1 Copia de la carta enviada por Jeremías a los que iban a ser llevados cautivos a Babilonia por el rey de los babilonios, para anunciarles lo que Dios le había ordenado. = Baruc 6 [1 b] A causa de los pecados que ustedes han cometido contra Dios, serán llevados cautivos a Babilonia por Nabucodonosor, rey de los babilonios. |
1 Texto del escrito que Baruc, hijo de Nerías, hijo de Maasías, hijo de Sedecías, hijo de Asadías, hijo de Jilquías, escribió en Babilonia, |
2 Cuando lleguen a Babilonia, permanecerán allí muchos años y por largo tiempo, hasta siete generaciones; pero después de esto los haré salir de allí en paz. |
2 en el año quinto, el séptimo día del mes, en la época en que los caldeos habían tomado Jerusalén y la habían incendiado. |
3 Ahora bien, ustedes verán en Babilonia dioses de plata, de oro y de madera, que son llevados a hombros, e infunden temor a las naciones. |
3 Baruc leyó el texto de este escrito en presencia de Jeconías, hijo de Joaquím, rey de Judá, y de todo el pueblo que había venido para escuchar esta lectura; |
4 Tengan cuidado, entonces, no sea que también ustedes se hagan semejantes a los extranjeros y se dejen invadir por el temor a esos dioses, |
4 en presencia de las autoridades y de los príncipes reales, de los ancianos y de todo el pueblo -desde el más pequeño hasta el más grande- de todos los que habitaban en Babilonia junto al río Sud. |
5 al ver delante y detrás de ellos una multitud que los adora. Digan más bien en su corazón: "A ti, Señor, hay que adorar". |
5 Se derramaron lágrimas, se ayunó y se oró delante del Señor . |
6 También se recogió dinero según las posibilidades de cada uno, |
6 Porque mi ángel está con ustedes y él cuida de sus vidas. |
7 La lengua de esos dioses, en efecto, ha sido limada por un artífice, y aunque ellos están recubiertos de oro y plata, son falsos y no pueden hablar. |
7 y se lo envió a Jerusalén, al sacerdote Joaquím, hijo de Jilquías, hijo de Salóm, y a los otros sacerdotes y a todo el pueblo que se encontraba con él en Jerusalén. |
8 Como para una joven que le gusta adornarse, esta gente toma oro y fabrica coronas para las cabezas de sus dioses. |
8 Baruc ya había recuperado, el décimo día del mes de Siván, los vasos de la Casa del Señor sacados del Templo, a fin de devolverlos a la tierra de Judá. Eran objetos de plata que había hecho Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, |
9 después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, deportó desde Jerusalén y llevó a Babilonia a Jeconías, a los príncipes, a los rehenes, a los nobles y a la gente del país. |
9 También, algunas veces, los sacerdotes sustraen a sus dioses el oro y la plata, que gastan para sí mismos y los dan, incluso, a las prostitutas sagradas. |
10 Adornan con vestidos a estos dioses de plata, oro y madera, como si fueran hombres, pero ellos no pueden librarse del orín y de la polilla, |
10 Les escribieron lo siguiente: Aquí les enviamos dinero; compren con él víctimas para los holocaustos y los sacrificios por el pecado, y también incienso; hagan ofrendas y preséntenlas sobre el altar del Señor, nuestro Dios. |
11 Rueguen por la vida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y por la de su hijo Baltasar, para que sus días sean sobre la tierra como los días del cielo. |
11 a pesar del manto de púrpura con que se los cubre. Les limpian la cara a causa del polvo del templo que se amontona sobre ellos. |
12 Alguno de ellos tiene un cetro como un gobernador de provincia, pero no puede matar al que lo ofende. |
12 Que el Señor nos dé fuerza e ilumine nuestros ojos, para que vivamos a la sombra de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y a la sombra de su hijo Baltasar, y lo sirvamos mucho tiempo, gozando de su favor. |
13 Otro tiene en su derecha un puñal y un hacha, pero no puede defenderse de la guerra ni de los ladrones. |
13 Rueguen también por nosotros al Señor, nuestro Dios, porque hemos pecado contra él, y la ira del Señor y su indignación no se han alejado de nosotros hasta el día de hoy. |
14 Por todo esto aparece claro que ellos no son dioses: no los teman, entonces. |
14 Lean este libro, que nosotros les enviamos para que se haga confesión de los pecados en la Casa del Señor, en el día de la Fiesta y en los días de la Asamblea. |
15 Ustedes dirán: Al Señor, nuestro Dios, pertenece la justicia; a nosotros, en cambio, la vergüenza reflejada en el rostro, como sucede en el día de hoy; vergüenza para los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén, |
15 Así como una vasija rota ya no sirve para nada, así sucede también con sus dioses, una vez instalados en sus templos: |
16 sus ojos se llenan del polvo levantado por los pies de los que entran. |
16 para nuestros reyes y nuestros jefes, para nuestros sacerdotes, nuestros profetas y nuestros padres. |
17 Y así como a un hombre que ha ofendido al rey, se lo encierra en una celda, porque está condenado a muerte, así también los sacerdotes refuerzan los templos de esos dioses con puertas, cerrojos y trancas, para que no sean despojados por los ladrones. |
17 Porque hemos pecado contra el Señor, |
18 Encienden lámparas, en mayor número aún que para sí mismos, aunque los dioses no pueden ver ninguna de ellas. |
18 le hemos sido infieles y no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, que nos mandaba seguir los preceptos que él puso delante de nosotros. |
19 Desde el día en que el Señor hizo salir a nuestros padres del país de Egipto, hasta el día de hoy, hemos sido infieles al Señor, nuestro Dios, y no nos hemos preocupado por escuchar su voz. |
19 Son como uno de los postes del templo, de los cuales se dice que están carcomidos por dentro, y mientras los gusanos de la tierra los devoran junto con sus vestidos, ellos no sienten nada. |
20 Por eso han caído sobre nosotros tantas calamidades, así como también la maldición que el Señor profirió por medio de Moisés, tu servidor, el día en que hizo salir a nuestros padres del país de Egipto, para darnos una tierra que mana leche y miel. Esto es lo que nos sucede en el día de hoy. |
20 Su cara está ennegrecida por el humo del templo. |
21 Nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, conforme a todas las palabras de los profetas que él nos envió. |
21 Sobre su cuerpo y su cabeza revolotean murciélagos, golondrinas y otros pájaros; y también hay gatos. |
22 Cada uno se dejó llevar por los caprichos de su corazón perverso, sirviendo a otros dioses y haciendo el mal a los ojos del Señor, nuestro Dios. |
22 Por todo esto, ustedes reconocerán que no son dioses: no los teman, entonces. |
23 Ellos no harán brillar el oro con que se los recubre para embellecerlos, si nadie le quita el orín, porque ni aun cuando los fundían se daban cuenta de nada. |
24 Han sido comprados a muy alto precio, y no hay en ellos ni un soplo de vida. |
25 Como no tienen pies, son llevados en andas, mostrando así a los hombres que no valen nada. Y sus propios servidores también tienen que avergonzarse, porque si esos dioses caen por tierra, ellos tienen que levantarlos. |
26 Si se los pone de pie, no se mueven por sí mismos; si se los inclina, no se pueden enderezar; como a muertos se les presentan las ofrendas. |
27 Los sacerdotes venden sus víctimas y sacan provecho de ellas; de la misma manera, sus mujeres conservan en sal una parte de la víctima, en lugar de repartirla al pobre y al desvalido. Y hasta la menstruante y la parturienta tocan esas víctimas. |
28 Sabiendo, entonces, por estas cosas que no son dioses, no los teman. |
29 ¿Cómo se los puede llamar dioses? ¡Si son mujeres las que sirven a esos dioses de plata, de oro y de madera! |
30 En sus templos, los sacerdotes permanecen sentados con sus túnicas desgarradas, con la cabeza y la barba raída y la cabeza descubierta; |
31 gritan y vociferan delante de sus dioses, como lo hacen algunos en un banquete fúnebre. |
32 Ellos quitan los vestidos a los dioses para vestir a sus mujeres y a sus hijos. |
33 Y esos dioses no pueden devolver el bien o el mal que se les hace, ni pueden entronizar o derrocar a un rey. |
34 Tampoco son capaces de dar riquezas o dinero. Si alguien les hace un voto y no lo cumple, ellos no le piden cuenta. |
35 No libran a un hombre de la muerte, ni arrancan al débil de las manos del poderoso. |
36 No devuelven la vista a un ciego ni salvan al que está necesitado. |
37 No se compadecen de la viuda ni favorecen al huérfano. |
38 Estos pedazos de madera, recubiertos de oro y plata, son como piedras extraídas de la montaña, y sus servidores quedarán avergonzados. |
39 ¿Cómo se puede, entonces, pensar o decir que son realmente dioses? |
40 Más aún, los mismos caldeos los desacreditan: cuando ven a un mudo que no puede hablar, lo presentan a Bel, pidiéndole que recupere el habla, como si el dios fuera capaz de entender; |
41 y ellos no pueden recapacitar y abandonar a esos dioses, porque les falta el buen sentido. |
42 También las mujeres, ceñidas de cordones, se instalan en los caminos quemando afrechillo; |
43 y cuando alguna de ellas, solicitada por un transeúnte, se acuesta con él, se burla de su vecina, porque no fue distinguida como ella ni se rasgó su cordón. |
44 Todo lo que concierne a estos dioses es mentira. ¿Cómo se puede, entonces, pensar o decir que son realmente dioses? |
45 Ellos han sido fabricados por artesanos y orfebres; y no pueden ser otra cosa que lo que estos obreros quieren que sean. |
46 Aquellos que los fabrican no vivirán mucho tiempo: ¿cómo pueden ser dioses las cosas fabricadas por ellos? |
47 Porque no han dejado a sus descendientes más que mentira e ignominia. |
48 Cuando les sobreviene una guerra u otras calamidades, los sacerdotes se consultan para saber dónde esconderse junto con sus dioses. |
49 ¿Cómo no comprenden que no pueden ser dioses los que no pueden salvarse a sí mismos ni de la guerra ni de las calamidades? |
50 Como son simples pedazos de madera recubiertos de oro y plata, más tarde se sabrá que son pura mentira. Se pondrá de manifiesto a todas las naciones y a todos los reyes que no son dioses, sino obras de manos de hombres, y que no hay nada en ellos que sea obra de Dios. |
51 ¿Quién, entonces, puede dejar de admitir que no son dioses? |
52 Ellos no pueden entronizar a un rey en un país, ni dar la lluvia a los hombres, |
53 ni dirimir sus propias causas, ni librar al que sufre la injusticia, porque son impotentes: son como cuervos que vuelan entre el cielo y la tierra. |
54 Si llega a caer fuego sobre el templo de estos dioses de madera recubiertos de oro y plata, sus sacerdotes huirán y se pondrán a salvo, mientras que ellos se quemarán como postes. |
55 Ellos no pueden resistir a un rey ni a un ejército enemigo. |
56 ¿Cómo se puede, entonces, admitir o pensar que son dioses? |
57 Estos dioses de madera recubiertos de plata y oro no pueden salvarse de ladrones y salteadores; los más fuertes les arrancan el oro y la plata y se van con las vestiduras que los cubrían, sin que ellos se puedan socorrer a sí mismos. |
58 De manera que vale más ser un rey que da prueba de su valentía, o un objeto útil en una casa, del que se sirve su dueño, que ser estos falsos dioses. O vale más ser la puerta de una casa, que asegura lo que hay en ella, o una columna de madera en un palacio real, que ser estos falsos dioses. |
59 El sol, la luna y las estrellas, que están puestas para alumbrar y para ser útiles, se muestran dóciles; |
60 lo mismo el relámpago, cuando aparece, es bien visible; igualmente el viento sopla en toda la región; |
61 las nubes, cuando Dios les ordena recorrer toda la tierra, cumplen su cometido; y también el fuego, cuando es enviado de lo alto para consumir montes y bosques, lleva a cabo lo que se le ordena. |
62 Pero esos dioses no se parecen a ninguna de estas cosas, ni en belleza ni en poder. |
63 Por lo tanto, no se puede pensar ni decir que son realmente dioses, ya que no son capaces de hacer justicia ni de favorecer a los hombres. |
64 Sabiendo, entonces, que no son dioses, no los teman. |
65 Ellos, en efecto, no pueden maldecir ni bendecir a los reyes; |
66 son incapaces de mostrar a las naciones señales en el cielo, de brillar como el sol, o de alumbrar como la luna. |
67 Las fieras valen más que ellos, porque pueden refugiarse bajo cubierto y valerse por sí mismas. |
68 Nos es bien manifiesto, entonces, que de ninguna manera ellos son dioses: por eso, no los teman. |
69 Así como un espantapájaros en un melonar no protege nada, así sucede también con sus dioses de madera recubiertos de oro y plata. |
70 O bien, son comparables a una zarza en un huerto, sobre la cual se posan todos los pájaros, o a un muerto arrojado en la oscuridad. |
71 Por la púrpura y el lino, que se pudren sobre ellos, ustedes reconocerán que no son dioses; más aún, ellos mismos serán al fin devorados y se convertirán en un oprobio para el país. |
72 Vale más, entonces, un hombre justo que no tiene ídolos, porque estará a salvo del oprobio. |