II Reyes  8 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 29 versitos |
1 Elíseo dijo a la mujer a cuyo hijo había resucitado: “Levántate y vete, tú y tu casa, y mora donde puedas, porque Yahvé llama al hambre y vendrá sobre la tierra por siete años.”
2 Levantóse la mujer e hizo lo que le decía el hombre de Dios, y se fue ella y su casa, y habitó siete años en tierra de filisteos.
3 Al cabo de siete años volvió la mujer de la tierra de los filisteos y fue a implorar al rey por su casa y su campo.
4 Estaba el rey hablando con Guejazi, servidor del hombre de Dios, y le decía: “Anda y cuéntame todas esas grandes cosas que ha hecho Elíseo”;"
5 y mientras estaba contando al rey cómo Elíseo había vuelto a la vida a un muerto, llegó la mujer cuyo hijo había resucitado Elíseo para implorar al rey por su casa y su campo, y dijo Guejazi: “¡Oh mi señor rey! ésa es la mujer y ése es su hijo, que Elíseo resucitó.”
6 Preguntó el rey a la mujer, y ella le hizo el relato; el rey le dio un eunuco, a quien dijo: “Haz que le sea devuelto a esta mujer todo lo que le pertenece, con todos los frutos de su campo, desde el día en que dejó la tierra hasta hoy.”
7 Fue Elíseo a Damasco. Estaba enfermo Ben Hadad, rey de Siria, y le avisaron, diciendo: “Está aquí el hombre de Dios.”
8 El rey dijo a Jazael: “Toma contigo un presente y vete a ver al hombre de Dios, y consulta por mí a Yahvé si curaré de esta enfermedad.”
9 Fue Jazael a su encuentro, llevando consigo un presente, todo lo mejor que había en Damasco, la carga de cuarenta camellos. Llegado, se presentó a él y le dijo: “Tu hijo Ben Hadad, rey de Siria, me manda a ti para preguntarte: ¿Curaré de esta enfermedad?”
10 Elíseo le respondió: “Ve y dile: Tú curarías, pero Yahvé me ha revelado que morirás.”
11 El hombre de Dios puso sus ojos sobre Jazael
12 y los fijó en él hasta hacerle enrojecer; luego se puso a llorar. El le preguntó: “¿Por qué llora mi señor?” Y Elíseo le respondió: “Porque sé el mal que vas a hacer a los hijos de Israel: incendiarás sus ciudades fuertes, pasarás a cuchillo a sus mancebos, estrellarás a sus niños y abrirás el seno a sus preñadas.”
13 Y Jazael dijo: “Pues ¿qué es tu siervo, este perro, para hacer tan grandes cosas?” Y Elíseo respondió: “Yahvé me ha revelado que serás rey de Siria.”
14 Jazael dejó a Elíseo y volvió a su señor, que le preguntó: “¿Qué te ha dicho Elíseo?” Y él respondió: “Me ha dicho: Curarás.”
15 Al día siguiente cogió una manta, la empapó en agua y la puso sobre el rostro del rey, que murió. Jazael le sucedió.
16 El año quinto de Joram, hijo de Ajab, rey de Israel, comenzó a reinar Joram, hijo de Josafat, rey de Judá.
17 Treinta y dos años tenía cuando comenzó a reinar, y reinó ocho años en Jerusalén.
18 Marchó por los caminos de los reyes de Israel, como había hecho la casa de Ajab, pues tuvo por mujer a una hija de Ajab, e hizo el mal a los ojos de Yahvé.
19 Pero Yahvé no quiso destruir a Judá por amor a David, su siervo, según la promesa que le había hecho de darle siempre una lámpara perpetuamente.
20 En su tiempo se rebeló Edom contra el dominio de Judá, y se dio un rey.
21 Joram marchó a Seír con todos sus carros. Una noche arriesgó combate con los edomitas, que le tenían cercado, y le derrotaron juntamente con los jefes de los carros, y el pueblo huyó a sus tiendas.
22 La rebelión de Edom contra el dominio de Judá dura hasta hoy. Entonces se rebeló también Libna.
23 El resto de los hechos de Joram, cuanto hizo, ¿no está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá?
24 Joram se durmió con sus padres y fue sepultado con ellos en la ciudad de David. Le sucedió su hijo Ocozías.
25 El año doce de Joram, hijo de Ajab, rey de Israel, comenzó a reinar Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá.
26 Tenía Ocozías veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. Su madre se llamaba Atalía, hija de Omri, rey de Israel.
27 Marchó por los caminos de la casa de Ajab e hizo el mal a los ojos de Yahvé, como la casa de Ajab, con la que es taba emparentado.
28 Acompañó a Joram, hijo de Ajab, en G guerra contra Jazael, rey de Siria, a Ramot Galaad. Los sirio hirieron a Joram,
29 y el rey Joram se volvió para hacerse curar en Jezrael de las heridas que los sirios le habían hecho en Ramot cuando combatía contra Jazael, rey de Siria. Ocozías, hiio de Joram, rey de Judá, bajó a Jezrael para ver a Joram, hijo de Ajab, que estaba allí herido.

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Introducción a II Reyes 

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Reyes.

Introducción.

Título.
La historia de Israel desde los últimos años de David hasta la cautividad de Babilonia, unos cuatro siglos, se narra en los libros que la Biblia hebraica llama 1 y 2 de los Reyes, que corresponden a 3 y 4 de los Reinos (LXX) o de los Reyes (Vulgata). En los comienzos, los mencionados libros formaban uno solo, de lo que dan fe Orígenes (PG 12:1084), Eusebio (PL 20,581) y San Jerónimo (PL 28,558-559). La división en dos partes iguales aproximadamente empezó con D. Bomberg (Venecia 1517). Esta división es artificial.

Texto.
El texto original hebraico del libro se ha conservado medianamente bien. A los textos masoréticos cabe añadir ahora el de los fragmentos de Jirbet Qumrán, que facilitarán la labor de crítica textual. Con el texto masorético andan de acuerdo la versión siríaca Peshitta y la Vulgata.

Versiones griegas.
De la versión de los LXX existe un texto prehexaplar, representado por el códice B, y otro posterior a Orígenes, que se halla en A. Los textos de Jirbet Qumrán son más afines al texto griego que al masorético, presentando lecciones propias, omisiones y trasposiciones. Es digno de mención el texto griego de Luciano, que a veces se aparta del texto masorético. Con él concuerda la Vetus Latina. En las ediciones críticas de Sweete, Rahlfs y en la de Broo-ke-McLean-Thackeray se da preferencia a los textos  y A.

Contenido.
El libro (o libros) de los Reyes puede dividirse en tres partes: i) Últimos años de David y reinado de Salomón (c.1-11). 2) Existencia de los reinos de Israel y de Judá (1 Re c.12-2 Re c.1y). 3) El reino de Judá desde la caída de Samaría hasta la destrucción de Jerusalén (2 Re c. 18-25). En el período de existencia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel cabe distinguir: i) el período de hostilidades, que en Israel empieza con Jeroboam (1 Re c. 12-14:30) y termina con Omrí (1 Re 16:23-28); 2) período de amistad: Asa-Omrí; Josafat-Ajab; Joram-Ocozías; Joram-Joram; Ocozías-Joram (1 Re 16:29-2 Re 8:29); 3) el segundo período de relaciones tensas, desde Jehú en Israel y Atalía en Judá hasta la caída de Samaría en 722, en el año quinto de Oseas, rey de Israel.

Fecha de composición.
Para fijarla se dispone de criterios internos. Del texto se entresacan indicios que sugieren la composición del libro antes del exilio (1 Re 8:8; 9:21; 12:19; 2 Re 8:22; 16:6). La insistencia con que los profetas anuncian que no faltará nunca una lámpara en el trono de David se comprende mejor en tiempos anteriores al exilio (1 Re 11:26; 15:4; 2 Re 8:19). Por otra parte, otros textos suponen un origen posterior a la cautividad (2 Re c.24-25; 1 Re 4:24, etc.).
Una antigua tradición hebraica (Baba Bathra 14b) atribuía el libro a Jeremías a causa de las afinidades literarias e ideológicas del libro con la profecía de Jeremías. A esto se opone que el profeta inauguró su ministerio el año 13 de Josías (627), de lo que se infiere que hacia el año 561 contaba con una edad que oscilaba entre los noventa y los cien años. Además, la pretendida afinidad existe preferentemente en los capítulos 24-25 del segundo libro, que no formaban parte del texto primitivo. Según De Vaux, la composición hízose por etapas. Una primera redacción tuvo lugar entre el año 621 (2 Re 22:8ss) y el primer sitio de Jerusalén en 598. Su autor residía en Jerusalén; era probablemente sacerdote y entusiasta decidido de la reforma religiosa. Del libro hízose una segunda edición durante el exilio, o bien después del año 562, si se le atribuye 2 Re 25:22-30, o algo antes, en el caso de que el libro terminase con 2 Re 25:21. En esta segunda redacción el autor añadió la historia hasta el último rey de Judá, manteniéndose dentro de la misma línea deuteronómica, aunque el hecho de la ruina de Jerusalén le obliga a mostrarse más severo para con Judá, lo que le llevó a revisar algunos pasajes anteriores. Es visible su mano en 2 Re 21:7-15; 22:16-17. En realidad, ambos reinos son culpables (2 Re 17:7-20); pero también Israel se beneficia de la misericordia divina (2 Re 13:4-5.23). Durante el exilio se hicieron al libro otros retoques, tales como, probablemente, 2 Re 25:22-30. Después del exilio amplióse la oración de Salomón (1 Re 8:41-51). Pequeños detalles son posteriores a la traducción griega (200-150 a.C.).
De lo dicho se infiere que es opinión común entre los católicos que la composición definitiva del libro efectuóse durante el exilio, y más probablemente después del mismo. La finalidad histórico-religiosa del autor lo confirma,

Fin del autor sagrado.
A los pocos renglones de lectura cae el lector en la cuenta de que el libro tiende a probar que todos los males que han azotado a Israel y Judá son efecto de la infidelidad de los reyes y del pueblo al pacto de la alianza (2 Re 23:27). Como padre comportóse Dios para con su pueblo, ya premiando su conducta cuando seguía por las sendas del bien o castigándole en caso de desvío religioso, dispuesto siempre a perdonarle en caso de arrepentimiento. Por entregarse a la idolatría desapareció el reino de Israel; en cuanto al de Judá, le castigó Dios con la deportación a Babilonia, pero no lo destruyó totalmente a fin de mantener en pie la promesa del trono eterno hecha a David. Los libros de los Reyes pueden considerarse como un comentario a la profecía de Natán (2 Sam 7:12-16). Gomo se desprende de lo dicho, no quiere el autor sagrado escribir todo lo sucedido desde todos los puntos de vista en Israel y Judá desde la muerte de David hasta el exilio de Babilonia, sino más bien entresacar de la historia de Israel y Judá de aquellos cuatro siglos algunos hechos característicos que son sostén y base de la tesis religioso-histórica que intenta probar.

Fuentes de información.
El autor último inspirado echó mano de algunas fuentes históricas preexistentes para componer su libro. A veces las cita explícitamente, otras las utiliza sin que dé testimonio de ello. Las fuentes que cita son: 1) Libro de los hechos de Salomón (1 Re 11:41); 2) Libro de las Crónicas de los reyes de Judá (1 Re 14:29, etc.); 3) Libro de las Crónicas de los reyes de Israel (1 Re 14:19, etc.). Estos libros, o bien eran crónicas oficiales de los mencionados reinos 1, o escritos de algún sacerdote o profeta que consultó los archivos reales.
En cuanto a las fuentes implícitas, es difícil precisar su número e importancia en el escrito. Se distinguen comúnmente: 1) Historia de la familia de David (1 Re c.1-2); 2) Escrito sacerdotal (1 Re c.6-7); 3) Historia de Elías, de la que existen dos o más versiones; 4) Historia de Elíseo, menos homogénea todavía que la de Elías; 5) Escritos de origen pro/ético; 6) otras fuentes de procedencia indeterminada; 7) el archivo real, de donde, por ejemplo, procede la lista de ministros y prefectos de Salomón (1 Re 4:2-19).
Puede discutirse sobre el número de fuentes históricas que consultó el autor sagrado y sobre el grado en que las utilizó, modo en que lo hizo, si eran o no escritas; pero todos convienen en que el autor no las transcribió totalmente, sino que seleccionó aquello que conducía a probar su tesis.

Esquematismo histórico.
La historia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel se dispone conforme al esquematismo siguiente: 1) nombre del nuevo rey, de sus padres y el año correspondiente al soberano contemporáneo de Israel o de Judá (1 Re 22:41, etc.); 2) edad del nuevo monarca y años que reinó (1 Re 22:42); 3) mención de algún hecho notable, remitiendo para un informe más amplio a determinadas fuentes (1 Re 16:8-14, etc.); 4) dictamen sobre el comportamiento religioso y cultual del rey; 5) noticia sobre la muerte y sepultura del rey y nombre del sucesor. Un esquema parecido se sigue para los monarcas de Judá desde la caída de Samaría hasta la cautividad. Dentro de los límites del rígido esquematismo, habla de la única dinastía reinante en Judá y de las nueve que se sucedieron en Israel: 1) Jeroboam-Nadab (931-909); 2) Baasa-Ela (909-885); 3) Zimbri (885); 4) Omrí-Ajab-Ócozías-Joram (885-841); 5) Jehú-Joacaz-Joás-Jeroboam II-Zacarías (841-743); 6) Selum (743); 7) Menajem-Pe-cajya (743-737); 8) Pecaj (737-732); 9) Oseas (732-724).

Historia religiosa.
Este compendio histórico tiene un acentuado carácter religioso, peí reinado de Salomón pone de relieve su sabiduría y prosperidad económica, por considerar todo ello como premio y bendición de Dios por la conducta religiosa y cultual del monarca. Esta prosperidad es efecto del temor de Dios: "Rico serás si temes a Dios y te apartas de todo pecado y haces lo que le es grato" (Tob 4:21).
A partir de la división del reino condena el autor la conducta de todos los reyes de Israel, diciendo de ellos que hicieron el mal a los ojos de Yahvé, siguiendo los pecados de Jeroboam (2 Re 13:2; 15:26-34, etc.); incluso de Zimbri, que reinó siete días, se dice: "Y murió por los pecados que él había cometido, haciendo lo malo a los ojos de Yahvé y marchando por los caminos de Jeroboam y dándose a los pecados que Jeroboam había cometido para hacer pecar a Israel" (1 Re 16:19). Oseas hizo lo malo a los ojos de Dios, "aunque no tanto como los reyes de Israel que le precedieron" (2 Re 17:2). De los reyes de Judá, unos reciben plena aprobación por su conducta y por haber quitado los lugares altos (2 Re 18:3-4; 22:2), a otros se les reprocha no haber procurado la unidad de santuario (1 Re 15:11-14; 22:43-44; 2 Re 12:3-4). Severo juicio merecen los reyes que "obraron el mal a los ojos de Yahvé," siguiendo el ejemplo de Ajab (2 Re 8:18), o se entregaron a la idolatría (2 Re 21:2; 22:21-22). Esta finalidad primaria del autor le llevó a pasar por alto multitud de hechos importantes que sucedieron durante los reinados de Omrí, Jeroboam II, Ajab, etc. Los hechos que se recogen se relacionan con cuestiones religiosas.
Más que una historia propiamente dicha, el libro de los Reyes es una compilación histórica y una interpretación religiosa de la historia. La conducta de los reyes es juzgada de conformidad a las leyes del Deuteronomio, cuyos principios fundamentales son: un solo Dios, un solo santuario. Los santuarios yahvísticos provinciales deben desaparecer (Deut c.12). Reflexiones, expresiones e ideas deuteronómicas hállanse esparcidas a lo largo y ancho del libro (1 Re 8:23; 29; 33-37; 53). Fórmulas deuteronómicas: 1 Re 2:2; 8:23-61. Fórmulas de Jeremías: 1 Re 9:7-8; 2 Re 17:13-20; 21:9-16; 22:16-19; 24:3-4 2.

Valor histórico del libro.
El autor del libro refiere fielmente ciertos hechos conducentes a probar su tesis; no escribe una historia completa, sino preferente-niente la historia religiosa de los reinos de Israel y de Judá. Dice Garofalo que la obra del autor es un trabajo de tesis, bastante parecido al que compuso Lactancio en su obra De mortibus persecutorum, en el cual no debe buscarse la historia económica, social y política de los dos reinos, sino la presencia de Dios, que dirige todos los acontecimientos terrenos y da premio o envía el castigo según el mérito o demérito. En el fondo, añade, la historia del libro de los Reyes es una historia vista con los ojos de Dios.

El libro de los Reyes en el marco de la historia universal.
En el comentario hemos tratado siempre de encuadrar la historia del pueblo judío dentro del marco de la historia universal; a él remitimos. Basta anotar aquí que, además de los pueblos circunvecinos, influyeron en Israel los imperios de Egipto, Babilonia y Asiría. Sheshonq fundó la XX dinastía hacia los años 950-929; Salmana-sar III, rey de Asiría, hizo sentir su presencia en Occidente; en 853 tuvo lugar la batalla famosa de Qarqar. Otros tres reyes asirios pesaron sobre el reino del Norte: Teglatfalasar III (745-727), Salmanasar V (726-722), Sargón (721-705). Sobre Judá actuaron: Senaquerib (704-681), Asaraddón (680-669), Asurbanipal (668-628). Funesto para Judá fue sobre todo el rey de Babilonia Nabucodonosor (605-562). Ambas historias se completan, pero no se contradicen.

Cronología.
Es un punto difícil de resolver; San Jerónimo renunció a solucionar este problema. Modernamente son muchos los autores que se dedican a esta tarea, habiendo logrado alentadores resultados, aunque no hayan logrado conclusiones definitivas. Las dificultades que engendran los datos cronológicos proceden de múltiples causas; a veces las fuentes utilizadas traían datos inexactos; otras veces se han interpretado mal ciertos datos; algunas corregencias han provocado la adición de cifras que sólo corresponden en parte al monarca contemporáneo. Algunos datos cronológicos de Asiría dan luz sobre la cronología del libro de los Reyes:

853: Batalla de Qarqar, reinando Ajab en Israel.
841: Tributo de Jehú.
738: Tributo de Menajem.
732: Empieza el reinado de Oseas.
721: Toma de Samaría.
701: Invasión de Senaquerib.
598: Primera deportación de Judá.
587: Caída de Jerusalén.

Los años del reinado de los reyes de Israel y de Judá que damos en el comentario son aproximados.

Doctrina religiosa.
Hemos hecho notar el carácter religioso de la historia que se narra en nuestro libro. Su autor tiene puesta su mirada en el templo de Jerusalén, el santuario donde tiene su asiento Yahvé; en él debe concentrarse el culto que se le debe. En todo el libro se recuerda que sólo existe un Dios: Yahvé; un solo santuario legítimo: el templo de Jerusalén. Pero, aunque Yahvé tenga su asiento en Jerusalén, domina aun fuera de los límites de Palestina; tiempo vendrá en que todas las naciones reconocerán a Yahvé por único Dios (1 Re 8:60). Dios no admite rivales, que nada son; exige que se guarden sus mandamientos y leyes; a los fieles les premiará aun en vida; a los que le abandonan castigará. Pero no quiere Dios la muerte del pecador ni la ruina de la nación que ha tomado bajo su protección. En último término es el hombre el que teje su porvenir feliz o desgraciado; es el pueblo judío el que labra su destino, el que prepara la caída de Samaría y la de Jerusalén.

1 J. A. Montgomery, Archíval Data in the Book ofKings: JBL 53 (1924) 46-52.
2 A Robeft, Historique (Genres): DBS 14-15.


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

II Reyes  8,1-29

Otra vez la sunamita en escena (8:1-6).
1 Elíseo dijo a la mujer a cuyo hijo había resucitado: Levántate y vete, tú y tu casa, y mora donde puedas, porque Yahvé llama al hambre y vendrá sobre la tierra por siete años. 2 Levantóse la mujer e hizo lo que le decía el hombre de Dios, y se fue ella y su casa, y habitó siete años en tierra de filisteos. 3 Al cabo de siete años volvió la mujer de la tierra de los filisteos y fue a implorar al rey por su casa y su campo. 4 Estaba el rey hablando con Guejazi, servidor del hombre de Dios, y le decía: Anda y cuéntame todas esas grandes cosas que ha hecho Elíseo; 5 y mientras estaba contando al rey cómo Elíseo había vuelto a la vida a un muerto, llegó la mujer cuyo hijo había resucitado Elíseo para implorar al rey por su casa y su campo, y dijo Guejazi: ¡Oh mi señor rey! ésa es la mujer y ése es su hijo, que Elíseo resucitó. 6 Preguntó el rey a la mujer, y ella le hizo el relato; el rey le dio un eunuco, a quien dijo: Haz que le sea devuelto a esta mujer todo lo que le pertenece, con todos los frutos de su campo, desde el día en que dejó la tierra hasta hoy.

De esta mujer distinguida de Sunam se habló en 4:8-37. Pero, con el fin de cubrir el espacio de los siete años de hambre que predice el profeta (8:1), ha insertado el autor entre 4:37 y el presente capítulo los que hemos estudiado anteriormente, que empiezan con el hambre y terminan con la escasez de Samaría (De Vaux). En agradecimiento por su hospitalidad recomienda Elíseo a la mujer de Sunam emigre al país de los filisteos en la costa mediterránea, en donde, por la feracidad del suelo, no serán tan alarmantes los efectos del hambre. El número siete tiene valor simbólico, significando aquí que el hambre duraría largo tiempo. Guejazi, aunque leproso (5:27), sigue en compañía de Elíseo. En ausencia de la sunamita, los vecinos habíanse apoderado de sus bienes. Parece que en estos años de hambre murió su marido, ya viejo (4:14); al menos no se habla más de él. La mujer se presentó delante del rey en una coyuntura providencial. No sabemos si el rey se movió por benevolencia o justicia al determinar que se devolvieran a la mujer todos los bienes desde el día en que dejó la tierra hasta hoy.
¿Quién es este rey que tanto interés manifiesta por los milagros de Elíseo? ¿Había éste muerto al regresar la sunamita a su tierra? Difícil es contestar a tales preguntas.

Elíseo en Damasco (8:7-15).
7Fue Elíseo a Damasco. Estaba enfermo Ben Hadad, rey de Siria, y le avisaron, diciendo: Está aquí el hombre de Dios. 8 El rey dijo a Jazael: Toma contigo un presente y vete a ver al hombre de Dios, y consulta por mí a Yahvé si curaré de esta enfermedad. 9 Fue Jazael a su encuentro, llevando consigo un presente, todo lo mejor que había en Damasco, la carga de cuarenta camellos. Llegado, se presentó a él y le dijo: Tu hijo Ben Hadad, rey de Siria, me manda a ti para preguntarte: ¿Curaré de esta enfermedad? 10 Elíseo le respondió: Ve y dile: Tú curarías, pero Yahvé me ha revelado que morirás. 11 El hombre de Dios puso sus ojos sobre Jazael 12y los fijó en él hasta hacerle enrojecer; luego se puso a llorar. El le preguntó: ¿Por qué llora mi señor? Y Elíseo le respondió: Porque sé el mal que vas a hacer a los hijos de Israel: incendiarás sus ciudades fuertes, pasarás a cuchillo a sus mancebos, estrellarás a sus niños y abrirás el seno a sus preñadas. 13 Y Jazael dijo: Pues ¿qué es tu siervo, este perro, para hacer tan grandes cosas? Y Elíseo respondió: Yahvé me ha revelado que serás rey de Siria. 14 Jazael dejó a Elíseo y volvió a su señor, que le preguntó: ¿Qué te ha dicho Elíseo? Y él respondió: Me ha dicho: Curarás. 15Al día siguiente cogió una manta, la empapó en agua y la puso sobre el rostro del rey, que murió. Jazael le sucedió.

De los tiempos de Ben Hadad III nos conduce el autor a los primeros años del ministerio de Elíseo, reinando en Siria Ben Hadad II, y en vísperas de que le sucediera su favorito y asesino Jazael (1Re_19:15-17). Quizá marchó Elíseo a Damasco para cumplir la orden que se le había dado de ir allá y ungir a Jazael por rey de Damasco (1Re_19:15). Enteróse Ben Hadad de su llegada y le mandó a Jazael para que le preguntara por la marcha y éxito de su enfermedad. Jazael salió al encuentro del profeta con gran cantidad de camellos el número cuarenta es una cifra redonda que denota abundancia cargados de dones. No debía tener Ben Hadad mucha confianza en las profecías de los nabis de Baal, por lo que pide que se consulte a Elíseo, por saber que le habla Yahvé (1Re_3:11; Rev_22:7). No dice el texto si aceptó o no Elíseo los presentes que le hacía el rey, pero es lógico que, como en otra ocasión (Rev_5:16), los rehusara.
Jazael habló a Elíseo en nombre del rey, que, por sentimientos de veneración, se declara hijo (Rev_6:21) sumiso del profeta. A su pregunta responde Elíseo que la enfermedad del rey no es de muerte y Que, por tanto, de no existir otra circunstancia que amenazara su vida, curaría de esta enfermedad. Elíseo asegura que el rey curará de la dolencia que le aqueja; pero, atendiendo a su inminente asesinato por parte de Jazael, añade: pero Yahvé me ha revelado que morirás. De estas palabras no cabe deducir que el profeta insinuara a Jazael la conveniencia de asesinar al rey, sino más bien que Dios había dado a conocer a Elíseo los planes que Jazael había concebido para liquidar a su amo. El profeta no le incita al asesinato; únicamente no se opone a los designios que Dios tenía sobre Jazael, al que escogía como instrumento para azotar al pueblo de Israel en castigo de sus pecados. Que Jazael tuviera de antemano ultimados sus planes sobre el monarca, lo demuestra el hecho de enrojecer al fijar Elíseo en estado extático sus ojos sobre su rostro. Elíseo no solamente estaba enterado de los planes del asesinato de Ben Hadad, sino que conocía los males que la actuación de Jazael acarrearía a Israel. También pudo Elíseo evitar estos males, o dar al menos al ambicioso general una grave reprimenda; pero se limita a anunciarle que todos los actos de su vida los tiene Dios anotados en sus registros. Jazael expresa su dependencia y pequenez frente a un profeta de Yahvé (1Sa_24:15; 2Sa_9:8; 2Sa_16:9), diciendo: ¿No es tu siervo un perro, para que mi señor se haya acordado de su siervo? frase que se halla asimismo en una de las cartas de Laquis 1.
Al día siguiente expiraba Ben Hadad. El texto sagrado ha tendido un velo misterioso sobre las circunstancias de su muerte, quizá para quitar toda sospecha de que Elíseo cooperó a ella. Se omite el sujeto de la frase, no sabiendo a punto fijo si se trata de un suicidio o de un asesinato por parte de Jazael. El término hebraico makber se traduce comúnmente por manta, colcha de cama. Teniendo presente el contexto anterior, no hay duda de que Jazael ahogó a Ben Hadad en su lecho. Empapando en agua la colcha, la aplicó al rostro del rey hasta que murió asfixiado. Creen otros que empleó Jazael el mosquitero (Jdt_10:21) para perpetrar su crimen. En la inscripción de Salmanasar III se dice sobre la descendencia de Ben Hadad: Hadadidri murió; Hazailu, hijo de nadie, tomó posesión del trono (Pritchard, 280). Hadadidri o Hadadézer de los documentos asirios es el rey Ben Hadad de la Biblia. Jazael es llamado hijo de nadie por no ser de ascendencia real.

Reino de Joram en Judá (Jdt_8:16-24).
16 El año quinto de Joram, hijo de Ajab, rey de Israel, comenzó a reinar Joram, hijo de Josafat, rey de Judá. 17 Treinta y dos años tenía cuando comenzó a reinar, y reinó ocho años en Jerusalén. 18 Marchó por los caminos de los reyes de Israel, como había hecho la casa de Ajab, pues tuvo por mujer a una hija de Ajab, e hizo el mal a los ojos de Yahvé. 19Pero Yahvé no quiso destruir a Judá por amor a David, su siervo, según la promesa que le había hecho de darle siempre una lámpara perpetuamente. 20En su tiempo se rebeló Edom contra el dominio de Judá, y se dio un rey. 21 Joram marchó a Seír con todos sus carros. Una noche arriesgó combate con los edomitas, que le tenían cercado, y le derrotaron juntamente con los jefes de los carros, y el pueblo huyó a sus tiendas. 22 La rebelión de Edom contra el dominio de Judá dura hasta hoy. Entonces se rebeló también Libna. 23 El resto de los hechos de Joram, cuanto hizo, ¿no está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá? 24 Joram se durmió con sus padres y fue sepultado con ellos en la ciudad de David. Le sucedió su hijo Ocozías.

En Judá reinó un monarca, Joram (848-841), homónimo del colega y contemporáneo suyo Joram (852-841), rey de Israel (Jdt_1:17; Jdt_3:1ss). Por influencia de su esposa Atalía introdujo en Judá el culto de los baales (2Cr_21:11). Por este pecado merecía Judá ser destruido, pero le perdonó Dios a causa de la promesa hecha a David de darle una lámpara perpetuamente (1Re_11:36; 1Re_15:4), no extinguiendo su dinastía.
En su tiempo se independizó Edom, que fue vasallo de Josafat (1Re_22:48; 2Re_3:9). Desde los tiempos de Adad fue Edom una pesadilla para Judá (1Re_11:17). Sobre la manera como recuperó Edom su independencia no es fácil opinar, por conservarse el texto en mal estado. El texto hebraico, traducido literalmente, dice: Y pasó Joram a Seír (saira), y todos los carros con él. Aconteció que se levantó él de noche y batió a Edom, que le rodeaba, y a los jefes de los carros, y huyó el pueblo a sus tiendas. Ante este texto cabe preguntar: ¿Quién es el vencido y cuál el vencedor? El autor sagrado trata de paliar una derrota de tan enormes consecuencias para Judá. Entre líneas cabe leer que los hechos sucedieron de la siguiente manera: Joram, al frente de un ejército de a pie, caballería y carros de combate, marchó contra Edom para castigar los movimientos de independencia. Llegó a Seír que algunos identifican con Soar, en la extremidad sur del mar Muerto , donde fue cercado por carros de combate, logrando, sin embargo, abrirse una brecha y huir. Pero el pueblo, al verse asaltado por el enemigo, huyó a la desbandada hacia Judá (a sus tiendas; 1 Sam 4:10; 2Sa_18:17; 19:9). La pérdida de Edom repercutió desfavorablemente en el prestigio comercial de Judá, por cuanto se le cortaba el camino que conducía a las minas de cobre y de hierro y al puerto de Asiongaber. Con la pérdida de Edom envalentonóse la confederación arábigo-filistea (2Cr_21:16-17), que penetró hasta Jerusalén. Dentro de este fermento revolucionario cabe señalar la revolución de Libna (Tell es-Safi), en la Sefela (Jos_10:29-39; Jos_12:15). Según 2Cr_21:18-20, el pueblo denegó a Joram el honor de una sepultura solemne, siendo enterrado en la ciudad de David, fuera de la necrópolis real.

Ocozías, rey de Judá (2Cr_8:25-29).
25 El año doce de Joram, hijo de Ajab, rey de Israel, comenzó a reinar Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá. 26 Tenía Ocozías veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. Su madre se llamaba Atalía, hija de Omri, rey de Israel. 27 Marchó por los caminos de la casa de Ajab e hizo el mal a los ojos de Yahvé, como la casa de Ajab, con la que es taba emparentado. 28 Acompañó a Joram, hijo de Ajab, en ? guerra contra Jazael, rey de Siria, a Ramot Galaad. Los sirio hirieron a Joram, 29 y el rey Joram se volvió para hacerse curar en Jezrael de las heridas que los sirios le habían hecho en Ramot cuando combatía contra Jazael, rey de Siria. Ocozías, hiio de Joram, rey de Judá, bajó a Jezrael para ver a Joram, hijo de Ajab, que estaba allí herido.

Desde el punto de vista religioso influyó en él su madre Atalía (2Cr_22:3). Su ascensión al trono efectuóse en un momento de efervescencia política. Hacía un par de años que en Siria moría asesinado por su favorito Jazael el enérgico rey Ben Hadad II (2Cr_8:15). Al enterarse Joram (852-841) aprovechó la ocasión para apoderarse de Ramot Galaad (1Re_4:13; 1Re_22:3; 2Re_9:14), lo que dio origen a la guerra entre Joram y Jazael. El rey de Israel pidió auxilio a su sobrino Ocozías (841), que no se lo negó. En un encuentro bajo los muros de Ramot fue herido el rey de Israel (1Re_18:45-46; 1Re_21:1ss). Su fiel aliado y pariente, Ocozías, que se hallaba todavía en Jerusalén, bajó a visitar al rey herido.