II Reyes  13 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 25 versitos |
1 El año veintitrés de Joás, hijo de Ocozías, rey de Judá, comenzó a reinar Joacaz, hijo de Jehú, en Samaría, y reinó diecisiete años.
2 Hizo el mal a los ojos de Yahvé y siguió los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, con que hizo pecar a Israel, y no se apartó de ellos.
3 Encendióse el furor de Yahvé contra Israel, y los entregó en manos de Jazael, rey de Siria, y en manos de Ben Hadad, hijo de Jazael, todo el tiempo que estos reyes vivieron.
4 Joacaz imploró a Yahvé, y Yahvé le oyó, pues vio la opresión en que los reyes de Siria tenían a Israel.
5 Se. paró a Israel un libertador, que les sacó de las manos de los sirios, y habitaron en sus tiendas como antes;"
6 pero no se apartaron de los pecados de la casa de Jeroboam, que había hecho pecar a Israel, sino que se dieron a ellos, y aún una “asera” quedaba erigida en medio de Samaría.
7 De todo el ejército que tenía Joacaz no le dejó Yahvé más que cincuenta caballeros, diez carros y diez mil infantes, porque el rey de Siria los había aniquilado, como si los redujera a polvo.
8 El resto de los hechos de Joacaz, cuanto hizo, sus hazañas, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
9 Joacaz se durmió con sus padres y fue sepultado en Samaría. Le sucedió Joás, su hijo.
10 El año treinta y siete de Joás, rey de Judá, comenzó a reinar Joás, hijo de Joacaz, en Israel, en Samaría, y reinó dieciséis años.
11 Hizo el mal a los ojos de Yahvé, y no se apartó de ninguno de los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, que había hecho pecar a Israel, sino que se dio a éstos como él.
12 El resto de los hechos de Joás, cuanto hizo, sus hazañas, y la guerra contra Amasias, rey de Judá, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
13 Joás se durmió con sus padres, y le sucedió Jeroboam. Joás fue sepultado en Samaría con los reyes de Israel.
14 Enfermó Elíseo de la enfermedad de que murió, y Joás, rey de Israel, bajó a verle, lloró sobre él, y dijo: “¡Padre mío, padre mío! ¡Carro de Israel y su auriga!”
15 Elíseo le dijo: “Toma tu arco y unas flechas.” El tomó arco y flechas.
16 Luego dijo Elíseo al rey de Israel: “Pon tus manos en el arco.” Y él las puso, y puso Elíseo las suyas sobre las del rey.
17 Luego añadió: “Abre la ventana que da al oriente.” Abrióla, y Elíseo le dijo: “Dispara”; y disparó. Elíseo exclamó: “Es una flecha de liberación de Yahvé; es una flecha de liberación contra Siria. Tú batirás a los sirios en Afee hasta exterminarlos.”
18 Elíseo le dijo nuevamente: “ Toma las flechas.” El las tomó, y Elíseo le mandó: “Hiere la tierra”; y el rey la hirió tres veces, y se detuvo."
19 El hombre de Dios se irritó contra él, y le dijo: “Debieras haber herido cinco o seis veces, y entonces hubieras llegado a batir a los sirios hasta la exterminación; ahora sólo tres veces los batirás.”
20 Elíseo murió y fue sepultado. Por entonces hacían incursión en la tierra, un año y otro, las tropas de Moab;"
21 y sucedió que, mientras estaban unos sepultando a un muerto, vieron de pronto venir una de estas tropas, y arrojaron al muerto en el sepulcro de Elíseo y se fueron; y en cuanto el muerto llegó a tocar los huesos de Elíseo, resucitó y se puso en pie."
22 Jazael, rey de Siria, afligió a Israel todo el tiempo de la vida de Joacaz.
23 Pero Yahvé tuvo misericordia de ellos y los miró por amor de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob, y no quiso destruirlos del todo, y no los arrojó de ante sí.
24 Murió Jazael, rey de Siria, y le sucedió su hijo Ben Hadad.
25 Joás, hijo de Joacaz, reconquistó de manos de Ben Hadad, hijo de Jazael, las ciudades conquistadas por Jazael a Joacaz, su padre, durante la guerra. Joás batió tres veces a los sirios y recobró las ciudades de Israel.

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Introducción a II Reyes 

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;
Reyes.

Introducción.

Título.
La historia de Israel desde los últimos años de David hasta la cautividad de Babilonia, unos cuatro siglos, se narra en los libros que la Biblia hebraica llama 1 y 2 de los Reyes, que corresponden a 3 y 4 de los Reinos (LXX) o de los Reyes (Vulgata). En los comienzos, los mencionados libros formaban uno solo, de lo que dan fe Orígenes (PG 12:1084), Eusebio (PL 20,581) y San Jerónimo (PL 28,558-559). La división en dos partes iguales aproximadamente empezó con D. Bomberg (Venecia 1517). Esta división es artificial.

Texto.
El texto original hebraico del libro se ha conservado medianamente bien. A los textos masoréticos cabe añadir ahora el de los fragmentos de Jirbet Qumrán, que facilitarán la labor de crítica textual. Con el texto masorético andan de acuerdo la versión siríaca Peshitta y la Vulgata.

Versiones griegas.
De la versión de los LXX existe un texto prehexaplar, representado por el códice B, y otro posterior a Orígenes, que se halla en A. Los textos de Jirbet Qumrán son más afines al texto griego que al masorético, presentando lecciones propias, omisiones y trasposiciones. Es digno de mención el texto griego de Luciano, que a veces se aparta del texto masorético. Con él concuerda la Vetus Latina. En las ediciones críticas de Sweete, Rahlfs y en la de Broo-ke-McLean-Thackeray se da preferencia a los textos  y A.

Contenido.
El libro (o libros) de los Reyes puede dividirse en tres partes: i) Últimos años de David y reinado de Salomón (c.1-11). 2) Existencia de los reinos de Israel y de Judá (1 Re c.12-2 Re c.1y). 3) El reino de Judá desde la caída de Samaría hasta la destrucción de Jerusalén (2 Re c. 18-25). En el período de existencia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel cabe distinguir: i) el período de hostilidades, que en Israel empieza con Jeroboam (1 Re c. 12-14:30) y termina con Omrí (1 Re 16:23-28); 2) período de amistad: Asa-Omrí; Josafat-Ajab; Joram-Ocozías; Joram-Joram; Ocozías-Joram (1 Re 16:29-2 Re 8:29); 3) el segundo período de relaciones tensas, desde Jehú en Israel y Atalía en Judá hasta la caída de Samaría en 722, en el año quinto de Oseas, rey de Israel.

Fecha de composición.
Para fijarla se dispone de criterios internos. Del texto se entresacan indicios que sugieren la composición del libro antes del exilio (1 Re 8:8; 9:21; 12:19; 2 Re 8:22; 16:6). La insistencia con que los profetas anuncian que no faltará nunca una lámpara en el trono de David se comprende mejor en tiempos anteriores al exilio (1 Re 11:26; 15:4; 2 Re 8:19). Por otra parte, otros textos suponen un origen posterior a la cautividad (2 Re c.24-25; 1 Re 4:24, etc.).
Una antigua tradición hebraica (Baba Bathra 14b) atribuía el libro a Jeremías a causa de las afinidades literarias e ideológicas del libro con la profecía de Jeremías. A esto se opone que el profeta inauguró su ministerio el año 13 de Josías (627), de lo que se infiere que hacia el año 561 contaba con una edad que oscilaba entre los noventa y los cien años. Además, la pretendida afinidad existe preferentemente en los capítulos 24-25 del segundo libro, que no formaban parte del texto primitivo. Según De Vaux, la composición hízose por etapas. Una primera redacción tuvo lugar entre el año 621 (2 Re 22:8ss) y el primer sitio de Jerusalén en 598. Su autor residía en Jerusalén; era probablemente sacerdote y entusiasta decidido de la reforma religiosa. Del libro hízose una segunda edición durante el exilio, o bien después del año 562, si se le atribuye 2 Re 25:22-30, o algo antes, en el caso de que el libro terminase con 2 Re 25:21. En esta segunda redacción el autor añadió la historia hasta el último rey de Judá, manteniéndose dentro de la misma línea deuteronómica, aunque el hecho de la ruina de Jerusalén le obliga a mostrarse más severo para con Judá, lo que le llevó a revisar algunos pasajes anteriores. Es visible su mano en 2 Re 21:7-15; 22:16-17. En realidad, ambos reinos son culpables (2 Re 17:7-20); pero también Israel se beneficia de la misericordia divina (2 Re 13:4-5.23). Durante el exilio se hicieron al libro otros retoques, tales como, probablemente, 2 Re 25:22-30. Después del exilio amplióse la oración de Salomón (1 Re 8:41-51). Pequeños detalles son posteriores a la traducción griega (200-150 a.C.).
De lo dicho se infiere que es opinión común entre los católicos que la composición definitiva del libro efectuóse durante el exilio, y más probablemente después del mismo. La finalidad histórico-religiosa del autor lo confirma,

Fin del autor sagrado.
A los pocos renglones de lectura cae el lector en la cuenta de que el libro tiende a probar que todos los males que han azotado a Israel y Judá son efecto de la infidelidad de los reyes y del pueblo al pacto de la alianza (2 Re 23:27). Como padre comportóse Dios para con su pueblo, ya premiando su conducta cuando seguía por las sendas del bien o castigándole en caso de desvío religioso, dispuesto siempre a perdonarle en caso de arrepentimiento. Por entregarse a la idolatría desapareció el reino de Israel; en cuanto al de Judá, le castigó Dios con la deportación a Babilonia, pero no lo destruyó totalmente a fin de mantener en pie la promesa del trono eterno hecha a David. Los libros de los Reyes pueden considerarse como un comentario a la profecía de Natán (2 Sam 7:12-16). Gomo se desprende de lo dicho, no quiere el autor sagrado escribir todo lo sucedido desde todos los puntos de vista en Israel y Judá desde la muerte de David hasta el exilio de Babilonia, sino más bien entresacar de la historia de Israel y Judá de aquellos cuatro siglos algunos hechos característicos que son sostén y base de la tesis religioso-histórica que intenta probar.

Fuentes de información.
El autor último inspirado echó mano de algunas fuentes históricas preexistentes para componer su libro. A veces las cita explícitamente, otras las utiliza sin que dé testimonio de ello. Las fuentes que cita son: 1) Libro de los hechos de Salomón (1 Re 11:41); 2) Libro de las Crónicas de los reyes de Judá (1 Re 14:29, etc.); 3) Libro de las Crónicas de los reyes de Israel (1 Re 14:19, etc.). Estos libros, o bien eran crónicas oficiales de los mencionados reinos 1, o escritos de algún sacerdote o profeta que consultó los archivos reales.
En cuanto a las fuentes implícitas, es difícil precisar su número e importancia en el escrito. Se distinguen comúnmente: 1) Historia de la familia de David (1 Re c.1-2); 2) Escrito sacerdotal (1 Re c.6-7); 3) Historia de Elías, de la que existen dos o más versiones; 4) Historia de Elíseo, menos homogénea todavía que la de Elías; 5) Escritos de origen pro/ético; 6) otras fuentes de procedencia indeterminada; 7) el archivo real, de donde, por ejemplo, procede la lista de ministros y prefectos de Salomón (1 Re 4:2-19).
Puede discutirse sobre el número de fuentes históricas que consultó el autor sagrado y sobre el grado en que las utilizó, modo en que lo hizo, si eran o no escritas; pero todos convienen en que el autor no las transcribió totalmente, sino que seleccionó aquello que conducía a probar su tesis.

Esquematismo histórico.
La historia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel se dispone conforme al esquematismo siguiente: 1) nombre del nuevo rey, de sus padres y el año correspondiente al soberano contemporáneo de Israel o de Judá (1 Re 22:41, etc.); 2) edad del nuevo monarca y años que reinó (1 Re 22:42); 3) mención de algún hecho notable, remitiendo para un informe más amplio a determinadas fuentes (1 Re 16:8-14, etc.); 4) dictamen sobre el comportamiento religioso y cultual del rey; 5) noticia sobre la muerte y sepultura del rey y nombre del sucesor. Un esquema parecido se sigue para los monarcas de Judá desde la caída de Samaría hasta la cautividad. Dentro de los límites del rígido esquematismo, habla de la única dinastía reinante en Judá y de las nueve que se sucedieron en Israel: 1) Jeroboam-Nadab (931-909); 2) Baasa-Ela (909-885); 3) Zimbri (885); 4) Omrí-Ajab-Ócozías-Joram (885-841); 5) Jehú-Joacaz-Joás-Jeroboam II-Zacarías (841-743); 6) Selum (743); 7) Menajem-Pe-cajya (743-737); 8) Pecaj (737-732); 9) Oseas (732-724).

Historia religiosa.
Este compendio histórico tiene un acentuado carácter religioso, peí reinado de Salomón pone de relieve su sabiduría y prosperidad económica, por considerar todo ello como premio y bendición de Dios por la conducta religiosa y cultual del monarca. Esta prosperidad es efecto del temor de Dios: "Rico serás si temes a Dios y te apartas de todo pecado y haces lo que le es grato" (Tob 4:21).
A partir de la división del reino condena el autor la conducta de todos los reyes de Israel, diciendo de ellos que hicieron el mal a los ojos de Yahvé, siguiendo los pecados de Jeroboam (2 Re 13:2; 15:26-34, etc.); incluso de Zimbri, que reinó siete días, se dice: "Y murió por los pecados que él había cometido, haciendo lo malo a los ojos de Yahvé y marchando por los caminos de Jeroboam y dándose a los pecados que Jeroboam había cometido para hacer pecar a Israel" (1 Re 16:19). Oseas hizo lo malo a los ojos de Dios, "aunque no tanto como los reyes de Israel que le precedieron" (2 Re 17:2). De los reyes de Judá, unos reciben plena aprobación por su conducta y por haber quitado los lugares altos (2 Re 18:3-4; 22:2), a otros se les reprocha no haber procurado la unidad de santuario (1 Re 15:11-14; 22:43-44; 2 Re 12:3-4). Severo juicio merecen los reyes que "obraron el mal a los ojos de Yahvé," siguiendo el ejemplo de Ajab (2 Re 8:18), o se entregaron a la idolatría (2 Re 21:2; 22:21-22). Esta finalidad primaria del autor le llevó a pasar por alto multitud de hechos importantes que sucedieron durante los reinados de Omrí, Jeroboam II, Ajab, etc. Los hechos que se recogen se relacionan con cuestiones religiosas.
Más que una historia propiamente dicha, el libro de los Reyes es una compilación histórica y una interpretación religiosa de la historia. La conducta de los reyes es juzgada de conformidad a las leyes del Deuteronomio, cuyos principios fundamentales son: un solo Dios, un solo santuario. Los santuarios yahvísticos provinciales deben desaparecer (Deut c.12). Reflexiones, expresiones e ideas deuteronómicas hállanse esparcidas a lo largo y ancho del libro (1 Re 8:23; 29; 33-37; 53). Fórmulas deuteronómicas: 1 Re 2:2; 8:23-61. Fórmulas de Jeremías: 1 Re 9:7-8; 2 Re 17:13-20; 21:9-16; 22:16-19; 24:3-4 2.

Valor histórico del libro.
El autor del libro refiere fielmente ciertos hechos conducentes a probar su tesis; no escribe una historia completa, sino preferente-niente la historia religiosa de los reinos de Israel y de Judá. Dice Garofalo que la obra del autor es un trabajo de tesis, bastante parecido al que compuso Lactancio en su obra De mortibus persecutorum, en el cual no debe buscarse la historia económica, social y política de los dos reinos, sino la presencia de Dios, que dirige todos los acontecimientos terrenos y da premio o envía el castigo según el mérito o demérito. En el fondo, añade, la historia del libro de los Reyes es una historia vista con los ojos de Dios.

El libro de los Reyes en el marco de la historia universal.
En el comentario hemos tratado siempre de encuadrar la historia del pueblo judío dentro del marco de la historia universal; a él remitimos. Basta anotar aquí que, además de los pueblos circunvecinos, influyeron en Israel los imperios de Egipto, Babilonia y Asiría. Sheshonq fundó la XX dinastía hacia los años 950-929; Salmana-sar III, rey de Asiría, hizo sentir su presencia en Occidente; en 853 tuvo lugar la batalla famosa de Qarqar. Otros tres reyes asirios pesaron sobre el reino del Norte: Teglatfalasar III (745-727), Salmanasar V (726-722), Sargón (721-705). Sobre Judá actuaron: Senaquerib (704-681), Asaraddón (680-669), Asurbanipal (668-628). Funesto para Judá fue sobre todo el rey de Babilonia Nabucodonosor (605-562). Ambas historias se completan, pero no se contradicen.

Cronología.
Es un punto difícil de resolver; San Jerónimo renunció a solucionar este problema. Modernamente son muchos los autores que se dedican a esta tarea, habiendo logrado alentadores resultados, aunque no hayan logrado conclusiones definitivas. Las dificultades que engendran los datos cronológicos proceden de múltiples causas; a veces las fuentes utilizadas traían datos inexactos; otras veces se han interpretado mal ciertos datos; algunas corregencias han provocado la adición de cifras que sólo corresponden en parte al monarca contemporáneo. Algunos datos cronológicos de Asiría dan luz sobre la cronología del libro de los Reyes:

853: Batalla de Qarqar, reinando Ajab en Israel.
841: Tributo de Jehú.
738: Tributo de Menajem.
732: Empieza el reinado de Oseas.
721: Toma de Samaría.
701: Invasión de Senaquerib.
598: Primera deportación de Judá.
587: Caída de Jerusalén.

Los años del reinado de los reyes de Israel y de Judá que damos en el comentario son aproximados.

Doctrina religiosa.
Hemos hecho notar el carácter religioso de la historia que se narra en nuestro libro. Su autor tiene puesta su mirada en el templo de Jerusalén, el santuario donde tiene su asiento Yahvé; en él debe concentrarse el culto que se le debe. En todo el libro se recuerda que sólo existe un Dios: Yahvé; un solo santuario legítimo: el templo de Jerusalén. Pero, aunque Yahvé tenga su asiento en Jerusalén, domina aun fuera de los límites de Palestina; tiempo vendrá en que todas las naciones reconocerán a Yahvé por único Dios (1 Re 8:60). Dios no admite rivales, que nada son; exige que se guarden sus mandamientos y leyes; a los fieles les premiará aun en vida; a los que le abandonan castigará. Pero no quiere Dios la muerte del pecador ni la ruina de la nación que ha tomado bajo su protección. En último término es el hombre el que teje su porvenir feliz o desgraciado; es el pueblo judío el que labra su destino, el que prepara la caída de Samaría y la de Jerusalén.

1 J. A. Montgomery, Archíval Data in the Book ofKings: JBL 53 (1924) 46-52.
2 A Robeft, Historique (Genres): DBS 14-15.


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

II Reyes  13,1-25

Joacaz, rey de Israel (13:1-9).
1 El año veintitrés de Joás, hijo de Ocozías, rey de Judá, comenzó a reinar Joacaz, hijo de Jehú, en Samaría, y reinó diecisiete años. 2 Hizo el mal a los ojos de Yahvé y siguió los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, con que hizo pecar a Israel, y no se apartó de ellos. 3 Encendióse el furor de Yahvé contra Israel, y los entregó en manos de Jazael, rey de Siria, y en manos de Ben Hadad, hijo de Jazael, todo el tiempo que estos reyes vivieron. 4 Joacaz imploró a Yahvé, y Yahvé le oyó, pues vio la opresión en que los reyes de Siria tenían a Israel. 5 Se. paró a Israel un libertador, que les sacó de las manos de los sirios, y habitaron en sus tiendas como antes; 6 pero no se apartaron de los pecados de la casa de Jeroboam, que había hecho pecar a Israel, sino que se dieron a ellos, y aún una asera quedaba erigida en medio de Samaría. 7 De todo el ejército que tenía Joacaz no le dejó Yahvé más que cincuenta caballeros, diez carros y diez mil infantes, porque el rey de Siria los había aniquilado, como si los redujera a polvo.8 El resto de los hechos de Joacaz, cuanto hizo, sus hazañas, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? 9 Joacaz se durmió con sus padres y fue sepultado en Samaría. Le sucedió Joás, su hijo.

Reinó unos diecisiete años en Israel (814-798). Malos vientos soplaban para Israel. Retenido el rey de Asiría en su territorio por intrigas internas, tuvo Jazael las manos sueltas para oprimir a Israel, al que sólo autorizó el uso de diez carros de combate Ajab condujo dos mil a la batalla de Qarqar (853) , cincuenta caballeros y diez mil soldados. La política de Jazael inspirábase en el odio hacia Israel por no haberse unido éste a la liga contra el rey de Asiría. La misma línea política siguió su sucesor Ben Hadad III (c.797-773).
¿Quién es el libertador que se anuncia en el v.57 Algunos creen que fue Jeroboam II (14:27), en tanto que otros ven en él al monarca asirio Adadnirari. Al emanciparse de la tutela de su madre Semíramis, Adadnirari (810-782) continuó la política de penetración hacia occidente, queriendo vengarse de aquellas regiones que o bien se desuncieron del carro asirio o se negaron a continuar pagando el tributo convenido. De esta política en favor o en contra de Asiría en tierras de Siria y Palestina tenemos diversos documentos. Adadnirari cebóse con el reino de Damasco por considerarlo cabeza de la liga antiasiria y por ser el más fuerte de todos. Todo su reino fue saqueado y cercada la capital. El rey de Damasco, que Adadnirari llama con el nombre genérico de Mari, era Ben Hadad III, el cual escapó con vida pagando al de Asiría un tributo de guerra equivalente a treinta y dos millones de dólares, además de entregar telas, tejidos de algodón, camas y sillas con incrustaciones de marfil, etc. Parte de este botín ha sido hallado en Arslán Tas, la antigua Hadatu. En una placa de marfil se lee: A nuestro amo Jazael. Asiría quitó de en medio al temible reino de Damasco, pero Israel (Hu-um-ri) no pudo substraerse a la influencia de Asiría, a la que enviaba tributos. Desde el Eufrates hasta el mar Grande, donde se pone el sol, he sometido al país en Hatti y el de Amurru en su totalidad, el de Tiro, el de Sidón, el de Omri (Hu-um-ri), el de Edom y el de la Filistea. Les impuse un fuerte tributo. Tal es el texto de una inscripción perteneciente a Adadnirari III grabado en una losa encontrada en Kalak. De lo dicho aparece que los asirios libertaron parcialmente a Israel del dominio de Damasco 1.

Muerte de Elíseo (13:10-25).
10 El año treinta y siete de Joás, rey de Judá, comenzó a reinar Joás, hijo de Joacaz, en Israel, en Samaría, y reinó dieciséis años. ll Hizo el mal a los ojos de Yahvé, y no se apartó de ninguno de los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, que había hecho pecar a Israel, sino que se dio a éstos como él. 12 El resto de los hechos de Joás, cuanto hizo, sus hazañas, y la guerra contra Amasias, rey de Judá, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? 13 Joás se durmió con sus padres, y le sucedió Jeroboam. Joás fue sepultado en Samaría con los reyes de Israel. 14 Enfermó Elíseo de la enfermedad de que murió, y Joás, rey de Israel, bajó a verle, lloró sobre él, y dijo: ¡Padre mío, padre mío! ¡Carro de Israel y su auriga! 15 Elíseo le dijo: Toma tu arco y unas flechas. El tomó arco y flechas. 16 Luego dijo Elíseo al rey de Israel: Pon tus manos en el arco. Y él las puso, y puso Elíseo las suyas sobre las del rey. 17 Luego añadió: Abre la ventana que da al oriente. Abrióla, y Elíseo le dijo: Dispara; y disparó. Elíseo exclamó: Es una flecha de liberación de Yahvé; es una flecha de liberación contra Siria. Tú batirás a los sirios en Afee hasta exterminarlos. 18 Elíseo le dijo nuevamente: Toma las flechas. El las tomó, y Elíseo le mandó: Hiere la tierra; y el rey la hirió tres veces, y se detuvo. 19 El hombre de Dios se irritó contra él, y le dijo: Debieras haber herido cinco o seis veces, y entonces hubieras llegado a batir a los sirios hasta la exterminación; ahora sólo tres veces los batirás. 20 Elíseo murió y fue sepultado. Por entonces hacían incursión en la tierra, un año y otro, las tropas de Moab; 21 y sucedió que, mientras estaban unos sepultando a un muerto, vieron de pronto venir una de estas tropas, y arrojaron al muerto en el sepulcro de Elíseo y se fueron; y en cuanto el muerto llegó a tocar los huesos de Elíseo, resucitó y se puso en pie. 22 Jazael, rey de Siria, afligió a Israel todo el tiempo de la vida de Joacaz. 23 Pero Yahvé tuvo misericordia de ellos y los miró por amor de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob, y no quiso destruirlos del todo, y no los arrojó de ante sí. 24 Murió Jazael, rey de Siria, y le sucedió su hijo Ben Hadad. 25 Joás, hijo de Joacaz, reconquistó de manos de Ben Hadad, hijo de Jazael, las ciudades conquistadas por Jazael a Joacaz, su padre, durante la guerra. Joás batió tres veces a los sirios y recobró las ciudades de Israel.

Al principio del reinado de Joás (798-783), rey de Israel, hacíase sentir todavía la presión de Damasco. Pero, animado el rey por Elíseo, combatió a los árameos, venciéndolos tres veces y recuperando las ciudades perdidas durante el reinado de Jazael. Los oráculos de Elíseo (v. 14-25) se refieren a estas luchas entre Joás y Ben Hadad III. A la provocación por parte de Amasias, rey de Judá (796-781), respondió Joás batiéndolo en Bet Shemes, subiendo a Jerusalén, desmantelándola y saqueando los tesoros del templo y del palacio real.
Elíseo cayó enfermo de gravedad; murió y fue enterrado en su pueblo de Abel Mejola (teli Abu Šifri), al sur de Betsán.
Con Elíseo desaparecía un gran profeta que había actuado intensamente en la vida nacional. Yahvista fervoroso, se opuso tenazmente al culto de los baales, increpando a los reyes por su conducta religiosa. El mismo Ajab, cautivo en las mallas de su mujer, cruel y fanática, rompió sus vestiduras, se vistió de saco y ayunó cuando le anunció Elíseo el castigo por el asesinato de Nabot (1Re_21:27). Fue Elíseo un valladar ante la invasión de los profetas de Baal, procedentes de Fenicia, a quienes Elías desenmascaró sobre el Carmelo (1Re_18:26-29). Demostró hasta la saciedad que Yahvé es el único Dios que habla a los profetas. Los profetas falsos daban sus oráculos a sueldo, mientras que Elíseo se comporta desinteresadamente (1Re_5:16) 2.