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Esdras-Nehemias.
Introducción.
Título.
Llámanse así por razón de que los protagonistas de los mencionados libros son Esdras y Nehemías. En el antiguo canon judío formaban un solo libro, que llevaba el título de Esdras; la misma unidad existía en los antiguos códices griegos (BSA) de los LXX, en los que ocupa el primer puesto el libro de Esdras A, que corresponde al III de Esdras, apócrifo, seguido de Esdras Â, ï sea de los libros canónicos de Esdras-Nehemías. Los Santos Padres dividieron el libro en dos, atendiendo a su argumento. Al primero llamaron Esdras, y Nehemías al segundo, por razón de las palabras de Neh 1:1. Esta división entró en el texto hebraico a partir de la edición de D. Bomberg (Venecia 1917). En la Vulgata se les llama 1 y 2 de Esdras.
Texto.
El libro fue escrito originariamente en hebreo en su mayor parte bien conservado en general, pero deficiente en cuanto a la transcripción de los nombres propios y números. En general, la lengua hebraica es decadente en cuanto a la gramática y sintaxis, principalmente en las partes que son propias del autor; menudean los aramaísmos. Dos pasajes están escritos en lengua aramaica, Esd 4:8-6:18; 7:12-26, sobre cuya índole disputan los autores. La versión griega se ha conservado en los códices BSA; fue hecha directamente del hebreo; de gran utilidad para la crítica textual es la revisión de Luciano. En general, el texto griego es inferior al hebreo (Kxos-Termann).
Argumento y división.
Tres son los temas principales que se desarrollan en el libro: i) Reconstrucción del templo (Esd c.1-6, menos 4:6-23). 2) Reparación de los muros de Jerusalén y repoblación de la misma (Esd 4:6-23; Neh c.1-13). 3) Bases jurídicas del judaismo (Esd c.7-19). A la restauración material, moral y religiosa de la comunidad hebraica se dedicaron los sionistas a partir del decreto de Ciro (538 a.C.)· Podríamos dividir el libro de Esdras en dos partes: i) Vuelta de los primeros cautivos bajo el caudillaje de Zorobabel (c.1-6), y 2) Caravana de repatriados conducidos por Esdras y reforma de costumbres (c.7-10). También el libro de Nehemías presenta una dob división: i) Nehemías llega a Jerusalén (c.1-7). 2) Reforma llevada a cabo por Esdras.
Autor.
Cada día toma más auge la sentencia de los que defienden que al principio los libros de Esdras y Nehemías formaban parte integrante de las Crónicas, siendo uno mismo el autor de unos y otros. Los que admiten esta unidad de autor insisten en las analogías; pero, si bien es verdad que entre estos libros es idéntico el espíritu de redacción, existen diferencia en cuanto al método empleado. La época de la redacción final es la de Alejandro Magno.
Documentos.
En la primera parte del libro de Esdras (1:1-6:22) hallamos una sección en hebreo y otra en aramaico (4:6-6:18). En la hebraica cabe distinguir dos documentos: i) edicto de Ciro (1:1-4), Que se reproduce en 6:3-5, y 2) elenco de repatriados (2:1-70), que, con ligeras variantes, se halla en la segunda (4:6-6:22), donde se incluyen los siguientes documentos: a) carta de los samaritanos a Artajerjes (4:7-16); b) respuesta del rey (4:17-22); c) carta de Tatnaí y Setar-Boznaí a Darío I (5:6-17), y a) contestación del monarca (6:3-12). El autor sagrado ha añadido a las mencionadas fuentes algunas indicaciones (4:7), las ha encuadrado en su contexto histórico (4:24-5:5), ha puesto una conclusión de índole histórica (6:13-18), terminando con una noticia sobre la celebración de la pascua (6:19-22). A las fuentes mencionadas cabe añadir, según algunos autores, otra, de origen hebraico en los dos primeros capítulos, visible, según dicen, en Esd 1:2-4; 8-11.
En la última parte del libro (c.7-10) aparecen las Memorias de Esdras. Según Lusseau, este documento representa la relación global de su memorial destinado a las autoridades persas (7:1-10:44). Es importante este documento por los datos cronológicos que encierra. En estas memorias se incluye una carta, en arameo, del rey Artajerjes a Esdras, sacerdote y escriba (7:11; 26).
Las Memorias de Nehemías abarcan desde Neh 1:1 hasta 12, 27-13-3; con la inserción de otros documentos contemporáneos (Neh 3:1-32; 11:4-19) y otro de origen más antiguo (7:6-72). El autor no siempre reproduce íntegramente las fuentes de que se sirve; algunas veces ha suprimido aquello que no interesaba y ha añadido algo que conducía a su fin (Neh 11:25-12:26; Neh 8:7-9; 9:4-5; 12:33-36); otras las ha resumido (Esd 4:6-7; 7:1-11) o retocado ligeramente o las ha desplazado de su contexto (Esd 4:6-6:18). Los capítulos Neh 8-10 interrumpen el discurso directo, desplazan la reforma material al terreno religioso y moral, reapareciendo la figura de Esdras. Su colocación plantea un problema no resuelto todavía.
¿Esdras-Nehemías, o a la inversa?
La lectura del libro supone que los acontecimientos se sucedie-°n según el orden cronológico actual de Esdras-Nehemías.
Este orden tradicional es puesto en tela de juicio por muchos autores recientes, católicos e independientes, siguiendo a Van Hoonacker, quienes proponen el siguiente curso de los acontecimientos·1) reconstrucción del templo por los repatriados con ocasión del edicto de Ciro (año 538; Esd 1:1-6:22); 2) en el año veinte de Artajerjes I Longimano (445-44) se dirige Nehemías a Jerusalén, emprendiendo el trabajo de reconstrucción de las murallas (comienzo de las 70 semanas del profeta Daniel, Dan 9:24-27); 3) al año séptimo del reinado de Artajerjes II Mnemone (404-358), es decir, el 398, llegó Esdras a Jerusalén para acometer la reforma religiosa (Esd 7:1-10:44). Sus argumentos tienen importancia, lo que explica el gran favor que ha encontrado esta inversión entre los autores católicos (Touzard, Renie, Ricciotti, Vandervost, Pelaia, Le-Maire-Baldi, etc.) e independientes. Pero no son decisivos. Es difícil, escribe Dhorme, pronunciarse sobre esta cuestión, que obligaría a reconsiderar toda la historia de la restauración hecha por Esdras y Nehemías. Según el espíritu del autor sagrado, el templo es antes que la ciudad, el sacerdote antes que el gobernador.
Podríamos amontonar razones en pro y en contra de esta debatida cuestión; nuestra posición coincide con la de Schneider al decir que se inclina más por la prioridad de Nehemías; pero, haciendo suyas unas palabras del P. De Vaux 1, añade: Sin embargo, no estoy todavía convencido de ello. Lemaire-Baldi y Pelaia confiesan que las razones aportadas para la prioridad de Nehemías no son apodícticas; tomadas aisladamente, pueden impugnarse; consideradas en su conjunto, tienen gran valor.
Historia profana del período Esdras-Nehemías.
Las noticias sobre la repatriación y reorganización de la comunidad judaica en Jerusalén por obra de Esdras y Nehemías corresponden a un marco histórico que tiene como término a quo el año 538 y como fin el reinado de Artajerjes II (404-358). El año 539, Ciro entró triunfante en Babilonia. Murió en 530, sucediéndole su hijo Cambises (530-522), que sometió a Egipto, achacándole Heródoto haberse dejado dominar allí por su locura sacrilega, noticia que confirma un texto de Elefantina en que se dice que destruyó todos los templos egipcios, excepto el de Yaho (Yahvé; Pritchard, 492).
A Cambises siguió Darío I (521-486), que unificó el imperio, construyó una red de caminos por todo el país, dividió el imperio en veinte satrapías, ensanchando sus límites. La quinta satrapía, llamada Abarnahara, comprendía Palestina, Fenicia, Chipre y Siria. Sucedióle Jerjes (485-464). Fue un rey muelle, afeminado, despótico y cruel. En el libro de Ester se da de él un retrato muy parecido a este que hemos mencionado de Heródoto. Fue asesinado en una revuelta de palacio, junto con su hijo Darío. Subió al trono Artajerjes I (464-424), con el sobrenombre de Longimano. A su muerte reinó su hijo Jerjes II, sólo por cuarenta y cinco días. Darío II (424-405), hijo de Artajerjes, siguió las inspiraciones de s mujer Parisatis. Del séptimo año de Darío (417) se conserva un texto del sátrapa de Egipto, Arsames, que señala a los judíos de la colonia de Asuán la manera de celebrar la pascua.
A él siguió Artajerjes II (404-358), llamado Mnemone. Tuvo que sofocar la revuelta de su hermano Ciro el Joven, a quien venció en la batalla de Kunaxa (401 a.C.). El año 404, Egipto consiguió la independencia, dando inicio la 28 dinastía. Los partidarios del orden Ne-hemías-Esdras colocan la misión de este último el año 398 a.C., en tiempos en que a la dinastía 28, de Amisteo, sucedió la 29, de Neferites I (398-392), contra la que combatía encarnizadamente Artajerjes. ¿Era buena esta fecha para autorizar la repatriación de numerosos judíos capitaneados por Esdras?
Esta rápida ojeada histórica confirma que la historia bíblica y profana corren paralelas, sin desacuerdos ni antinomias.
Los judíos en el imperio persa.
Los judíos marcharon al destierro por última vez el año 587 por orden de Nabucodonosor. En un principio fueron recluidos en campos de concentración, de donde fueron sacados para dedicarse a trabajos de construcción, de canalización y riegos agrícolas. Estableciéronse en lugares cercanos a Babilonia, junto al río Kebar, en Tell Abib (Ez 3:15) y otros lugares de la región de Nippur. Acudían a Babilonia en busca de trabajo o se afincaban en el campo dedicados a la explotación agrícola (Ez 3:15-23). Pronto gozaron de relativa libertad de movimientos, autorizándoseles enviar cartas a Palestina (Jer c.29; 51:59; Neh 1:1ss), agruparse y gobernarse por sus ancianos (Jer 29:1; Ez 8:1; 14:1). Con el tiempo, la fortuna sonrió a no pocos, que atesoraron grandes riquezas, ocuparon elevados cargos, mientras otros vivían en la indigencia. Se han conservado los archivos de la familia Murashu, que en tiempos de Artajerjes I y Darío II dedicábase a operaciones bancarias, al comercio, administración de bienes, etc.2. Con abundantes medios de vida en Babilonia, se comprende que muchos se negaron a repatriarse llegado el momento de la libertad en tiempos de los persas.
La administración persa mostróse liberal con los pueblos subyugados por Babilonia, a los que se autorizaba gobernarse según sus propias leyes. Los primeros gobernadores de los repatriados pertenecían a la dinastía davídica.
Renovación religiosa.
Fue el exilio una dura prueba para Israel (Jer 31:15). Corría peligro de que al contacto con los pueblos paganos perdiera su peculiaridad religiosa, su sentimiento de pertenencia a Yahvé y de que Denegara de un Dios que, en concepto de algunos, no fue capaz de liberarlo de manos de Nabucodonosor. Pero la actividad de los profetas, sobre todo Jeremías y Ezequiel, salvó al pueblo en esta Coyuntura trágica. Israel supo reaccionar favorablemente. Ezequiel fue el promotor de las grandes corrientes religiosas existentes despues del exilio: separación total del mundo pagano, estudio de 1 Ley. Las almas encontraban asimismo una literatura tonificante en el oráculo de Is c.40-55, que, a causa de sus predicciones mesiánicas, excitaban también el patriotismo. Con el exilio nace el judaísmo y se constituye el Estado-Iglesia 3.
Los repatriados iniciaron su vida según las Escrituras, que, por obra de Esdras, se comienzan a codificar, formando el canon de las Escrituras sagradas. En toda la literatura sagrada, mosaica y profética, coleccionada en esta época se encontraba la respuesta de Israel a la revelación divina. Restauróse el altar de los sacrificios, el templo y la ciudad santa; Israel surgía con espíritu y corazón nuevos (Ez 6:9; 11:19) Y reanudaba su alianza con Dios (Ez 11:20; 14:11).
Doctrina religiosa.
Los judíos que habitaban en Babilonia no se desentendieron de sus hermanos que en Judea ponían las bases del nuevo Estado de Israel. Zorobabel, Esdras y Nehemías fueron hombres providenciales, instrumentos de que se sirvió Dios para despertar la conciencia de su pueblo escogido. Sometido Israel al dominio persa, no trató de sacudir su yugo, proclamar su independencia nacional, sino que centró todas sus actividades en torno al templo y a la sombra de los muros de la ciudad santa. La Ley será su norma de fe y costumbres; de su meditación y estudio surgirán diversas leyes encaminadas a separar, segregar al pueblo escogido de las gentes del país y obligarle a un comportamiento escrupuloso de las leyes de la teocracia. Quienes se negaban a acatarlas eran separados de la comunidad. Israel se agrupa en torno a un solo Dios, a un único templo servido por sacerdotes y levitas. En las sinagogas empezó a leerse la Ley y los Profetas, con lo que se recuerda constantemente al pueblo sus deberes religiosos. Un cuerpo de escribas se entrega al estudio de la Escritura. Es una época de renovación espiritual silenciosa, pero eficaz.
1 RB 63 (1956) 423-427.
2 G. Cardascia, Les Archives de Murashu (París 1951).
Nehemías 11,1-36
Repoblación de Jerusalén (11:1-12:26).
Gran parte de los repatriados afincáronse en las aldeas de los alrededores de Jerusalén. Una vez levantadas las murallas, convenía concentrar en la capital un núcleo importante de judíos (7:4-5)·
Método de reclutamiento (11:1-3).
1 Los jefes del pueblo residían en Jerusalén. Para el resto del pueblo se echaron suertes con el fin de hacer que cada uno de diez fuera a habitar a Jerusalén, la ciudad santa, quedando lo otros nueve en las ciudades. 2 El pueblo bendijo a los que se ofrecieron voluntariamente para habitar en Jerusalén. 3 Estos son los jefes de la provincia que habitaron en Jerusalén. En las ciudades de Judá, cada uno se estableció en su propiedad, en su ciudad: Israel, los sacerdotes, los levitas, los netineos y los hijos de los siervos de Salomón.
Algunos eran destinados a Jerusalén por determinarlo así las suertes; otros se ofrecían voluntariamente, por lo que recibían la bendición del pueblo. Está justificada la repugnancia que sentían los de pueblo para ir a una capital donde había muchas casas sin edificar (7:4).
Los Hlijos de Judá (11:4-6).
4 Hijos de Judá y Benjamín que habitaron en Jerusalén: Hijos de Judá: Ataya, hijo de Uzías, hijo de Zacarías, hijo de Amarías, hijo de Sefatías, hijo de Malaleel, hijo de los hijos de Fares; 5 Maasías, hijo de Baruc, hijo de Coljose, hijo de Jayas, hijo de Adías, hijo de Joyarib, hijo de Zacarías, hijo de Siloní. 6Los hijos de Fares que moraron en Jerusalén fueron cuatrocientos setenta y ocho fuertes.
¿Debe identificarse esta lista con la de 1Cr_2:3-6? En ésta, después de los hijos de Benjamín, se mencionan los hijos de Efraím y Manases. Ambas listas representan dos estadios históricos distintos.
Hijos de Benjamín (1Cr_11:7-9).
7 Hijos de Benjamín: Salu, hijo de Mesulam, hijo de Joed hijo de Pedaías, hijo de Colayas, hijo de Maasías, hijo de Itiel hijo de Isaías, 8 y sus hermanos, valientes guerreros, novecientos veintiocho. 9 Joel, hijo de Zicrí, era su prefecto, y Judas, hijo de Senuá, el segundo en la ciudad.
En el v.9 dícese que Joel era prefecto. ¿De quiénes? De los benjaminitas, según unos; de todos los habitantes de la ciudad, según otros autores. Ningún jefe de los de Judá se menciona en el texto.
Los sacerdotes (1Cr_11:10-14).
10 Sacerdotes: Jedayas, hijo de Joyarib; Joaquim, 11 Serayas, hijo de Helcías, hijo de Mesulam, hijo de Sadoc, hijo de Merayot, hijo de Ajitub, príncipe de la casa de Dios, 12 y sus hermanos, ocupados en el servicio de la casa, ochocientos veintidós; Adayas, hijo de Jerojam, hijo de Pelayas, hijo de Amsí, hijo de Zacarías, hijo de Pasjur, hijo de Malaquías, 13 y sus hermanos príncipes de las familias, doscientos cuarenta y dos. Amasai, hijo de Azarael, hijo de Ajazai, hijo de Mesilemot, hijo de Immer, 14 y sus hermanos, hombres de gran vigor, ciento veintiocho, de los cuales era jefe Zabdiel, hijo de Guedolim.
Quizá habla el autor sagrado del sumo sacerdote Jedayas y de ^genealogía (1Cr_12:10-11). De Serayas (Esd_7:1) se dice que era príncipe (naguid) de la casa de Dios, es decir, sumo sacerdote( Crón 31:10-13).
Los levitas (11:15-20).
15 Levitas: Semeyas, hijo de Jasub, hijo de Azricam, hijo de Jasabías, hijo de Buiíí; 16 Sabtaí y Jozabad, de los príncipes entre los levitas, sobrestantes de la obra exterior de la casa de Dios; 17 Matamas, hijo de Mica, hijo de Zabdí, hijo de Asaf el primero, el que dirigía las alabanzas y la acción de gracias al tiempo de la oración; Bacbuquías, el segundo de entre sus hermanos; y Abda, hijo de Samúa, hijo de Galaad, hijo de Jedutún. 18 Todos los levitas en la ciudad santa fueron doscientos ochenta y cuatro. 19 Porteros: Acub, Taiman y sus hermanos, guardas de las puertas, ciento setenta y dos. 20 El resto de Israel, de los sacerdotes y de los levitas, en todas las ciudades de Judá, cada uno en su heredad.
Algunos levitas desempeñaban sus funciones en el interior del templo; otros, al exterior, recogiendo las limosnas destinadas al santuario. Los jefes de estos últimos eran Sabtaí y Jozabad. Los cantores se asimilan a los levitas, como en los libros de las Crónicas, que hablan de veinticuatro coros de cantores. Los porteros se mencionan aparte.
Los netineos y levitas (11:21-24).
21 Los netineos habitaban en Ofel, y sus jefes eran Sija y Guispa. 22 El jefe de los levitas en Jerusalén era Uzí, hijo de Baní, hijo de Jasabías, hijo de Matanías, hijo de Mica, de los cantores, hijos de Asaf, en la casa de Dios, 23 porque había acerca de ellos una ordenación especial del rey y se les había asignado un salario fijo por cada día. 24 Petayas, hijo de Mesezabeel, de los hijos de Zera, hijo de Judá, era cornisarie del rey para todos los negocios del pueblo.
Los netineos (7:47) habitaban en Ofel (3:26), al sudeste de Jerusalén, entre el torrente Cedrón y el valle del Tiropeón. Artajerjes había reglamentado el trabajo de los levitas cantores (v.23). Petayas, judío, ejercía el cargo de representante oficial de los intereses del pueblo en la corte persa.
La población judía en provincias (11:25-36).
25 En cuanto a las aldeas y sus tierras, alguno de los hijos de Judá habitaron en Cariatarbé y sus suburbios, en Dibón y los suyos y en Jacabseel y los suyos. 26 En Josuá, Molada, Betfale, 27 Hasar Sual, Bersabé y en sus aldeas; 28 en Siceleg y Mecana y sus aldeas; 29 en Enrimón, Sarea, Jarmut, 30 Zanoaj, Adulam y sus aldeas; en Laquis y sus tierras y en Azeca y sus aldeas. Habitaban desde Berseba hasta el valle de Hinnón. 31Los hijos de Benjamín, desde Gueba, en Micmas, Aya, Betel y sus aldeas; 32en Anatot, Nob, Ananía, 33 Jasor, Rama, Guitaim, 34 Jadid, Seboím, Nabalat, 35 Lod y Ono, en el valle de los Artesanos. 36 Hubo algunos levitas que se unieron a Benjamín, aunque pertenecían a los repartimientos de Judá.
Este fragmento es mucho más corto en los LXX, que mencionan cuatro ciudades de Judá (Cariatar, Jasúa, Laquis, Bersabé) y los de Benjamín (Gala, en lugar de Gueba, y Micmas). Quizá esta lista es posterior (Gelin). Del emplazamiento de las ciudades citadas se ha hablado en el curso del comentario.