II Reyes  25 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 30 versitos |
1 El año noveno del remado de Sedecías, el día diez del mes décimo, Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino con todo su ejército contra Jerusalén, acampó ante ella, y levantaron contra ella ingenios en derredor.
2 La ciudad estuvo cercada hasta el año undécimo del reinado de Sedecías.
3 El día nueve del cuarto mes del año undécimo de Sedecías era grande el hambre en la ciudad y no había ya pan para la gente del pueblo.
4 Entonces abrieron brecha en la ciudad, y toda la gente de guerra huyó de noche por el camino de la puerta entre los muros, cerca del jardín del rey, mientras los caldeos tenían cercada la ciudad. Los huidos tomaron el camino del Araba;"
5 pero el ejército de los caldeos persiguió al rey y le dio alcance en los llanos de Jericó, y todo su ejército se dispersó, dejándole.
6 Apresaron al rey y le llevaron al rey de Babilonia, a Ribla, y le sentenciaron.
7 Los hijos de Sedecías fueron degollados en su presencia; a Sedecías le sacaron los ojos, y, cargado de cadenas de bronce, le llevaron a Babilonia."
8 El día séptimo del quinto mes — era el año diecinueve del reinado de Nabucodonosor en Babilonia —, Nebuzardán, jefe de la guardia, servidor del rey de Babilonia, entró en Jerusalén,
9 quemó el templo de Yahvé, el palacio real y todas las casas de Jerusalén.
10 Todo el ejército de los caldeos, que estaba con el jefe de la guardia, demolió las murallas que rodeaban a Jerusalén.
11 Nebuzardán, jefe de la guardia, llevó cautivos a los que habían quedado en la ciudad, de los que se rindieron al rey de Babilonia, y al resto de la gente,
12 fuera de algunos pobres que dejó, como viñadores y labradores.
13 Los caldeos rompieron las columnas de bronce que había en la casa de Yahvé, las basas, el mar de bronce que había en la casa de Yahvé, y se llevaron el bronce a Babilonia.
14 Cogieron los ceniceros, las tenazas, las palas, los cuchillos, las tazas y todos los utensilios de bronce con que se hacía el servicio.
15 El jefe de la guardia cogió también los braseros y las copas y todo cuanto era de oro y cuanto era de plata.
16 Las dos columnas, el mar, las basas que Salomón había hecho para la casa de Yahvé; todos los utensilios de bronce tenían un peso incalculable."
17 La altura de una columna era de dieciocho codos, y tenía encima un capitel de bronce de tres codos de altura, y en derredor del capitel había trenzados y granadas, todo de bronce; y lo mismo la otra columna."
18 El jefe de la guardia cogió a Sarayas, el sumo sacerdote; a Sofonías, el segundo sacerdote, y a los tres guardias del atrio;"
19 y de la ciudad, a un eunuco, que tenía a sus órdenes la gente de guerra; a cinco hombres de los consejeros del rey, que fueron encontrados en la ciudad; al secretario del jefe del ejército encargado del alistamiento y a sesenta más del pueblo que se hallaban en la ciudad."
20 Nebuzardán, jefe de la guardia, los cogió y los llevó a Ribla, al rey de Babilonia.
21 El rey de Babilonia les dio muerte en Ribla, en tierra de Jamat. Así fue llevado cautivo Judá lejos de su tierra.
22 Nabucodonosor puso el resto del pueblo que quedaba en la tierra bajo el gobierno de Godolías, hijo de Ajicán, hijo de Safan.
23 Cuando los jefes de las tropas supieron, ellos y sus hombres, que Godolías había sido puesto por el rey de Babilonia como gobernador del territorio, vinieron a Godolías, a Misfa, Ismael, hijo de Netanía; Jojanán, hijo de Careaj; Sarayas, hijo de Tanjumet, de Neftoa, y Jazanía, hijo de un macateo, con sus gentes."
24 Godolías les juró a ellos y a sus hombres, diciéndoles: “No temáis nada de parte de los caldeos; quedaos en la tierra, servid al rey de Babilonia, y os irá bien.”
25 Pero el séptimo mes, Ismael, hijo de Netanía, hijo de Elisama, de sangre real, vino acompañado de diez hombres, e hirieron mor-talmente a Godolías, así como a los judíos y caldeos que estaban con él en Misfa.
26 Entonces todo el pueblo, pequeños y grandes, los jefes y sus tropas, se levantaron y se fueron a Egipto por temor de los caldeos.
27 El año treinta y siete de la cautividad de Joaquín, rey de Judá, el día veintisiete del duodécimo mes, Evil Merodac, rey de Babilonia, el año primero de su reinado, alzó la cabeza de Joaquín, rey de Judá, y le sacó de la prisión.
28 Le habló con benevolencia, y puso su trono por encima de los tronos de los reyes que con él estaban en Babilonia.
29 Le hizo quitar sus vestidos de preso, y ya siempre comió a su mesa todo el tiempo de su vida.
30 El rey proveyó constantemente a su mantenimiento todo el tiempo de su vida.

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Introducción a II Reyes 

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;
Reyes.

Introducción.

Título.
La historia de Israel desde los últimos años de David hasta la cautividad de Babilonia, unos cuatro siglos, se narra en los libros que la Biblia hebraica llama 1 y 2 de los Reyes, que corresponden a 3 y 4 de los Reinos (LXX) o de los Reyes (Vulgata). En los comienzos, los mencionados libros formaban uno solo, de lo que dan fe Orígenes (PG 12:1084), Eusebio (PL 20,581) y San Jerónimo (PL 28,558-559). La división en dos partes iguales aproximadamente empezó con D. Bomberg (Venecia 1517). Esta división es artificial.

Texto.
El texto original hebraico del libro se ha conservado medianamente bien. A los textos masoréticos cabe añadir ahora el de los fragmentos de Jirbet Qumrán, que facilitarán la labor de crítica textual. Con el texto masorético andan de acuerdo la versión siríaca Peshitta y la Vulgata.

Versiones griegas.
De la versión de los LXX existe un texto prehexaplar, representado por el códice B, y otro posterior a Orígenes, que se halla en A. Los textos de Jirbet Qumrán son más afines al texto griego que al masorético, presentando lecciones propias, omisiones y trasposiciones. Es digno de mención el texto griego de Luciano, que a veces se aparta del texto masorético. Con él concuerda la Vetus Latina. En las ediciones críticas de Sweete, Rahlfs y en la de Broo-ke-McLean-Thackeray se da preferencia a los textos  y A.

Contenido.
El libro (o libros) de los Reyes puede dividirse en tres partes: i) Últimos años de David y reinado de Salomón (c.1-11). 2) Existencia de los reinos de Israel y de Judá (1 Re c.12-2 Re c.1y). 3) El reino de Judá desde la caída de Samaría hasta la destrucción de Jerusalén (2 Re c. 18-25). En el período de existencia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel cabe distinguir: i) el período de hostilidades, que en Israel empieza con Jeroboam (1 Re c. 12-14:30) y termina con Omrí (1 Re 16:23-28); 2) período de amistad: Asa-Omrí; Josafat-Ajab; Joram-Ocozías; Joram-Joram; Ocozías-Joram (1 Re 16:29-2 Re 8:29); 3) el segundo período de relaciones tensas, desde Jehú en Israel y Atalía en Judá hasta la caída de Samaría en 722, en el año quinto de Oseas, rey de Israel.

Fecha de composición.
Para fijarla se dispone de criterios internos. Del texto se entresacan indicios que sugieren la composición del libro antes del exilio (1 Re 8:8; 9:21; 12:19; 2 Re 8:22; 16:6). La insistencia con que los profetas anuncian que no faltará nunca una lámpara en el trono de David se comprende mejor en tiempos anteriores al exilio (1 Re 11:26; 15:4; 2 Re 8:19). Por otra parte, otros textos suponen un origen posterior a la cautividad (2 Re c.24-25; 1 Re 4:24, etc.).
Una antigua tradición hebraica (Baba Bathra 14b) atribuía el libro a Jeremías a causa de las afinidades literarias e ideológicas del libro con la profecía de Jeremías. A esto se opone que el profeta inauguró su ministerio el año 13 de Josías (627), de lo que se infiere que hacia el año 561 contaba con una edad que oscilaba entre los noventa y los cien años. Además, la pretendida afinidad existe preferentemente en los capítulos 24-25 del segundo libro, que no formaban parte del texto primitivo. Según De Vaux, la composición hízose por etapas. Una primera redacción tuvo lugar entre el año 621 (2 Re 22:8ss) y el primer sitio de Jerusalén en 598. Su autor residía en Jerusalén; era probablemente sacerdote y entusiasta decidido de la reforma religiosa. Del libro hízose una segunda edición durante el exilio, o bien después del año 562, si se le atribuye 2 Re 25:22-30, o algo antes, en el caso de que el libro terminase con 2 Re 25:21. En esta segunda redacción el autor añadió la historia hasta el último rey de Judá, manteniéndose dentro de la misma línea deuteronómica, aunque el hecho de la ruina de Jerusalén le obliga a mostrarse más severo para con Judá, lo que le llevó a revisar algunos pasajes anteriores. Es visible su mano en 2 Re 21:7-15; 22:16-17. En realidad, ambos reinos son culpables (2 Re 17:7-20); pero también Israel se beneficia de la misericordia divina (2 Re 13:4-5.23). Durante el exilio se hicieron al libro otros retoques, tales como, probablemente, 2 Re 25:22-30. Después del exilio amplióse la oración de Salomón (1 Re 8:41-51). Pequeños detalles son posteriores a la traducción griega (200-150 a.C.).
De lo dicho se infiere que es opinión común entre los católicos que la composición definitiva del libro efectuóse durante el exilio, y más probablemente después del mismo. La finalidad histórico-religiosa del autor lo confirma,

Fin del autor sagrado.
A los pocos renglones de lectura cae el lector en la cuenta de que el libro tiende a probar que todos los males que han azotado a Israel y Judá son efecto de la infidelidad de los reyes y del pueblo al pacto de la alianza (2 Re 23:27). Como padre comportóse Dios para con su pueblo, ya premiando su conducta cuando seguía por las sendas del bien o castigándole en caso de desvío religioso, dispuesto siempre a perdonarle en caso de arrepentimiento. Por entregarse a la idolatría desapareció el reino de Israel; en cuanto al de Judá, le castigó Dios con la deportación a Babilonia, pero no lo destruyó totalmente a fin de mantener en pie la promesa del trono eterno hecha a David. Los libros de los Reyes pueden considerarse como un comentario a la profecía de Natán (2 Sam 7:12-16). Gomo se desprende de lo dicho, no quiere el autor sagrado escribir todo lo sucedido desde todos los puntos de vista en Israel y Judá desde la muerte de David hasta el exilio de Babilonia, sino más bien entresacar de la historia de Israel y Judá de aquellos cuatro siglos algunos hechos característicos que son sostén y base de la tesis religioso-histórica que intenta probar.

Fuentes de información.
El autor último inspirado echó mano de algunas fuentes históricas preexistentes para componer su libro. A veces las cita explícitamente, otras las utiliza sin que dé testimonio de ello. Las fuentes que cita son: 1) Libro de los hechos de Salomón (1 Re 11:41); 2) Libro de las Crónicas de los reyes de Judá (1 Re 14:29, etc.); 3) Libro de las Crónicas de los reyes de Israel (1 Re 14:19, etc.). Estos libros, o bien eran crónicas oficiales de los mencionados reinos 1, o escritos de algún sacerdote o profeta que consultó los archivos reales.
En cuanto a las fuentes implícitas, es difícil precisar su número e importancia en el escrito. Se distinguen comúnmente: 1) Historia de la familia de David (1 Re c.1-2); 2) Escrito sacerdotal (1 Re c.6-7); 3) Historia de Elías, de la que existen dos o más versiones; 4) Historia de Elíseo, menos homogénea todavía que la de Elías; 5) Escritos de origen pro/ético; 6) otras fuentes de procedencia indeterminada; 7) el archivo real, de donde, por ejemplo, procede la lista de ministros y prefectos de Salomón (1 Re 4:2-19).
Puede discutirse sobre el número de fuentes históricas que consultó el autor sagrado y sobre el grado en que las utilizó, modo en que lo hizo, si eran o no escritas; pero todos convienen en que el autor no las transcribió totalmente, sino que seleccionó aquello que conducía a probar su tesis.

Esquematismo histórico.
La historia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel se dispone conforme al esquematismo siguiente: 1) nombre del nuevo rey, de sus padres y el año correspondiente al soberano contemporáneo de Israel o de Judá (1 Re 22:41, etc.); 2) edad del nuevo monarca y años que reinó (1 Re 22:42); 3) mención de algún hecho notable, remitiendo para un informe más amplio a determinadas fuentes (1 Re 16:8-14, etc.); 4) dictamen sobre el comportamiento religioso y cultual del rey; 5) noticia sobre la muerte y sepultura del rey y nombre del sucesor. Un esquema parecido se sigue para los monarcas de Judá desde la caída de Samaría hasta la cautividad. Dentro de los límites del rígido esquematismo, habla de la única dinastía reinante en Judá y de las nueve que se sucedieron en Israel: 1) Jeroboam-Nadab (931-909); 2) Baasa-Ela (909-885); 3) Zimbri (885); 4) Omrí-Ajab-Ócozías-Joram (885-841); 5) Jehú-Joacaz-Joás-Jeroboam II-Zacarías (841-743); 6) Selum (743); 7) Menajem-Pe-cajya (743-737); 8) Pecaj (737-732); 9) Oseas (732-724).

Historia religiosa.
Este compendio histórico tiene un acentuado carácter religioso, peí reinado de Salomón pone de relieve su sabiduría y prosperidad económica, por considerar todo ello como premio y bendición de Dios por la conducta religiosa y cultual del monarca. Esta prosperidad es efecto del temor de Dios: "Rico serás si temes a Dios y te apartas de todo pecado y haces lo que le es grato" (Tob 4:21).
A partir de la división del reino condena el autor la conducta de todos los reyes de Israel, diciendo de ellos que hicieron el mal a los ojos de Yahvé, siguiendo los pecados de Jeroboam (2 Re 13:2; 15:26-34, etc.); incluso de Zimbri, que reinó siete días, se dice: "Y murió por los pecados que él había cometido, haciendo lo malo a los ojos de Yahvé y marchando por los caminos de Jeroboam y dándose a los pecados que Jeroboam había cometido para hacer pecar a Israel" (1 Re 16:19). Oseas hizo lo malo a los ojos de Dios, "aunque no tanto como los reyes de Israel que le precedieron" (2 Re 17:2). De los reyes de Judá, unos reciben plena aprobación por su conducta y por haber quitado los lugares altos (2 Re 18:3-4; 22:2), a otros se les reprocha no haber procurado la unidad de santuario (1 Re 15:11-14; 22:43-44; 2 Re 12:3-4). Severo juicio merecen los reyes que "obraron el mal a los ojos de Yahvé," siguiendo el ejemplo de Ajab (2 Re 8:18), o se entregaron a la idolatría (2 Re 21:2; 22:21-22). Esta finalidad primaria del autor le llevó a pasar por alto multitud de hechos importantes que sucedieron durante los reinados de Omrí, Jeroboam II, Ajab, etc. Los hechos que se recogen se relacionan con cuestiones religiosas.
Más que una historia propiamente dicha, el libro de los Reyes es una compilación histórica y una interpretación religiosa de la historia. La conducta de los reyes es juzgada de conformidad a las leyes del Deuteronomio, cuyos principios fundamentales son: un solo Dios, un solo santuario. Los santuarios yahvísticos provinciales deben desaparecer (Deut c.12). Reflexiones, expresiones e ideas deuteronómicas hállanse esparcidas a lo largo y ancho del libro (1 Re 8:23; 29; 33-37; 53). Fórmulas deuteronómicas: 1 Re 2:2; 8:23-61. Fórmulas de Jeremías: 1 Re 9:7-8; 2 Re 17:13-20; 21:9-16; 22:16-19; 24:3-4 2.

Valor histórico del libro.
El autor del libro refiere fielmente ciertos hechos conducentes a probar su tesis; no escribe una historia completa, sino preferente-niente la historia religiosa de los reinos de Israel y de Judá. Dice Garofalo que la obra del autor es un trabajo de tesis, bastante parecido al que compuso Lactancio en su obra De mortibus persecutorum, en el cual no debe buscarse la historia económica, social y política de los dos reinos, sino la presencia de Dios, que dirige todos los acontecimientos terrenos y da premio o envía el castigo según el mérito o demérito. En el fondo, añade, la historia del libro de los Reyes es una historia vista con los ojos de Dios.

El libro de los Reyes en el marco de la historia universal.
En el comentario hemos tratado siempre de encuadrar la historia del pueblo judío dentro del marco de la historia universal; a él remitimos. Basta anotar aquí que, además de los pueblos circunvecinos, influyeron en Israel los imperios de Egipto, Babilonia y Asiría. Sheshonq fundó la XX dinastía hacia los años 950-929; Salmana-sar III, rey de Asiría, hizo sentir su presencia en Occidente; en 853 tuvo lugar la batalla famosa de Qarqar. Otros tres reyes asirios pesaron sobre el reino del Norte: Teglatfalasar III (745-727), Salmanasar V (726-722), Sargón (721-705). Sobre Judá actuaron: Senaquerib (704-681), Asaraddón (680-669), Asurbanipal (668-628). Funesto para Judá fue sobre todo el rey de Babilonia Nabucodonosor (605-562). Ambas historias se completan, pero no se contradicen.

Cronología.
Es un punto difícil de resolver; San Jerónimo renunció a solucionar este problema. Modernamente son muchos los autores que se dedican a esta tarea, habiendo logrado alentadores resultados, aunque no hayan logrado conclusiones definitivas. Las dificultades que engendran los datos cronológicos proceden de múltiples causas; a veces las fuentes utilizadas traían datos inexactos; otras veces se han interpretado mal ciertos datos; algunas corregencias han provocado la adición de cifras que sólo corresponden en parte al monarca contemporáneo. Algunos datos cronológicos de Asiría dan luz sobre la cronología del libro de los Reyes:

853: Batalla de Qarqar, reinando Ajab en Israel.
841: Tributo de Jehú.
738: Tributo de Menajem.
732: Empieza el reinado de Oseas.
721: Toma de Samaría.
701: Invasión de Senaquerib.
598: Primera deportación de Judá.
587: Caída de Jerusalén.

Los años del reinado de los reyes de Israel y de Judá que damos en el comentario son aproximados.

Doctrina religiosa.
Hemos hecho notar el carácter religioso de la historia que se narra en nuestro libro. Su autor tiene puesta su mirada en el templo de Jerusalén, el santuario donde tiene su asiento Yahvé; en él debe concentrarse el culto que se le debe. En todo el libro se recuerda que sólo existe un Dios: Yahvé; un solo santuario legítimo: el templo de Jerusalén. Pero, aunque Yahvé tenga su asiento en Jerusalén, domina aun fuera de los límites de Palestina; tiempo vendrá en que todas las naciones reconocerán a Yahvé por único Dios (1 Re 8:60). Dios no admite rivales, que nada son; exige que se guarden sus mandamientos y leyes; a los fieles les premiará aun en vida; a los que le abandonan castigará. Pero no quiere Dios la muerte del pecador ni la ruina de la nación que ha tomado bajo su protección. En último término es el hombre el que teje su porvenir feliz o desgraciado; es el pueblo judío el que labra su destino, el que prepara la caída de Samaría y la de Jerusalén.

1 J. A. Montgomery, Archíval Data in the Book ofKings: JBL 53 (1924) 46-52.
2 A Robeft, Historique (Genres): DBS 14-15.


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

II Reyes  25,1-30

Sitio de Jerusalén (25:1-7).
1El año noveno del remado de Sedecías, el día diez del mes décimo, Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino con todo su ejército contra Jerusalén, acampó ante ella, y levantaron contra ella ingenios en derredor. 2La ciudad estuvo cercada hasta el año undécimo del reinado de Sedecías. 3 El día nueve del cuarto mes del año undécimo de Sedecías era grande el hambre en la ciudad y no había ya pan para la gente del pueblo. 4 Entonces abrieron brecha en la ciudad, y toda la gente de guerra huyó de noche por el camino de la puerta entre los muros, cerca del jardín del rey, mientras los caldeos tenían cercada la ciudad. Los huidos tomaron el camino del Araba; 5 pero el ejército de los caldeos persiguió al rey y le dio alcance en los llanos de Jericó, y todo su ejército se dispersó, dejándole. 6Apresaron al rey y le llevaron al rey de Babilonia, a Ribla, y le sentenciaron. 7 Los hijos de Sedecías fueron degollados en su presencia; a Sedecías le sacaron los ojos, y, cargado de cadenas de bronce, le llevaron a Babilonia.

Nabucodonosor quiso acabar con las veleidades de Judá cortando definitivamente sus contactos con Egipto. Al aparecer el rey Psamético en Palestina el año 590, algunos judíos enroláronse en su ejército. Los falsos profetas anunciaban el ocaso de Babilonia y el encumbramiento de Egipto (Jer_27:29); Sedecías, a pesar de haber jurado fidelidad a Nabucodonosor, dejóse arrastrar por la corriente filoegipcia. Ofra, el sucesor de Psamético, inició las hostilidades. Pero Nabucodonosor le salió al encuentro en Ribla, dividiendo su ejército en dos cuerpos: uno en dirección a Tiro, y otro, que capitaneaba el mismo monarca, apuntando hacia Judá (Eze_21:2455). A su paso, las ciudades de Judá cayeron en su poder, menos Laquis, Azeca y Jerusalén (Jer_34:7). En las cartas de Laquis, de que hemos hablado, se reflejan los estertores de estas ciudades, resto del que fue reino de Judá. A principios del año 588, las tropas de Nabucodonosor presentáronse ante Jerusalén, estrechándola con el cerco. Sedecías llamó en su auxilio al ejército egipcio. No se hizo sordo Ofra a estos gritos de socorro, mandando su ejército a Palestina y comenzando por invadir la Sefela (Jer_21:1ss; Eze_30:20). Temiendo Nabucodonosor ser apresado entre dos fuegos, levantó el cerco de Jerusalén para cortar el avance egipcio. Aquel contratiempo del rey de Babilonia envalentonó a los del partido filoegipcio, de Jerusalén, que encarce laron a Jeremías, culpándole de traidor y derrotista (Jer c.37). Sedecías fue a consultarle secretamente el futuro de la ciudad, a lo que respondió el profeta: Volverán los caldeos a combatir esta ciudad, Y la tomarán y la incendiarán (Jer_37:7). En efecto, los egipcios huyeron ante las tropas de Nabucodonosor (Eze_30:2055), que volvieron a reunirse en torno a Jerusalén. El hambre comenzó a hacer su aparición en la ciudad. ? los dieciocho meses de sitio abrióse una brecha en el muro septentrional, por donde los soldados de Babilonia penetraron en el interior. Sedéelas huyó de noche por la puerta que había en el muro del sudeste del Ofel, tomando el camino de Araba hacia el valle del Jordán (Jer_52:7; Jer_39:2-4; Deu_1:1-7). Los soldados sitiadores alcanzaron a los fugitivos en las estepas de Jericó (Jos_4:13). A Sedecías condujéronle cautivo a Ribla (Jos_23:33), en donde, después de haber presenciado el asesinato de sus hijos, el mismo Nabucodonosor, en castigo de sus traiciones, le arrancó los ojos (Jer_39:6-7; Jer_52:10-11). Después, cargado de cadenas de bronce, mandó Nabucodonosor que fuera llevado a Babilonia a fin de que muriera en un rincón de alguna cárcel de la capital. Era el mes de agosto del año 587.

Saqueo de Jerusalén (Jer_25:8-17).
8 El día séptimo del quinto mes era el año diecinueve del reinado de Nabucodonosor en Babilonia , Nebuzardán, jefe de la guardia, servidor del rey de Babilonia, entró en Jerusalén, 9 quemó el templo de Yahvé, el palacio real y todas las casas de Jerusalén. 10 Todo el ejército de los caldeos, que estaba con el jefe de la guardia, demolió las murallas que rodeaban a Jerusalén. 11 Nebuzardán, jefe de la guardia, llevó cautivos a los que habían quedado en la ciudad, de los que se rindieron al rey de Babilonia, y al resto de la gente, 12 fuera de algunos pobres que dejó, como viñadores y labradores. 13 Los caldeos rompieron las columnas de bronce que había en la casa de Yahvé, las basas, el mar de bronce que había en la casa de Yahvé, y se llevaron el bronce a Babilonia. 14 Cogieron los ceniceros, las tenazas, las palas, los cuchillos, las tazas y todos los utensilios de bronce con que se hacía el servicio. 15 El jefe de la guardia cogió también los braseros y las copas y todo cuanto era de oro y cuanto era de plata. 16 Las dos columnas, el mar, las basas que Salomón había hecho para la casa de Yahvé; todos los utensilios de bronce tenían un peso incalculable. 17 La altura de una columna era de dieciocho codos, y tenía encima un capitel de bronce de tres codos de altura, y en derredor del capitel había trenzados y granadas, todo de bronce; y lo mismo la otra columna.

Nebuzardán fue el encargado de saquear metódicamente la ciudad. Emoezó por prender fuego al templo y principales edificios. Los soldados abrieron diversas brechas en las murallas de la ciudad, que en gran parte permanecieron en pie (Neh_6:15). Todos los habitantes, exceptuando a algunos agricultores y viñadores, fueron llevados cautivos a Babilonia. Todo lo que quedó en pie en el templo después del incendio fue destruido y demolido; las columnas de bronce (Jer_27:19; 1Re_1:7; 1Re_1:15-22), las basas (1Re_7:27-39) y el mar de bronce (1Re_7:23-26) corrieron esta suerte. Todos los utensilios de valor fueron requisados y llevados a Babilonia. De los objetos de oro y plata se hizo cargo Nebuzardán (Jer_52:15-24).

Castigo de los culpables (Jer_25:18-21).
18El jefe de la guardia cogió a Sarayas, el sumo sacerdote; a Sofonías, el segundo sacerdote, y a los tres guardias del atrio; 19 y de la ciudad, a un eunuco, que tenía a sus órdenes la gente de guerra; a cinco hombres de los consejeros del rey, que fueron encontrados en la ciudad; al secretario del jefe del ejército encargado del alistamiento y a sesenta más del pueblo que se hallaban en la ciudad. 20 Nebuzardán, jefe de la guardia, los cogió y los llevó a Ribla, al rey de Babilonia. 21 El rey de Babilonia les dio muerte en Ribla, en tierra de Jamat. Así fue llevado cautivo Judá lejos de su tierra.

Judá fue llevado cautivo lejos de su tierra. En Palestina quedaba solamente un resto (Jer_40:11), un reducido número (Jer_42:2). Judá parecía un desierto (Jer_44:22; Eze_33:28); por todas partes veíanse ruinas (Jer_45:4). Dios había castigado con la humillación del destierro la infidelidad de su pueblo.

Godolías, prefecto (Jer_25:22-26).
22 Nabucodonosor puso el resto del pueblo que quedaba en la tierra bajo el gobierno de Godolías, hijo de Ajicán, hijo de Safan. 23 Cuando los jefes de las tropas supieron, ellos y sus hombres, que Godolías había sido puesto por el rey de Babilonia como gobernador del territorio, vinieron a Godolías, a Misfa, Ismael, hijo de Netanía; Jojanán, hijo de Careaj; Sarayas, hijo de Tanjumet, de Neftoa, y Jazanía, hijo de un macateo, con sus gentes. 24 Godolías les juró a ellos y a sus hombres, diciéndoles: No temáis nada de parte de los caldeos; quedaos en la tierra, servid al rey de Babilonia, y os irá bien. 25 Pero el séptimo mes, Ismael, hijo de Netanía, hijo de Elisama, de sangre real, vino acompañado de diez hombres, e hirieron mor-talmente a Godolías, así como a los judíos y caldeos que estaban con él en Misfa. 26 Entonces todo el pueblo, pequeños y grandes, los jefes y sus tropas, se levantaron y se fueron a Egipto por temor de los caldeos.

Al frente de los pocos que habían quedado en Judá puso Nabucodonosor a Godolías por prefecto. Este nombre figura en un sello encontrado en Tell el-Duweir, como perteneciente al maestro de palacio en tiempos de Sedecías, cargo que pudo ejercer Godolías 1. Era éste un hombre bueno, prudente, amigo de Jeremías, generoso, que acogía a todos amablemente, dándoles saludables consejos. Estableció su residencia en Misfa (v.24), con Jeremías por consejero (Jer_39:11-15; Jer_40:1-6). Cierto Ismael, de estirpe real, sobornado por los amonitas, asesinó al prefecto y a todos los caldeos que estaban con él. Jeremías relata largamente este lamentable episodio (40:14-41:16). Por temor a represalias, el pueblo emigró a Egipto (Jer_42:17-18), arrastrando por la fuerza al profeta Jeremías (Jer 42:1-43:7). De esta manera desaparecía de Palestina aun el resto que había dejado Nabucodonosor.

Joaquín, fuera de la prisión (25:27-30).
27 El año treinta y siete de la cautividad de Joaquín, rey de Judá, el día veintisiete del duodécimo mes, Evil Merodac, rey de Babilonia, el año primero de su reinado, alzó la cabeza de Joaquín, rey de Judá, y le sacó de la prisión. 28 Le habló con benevolencia, y puso su trono por encima de los tronos de los reyes que con él estaban en Babilonia. 29 Le hizo quitar sus vestidos de preso, y ya siempre comió a su mesa todo el tiempo de su vida. 30 El rey proveyó constantemente a su mantenimiento todo el tiempo de su vida.

Estos versos se encuentran en Jer_52:31-34. Quiso Nabucodonosor vengar la muerte de Godolías enviando a Palestina un contingente militar que devastara el país y deportara a los que allí quedasen (Jer_52:30). Para reemplazarlos no se mandaron colonos de Babilonia; el país permaneció mucho tiempo abandonado, desierto, penetrando poco a poco en él los pueblos circunvecinos de los amonitas, árabes y edomitas. Los judíos fieles volvían sus ojos hacia la ciudad de Jerusalén, adonde acudían, según sus posibilidades, para orar y ofrecer sacrificios (Jer_41:4-5).
Pero el pueblo de Judá comía el pan del exilio, llorando su desgracia junto a los sauces de los ríos de Babilonia, acordándose de Sión (Sal_137:155). Dios los había arrojado de su heredad, de su presencia, a causa de sus muchos pecados. El exilio será una buena ocasión para que Israel reflexione sobre las causas de su desgracia y expíe su pecado con una sincera penitencia. Para el pueblo de Judá era también el exilio una pena medicinal. En Babilonia, Joaquín dejaba atrás los barrotes de la prisión y era admitido por Evil Merodac (561-559) en su mesa durante todo el tiempo de su vida. Los honores reales que se reconocen en él anuncian la gloria y la restauración judía (Jer_52:32-33). Dios no olvidaba a su pueblo, mostrándose fiel a su mucha misericordia aun en los momentos que le azotaba.

1 En cuanto a los tributos, dícese en el mencionado documento que Ezequías pagó treinta talentos de oro y ochocientos de plata, lo que puede explicarse o bien por una exageración del vencedor o porque el valor del talento babilonio difería del hebreo. Véase texto en Pritchard, 287-288; Parrot, 39. Estos hechos están avalados por otros relatos más cortos y menos solemnes. Un toro de Nínive lleva esta inscripción: Devasté el gran distrito e Juda y sometí a su rey, Ezequías (Ha-sa-qi-a-a), el dominador y orgulloso. Otro texto Procedente de Nebí Yunus dice: Devasté el gran distrito de Judá y puse los lazos de mi yueo sobre Ezequías, su rey (Pritchard, 288; Parrot, 39).
2 Construí escribe contra él (Ezequías) torres y castigaba a cualquiera que salía por la grande puerta de su ciudad. Las ciudades que había devastado las separé de su país y las entregué a Mi-ti-in-ti, rey de Azoto; a Padi-i, rey de Acarón, y a Ismien, rey de Gaza. Ezequías. me hizo llegar, más tarde, a Nínive, mi villa señorial: treinta talentos de oro, ochocientos talentos de plata, piedras preciosas., armas de guerra en gran número, con sus hijas, mujeres de palacio, cantores y cantoras. Envió sus mensajeros para entregar el tributo y hacer acto de obediencia (Pritchard, 288; Parrot, 37-38).
3 Según De Vaux, se trata de un mismo acontecimiento narrado con otros detalles; tenemos, dice, dos relatos paralelos, dos maneras distintas de contar el mismo hecho (2 Re 18:17-19:9; 19:8-37). Esta opinión es compartida por A. Lods, Bible du Centenaire 2Re_18:13, nota.; H. Haag, La campagne de Sénnachérib contre Jérusalem en 701: RB 58 (1951) 348-359; A. Parrot, l.c. En el texto se mencionan dos embajadas enviadas por Senaquerib, una con mensaje a Ezequías (18:19-25), y una arenga al pueblo (18:26-34). Por este motivo, Juan le Moyne (Les deux Ambassades de Sennachérb a Jérusalem: Mélanges Robert, 149-153) niega exista homogeneidad en la sección 18:17-19:9. En efecto, en la primera embajada, Jerusalén no se halla cercada por el enemigo; en la segunda, sí (v.30). Como hemos insinuado, hay autores que distinguen en todo este relato dos campañas distintas: una que tuvo lugar durante el año 701 (18:13-16) y otra posterior al año 693 (18:1755). Basan sus argumentos (Dhorme: RB [1910] 512; W. F. Albright: Basor, 130 [1953] 8ss) en que el rey Taraca (Taharqa), faraón de la XXV dinastía (2Re_19:9), empezó solamente a reinar en 690, siendo un niño de nueve años en 701.
4 A. Dupont-Sommer, Les Araméens (París 1949); ídem, L'Ostracon ararnéen d'Assur: Syria, 24 (1944) 24-61. 2 Más detalles sobre esta campaña pueden verse en P. Dhorme, Le Pays biblique et l'Assyrie (París 1911); J. Plessis, Babylone et la Bible: DBS 789-794; Parrot, Nínive et l'Ancien Testament 40-45.
1 Pliníq, Hist. Nat 23:7: San Jerónimo, In h: PL 24:398.
2 Biblical Researches, vol.1 (1856) 13955.
3 Damos su traducción, incluyendo entre paréntesis las palabras que faltan en el texto a causa de haberse roto la piedra en varios pedazos en el momento de arrancarla de su lugar: (lín.1; acabada) la perforación. Y ésta fue la historia de la perforación: mientras (los excavadores alzaban; 2) el pico el uno contra el otro y mientras quedaban todavía tres codo para excavar, se oyó la voz de un hombre que lia (3) maba a otro, porque había una hendidura en la roca de la derecha y de la (izquierda). Y en el día de la (4) perforación los mineros picaban uno contra otro, pico contra pico, y comenzó a correr (5) el agua de la fuente a la piscina (en un recorrido) de mil doscientos codos. Y cien (6) codos era la altura sobre la cabeza del minero (D. Diringer, Le Iscrizioni anticoebraiche Palestinesi [ renze 1934] 81-110; H. Michaud, Sur la pierre et l'argile [París-Neuchátel 1958] 64-73/'
1 En cuanto a su rey, dice el prisma Â: Abdi-Milkuti, que ante mis armas había huido al medio del mar, le pesqué fuera de él como a un pez, cortándole la cabeza (Pritchard, 291) A este hecho hace referencia Amos al dirigirse a las mujeres de Samaría, diciendo: "vienen sobre vosotras días en que os levantarán con bicheros, y a vuestros descendientes con harpones (4:2). En Sidón recibió el homenaje de los reyes siro-palestinenses, de Tiro (Baalu), de Judá (Me-na-si-i = Menasés), de Edom, Moab, Gaza, Acarón (pritchard, 291).
1 En un tiempo debió de estar colocado en el interior o sobre el arca de la alianza, entre los querubines, conforme a una costumbre existente entre los egipcios y los hititas, según la cual los documentos importantes, profanos y religiosos, se colocaban delante de los dioses para que los santificasen y consagrasen con su presencia. Así procedió Tutmosis con el relato de sus hazañas en Megiddo. Sobre todo poníanse bajo la protección de los dioses los textos legislativos. Hammurabi puso su famoso código en el templo de Marduk, en Babilonia y otros muchos santuarios.
2 S. A. Fríes, Die Gesetzschrift des Kónigs Josia (Leipzig 1903); E. Naville, La décou" verte de la Loi sous Josias (París 1910); J. Coppens, Le reforme de Josias. L'objet de la reforme de Josias et la loi trouvée par Helcias: ETL 5 (1928) 581-588.
1 J. Gadd, The Fall of Niniveh. The newly discovered Babylonian Chonicle, no. 21, 901, Jn the British Museum (Londres 1923); Pritchard, 304-305.
1 A. Vaccari, Le lettere de Lachis: Â 20 (1939) 180-199; R. De Vaux, Le ostraha de Lakhis: RB 48 (1939) 181-206; H. Michaud, Lc., 75-103. Para la campaña de Nabucodo-nosor en Palestina, véase A. Parrot, Babylone et V'Anden Testament (París 1956); D. J· Wiseman, Chronicles of Chaldean Kings (626-366) B.C Jirf the Britfsh Museum (Londres 1956) Pritqhard, 303-307.
1. R. De Vaux, Le Sceau de Godolias. Maíire du palais: RB 45 (1936) 96-102; Michaud l-c., 104-109.