I Reyes 6 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 38 versitos |
1 El año cuatrocientos ochenta después de la salida de los hijos de Israel de Egipto, el cuarto año del reinado de Salomón sobre Israel, el mes de Ziv, que es el segundo mes, comenzó a edificar la casa de Yahvé.
2 Tenía la casa que Salomón edificó a Yahvé sesenta codos de largo, veinte de ancho y treinta de alto.
3 El vestíbulo (ulam), delante del templo (hecal) de la casa, era de veinte codos de largo, el ancho de la casa, y diez de fondo por delante de la casa.
4 Hizo en la casa ventanas enrejadas.
5 Levantó un edificio lateral en torno del “hecal” y del “debir” haciendo cámaras laterales todo en derredor.
6 El piso inferior era de cinco codos de ancho; el de en medio, de seis codos de ancho, y el tercero, de siete codos, pues había hecho retallos en el muro por fuera para no tener que empotrar en los muros."
7 Cuando se construyó la casa, hízose de piedras ya labradas, de modo que durante la edificación no se oyó allí el golpe del martillo, ni el del pico, ni de ningún otro instrumento de hierro.
8 La puerta de entrada a las habitaciones del piso inferior estaba al costado derecho de la casa, y por un caracol se subía al del medio, y de éste al tercero.
9 Cuando hubo acabado de edificar la casa, la cubrió con artesonado de cedro.
10 A cada uno de los pisos de habitaciones que rodeaban la casa les dio cinco codos de altura y los unió a la casa con vigas de cedro.
11 Entonces dirigió la palabra Yahvé a Salomón, diciendo:
12 “Tú estás edificando esta casa. Si guardas mis leyes y pones por obra mis mandamientos, y guardas y observas todos mis preceptos, yo cumpliré contigo mi palabra, la promesa que hice a David, tu padre,
13 y habitaré en medio de los hijos de Israel y no abandonaré a mi pueblo, Israel.”
14 Así, pues, edificó Salomón la casa y la terminó.
15 Revistió Salomón los muros de la casa al interior con planchas de cedro, desde el suelo hasta el techo, revistiendo así de madera todo el interior; y el suelo lo revistió de planchas de ciprés."
16 Revistió también de planchas de cedro los veinte codos del fondo de la casa, desde el suelo, todo lo alto de los muros, reservando este espacio para el “debir.”
17 Los cuarenta codos de delante constituían el “hecal” delante del “debir.”
18 El revestimiento interior del cedro iba tallado por entalladuras de flores abiertas y en botón, y todo era cedro, sin que se viera nada de piedra.
19 Dispuso dentro, en lo más interior de la casa, el “debir” para el arca de la alianza de Yahvé.
20 El “debir” tenía veinte codos de largo, veinte codos de ancho y veinte de alto, y lo revistió de oro purísimo. Hizo un altar de madera de cedro
21 para delante del santuario, y lo recubrió de oro puro.
22 Toda la casa la recubrió de oro puro de arriba abajo, y recubrió también de oro todo el altar que estaba ante el santuario (debir).
23 Hizo en el santuario dos querubines de madera de olivo. La altura de uno era de diez codos, e igualmente de diez codos la del otro.
24 Cinco codos era el largo de una de las alas del querubín y cinco el de la otra, haciendo en todo diez codos, desde la punta de una ala hasta la punta de la otra.
25 El segundo querubín tenía también diez codos.
26 La medida y la forma eran las mismas para ambos querubines.
27 Puso los querubines en medio de la casa, en el espacio interior. Tenían las alas desplegadas, y la punta del ala del primero tocaba al uno de los muros, y la punta del ala del segundo al otro muro, tocándose una a otra las otras dos alas en el medio de la casa.
28 También cubrió de oro los querubines.
29 Hizo esculpir todo en torno de la casa, en los muros, por dentro y por fuera, querubines, palmas y guirnaldas de flores.
30 También recubrió de oro el piso de la casa, lo mismo en el espacio interior que en el exterior.
31 A la entrada del santuario (debir) hizo una puerta de dos hojas, de madera de olivo, y el dintel y las jambas eran de cinco esquinas.
32 Las dos hojas eran de madera de olivo y talladas con entalladuras de querubines, palmas y botones de flores; y todo, querubines, palmas y botones de flores, cubierto de oro."
33 Hizo igualmente para las puertas de entrada del templo (hecal) postes de madera de olivo cuadrados.
34 Ambas puertas eran de madera de ciprés, de dos hojas giratorias la una y de dos hojas giratorias la otra.
35 Hizo esculpir en ellas querubines, palmas y botones de flor, y todo lo recubrió de oro.
36 Hizo también el atrio interior, de tres órdenes de piedras labradas, y uno de vigas de cedro.
37 El año cuarto, el mes de Ziv, quedaron puestos los cimientos de la casa de Yahvé;"
38 y el año undécimo, el mes de Bul, que es el octavo mes, estaba terminada en todas sus partes y con todo lo necesario. La construyó en el espacio de siete años.

Patrocinio

 
 

Introducción a I Reyes

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;
Reyes.

Introducción.

Título.
La historia de Israel desde los últimos años de David hasta la cautividad de Babilonia, unos cuatro siglos, se narra en los libros que la Biblia hebraica llama 1 y 2 de los Reyes, que corresponden a 3 y 4 de los Reinos (LXX) o de los Reyes (Vulgata). En los comienzos, los mencionados libros formaban uno solo, de lo que dan fe Orígenes (PG 12:1084), Eusebio (PL 20,581) y San Jerónimo (PL 28,558-559). La división en dos partes iguales aproximadamente empezó con D. Bomberg (Venecia 1517). Esta división es artificial.

Texto.
El texto original hebraico del libro se ha conservado medianamente bien. A los textos masoréticos cabe añadir ahora el de los fragmentos de Jirbet Qumrán, que facilitarán la labor de crítica textual. Con el texto masorético andan de acuerdo la versión siríaca Peshitta y la Vulgata.

Versiones griegas.
De la versión de los LXX existe un texto prehexaplar, representado por el códice B, y otro posterior a Orígenes, que se halla en A. Los textos de Jirbet Qumrán son más afines al texto griego que al masorético, presentando lecciones propias, omisiones y trasposiciones. Es digno de mención el texto griego de Luciano, que a veces se aparta del texto masorético. Con él concuerda la Vetus Latina. En las ediciones críticas de Sweete, Rahlfs y en la de Broo-ke-McLean-Thackeray se da preferencia a los textos  y A.

Contenido.
El libro (o libros) de los Reyes puede dividirse en tres partes: i) Últimos años de David y reinado de Salomón (c.1-11). 2) Existencia de los reinos de Israel y de Judá (1 Re c.12-2 Re c.1y). 3) El reino de Judá desde la caída de Samaría hasta la destrucción de Jerusalén (2 Re c. 18-25). En el período de existencia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel cabe distinguir: i) el período de hostilidades, que en Israel empieza con Jeroboam (1 Re c. 12-14:30) y termina con Omrí (1 Re 16:23-28); 2) período de amistad: Asa-Omrí; Josafat-Ajab; Joram-Ocozías; Joram-Joram; Ocozías-Joram (1 Re 16:29-2 Re 8:29); 3) el segundo período de relaciones tensas, desde Jehú en Israel y Atalía en Judá hasta la caída de Samaría en 722, en el año quinto de Oseas, rey de Israel.

Fecha de composición.
Para fijarla se dispone de criterios internos. Del texto se entresacan indicios que sugieren la composición del libro antes del exilio (1 Re 8:8; 9:21; 12:19; 2 Re 8:22; 16:6). La insistencia con que los profetas anuncian que no faltará nunca una lámpara en el trono de David se comprende mejor en tiempos anteriores al exilio (1 Re 11:26; 15:4; 2 Re 8:19). Por otra parte, otros textos suponen un origen posterior a la cautividad (2 Re c.24-25; 1 Re 4:24, etc.).
Una antigua tradición hebraica (Baba Bathra 14b) atribuía el libro a Jeremías a causa de las afinidades literarias e ideológicas del libro con la profecía de Jeremías. A esto se opone que el profeta inauguró su ministerio el año 13 de Josías (627), de lo que se infiere que hacia el año 561 contaba con una edad que oscilaba entre los noventa y los cien años. Además, la pretendida afinidad existe preferentemente en los capítulos 24-25 del segundo libro, que no formaban parte del texto primitivo. Según De Vaux, la composición hízose por etapas. Una primera redacción tuvo lugar entre el año 621 (2 Re 22:8ss) y el primer sitio de Jerusalén en 598. Su autor residía en Jerusalén; era probablemente sacerdote y entusiasta decidido de la reforma religiosa. Del libro hízose una segunda edición durante el exilio, o bien después del año 562, si se le atribuye 2 Re 25:22-30, o algo antes, en el caso de que el libro terminase con 2 Re 25:21. En esta segunda redacción el autor añadió la historia hasta el último rey de Judá, manteniéndose dentro de la misma línea deuteronómica, aunque el hecho de la ruina de Jerusalén le obliga a mostrarse más severo para con Judá, lo que le llevó a revisar algunos pasajes anteriores. Es visible su mano en 2 Re 21:7-15; 22:16-17. En realidad, ambos reinos son culpables (2 Re 17:7-20); pero también Israel se beneficia de la misericordia divina (2 Re 13:4-5.23). Durante el exilio se hicieron al libro otros retoques, tales como, probablemente, 2 Re 25:22-30. Después del exilio amplióse la oración de Salomón (1 Re 8:41-51). Pequeños detalles son posteriores a la traducción griega (200-150 a.C.).
De lo dicho se infiere que es opinión común entre los católicos que la composición definitiva del libro efectuóse durante el exilio, y más probablemente después del mismo. La finalidad histórico-religiosa del autor lo confirma,

Fin del autor sagrado.
A los pocos renglones de lectura cae el lector en la cuenta de que el libro tiende a probar que todos los males que han azotado a Israel y Judá son efecto de la infidelidad de los reyes y del pueblo al pacto de la alianza (2 Re 23:27). Como padre comportóse Dios para con su pueblo, ya premiando su conducta cuando seguía por las sendas del bien o castigándole en caso de desvío religioso, dispuesto siempre a perdonarle en caso de arrepentimiento. Por entregarse a la idolatría desapareció el reino de Israel; en cuanto al de Judá, le castigó Dios con la deportación a Babilonia, pero no lo destruyó totalmente a fin de mantener en pie la promesa del trono eterno hecha a David. Los libros de los Reyes pueden considerarse como un comentario a la profecía de Natán (2 Sam 7:12-16). Gomo se desprende de lo dicho, no quiere el autor sagrado escribir todo lo sucedido desde todos los puntos de vista en Israel y Judá desde la muerte de David hasta el exilio de Babilonia, sino más bien entresacar de la historia de Israel y Judá de aquellos cuatro siglos algunos hechos característicos que son sostén y base de la tesis religioso-histórica que intenta probar.

Fuentes de información.
El autor último inspirado echó mano de algunas fuentes históricas preexistentes para componer su libro. A veces las cita explícitamente, otras las utiliza sin que dé testimonio de ello. Las fuentes que cita son: 1) Libro de los hechos de Salomón (1 Re 11:41); 2) Libro de las Crónicas de los reyes de Judá (1 Re 14:29, etc.); 3) Libro de las Crónicas de los reyes de Israel (1 Re 14:19, etc.). Estos libros, o bien eran crónicas oficiales de los mencionados reinos 1, o escritos de algún sacerdote o profeta que consultó los archivos reales.
En cuanto a las fuentes implícitas, es difícil precisar su número e importancia en el escrito. Se distinguen comúnmente: 1) Historia de la familia de David (1 Re c.1-2); 2) Escrito sacerdotal (1 Re c.6-7); 3) Historia de Elías, de la que existen dos o más versiones; 4) Historia de Elíseo, menos homogénea todavía que la de Elías; 5) Escritos de origen pro/ético; 6) otras fuentes de procedencia indeterminada; 7) el archivo real, de donde, por ejemplo, procede la lista de ministros y prefectos de Salomón (1 Re 4:2-19).
Puede discutirse sobre el número de fuentes históricas que consultó el autor sagrado y sobre el grado en que las utilizó, modo en que lo hizo, si eran o no escritas; pero todos convienen en que el autor no las transcribió totalmente, sino que seleccionó aquello que conducía a probar su tesis.

Esquematismo histórico.
La historia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel se dispone conforme al esquematismo siguiente: 1) nombre del nuevo rey, de sus padres y el año correspondiente al soberano contemporáneo de Israel o de Judá (1 Re 22:41, etc.); 2) edad del nuevo monarca y años que reinó (1 Re 22:42); 3) mención de algún hecho notable, remitiendo para un informe más amplio a determinadas fuentes (1 Re 16:8-14, etc.); 4) dictamen sobre el comportamiento religioso y cultual del rey; 5) noticia sobre la muerte y sepultura del rey y nombre del sucesor. Un esquema parecido se sigue para los monarcas de Judá desde la caída de Samaría hasta la cautividad. Dentro de los límites del rígido esquematismo, habla de la única dinastía reinante en Judá y de las nueve que se sucedieron en Israel: 1) Jeroboam-Nadab (931-909); 2) Baasa-Ela (909-885); 3) Zimbri (885); 4) Omrí-Ajab-Ócozías-Joram (885-841); 5) Jehú-Joacaz-Joás-Jeroboam II-Zacarías (841-743); 6) Selum (743); 7) Menajem-Pe-cajya (743-737); 8) Pecaj (737-732); 9) Oseas (732-724).

Historia religiosa.
Este compendio histórico tiene un acentuado carácter religioso, peí reinado de Salomón pone de relieve su sabiduría y prosperidad económica, por considerar todo ello como premio y bendición de Dios por la conducta religiosa y cultual del monarca. Esta prosperidad es efecto del temor de Dios: Rico serás si temes a Dios y te apartas de todo pecado y haces lo que le es grato (Tob 4:21).
A partir de la división del reino condena el autor la conducta de todos los reyes de Israel, diciendo de ellos que hicieron el mal a los ojos de Yahvé, siguiendo los pecados de Jeroboam (2 Re 13:2; 15:26-34, etc.); incluso de Zimbri, que reinó siete días, se dice: Y murió por los pecados que él había cometido, haciendo lo malo a los ojos de Yahvé y marchando por los caminos de Jeroboam y dándose a los pecados que Jeroboam había cometido para hacer pecar a Israel (1 Re 16:19). Oseas hizo lo malo a los ojos de Dios, aunque no tanto como los reyes de Israel que le precedieron (2 Re 17:2). De los reyes de Judá, unos reciben plena aprobación por su conducta y por haber quitado los lugares altos (2 Re 18:3-4; 22:2), a otros se les reprocha no haber procurado la unidad de santuario (1 Re 15:11-14; 22:43-44; 2 Re 12:3-4). Severo juicio merecen los reyes que obraron el mal a los ojos de Yahvé, siguiendo el ejemplo de Ajab (2 Re 8:18), o se entregaron a la idolatría (2 Re 21:2; 22:21-22). Esta finalidad primaria del autor le llevó a pasar por alto multitud de hechos importantes que sucedieron durante los reinados de Omrí, Jeroboam II, Ajab, etc. Los hechos que se recogen se relacionan con cuestiones religiosas.
Más que una historia propiamente dicha, el libro de los Reyes es una compilación histórica y una interpretación religiosa de la historia. La conducta de los reyes es juzgada de conformidad a las leyes del Deuteronomio, cuyos principios fundamentales son: un solo Dios, un solo santuario. Los santuarios yahvísticos provinciales deben desaparecer (Deut c.12). Reflexiones, expresiones e ideas deuteronómicas hállanse esparcidas a lo largo y ancho del libro (1 Re 8:23; 29; 33-37; 53). Fórmulas deuteronómicas: 1 Re 2:2; 8:23-61. Fórmulas de Jeremías: 1 Re 9:7-8; 2 Re 17:13-20; 21:9-16; 22:16-19; 24:3-4 2.

Valor histórico del libro.
El autor del libro refiere fielmente ciertos hechos conducentes a probar su tesis; no escribe una historia completa, sino preferente-niente la historia religiosa de los reinos de Israel y de Judá. Dice Garofalo que la obra del autor es un trabajo de tesis, bastante parecido al que compuso Lactancio en su obra De mortibus persecutorum, en el cual no debe buscarse la historia económica, social y política de los dos reinos, sino la presencia de Dios, que dirige todos los acontecimientos terrenos y da premio o envía el castigo según el mérito o demérito. En el fondo, añade, la historia del libro de los Reyes es una historia vista con los ojos de Dios.

El libro de los Reyes en el marco de la historia universal.
En el comentario hemos tratado siempre de encuadrar la historia del pueblo judío dentro del marco de la historia universal; a él remitimos. Basta anotar aquí que, además de los pueblos circunvecinos, influyeron en Israel los imperios de Egipto, Babilonia y Asiría. Sheshonq fundó la XX dinastía hacia los años 950-929; Salmana-sar III, rey de Asiría, hizo sentir su presencia en Occidente; en 853 tuvo lugar la batalla famosa de Qarqar. Otros tres reyes asirios pesaron sobre el reino del Norte: Teglatfalasar III (745-727), Salmanasar V (726-722), Sargón (721-705). Sobre Judá actuaron: Senaquerib (704-681), Asaraddón (680-669), Asurbanipal (668-628). Funesto para Judá fue sobre todo el rey de Babilonia Nabucodonosor (605-562). Ambas historias se completan, pero no se contradicen.

Cronología.
Es un punto difícil de resolver; San Jerónimo renunció a solucionar este problema. Modernamente son muchos los autores que se dedican a esta tarea, habiendo logrado alentadores resultados, aunque no hayan logrado conclusiones definitivas. Las dificultades que engendran los datos cronológicos proceden de múltiples causas; a veces las fuentes utilizadas traían datos inexactos; otras veces se han interpretado mal ciertos datos; algunas corregencias han provocado la adición de cifras que sólo corresponden en parte al monarca contemporáneo. Algunos datos cronológicos de Asiría dan luz sobre la cronología del libro de los Reyes:

853: Batalla de Qarqar, reinando Ajab en Israel.
841: Tributo de Jehú.
738: Tributo de Menajem.
732: Empieza el reinado de Oseas.
721: Toma de Samaría.
701: Invasión de Senaquerib.
598: Primera deportación de Judá.
587: Caída de Jerusalén.

Los años del reinado de los reyes de Israel y de Judá que damos en el comentario son aproximados.

Doctrina religiosa.
Hemos hecho notar el carácter religioso de la historia que se narra en nuestro libro. Su autor tiene puesta su mirada en el templo de Jerusalén, el santuario donde tiene su asiento Yahvé; en él debe concentrarse el culto que se le debe. En todo el libro se recuerda que sólo existe un Dios: Yahvé; un solo santuario legítimo: el templo de Jerusalén. Pero, aunque Yahvé tenga su asiento en Jerusalén, domina aun fuera de los límites de Palestina; tiempo vendrá en que todas las naciones reconocerán a Yahvé por único Dios (1 Re 8:60). Dios no admite rivales, que nada son; exige que se guarden sus mandamientos y leyes; a los fieles les premiará aun en vida; a los que le abandonan castigará. Pero no quiere Dios la muerte del pecador ni la ruina de la nación que ha tomado bajo su protección. En último término es el hombre el que teje su porvenir feliz o desgraciado; es el pueblo judío el que labra su destino, el que prepara la caída de Samaría y la de Jerusalén.

1 J. A. Montgomery, Archíval Data in the Book ofKings: JBL 53 (1924) 46-52.
2 A Robeft, Historique (Genres): DBS 14-15.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

Patrocinio

Notas

I Reyes 6,1-38

Construcción del templo de Jerusalén.
E ste hecho tiene una importancia extraordinaria en la historia de Israel. Todos los santuarios particulares (Betel, Gabaón, Rama) perdían con el nuevo templo su importancia. En tiempos de David tendiase a una unificación nacional política y administrativa, dejándose subsistir por razones diplomáticas el santuario de Gabaón, al lado del de Jerusalén. Al levantar Salomón el templo de Yahvé, Lograba la unificación cultural y religiosa, no permitiéndose en adelante ofrecer sacrificios fuera de Jerusalén (Deu_12:5). El pecado mayor de las tribus del norte fue contravenir esta disposición sobre el santuario. Después del exilio, los judíos de Egipto levantaron un templo en Elefantina, y más tarde (siglo II a.C.) otro en Leontópolis. Pero estas tentativas de escisión fueron siempre condenadas en Israel.
Levantóse el edificio al norte de la ciudad de David, en los terrenos de una antigua era perteneciente al jebuseo Areuna (2Sa_24:2055), llamado también Orna (2Cr_3:1). El altar de los sacrificios se levantaba sobre la llamada Roca Santa, que ocupa el centro de la rotonda de la actual mezquita de Ornar. Para otros, el santo de los santos estaba emplazado en el lugar que ocupa la mencionada Roca.
Toda la presente narración presenta graves dificultades textuales, debidas a la corrupción del texto masorético y a las diferencias existentes entre éste y la versión de los LXX, con todas sus recensiones. El texto original no se ha conservado en el mismo orden que tenía originalmente; lo que ha dado lugar a interrupciones, a relatos ilógicos y a frases ininteligibles. Damos a continuación el orden de los versículos tal como se cree estaban en el texto primitivo: 1; 2; 19; 16b; 17; 20ª; 3-10; 15; 16ª; 18; 29; 21; 20b; 22; 30; 23ª; 26; 23b; 24-25; 27; 28; 31-36; 11-14; 37-38.

Indicación cronológica (2Cr_6:1).
1 El año cuatrocientos ochenta después de la salida de los hijos de Israel de Egipto, el cuarto año del reinado de Salomón sobre Israel, el mes de Ziv, que es el segundo mes, comenzó a edificar la casa de Yahvé.

El texto masorético afirma que la obra del templo dio comienzo el año 480 después de la salida de Egipto, correspondiente al cuarto año del reinado de Salomón. Esta última fecha se encuentra también en la Vulgata y en la versión de Símmaco. Los LXX reducen los años a 440; Flavio Josefo los hace remontar a 592. Pero cabe preguntar: ¿En qué fecha tuvo lugar la salida de los israelitas de Egipto? Ya hemos visto en la introducción al libro de Josué que existen dos hipótesis principales: una que pone el éxodo hacia los años 1440 a.C.; una segunda señala el siglo XIII, en tiempos de la XIX dinastía. Los partidarios de la primera hipótesis hallaban el argumento principal en nuestro texto al decir que tan grande acontecimiento tuvo lugar el año cuarto del reinado de Salomón. Ahora bien, este año coincide aproximadamente con 968, lo que sugiere el año 1445 como fecha del éxodo. Pero es éste un argumento frágil por tener el número 480 carácter simbólico, como puso de relieve el P. Lagrange l. En definitiva, el número 480 debe considerarse como dato cronológico accidental y precario. 2 El mes segundo es llamado Ziv, nombre fenicio y cananeo, y corresponde al segundo mes de la primavera (marzo-abril).

Dimensiones del templo y ventanas (2Cr_6:2-4).
2 Tenía la casa que Salomón edificó a Yahvé sesenta codos de largo, veinte de ancho y treinta de alto. 3 El vestíbulo (ulam), delante del templo (hecal) de la casa, era de veinte codos de largo, el ancho de la casa, y diez de fondo por delante de la casa. 4 Hizo en la casa ventanas enrejadas.

El templo era un edificio rectangular, construido en dirección este-oeste, que se dividía en tres partes principales: el vestíbulo o pórtico (ulam) una grande sala (hecal), lugar que más tarde se llamó convencionalmente el santo, y el santuario íntimo (debir), o santo de los santos.
El pórtico (LXX, ailam, Eze_40:7, del babilonio ellamu = que está delante) comprende la parte anterior del templo propiamente dicho. Medía 20 por 10 codos, o sea, 11 metros de ancho por 5:50 de largo; se desconoce su altura, creyéndose que la cifra de 120 codos de alto que señala 2Cr_3:4 está equivocada. Se entraba al ulam o pórtico por una doble puerta.
Del ulam se pasaba al hecal (heikal, del babilónico ekallu, palacio; e-gal = casa grande en sumero) por una doble puerta de madera de ciprés (v.33). Era ésta la gran sala donde se desarrollaba el culto. Medía 40 codos de largo, 20 de ancho y 30 codos de altura; en total, unos 15 metros cuadrados. Las medidas se dan en codos, cuyo valor preciso no puede determinarse; lo único que se puede afirmar es que el codo equivalía a algo más de medio metro. Existían el llamado codo menor, correspondiente a 45 centímetros, y el mayor, que se utilizaba en las grandes construcciones sagradas, a 55 centímetros.
En el v.4 aparece la palabra shekufim, que deriva de una raíz verbal que significa mirar desde lo alto. Estas ventanas hallábanse en la parte superior del muro del santo y tenían la finalidad de alumbrar y permitir la renovación del aire de la gran sala del culto. Galling supone que se abrieron ventanas tanto en los muros que daban sobre la puerta como en los laterales. Las ventanas estaban provistas de rejas.

Cantaras laterales (2Cr_6:5-10).
5 Levantó un edificio lateral en torno del hecal y del debir haciendo cámaras laterales todo en derredor. 6 El piso inferior era de cinco codos de ancho; el de en medio, de seis codos de ancho, y el tercero, de siete codos, pues había hecho retallos en el muro por fuera para no tener que empotrar en los muros. 7 Cuando se construyó la casa, hízose de piedras ya labradas, de modo que durante la edificación no se oyó allí el golpe del martillo, ni el del pico, ni de ningún otro instrumento de hierro. 8 La puerta de entrada a las habitaciones del piso inferior estaba al costado derecho de la casa, y por un caracol se subía al del medio, y de éste al tercero. 9 Cuando hubo acabado de edificar la casa, la cubrió con artesonado de cedro. 10 A cada uno de los pisos de habitaciones que rodeaban la casa les dio cinco codos de altura y los unió a la casa con vigas de cedro.

Junto a las paredes del hecal y del debir se construyeron cámaras para alojar el personal al servicio del templo. En el ? .6 aparece por primera vez el término debir, que designaba el lugar llamado santísimo (Sancta Sanctorum). San Jerónimo, siguiendo a Aquila y Sírnmaco, traduce la palabra por oraculum, aunque muestre preferencia por locutorium (PL 26:476), derivándola de dabar = hablar. Pero el término debir viene de la raíz dbr = lo que está detrás. Parece que del hecal se entraba al debir subiendo un escalón. Ninguna ventana iluminaba el lugar, cerrado por una puerta que raramente se abría. En realidad habitaba Yahvé en la oscuridad (8:12).
Después del v.7 vuelve el texto a ocuparse de las habitaciones de los alrededores del templo señalando la entrada a las mismas. La puerta de entrada de la planta baja se encontraba al costado derecho, es decir, al sur. Por unas escaleras (lubim) internas o externas, en forma de caracol, se subía a las habitaciones del primero y segundo piso. En el v.10 se señala la altura de este edificio, correspondiendo a cada piso una equivalente a 2:70 metros, siendo la altura total de 8,50. Por encima de estas edificaciones laterales divisábase el muro del hecal y del debir, que las sobrepasaba en algunos metros. Se cree comúnmente que estos edificios, además de servir de alojamiento a los sacerdotes y empleados del templo, eran utilizados para almacenes, depósitos, etc.

Manifestación divina (6:11-13).
11 Entonces dirigió la palabra Yahvé a Salomón, diciendo: 12 Tú estás edificando esta casa. Si guardas mis leyes y pones por obra mis mandamientos, y guardas y observas todos mis preceptos, yo cumpliré contigo mi palabra, la promesa que hice a David, tu padre, 13 y habitaré en medio de los hijos de Israel y no abandonaré a mi pueblo, Israel.

Esta perícopa está desplazada de su contexto. En el curso de la obra parece que Dios quiere animar a Salomón a terminarla. Con expresiones que se inspiran en Lev_18:4; Lev_26:11, y sobre todo en Deu_11:22; Deu_19:9; Deu_28:9, le recuerda que no basta el templo material para obligar a Dios a fijar su morada en medio del pueblo y a comprometerse a siendo necesario guardar sus leyes, practicar sus mandamientos y cumplir todos y cada uno de los preceptos defenderlo de sus enemigos,. Entonces cumplirá también Dios lo que prometió a David, su padre, por medio del profeta Natán (2Sa_7:13-15). Esta narracion parece ser una glosa; no se halla en la versión griega.

Ornamentación interior (2Sa_6:14-22).
14 Así, pues, edificó Salomón la casa y la terminó. 15 Revistió Salomón los muros de la casa al interior con planchas de cedro, desde el suelo hasta el techo, revistiendo así de madera todo el interior; y el suelo lo revistió de planchas de ciprés.16 Revistió también de planchas de cedro los veinte codos del fondo de la casa, desde el suelo, todo lo alto de los muros, reservando este espacio para el debir.17 Los cuarenta codos de delante constituían el hecal delante del debir. 18 El revestimiento interior del cedro iba tallado por entalladuras de flores abiertas y en botón, y todo era cedro, sin que se viera nada de piedra. 19 Dispuso dentro, en lo más interior de la casa, el debir para el arca de la alianza de Yahvé.20 El debir tenía veinte codos de largo, veinte codos de ancho y veinte de alto, y lo revistió de oro purísimo. Hizo un altar de madera de cedro 21 para delante del santuario, y lo recubrió de oro puro. 22 Toda la casa la recubrió de oro puro de arriba abajo, y recubrió también de oro todo el altar que estaba ante el santuario (debir).

Los muros del interior fueron recubiertos con planchas de cedro, empleándose la madera de ciprés para la pavimentación. En el interior no eran visibles las piedras de los muros. Ya hemos dicho que del hecal se entraba en el debir, la parte posterior del edificio, lugar santísimo, que medía 10,50 metros de largo, ancho y altura. En este lugar santísimo, oscuro y en forma de cubo, debía colocarse el arca de la alianza, dentro de la cual se conservaban las tablas donde estaban escritas las condiciones de la alianza de Yahvé con su pueblo. En el debir, lugar santísimo (Exo_26:33), residía la divinidad. El acceso a este lugar se hacía a través de una puerta de dos hojas, de madera de olivo (v.31). Todo su interior estaba revestido de oro. Delante de la puerta, al exterior, se levantó el altar de los perfumes (Exo_30:31-36), de madera de cedro. No tenía entonces el oro el valor que ha alcanzado hoy; los doradores empleaban hojas de oro, que aplicaban sobre la superficie.

Los querubines (Exo_6:23-28).
23 Hizo en el santuario dos querubines de madera de olivo. La altura de uno era de diez codos, e igualmente de diez codos la del otro. 24 Cinco codos era el largo de una de las alas del querubín y cinco el de la otra, haciendo en todo diez codos, desde la punta de una ala hasta la punta de la otra. 25 El segundo querubín tenía también diez codos.26 La medida y la forma eran las mismas para ambos querubines. 27 Puso los querubines en medio de la casa, en el espacio interior. Tenían las alas desplegadas, y la punta del ala del primero tocaba al uno de los muros, y la punta del ala del segundo al otro muro, tocándose una a otra las otras dos alas en el medio de la casa. 28 También cubrió de oro los querubines.

En el debir ocupaba un lugar destacado el arca de la alianza, sobre cuyas extremidades había dos querubines de oro con las alas extendidas (Exo_25:18-22; Exo_37:8-9; Num_7:89; 2Cr_3:10-13). Además de éstos, se modelaron otros dos con madera de olivo salvaje (shemen), Deu_5:25 metros, cuya configuración externa correspondía probablemente a cuadrúpedos alados con cabeza humana. Las grandes alas desplegadas de los querubines ocupaban toda la anchura del debir, en cuyo centro estaba el arca.
La palabra querubín viene del acádico karabu = bendecir, y particularmente del participio karibu, que era el término técnico para designar una divinidad de segunda categoría que intercedía por los hombres delante de los dioses supremos. Los querubines que se mencionan en la Biblia tienen diversas misiones. Los dos querubines del arca, que con sus alas desplegadas tapaban el cap-poreth, el propiciatorio, crearon la expresión bíblica de que Dios habla en medio de dos querubines (Exo_25:18-20; Exo_37:8). Significan ellos la presencia de Dios, que tiene su trono sobre los querubines (1Sa_4:4; 2Sa_6:2; Is 37.16; Sal_80:2; Sal_99:1). Con estos dos querubines pueden relacionarse los de madera de olivo colocados en el debir, de pie y con los rostros vueltos a la entrada de la casa (2Cr_3:13), considerados como guardianes y custodios del santuario. La misión de los querubines bíblicos coincide en líneas generales con la que tenían en la antigüedad pagana. Los querubines alados del cenotafio de Setis I tienen mucho parecido con los querubines del arca. De la misma manera pueden éstos relacionarse con los dos genios que, uno frente a otro, de pie o de rodillas, se ven en los muros exteriores del naos, o cofre sagrado de los templos egipcios, y también con los cuatro dioses que con los brazos abiertos y alas desplegadas protegen el sarcófago de Tutankamon.
Pero, aunque existan analogías externas entre los querubines paganos y los bíblicos, sin embargo, cabe tener presente que estos últimos son de género indefinido, en tanto que en Egipto se habla de genios masculinos y femeninos. En la Biblia no se les rinde culto; están al servicio de Dios, sujetos a El y simbolizando su presencia. Su misión primaria es atestiguar que Dios está allí presente. Ningún atributo divino se les reconoce; no se les adora ni se les considera como protectores o mediadores entre Dios y los hombres. Los querubines son humildes servidores del Dios de Israel. La tradición les concederá un lugar entre la jerarquía angélica. Concretándonos a los querubines del arca, puede admitirse que los israelitas, en contra de la ley que les prohibía hacer imágenes y figuras (Exo_20:4; Deu_5:8), los representaron inspirándose en los karibi de Egipto, que, a su vez, fueron importados de Mesopotámia. Su misión principal en el templo era la de simbolizar la presencia divina y custodiar el lugar sagrado 3.

Muros y pavimentos (Deu_6:29-30).
29 Hizo esculpir todo en torno de la casa, en los muros, por dentro y por fuera, querubines, palmas y guirnaldas de flores. 30También recubrió de oro el piso de la casa, lo mismo en el espacio interior que en el exterior.

En torno de la casa, en los muros del debir (interior) y del hecal (exterior), hizo grabados de esculturas, que representaban querubines, palmas y guirnaldas de flores. La misma decoración se empleó en las hojas de las puertas.32:35). Conforme al estilo de los tiempos (v.22:30; 2Cr_3:5-7), cabe admitir exageraciones hiperbólicas en el uso del oro, aunque no le faltaba este metal a. Salomón (2Cr_10:14-15).

Puertas y atrio (2Cr_6:31-36).
31 A la entrada del santuario (debir) hizo una puerta de dos hojas, de madera de olivo, y el dintel y las jambas eran de cinco esquinas. 32 Las dos hojas eran de madera de olivo y talladas con entalladuras de querubines, palmas y botones de flores; y todo, querubines, palmas y botones de flores, cubierto de oro. 33 Hizo igualmente para las puertas de entrada del templo (hecal) postes de madera de olivo cuadrados. 34 Ambas puertas eran de madera de ciprés, de dos hojas giratorias la una y de dos hojas giratorias la otra. 35 Hizo esculpir en ellas querubines, palmas y botones de flor, y todo lo recubrió de oro. 36 Hizo también el atrio interior, de tres órdenes de piedras labradas, y uno de vigas de cedro.

La puerta del debir era de madera de olivo silvestre, y el dintel tenía forma angular. La puerta del hecal era cuadrangular, de madera de ciprés, con dos hojas giratorias, lo que permitía a los sacerdotes la entrada para el servicio cotidiano sin necesidad de abrir todo el portal. Fuera y alrededor del templo había un atrio cuadrangular (Exo_27:29), que, en oposición a otro mayor, llamóse atrio (haser) interior o sacerdotal (2Cr_4:9). En medio estaba el altar de los holocaustos, y a los lados lo necesario para los ritos sacrificiales. Nos lo podemos representar como un cercado con un muro semejante a los otros, de tres hiladas de piedra y una de vigas de cedro para mayor consistencia4.

Duración de los trabajos (2Cr_6:37-38).
37 El año cuarto, el mes de Ziv, quedaron puestos los cimientos de la casa de Yahvé; 38 y el año undécimo, el mes de Bul, que es el octavo mes, estaba terminada en todas sus partes y con todo lo necesario. La construyó en el espacio de siete años.

Empezada la obra en el mes segundo (ziv) del cuarto año de Salomón, fue acabada en el mes de bul (octubre-noviembre) del año II, de lo que se desprende que los trabajos duraron exactamente seis años y medio. En el texto se emplea una cifra redonda, de valor altamente simbólico. De lo dicho se deduce que la construcción procedió lentamente. No deben urgir se demasiado las analogías del mismo con los templos de Egipto y de Mesopotamia.
El ideal sería disponer de un templo fenicio del siglo X a. de C.; pero hasta el momento no ha aparecido ninguno. Algunos invocan el santuario de Tainat (siglo IX), en la Siria septentrional, entre Alepo y Antioquía, en que figura la división tripartita del edificio sagrado.