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Reyes.
Introducción.
Título.
La historia de Israel desde los últimos años de David hasta la cautividad de Babilonia, unos cuatro siglos, se narra en los libros que la Biblia hebraica llama 1 y 2 de los Reyes, que corresponden a 3 y 4 de los Reinos (LXX) o de los Reyes (Vulgata). En los comienzos, los mencionados libros formaban uno solo, de lo que dan fe Orígenes (PG 12:1084), Eusebio (PL 20,581) y San Jerónimo (PL 28,558-559). La división en dos partes iguales aproximadamente empezó con D. Bomberg (Venecia 1517). Esta división es artificial.
Texto.
El texto original hebraico del libro se ha conservado medianamente bien. A los textos masoréticos cabe añadir ahora el de los fragmentos de Jirbet Qumrán, que facilitarán la labor de crítica textual. Con el texto masorético andan de acuerdo la versión siríaca Peshitta y la Vulgata.
Versiones griegas.
De la versión de los LXX existe un texto prehexaplar, representado por el códice B, y otro posterior a Orígenes, que se halla en A. Los textos de Jirbet Qumrán son más afines al texto griego que al masorético, presentando lecciones propias, omisiones y trasposiciones. Es digno de mención el texto griego de Luciano, que a veces se aparta del texto masorético. Con él concuerda la Vetus Latina. En las ediciones críticas de Sweete, Rahlfs y en la de Broo-ke-McLean-Thackeray se da preferencia a los textos  y A.
Contenido.
El libro (o libros) de los Reyes puede dividirse en tres partes: i) Últimos años de David y reinado de Salomón (c.1-11). 2) Existencia de los reinos de Israel y de Judá (1 Re c.12-2 Re c.1y). 3) El reino de Judá desde la caída de Samaría hasta la destrucción de Jerusalén (2 Re c. 18-25). En el período de existencia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel cabe distinguir: i) el período de hostilidades, que en Israel empieza con Jeroboam (1 Re c. 12-14:30) y termina con Omrí (1 Re 16:23-28); 2) período de amistad: Asa-Omrí; Josafat-Ajab; Joram-Ocozías; Joram-Joram; Ocozías-Joram (1 Re 16:29-2 Re 8:29); 3) el segundo período de relaciones tensas, desde Jehú en Israel y Atalía en Judá hasta la caída de Samaría en 722, en el año quinto de Oseas, rey de Israel.
Fecha de composición.
Para fijarla se dispone de criterios internos. Del texto se entresacan indicios que sugieren la composición del libro antes del exilio (1 Re 8:8; 9:21; 12:19; 2 Re 8:22; 16:6). La insistencia con que los profetas anuncian que no faltará nunca una lámpara en el trono de David se comprende mejor en tiempos anteriores al exilio (1 Re 11:26; 15:4; 2 Re 8:19). Por otra parte, otros textos suponen un origen posterior a la cautividad (2 Re c.24-25; 1 Re 4:24, etc.).
Una antigua tradición hebraica (Baba Bathra 14b) atribuía el libro a Jeremías a causa de las afinidades literarias e ideológicas del libro con la profecía de Jeremías. A esto se opone que el profeta inauguró su ministerio el año 13 de Josías (627), de lo que se infiere que hacia el año 561 contaba con una edad que oscilaba entre los noventa y los cien años. Además, la pretendida afinidad existe preferentemente en los capítulos 24-25 del segundo libro, que no formaban parte del texto primitivo. Según De Vaux, la composición hízose por etapas. Una primera redacción tuvo lugar entre el año 621 (2 Re 22:8ss) y el primer sitio de Jerusalén en 598. Su autor residía en Jerusalén; era probablemente sacerdote y entusiasta decidido de la reforma religiosa. Del libro hízose una segunda edición durante el exilio, o bien después del año 562, si se le atribuye 2 Re 25:22-30, o algo antes, en el caso de que el libro terminase con 2 Re 25:21. En esta segunda redacción el autor añadió la historia hasta el último rey de Judá, manteniéndose dentro de la misma línea deuteronómica, aunque el hecho de la ruina de Jerusalén le obliga a mostrarse más severo para con Judá, lo que le llevó a revisar algunos pasajes anteriores. Es visible su mano en 2 Re 21:7-15; 22:16-17. En realidad, ambos reinos son culpables (2 Re 17:7-20); pero también Israel se beneficia de la misericordia divina (2 Re 13:4-5.23). Durante el exilio se hicieron al libro otros retoques, tales como, probablemente, 2 Re 25:22-30. Después del exilio amplióse la oración de Salomón (1 Re 8:41-51). Pequeños detalles son posteriores a la traducción griega (200-150 a.C.).
De lo dicho se infiere que es opinión común entre los católicos que la composición definitiva del libro efectuóse durante el exilio, y más probablemente después del mismo. La finalidad histórico-religiosa del autor lo confirma,
Fin del autor sagrado.
A los pocos renglones de lectura cae el lector en la cuenta de que el libro tiende a probar que todos los males que han azotado a Israel y Judá son efecto de la infidelidad de los reyes y del pueblo al pacto de la alianza (2 Re 23:27). Como padre comportóse Dios para con su pueblo, ya premiando su conducta cuando seguía por las sendas del bien o castigándole en caso de desvío religioso, dispuesto siempre a perdonarle en caso de arrepentimiento. Por entregarse a la idolatría desapareció el reino de Israel; en cuanto al de Judá, le castigó Dios con la deportación a Babilonia, pero no lo destruyó totalmente a fin de mantener en pie la promesa del trono eterno hecha a David. Los libros de los Reyes pueden considerarse como un comentario a la profecía de Natán (2 Sam 7:12-16). Gomo se desprende de lo dicho, no quiere el autor sagrado escribir todo lo sucedido desde todos los puntos de vista en Israel y Judá desde la muerte de David hasta el exilio de Babilonia, sino más bien entresacar de la historia de Israel y Judá de aquellos cuatro siglos algunos hechos característicos que son sostén y base de la tesis religioso-histórica que intenta probar.
Fuentes de información.
El autor último inspirado echó mano de algunas fuentes históricas preexistentes para componer su libro. A veces las cita explícitamente, otras las utiliza sin que dé testimonio de ello. Las fuentes que cita son: 1) Libro de los hechos de Salomón (1 Re 11:41); 2) Libro de las Crónicas de los reyes de Judá (1 Re 14:29, etc.); 3) Libro de las Crónicas de los reyes de Israel (1 Re 14:19, etc.). Estos libros, o bien eran crónicas oficiales de los mencionados reinos 1, o escritos de algún sacerdote o profeta que consultó los archivos reales.
En cuanto a las fuentes implícitas, es difícil precisar su número e importancia en el escrito. Se distinguen comúnmente: 1) Historia de la familia de David (1 Re c.1-2); 2) Escrito sacerdotal (1 Re c.6-7); 3) Historia de Elías, de la que existen dos o más versiones; 4) Historia de Elíseo, menos homogénea todavía que la de Elías; 5) Escritos de origen pro/ético; 6) otras fuentes de procedencia indeterminada; 7) el archivo real, de donde, por ejemplo, procede la lista de ministros y prefectos de Salomón (1 Re 4:2-19).
Puede discutirse sobre el número de fuentes históricas que consultó el autor sagrado y sobre el grado en que las utilizó, modo en que lo hizo, si eran o no escritas; pero todos convienen en que el autor no las transcribió totalmente, sino que seleccionó aquello que conducía a probar su tesis.
Esquematismo histórico.
La historia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel se dispone conforme al esquematismo siguiente: 1) nombre del nuevo rey, de sus padres y el año correspondiente al soberano contemporáneo de Israel o de Judá (1 Re 22:41, etc.); 2) edad del nuevo monarca y años que reinó (1 Re 22:42); 3) mención de algún hecho notable, remitiendo para un informe más amplio a determinadas fuentes (1 Re 16:8-14, etc.); 4) dictamen sobre el comportamiento religioso y cultual del rey; 5) noticia sobre la muerte y sepultura del rey y nombre del sucesor. Un esquema parecido se sigue para los monarcas de Judá desde la caída de Samaría hasta la cautividad. Dentro de los límites del rígido esquematismo, habla de la única dinastía reinante en Judá y de las nueve que se sucedieron en Israel: 1) Jeroboam-Nadab (931-909); 2) Baasa-Ela (909-885); 3) Zimbri (885); 4) Omrí-Ajab-Ócozías-Joram (885-841); 5) Jehú-Joacaz-Joás-Jeroboam II-Zacarías (841-743); 6) Selum (743); 7) Menajem-Pe-cajya (743-737); 8) Pecaj (737-732); 9) Oseas (732-724).
Historia religiosa.
Este compendio histórico tiene un acentuado carácter religioso, peí reinado de Salomón pone de relieve su sabiduría y prosperidad económica, por considerar todo ello como premio y bendición de Dios por la conducta religiosa y cultual del monarca. Esta prosperidad es efecto del temor de Dios: Rico serás si temes a Dios y te apartas de todo pecado y haces lo que le es grato (Tob 4:21).
A partir de la división del reino condena el autor la conducta de todos los reyes de Israel, diciendo de ellos que hicieron el mal a los ojos de Yahvé, siguiendo los pecados de Jeroboam (2 Re 13:2; 15:26-34, etc.); incluso de Zimbri, que reinó siete días, se dice: Y murió por los pecados que él había cometido, haciendo lo malo a los ojos de Yahvé y marchando por los caminos de Jeroboam y dándose a los pecados que Jeroboam había cometido para hacer pecar a Israel (1 Re 16:19). Oseas hizo lo malo a los ojos de Dios, aunque no tanto como los reyes de Israel que le precedieron (2 Re 17:2). De los reyes de Judá, unos reciben plena aprobación por su conducta y por haber quitado los lugares altos (2 Re 18:3-4; 22:2), a otros se les reprocha no haber procurado la unidad de santuario (1 Re 15:11-14; 22:43-44; 2 Re 12:3-4). Severo juicio merecen los reyes que obraron el mal a los ojos de Yahvé, siguiendo el ejemplo de Ajab (2 Re 8:18), o se entregaron a la idolatría (2 Re 21:2; 22:21-22). Esta finalidad primaria del autor le llevó a pasar por alto multitud de hechos importantes que sucedieron durante los reinados de Omrí, Jeroboam II, Ajab, etc. Los hechos que se recogen se relacionan con cuestiones religiosas.
Más que una historia propiamente dicha, el libro de los Reyes es una compilación histórica y una interpretación religiosa de la historia. La conducta de los reyes es juzgada de conformidad a las leyes del Deuteronomio, cuyos principios fundamentales son: un solo Dios, un solo santuario. Los santuarios yahvísticos provinciales deben desaparecer (Deut c.12). Reflexiones, expresiones e ideas deuteronómicas hállanse esparcidas a lo largo y ancho del libro (1 Re 8:23; 29; 33-37; 53). Fórmulas deuteronómicas: 1 Re 2:2; 8:23-61. Fórmulas de Jeremías: 1 Re 9:7-8; 2 Re 17:13-20; 21:9-16; 22:16-19; 24:3-4 2.
Valor histórico del libro.
El autor del libro refiere fielmente ciertos hechos conducentes a probar su tesis; no escribe una historia completa, sino preferente-niente la historia religiosa de los reinos de Israel y de Judá. Dice Garofalo que la obra del autor es un trabajo de tesis, bastante parecido al que compuso Lactancio en su obra De mortibus persecutorum, en el cual no debe buscarse la historia económica, social y política de los dos reinos, sino la presencia de Dios, que dirige todos los acontecimientos terrenos y da premio o envía el castigo según el mérito o demérito. En el fondo, añade, la historia del libro de los Reyes es una historia vista con los ojos de Dios.
El libro de los Reyes en el marco de la historia universal.
En el comentario hemos tratado siempre de encuadrar la historia del pueblo judío dentro del marco de la historia universal; a él remitimos. Basta anotar aquí que, además de los pueblos circunvecinos, influyeron en Israel los imperios de Egipto, Babilonia y Asiría. Sheshonq fundó la XX dinastía hacia los años 950-929; Salmana-sar III, rey de Asiría, hizo sentir su presencia en Occidente; en 853 tuvo lugar la batalla famosa de Qarqar. Otros tres reyes asirios pesaron sobre el reino del Norte: Teglatfalasar III (745-727), Salmanasar V (726-722), Sargón (721-705). Sobre Judá actuaron: Senaquerib (704-681), Asaraddón (680-669), Asurbanipal (668-628). Funesto para Judá fue sobre todo el rey de Babilonia Nabucodonosor (605-562). Ambas historias se completan, pero no se contradicen.
Cronología.
Es un punto difícil de resolver; San Jerónimo renunció a solucionar este problema. Modernamente son muchos los autores que se dedican a esta tarea, habiendo logrado alentadores resultados, aunque no hayan logrado conclusiones definitivas. Las dificultades que engendran los datos cronológicos proceden de múltiples causas; a veces las fuentes utilizadas traían datos inexactos; otras veces se han interpretado mal ciertos datos; algunas corregencias han provocado la adición de cifras que sólo corresponden en parte al monarca contemporáneo. Algunos datos cronológicos de Asiría dan luz sobre la cronología del libro de los Reyes:
853: Batalla de Qarqar, reinando Ajab en Israel.
841: Tributo de Jehú.
738: Tributo de Menajem.
732: Empieza el reinado de Oseas.
721: Toma de Samaría.
701: Invasión de Senaquerib.
598: Primera deportación de Judá.
587: Caída de Jerusalén.
Los años del reinado de los reyes de Israel y de Judá que damos en el comentario son aproximados.
Doctrina religiosa.
Hemos hecho notar el carácter religioso de la historia que se narra en nuestro libro. Su autor tiene puesta su mirada en el templo de Jerusalén, el santuario donde tiene su asiento Yahvé; en él debe concentrarse el culto que se le debe. En todo el libro se recuerda que sólo existe un Dios: Yahvé; un solo santuario legítimo: el templo de Jerusalén. Pero, aunque Yahvé tenga su asiento en Jerusalén, domina aun fuera de los límites de Palestina; tiempo vendrá en que todas las naciones reconocerán a Yahvé por único Dios (1 Re 8:60). Dios no admite rivales, que nada son; exige que se guarden sus mandamientos y leyes; a los fieles les premiará aun en vida; a los que le abandonan castigará. Pero no quiere Dios la muerte del pecador ni la ruina de la nación que ha tomado bajo su protección. En último término es el hombre el que teje su porvenir feliz o desgraciado; es el pueblo judío el que labra su destino, el que prepara la caída de Samaría y la de Jerusalén.
1 J. A. Montgomery, Archíval Data in the Book ofKings: JBL 53 (1924) 46-52.
2 A Robeft, Historique (Genres): DBS 14-15.
I Reyes 5,1-18
Alianza de Salomón con Hiram (5:1-9).
1(15) Hiram, rey de Tiro, mandó sus embajadores a Salomón cuando supo que había sido ungido rey en lugar de su padre, pues siempre había sido amigo de David. 2(16) Salomón dijo a Hiram: 3(17) Tú sabes que David, mi padre, no pudo hacer casa para Yahvé, su Dios, por las guerras que tuvo en torno, hasta que Yahvé los puso bajo las plantas de sus pies. 4(18) Ahora Yahvé, mi Dios, me ha dado la paz por todas partes; no tengo enemigos ni querellas, 5(19) y quiero edificar a Yahvé, mi Dios, una casa, como se lo manifestó Yahvé a mi padre, diciendo: Tu hijo, el que pondré yo en tu lugar sobre tu trono, edificará casa a mi nombre. 6(20) Manda, pues, cortar para mí cedros en el Líbano; mis siervos se unirán a los tuyos y yo te daré lo que tú me pidas para el salario de los tuyos, pues bien sabes que no hay entre nosotros quien sepa labrar la madera como los sidonios. 7(21) Alegróse mucho Hiram cuando oyó las palabras de Salomón y dijo: Bendito Yahvé, que ha dado a David un hijo sabio sobre ese gran pueblo. 8(22) Y mandó a Salomón esta respuesta: He oído lo que me has mandado a decir. Haré lo que me pides en cuanto a la madera de cedros y cipreses. 9(23) Mis siervos los bajarán del Líbano al mar y yo los haré llegar en balsas hasta el lugar que tú me digas. Allí se desatarán, y tú los tomarás, y cumplirás mi deseo proveyendo de víveres a mi casa.
En el texto de los LXX, en la Vulgata y en algunos manuscritos hebraicos empieza aquí el capítulo quinto. Como su padre había pedido a Hiram (2Sa_5:11) maderas de cedro para su palacio, también Salomón se dirige al monarca fenicio para que le mande maderas de cedro y de ciprés. Según Flavio Josefo (Ant. lud. 8:31; Cont. Apion. 1:18), Hiram sucedió en el trono a su padre Abibaal y reinó treinta y cuatro años, a saber, desde 979 hasta 945 (Kugler). En la cronología de los reyes de Judá se calcula que Salomón reinó desde 970 hasta 930, coincidiendo parte de su reinado con el de Hiram. No se excluye la posibilidad de que David, en vez de tratar directamente con Hiram, lo hiciera con el padre, de nombre Abibaal (1Cr_14:1), con lo que se armonizan los datos cronológicos bíblicos y los de la historia universal. El nombre del rey de Tiro es conocido en la Biblia bajo tres formas: Hiram, Hirom (1Re_5:10-22) y Huram (en los libros de las Crónicas). El nombre es una abreviación de Ahi-ram, que significa mi hermano (el dios Baal) es elevado, forma que se ha conservado en la inscripción fenicia del siglo XIII a.C. sobre el sarcófago de Hiram, rey de Biblos. El rey fenicio emprendió grandes obras encaminadas al engrandecimiento de Tiro, que en tiempos de David y de Salomón era la ciudad principal de Fenicia.
Había en el Líbano un bosque inagotable de cedros que se exportaban a una y otra nación para la construcción y amueblamiento de edificios suntuosos. El egipcio Wenamón dejó escrito el diario de un viaje desde Tebas a Biblos, hacia el año 1100, con el fin de comprar planchas de cedro destinadas a la construcción de la barca sagrada del dios Amón. David utilizó para su palacio maderas de cedro; Salomón quiso que en el templo de Yahvé se emplearan maderas de cedro, abeto o ciprés (berosh).
El contrato entre Hiram y Salomón remonta a la unción de éste por rey de Israel. A la felicitación de Hiram responde Salomón que su padre David abrigaba el deseo de levantar un templo a Yahvé, que no pudo realizar a causa de no habérsele dado la oportunidad de poner a sus enemigos bajo la planta de sus pies (Jos_3:13; Jos_4:18); expresión que se inspira en la costumbre de poner el vencedor su pie sobre el cuello del rey vencido. Basándose en lo que se dice en Deu_12:10, cree Salomón que ha llegado el momento en que, obtenida la paz dentro y fuera de las fronteras, ponga él en práctica el proyecto de un templo nacional. Encarga a Hiram que corte maderas de cedro, proponiéndole el envío de obreros israelitas para ayuda de los sidonios en el corte y arrastre de la madera. El nombre de sidonios aplicábase frecuentemente a todos los habitantes de la costa fenicia (Deu_11:5; Deu_16:31). Ajustándose a la mentalidad de su tiempo, reconoce Hiram que Israel está bajo la protección de Yahvé, dueño y señor de Palestina, como Baal-Melqart lo era de Fenicia *. En cuanto al transporte de la madera, Hiram propone, como medio más económico y fácil, la utilización de la vía marítima, embarcando el material en los diversos puertos de Fenicia y desembarcando en Jafa (2Cr_2:15), desde donde sería arrastrada hasta Jerusalén, distante unos sesenta y ocho kilómetros .
La empresa, en marcha (2Cr_5:10-18).
10(24) Hiram facilitó a Salomón cuanta madera de cedro y de ciprés quiso éste; 11(25) y Salomón daba a Hiram veinte mil coros de trigo para el mantenimiento de su casa y veinte mil batos de aceite de olivas molidas. Esto es lo que cada año entregaba Salomón a Hiram. 12(26) Yahvé dio a Salomón la sabiduría, como se lo había prometido, y hubo entre Hiram y Salomón paz e hicieron una alianza. 13(27) Salomón hizo en todo Israel una leva de treinta mil hombres para el trabajo, 14(28) que enviaba al Líbano. Diez mil por mes alternativamente, estando un mes en el Líbano y dos en sus casas. El prefecto de estos trabajadores obligados era Adoniram. 15(29) Tenía, además, Salomón setenta mil hombres dedicados al transporte y ochenta mil cortadores en el monte, 16(30) sin contar los principales jefes que había puesto Salomón al frente de las obras, en número de tres mil trescientos, que mandaban a los grupos de trabajadores. 17(31) Mandó el rey traer grandes piedras escogidas para los cimientos de la casa, y los carpinteros 18(32) y los canteros de Salomón y los de Hiram cortaban con los guibalenses y labraban la madera y la cantería para la casa.
Ambos reyes estipularon lo que anualmente, mientras duraran los trabajos, debía Salomón aportar al rey de Tiro, consistente en veinte mil coros (homer; cada coro equivalía a 365 litros) de trigo y veinte mil batos (el bato era la décima parte del coro) de aceite kathith, o sea, de olivas machacadas (Exo_27:20; Exo_29:40; Lev_24:2). Según el texto hebraico, entregaba Salomón solamente veinte coros de aceite, cantidad ridicula. Los trabajos se hacen a base de prestaciones personales forzadas. Sobre los cananeos y extranjeros (guer) recayó principalmente esta carga, pero tampoco quedaron exentos de ella los hebreos (v.27-28). Treinta mil hombres, a las órdenes de Adoniram (Lev_4:6), trabajaron en esta magna empresa, turnándose en grupos de diez mil por mes, con el fin de permanecer una mensualidad en el Líbano y dos meses en casa para atender a sus respectivas ocupaciones. A este número cabe añadir otro muy crecido dedicado al transporte de la madera y a la extracción de bloques de piedra, labores que ejercían los extranjeros, sometidos a trabajos forzados (2Cr_2:16). En las montañas de Judá se encuentran buenas canteras con piedras y mármoles de excelente calidad. Gran parte de los bloques de piedra para el santuario procedían probablemente de mogaret el Kattan, que Flavio Josefo 2 llama cavernas de los reyes, junto a la actual puerta de Damasco, de Jerusalén. Entre los obreros especializados se citan los guibalenses, oriundos de la ciudad de Gebal, la antigua Biblos (Jos_13:5; Eze_27:9). En cuanto al número de trabajadores e inspectores, no van acordes los textos bíblicos de los libros de los Reyes y de las Crónicas, debido al mal estado de la tradición textual referente a los números.
1 A la mención de la madera de cedro añade Hiram la de berosh, palabra que los LX traducen por ciprés y la Vulgata por abeto: magis abietes quam cupressos significare (Oan Jerónimo: PL 21:861). Flavio Josefo prefiere la traducción de berosh por ciprés (Ant· Iud 8,2:7).
2 Ant. Iud. 5:4:2.
3 Les Institutionsl 208. Para un estudio más completo de las prefecturas véase Abel, Geografi2.'79-83; Desnoyers, Histoire III, 15-21; A. alt, Israels Gaue unter Salomón: Alttestamentliche Studien R. Kittel dargebracht» (Leipzig 1913) 1-19; W. F. Albright, ne Administrative divisions of Israel and Juda: JPOS 5 (1925) 17-54; F. Puzo, La segunda lectura salomónica: EB 7 (1949) 43-73; A. alt, Menschen ohne Ñamen: Archiv Orien 18:1-2(1950)9-24.
4 RB4I (1932) 152.
5 H. Duesberg, Les Scribes Inspires I (Maredsous 1938) 21-124. Son célebres las maxi mas de sabiduría de Amen-em-opé, que presenta coincidencias con el libro de los Proverbios (E. Drioton, Le Livre des Proverbes et la Sagesse d'Aménémopé: Sacra Pagina París-Gembloux 1959 vol.1 229-241).