Ester  4 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 17 versitos |
1 Cuando supo Mardoqueo lo que pasaba, rasgó sus vestiduras, se vistió de saco y se cubrió de ceniza, y se fue por medio de la ciudad, dando fuertes, dolorosos gemidos,
2 y llegó hasta la puerta del rey, pues no era a nadie lícito entrar vestido de saco.
3 En todas las provincias, dondequiera que llegó la orden del rey y su edicto, hubo entre los judíos gran desolación, y ayunaron y lloraron y clamaron, acostándose muchos sobre la ceniza y vestidos de saco.
4 Las doncellas de Ester y sus eunucos vinieron a decírselo. La reina se quedó muy atemorizada y mandó vestidos a Mardoqueo para que se los pusiese, quitándose el saco; pero él se negó a aceptarlos."
5 Entonces llamó Ester a Hatac, uno de los eunucos que había puesto cerca de ella el rey, y le mandó que fuera a preguntar a Mardoqueo qué era aquello y de dónde venía.
6 Fue Hatac a Mardoqueo, a la plaza de la ciudad, delante de la puerta del rey;"
7 y Mardoqueo le contó lo que pasaba y le dio noticia de la suma que Aman había ofrecido entregar al tesoro del rey en pago del exterminio de los judíos.
8 Dio le también copia del edicto que se había publicado en Susa para exterminarlos, a fin de que se la enseñase a Ester y le diese cuenta de todo, y mandó a Ester presentarse al rey para pedirle gracia y pedirle por su pueblo.
9 Fue Hatac y comunicó a Ester lo que le había dicho Mardoqueo.
10 Ester encargó a Hatac que fuera a decir a Mardoqueo:
11 “Todos los servidores del rey y todo el pueblo de las provincias del rey saben que hay una ley que castiga con pena de muerte a cualquiera, hombre o mujer, que entre al rey, al atrio interior, sin haber sido llamado; sólo se libra de la muerte aquel a quien el rey tiende su cetro de oro, y yo no he sido llamada por el rey desde hace treinta días.”
12 Cuando recibió Mardoqueo la contestación de Ester,
13 mandó que le respondieran: “No vayas a creer tú que serás la única en escapar entre los judíos todos por estar en la casa del rey,
14 porque, si ahora callas y el socorro y la liberación viniera a los judíos de otra parte, tú y la casa de tu padre pereceríais. ¿Y quién sabe si no es precisamente para un tiempo como éste para lo que tú has llegado a la realeza?”
15 Ester mandó decir a Mardoqueo:
16 “Ve y reúne a los judíos todos de Susa y ayunad por mí, sin comer ni beber por tres días, ni de noche ni de día. Yo también ayunaré igualmente con mis doncellas, y después iré al rey, a pesar de la ley, y si he de morir, moriré.”
17 Mardoqueo se fue e hizo lo que Ester le había mandado.

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Introducción a Ester 

Times New Roman ;;;
Ester.

Nombre y Texto.
El libro de Ester ha ido errante de un lugar a otro en el catálogo de libros sagrados, dándosele a veces un carácter poético, otras considerándolo como profetico y no pocas colocándolo al final de la lista de los libros históricos. En el canon judío ocupa un lugar entre los libros de la tercera colección (Ketubim), asignándosele el quinto puesto en la subdivisión conocida con el nombre de megilloth = rollos. En un tiempo gozó el libro de tanta estima entre los judíos, que se le llamaba la megillah por excelencia. Corrientemente es conocido por megillath Ester, rollo de Ester, que se leía en la fiesta de Purim.
Gran parte del libro se ha conservado en hebreo (1:1-10:4), y otra en griego (10:5-16:24). Estas dos partes reciben el nombre de proto y deuterocanónicas respectivamente.
A) Texto Hebreo. - Se ha conservado en buen estado y en él se reflejan las modalidades propias del hebreo posterior a la cautividad, con influencias aramaicas. A este texto se le llama también masorético. Una edición del mismo, al alcance de todos, es la de R. Kittel, Biblia Hebraica (Stuttgart 1949).
B) Texto Griego De Las Adiciones. - Damos este nombre a las secciones griegas que siguen al texto hebraico a partir de 10:4. No es el texto una traducción de algún original hebraico, como lo demuestra su estilo depurado helenista. Los pocos semitismos con que se tropieza en la lectura provienen del alma judía del autor, probablemente judío helenista. Este texto griego se conserva en dos formas, una abreviada y otra amplia,

Versiones.
A) Griegas. - La traducción griega del texto original hebraico se ha conservado en tres formas: 1) Texto común, que se encuentra en los códices unciales  S A y en otros menos importantes de la misma familia. Hizo esta versión Lisímaco, hijo de Tolomeo, que moraba en Jerusalén. En tiempos de Tolomeo y Cleopatra, cierto Dositeo, que se decía sacerdote y levita, y su hijo Tolomeo, la introdujeron en Egipto (v.1). Se reproduce en las principales ediciones griegas del Antiguo Testamento, tales como Tischendorf (1850-55), Vigouroux (1902), Swete (1887-1894), Rahlfs (Septuaginta I, Stuttgart 1935). Es el texto breve. 2) Texto amplio: Es una revisión de Luciano conservada en los códices 19, 93, 108. La publicó O. F. Fritzche 1. 3) Un tercer texto, del que nació la Vetus Latina, es acaso el más antiguo de todos. Schildenberger lo llama Ea.
B) Latinas. - 1) Vetus Latina. - Es la que mejor retransmite el texto griego original. Cree Schildenberger, siguiendo las huellas de D. de Bruyne, que es el testimonio más caracterizado del texto griego primitivo. Esta hipótesis, añade Lefévre 2, aunque no resuelva todas las dificultades, parece, sin embargo, la más probable.
2) Vulgata. - San Jerónimo tradujo el texto hebraico cuidadosamente, verbum e verbo (Praef. in libr. ludt: PL 28:1433). Como apéndice de esta versión coloca las partes adicionales, que dice haber encontrado en la edición vulgata de la Biblia griega, reuniéndolas al final del libro y anotándolas con un obelo (l.c.). No puso en su traducción el mismo esmero que en la del texto hebraico.

Cuestiones textuales.
No es fácil determinar la interdependencia existente entre los textos que acabamos de mencionar. ¿Cómo se explican las diferencias existentes entre los mismos? ¿Cuál es el origen del texto de las adiciones? El concilio de Trento decretó que el libro era sagrado y canónico en sus partes proto y deuterocanónicas. Sobre la cuestión textual se han propuesto las siguientes y principales hipótesis:
1) En un principio existieron dos textos hebraicos: uno corto, que corresponde al masorético actual, y otro más amplio, que utilizó Lisímaco en su traducción griega. Las partes deutero-canónicas no figuraban en el texto breve, pero sí en el segundo, que, al igual que las partes proto-canónicas, fueron traducidas al griego.
2) El texto masorético reproduce exactamente el original hebraico primitivo. autor sagrado compuso su libro sirviéndose de las memorias de Mardoqueo y Ester (9:20-23) y de los anales de los reyes de Persia (2:23; 6:1). El traductor griego, que tuvo a su disposición las mismas fuentes de consulta, quiso completar lo que le parecía manco y dar al libro un carácter religioso más palmario. De ahí el origen de las famosas adiciones griegas 3.
3) El texto griego de las partes proto y deutero-canónicas es una versión del texto original hebraico o aramaico. Más tarde, por motivos de la lectura del libro en la fiesta de Purim, se hizo una edición abreviada, que se ajusta al actual texto masorético. Dado que la fiesta había degenerado de su pureza primitiva, convirtiéndose en una bacanal, por respeto al nombre de Dios se suprimieron aquellas partes del libro de carácter religioso más acentuado. A esta opinión, que en su tiempo defendió J. B. de Rossi, se adhiere en parte B. Mariani4.
4) El texto hebraico masorético es el original; las partes deutero-canónicas griegas son amplificaciones, adiciones, suplementos hechos por el primer traductor griego u otro posterior. Hoy prevalece la opinión de que las adiciones fueron escritas originariamente en griego, no vislumbrándose en ellas vestigios de una traducción.

Partes deuterocanónicas.
Hemos dicho que San Jerónimo las puso como apéndice de su traducción del original hebraico. En las ediciones modernas se intercalan en el texto de la obra. Esta última costumbre ha puesto más al descubierto que su contenido no encaja perfectamente con lo que se dice en la primera parte o proto-canónica (3:2-6 y 12:6; 2:9 y 11:3; 6:3 y 12:5; 9:20-28 y 16:22). En las partes proto-canónicas no se menciona a Dios; en las otras, sí.
A pesar de las aparentes contradicciones, no hay inconveniente mayor en intercalar en el texto las partes que San Jerónimo reunió al final. Sus autores no tuvieron la intención de escribir una historia objetiva en todos sus pormenores, sino más bien componer, a base de una amplia libertad, un relato cuya finalidad primaria era didáctica. De las partes deutero-canónicas decía San Jerónimo que eran improvisaciones del autor, al igual que se hace en un ejercicio escolar, con el fin de manifestar los sentimientos del que sufre una injusticia o del que la infiere a otro (PL 28:1433). Con estas adiciones se facilitaba la lectura del libro en los ambientes helenistas; se humanizaba la obra con la supresión de pasajes demasiado hostiles a los paganos (9:5-19) y se daba al conjunto un carácter más religioso. El autor que compuso estas partes adicionales vióse asistido por el carisma de la inspiración, por el cual era infalible y exento de error formal en todo lo que él afirmaba y en el sentido que daba a su afirmación. Por ser de origen divino, estas partes fueron incluidas en el canon eclesiástico de los libros sagrados.

Ester, ¿libro histórico?
Muchos exegetas independientes zanjan la cuestión con decir que se trata de una leyenda etiológica inventada para explicar el origen y naturaleza de la fiesta de Purim. Por razón de la analogía sorprendente que existe entre los dos primeros capítulos del texto hebraico y la leyenda de Las mil y una noches, lanzó Goeije la hipótesis según la cual el libro de Ester procede de una leyenda persa que dio también origen a la famosa leyenda árabe 5.
Los panbabilonistas encuentran su origen en una leyenda babilónica. Ester corresponde al nombre de Istar; Aman es una palabra derivada de Humman, dios de Elam; Vasti es el Masti de Babilonia. En el libro se ensalza la victoria de los dioses de Babilonia sobre los de Elam (Wildeboer, Haupt, M. Maller). Otros, en fin, vuelven sus miradas hacia Egipto. Todas estas actitudes extremas carecen de fundamento histórico, por lo que caen cada día más vertiginosamente en el descrédito.
Al extremo opuesto se colocan muchos católicos y no pocos independientes, que consideran el libro como eminentemente histórico, tanto en sus líneas generales como en sus pormenores.
Contra los argumentos en favor de la total historicidad del libro se oponen los siguientes: 1) La expulsión de Vasti da la impresión de que es un episodio creado para facilitar el advenimiento de Ester al trono real de Persia. 2) Es inexplicable que tanto Asuero como Aman ignoraran la ascendencia judía de Ester, conociendo, por otra parte, los vínculos que le unían al judío Mardoqueo. 3) Según los historiadores paganos 6, la esposa de Jerjes y reina de Persia se llamaba Amestris; desconocen los nombres de Vasti y de Ester. 4) No se explica que el rey concediera tan alegremente la muerte masiva de sus subditos persas (8:11-12). La actitud tolerante de los monarcas persas es incompatible con el decreto de exterminio total de los judíos del imperio (3:7-15; 13:1-7).
Todas estas dificultades tienden a crear una atmósfera desfavorable al carácter estrictamente histórico del libro. La técnica con que se conduce la narración, el dramatismo que se observa en cada página, confirman aquella impresión. En efecto, aunque el autor sagrado no mencione explícitamente el nombre de Dios, da a entender que Yahvé dispone los acontecimientos históricos en beneficio del pueblo judío. Para nosotros la llave para la recta interpretación del libro está en las palabras de Zeres a Aman: Si el Mardoqueo ese delante del cual has comenzado a caer es de la raza de los judíos, no le vencerás; antes de cierto sucumbirás ante él (6:13). Toda la narración está salpicada con notas pintorescas encaminadas a intrigar al lector; se retrasa voluntariamente el desenlace y se acumulan detalles que contribuyen a poner de manifiesto la providencia divina para con su pueblo escogido. En el libro de Ester, como en el de Judit, se enfrentan el judaísmo y el paganismo, el Dios de Israel y la astucia y malicia humanas. Las dos fuerzas antagónicas están personificadas en dos personajes: el judío Mardoqueo y el agagita Aman. Aquél se niega a doblar su rodilla ante un ministro pagano (3:5), y Dios premia este acto de religión o de orgullo patriótico con el triunfo sobre el orgulloso Aman. De lo dicho cabe concluir que no deben tomarse al pie de la letra todos los pormenores de la narración. Más que en los archivos de Persia, el autor en la composición de su obra se inspiró en escenas de la antigua historia de Israel, tales como la exaltación de José al trono del Faraón, y, sobre todo, en el libro de Judit, en el que una mujer salva a su pueblo en unos momentos desesperados. El texto del libro recuerda la ideología imperante en la literatura sapiencial.

Autor y fecha de composición.
Debe distinguirse entre el autor del texto hebraico y el de las adiciones griegas; ambos son posteriores al exilio. El autor de la primera parte es judío. Modernamente prevalece el criterio de ver en estas páginas la pluma de un escritor de Palestina que vivió en tiempo de los Macabeos (Soubicou, Vaccari, Stummer) o hacia finales del mismo (Schildenberger). En esta última sentencia se explica el hecho de que sistemáticamente, por respeto quizá, no se mencione el nombre de Dios, como hace también el autor del 2 Mac. En una nota de 10:3 se dice que Dositeo introdujo la versión griega en Egipto durante el reinado de Tolomeo y Cleopatra. De los cuatro Tolomeos casados con una Cleopatra, parece que el texto se refiere, o bien al Tolomeo VIII Latiré (116-80), o a Tolomeo Neos Dionisios (51-44). Sólo el primero vivió cuatro años con una mujer llamada Cleopatra. Según el 2 Mac 15:37, celébrase en Palestina el Día de Mardoqueo.

Canonicidad.
La Mishna y el Talmud de Jerusalén dan instrucciones para la lectura de Judit en la fiesta de Purim. El libro y la mencionada solemnidad eran conocidos antes de los tiempos neotestamentarios. Flavio Josefo cita ampliamente el libro de Ester en sus Antiquitates ludaicae (1.2), y utiliza asimismo las secciones griegas, que posteriormente fueron eliminadas del canon judío.
La Iglesia recibió el libro en el canon según su versión griega. Orígenes no duda de la canonicidad aun de las partes deutero-canónicas, pero sus anotaciones críticas dieron pie a que lo hicieran San Atanasio y San Jerónimo. En cuanto a este santo, cabe decir que, por el hecho de relegar las adiciones al final del libro, dudaba de su canonicidad. Las dudas para estas partes griegas continuaron hasta el concilio Tridentino, que las declaró sagradas y canónicas.

Contenido doctrinal.
En conjunto, la obra quiere hacer ver que los judíos prevalecen siempre y en todas partes de sus enemigos. Otra de las finalidades es explicar los orígenes de la fiesta de Purim, que debe ser un día de alegría y acción de gracias por haberles salvado Dios del exterminio. La doctrina de la providencia divina para con su pueblo aparece en todo el libro. Lo que el autor no declara, no sabemos por qué exigencias literarias o ambientales, lo proclaman a los cuatro vientos las secciones propias del texto griego. La doctrina de la alianza es menos visible en Ester que en Judit, pero no está ausente del texto.
Por otra parte, hallamos en el libro pasajes que recuerdan la imperfección de la moral antigua en comparación con la del Evangelio (Mt 5:44). El espíritu de venganza de los judíos y la complacencia de la joven reina en la matanza de los enemigos de su pueblo no reza con la doctrina del amor a los enemigos y el perdón de los que nos persiguen y calumnian. Pero estas y otras circunstancias han sido introducidas en el texto por el autor sagrado por exigencias de la tesis doctrinal que intentó desarrollar. En el libro se aplica la ley del talión. Escribe el autor para alentar a sus hermanos de raza, tan a menudo envueltos en cuestiones raciales, y para dar un toque de atención a sus enemigos. Es natural que la puesta en práctica de los principios fundamentales del judaísmo llamen la atención de los que conviven con ellos y que les tilden de separatistas, de conspiradores contra la completa unidad del Estado. De ahí las reacciones antijudías de los pueblos de ayer y de hoy. El autor quiere advertir a los de su pueblo que su seguridad y permanencia en medio de las gentes depende exclusivamente del apoyo que Dios les preste 7.

La fiesta de Purim.
Flavio Josefo 8 habla de la fiesta que se celebraba durante los días 14 y 15 de Adar (febrero-marzo) para conmemorar la salvación de sus hermanos de Persia en tiempos de Mardoqueo. El 2 Mac 15:37 conmemora la fiesta de Nicanor, que se celebraba el día 13 de Adar, un día antes del día de Mardoqueo. El ceremonial de la festividad es indicado en el tratado Megillah del Talmud de Jerusalén. La fiesta tenía un doble aspecto, profano y religioso. Cabe a las manifestaciones ruidosas de regocijo, al estilo de nuestros carnavales, vistiéndose las mujeres con trajes de hombre y éstos con vestidos de mujeres, suculentos banquetes y excesos en las bebidas, intercambios de presentes entre parientes y amigos, se leía el libro de Ester. Modernamente prevalece la opinión de que la fiesta de Purim en parte es copia de una fiesta de primavera que se celebraba en Persia y Babilonia. Hacia el mes de marzo celebraban los persas la festividad llamada nauroz, con carácter de fiesta de primavera, durante la cual se intercambiaban presentes y se distribuían limosnas a los pobres, detalle que imitaron los judíos en la fiesta de Purim. Entre los años 160-114 antes de Cristo, la comunidad judaica dio a la fiesta un carácter político-religioso, relacionándola con la liberación de la colonia judía de Persia en tiempos de Jerjes I.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Ester  4,1-17;;

Consternación de los judíos (4:1-3).
1Cuando supo Mardoqueo lo que pasaba, rasgó sus vestiduras, se vistió de saco y se cubrió de ceniza, y se fue por medio de la ciudad, dando fuertes, dolorosos gemidos, 2 y llegó hasta la puerta del rey, pues no era a nadie lícito entrar vestido de saco. 3 En todas las provincias, dondequiera que llegó la orden del rey y su edicto, hubo entre los judíos gran desolación, y ayunaron y lloraron y clamaron, acostándose muchos sobre la ceniza y vestidos de saco.

Los judíos de Susa leyeron el decreto real que decidía su suerte, pero ignoraban otros detalles. En cambio, un secreto servicio de información había contado detalladamente a Mardoqueo la manera como Aman había arrancado al rey aquel decreto, la cantidad en metálico que había ofrecido al tesoro (4:7) y otros pormenores. Ya que Mardoqueo había provocado con su conducta arrogante la catástrofe que se avecinaba, justo era que tomara él la iniciativa para contrarrestar el golpe. Primeramente quiso asegurarse el apoyo de Ester. Para ello, en señal de profundo duelo, rasgó sus vestiduras, se vistió de saco, puso ceniza sobre su cabeza y, a grandes gritos lanzóse a la calle, caminando en dirección al palacio real. Por el hecho de andar Mardoqueo con hábitos de penitencia exteriorizando su dolor por la orden real, podía correr peligro su vida. Pero Aman, seguro de la presa, toleró que Mardoqueo continuase en su actitud (5:9-15)· Los dioses, además, habían ya fijado el día y mes en que debía actuar, y no era posible contravenir su voluntad (3:7) adelantando los acontecimientos.

La noticia en palacio (4:4-8).
4 Las doncellas de Ester y sus eunucos vinieron a decírselo. La reina se quedó muy atemorizada y mandó vestidos a Mardoqueo para que se los pusiese, quitándose el saco; pero él se negó a aceptarlos. 5 Entonces llamó Ester a Hatac, uno de los eunucos que había puesto cerca de ella el rey, y le mandó que fuera a preguntar a Mardoqueo qué era aquello y de dónde venía. 6 Fue Hatac a Mardoqueo, a la plaza de la ciudad, delante de la puerta del rey; 7 y Mardoqueo le contó lo que pasaba y le dio noticia de la suma que Aman había ofrecido entregar al tesoro del rey en pago del exterminio de los judíos. 8 Dio le también copia del edicto que se había publicado en Susa para exterminarlos, a fin de que se la enseñase a Ester y le diese cuenta de todo, y mandó a Ester presentarse al rey para pedirle gracia y pedirle por su pueblo.

Mardoqueo consiguió lo que se propuso: llegar a las puertas del palacio e interesar a la reina en el asunto. La extraña indumentaria y los gritos de dolor despertaron la curiosidad de los servidores de palacio, los cuales, al reconocer a Mardoqueo, y conociendo su parentesco con Ester, lo anunciaron a la reina. Esta, tras de ofrecer a Mardoqueo otros vestidos, trató de introducirlo en palacio, pues a nadie estaba permitido traspasar el umbral del palacio vestido de saco. Mardoqueo rehusó el ofrecimiento. No pudiendo convencerle, Ester dispuso que el eunuco Hatac se entrevistara con Mardoqueo para que éste le explicara lo que ocurría. Mardoqueo se lo contó al detalle, entregándole además una copia del edicto para que se lo diera a la reina. Terminó su entrevista con el eunuco exigiendo a la reina Ester que se presentara al rey e intercediera por el pueblo judío.

Mardoqueo exige obediencia (5:1-3).
1 Le dijo que la mandaba que entrase al rey y le pidiese gracia para el pueblo: 2 Acuérdate de los días de tu abatimiento, cuan-4o eras criada por mi mano; porque Aman, el primero despues del rey, ha hablado contra nosotros para hacernos morir. 3 Invoca al Señor y habla al rey por nosotros; líbranos de la muerte.

Razones de conveniencia aconsejaban a Ester a tener en secreto su ascendencia judía (2:10.20); pero, ante el peligro que se cierne sobre su pueblo, debe posponer sus intereses propios al bien de la nación. Mardoqueo es el portavoz de los intereses de su nación. Al revés de la reina, que se siente desligada de la comunidad judía y busca preferentemente su comodidad.

Reparos de Ester (4:9-11).
9 Fue Hatac y comunicó a Ester lo que le había dicho Mardoqueo. 10 Ester encargó a Hatac que fuera a decir a Mardoqueo: 11 Todos los servidores del rey y todo el pueblo de las provincias del rey saben que hay una ley que castiga con pena de muerte a cualquiera, hombre o mujer, que entre al rey, al atrio interior, sin haber sido llamado; sólo se libra de la muerte aquel a quien el rey tiende su cetro de oro, y yo no he sido llamada por el rey desde hace treinta días.

Ester invocó una ley conocida en Susa y provincias. En efecto, Dioces el Meda, según Heródoto (1:99), ordenó que nadie se presentara al rey si no había sido convocado previa y nominalmente. Esta ley fue confirmada por los monarcas de Persia 1, que autorizaban a los particulares y corporaciones solicitar audiencia real. Tales medidas se dieron para mantener la figura real envuelta en un nimbo misterioso y para asegurar su vida contra los conspiradores ambiciosos. Era libre Ester de solicitar audiencia real; pero existía el temor de que el rey montara en cólera y tomara ocasión de ellos para repudiarla. El texto deja vislumbrar que su reputación había disminuido notablemente. Es probable que la verdadera reina fuera Amestris 2, y que Ester ocupara un puesto secundario.

Sería amenaza de Mardoqueo (4:12-14).
12 Cuando recibió Mardoqueo la contestación de Ester, 13 mandó que le respondieran: No vayas a creer tú que serás la única en escapar entre los judíos todos por estar en la casa del rey, 14 porque, si ahora callas y el socorro y la liberación viniera a los judíos de otra parte, tú y la casa de tu padre pereceríais. ¿Y quién sabe si no es precisamente para un tiempo como éste para lo que tú has llegado a la realeza?

Del verbo, en plural, le respondieron, se deduce que en esta ocasión intervinieron varios mensajeros. Se recrudece el forcejeo entre Ester, que trata de inhibirse, y Mardoqueo, que defiende y se identifica con la causa del pueblo. Mardoqueo le da a entender que, si cree peligroso presentarse ante el rey, no lo es menos cruzarse de brazos y dejar que la historia siga su curso. Porque, tarde o temprano, conocerá Aman la nacionalidad de Ester, y entonces es posible que se vea envuelta en el exterminio general. No vaya tampoco a pensar que recibirá del rey un trato de favor, porque los monarcas persas repudiaban por cualquier motivo aun las mismas esposas que fueron en un tiempo las favoritas. La marea antijudía podría penetrar incluso en el mismo palacio real. Por otra parte, sabe Mardoqueo que el pueblo judío no puede perecer, porque Dios no permitirá que su pueblo desaparezca de la faz de la tierra. Si Ester se niega a actuar, la salvación surgirá de otra parte. No piensa Mardoqueo en una ayuda militar de otra nación, sino en la providencia de Dios, que vela por su pueblo predilecto. En la literatura rabínica aparece el término rnaqom, lugar, para designar a Dios. De esta manera, al decir el autor que la salvación vendrá de otro lugar, quiere expresar que, en todo caso, se encargará Dios de proteger a su pueblo. Finalmente, está convencido Mardoqueo que la elevación de Ester a la categoría de reina la dispuso Dios en previsión de la situación actual. La forma interrogativa equivale aquí a una afirmación. Si Ester no sabe leer en el curso providencial de la historia, demuestra que la vida muelle de palacio le ha hecho olvidar la verdad de que Dios levanta y humilla las personas a su antojo y de que todos los hilos de los acontecimientos están en sus

Ester en acción (4:15-17).
15 Ester mandó decir a Mardoqueo: 16 Ve y reúne a los judíos todos de Susa y ayunad por mí, sin comer ni beber por tres días, ni de noche ni de día. Yo también ayunaré igualmente con mis doncellas, y después iré al rey, a pesar de la ley, y si he de morir, moriré. 17 Mardoqueo se fue e hizo lo que Ester le había mandado.

Los argumentos de Mardoqueo la convencen, y Ester decide presentarse ante el rey. Pero, como la misión es difícil y pone en peligro su vida, necesita de la ayuda espiritual de los judíos residentes en Susa, de los cuales era Mardoqueo el elemento más destacado. Con el ayuno quería Ester que Dios se acordara de su pueblo (2Sa_12:16; 2Re_21:27); que tuviera compasión de él y alejara el peligro que se cernía sobre la nación judía (Jdt_4:13; 1Cr_20:3). Ester ayunará también tres días (Exo_19:10-16; Jos_1:11), en compañía de sus doncellas, que o bien eran de origen judío o se habían convertido al judaísmo.
Tomadas estas medidas de orden espiritual, decide Ester presentarse al rey, resignándose a morir en el caso de que su misión fracasara. No espera ella triunfar por su belleza y encantos femeniles, sino con la ayuda del cielo. En la historia que refiere Heródoto (Jos_3:68-78) sobre el descubrimiento del fraude del falso Smerdis y la matanza de magos que siguió, Otanes pide a su hija Fedima, concubina de Smerdis, que lleve a cabo una misión parecida a la de Ester. Con peligro de su vida, Fedima decidió informar a su padre sobre la personalidad del usurpador, asegurando de esta manera el restablecimiento de la dinastía persa.

Oración de Mardoqueo (Jos_13:8-18).
8 Y oró al Señor, haciendo memoria de todas sus obras, 9 diciendo: Señor, Señor, Rey omnipotente, en cuyo poder se hallan todas las cosas, a quien nadie podrá oponerse si quisieres salvar a Israel: 10 Tú, que has hecho el cielo y la tierra y todas las maravillas que hay bajo los cielos, n tú eres dueño de todo, y nada hay, Señor, que pueda resistirte. 12 Tú lo sabes todo; tú sabes, Señor, que no por orgullo, ni por altivez, ni por vanagloria hice yo esto de no adorar al orgullo Aman; 13 que de buena gana besaría las huellas de sus pies por la salud de Israel; 14 que yo hice esto por no poner la gloria del hombre por encima de la gloria de Dios; que no adoraré a nadie fuera de ti, mi Señor, y que obrando así no lo hago por altivez. 15 Ahora, pues, Señor, mi Dios y mi Rey, Dios de Abraham, perdona a tu pueblo cuando ponen en nosotros los ojos para nuestra perdición, con el ansia de destruir tu antigua heredad. 16 No eches en olvido esta tu porción, que para ti rescataste de la tierra de Egipto. 17 Escucha mi plegaria y muéstrate propicio a tu heredad; vuelve nuestro duelo en alegría para que viviendo cantemos, Señor, himnos a tu gloria, y no cierres, Señor, la boca de los que te alaban. 18 Y todo Israel clamó con toda su fuerza, porque tenían la muerte a la vista.

Una vez llegados a un acuerdo, Ester y Mardoqueo pusieron manos a la obra. El texto griego recoge las oraciones que pronunciaron ambos antes de emprender la difícil tarea de desvirtuar el decreto real. Una vez terminado el himno de alabanza y habiendo justificado su conducta, pide Mardoqueo clemencia para su pueblo. El ayuno colectivo de Susa demuestra que, si hasta el presente han sido infieles a su Dios, quieren ahora expiar su pecado con la penitencia. Si Israel desaparece bajo la espada de Aman, no habrá nadie en adelante que cante himnos a Yahvé, pues en la muerte no se hace ya memoria de ti; en el sepulcro, ¿quién te alabará? (Sal_6:6). Los otros pueblos tienen sus propios dioses y, por lo mismo, no se acordarán de Yahvé.

Ester en traje de penitencia (Sal_14:1-2).
1 La reina Ester, presa dé mortal angustia, acudió al Señor, 2 y, despojándose de sus vestidos de corte, se vistió de angustia y duelo, y, en vez de los ricos perfumes, se cubrió la cabeza de polvo y ceniza, mortificando duramente su cuerpo, dejando caer en desorden las trenzas de su cabellera sobre aquellas partes que cubría antes con graciosos atavíos.

A tono con la gravedad de las circunstancias, pone Ester en juego las muestras de dolor en uso entre los antiguos. Como señal de duelo, hombres y mujeres cortaban su cabellera (Amo_8:10; Amo_3:17. 24; Amo_15:2; Amo_22:12, etc.); pero no recurrió Ester a este medio, en vistas de que debía presentarse ante el rey dentro de día y medio. Sin embargo, sacrificó el orgullo de su cabellera, dejándola caer en desorden sobre su rostro y busto, tapando con ello lo que antes fue trono de su hermosura.

1 heródoto,Amo_1:33.
2 Cyrop. VIII 8:18.
3 Heródoto, 5:18; 29:110.
4 Heródoto, 1:8-12.
5 Coniugalia praecepta 16.
1 Heródoto, 3:69.
2 Heróüoto, 3:159; Est_4:43; Est_4:5J4!Est_6:4; Est_7:9-10; Est_7:8,7; Est_9:13.14-25; Esdr 6,ti.
3 Heródoto, 7:100; 8:85.
1 A. Âåá, De origine vocis pur; Â q (1930) 198-199.
2 Herodoto, 8:98; Jenofonte, Cyr. 8,6.17.
1 Heródoto, 3:72.77.84-
2 Heródoto, 7:61.114.


Plegaria de Ester.
En esta larga oración podemos distinguir los siguientes elementos: 1) exordio (v.3-4); 2) pasado y presente de Israel (v.5-7); 3) designios de los enemigos (v.8-10); 4) peticiones: castigar a los enemigos (v.11); salvar al pueblo (v. 13-14), alegando sus buenas intenciones (v.15-18); conclusión (v.19).

Exordio (14:3-4).
3 Y oró al Señor, Dios de Israel, diciendo: Señor mío, tú, que eres nuestro único Rey, socórreme a mí, desolada, que no tengo ayuda sino en ti, 4 porque se acerca el peligro.

Confiesa Ester que Yahvé es el único Rey de Israel, el único Dios que merece tal nombre. Cualquier hombre o mujer que osare entrar al atrio interior del palacio sin haber sido llamado, incurría en la pena de muerte. Ester estaba decidida a hacerlo, y sabe que, si Dios no está con ella, morirá dentro de unas horas.

Pasado y presente de Israel (14:5-7).
5 Desde que nací he oído en la tribu de mi familia que tú, Señor, escogiste a Israel entre todas las naciones y a nuestros padres entre todos sus progenitores por heredad perpetua, y que les cumpliste cuanto les habías prometido. 6 Ahora nosotros hemos pecado delante de ti y tú nos entregaste en poder de nuestros enemigos 7 en castigo de haber adorado a sus dioses. Justo eres, Señor.

Era Ester de la tribu de Benjamín. Se inculcaba a los niños de Israel la idea de que pertenecían a un pueblo que Dios había elegido para sí (Jos_24:2-3; Eze_20:5).

Designios de los gentiles (Eze_14:8-10).
8 Mas ellos no se contentan con imponernos dura servidumbre, y han puesto sus manos sobre las manos de sus ídolos, 9 jurando anular las promesas de tu boca, borrar tu heredad, cerrar la boca de los que te alaban, extinguir la gloria de tu casa y de tu altar, 10 abrir la boca de los gentiles para celebrar las proezas de sus ídolos y hacer que un rey de carne sea por esto ensalzado para siempre.

Este estado de pecado en que se encuentra Israel ha envalentonado a los gentiles, que han decidido borrar definitivamente su memoria y anular las promesas que un tiempo le hizo Yahvé. A ello se han obligado con juramento, colocando sus manos sobre sus ídolos, como actualmente se jura con las manos sobre los santos Evangelios. Es más, pretenden que, al exterminar a Israel, acabarán también con su Dios, celebrando ellos las proezas de sus ídolos y concediendo honores divinos a un rey de carne. Así, pues, la ruina de Israel significa el término del reinado de Yahvé sobre el mundo.

Peticiones (Eze_14:11-19).
11 No entregues, Señor, tu cetro a los que nada son, ni se rían de nuestra caída; antes bien, haz que sus consejos se vuelvan contra ellos; haz para todos escarmiento al autor de esta guerra contra nosotros; 12 acuérdate de nosotros, Señor; date a conocer en el día de nuestra tribulación y fortaléceme, Rey de los dioses, Dominador de todo poder. 13 Pon en mis labios palabras apropiadas en presencia del león y muda su corazón en odio al que nos hace la guerra para ruina suya y de sus parciales. 14 Líbrame con tu mano y ayúdame a mí, que estoy sola y no tengo sino a ti, Señor. 15 Tú lo sabes todo y sabes, por tanto, cómo aborrezco la gloria de los inicuos y detesto el lecho de los incircuncisos y de todos los extraños. 16 Tú conoces que sólo por necesidad estoy donde estoy, que detesto las señales de mi gloria que llevo sobre la cabeza en los días de mi pública presentación; que las abomino como paño de menstruación; que no las llevo en mis días de retiro; 17 que no ha participado tu sierva de la mesa de Aman, ni aprecio los banquetes del rey, ni bebo el vino de las libaciones; 18 que no ha tenido tu sierva día alegre, desde el día de su encumbramiento hasta hoy, sino en ti, Señor, Dios de Abraham.19 i Oh Dios sobre todos fuerte! oye la voz de los desamparados y líbranos del poder de los perversos, líbrame a mí de todo mal.

Pide Ester a Dios castigue la insolencia de los que pretenden quitarle el cetro para entregárselo a los ídolos, a los que nada son (Sal_96:5; 1Co_8:4-10). No permita Dios que los paganos se rían de El y de su pueblo (Sal_70:2-4; Sal_71:10-13), ni que Aman, su enemigo encarnizado, lleve a término sus planes. Esta oración de Ester no se encuentra en el texto hebraico. La ardiente devoción que demuestra en ella no se armoniza con su resistencia a intervenir en favor del pueblo (c.4), más interesada en conservar su puesto que en ayudar a sus hermanos los judíos. La intervención decidida de Mardoqueo logró despertar los sentimientos religiosos, que yacían, acaso aletargados, en su corazón; es de creer que durante los años que estuvo bajo la tutela de Mardoqueo recibió una educación religiosa y patriótica muy sólida, que reaparece en este trance definitivo.

En la guarida del león (Sal_15:4-9a).
4 El día tercero, así que acabó su oración, se despojó de sus hábitos de penitencia y se vistió de gala. 5 Y así, espléndidamente aderezada e invocando a su Dios y Salvador, testigo de todas las cosas humanas, tomó a dos de sus siervas, 6 apoyándose en una de ellas, como quien no puede, de puro delicada, sostenerse, 7 mientras la otra la seguía, llevando la cola de su manto. 8 Aparecía enteramente hermosa, el rostro sonrosado, alegre y como encendido de amor, mas el corazón oprimido por el miedo. 9a Y, atravesando todas las puertas, se detuvo delante del rey.

El autor griego dramatiza la escena, que refiere escueta y sobriamente el texto hebreo (Sal_5:1ss). El día tercero determinó presentarse al rey. Su confianza en Dios era ilimitada, pero no pudo impedir que le asaltase el miedo. La oveja se iba a enfrentar con el lobo.

Ante el rey (Sal_15:9-19).
9b Hallábase éste sentado en su trono, vestido con todo el aparato de su majestad, cubierto de oro y piedras preciosas, y aparecía en gran manera terrible. 10 Levantando el rostro radiante de su majestad, en el colmo de su ira, dirigió su mirada, y al punto la reina se desmayó, y, demudado el rostro, se dejó caer sobre la sierva que la acompañaba. n Pero mudó Dios el espíritu del rey en mansedumbre, y, asustado, se levantó de su trono y la puso sobre sus rodillas hasta que ella volvió en sí. La consolaba con blandas palabras,12 diciendo: ¿Qué es esto, Ester? Yo soy tu hermano, cobra ánimo. 13 No, no morirás, que mi mandato es para el común de las gentes. 14 Acércate. 15 Y, tomando el cetro de oro, la tocó en el cuello y la besó, diciendo: Habíame. 16 Y ella le dijo: Te vi, señor, como a un ángel de Dios, y mi corazón quedó turbado ante el temor de tu majestad, 17 pues eres, señor, admirable y tu rostro está lleno de dignidad. 18 Y mientras hablaba, volvió a caer desmayada. 19 Turbóse el rey, y toda la servidumbre la atendía.

La belleza encantadora de Ester no pudo impedir que a su aparición le lanzara el rey una mirada en el colmo de su ira; pero la feminidad de la reina, que tiembla y se desvanece a tiempo ante la actitud viril del monarca, triunfó plenamente. El texto atribuye a Dios el cambio radical operado en el ánimo del rey. Ester compara a Asuero a un ángel de Dios (1Sa_29:9; 2Sa_14:17-20), ante cuya vista tiemblan los hombres (Dan_8:17-18; Dan_10:5-10). Otro desmayo de la reina turbó al rey, que pidió auxilio a la servidumbre. El texto que acabamos de comentar es una paráfrasis del siguiente pasaje del original hebraico,