II Reyes  17 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 41 versitos |
1 El año doce de Ajaz, rey de Judá, comenzó a reinar en Israel, en Samaría, Oseas, hijo de Ela, y reinó nueve años”
2 Hizo lo malo a los ojos de Yahvé, aunque no tanto como los reyes de Israel que le precedieron.
3 Subió contra él Salmanasar, rey de Asiría, y Oseas se le sometió y le pagó tributo;"
4 pero el rey de Asiría descubrió luego una conspiración que tramaba Oseas, que había mandado embajadores a So, rey de Egipto, y había dejado de pagar el tributo anual al rey de Asiría, y el rey de Asiría le hizo encarcelar y encadenar en una prisión.
5 Recorrió el rey de Asiría todo el territorio y subió contra Samaría, que tuvo asediada durante tres años.
6 El año noveno de Oseas, el rey de Asiría tomó a Samaría y llevó cautivos a sus habitantes a Asiría, haciéndolos habitar en Calac y Jabor, junto al río Gozan, y en las ciudades de la Media.
7 Los hijos de Israel habían pecado contra Yahvé, su Dios, que los había sacado de la tierra de Egipto, de bajo el dominio de Faraón, rey de Egipto, temiendo a los dioses ajenos.
8 Siguieron las costumbres de las gentes que Yahvé había expulsado ante los hijos de Israel y las que habían introducido los reyes de Israel.
9 Los hijos de Israel hicieron contra Yahvé ocultamente cosas detestables, edificaron altos en todas sus ciudades desde la torre de atalaya hasta la ciudad murada.
10 Se alzaron cipos y “aseras” en todo collado alto y bajo todo árbol frondoso,
11 y quemaron perfumes en todos los altos, como las gentes que Yahvé había expulsado ante ellos, e hicieron maldades, con las que irritaron a Yahvé.
12 Sirvieron a los ídolos, de quienes había dicho Yahvé: “No haréis tal.”
13 Yahvé advertía a Israel y a Judá por todos sus profetas, por todos sus videntes, y les decía: “Convertios de vuestros perversos caminos y guardad mis leyes y mis mandamientos, siguiendo fielmente la Ley que yo prescribí a vuestros padres y os he inculcado por medio de mis siervos los profetas.”
14 Pero ellos no le escucharon y endurecieron su cerviz, como lo habían hecho sus padres, que no creyeron en Yahvé, su Dios.
15 Rechazaron sus leyes, y la alianza que había hecho con sus padres, y las amonestaciones que les había hecho. Se fueron tras las vanidades, y cayeron así ellos mismos en la vanidad como los pueblos que los rodeaban, y a quienes Yahvé les había prohibido imitar.
16 Traspasaron todos los mandamientos de Yahvé, su Dios, y se hicieron imágenes fundidas, dos becerros, “aseras,” y se postraron ante todo el ejército de los cielos, y sirvieron a Baal.
17 Hicieron pasar por el fuego a sus hijos y a sus hijas, se dieron a la adivinación y a los encantamientos y se entregaron a cuanto era malo a los ojos de Yahvé, para irritarle,
18 Por eso Yahvé se irritó fuertemente contra Israel, y le arrojó de su presencia, y no quedó más que la tribu de Judá.
19 Pero tampoco Judá guardó los mandamientos de Yahvé, su Dios, y ha imitado las costumbres de Israel.
20 Por eso arrojó Yahvé de sí a toda la descendencia de Israel, la humilló y la entregó en manos de salteadores, hasta arrojarla de su presencia.
21 Israel se separó de la casa de David y se dio por rey a Jeroboam, hijo de Nabat, que los apartó de Yahvé e hizo cometer a Israel un gran pecado
22 Los hijos de Israel se dieron a todos los pecados de Jeroboam, que él comenzó, y no se apartaron de ellos
23 hasta que Yahvé arrojó a Israel lejos de su presencia, como lo había anunciado por todos sus siervos los profetas. E Israel ha sido llevado cautivo lejos de su tierra, a Asiría, donde está hasta el día de hoy.
24 El rey de Asiría mandó gentes de Babilonia, de Cuta, de Avá, de Jamat y de Sefarvaím, y las estableció en las ciudades de Samaría en lugar de los hijos de Israel. Se posesionaron de Samaría y habitaron en sus ciudades.
25 Cuando comenzaron a habitar allí, no temían a Yahvé, y Yahvé mandó contra ellos leones, que los devoraban.
26 Dijeron, pues, al rey de Asiría: “Las gentes que tú has trasladado, para establecerlas en las ciudades de Samaría, na conocen el modo de servir al dios de aquella tierra, y éste ha mandado contra ellas leones, que los devoran porque no saben el modo de servir al dios de la tierra.”
27 El rey de Asiría dio esta orden: “Mandad que vaya allá uno de los sacerdotes que de allí habéis traído en cautividad, que vaya a establecerse allí y les enseñe el modo de servir al dios de aquella tierra.”
28 Vino, pues, a establecerse en Betel un sacerdote de los que habían sido llevados cautivos a Samaría, y les enseñó cómo habían de servir a Yahvé.
29 Pero las gentes aquellas se hicieron cada una sus dioses en las ciudades que habitaban, y los pusieron en los altos edificados por los de Samaría.
30 Las gentes de Babilonia se hicieron su Sucot Benot; las de Cuta, su Nergal;"
31 las de Jamat, su Asima; las de Avá, su Nibján y Tar-tac, y las de Sefarvaím pasaban a sus hijos por el fuego en honor de Adarmelec y Anamelec, dioses de Sefarvaím."
32 También servían a Yahvé, y se dieron sacerdotes de los altos de entre todo el pueblo; estos sacerdotes ofrecían por ellos sacrificios en los templos de los altos."
33 Así que temían a Yahvé y le servían al mismo tiempo que a sus dioses, según la costumbre de las gentes de que provenían.
34 Todavía hoy siguen haciendo como hicieron al principio. Ni temen a Yahvé ni se conforman con sus leyes y mandamientos, dados por Yahvé a los hijos de Jacob, a quien dio el nombre de Israel.
35 Yahvé había hecho alianza con ellos y les había dado este mandato: “No temeréis a otros dioses, ni os prosternaréis ante ellos, ni les serviréis, ni les ofreceréis sacrificios.
36 Temeréis a Yahvé, que os ha sacado de la tierra de Egipto con gran poder y brazo tendido. Sólo a El temeréis, sólo ante El os prosternaréis y sólo a El ofreceréis sacrificios.
37 Guardaréis y pondréis por obra las leyes y mandamientos, los estatutos y decretos que El ha escrito para vosotros, y no serviréis a otros dioses.
38 No olvidaréis la alianza que yo he hecho con vosotros, y no temeréis a otros dioses,
39 sino que temeréis a Yahvé, vuestro Dios, y El os librará de las manos de todos vuestros enemigos.”
40 Ellos no le han obedecido y siguen sus antiguas costumbres;"
41 estas gentes temen a Yahvé y sirven a sus ídolos, y sus hijos y los hijos de sus hijos han seguido haciendo siempre hasta hoy como hicieron sus padres.

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Introducción a II Reyes 

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;
Reyes.

Introducción.

Título.
La historia de Israel desde los últimos años de David hasta la cautividad de Babilonia, unos cuatro siglos, se narra en los libros que la Biblia hebraica llama 1 y 2 de los Reyes, que corresponden a 3 y 4 de los Reinos (LXX) o de los Reyes (Vulgata). En los comienzos, los mencionados libros formaban uno solo, de lo que dan fe Orígenes (PG 12:1084), Eusebio (PL 20,581) y San Jerónimo (PL 28,558-559). La división en dos partes iguales aproximadamente empezó con D. Bomberg (Venecia 1517). Esta división es artificial.

Texto.
El texto original hebraico del libro se ha conservado medianamente bien. A los textos masoréticos cabe añadir ahora el de los fragmentos de Jirbet Qumrán, que facilitarán la labor de crítica textual. Con el texto masorético andan de acuerdo la versión siríaca Peshitta y la Vulgata.

Versiones griegas.
De la versión de los LXX existe un texto prehexaplar, representado por el códice B, y otro posterior a Orígenes, que se halla en A. Los textos de Jirbet Qumrán son más afines al texto griego que al masorético, presentando lecciones propias, omisiones y trasposiciones. Es digno de mención el texto griego de Luciano, que a veces se aparta del texto masorético. Con él concuerda la Vetus Latina. En las ediciones críticas de Sweete, Rahlfs y en la de Broo-ke-McLean-Thackeray se da preferencia a los textos  y A.

Contenido.
El libro (o libros) de los Reyes puede dividirse en tres partes: i) Últimos años de David y reinado de Salomón (c.1-11). 2) Existencia de los reinos de Israel y de Judá (1 Re c.12-2 Re c.1y). 3) El reino de Judá desde la caída de Samaría hasta la destrucción de Jerusalén (2 Re c. 18-25). En el período de existencia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel cabe distinguir: i) el período de hostilidades, que en Israel empieza con Jeroboam (1 Re c. 12-14:30) y termina con Omrí (1 Re 16:23-28); 2) período de amistad: Asa-Omrí; Josafat-Ajab; Joram-Ocozías; Joram-Joram; Ocozías-Joram (1 Re 16:29-2 Re 8:29); 3) el segundo período de relaciones tensas, desde Jehú en Israel y Atalía en Judá hasta la caída de Samaría en 722, en el año quinto de Oseas, rey de Israel.

Fecha de composición.
Para fijarla se dispone de criterios internos. Del texto se entresacan indicios que sugieren la composición del libro antes del exilio (1 Re 8:8; 9:21; 12:19; 2 Re 8:22; 16:6). La insistencia con que los profetas anuncian que no faltará nunca una lámpara en el trono de David se comprende mejor en tiempos anteriores al exilio (1 Re 11:26; 15:4; 2 Re 8:19). Por otra parte, otros textos suponen un origen posterior a la cautividad (2 Re c.24-25; 1 Re 4:24, etc.).
Una antigua tradición hebraica (Baba Bathra 14b) atribuía el libro a Jeremías a causa de las afinidades literarias e ideológicas del libro con la profecía de Jeremías. A esto se opone que el profeta inauguró su ministerio el año 13 de Josías (627), de lo que se infiere que hacia el año 561 contaba con una edad que oscilaba entre los noventa y los cien años. Además, la pretendida afinidad existe preferentemente en los capítulos 24-25 del segundo libro, que no formaban parte del texto primitivo. Según De Vaux, la composición hízose por etapas. Una primera redacción tuvo lugar entre el año 621 (2 Re 22:8ss) y el primer sitio de Jerusalén en 598. Su autor residía en Jerusalén; era probablemente sacerdote y entusiasta decidido de la reforma religiosa. Del libro hízose una segunda edición durante el exilio, o bien después del año 562, si se le atribuye 2 Re 25:22-30, o algo antes, en el caso de que el libro terminase con 2 Re 25:21. En esta segunda redacción el autor añadió la historia hasta el último rey de Judá, manteniéndose dentro de la misma línea deuteronómica, aunque el hecho de la ruina de Jerusalén le obliga a mostrarse más severo para con Judá, lo que le llevó a revisar algunos pasajes anteriores. Es visible su mano en 2 Re 21:7-15; 22:16-17. En realidad, ambos reinos son culpables (2 Re 17:7-20); pero también Israel se beneficia de la misericordia divina (2 Re 13:4-5.23). Durante el exilio se hicieron al libro otros retoques, tales como, probablemente, 2 Re 25:22-30. Después del exilio amplióse la oración de Salomón (1 Re 8:41-51). Pequeños detalles son posteriores a la traducción griega (200-150 a.C.).
De lo dicho se infiere que es opinión común entre los católicos que la composición definitiva del libro efectuóse durante el exilio, y más probablemente después del mismo. La finalidad histórico-religiosa del autor lo confirma,

Fin del autor sagrado.
A los pocos renglones de lectura cae el lector en la cuenta de que el libro tiende a probar que todos los males que han azotado a Israel y Judá son efecto de la infidelidad de los reyes y del pueblo al pacto de la alianza (2 Re 23:27). Como padre comportóse Dios para con su pueblo, ya premiando su conducta cuando seguía por las sendas del bien o castigándole en caso de desvío religioso, dispuesto siempre a perdonarle en caso de arrepentimiento. Por entregarse a la idolatría desapareció el reino de Israel; en cuanto al de Judá, le castigó Dios con la deportación a Babilonia, pero no lo destruyó totalmente a fin de mantener en pie la promesa del trono eterno hecha a David. Los libros de los Reyes pueden considerarse como un comentario a la profecía de Natán (2 Sam 7:12-16). Gomo se desprende de lo dicho, no quiere el autor sagrado escribir todo lo sucedido desde todos los puntos de vista en Israel y Judá desde la muerte de David hasta el exilio de Babilonia, sino más bien entresacar de la historia de Israel y Judá de aquellos cuatro siglos algunos hechos característicos que son sostén y base de la tesis religioso-histórica que intenta probar.

Fuentes de información.
El autor último inspirado echó mano de algunas fuentes históricas preexistentes para componer su libro. A veces las cita explícitamente, otras las utiliza sin que dé testimonio de ello. Las fuentes que cita son: 1) Libro de los hechos de Salomón (1 Re 11:41); 2) Libro de las Crónicas de los reyes de Judá (1 Re 14:29, etc.); 3) Libro de las Crónicas de los reyes de Israel (1 Re 14:19, etc.). Estos libros, o bien eran crónicas oficiales de los mencionados reinos 1, o escritos de algún sacerdote o profeta que consultó los archivos reales.
En cuanto a las fuentes implícitas, es difícil precisar su número e importancia en el escrito. Se distinguen comúnmente: 1) Historia de la familia de David (1 Re c.1-2); 2) Escrito sacerdotal (1 Re c.6-7); 3) Historia de Elías, de la que existen dos o más versiones; 4) Historia de Elíseo, menos homogénea todavía que la de Elías; 5) Escritos de origen pro/ético; 6) otras fuentes de procedencia indeterminada; 7) el archivo real, de donde, por ejemplo, procede la lista de ministros y prefectos de Salomón (1 Re 4:2-19).
Puede discutirse sobre el número de fuentes históricas que consultó el autor sagrado y sobre el grado en que las utilizó, modo en que lo hizo, si eran o no escritas; pero todos convienen en que el autor no las transcribió totalmente, sino que seleccionó aquello que conducía a probar su tesis.

Esquematismo histórico.
La historia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel se dispone conforme al esquematismo siguiente: 1) nombre del nuevo rey, de sus padres y el año correspondiente al soberano contemporáneo de Israel o de Judá (1 Re 22:41, etc.); 2) edad del nuevo monarca y años que reinó (1 Re 22:42); 3) mención de algún hecho notable, remitiendo para un informe más amplio a determinadas fuentes (1 Re 16:8-14, etc.); 4) dictamen sobre el comportamiento religioso y cultual del rey; 5) noticia sobre la muerte y sepultura del rey y nombre del sucesor. Un esquema parecido se sigue para los monarcas de Judá desde la caída de Samaría hasta la cautividad. Dentro de los límites del rígido esquematismo, habla de la única dinastía reinante en Judá y de las nueve que se sucedieron en Israel: 1) Jeroboam-Nadab (931-909); 2) Baasa-Ela (909-885); 3) Zimbri (885); 4) Omrí-Ajab-Ócozías-Joram (885-841); 5) Jehú-Joacaz-Joás-Jeroboam II-Zacarías (841-743); 6) Selum (743); 7) Menajem-Pe-cajya (743-737); 8) Pecaj (737-732); 9) Oseas (732-724).

Historia religiosa.
Este compendio histórico tiene un acentuado carácter religioso, peí reinado de Salomón pone de relieve su sabiduría y prosperidad económica, por considerar todo ello como premio y bendición de Dios por la conducta religiosa y cultual del monarca. Esta prosperidad es efecto del temor de Dios: "Rico serás si temes a Dios y te apartas de todo pecado y haces lo que le es grato" (Tob 4:21).
A partir de la división del reino condena el autor la conducta de todos los reyes de Israel, diciendo de ellos que hicieron el mal a los ojos de Yahvé, siguiendo los pecados de Jeroboam (2 Re 13:2; 15:26-34, etc.); incluso de Zimbri, que reinó siete días, se dice: "Y murió por los pecados que él había cometido, haciendo lo malo a los ojos de Yahvé y marchando por los caminos de Jeroboam y dándose a los pecados que Jeroboam había cometido para hacer pecar a Israel" (1 Re 16:19). Oseas hizo lo malo a los ojos de Dios, "aunque no tanto como los reyes de Israel que le precedieron" (2 Re 17:2). De los reyes de Judá, unos reciben plena aprobación por su conducta y por haber quitado los lugares altos (2 Re 18:3-4; 22:2), a otros se les reprocha no haber procurado la unidad de santuario (1 Re 15:11-14; 22:43-44; 2 Re 12:3-4). Severo juicio merecen los reyes que "obraron el mal a los ojos de Yahvé," siguiendo el ejemplo de Ajab (2 Re 8:18), o se entregaron a la idolatría (2 Re 21:2; 22:21-22). Esta finalidad primaria del autor le llevó a pasar por alto multitud de hechos importantes que sucedieron durante los reinados de Omrí, Jeroboam II, Ajab, etc. Los hechos que se recogen se relacionan con cuestiones religiosas.
Más que una historia propiamente dicha, el libro de los Reyes es una compilación histórica y una interpretación religiosa de la historia. La conducta de los reyes es juzgada de conformidad a las leyes del Deuteronomio, cuyos principios fundamentales son: un solo Dios, un solo santuario. Los santuarios yahvísticos provinciales deben desaparecer (Deut c.12). Reflexiones, expresiones e ideas deuteronómicas hállanse esparcidas a lo largo y ancho del libro (1 Re 8:23; 29; 33-37; 53). Fórmulas deuteronómicas: 1 Re 2:2; 8:23-61. Fórmulas de Jeremías: 1 Re 9:7-8; 2 Re 17:13-20; 21:9-16; 22:16-19; 24:3-4 2.

Valor histórico del libro.
El autor del libro refiere fielmente ciertos hechos conducentes a probar su tesis; no escribe una historia completa, sino preferente-niente la historia religiosa de los reinos de Israel y de Judá. Dice Garofalo que la obra del autor es un trabajo de tesis, bastante parecido al que compuso Lactancio en su obra De mortibus persecutorum, en el cual no debe buscarse la historia económica, social y política de los dos reinos, sino la presencia de Dios, que dirige todos los acontecimientos terrenos y da premio o envía el castigo según el mérito o demérito. En el fondo, añade, la historia del libro de los Reyes es una historia vista con los ojos de Dios.

El libro de los Reyes en el marco de la historia universal.
En el comentario hemos tratado siempre de encuadrar la historia del pueblo judío dentro del marco de la historia universal; a él remitimos. Basta anotar aquí que, además de los pueblos circunvecinos, influyeron en Israel los imperios de Egipto, Babilonia y Asiría. Sheshonq fundó la XX dinastía hacia los años 950-929; Salmana-sar III, rey de Asiría, hizo sentir su presencia en Occidente; en 853 tuvo lugar la batalla famosa de Qarqar. Otros tres reyes asirios pesaron sobre el reino del Norte: Teglatfalasar III (745-727), Salmanasar V (726-722), Sargón (721-705). Sobre Judá actuaron: Senaquerib (704-681), Asaraddón (680-669), Asurbanipal (668-628). Funesto para Judá fue sobre todo el rey de Babilonia Nabucodonosor (605-562). Ambas historias se completan, pero no se contradicen.

Cronología.
Es un punto difícil de resolver; San Jerónimo renunció a solucionar este problema. Modernamente son muchos los autores que se dedican a esta tarea, habiendo logrado alentadores resultados, aunque no hayan logrado conclusiones definitivas. Las dificultades que engendran los datos cronológicos proceden de múltiples causas; a veces las fuentes utilizadas traían datos inexactos; otras veces se han interpretado mal ciertos datos; algunas corregencias han provocado la adición de cifras que sólo corresponden en parte al monarca contemporáneo. Algunos datos cronológicos de Asiría dan luz sobre la cronología del libro de los Reyes:

853: Batalla de Qarqar, reinando Ajab en Israel.
841: Tributo de Jehú.
738: Tributo de Menajem.
732: Empieza el reinado de Oseas.
721: Toma de Samaría.
701: Invasión de Senaquerib.
598: Primera deportación de Judá.
587: Caída de Jerusalén.

Los años del reinado de los reyes de Israel y de Judá que damos en el comentario son aproximados.

Doctrina religiosa.
Hemos hecho notar el carácter religioso de la historia que se narra en nuestro libro. Su autor tiene puesta su mirada en el templo de Jerusalén, el santuario donde tiene su asiento Yahvé; en él debe concentrarse el culto que se le debe. En todo el libro se recuerda que sólo existe un Dios: Yahvé; un solo santuario legítimo: el templo de Jerusalén. Pero, aunque Yahvé tenga su asiento en Jerusalén, domina aun fuera de los límites de Palestina; tiempo vendrá en que todas las naciones reconocerán a Yahvé por único Dios (1 Re 8:60). Dios no admite rivales, que nada son; exige que se guarden sus mandamientos y leyes; a los fieles les premiará aun en vida; a los que le abandonan castigará. Pero no quiere Dios la muerte del pecador ni la ruina de la nación que ha tomado bajo su protección. En último término es el hombre el que teje su porvenir feliz o desgraciado; es el pueblo judío el que labra su destino, el que prepara la caída de Samaría y la de Jerusalén.

1 J. A. Montgomery, Archíval Data in the Book ofKings: JBL 53 (1924) 46-52.
2 A Robeft, Historique (Genres): DBS 14-15.


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

II Reyes  17,1-41

Caída de Samaría y deportación (17:1-23).
1 El año doce de Ajaz, rey de Judá, comenzó a reinar en Israel, en Samaría, Oseas, hijo de Ela, y reinó nueve años 2 Hizo lo malo a los ojos de Yahvé, aunque no tanto como los reyes de Israel que le precedieron. 3 Subió contra él Salmanasar, rey de Asiría, y Oseas se le sometió y le pagó tributo; 4 pero el rey de Asiría descubrió luego una conspiración que tramaba Oseas, que había mandado embajadores a So, rey de Egipto, y había dejado de pagar el tributo anual al rey de Asiría, y el rey de Asiría le hizo encarcelar y encadenar en una prisión. 5 Recorrió el rey de Asiría todo el territorio y subió contra Samaría, que tuvo asediada durante tres años. 6 El año noveno de Oseas, el rey de Asiría tomó a Samaría y llevó cautivos a sus habitantes a Asiría, haciéndolos habitar en Calac y Jabor, junto al río Gozan, y en las ciudades de la Media. 7 Los hijos de Israel habían pecado contra Yahvé, su Dios, que los había sacado de la tierra de Egipto, de bajo el dominio de Faraón, rey de Egipto, temiendo a los dioses ajenos. 8 Siguieron las costumbres de las gentes que Yahvé había expulsado ante los hijos de Israel y las que habían introducido los reyes de Israel.9 Los hijos de Israel hicieron contra Yahvé ocultamente cosas detestables, edificaron altos en todas sus ciudades desde la torre de atalaya hasta la ciudad murada. 10Se alzaron cipos y aseras en todo collado alto y bajo todo árbol frondoso, 11 y quemaron perfumes en todos los altos, como las gentes que Yahvé había expulsado ante ellos, e hicieron maldades, con las que irritaron a Yahvé. 12 Sirvieron a los ídolos, de quienes había dicho Yahvé: No haréis tal. 13 Yahvé advertía a Israel y a Judá por todos sus profetas, por todos sus videntes, y les decía: Convertios de vuestros perversos caminos y guardad mis leyes y mis mandamientos, siguiendo fielmente la Ley que yo prescribí a vuestros padres y os he inculcado por medio de mis siervos los profetas. 14 Pero ellos no le escucharon y endurecieron su cerviz, como lo habían hecho sus padres, que no creyeron en Yahvé, su Dios. 15 Rechazaron sus leyes, y la alianza que había hecho con sus padres, y las amonestaciones que les había hecho. Se fueron tras las vanidades, y cayeron así ellos mismos en la vanidad como los pueblos que los rodeaban, y a quienes Yahvé les había prohibido imitar. 16 Traspasaron todos los mandamientos de Yahvé, su Dios, y se hicieron imágenes fundidas, dos becerros, aseras, y se postraron ante todo el ejército de los cielos, y sirvieron a Baal. 17 Hicieron pasar por el fuego a sus hijos y a sus hijas, se dieron a la adivinación y a los encantamientos y se entregaron a cuanto era malo a los ojos de Yahvé, para irritarle, i Por eso Yahvé se irritó fuertemente contra Israel, y le arrojó de su presencia, y no quedó más que la tribu de Judá. 19 Pero tampoco Judá guardó los mandamientos de Yahvé, su Dios, y ha imitado las costumbres de Israel. 20 Por eso arrojó Yahvé de sí a toda la descendencia de Israel, la humilló y la entregó en manos de salteadores, hasta arrojarla de su presencia. 21 Israel se separó de la casa de David y se dio por rey a Jeroboam, hijo de Nabat, que los apartó de Yahvé e hizo cometer a Israel un gran pecado 22 Los hijos de Israel se dieron a todos los pecados de Jeroboam, que él comenzó, y no se apartaron de ellos 23 hasta que Yahvé arrojó a Israel lejos de su presencia, como lo había anunciado por todos sus siervos los profetas. E Israel ha sido llevado cautivo lejos de su tierra, a Asiría, donde está hasta el día de hoy.

Oseas subió al trono de Israel (732-724) con la aprobación de Teglatfalasar, del que se separó por influencias de los partidarios de Egipto, con cuyo rey entró en negociaciones a través de Hannón, rey de Gaza. Nuestro texto dice que Oseas mandó embajadores a So, rey de Egipto. Por aquel entonces ejercía su autoridad sobre el Delta Tafneth, de la XXIV dinastía, teniendo como generalísimo a Šibu, Šibe, como se le llama en los anales de Sargón. Era Sibe un turtan, es decir, un alto oficial militar y administrativo, que ocupaba el segundo lugar en el reino (Pritchard, 285). Fácilmente estos jefes del ejército arrogábanse el título de reyes, aunque estaban sometidos a la autoridad suprema del Faraón. En la primera visita que hizo Salmanasar V (727-722) a Israel no encontró nada grave contra el imperio asirio. Todo el imperio habíalo reconocido por rey; Babilonia hizo lo mismo, dándole el nombre de Ululaia. Israel le entregó el tributo anual que le debía (Isa_5:22-29).
En esta ocasión era Egipto el que pretendía apoderarse de Israel. Oseas se prestó al juego. Supo Salmanasar las veleidades del rey de Israel y las razones por las cuales negóse a enviar el tributo anual a Asiría. Salmanasar no esperó a que el complot llegase a madurar; mandó encarcelar al rey, mientras él y su ejército poníase en marcha para castigarle. Desde este momento desaparece Oseas de la faz de la historia; no sabemos en qué circunstancias fue preso ni cuándo murió. Pero no por esto el partido antiasirio doblóse ante Salmanasar. Confiando en que Tiro resistiría al cerco y esperando en la ayuda de Egipto, los enemigos de Asiría encerráronse en Samaría dispuestos a defenderse del rey Salmanasar. El año 724 empezó el cerco. Ni Tiro logró romper el sitio, ni Egipto mandó soldado alguno en ayuda de Samaría.
Entre tanto, apoyado por los sacerdotes, subió al trono el generalísimo del ejército, Sargón. Samaría seguía resistiendo al cerco asirio; pero su caída era inminente, convirtiéndose en una realidad a principios de otoño del año 722. De ahí que, mientras Sargón se vanagloria de haber expugnado la ciudad, el texto bíblico atribuye a Salmanasar la toma de la misma (Isa_18:9-10) 1.
Sargón II aplicó a Samaría el sistema bélico de la deportación 2. En un principio se deportó al personal directivo y a los notables del reino, sacerdotes, militares, grandes terratenientes; más tarde siguieron otras deportaciones. La masa fue conducida a las regiones septentrionales del imperio asirio, Jabor, y Harán, en la provincia asiría de Guzana, Gozan (v.6); otros fueron mandados a la Media. Los habitantes fueron reemplazados por gentiles (v.24; Pritchard, 284).
Entre tanto, aprovechando la rebelión de Merodacbaladán contra Asiría (721), se formó de nuevo una liga antiasiria, a la que se unieron los israelitas que quedaron en el país, bajo la dirección de Ilubit, rey de Hamat. Sargón los atacó, consiguiendo sobre ellos una victoria aplastante, que describe en sus anales 3.
El texto sagrado señala que fueron varias las causas que contribuyeron a este desastre nacional. La principal de todas debe buscarse en el cisma religioso de Israel y en el culto al becerro de oro (1Re_12:26-33). Otra de las causas fue el sincretismo religioso y la erección de santuarios locales (v.7:16). Se hace notar que esta moral se concibe desde el punto de vista deuteronómico y de los profetas (Dhorme, De Vaux).

Origen de los samaritanos (17:24-41).
24 El rey de Asiría mandó gentes de Babilonia, de Cuta, de Avá, de Jamat y de Sefarvaím, y las estableció en las ciudades de Samaría en lugar de los hijos de Israel. Se posesionaron de Samaría y habitaron en sus ciudades. 25 Cuando comenzaron a habitar allí, no temían a Yahvé, y Yahvé mandó contra ellos leones, que los devoraban. 26 Dijeron, pues, al rey de Asiría: Las gentes que tú has trasladado, para establecerlas en las ciudades de Samaría, na conocen el modo de servir al dios de aquella tierra, y éste ha mandado contra ellas leones, que los devoran porque no saben el modo de servir al dios de la tierra. 27 El rey de Asiría dio esta orden: Mandad que vaya allá uno de los sacerdotes que de allí habéis traído en cautividad, que vaya a establecerse allí y les enseñe el modo de servir al dios de aquella tierra. 28Vino, pues, a establecerse en Betel un sacerdote de los que habían sido llevados cautivos a Samaría, y les enseñó cómo habían de servir a Yahvé. 29 Pero las gentes aquellas se hicieron cada una sus dioses en las ciudades que habitaban, y los pusieron en los altos edificados por los de Samaría. 30 Las gentes de Babilonia se hicieron su Sucot Benot; las de Cuta, su Nergal; 31 las de Jamat, su Asima; las de Avá, su Nibján y Tar-tac, y las de Sefarvaím pasaban a sus hijos por el fuego en honor de Adarmelec y Anamelec, dioses de Sefarvaím. 32 También servían a Yahvé, y se dieron sacerdotes de los altos de entre todo el pueblo; estos sacerdotes ofrecían por ellos sacrificios en los templos de los altos. 33 Así que temían a Yahvé y le servían al mismo tiempo que a sus dioses, según la costumbre de las gentes de que provenían. 34 Todavía hoy siguen haciendo como hicieron al principio. Ni temen a Yahvé ni se conforman con sus leyes y mandamientos, dados por Yahvé a los hijos de Jacob, a quien dio el nombre de Israel. 35 Yahvé había hecho alianza con ellos y les había dado este mandato: No temeréis a otros dioses, ni os prosternaréis ante ellos, ni les serviréis, ni les ofreceréis sacrificios. 36 Temeréis a Yahvé, que os ha sacado de la tierra de Egipto con gran poder y brazo tendido. Sólo a El temeréis, sólo ante El os prosternaréis y sólo a El ofreceréis sacrificios. 37 Guardaréis y pondréis por obra las leyes y mandamientos, los estatutos y decretos que El ha escrito para vosotros, y no serviréis a otros dioses. 38 No olvidaréis la alianza que yo he hecho con vosotros, y no temeréis a otros dioses, 39 sino que temeréis a Yahvé, vuestro Dios, y El os librará de las manos de todos vuestros enemigos. 40 Ellos no le han obedecido y siguen sus antiguas costumbres; 41 estas gentes temen a Yahvé y sirven a sus ídolos, y sus hijos y los hijos de sus hijos han seguido haciendo siempre hasta hoy como hicieron sus padres.

Según la costumbre asiría, otras gentes fueron enviadas para ocupar el lugar dejado vacío por la deportación de muchos israelitas. Debido a que el país quedó medio despoblado, multiplicáronse las fieras, que invadieron ciudades y poblados Que 14:6-9; 1Sa_17:34-37; 2Sa_23:20). Las gentes supersticiosas lo achacaron a la falta de culto debido al Dios de la tierra (1Sa_26:19; 2Re_5:17), que, enojado, los castigaba. Enterado de ello Sargón, mandó que un sacerdote de entre los deportados se trasladase a Samaría y les enseñara a servir al Dios de la tierra, restableciendo el culto a Yahvé. La deportación de gentes de Babilonia a Israel tuvo lugar una vez restablecido el orden en Babilonia después de la revuelta de Merodacbaladán II, que reinó en Babilonia aproximadamente los años 722-711.
El sacerdote enviado por el rey era probablemente de ascendencia aaronítida. Su acción religiosa debió consistir en mantener puros los ideales del yahvismo en los israelitas de condición humilde que quedaron en el país. Las gentes advenedizas no se desprendieron de sus dioses, cuyas estatuas colocaron en los lugares edificados anteriormente (1Re_12:31; 1Re_13:32). Los de Babilonia veneraron a Sucot (Sikkut, Amo_5:26), nombre babilónico del dios Saturno (Sakkut); los de Cuta, a Nergal, dios de los infiernos; los de Hamat, a Asima, quizá la paredra del dios fenicio Ashmún o del dios babilónico Ishum. Tenía este último probablemente un santuario en Betel, ya que los colonos de la Elefantina veneraban al dios Ashim-Betel. Los dioses Nibján y Tartac son desconocidos. Los de Sefarvaím practicaban sacrificios humanos en honor de su dios Adarmelec. Quizá sea éste el dios Adad-Milki 4. Cabe a estos cultos se concedió un lugar a Yahvé, Dios de la tierra (numen loa). Por su parte, los israelitas radicados en el país dejáronse arrastrar por el culto de los falsos dioses, sin abandonar totalmente el de Yahvé. El autor sagrado acaba el capítulo con un juicio muy severo de los samaritanos. Pero, como demuestra la historia posterior, parte de ellos contribuyeron a la reconstrucción del templo de Jerusalén (2Cr_34:9). En la fiesta de la Pascua del año 621 celebrada en Jerusalén asistieron samaritanos (2Cr_35:18), extendiéndose a su territorio la reforma de Josías (2Cr_23:15-19). El antagonismo entre judíos y samaritanos subsistirá todavía en tiempos de Cristo (Jon_4:9; Luc_10:30-37).

1 R. Dussaud, Les Monuments Palestiniens (Musée De Louvre; París 1912) 4-22; Prit-Chard, 320-321; H. Michaud, Sur la pierre et l'argille (París 1958) 33-45; A. Parfot, Le Musée du Louvre et la Bible (París 1957) 84-90.
1 Epíst. 124, ad Rusticum.
l A. Vaccaw, Le Lettere di Lachis: ? 20 (1939) l84·
1 Parrot, Ninive et l'Ancien Testament p.48-49.
2 L. Gautier, A propos des Rékabites: Etudes sur la Religión d'Israel (Lausana 1927) 104-129; P. Humbert, Osee le prophéte bédouin: Revue d'Histoire et de Philosophie Reli-seuse 1 (1921) 97-118; S. Nystrom, Beduinentum und Yahvismus (Lund 1046); Neher, Amos, Contrtbution ? l'étude du prohétisme (París 1950) 173-186.
1 P. Lemaire, Crise et efrondement de la monarchie davidique: RB 45 (1936) 161-183·
1 A. Parrot, Ninive et à Anden Testament (Neuchátel-París 1953) 26; R. De Vaux t 14 chronulogie de Hazael et Benhadad III, rois de Damas: RB 43 (1934) 515-^18,
2 En el comentario sobre los libros profetices se hallará solución a los múltiples problemas que plantea el profetismo hebreo en parangón con el de los pueblos gentiles. Entre la inmensa literatura sobre el particular citamos: M. A. van oudenrijn, L'expression fik des prophétes et ses analogies: ? 6 (1925) 165-171; G. Rinaldi, Alie origini della letteratura ???/etica: Aevum, 19 (1945) 195-228; A. Herranz, Eí profetismo en Israel: Revista Española de Estudios Bíblicos, 1 (1926) 3-120; 4 (1929) 113-114; 233-264.
1 Van Der Ploeg, Le sens de gibbor hail: Vivre et Penser, 1 (1941) 120-125,
2 Pritchard, 284; Parrot, Ninive et ? Anden Testament 29.
1 O. Eissfeldt interpreta Molek (Molok traducen los LXX en 2Re_23:10-23) como nombre común de una especie de sacrificio votivo (Molok ais Opferbegriff im punischen und iri Hebraischen und das Ende der Gottes Moloch, Halle 1935). En contra: N. Schneider, Melchom, oas Scheusal der Ammoniter: ? i8 (1937) 337-343; A. ???, Kinderopfer far Moloch in den ??? -?? /efn: ? 18 (1937) 95-107-
2 J. De Fraine, Le sacerdoce du Roí, l.c., 546,
1 Dice Sargón: Puse sitio y conquisté Samaría (Sa-me-ri-na); deporté a veintisiete mil doscientos noventa habitantes que habitaban en ella; tomé cincuenta carros que allí había. Al resto (de los habitantes) dejé continuaran sus actividades. Puse a mi general sobre ellos y les impuse el mismo tributo que al rey anterior (Pritchard, 285; Parrot, Ninive el VAnden Testament, 31). Ninguna contradicción entre ambos textos por haber contribuido ambos eficazmente a la rendición de Samaría. Recientemente Hayin Tadmor ha intentado probar ique Samaría capituló a finales de verano del año 722, reinando todavía Salmanasar (Journal of Cuneiform Studies, 12 [1958] 22ss).
2 Escribe Sargón en sus anales: Al principio de mi gobierno y en el primer año del mismo. conquisté Samaría. deporté a 27.290 habitantes.
3 En el segundo año de mi reinado, Ilubidi, de Hamat. un potente ejército reunió en Qarqar, y el juramento de los supremos dioses violó. A Arpad, Simirra, Damasco y Samaría, produjo él a rebelarse contra mí. A Sibe, su turtan, hizo entrar en la liga, y para dar batalla levantóse contra mí. Infligí a ellos (a Hanno de Gaza y a Sibe), en nombre de Asur, mi señor, una derrota. Sibe escapó solo; como un pastor al que se roban las ovejas, huyó y desapareció, a Hanno hice prisionero y lo conduje encadenado a mi ciudad Asur (Pritchard, 285).
4 A. Pom. In 4 Kon 17:1: ? 22 (1941) 35-