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Crónicas.
Introducción.
Los libros de las Crónicas formaban en un principio un solo volumen, que los LXX, al igual que hicieron con los de Samuel y Reyes, dividieron en dos. En el hebreo llevan el título Dibre hayyamim (palabras, cosas de los días), expresión que equivale a anales, crónicas. Esta última denominación empleó San Jerónimo al considerar el libro como Chronicon totius divinae historiae (PL 28,554) o Instrumenti veteris epitomen (PL 22:548). Lutero adoptó y generalizó el título jeronimiano de Crónicas. Los LXX dieron a la obra el título de 1 y 2 libro de los Paraleipoménon, por creer que su autor quiso completar las historias de los libros de Samuel y de los Reyes, recogiéndose noticias que allí habíanse omitido o dejado de lado. Pero el libro es una historia independiente y autónoma. Créese que el libro formaba parte originariamente de los actuales libros de Esdras y Nehemías.
Lugar en el canon.
En las Biblias hebraicas actuales las Crónicas van al final, lugar que ocupaban ya en tiempos de Jesucristo (Mt 23:35; 2 Crón 24:20ss). En las ediciones del texto griego y latino, las Crónicas siguen a los libros de los Reyes y preceden a los de Esdras y Nehemías. Hemos dicho que éstos originariamente formaban un todo con los de las Crónicas, con los cuales se parecen en cuanto al estilo, vocabulario, composición, ideas fundamentales, predilección por las genealogías, interés por el culto, relieve concedido al sacerdocio, levitas, cantores y porteros. A estos argumentos debe añadirse que los dos últimos versos de las Crónicas (36:22-23) se reproducen exactamente en Esd 1:1-4. Cuando el libro de las Crónicas se desgajó del de Esdras, quedaron en aquél los primeros renglones con que empezaba éste.
Autor y fecha de composición.
La unidad primitiva de composición de las Crónicas y el libro de Esdras ha llevado a algunos autores católicos a adherirse a la opinión del Talmud (Baba Bathra 15a), según la cual Esdras escribió su libro y la genealogía del libro de las Crónicas hasta él. Pero es más probable que el autor, muy probablemente levita, sea posterior a Esdras, sin que nos sea posible señalar su nombre, ni siquiera precisar el tiempo exacto en que vivió y en qué fecha puso manos a la obra. Faltando datos históricos sobre el particular, se hace preciso recurrir al examen del texto.
Encontramos en el texto indicios claros de que el autor de las Crónicas es posterior a Esdras. En 2 Crón 36:22-23 se habla del decreto de Ciro (año 537 a.C.); en 1 Crón 29:7 se menciona el dárico (adarkonim), lo que nos traslada a un tiempo posterior a Darío I (522-486). La lista de los descendientes de David (1 Crón 3:22-24) nos lleva hacia el año 350. En Nehemías (12:22) se dice qué desde Elíasib hasta el reinado de Darío se confeccionaron los censos de los sacerdotes y levitas. Uno de los sumos sacerdotes mencionados es Yadúa, del cual escribe Flavio Josefo que fue contemporáneo de Alejandro Magno (Ant. lud. 11; 7; 2), de lo que se deduce que el autor escribió hacia el año 300. M. Noth l señala la fecha de composición entre los años 300-200 a.C. Debe descartarse toda fecha posterior a esta última. El autor del Eclesiástico (hacia el año 180 a.C.) habla de la institución de los levitas cantores por el rey David (47:11), inspirándose quizá en el testimonio del libro de las Crónicas.
Las particularidades lingüísticas del libro tienden a probar la composición tardía de la obra. En resumen, las características del libro responden a una fecha bastante adelantada en el curso del siglo ni a.C. Dado que el autor se esfuerza por concentrar la atención de los lectores en torno al templo, puede deducirse que escribe en la época en que el yahvismo se encontraba en situación comprometida por razón de los esfuerzos conjugados del cisma samaritano, que tomó gran incremento a partir del año 350 y llega a su punto álgido con la construcción del templo sobre el monte Garizim; la confabulación de los sumos sacerdotes sucesores de Simón I el Justo con los Tobiadas y el apoyo financiero de Tolomeo III Evergetes. Esto nos lleva de nuevo a la segunda mitad del siglo ni a.C. Hemos dicho antes que el autor procede de los círculos de los levitas; se complace en dar sus genealogías, señalar el cometido de las clases levíticas inferiores, tales como músicos, cantores y porteros. Tiene frases nada halagadoras para los sacerdotes (2 Crón 5:11; 29:34).
Contenido.
La obra del cronista puede dividirse en dos partes: i) Introducción (c.1-9). 2) Historia de los reyes de Judá (1 Crón 10:1-2 Crón c.36). Alude el autor a las vicisitudes del establecimiento del reino de Yahvé en Israel, y para ello parte del primer hombre, Adán, llegando por vía de exclusión hasta David. Hace hincapié en las genealogías de la tribu de Judá y de Leví; a la familia de David se le concede un trato de favor. Si las genealogías sirven de introducción al reinado de David y si éste es considerado como jefe ideal del reino teocrático, es porque el cronista se propone enfocar la historia de su pueblo desde un ángulo particular: el de la teocracia, fundada sobre las promesas hechas por Yahvé a la dinastía davídica (2 Crón 6:4-11; 42; 21:7). En semejante perspectiva es natural que el reino de Judá atraiga su atención 2.
En la segunda parte se extiende largamente en los reinados de David (1 Crón c.10-29) y de Salomón (2 Crón c.1-9). Al primero prometió Dios una descendencia perpetua en el trono de Judá. David, del cual se callan todas las debilidades capaces de empañar su figura, correspondió a la liberalidad divina promoviendo y preparando eficazmente la construcción del templo y asegurando el esplendor de su culto. Salomón fue el que realizó el ideal de su padre David. Deja de lado a los reyes del reino del Norte, separados de la comunidad de Israel por el cisma político-religioso (2 Crón 13:5) y fija su atención en los de Judá, deteniéndose en aquellos que se distinguieron por su celo por la buena marcha del culto en el templo. De los 822 versículos del segundo libro de las Crónicas, 201 están dedicados a Salomón (1:1; 9:31), 102 a Josafat (17:1; 21:1), 117 a Ezequías (29:1; 32:33) y 6o a Josías (34:1; 35:27)· De los reyes de Israel habla incidentalmente por su intervención en la política de los de Judá. La prosperidad de cada monarca de Judá se mide por la fidelidad del monarca al pacto de la alianza establecido entre Yahvé y David (2 Crón 13:5). Judá es el verdadero Israel, nombre que muchas veces se le aplica (2 Crón 12:6; 19:8; 21:4),
Fuentes de información.
El autor sagrado utilizó fuentes canónicas y extrabíblicas; unas veces las cita explícitamente, otras no. Incorpora en su libro textos del Génesis, Éxodo, Números, Josué, 1 y 2 de Samuel, 1 y 2 de los Reyes. Sin embargo, nunca menciona explícitamente estas fuentes canónicas, a pesar de citarlas a partir de 1 Crón c.10 de manera masiva 3.
Las principales fuentes extrabíblicas, históricas y proféticas, son: A) Históricas: 1) Crónica del rey David (1 Crón 27:24); 2) Libro de los reyes de Israel (1 Crón 9:1; 2 Crón 20:34); 3) Actas de los reyes de Israel (2 Crón 33:18); 4) Libro de los reyes de Israel y de Judá (2 Crón 27:7; 35:27; 36:8); 5) Libro de los reyes de Judá y de Israel (2 Crón 16:11; 25:26; 28:26; 32:32); 6) Midrash del libro de los reyes (2 Crón 24:27). Es parecer de muchos exegetas que los libros de los números 2, 3, 4 y 5 son una misma obra, que se cita diversamente por no tener todavía un título reconocido oficialmente. ¿Lo es también el Midrash del libro de los reyes? A juzgar por su género literario, no hay duda alguna. Es posible, escribe Podéchard, que el Libro de los reyes sea una misma cosa con el Midrash del mismo nombre. Del hecho de que este libro de los reyes, a juzgar por su contenido, era también un Midrash, hace que esta simple posibilidad se convierta en una probabilidad seria 4. B) Fuentes Proféticas: 1) Actas de Samuel el vidente (1 Crón 29:29); 2) Actas de Natán profeta (1 Crón 29:29; 2 Crón 9:29); 3) Actas de Gad el vidente (1 Crón 29:29); 4) Profecía de Ido (2 Crón 9:29; 12:15); 5) Actas de Semeyas profeta (2 Crón 12:15); 6) El Midrash del profeta Ido (2 Crón 13:22); 7) Actas de Jehú, hijo de Janani (2 Crón 20:34); 8) Historia de Ozias (2 Crón 26:22); 9) La visión de Isaías (2 Crón 32:32); 10) Actas de los videntes (2 Crón 33:19); 11) Libro de Ajías, silonita (2 Crón 9:29); 12) Lamentaciones de Jeremías (2 Crón 35:25), de contenido más amplio que las del libro canónico. ¿Cada uno de estos libros existía por separado o circulaba en forma de antología profética? ¿Deben o no identificarse las fuentes proféticas con los libros históricos mencionados antes? ¿Son o no ficticias tales citaciones? Discuten los autores sobre estos puntos. Parece que existía un escrito que contenía el texto de varios oráculos proféticos atribuidos a diversos nabos; en lugar de escritos individuales y por separado circulaban antologías proféticas con los textos de los oráculos pronunciados por los videntes en tiempos y circunstancias dispares. Para su obra consultó el autor las fuentes históricas y proféticas; la distinción entre ambas colecciones es manifiesta a juzgar por 2 Crón 32:32; 33.18-19.
Además de las fuentes que cita explícitamente, consultó el autor listas genealógicas confeccionadas acaso al regreso de la cautividad, cuando se sintió la necesidad de que cada hijo de la cautividad probase o bien su ascendencia judaica o los derechos que algunos alegaban para ejercer las funciones sacerdotales (Neh 7:61-65; 12:22-23). La lista de los guerreros de las doce tribus ( 1Cr_12:24-38 ) tiene indicios de ser de origen popular. En fin, sin que nos sea dado ver y discernir cuántas y de qué naturaleza fueron las fuentes escritas que tuvo el autor a su disposición, no cabe perder de vista que muchas informaciones llegaron a su conocimiento por tradición oral.
Manera de utilizar las fuentes.
Si el autor recurre a fuentes preexistentes, no es para ajustarse a ellas estrictamente, sino servirse libremente de las mismas de acuerdo con su finalidad pragmático-religiosa. Desde el primer capítulo se observa en su obra una mezcla de fidelidad y libertad frente a las fuentes. Esta libertad de acción está condicionada a un fin suprahistórico: la historia, más que término, es medio para un fin. El fin religioso no fluye o se desgaja del relato histórico, que muchas veces tiene para el autor valor de ejemplo; algunos han calificado al libro de catecismo con ejemplos. Debe examinarse en cada caso hasta qué punto responde el autor de la objetividad histórica del hecho.
Valor histórico.
En las Crónicas aparece un género literario característico del tiempo: el midrash, que consiste en examinar los textos antiguos con vistas a una explicación conforme a los tiempos presentes. En realidad es un género edificante y explicativo ligado íntimamente a la Escritura, en el cual la parte amplificada es real, pero secundaria y subordinada siempre al fin religioso esencial, que es poner de manifiesto la obra de Dios, la palabra de Dios. En los libros históricos, escribe Lusseau, las fuentes, sean canónicas o no se utilizan con el designio bien definido de adaptarlas, embelleciéndolas, a las necesidades de una tesis, conforme a la exégesis tradicional de una época5. Su libro es una historia dirigida, o mejor, una meditación sobre la historia, con tendencia a darle una actualidad conforme a las preocupaciones de los tiempos presentes. Coloca en el centro de la historia el reino de David, al que atribuye toda la legislación del culto del santuario, desplazando en cierta manera a Moisés. Esta transposición histórica pone de manifiesto el desarrollo de las ideas religiosas al mismo, tiempo que descubre el fin inmediato que el autor se propuso, que fue el de fundamentar los privilegios de los levitas. De esta manera el cronista se sirve de materiales antiguos, que pone al servicio de sus concepciones teológicas y sus puntos de vista apologéticos6.
Doctrina religiosa.
Se propone el autor inducir a sus lectores a mantenerse fieles al pacto de la alianza concluido entre Dios y David. Como condición indispensable para pertenecer a esta comunidad davídica se requiere fidelidad a Yahvé. Dios mantendrá en pie todas las promesas a condición de que su pueblo se someta a sus preceptos y mandamientos, tal como están escritos en la Ley de Moisés. A Dios se le debe un culto digno en el santuario de Jerusalén; alejarse del templo equivale a apostatar de Dios.
Canonicidad.
El libro fue admitido en el canon judío, quizá después del concilio de Jamnia (hacia el año 95 d. C.), cuando los saduceos habían perdido su hegemonía, que les arrebataron los fariseos. La secta de Jirbet Qumrán se inspira en el espíritu del cronista: el mismo ideal comunitario, idénticas exigencias morales, el mismo culto de la Ley y el mismo respeto por el sacerdocio de Aarón (Cazelles). La Iglesia cristiana recibió sin dificultad en el canon el libro de las Crónicas, salvo acaso la iglesia siríaca.
1 Überlieferungsgefchichtliche Studien T (Halls T94).
2 Brunet, Le Chroniste et ses sources 348.
3 A. clamer, Paralipoménes: DTC 5:2135-2136; vannutelli, Ltbri synoptici V, .
4 Rb 23 (I915) 241; Góttsberger, 6.
II Crónicas 18,1-34
Josafat y Ajab contra los sirios (18:1-34 = 1Re_22:1-40)
1 Tuvo Josafat mucha riqueza y poder y emparentó con Ajab, 2 y al cabo de algunos años bajó a ver a Ajab a Samaría. Ajab mató para él y para su séquito gran número de ovejas y bueyes, y le persuadió que subiese con él contra Ramot Galaad. 3 Dijo Ajab, rey de Israel, a Josafat, rey de Judá: ¿Quieres marchar conmigo a Ramot Galaad? Y éste respondió: Yo como tú, y mi pueblo como tu pueblo; iremos contigo. 4 Y dijo Josafat al rey de Israel: Pero consulta, te ruego, la palabra de Yahvé. 5 Juntó entonces el rey de Israel cuatrocientos profetas y les preguntó: ¿Iremos contra Ramot Galaad o me estaré quieto? Ellos le dijeron: Sube, que Dios la entregará en manos del rey. 6 Pero Josafat dijo: ¿Queda todavía aquí algún profeta de Yahvé por quien podamos preguntarle? 7 El rey de Israel respondió a Josafat: Aún hay aquí un hombre por quien podemos preguntar a Yahvé; pero yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino siempre malas. Es Miqueas, hijo de Jimia. Y respondió Josafat: No diga eso el rey. 8 Llamó entonces el rey de Israel a un eunuco, y le dijo: Haz que venga luego Miqueas, hijo de Jimia. 9 El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, estaban sentados cada uno en su trono y vestidos de sus vestiduras reales, en la plaza que hay a la entrada de la puerta de Samaría, y estaban delante de ellos todos los profetas. 10 Sedecías, hijo de Quenana, se había hecho unos cuernos de hierro, y decía: Así dice Yahvé: Con éstos acornarás a los sirios hasta destruirlos del todo. ll Lo mismo profetizaban también todos los profetas, diciendo: Sube a Ramot Galaad y triunfarás, porque Yahvé la entregará en manos del rey. 12 El mensajero que había ido a buscar a Miqueas le habló, diciendo: Mira que todos los profetas a una profetizan bienes al rey; habla, pues, como ellos y anuncia bienes. 13 Miqueas respondió: Vive Yahvé que yo anunciaré lo que mi Dios me diga. Llegó, pues, a la presencia del rey, 14 que le preguntó: Miqueas, ¿iremos a combatir a Ramot Galaad o he de estarme quieto? Y él respondió: Subid, que lo lograréis y será entregada en vuestras manos. 15 Entonces le dijo el rey: ¿Hasta cuántas veces tendré que conjurarte, por el nombre de Yahvé, que no me digas sino la verdad? 16 Y él le contestó: He visto a todo Israel disperso por los montes, como ovejas sin pastor; y dijo Yahvé: Es que no tienen señor; que se vuelva cada uno en paz a su casa. 17 Y el rey de Israel dijo a Josafat: ¿No te decía yo que no me profetiza bien, sino mal? 18 Y dijo entonces él: Oíd, pues, la palabra de Yahvé: Yo he visto a Yahvé sentado en su trono, y a su derecha y a su izquierda estaba todo el ejército de los cielos; 19 y Yahvé dijo: ¿Quién inducirá a Ajab, rey de Israel, a que suba para caer en Ramot Galaad? Y uno decía una cosa y otro decía otra; 20 pero salió un espíritu que se puso delante de Yahvé y dijo: Yo le induciré. Y Yahvé le preguntó: ¿Cómo? Y él dijo: 21 Saldré y me haré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas. Y Yahvé le dijo: Tú le inducirás; tú saldrás con la tuya; ve y haz así. 22 Y ahora ha puesto Yahvé el espíritu de mentira en la boca de todos estos tus profetas, pues ha decretado Yahvé el mal contra ti. 23 Entonces Sedecías, hijo de Quenana, se llegó a Miqueas y le dio una bofetada en la mejilla, diciendo: ¿Por qué camino se ha ido de mí el espíritu de Yahvé para hablarte a ti? 24 Y Miqueas le respondió: Ya lo verás un día, cuando andes de cámara en cámara para esconderte. 25 Entonces el rey de Israel dijo: Coged a Miqueas y llevadlo a Amón, gobernador de la ciudad, y a Joás, hijo del rey, 26 y decid: Esto dice el rey: Meted a éste en la carcel y mantenedle con pan de aflicción y agua de angustia hasta que yo vuelva en paz. 27 Miqueas le dijo: Si vuelves tú en paz no ha hablado Yahvé por mí. 28 Subió, pues, el rey de Israel' y con él Josafat, rey de Judá, a Ramot Galaad; 29 y dijo el rey de Israel a Josafat: Yo me disfrazaré para entrar en la batalla· tú vístete tus vestiduras. Disfrazóse el rey de Israel y entró así en la batalla. 30 El rey de Siria había mandado a los jefes de los carros que con él tenía, diciendo: No ataquéis a ninguno, ni chico ni grande, sino sólo al rey de Israel. 31 Y cuando los jefes de los carros vieron a Josafat, dijeron: Este es el rey de Israel, y le cercaron para combatirle. Entonces clamó Josafat, y Yahvé le socorrió, apartándolos Dios de él. 32 Los jefes de los carros se percataron de que no era el rey de Israel y se alejaron de él. 33 Entonces disparó un hombre su arco al azar e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura. El rey dijo entonces a su auriga: Da la vuelta y sácame del campo, que estoy herido. 34 El combate fue encarnizado aquel día, y el rey de Israel estuvo en su carro hasta la tarde frente a los sirios, muriendo a la puesta del sol.
El rey de Judá, Josafat, alióse con el de Israel, Ajab, para atacar a los sirios en Ramot Galaad. Casó a su hijo Joram con Atalía, hija de Ajab y de Jezabel (21:6); estas relaciones fueron condenadas por los profetas Miqueas y Jehú. En el v.2 se trata de un sacrificio contrario a Lev c.11, por estar hecho fuera del santuario legítimo. A excepción de los dos primeros versos, los restantes coinciden con el lugar paralelo de Reyes.