceptos que él puso delante de nosotros.
19 Desde el día en que el Señor hizo salir a nuestros padres del país de Egipto, hasta el día de hoy, hemos sido infieles al Señor, nuestro Dios, y no nos hemos preocupado por escuchar su voz.
19 Son como uno de los postes del templo, de los cuales se dice que están carcomidos por dentro, y mientras los gusanos de la tierra los devoran junto con sus vestidos, ellos no sienten nada.
20 Por eso han caído sobre nosotros tantas calamidades, así como también la maldición que el Señor profirió por medio de Moisés, tu servidor, el día en que hizo salir a nuestros padres del país de Egipto, para darnos una tierra que mana leche y miel. Esto es lo que nos sucede en el día de hoy.
20 Su cara está ennegrecida por el humo del templo.
21 Nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, conforme a todas las palabras de los profetas que él nos envió.
21 Sobre su cuerpo y su cabeza revolotean murciélagos, golondrinas y otros pájaros; y también hay gatos.
22 Cada uno se dejó llevar por los caprichos de su corazón perverso, sirviendo a otros dioses y haciendo el mal a los ojos del Señor, nuestro Dios.
22 Por todo esto, ustedes reconocerán que no son dioses: no los teman, entonces.
23 Ellos no harán brillar el oro con que se los recubre para embellecerlos, si nadie le quita el orín, porque ni aun cuando los fundían se daban cuenta de nada.
24 Han sido comprados a muy alto precio, y no hay en ellos ni un soplo de vida.
25 Como no tienen pies, son llevados en andas, mostrando así a los hombres que no valen nada. Y sus propios servidores también tienen que avergonzarse, porque si esos dioses caen por tierra, ellos tienen que levantarlos.
26 Si se los pone de pie, no se mueven por sí mismos; si se los inclina, no se pueden enderezar; como a muertos se les presentan las ofrendas.
27 Los sacerdotes venden sus víctimas y sacan provecho de ellas; de la misma manera, sus mujeres conservan en sal una parte de la víctima, en lugar de repartirla al pobre y al desvalido. Y hasta la menstruante y la parturienta tocan esas víctimas.
28 Sabiendo, entonces, por estas cosas que no son dioses, no los teman.
29 ¿Cómo se los puede llamar dioses? ¡Si son mujeres las que sirven a esos dioses de plata, de oro y de madera!
30 En sus templos, los sacerdotes permanecen sentados con sus túnicas desgarradas, con la cabeza y la barba raída y la cabeza descubierta;
31 gritan y vociferan delante de sus dioses, como lo hacen algunos en un banquete fúnebre.
32 Ellos quitan los vestidos a los dioses para vestir a sus mujeres y a sus hijos.
33 Y esos dioses no pueden devolver el bien o el mal que se les hace, ni pueden entronizar o derrocar a un rey.
34 Tampoco son capaces de dar riquezas o dinero. Si alguien les hace un voto y no lo cumple, ellos no le piden cuenta.
35 No libran a un hombre de la muerte, ni arrancan al débil de las manos del poderoso.
36 No devuelven la vista a un ciego ni salvan al que está necesitado.
37 No se compadecen de la viuda ni favorecen al huérfano.
38 Estos pedazos de madera, recubiertos de oro y plata, son como piedras extraídas de la montaña, y sus servidores quedarán avergonzados.
39 ¿Cómo se puede, entonces, pensar o decir que son realmente dioses?
40 Más aún, los mismos caldeos los desacreditan: cuando ven a un mudo que no puede hablar, lo presentan a Bel, pidiéndole que recupere el habla, como si el dios fuera capaz de entender;
41 y ellos no pueden recapacitar y abandonar a esos dioses, porque les falta el buen sentido.
42 También las mujeres, ceñidas de cordones, se instalan en los caminos quemando afrechillo;
43 y cuando alguna de ellas, solicitada por un transeúnte, se acuesta con él, se burla de su vecina, porque no fue distinguida como ella ni se rasgó su cordón.
44 Todo lo que concierne a estos dioses es mentira. ¿Cómo se puede, entonces, pensar o decir que son realmente dioses?
45 Ellos han sido fabricados por artesanos y orfebres; y no pueden ser otra cosa que lo que estos obreros quieren que sean.
46 Aquellos que los fabrican no vivirán mucho tiempo: ¿cómo pueden ser dioses las cosas fabricadas por ellos?
47 Porque no han dejado a sus descendientes más que mentira e ignominia.
48 Cuando les sobreviene una guerra u otras calamidades, los sacerdotes se consultan para saber dónde esconderse junto con sus dioses.
49 ¿Cómo no comprenden que no pueden ser dioses los que no pueden salvarse a sí mismos ni de la guerra ni de las calamidades?
50 Como son simples pedazos de madera recubiertos de oro y plata, más tarde se sabrá que son pura mentira. Se pondrá de manifiesto a todas las naciones y a todos los reyes que no son dioses, sino obras de manos de hombres, y que no hay nada en ellos que sea obra de Dios.
51 ¿Quién, entonces, puede dejar de admitir que no son dioses?
52 Ellos no pueden entronizar a un rey en un país, ni dar la lluvia a los hombres,
53 ni dirimir sus propias causas, ni librar al que sufre la injusticia, porque son impotentes: son como cuervos que vuelan entre el cielo y la tierra.
54 Si llega a caer fuego sobre el templo de estos dioses de madera recubiertos de oro y plata, sus sacerdotes huirán y se pondrán a salvo, mientras que ellos se quemarán como postes.
55 Ellos no pueden resistir a un rey ni a un ejército enemigo.
56 ¿Cómo se puede, entonces, admitir o pensar que son dioses?
57 Estos dioses de madera recubiertos de plata y oro no pueden salvarse de ladrones y salteadores; los más fuertes les arrancan el oro y la plata y se van con las vestiduras que los cubrían, sin que ellos se puedan socorrer a sí mismos.
58 De manera que vale más ser un rey que da prueba de su valentía, o un objeto útil en una casa, del que se sirve su dueño, que ser estos falsos dioses. O vale más ser la puerta de una casa, que asegura lo que hay en ella, o una columna de madera en un palacio real, que ser estos falsos dioses.
59 El sol, la luna y las estrellas, que están puestas para alumbrar y para ser útiles, se muestran dóciles;
60 lo mismo el relámpago, cuando aparece, es bien visible; igualmente el viento sopla en toda la región;
61 las nubes, cuando Dios les ordena recorrer toda la tierra, cumplen su cometido; y también el fuego, cuando es enviado de lo alto para consumir montes y bosques, lleva a cabo lo que se le ordena.
62 Pero esos dioses no se parecen a ninguna de estas cosas, ni en belleza ni en poder.
63 Por lo tanto, no se puede pensar ni decir que son realmente dioses, ya que no son capaces de hacer justicia ni de favorecer a los hombres.
64 Sabiendo, entonces, que no son dioses, no los teman.
65 Ellos, en efecto, no pueden maldecir ni bendecir a los reyes;
66 son incapaces de mostrar a las naciones señales en el cielo, de brillar como el sol, o de alumbrar como la luna.
67 Las fieras valen más que ellos, porque pueden refugiarse bajo cubierto y valerse por sí mismas.
68 Nos es bien manifiesto, entonces, que de ninguna manera ellos son dioses: por eso, no los teman.
69 Así como un espantapájaros en un melonar no protege nada, así sucede también con sus dioses de madera recubiertos de oro y plata.
70 O bien, son comparables a una zarza en un huerto, sobre la cual se posan todos los pájaros, o a un muerto arrojado en la oscuridad.
71 Por la púrpura y el lino, que se pudren sobre ellos, ustedes reconocerán que no son dioses; más aún, ellos mismos serán al fin devorados y se convertirán en un oprobio para el país.
72 Vale más, entonces, un hombre justo que no tiene ídolos, porque estará a salvo del oprobio.

Patrocinio

 
 

Introducción a Baruc


Sabiduría

La SABIDURÍA es el Libro más reciente del Antiguo Testamento. Fue escrito en griego, muy probablemente entre los años 50 y 30 a. C., por un judío de Alejandría, la gran ciudad egipcia convertida en el primer centro cultural del mundo mediterráneo. El autor, sobre todo cuando habla en primera persona (caps. 7 - 9), se presenta como si fuera Salomón. Este artificio literario le sirve para mostrar que su enseñanza, a pesar de estar presentada de manera nueva y original, coincide con la auténtica tradición sapiencial de Israel, representada por el más célebre de sus "sabios" .
La obra está dirigida en primer lugar a la numerosa y floreciente comunidad judía radicada en aquella ciudad. Lejos de su patria y en estrecho contacto con una cultura brillante y ecléctica, ella corría el riesgo de dejarse seducir por los atractivos del paganismo. Consciente de esto, el autor se propone demostrar a sus compatriotas que no tienen nada que envidiar a los paganos y, por lo tanto, sería una insensatez despreciar los bienes que la Sabiduría divina les había dispensado tan generosamente. Al mismo tiempo, les recuerda el incomparable privilegio del Pueblo elegido por Dios para comunicar a los demás pueblos "la luz incorruptible de la Ley" (18. 4).
Sin embargo, también los paganos son indirectamente destinatarios del mensaje contenido en este Libro. El autor se dirige a ellos para hacerles ver que Israel no es un pueblo "bárbaro", ni un "enemigo del genero humano", como se lo consideraba con frecuencia. Su Dios es el Señor misericordioso, que ama a todas sus criaturas (11. 24-25) y las gobierna "con gran indulgencia" (12. 18). Ese Dios creó el mundo con Sabiduría y se manifiesta a todos los hombres a través de sus obras. Sin embargo, los paganos no supieron reconocer en las cosas creadas al Artífice y Soberano del universo. Para dar más valor a esta requisitoria contra el paganismo, el autor usa el lenguaje de sus propios pensadores, con intención no sólo polémica sino también misionera.
El libro de la Sabiduría es una obra de síntesis. Su autor meditó profundamente los escritos del Antiguo Testamento -especialmente el Génesis, el Éxodo, Isaías, los Proverbios y el Eclesiástico- que sin duda había leído en la versión griega de los "Setenta", compuesta precisamente en Alejandría a partir del siglo III a. C. Pero luego repensó y desarrolló esos temas bíblicos con la ayuda de expresiones y conceptos tomados de la filosofía griega. En este "diálogo de dos culturas" -después del enfrentamiento violento de otras épocas- el Judaísmo supo enriquecerse con los elementos asimilables del Helenismo, sin perder su propia identidad. Así abrió el camino que más tarde habrían de seguir los primeros cristianos en la evangelización del mundo pagano.
Aunque el Nuevo Testamento no contiene ninguna cita explícita de este escrito sapiencial, es indudable que san Juan y san Pablo se inspiraron en él, sobre todo al hablar de Cristo como Palabra, Sabiduría, Imagen y Resplandor de la gloria de Dios ( Joh_1:1 ; 1Co_1:24 , 1Co_1:30 ; Col_1:15 ; Heb_1:3 ; 1Jo_1:1 ).




LA SABIDURÍA Y EL DESTINO HUMANO


"¿Quién es el hombre que ama la vida y desea gozar de días felices?" ( Psa_34:13 ). Esta pregunta que tanto había inquietado a los antiguos "sabios" de Israel, se vuelve a plantear en los primeros capítulos del Libro. La respuesta tiene ahora otra dimensión. El destino último de cada hombre se decide en la vida presente, pero su retribución definitiva se obtiene más allá de la muerte. Los justos pueden mantenerse firmes y confiados frente al sufrimiento y afrontar serenamente la violencia de que son objeto por parte de los impíos, porque la esperanza que han puesto en Dios está "colmada de inmortalidad" ( Psa_3:4 ).
La fe en la resurrección de Jesucristo,
"el primero que resucitó de entre los muertos" ( Col_1:18 ), llevará a su plenitud el objeto de esta esperanza. "Cuando lo que es corruptible se revista de la incorruptibilidad y lo que es mortal se revista de la inmortalidad, entonces se cumplirá la Palabra de la Escritura: La muerte ha sido vencida. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?" ( 1Co_15:54-55 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

Patrocinio

Notas

Baruc 1,1-22

2. Ver 2Re_25:1-21; Jer_39:1-10; Jer_52:4-30.

3. Ver 2Re_24:8-17; 2Re_25:27-30; Jer_52:31-34.

8. Según Esd_1:7-11, los vasos sagrados del Templo de Jerusalén fueron devueltos más tarde, en tiempos de Ciro el Persa.

14. "La Fiesta", sin otra determinación, designa habitualmente la fiesta de las Chozas, considerada como la festividad por excelencia. Ver Exo_23:16; Lev_23:34.

20. Ver Deu_28:15-68.