I Reyes 11 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 43 versitos |
1 El rey Salomón, además de la hija del Faraón, amó a muchas mujeres extranjeras, moabitas, amonitas, edomitas, sido-nías y jeteas,
2 de las naciones de que había dicho Yahvé a lo hijos de Israel: “No entréis a ellas, ni entren ellas a vosotros, porque de seguro arrastrarán vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se unió Salomón con amor.
3 Tuvo setecientas mujeres de sangre real y trescientas concubinas, y las mujeres torcieron su corazón.
4 Cuando envejeció Salomón, sus mujeres arrastraron su corazón hacia los dioses ajenos; y no era su corazón enteramente de Yahvé, su Dios, como lo había sido el de David, su padre;"
5 y se fue Salomón tras de Astarté, diosa de los sidonios, y tras de Milcom, abominación de los amonitas;"
6 e hizo Salomón el mal a los ojos de Yahvé, y no siguió enteramente a Yahvé, como David, su padre.
7 Entonces edificó Salomón, en la montaña que está frente a Jerusalén, un excelso a Gamos, abominación de Moab, y a Milcom, abominación de los hijos de Amón;"
8 y de modo semejante hizo para todas sus mujeres extranjeras, que allí quemaban perfumes y sacrificaban a sus dioses.
9 Irritóse Yahvé contra Salomón porque había apartado su corazón de Yahvé, Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces
10 y le había mandado, cuanto a esto, que no se fuese tras los dioses ajenos; pero él no siguió lo que Yahvé le había mandado."
11 Yahvé dijo a Salomón: “Pues que así has obrado y has roto mi alianza y las leyes que yo te había prescrito, yo romperé de sobre ti tu reino y se lo entregaré a un siervo tuyo.
12 No lo haré, sin embargo, en tus días, por amor de David, tu padre; lo arrancaré de las manos de tu hijo."
13 Ni le arrancaré tampoco todo el reino, sino que dejaré a tu hijo una tribu por amor de David, mi siervo, y por amor de Jerusalén, que yo he elegido.”
14 Suscitó Yahvé a Salomón un enemigo, Hadad, idumeo, de la sangre real de Edom.
15 Cuando David batió a Edom, Joab, jefe del ejército, subió para enterrar a los muertos y mató a todos los varones de Edom,
16 quedándose con todo Israel durante seis meses en Edom, hasta exterminar a todos los varones.
17 Entonces Hadad, con algunos edomitas, siervos de su padre, huyó para refugiarse en Egipto, siendo todavía muchacho.
18 Partiendo de Madián, se fueron a Paran, y, uniéndose allí algunos de Paran, llegaron a Egipto, junto al Faraón, rey de Egipto. El Faraón dio a Hadad una casa, proveyó a su subsistencia y le dio tierras.
19 Fue Hadad muy grato al Faraón, que le dio por mujer a Ano, hermana mayor de su mujer, hermana de la reina Tafnes.
20 La hermana de Tafnes le dio su hijo Guenubat, a quien Tafnes educó en la casa del Faraón, estando en ella Guenubat como un hijo del Faraón.
21 Cuando supo Hadad, en Egipto, que David se había dormido con sus padres y que Joab, jefe del ejército, había muerto, dijo al Faraón: “Déjame ir a mi tierra”;"
22 y el Faraón le respondió: “¿Qué te falta cerca de mí, para que quieras irte a tu tierra?” Y él contestó: “Nada me falta, pero déjame ir.” Hadad se volvió a su casa. Este fue el mal que hizo Hadad, que odiaba a Israel y se alzó rey de Edom.
23 Suscitó Dios a Salomón otro enemigo, Rezón, hijo de Eliada, que había huido de su señor Hadadezer, rey de Soba.
24 Reunió gente y se hizo jefe de banda cuando David derrotó a las tropas arameas. Fuese entonces a Damasco y se estableció allí, y reinó en Damasco,
25 siendo enemigo de Israel todo el tiempo de la vida de Salomón. Al mismo tiempo que Hadad, le hacía el mal que podía, porque aborrecía a Israel y reinaba en Siria.
26 También Jeroboam, siervo de Salomón, se alzó contra el rey. Era hijo de Nabat, efrateo, de Sereda, siervo de Salomón, y tenía por madre a una viuda llamada Sarva.
27 He aquí la ocasión de alzarse contra el rey: estaba Salomón construyendo el terraplén para rellenar la depresión que había en la ciudad de David, su padre.
28 Jeroboam era hombre muy capaz y fuerte, y, habiéndole visto Salomón a la obra, dio al joven el mando de todas las gentes de trabajo de la casa de José.
29 Por aquel tiempo salió Jeroboam de Jerusalén y le halló en el camino el profeta Ajías, de Silo. Iba éste cubierto con un manto nuevo y estaban los dos solos en el campo.
30 Ajías cogió el manto nuevo que llevaba sobre sí, lo partió en doce pedazos
31 y dijo a Jeroboam: “Coge diez pedazos, porque así habla Yahvé, Dios de Israel: Voy a romper el reino en manos de Salomón y a darte a ti diez tribus.
32 El tendrá una tribu, por amor de David, mi siervo, y de Jerusalén, que yo he elegido entre todas las tribus de Israel.
33 Porque me han abandonado y se han prosternado ante As-tarté, diosa de los sidonios; ante Gamos, dios de Moab, y ante Milcom, dios de los hijos de Amón. No han marchado por mis caminos, haciendo lo que es bueno a mis ojos y guardando mis leyes y mandamientos, como lo hizo David, su padre."
34 No quitaré de sus manos el reino, pues mantendré su reinado todos los días de su vida por amor a David, mi siervo, a quien elegí yo y que guardó mis mandamientos y mis leyes.
35 Pero quitaré el reino de las manos de su hijo y te daré a ti diez tribus,
36 dejando a su hijo una tribu, para que David, mi siervo, tenga siempre una lámpara ante mí en Jerusalén, la ciudad que yo he elegido para poner allí mi nombre.
37 A ti te tomaré yo; dominarás sobre cuanto tu corazón desea y serás rey de Israel."
38 ” Si me obedeces en cuanto yo te mande y sigues mis caminos, mis leyes y mandamientos, como lo hizo David, mi siervo, yo seré contigo y te edificaré casa estable, como se la edifiqué a David, y te daré Israel.
39 Humillaré a la descendencia de David, mas no por siempre.”
40 Salomón procuró dar muerte a Jeroboam; pero Jeroboam huyó, refugiándose en Egipto, cerca de Sesac, rey de Egipto, hasta la muerte de Salomón."
41 Lo demás de los hechos de Salomón, de lo que hizo y de su sabiduría, ¿no está escrito en el libro de los hechos de Salomón?
42 Reinó Salomón en Jerusalén cuarenta años sobre todo Israel,
43 y luego se durmió con sus padres y fue sepultado en la ciudad de David, su padre. Le sucedió Roboam, su hijo.

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Introducción a I Reyes

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;
Reyes.

Introducción.

Título.
La historia de Israel desde los últimos años de David hasta la cautividad de Babilonia, unos cuatro siglos, se narra en los libros que la Biblia hebraica llama 1 y 2 de los Reyes, que corresponden a 3 y 4 de los Reinos (LXX) o de los Reyes (Vulgata). En los comienzos, los mencionados libros formaban uno solo, de lo que dan fe Orígenes (PG 12:1084), Eusebio (PL 20,581) y San Jerónimo (PL 28,558-559). La división en dos partes iguales aproximadamente empezó con D. Bomberg (Venecia 1517). Esta división es artificial.

Texto.
El texto original hebraico del libro se ha conservado medianamente bien. A los textos masoréticos cabe añadir ahora el de los fragmentos de Jirbet Qumrán, que facilitarán la labor de crítica textual. Con el texto masorético andan de acuerdo la versión siríaca Peshitta y la Vulgata.

Versiones griegas.
De la versión de los LXX existe un texto prehexaplar, representado por el códice B, y otro posterior a Orígenes, que se halla en A. Los textos de Jirbet Qumrán son más afines al texto griego que al masorético, presentando lecciones propias, omisiones y trasposiciones. Es digno de mención el texto griego de Luciano, que a veces se aparta del texto masorético. Con él concuerda la Vetus Latina. En las ediciones críticas de Sweete, Rahlfs y en la de Broo-ke-McLean-Thackeray se da preferencia a los textos  y A.

Contenido.
El libro (o libros) de los Reyes puede dividirse en tres partes: i) Últimos años de David y reinado de Salomón (c.1-11). 2) Existencia de los reinos de Israel y de Judá (1 Re c.12-2 Re c.1y). 3) El reino de Judá desde la caída de Samaría hasta la destrucción de Jerusalén (2 Re c. 18-25). En el período de existencia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel cabe distinguir: i) el período de hostilidades, que en Israel empieza con Jeroboam (1 Re c. 12-14:30) y termina con Omrí (1 Re 16:23-28); 2) período de amistad: Asa-Omrí; Josafat-Ajab; Joram-Ocozías; Joram-Joram; Ocozías-Joram (1 Re 16:29-2 Re 8:29); 3) el segundo período de relaciones tensas, desde Jehú en Israel y Atalía en Judá hasta la caída de Samaría en 722, en el año quinto de Oseas, rey de Israel.

Fecha de composición.
Para fijarla se dispone de criterios internos. Del texto se entresacan indicios que sugieren la composición del libro antes del exilio (1 Re 8:8; 9:21; 12:19; 2 Re 8:22; 16:6). La insistencia con que los profetas anuncian que no faltará nunca una lámpara en el trono de David se comprende mejor en tiempos anteriores al exilio (1 Re 11:26; 15:4; 2 Re 8:19). Por otra parte, otros textos suponen un origen posterior a la cautividad (2 Re c.24-25; 1 Re 4:24, etc.).
Una antigua tradición hebraica (Baba Bathra 14b) atribuía el libro a Jeremías a causa de las afinidades literarias e ideológicas del libro con la profecía de Jeremías. A esto se opone que el profeta inauguró su ministerio el año 13 de Josías (627), de lo que se infiere que hacia el año 561 contaba con una edad que oscilaba entre los noventa y los cien años. Además, la pretendida afinidad existe preferentemente en los capítulos 24-25 del segundo libro, que no formaban parte del texto primitivo. Según De Vaux, la composición hízose por etapas. Una primera redacción tuvo lugar entre el año 621 (2 Re 22:8ss) y el primer sitio de Jerusalén en 598. Su autor residía en Jerusalén; era probablemente sacerdote y entusiasta decidido de la reforma religiosa. Del libro hízose una segunda edición durante el exilio, o bien después del año 562, si se le atribuye 2 Re 25:22-30, o algo antes, en el caso de que el libro terminase con 2 Re 25:21. En esta segunda redacción el autor añadió la historia hasta el último rey de Judá, manteniéndose dentro de la misma línea deuteronómica, aunque el hecho de la ruina de Jerusalén le obliga a mostrarse más severo para con Judá, lo que le llevó a revisar algunos pasajes anteriores. Es visible su mano en 2 Re 21:7-15; 22:16-17. En realidad, ambos reinos son culpables (2 Re 17:7-20); pero también Israel se beneficia de la misericordia divina (2 Re 13:4-5.23). Durante el exilio se hicieron al libro otros retoques, tales como, probablemente, 2 Re 25:22-30. Después del exilio amplióse la oración de Salomón (1 Re 8:41-51). Pequeños detalles son posteriores a la traducción griega (200-150 a.C.).
De lo dicho se infiere que es opinión común entre los católicos que la composición definitiva del libro efectuóse durante el exilio, y más probablemente después del mismo. La finalidad histórico-religiosa del autor lo confirma,

Fin del autor sagrado.
A los pocos renglones de lectura cae el lector en la cuenta de que el libro tiende a probar que todos los males que han azotado a Israel y Judá son efecto de la infidelidad de los reyes y del pueblo al pacto de la alianza (2 Re 23:27). Como padre comportóse Dios para con su pueblo, ya premiando su conducta cuando seguía por las sendas del bien o castigándole en caso de desvío religioso, dispuesto siempre a perdonarle en caso de arrepentimiento. Por entregarse a la idolatría desapareció el reino de Israel; en cuanto al de Judá, le castigó Dios con la deportación a Babilonia, pero no lo destruyó totalmente a fin de mantener en pie la promesa del trono eterno hecha a David. Los libros de los Reyes pueden considerarse como un comentario a la profecía de Natán (2 Sam 7:12-16). Gomo se desprende de lo dicho, no quiere el autor sagrado escribir todo lo sucedido desde todos los puntos de vista en Israel y Judá desde la muerte de David hasta el exilio de Babilonia, sino más bien entresacar de la historia de Israel y Judá de aquellos cuatro siglos algunos hechos característicos que son sostén y base de la tesis religioso-histórica que intenta probar.

Fuentes de información.
El autor último inspirado echó mano de algunas fuentes históricas preexistentes para componer su libro. A veces las cita explícitamente, otras las utiliza sin que dé testimonio de ello. Las fuentes que cita son: 1) Libro de los hechos de Salomón (1 Re 11:41); 2) Libro de las Crónicas de los reyes de Judá (1 Re 14:29, etc.); 3) Libro de las Crónicas de los reyes de Israel (1 Re 14:19, etc.). Estos libros, o bien eran crónicas oficiales de los mencionados reinos 1, o escritos de algún sacerdote o profeta que consultó los archivos reales.
En cuanto a las fuentes implícitas, es difícil precisar su número e importancia en el escrito. Se distinguen comúnmente: 1) Historia de la familia de David (1 Re c.1-2); 2) Escrito sacerdotal (1 Re c.6-7); 3) Historia de Elías, de la que existen dos o más versiones; 4) Historia de Elíseo, menos homogénea todavía que la de Elías; 5) Escritos de origen pro/ético; 6) otras fuentes de procedencia indeterminada; 7) el archivo real, de donde, por ejemplo, procede la lista de ministros y prefectos de Salomón (1 Re 4:2-19).
Puede discutirse sobre el número de fuentes históricas que consultó el autor sagrado y sobre el grado en que las utilizó, modo en que lo hizo, si eran o no escritas; pero todos convienen en que el autor no las transcribió totalmente, sino que seleccionó aquello que conducía a probar su tesis.

Esquematismo histórico.
La historia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel se dispone conforme al esquematismo siguiente: 1) nombre del nuevo rey, de sus padres y el año correspondiente al soberano contemporáneo de Israel o de Judá (1 Re 22:41, etc.); 2) edad del nuevo monarca y años que reinó (1 Re 22:42); 3) mención de algún hecho notable, remitiendo para un informe más amplio a determinadas fuentes (1 Re 16:8-14, etc.); 4) dictamen sobre el comportamiento religioso y cultual del rey; 5) noticia sobre la muerte y sepultura del rey y nombre del sucesor. Un esquema parecido se sigue para los monarcas de Judá desde la caída de Samaría hasta la cautividad. Dentro de los límites del rígido esquematismo, habla de la única dinastía reinante en Judá y de las nueve que se sucedieron en Israel: 1) Jeroboam-Nadab (931-909); 2) Baasa-Ela (909-885); 3) Zimbri (885); 4) Omrí-Ajab-Ócozías-Joram (885-841); 5) Jehú-Joacaz-Joás-Jeroboam II-Zacarías (841-743); 6) Selum (743); 7) Menajem-Pe-cajya (743-737); 8) Pecaj (737-732); 9) Oseas (732-724).

Historia religiosa.
Este compendio histórico tiene un acentuado carácter religioso, peí reinado de Salomón pone de relieve su sabiduría y prosperidad económica, por considerar todo ello como premio y bendición de Dios por la conducta religiosa y cultual del monarca. Esta prosperidad es efecto del temor de Dios: Rico serás si temes a Dios y te apartas de todo pecado y haces lo que le es grato (Tob 4:21).
A partir de la división del reino condena el autor la conducta de todos los reyes de Israel, diciendo de ellos que hicieron el mal a los ojos de Yahvé, siguiendo los pecados de Jeroboam (2 Re 13:2; 15:26-34, etc.); incluso de Zimbri, que reinó siete días, se dice: Y murió por los pecados que él había cometido, haciendo lo malo a los ojos de Yahvé y marchando por los caminos de Jeroboam y dándose a los pecados que Jeroboam había cometido para hacer pecar a Israel (1 Re 16:19). Oseas hizo lo malo a los ojos de Dios, aunque no tanto como los reyes de Israel que le precedieron (2 Re 17:2). De los reyes de Judá, unos reciben plena aprobación por su conducta y por haber quitado los lugares altos (2 Re 18:3-4; 22:2), a otros se les reprocha no haber procurado la unidad de santuario (1 Re 15:11-14; 22:43-44; 2 Re 12:3-4). Severo juicio merecen los reyes que obraron el mal a los ojos de Yahvé, siguiendo el ejemplo de Ajab (2 Re 8:18), o se entregaron a la idolatría (2 Re 21:2; 22:21-22). Esta finalidad primaria del autor le llevó a pasar por alto multitud de hechos importantes que sucedieron durante los reinados de Omrí, Jeroboam II, Ajab, etc. Los hechos que se recogen se relacionan con cuestiones religiosas.
Más que una historia propiamente dicha, el libro de los Reyes es una compilación histórica y una interpretación religiosa de la historia. La conducta de los reyes es juzgada de conformidad a las leyes del Deuteronomio, cuyos principios fundamentales son: un solo Dios, un solo santuario. Los santuarios yahvísticos provinciales deben desaparecer (Deut c.12). Reflexiones, expresiones e ideas deuteronómicas hállanse esparcidas a lo largo y ancho del libro (1 Re 8:23; 29; 33-37; 53). Fórmulas deuteronómicas: 1 Re 2:2; 8:23-61. Fórmulas de Jeremías: 1 Re 9:7-8; 2 Re 17:13-20; 21:9-16; 22:16-19; 24:3-4 2.

Valor histórico del libro.
El autor del libro refiere fielmente ciertos hechos conducentes a probar su tesis; no escribe una historia completa, sino preferente-niente la historia religiosa de los reinos de Israel y de Judá. Dice Garofalo que la obra del autor es un trabajo de tesis, bastante parecido al que compuso Lactancio en su obra De mortibus persecutorum, en el cual no debe buscarse la historia económica, social y política de los dos reinos, sino la presencia de Dios, que dirige todos los acontecimientos terrenos y da premio o envía el castigo según el mérito o demérito. En el fondo, añade, la historia del libro de los Reyes es una historia vista con los ojos de Dios.

El libro de los Reyes en el marco de la historia universal.
En el comentario hemos tratado siempre de encuadrar la historia del pueblo judío dentro del marco de la historia universal; a él remitimos. Basta anotar aquí que, además de los pueblos circunvecinos, influyeron en Israel los imperios de Egipto, Babilonia y Asiría. Sheshonq fundó la XX dinastía hacia los años 950-929; Salmana-sar III, rey de Asiría, hizo sentir su presencia en Occidente; en 853 tuvo lugar la batalla famosa de Qarqar. Otros tres reyes asirios pesaron sobre el reino del Norte: Teglatfalasar III (745-727), Salmanasar V (726-722), Sargón (721-705). Sobre Judá actuaron: Senaquerib (704-681), Asaraddón (680-669), Asurbanipal (668-628). Funesto para Judá fue sobre todo el rey de Babilonia Nabucodonosor (605-562). Ambas historias se completan, pero no se contradicen.

Cronología.
Es un punto difícil de resolver; San Jerónimo renunció a solucionar este problema. Modernamente son muchos los autores que se dedican a esta tarea, habiendo logrado alentadores resultados, aunque no hayan logrado conclusiones definitivas. Las dificultades que engendran los datos cronológicos proceden de múltiples causas; a veces las fuentes utilizadas traían datos inexactos; otras veces se han interpretado mal ciertos datos; algunas corregencias han provocado la adición de cifras que sólo corresponden en parte al monarca contemporáneo. Algunos datos cronológicos de Asiría dan luz sobre la cronología del libro de los Reyes:

853: Batalla de Qarqar, reinando Ajab en Israel.
841: Tributo de Jehú.
738: Tributo de Menajem.
732: Empieza el reinado de Oseas.
721: Toma de Samaría.
701: Invasión de Senaquerib.
598: Primera deportación de Judá.
587: Caída de Jerusalén.

Los años del reinado de los reyes de Israel y de Judá que damos en el comentario son aproximados.

Doctrina religiosa.
Hemos hecho notar el carácter religioso de la historia que se narra en nuestro libro. Su autor tiene puesta su mirada en el templo de Jerusalén, el santuario donde tiene su asiento Yahvé; en él debe concentrarse el culto que se le debe. En todo el libro se recuerda que sólo existe un Dios: Yahvé; un solo santuario legítimo: el templo de Jerusalén. Pero, aunque Yahvé tenga su asiento en Jerusalén, domina aun fuera de los límites de Palestina; tiempo vendrá en que todas las naciones reconocerán a Yahvé por único Dios (1 Re 8:60). Dios no admite rivales, que nada son; exige que se guarden sus mandamientos y leyes; a los fieles les premiará aun en vida; a los que le abandonan castigará. Pero no quiere Dios la muerte del pecador ni la ruina de la nación que ha tomado bajo su protección. En último término es el hombre el que teje su porvenir feliz o desgraciado; es el pueblo judío el que labra su destino, el que prepara la caída de Samaría y la de Jerusalén.

1 J. A. Montgomery, Archíval Data in the Book ofKings: JBL 53 (1924) 46-52.
2 A Robeft, Historique (Genres): DBS 14-15.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

I Reyes 11,1-43

Las mujeres extranjeras y la idolatría (11:1-13).
1 El rey Salomón, además de la hija del Faraón, amó a muchas mujeres extranjeras, moabitas, amonitas, edomitas, sido-nías y jeteas, 2 de las naciones de que había dicho Yahvé a lo hijos de Israel: No entréis a ellas, ni entren ellas a vosotros, porque de seguro arrastrarán vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se unió Salomón con amor. 3 Tuvo setecientas mujeres de sangre real y trescientas concubinas, y las mujeres torcieron su corazón. 4 Cuando envejeció Salomón, sus mujeres arrastraron su corazón hacia los dioses ajenos; y no era su corazón enteramente de Yahvé, su Dios, como lo había sido el de David, su padre; 5 y se fue Salomón tras de Astarté, diosa de los sidonios, y tras de Milcom, abominación de los amonitas; 6 e hizo Salomón el mal a los ojos de Yahvé, y no siguió enteramente a Yahvé, como David, su padre. 7 Entonces edificó Salomón, en la montaña que está frente a Jerusalén, un excelso a Gamos, abominación de Moab, y a Milcom, abominación de los hijos de Amón; 8 y de modo semejante hizo para todas sus mujeres extranjeras, que allí quemaban perfumes y sacrificaban a sus dioses. 9 Irritóse Yahvé contra Salomón porque había apartado su corazón de Yahvé, Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces 10 y le había mandado, cuanto a esto, que no se fuese tras los dioses ajenos; pero él no siguió lo que Yahvé le había mandado. u Yahvé dijo a Salomón: Pues que así has obrado y has roto mi alianza y las leyes que yo te había prescrito, yo romperé de sobre ti tu reino y se lo entregaré a un siervo tuyo. 12 No lo haré, sin embargo, en tus días, por amor de David, tu padre; lo arrancaré de las manos de tu hijo. 13 Ni le arrancaré tampoco todo el reino, sino que dejaré a tu hijo una tribu por amor de David, mi siervo, y por amor de Jerusalén, que yo he elegido.

Próspero en todos los órdenes había sido el reinado de Salomón. De su padre recibió un reino pacífico en el interior y exterior; todos sus contrincantes fueron eliminados. Dios le eligió entre los otros hijos de David para suceder le en el trono; le colmó de sabiduría y de bienes, imponiéndole únicamente la obligación de mantenerse fiel a Dios y de observar sus preceptos y mandamientos. Pero, a medida que crecía su fama y amontonaba riquezas, dejóse arrastrar por los sentimientos del corazón hasta ofuscar su privilegiada inteligencia. No supo administrar sus riquezas ni su gloria con moderación. La conciencia de su superioridad le llevó al despotismo, tratando a sus subditos con severidad en vez de amarlos como padre. La misma piedad era más espectacular que nacida del corazón. Su ansia de gloria llevó a Salomón a concertar tratados con reyes extranjeros, a recibir comisiones de los pueblos gentiles, a contraer matrimonios con numerosas princesas paganas. Las muchas mujeres de variada procedencia y religión llegaron a cautivar su corazón a medida que avanzaba en años hasta arrastrarlo a rendir culto a dioses extranjeros. Si a la hija del Faraón le concedió una habitación separada, ¿cómo negar a ella y a las otras su deseo de tener un lugar de culto para sus respectivos dioses? A causa de las muchas mujeres extranjeras, el reino del gran monarca israelita empezaba a resquebrajarse; los profetas, antes fervientes admiradores suyos, no dudaron en declarársele en contra; el pueblo, agravado por tasas y trabajos, anhelaba un cambio de cosas.
Era costumbre antigua entre los reyes trabar amistad con otros monarcas con el envío de una o más hijas para el harén real. A Salomón se le hicieron innumerables ofrecimientos, porque todos deseaban la amistad de un monarca tan sabio y rico. Otras mujeres y concubinas entraban en el harén para cancelar una deuda o un impuesto. Sin embargo, el número de las mujeres y concubinas que señala el texto es exagerado. En el Cantar de los Cantares (6:8) se habla de sesenta reinas y ochenta concubinas; el número total de mil que señala el texto es una hipérbole manifiesta, encaminada a poner de relieve la grandeza de Salomón, que en Oriente se mide principalmente por el número de mujeres del harén. En Exo_34:11; Exo_34:16; Deu_7:1-5 se prohibían los matrimonios entre israelitas y mujeres cananeas por temor a que los arrastraran a la idolatría. Más tarde esta prohibición se extendió a las mujeres de otras procedencias.
La idolatría era considerada como el mayor de los pecados (Deu_9:6-7). Salomón rindió culto a Astarté (ashtoret), la diosa principal de los fenicios y sidonios, asociada al dios Baal. De Milcom sabemos que era el supremo dios de los amonitas (2Sa_12:30), al que se ofrecían niños en holocausto 1. Los moabitas reconocían al dios Gamos (Num_21:29; Jer_48:46). De él se habla en el obelisco de Mesa2. los altares de estos ídolos fueron levantados en la vertiente occidental del monte de los Olivos, enfrente del templo de Yahvé, constituyendo un grave escándalo para el judaismo. Desde estos tiempos arranca la denominación de monte del Escándalo que se da a la parte extrema sud-occidental del mencionado monte. Este pecado debía atraer sobre Salomón un castigo ejemplar, anunciándosele la división del reino en el interior y la aparición de enemigos en las fronteras (v.14). No sabemos si se valió Dios de un profeta para anunciar estos castigos a Salomón.

Enemigos externos de Salomón (Jer_11:14-25).
14 Suscitó Yahvé a Salomón un enemigo, Hadad, idumeo, de la sangre real de Edom. 15 Cuando David batió a Edom, Joab, jefe del ejército, subió para enterrar a los muertos y mató a todos los varones de Edom, 16 quedándose con todo Israel durante seis meses en Edom, hasta exterminar a todos los varones. 17 Entonces Hadad, con algunos edomitas, siervos de su padre, huyó para refugiarse en Egipto, siendo todavía muchacho. 18 Partiendo de Madián, se fueron a Paran, y, uniéndose allí algunos de Paran, llegaron a Egipto, junto al Faraón, rey de Egipto. El Faraón dio a Hadad una casa, proveyó a su subsistencia y le dio tierras.19 Fue Hadad muy grato al Faraón, que le dio por mujer a Ano, hermana mayor de su mujer, hermana de la reina Tafnes. 20 La hermana de Tafnes le dio su hijo Guenubat, a quien Tafnes educó en la casa del Faraón, estando en ella Guenubat como un hijo del Faraón. 21 Cuando supo Hadad, en Egipto, que David se había dormido con sus padres y que Joab, jefe del ejército, había muerto, dijo al Faraón: Déjame ir a mi tierra; 22 y el Faraón le respondió: ¿Qué te falta cerca de mí, para que quieras irte a tu tierra? Y él contestó: Nada me falta, pero déjame ir. Hadad se volvió a su casa. Este fue el mal que hizo Hadad, que odiaba a Israel y se alzó rey de Edom. 23 Suscitó Dios a Salomón otro enemigo, Rezón, hijo de Eliada, que había huido de su señor Hadadezer, rey de Soba. 24 Reunió gente y se hizo jefe de banda cuando David derrotó a las tropas arameas. Fuese entonces a Damasco y se estableció allí, y reinó en Damasco, 25 siendo enemigo de Israel todo el tiempo de la vida de Salomón. Al mismo tiempo que Hadad, le hacía el mal que podía, porque aborrecía a Israel y reinaba en Siria.

Dos fueron los principales enemigos que amenazaron las fronteras del reino salomónico: Hadad, de la sangre real de Edom, y Rezón, creador del reino de Damasco. En cuanto al primero, se amplía aquí la noticia del ataque de David contra Edom y el ensañamiento contra el mismo (2Sa_8:13-14). Una vez vencidos los edomitas, Joab se ensañó contra los varones del país, a quienes persiguió durante seis meses. Hadad, de la familia real, logró escapar a tierras de Madián, al sudeste de Edom, y de allí a Egipto. Hadad es el nombre del dios cananeo del cielo y de las tempestades 3, que llevaron anteriormente otros dos reyes idumeos (Gen 36; 35; 39). Hadad marchó a Egipto por existir quizá entre ambos países relaciones cordiales, ya que en el papiro Anastasi VI de la XIX dinastía se autoriza a una tribu edomita para que apaciente sus ganados junto a Pithom (Pritchard, 259). En su huida atravesó Hadad el desierto de Farán, al norte de la península del Sinaí (Num_10:12; Num_12:16; Num_13:3; 1Sa_25:1). El Faraón, probablemente de la XXI dinastía, recibiólo amigablemente, hasta el punto de entregarle a Ano, su cuñada, por esposa. El texto masorético llama Tahpenes a la reina, palabra que, según algunos, debe cambiarse en tahmenis haguebirah = grande esposa del rey. La mutilación del título egipcio proviene, probablemente, de su asonancia con el nombre de la ciudad, Tahpankes o Takhpankhes (Jer 2.16; 1Sa_43:7-9)4. La reina adoptó al hijo de Hadad, llamado Guenubat, que fue educado juntamente con los hijos del rey. A la muerte de David y de Joab pidió Hadad autorización para regresar a su patria, llevando en el corazón un gran odio contra los israelitas.
Rezón, subdito de Hadadezer, rey de Soba (2Sa_8:3-10; 2Sa_10:15-19), se proclamó jefe de una banda, instalándose en Damasco, donde inició el reino que más tarde se convertiría en un enemigo peligroso del reino del Norte, separado del de Judá.

Jeroboam (2Sa_11:26-43).
26 También Jeroboam, siervo de Salomón, se alzó contra el rey. Era hijo de Nabat, efrateo, de Sereda, siervo de Salomón, y tenía por madre a una viuda llamada Sarva. 27 He aquí la ocasión de alzarse contra el rey: estaba Salomón construyendo el terraplén para rellenar la depresión que había en la ciudad de David, su padre. 28 Jeroboam era hombre muy capaz y fuerte, y, habiéndole visto Salomón a la obra, dio al joven el mando de todas las gentes de trabajo de la casa de José. 29 Por aquel tiempo salió Jeroboam de Jerusalén y le halló en el camino el profeta Ajías, de Silo. Iba éste cubierto con un manto nuevo y estaban los dos solos en el campo. 30 Ajías cogió el manto nuevo que llevaba sobre sí, lo partió en doce pedazos 31 y dijo a Jeroboam: Coge diez pedazos, porque así habla Yahvé, Dios de Israel: Voy a romper el reino en manos de Salomón y a darte a ti diez tribus. 32 El tendrá una tribu, por amor de David, mi siervo, y de Jerusalén, que yo he elegido entre todas las tribus de Israel. 33 Porque me han abandonado y se han prosternado ante As-tarté, diosa de los sidonios; ante Gamos, dios de Moab, y ante Milcom, dios de los hijos de Amón. No han marchado por mis caminos, haciendo lo que es bueno a mis ojos y guardando mis leyes y mandamientos, como lo hizo David, su padre. 34 No quitaré de sus manos el reino, pues mantendré su reinado todos los días de su vida por amor a David, mi siervo, a quien elegí yo y que guardó mis mandamientos y mis leyes. 35 Pero quitaré el reino de las manos de su hijo y te daré a ti diez tribus, 36 dejando a su hijo una tribu, para que David, mi siervo, tenga siempre una lámpara ante mí en Jerusalén, la ciudad que yo he elegido para poner allí mi nombre. 37 A ti te tomaré yo; dominarás sobre cuanto tu corazón desea y serás rey de Israel. 3 Si me obedeces en cuanto yo te mande y sigues mis caminos, mis leyes y mandamientos, como lo hizo David, mi siervo, yo seré contigo y te edificaré casa estable, como se la edifiqué a David, y te daré Israel. 39 Humillaré a la descendencia de David, mas no por siempre. 40 Salomón procuró dar muerte a Jeroboam; pero Jeroboam huyó, refugiándose en Egipto, cerca de Sesac, rey de Egipto, hasta la muerte de Salomón. 41 Lo demás de los hechos de Salomón, de lo que hizo y de su sabiduría, ¿no está escrito en el libro de los hechos de Salomón? 42 Reinó Salomón en Jerusalén cuarenta años sobre todo Israel, 43 y luego se durmió con sus padres y fue sepultado en la ciudad de David, su padre. Le sucedió Roboam, su hijo.

El enemigo más peligroso para Salomón y su reino fue Jeroboam, capataz de los trabajos del terraplén entre la ciudad de David y el templo. Era efraimita de nacimiento Que 12:5; 1Sa_1:1), de la ciudad de Sareda Que 7:22; Jos_3:16), en el actual Deir Ghassaneh, a treinta kilómetros al este de Jafa (Géographie II 457) y a ocho al sudeste de Rentis, patria de Samuel (1Sa_1:1). La madre de Jeroboam es llamada Seruah, leprosa, en el texto masorético; porne, meretrix, por los LXX, por considerar los glosadores que el cisma fue como la lepra y un adulterio para Israel. Probablemente se llamaba Seruyah, Sarvia, como una hermana de David. Jeroboam veía con indignación que, mientras la tribu de Judá gozaba de un régimen de excepción, toda la carga de las obras recaía sobre los efraimitas. Jeroboam, joven, valiente (guibbor hail), dirigía los trabajos, pero sentía la causa de sus hermanos de tribu. Seguramente que debió él maquinar desde tiempo algún complot contra la política del rey en connivencia con las tribus del norte. A la misma tribu pertenecía Ajías, de Silo (1Sa_14:3-18), a quien algunos críticos incluyen entre los confabulados para protestar por la decadencia del templo de Silo, absorbido y desplazado por el de Jerusalén. Pero, como dice el texto, reconoció Ajías los méritos de David (v.34) y los privilegios de Jerusalén como ciudad escogida por Dios (v.36). Con una acción simbólica (1Sa_19:19; 1Sa_20:37-42; 2Re_13:14-19; Isa_8:1-4; Isa_20:1-6; Jer_19:10; Jer_27:2; ? z 3:1-3) profetizó la división del reino, reservando una tribu para el hijo de Salomón y entregando a Jeroboam las diez restantes. Siendo doce las tribus, se pensó en corregir el texto, escribiendo dos tribus (de Judá y de Benjamín) en vez de una. Las diez partes representan el bloque de las tribus norteñas (2 Sam 19:44). Las otras dos piezas del manto simbolizan la tribu de Judá, con la que habíase fusionado la de Simeón (Jos_19:1); pero acaso se trata de la tribu de Benjamín, que se asoció a la de Judá, con la que jugó un papel importantísimo (Jos_12:21-23). Las palabras del profeta no son ni fórmulas geométricas ni ecuaciones algebraicas 5.
Ají as achaca a Salomón su apostasía, pero calla las otras causas que aceleraron la división de su reino. Conoce Ají as las ambiciones de Jeroboam, al cual promete una dinastía perdurable en caso de que religiosamente imite a David. Jeroboam pudo escapar de manos de Salomón huyendo a Egipto, cerca del faraón Sesac, llamado Soshenq, fundador de la XXII dinastía, que reinó aproximadamente los años 950-929 a.C. De él se ocupará más tarde nuestro autor (Jos_14:25). Según los LXX (Jos_12:2455), Jeroboam tomó en Egipto por esposa a Ano, hermana mayor de Thekemina, mujer de Faraón.
Una historia más amplia del reinado de Salomón tuvo el autor sagrado ante su vista, de la cual extrajo lo poco que ha consignado en los capítulos 3-11. Pero, además, conoció otro documento en el que se exponían ampliamente las etapas de la construcción y ornamentación del templo. Para describir los primeros brotes del reino del Norte, o sea los primeros conatos de rebelión por parte de Jeroboam, inspiróse en una historia de los reyes del Norte.
Como hemos podido apreciar en las páginas que anteceden, el autor sagrado ha escrito una historia breve, concisa, del reinado de Salomón, poniendo de relieve sus puntos luminosos y no ocultando sus sombras; considerándolo todo desde el punto de vista deuteronómico. En cifras redondas se dice que Salomón reinó cuarenta años sobre Judá e Israel. Iniciado su reino hacia el año 970, prolongóse hasta cerca de 930; otros autores (ühorme) señalan los años 972 y 932 como términos a quo y ad quem del reinado salomónico. Fue sepultado junto a su padre (Jos_2:10). Le sucedió su hijo Roboam.


1 Le sacerdoce du roí en Israel: Sacra Pagina, I (París-Gembloux 1959) 543·
1 A partir de Renán (Histoire du peuple d'Israel París 1891 vol.2 142), muchos histo(-)riadores y críticos independientes han considerado el templo de Salomón como «un templo doméstico, una capilla de palacio, análogo a los que los reyes de Mari tenían en sus man(-)siones reales. En apoyo de sus puntos de vista hacen hincapié en las dimensiones reducidas del edificio, que medía, incluidos los muros, 50 por 30 metros. Es verdad que Salomón edi(-)ficó una casa a Yahvé, porque la divinidad, al igual que los hombres, tenía necesidad de disponer sobre la tierra de una casa, una mansión, un albergue. Todos los planos de los santuarios orientales que remontan al tercer milenio a. G. están inspirados en los de las casas particulares. Así, pues, el motivo principal y esencial que movió a Salomón a levantar el templo fue para dar a Yahvé, presente en el arca, una residencia. Pero de esto no se deduce Que el templo fuera una capilla de palacio, una dependencia del mismo; al contrario, fue e1 santuario nacional adonde acudía todo Israel por creer que habitaba allí Dios de una manera particular. Asimismo se ha especulado sobre el simbolismo de la distribución del templo en tres partes: ulam, hecal, debir, que, según Flavio Josefo, representaban las tres partes del cosmos: agua, tierra y cielo; lo que correspondería a la cosmogonía bíblica (Exo_20:4; Gen_1:6). Las dos columnas de bronce (Gen_7:15-22) colocadas delante del templo recordaban los pilares obre los cuales descansaba el universo (Sal_75:4; Job_9:6). Mucho se ha fantaseado sobre este articular (Parrot, l.c., 38; J. Daniélou, La symbolique cosmique du Temple de Jérusalem: Symbolisme cosmique et monuments religieux [París 1953] 61-64; W. Vischer, Les presbiteres prophétes París-Neuchátel 1951 363-376; Montgomery)
2 Fernández, Problemas 142-172.
3 Lemaire-Baldi, Atlante Bíblico 122. Ofir se localiza probablemente en la costa occidental de Arabia (Gén_10:29; Job_22:24; Gén_28:26; 1Cr_1:23). Es posible que haya una exage-on en el número de talentos, o el texto se ha conservado defectuosamente (A. Âåá, Ez'son tell el-Helefi: ? 2? [1940] 437-445; N. Glueck: Basor, 71 [1938] 3-18; 75 (1939] 8-22; 79 [1940] 2-18).
1 El episodio de la reina de Saba goza de extraordinaria popularidad en Etiopía, cuya dinastía reinante está vinculada, se dice, a la unión matrimonial de Salomón con la reina, que la leyenda árabe llama Balkis y la cristiana Makeda. Según Flavio Josefo (Ant. lud· 8,6:2), la reina llamábase Nikaule, soberana de Egipto y de Etiopía. No es de extrañar que una mujer fuera reina de un país árabe, ya que en tiempos de Teglatfalasar III se recuerdan las reinas Zabibe y Samsi (N. Abbot, Pre-Islamic Arab Queens: American Journal of sé mitic Languages and Literature, 58 [1941] 1-22; Pritchard, 283; P. Dhorme, Le Pays m-buque et l'Assyrie [París 1913] 37.80.94 y 119).
2 B. Maisler, Two Hebrew Ostraca /rom Tell Qasile: T ES 10 (1951) 265-267.
3. Maisler, The Excavation Of Tell Qesile: BA 14 (195 ? 43-49.
4 Ç. Michaud, Sur la pierre et l'argile (París-Neuchátel 1958) 48.
5 Muchos creen que se trata de Tarsis, lugar que se encontraba cerca de la desembocadura del Guadalquivir. Otros, por el hecho de que la flota tenía sus bases en el golfo de Aqaba, buscan Tarsis por estos parajes, cerca de Ofir. Otros (Üalevy, Albright) han pensado en Cerdeña. No es posible zanjar la cuestión (Desnoyers, Histoire III 66-70; L. De Las Muñecas, La Tarsis bíblica: Estudis Franciscans, 43 1931 111-150; S. Bartina, Tarsis: VD 34 [1956] 342-348; W. Albright: Basor, 83 [1941] 14-22, reconoce en Tarsis una palabra técnica fenicia que significa fundición).
1 N. Schneider, Melchom, das Scheusal der Ammoniter: ? 18 (1937) 337-343; 19 (1938) 286-307.
2 D, Siderski, La stele de Mesa, índex bibliographique (París 1920),
3 H. Haag, Bibellexikon 635.
4 Véase B. Grdseloff, Takpnés: ármales du service des Antiquités de l'Egypte, 47 (1947); ídem, Edom d'aprés les sources Egyptiennes: Revue de l'histoire Juíve en Egypte17 I (1947) 88-03.