Nehemías 9 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 38 versitos |
1 El día veinticuatro del mismo mes se reunieron los hijos de Israel en ayuno, vestidos de saco y cubiertos de polvo.
2 La estirpe de Israel se separó de todos los extranjeros, y, puestos en pie, confesaron sus pecados y las iniquidades de sus padres.
3 En pie cada uno en su lugar, se leyó en el libro de la Ley de Yahvé, su Dios, una cuarta parte del día, y otra cuarta parte confesaban y adoraban a Yahvé.
4 Luego los levitas Josué, Baní, Gadmiel, Sebanías, Buni, Serebías, Baní y Quenani se levantaron sobre la grada de los levitas y clamaron en voz alta a Yahvé, su Dios.
5 Dijeron los levitas Josué, Cadmiel, Baní, Jasábanlas, Serebías, Odias, Sebanías y Petajya: “Levantaos, bendecid a Yahvé, vuestro Dios, por los siglos de los siglos. Bendito sea su glorioso nombre sobre toda alabanza y bendición.”
6 "Tú, ¡oh Yahvé! eres único; tú hiciste los cielos y los cielos de los cielos y toda su milicia; la tierra y cuanto hay en ella; los mares y cuanto en ellos hay; tú das vida a todas las cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran."
7 Tú eres, ¡oh Yahvé! el Dios que eligiste a Abraham, y le sacaste de Ur Gasdim, y le diste el nombre de Abraham.
8 Hallaste fiel su corazón ante ti e hiciste con él alianza de darle la tierra del cananeo, del jeteo, del amorreo, del fereceo, del jebuseo y del guergueseo, de dársela a su descendencia, y cumpliste tu palabra, porque eres justo.
9 Tú miraste la aflicción de nuestros padres en Egipto y oíste su clamor en el mar Rojo.
10 Tú obraste prodigios y maravillas contra Faraón, contra sus siervos y contra todo el pueblo de su tierra, porque sabías con cuánta crueldad los habían tratado, y engrandeciste tu nombre como lo es hoy.
11 Tú dividiste el mar ante ellos, y pasaron por en medio de él a pie enjuto, y a sus perseguidores los arrojaste a lo profundo, como cae una piedra en el abismo.
12 Tú en columna de nubes los guiaste de día, y en columna de fuego de noche, para alumbrar el camino que habían de seguir.
13 Tú descendiste sobre el monte Sinaí, y hablaste desde el cielo, y les diste juicios justos, leyes de verdad y mandamientos.
14 Tú les diste a conocer tu santo sábado, y por Moisés, tu siervo, les prescribiste mandamientos, preceptos y Ley.
15 Tú les diste en su hambre pan del cielo, y en su sed hiciste que el agua brotara de la roca. Tú les pusiste en posesión de la tierra que alzando tu mano prometiste darles.
16 Pero nuestros padres fueron soberbios, y endurecieron su cerviz, y no guardaron tus mandamientos.
17 No quisieron oír, no se acordaron de las maravillas que tú habías hecho por ellos; antes, con dura cerviz, y en rebelión, pensaron en elegir caudillo para volverse a su servidumbre. Pero tú eres Dios de perdones, clemente y piadoso, tardo a la ira y de mucha misericordia, y no los abandonaste."
18 Y cuando se hicieron un becerro fundido y dijeron: He ahí tu Dios, que te ha sacado de Egipto, y cometieron grandes abominaciones,
19 tú, con todo, por tu mucha misericordia, no los abandonaste en el desierto, y la columna de nube no se apartó de ellos de día, para guiarlos por el camino, ni la columna de fuego de noche, para alumbrarles en el camino por donde habían de ir.
20 Tú les diste tu buen espíritu, para enseñarlos, y no retiraste de su boca el maná, y les diste agua en su sed.
21 Los sustentaste por cuarenta años en el desierto, y nada les faltó, y no se envejecieron sus vestidos ni se hincharon sus pies.
22 Tú les diste reinos y pueblos y les distribuiste sus regiones, señalando a cada uno su porción y poseyeron la tierra de Seón, rey de Hesebón, y la tierra de Og, rey de Basan.
23 Tú multiplicaste sus hijos como las estrellas del cielo, y los introdujiste en la tierra de que dijiste a sus padres que entrarían a poseerla.
24 Vinieron los hijos, y la poseyeron, y humillaste delante de ellos a los moradores de la tierra, los cananeos, entregándolos en sus manos, y a sus reyes, y a los pueblos de la tierra, para que hicieran con ellos lo que quisieran.
25 Y tomaron sus ciudades fuertes y su tierra pingüe, y heredaron casas llenas de toda suerte de bienes, cisternas hechas, viñas y olivares y muchos árboles frutales, y comieron y se hartaron y engordaron, y se deleitaron con tu gran bondad.
26 Pero te irritaron rebelándose contra ti, y echaron tu Ley a sus espaldas; y mataron a tus profetas, que los reprendían para convertirlos a ti, e hicieron grandes abominaciones."
27 Los entregaste en manos de sus enemigos, que los afligieron; y clamaron a ti en el tiempo de su aflicción, y tú desde los cielos los oíste, y, según tus muchas misericordias, los libraste dándoles libertadores que los salvasen de las manos de sus enemigos."
28 Pero en cuanto quedaban en paz se volvían para hacer lo malo a tus ojos, y los dejaste en manos de sus enemigos, que los dominaban, y de nuevo convertidos clamaban otra vez a ti; y tú desde los cielos los oías y, según tus misericordias, los libraste muchas veces."
29 Los amonestaste para que se volviesen a tu Ley; pero ellos, en su soberbia, no escucharon tus mandamientos y pecaron contra tus juicios — los juicios que, si los sigue el hombre, vivirá —, y tuvieron hombros rebeldes, y endurecieron su cerviz y no obedecieron."
30 Los soportaste largos años, amonestándolos con tu espíritu, y no le dieron oídos. Y entonces los entregaste en manos de pueblos extraños;"
31 pero, en tu gran misericordia, no los consumiste del todo ni los abandonaste, porque eres un Dios clemente y misericordioso.
32 Ahora, pues, Yahvé, Dios nuestro, Dios grande, fuerte, terrible, que guardas la alianza y la misericordia, no tengas en poco todas las aflicciones que nos han alcanzado a nosotros, a nuestros reyes, príncipes, sacerdotes y profetas, a nuestros padres y a todo tu pueblo desde los días de los reyes de Asiría hasta el día de hoy.
33 Pero tú has sido justo en todo lo que sobre nosotros ha venido, tú has obrado justamente, mientras nosotros hicimos el mal
34 y nuestros reyes, príncipes, sacerdotes y nuestros padres no pusieron por obra tu Ley y no atendieron a tus mandamientos, a tus testimonios y a tus protestas;"
35 y en su reino, en medio de los muchos bienes que les concediste en la espaciosa y pingüe tierra que les diste, no te sirvieron, no se convirtieron de sus malas obras;"
36 y hoy somos siervos en la tierra que diste a nuestros padres para que comiesen sus frutos y sus bienes.
37 Ella multiplica sus productos para los reyes que por nuestros pecados has puesto sobre nosotros, que se enseñorean de nuestros cuerpos, de nuestras bestias, conforme a su voluntad; y estamos en gran angustia.”
38 (TEXTO OMITIDO)

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Introducción a Nehemías

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;
Esdras-Nehemias.

Introducción.

Título.
Llámanse así por razón de que los protagonistas de los mencionados libros son Esdras y Nehemías. En el antiguo canon judío formaban un solo libro, que llevaba el título de Esdras; la misma unidad existía en los antiguos códices griegos (BSA) de los LXX, en los que ocupa el primer puesto el libro de Esdras A, que corresponde al III de Esdras, apócrifo, seguido de Esdras Â, ï sea de los libros canónicos de Esdras-Nehemías. Los Santos Padres dividieron el libro en dos, atendiendo a su argumento. Al primero llamaron Esdras, y Nehemías al segundo, por razón de las palabras de Neh 1:1. Esta división entró en el texto hebraico a partir de la edición de D. Bomberg (Venecia 1917). En la Vulgata se les llama 1 y 2 de Esdras.

Texto.
El libro fue escrito originariamente en hebreo en su mayor parte bien conservado en general, pero deficiente en cuanto a la transcripción de los nombres propios y números. En general, la lengua hebraica es decadente en cuanto a la gramática y sintaxis, principalmente en las partes que son propias del autor; menudean los aramaísmos. Dos pasajes están escritos en lengua aramaica, Esd 4:8-6:18; 7:12-26, sobre cuya índole disputan los autores. La versión griega se ha conservado en los códices BSA; fue hecha directamente del hebreo; de gran utilidad para la crítica textual es la revisión de Luciano. En general, el texto griego es inferior al hebreo (Kxos-Termann).

Argumento y división.
Tres son los temas principales que se desarrollan en el libro: i) Reconstrucción del templo (Esd c.1-6, menos 4:6-23). 2) Reparación de los muros de Jerusalén y repoblación de la misma (Esd 4:6-23; Neh c.1-13). 3) Bases jurídicas del judaismo (Esd c.7-19). A la restauración material, moral y religiosa de la comunidad hebraica se dedicaron los sionistas a partir del decreto de Ciro (538 a.C.)· Podríamos dividir el libro de Esdras en dos partes: i) Vuelta de los primeros cautivos bajo el caudillaje de Zorobabel (c.1-6), y 2) Caravana de repatriados conducidos por Esdras y reforma de costumbres (c.7-10). También el libro de Nehemías presenta una dob división: i) Nehemías llega a Jerusalén (c.1-7). 2) Reforma llevada a cabo por Esdras.

Autor.
Cada día toma más auge la sentencia de los que defienden que al principio los libros de Esdras y Nehemías formaban parte integrante de las Crónicas, siendo uno mismo el autor de unos y otros. Los que admiten esta unidad de autor insisten en las analogías; pero, si bien es verdad que entre estos libros es idéntico el espíritu de redacción, existen diferencia en cuanto al método empleado. La época de la redacción final es la de Alejandro Magno.

Documentos.
En la primera parte del libro de Esdras (1:1-6:22) hallamos una sección en hebreo y otra en aramaico (4:6-6:18). En la hebraica cabe distinguir dos documentos: i) edicto de Ciro (1:1-4), Que se reproduce en 6:3-5, y 2) elenco de repatriados (2:1-70), que, con ligeras variantes, se halla en la segunda (4:6-6:22), donde se incluyen los siguientes documentos: a) carta de los samaritanos a Artajerjes (4:7-16); b) respuesta del rey (4:17-22); c) carta de Tatnaí y Setar-Boznaí a Darío I (5:6-17), y a) contestación del monarca (6:3-12). El autor sagrado ha añadido a las mencionadas fuentes algunas indicaciones (4:7), las ha encuadrado en su contexto histórico (4:24-5:5), ha puesto una conclusión de índole histórica (6:13-18), terminando con una noticia sobre la celebración de la pascua (6:19-22). A las fuentes mencionadas cabe añadir, según algunos autores, otra, de origen hebraico en los dos primeros capítulos, visible, según dicen, en Esd 1:2-4; 8-11.
En la última parte del libro (c.7-10) aparecen las Memorias de Esdras. Según Lusseau, este documento representa la relación global de su memorial destinado a las autoridades persas (7:1-10:44). Es importante este documento por los datos cronológicos que encierra. En estas memorias se incluye una carta, en arameo, del rey Artajerjes a Esdras, sacerdote y escriba (7:11; 26).
Las Memorias de Nehemías abarcan desde Neh 1:1 hasta 12, 27-13-3; con la inserción de otros documentos contemporáneos (Neh 3:1-32; 11:4-19) y otro de origen más antiguo (7:6-72). El autor no siempre reproduce íntegramente las fuentes de que se sirve; algunas veces ha suprimido aquello que no interesaba y ha añadido algo que conducía a su fin (Neh 11:25-12:26; Neh 8:7-9; 9:4-5; 12:33-36); otras las ha resumido (Esd 4:6-7; 7:1-11) o retocado ligeramente o las ha desplazado de su contexto (Esd 4:6-6:18). Los capítulos Neh 8-10 interrumpen el discurso directo, desplazan la reforma material al terreno religioso y moral, reapareciendo la figura de Esdras. Su colocación plantea un problema no resuelto todavía.

¿Esdras-Nehemías, o a la inversa?
La lectura del libro supone que los acontecimientos se sucedie-°n según el orden cronológico actual de Esdras-Nehemías.
Este orden tradicional es puesto en tela de juicio por muchos autores recientes, católicos e independientes, siguiendo a Van Hoonacker, quienes proponen el siguiente curso de los acontecimientos·1) reconstrucción del templo por los repatriados con ocasión del edicto de Ciro (año 538; Esd 1:1-6:22); 2) en el año veinte de Artajerjes I Longimano (445-44) se dirige Nehemías a Jerusalén, emprendiendo el trabajo de reconstrucción de las murallas (comienzo de las 70 semanas del profeta Daniel, Dan 9:24-27); 3) al año séptimo del reinado de Artajerjes II Mnemone (404-358), es decir, el 398, llegó Esdras a Jerusalén para acometer la reforma religiosa (Esd 7:1-10:44). Sus argumentos tienen importancia, lo que explica el gran favor que ha encontrado esta inversión entre los autores católicos (Touzard, Renie, Ricciotti, Vandervost, Pelaia, Le-Maire-Baldi, etc.) e independientes. Pero no son decisivos. Es difícil, escribe Dhorme, pronunciarse sobre esta cuestión, que obligaría a reconsiderar toda la historia de la restauración hecha por Esdras y Nehemías. Según el espíritu del autor sagrado, el templo es antes que la ciudad, el sacerdote antes que el gobernador.
Podríamos amontonar razones en pro y en contra de esta debatida cuestión; nuestra posición coincide con la de Schneider al decir que se inclina más por la prioridad de Nehemías; pero, haciendo suyas unas palabras del P. De Vaux 1, añade: Sin embargo, no estoy todavía convencido de ello. Lemaire-Baldi y Pelaia confiesan que las razones aportadas para la prioridad de Nehemías no son apodícticas; tomadas aisladamente, pueden impugnarse; consideradas en su conjunto, tienen gran valor.

Historia profana del período Esdras-Nehemías.
Las noticias sobre la repatriación y reorganización de la comunidad judaica en Jerusalén por obra de Esdras y Nehemías corresponden a un marco histórico que tiene como término a quo el año 538 y como fin el reinado de Artajerjes II (404-358). El año 539, Ciro entró triunfante en Babilonia. Murió en 530, sucediéndole su hijo Cambises (530-522), que sometió a Egipto, achacándole Heródoto haberse dejado dominar allí por su locura sacrilega, noticia que confirma un texto de Elefantina en que se dice que destruyó todos los templos egipcios, excepto el de Yaho (Yahvé; Pritchard, 492).
A Cambises siguió Darío I (521-486), que unificó el imperio, construyó una red de caminos por todo el país, dividió el imperio en veinte satrapías, ensanchando sus límites. La quinta satrapía, llamada Abarnahara, comprendía Palestina, Fenicia, Chipre y Siria. Sucedióle Jerjes (485-464). Fue un rey muelle, afeminado, despótico y cruel. En el libro de Ester se da de él un retrato muy parecido a este que hemos mencionado de Heródoto. Fue asesinado en una revuelta de palacio, junto con su hijo Darío. Subió al trono Artajerjes I (464-424), con el sobrenombre de Longimano. A su muerte reinó su hijo Jerjes II, sólo por cuarenta y cinco días. Darío II (424-405), hijo de Artajerjes, siguió las inspiraciones de s mujer Parisatis. Del séptimo año de Darío (417) se conserva un texto del sátrapa de Egipto, Arsames, que señala a los judíos de la colonia de Asuán la manera de celebrar la pascua.
A él siguió Artajerjes II (404-358), llamado Mnemone. Tuvo que sofocar la revuelta de su hermano Ciro el Joven, a quien venció en la batalla de Kunaxa (401 a.C.). El año 404, Egipto consiguió la independencia, dando inicio la 28 dinastía. Los partidarios del orden Ne-hemías-Esdras colocan la misión de este último el año 398 a.C., en tiempos en que a la dinastía 28, de Amisteo, sucedió la 29, de Neferites I (398-392), contra la que combatía encarnizadamente Artajerjes. ¿Era buena esta fecha para autorizar la repatriación de numerosos judíos capitaneados por Esdras?
Esta rápida ojeada histórica confirma que la historia bíblica y profana corren paralelas, sin desacuerdos ni antinomias.

Los judíos en el imperio persa.
Los judíos marcharon al destierro por última vez el año 587 por orden de Nabucodonosor. En un principio fueron recluidos en campos de concentración, de donde fueron sacados para dedicarse a trabajos de construcción, de canalización y riegos agrícolas. Estableciéronse en lugares cercanos a Babilonia, junto al río Kebar, en Tell Abib (Ez 3:15) y otros lugares de la región de Nippur. Acudían a Babilonia en busca de trabajo o se afincaban en el campo dedicados a la explotación agrícola (Ez 3:15-23). Pronto gozaron de relativa libertad de movimientos, autorizándoseles enviar cartas a Palestina (Jer c.29; 51:59; Neh 1:1ss), agruparse y gobernarse por sus ancianos (Jer 29:1; Ez 8:1; 14:1). Con el tiempo, la fortuna sonrió a no pocos, que atesoraron grandes riquezas, ocuparon elevados cargos, mientras otros vivían en la indigencia. Se han conservado los archivos de la familia Murashu, que en tiempos de Artajerjes I y Darío II dedicábase a operaciones bancarias, al comercio, administración de bienes, etc.2. Con abundantes medios de vida en Babilonia, se comprende que muchos se negaron a repatriarse llegado el momento de la libertad en tiempos de los persas.
La administración persa mostróse liberal con los pueblos subyugados por Babilonia, a los que se autorizaba gobernarse según sus propias leyes. Los primeros gobernadores de los repatriados pertenecían a la dinastía davídica.

Renovación religiosa.
Fue el exilio una dura prueba para Israel (Jer 31:15). Corría peligro de que al contacto con los pueblos paganos perdiera su peculiaridad religiosa, su sentimiento de pertenencia a Yahvé y de que Denegara de un Dios que, en concepto de algunos, no fue capaz de liberarlo de manos de Nabucodonosor. Pero la actividad de los profetas, sobre todo Jeremías y Ezequiel, salvó al pueblo en esta Coyuntura trágica. Israel supo reaccionar favorablemente. Ezequiel fue el promotor de las grandes corrientes religiosas existentes despues del exilio: separación total del mundo pagano, estudio de 1 Ley. Las almas encontraban asimismo una literatura tonificante en el oráculo de Is c.40-55, que, a causa de sus predicciones mesiánicas, excitaban también el patriotismo. Con el exilio nace el judaísmo y se constituye el Estado-Iglesia 3.
Los repatriados iniciaron su vida según las Escrituras, que, por obra de Esdras, se comienzan a codificar, formando el canon de las Escrituras sagradas. En toda la literatura sagrada, mosaica y profética, coleccionada en esta época se encontraba la respuesta de Israel a la revelación divina. Restauróse el altar de los sacrificios, el templo y la ciudad santa; Israel surgía con espíritu y corazón nuevos (Ez 6:9; 11:19) Y reanudaba su alianza con Dios (Ez 11:20; 14:11).

Doctrina religiosa.
Los judíos que habitaban en Babilonia no se desentendieron de sus hermanos que en Judea ponían las bases del nuevo Estado de Israel. Zorobabel, Esdras y Nehemías fueron hombres providenciales, instrumentos de que se sirvió Dios para despertar la conciencia de su pueblo escogido. Sometido Israel al dominio persa, no trató de sacudir su yugo, proclamar su independencia nacional, sino que centró todas sus actividades en torno al templo y a la sombra de los muros de la ciudad santa. La Ley será su norma de fe y costumbres; de su meditación y estudio surgirán diversas leyes encaminadas a separar, segregar al pueblo escogido de las gentes del país y obligarle a un comportamiento escrupuloso de las leyes de la teocracia. Quienes se negaban a acatarlas eran separados de la comunidad. Israel se agrupa en torno a un solo Dios, a un único templo servido por sacerdotes y levitas. En las sinagogas empezó a leerse la Ley y los Profetas, con lo que se recuerda constantemente al pueblo sus deberes religiosos. Un cuerpo de escribas se entrega al estudio de la Escritura. Es una época de renovación espiritual silenciosa, pero eficaz.

1 RB 63 (1956) 423-427.
2 G. Cardascia, Les Archives de Murashu (París 1951).


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Nehemías 9,1-38

Ayuno y abstinencia (9:1-3).
1El día veinticuatro del mismo mes se reunieron los hijos de Israel en ayuno, vestidos de saco y cubiertos de polvo. 2 La estirpe de Israel se separó de todos los extranjeros, y, puestos en pie, confesaron sus pecados y las iniquidades de sus padres. 3 En pie cada uno en su lugar, se leyó en el libro de la Ley de Yahvé, su Dios, una cuarta parte del día, y otra cuarta parte confesaban y adoraban a Yahvé.

Había ayuno riguroso desde el anochecer del 23 hasta la misma hora del día siguiente, vestidos todos de saco (2Sa_3:31; 1Re_21:27), cubierta la cabeza (Job_2:812; 1Sa_4:12). Algunos exegetas creen que se trata de la fiesta de las Expiaciones, que este año se trasladó a este día (1Sa_8:14). Se leía la Ley por espacio de tres horas, desde el holocausto de la mañana, hacia las nueve, hasta el mediodía. Después de la cautividad, los hebreos dividían el día en cuatro partes: prima (6-9), tercia (10-12), sexta (13-15), nona (16-18). La noche dividíase en cuatro vigilias (Exo_14:24; Mat_14:25).

Confesión de los pecados (Mat_9:4-5).

4Luego los levitas Josué, Baní, Gadmiel, Sebanías, Buni, Serebías, Baní y Quenani se levantaron sobre la grada de los levitas y clamaron en voz alta a Yahvé, su Dios. 5 Dijeron los levitas Josué, Cadmiel, Baní, Jasábanlas, Serebías, Odias, Sebanías y Petajya: Levantaos, bendecid a Yahvé, vuestro Dios, por los siglos de los siglos. Bendito sea su glorioso nombre sobre toda alabanza y bendición.

En los v.4 y 5 se citan ocho levitas en ambas listas; los nombres no concuerdan debido a la corrupción del texto.

Plegaria de los levitas (Mat_9:6-37).

6 Tú, ¡oh Yahvé! eres único; tú hiciste los cielos y los cielos de los cielos y toda su milicia; la tierra y cuanto hay en ella; los mares y cuanto en ellos hay; tú das vida a todas las cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran. 7 Tú eres, ¡oh Yahvé! el Dios que eligiste a Abraham, y le sacaste de Ur Gasdim, y le diste el nombre de Abraham. 8 Hallaste fiel su corazón ante ti e hiciste con él alianza de darle la tierra del cananeo, del jeteo, del amorreo, del fereceo, del jebuseo y del guergueseo, de dársela a su descendencia, y cumpliste tu palabra, porque eres justo. 9 Tú miraste la aflicción de nuestros padres en Egipto y oíste su clamor en el mar Rojo. 10 Tú obraste prodigios y maravillas contra Faraón, contra sus siervos y contra todo el pueblo de su tierra, porque sabías con cuánta crueldad los habían tratado, y engrandeciste tu nombre como lo es hoy. 11 Tú dividiste el mar ante ellos, y pasaron por en medio de él a pie enjuto, y a sus perseguidores los arrojaste a lo profundo, como cae una piedra en el abismo. 12 Tú en columna de nubes los guiaste de día, y en columna de fuego de noche, para alumbrar el camino que habían de seguir. 13 Tú descendiste sobre el monte Sinaí, y hablaste desde el cielo, y les diste juicios justos, leyes de verdad y mandamientos. 14 Tú les diste a conocer tu santo sábado, y por Moisés, tu siervo, les prescribiste mandamientos, preceptos y Ley. 15 Tú les diste en su hambre pan del cielo, y en su sed hiciste que el agua brotara de la roca. Tú les pusiste en posesión de la tierra que alzando tu mano prometiste darles. 16 Pero nuestros padres fueron soberbios, y endurecieron su cerviz, y no guardaron tus mandamientos. 17 No quisieron oír, no se acordaron de las maravillas que tú habías hecho por ellos; antes, con dura cerviz, y en rebelión, pensaron en elegir caudillo para volverse a su servidumbre. Pero tú eres Dios de perdones, clemente y piadoso, tardo a la ira y de mucha misericordia, y no los abandonaste. 18 Y cuando se hicieron un becerro fundido y dijeron: He ahí tu Dios, que te ha sacado de Egipto, y cometieron grandes abominaciones, 19 tú, con todo, por tu mucha misericordia, no los abandonaste en el desierto, y la columna de nube no se apartó de ellos de día, para guiarlos por el camino, ni la columna de fuego de noche, para alumbrarles en el camino por donde habían de ir. 20 Tú les diste tu buen espíritu, para enseñarlos, y no retiraste de su boca el maná, y les diste agua en su sed. 21 Los sustentaste por cuarenta años en el desierto, y nada les faltó, y no se envejecieron sus vestidos ni se hincharon sus pies. 22 Tú les diste reinos y pueblos y les distribuiste sus regiones, señalando a cada uno su porción y poseyeron la tierra de Seón, rey de Hesebón, y la tierra de Og, rey de Basan. 23 Tú multiplicaste sus hijos como las estrellas del cielo, y los introdujiste en la tierra de que dijiste a sus padres que entrarían a poseerla. 24 Vinieron los hijos, y la poseyeron, y humillaste delante de ellos a los moradores de la tierra, los cananeos, entregándolos en sus manos, y a sus reyes, y a los pueblos de la tierra, para que hicieran con ellos lo que quisieran. 25 Y tomaron sus ciudades fuertes y su tierra pingüe, y heredaron casas llenas de toda suerte de bienes, cisternas hechas, viñas y olivares y muchos árboles frutales, y comieron y se hartaron y engordaron, y se deleitaron con tu gran bondad. 26 Pero te irritaron rebelándose contra ti, y echaron tu Ley a sus espaldas; y mataron a tus profetas, que los reprendían para convertirlos a ti, e hicieron grandes abominaciones. 27 Los entregaste en manos de sus enemigos, que los afligieron; y clamaron a ti en el tiempo de su aflicción, y tú desde los cielos los oíste, y, según tus muchas misericordias, los libraste dándoles libertadores que los salvasen de las manos de sus enemigos. 28Pero en cuanto quedaban en paz se volvían para hacer lo malo a tus ojos, y los dejaste en manos de sus enemigos, que los dominaban, y de nuevo convertidos clamaban otra vez a ti; y tú desde los cielos los oías y, según tus misericordias, los libraste muchas veces. 29 Los amonestaste para que se volviesen a tu Ley; pero ellos, en su soberbia, no escucharon tus mandamientos y pecaron contra tus juicios los juicios que, si los sigue el hombre, vivirá , y tuvieron hombros rebeldes, y endurecieron su cerviz y no obedecieron. 30 Los soportaste largos años, amonestándolos con tu espíritu, y no le dieron oídos. Y entonces los entregaste en manos de pueblos extraños; 31 pero, en tu gran misericordia, no los consumiste del todo ni los abandonaste, porque eres un Dios clemente y misericordioso. 32 Ahora, pues, Yahvé, Dios nuestro, Dios grande, fuerte, terrible, que guardas la alianza y la misericordia, no tengas en poco todas las aflicciones que nos han alcanzado a nosotros, a nuestros reyes, príncipes, sacerdotes y profetas, a nuestros padres y a todo tu pueblo desde los días de los reyes de Asiría hasta el día de hoy.33 Pero tú has sido justo en todo lo que sobre nosotros ha venido, tú has obrado justamente, mientras nosotros hicimos el mal 34 y nuestros reyes, príncipes, sacerdotes y nuestros padres no pusieron por obra tu Ley y no atendieron a tus mandamientos, a tus testimonios y a tus protestas; 35 y en su reino, en medio de los muchos bienes que les concediste en la espaciosa y pingüe tierra que les diste, no te sirvieron, no se convirtieron de sus malas obras; 36 y hoy somos siervos en la tierra que diste a nuestros padres para que comiesen sus frutos y sus bienes. 37 Ella multiplica sus productos para los reyes que por nuestros pecados has puesto sobre nosotros, que se enseñorean de nuestros cuerpos, de nuestras bestias, conforme a su voluntad; y estamos en gran angustia.

Este cántico de los levitas es considerado como una de las mejores páginas de la Biblia. Recuerda en síntesis la acción providencial de Dios sobre el pueblo de Israel y la correspondencia ingrata por parte de los israelitas. Se alaba a Dios creador (v.6), que escoge a Abraham (v.7-8), que se preocupa de los israelitas en Egipto (9-15); Que en Pasa le corresponden mal (v. 16-21); les ayuda en la conquista (22-25), está con ellos hasta el exilio (26-31), terminando con un llamamiento a la piedad divina (32-37). De lo dicho se desprende que el pecado es el causante de los males que han afligido a Israel.