Ester  7 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 10 versitos |
1 Fueron el rey y Aman al banquete a casa de Ester.
2 El segundo día dijo el rey a Ester otra vez durante el festín: “¿Cuál es tu petición, reina Ester? Te será concedida. ¿Qué es lo que deseas? Aunque fuera la mitad de mi reino, la tendrías.”
3 La reina Ester respondió: “Si he hallado gracia a tus ojos, ¡oh rey! y si el rey lo cree bueno, concédeme la vida mía: he ahí mi petición, y salva a mi pueblo: he ahí mi deseo.
4 Porque estamos vendidos yo y mi pueblo para ser exterminados, degollados, aniquilados. Si siquiera fuéramos vendidos por esclavos y siervos, me callaría, aunque no compensaría el enemigo al rey el perjuicio que le haría.”
5 Tomó el rey Asuero la palabra y dijo a Ester: “¿Quién es y dónde está el que eso se propone hacer?”
6 Y Ester le respondió: “El opresor, el enemigo, es Aman, ese malvado.” Aman se sobrecogió de terror ante el rey y la reina.
7 El rey, en su ira, se levantó y se salió del banquete para ir al jardín del palacio, y Aman se quedó para pedir la gracia de la vida a la reina Ester, porque veía bien que su pérdida estaba resuelta en el ánimo del rey.
8 Cuando volvió el rey del jardín del palacio a la sala del banquete, vio a Aman, que se había precipitado hacia el lecho sobre el cual estaba Ester, y dijo: “¡Qué! ¿Será que pretende también hacer violencia a la reina en mi casa, en el palacio?” En cuanto salieron estas palabras de la boca del rey, cubrieron el rostro de Aman;"
9 y Harbona, uno de los eunucos, dijo en presencia del rey: “En casa de Aman hay una horca, alta de cincuenta codos, que Aman ha preparado para Mardoqueo,el que habló para bien del rey.” El rey dijo: “Que cuelguen de ella a Aman.”
10 Y fue colgado Aman de la horca que él había preparado para Mardoqueo, y se aplacó la ira del rey.

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Introducción a Ester 

Times New Roman ;;;
Ester.

Nombre y Texto.
El libro de Ester ha ido errante de un lugar a otro en el catálogo de libros sagrados, dándosele a veces un carácter poético, otras considerándolo como profetico y no pocas colocándolo al final de la lista de los libros históricos. En el canon judío ocupa un lugar entre los libros de la tercera colección (Ketubim), asignándosele el quinto puesto en la subdivisión conocida con el nombre de megilloth = rollos. En un tiempo gozó el libro de tanta estima entre los judíos, que se le llamaba la megillah por excelencia. Corrientemente es conocido por megillath Ester, rollo de Ester, que se leía en la fiesta de Purim.
Gran parte del libro se ha conservado en hebreo (1:1-10:4), y otra en griego (10:5-16:24). Estas dos partes reciben el nombre de proto y deuterocanónicas respectivamente.
A) Texto Hebreo. - Se ha conservado en buen estado y en él se reflejan las modalidades propias del hebreo posterior a la cautividad, con influencias aramaicas. A este texto se le llama también masorético. Una edición del mismo, al alcance de todos, es la de R. Kittel, Biblia Hebraica (Stuttgart 1949).
B) Texto Griego De Las Adiciones. - Damos este nombre a las secciones griegas que siguen al texto hebraico a partir de 10:4. No es el texto una traducción de algún original hebraico, como lo demuestra su estilo depurado helenista. Los pocos semitismos con que se tropieza en la lectura provienen del alma judía del autor, probablemente judío helenista. Este texto griego se conserva en dos formas, una abreviada y otra amplia,

Versiones.
A) Griegas. - La traducción griega del texto original hebraico se ha conservado en tres formas: 1) Texto común, que se encuentra en los códices unciales  S A y en otros menos importantes de la misma familia. Hizo esta versión Lisímaco, hijo de Tolomeo, que moraba en Jerusalén. En tiempos de Tolomeo y Cleopatra, cierto Dositeo, que se decía sacerdote y levita, y su hijo Tolomeo, la introdujeron en Egipto (v.1). Se reproduce en las principales ediciones griegas del Antiguo Testamento, tales como Tischendorf (1850-55), Vigouroux (1902), Swete (1887-1894), Rahlfs (Septuaginta I, Stuttgart 1935). Es el texto breve. 2) Texto amplio: Es una revisión de Luciano conservada en los códices 19, 93, 108. La publicó O. F. Fritzche 1. 3) Un tercer texto, del que nació la Vetus Latina, es acaso el más antiguo de todos. Schildenberger lo llama Ea.
B) Latinas. - 1) Vetus Latina. - Es la que mejor retransmite el texto griego original. Cree Schildenberger, siguiendo las huellas de D. de Bruyne, que es el testimonio más caracterizado del texto griego primitivo. Esta hipótesis, añade Lefévre 2, aunque no resuelva todas las dificultades, parece, sin embargo, la más probable.
2) Vulgata. - San Jerónimo tradujo el texto hebraico cuidadosamente, verbum e verbo (Praef. in libr. ludt: PL 28:1433). Como apéndice de esta versión coloca las partes adicionales, que dice haber encontrado en la edición vulgata de la Biblia griega, reuniéndolas al final del libro y anotándolas con un obelo (l.c.). No puso en su traducción el mismo esmero que en la del texto hebraico.

Cuestiones textuales.
No es fácil determinar la interdependencia existente entre los textos que acabamos de mencionar. ¿Cómo se explican las diferencias existentes entre los mismos? ¿Cuál es el origen del texto de las adiciones? El concilio de Trento decretó que el libro era sagrado y canónico en sus partes proto y deuterocanónicas. Sobre la cuestión textual se han propuesto las siguientes y principales hipótesis:
1) En un principio existieron dos textos hebraicos: uno corto, que corresponde al masorético actual, y otro más amplio, que utilizó Lisímaco en su traducción griega. Las partes deutero-canónicas no figuraban en el texto breve, pero sí en el segundo, que, al igual que las partes proto-canónicas, fueron traducidas al griego.
2) El texto masorético reproduce exactamente el original hebraico primitivo. autor sagrado compuso su libro sirviéndose de las memorias de Mardoqueo y Ester (9:20-23) y de los anales de los reyes de Persia (2:23; 6:1). El traductor griego, que tuvo a su disposición las mismas fuentes de consulta, quiso completar lo que le parecía manco y dar al libro un carácter religioso más palmario. De ahí el origen de las famosas adiciones griegas 3.
3) El texto griego de las partes proto y deutero-canónicas es una versión del texto original hebraico o aramaico. Más tarde, por motivos de la lectura del libro en la fiesta de Purim, se hizo una edición abreviada, que se ajusta al actual texto masorético. Dado que la fiesta había degenerado de su pureza primitiva, convirtiéndose en una bacanal, por respeto al nombre de Dios se suprimieron aquellas partes del libro de carácter religioso más acentuado. A esta opinión, que en su tiempo defendió J. B. de Rossi, se adhiere en parte B. Mariani4.
4) El texto hebraico masorético es el original; las partes deutero-canónicas griegas son amplificaciones, adiciones, suplementos hechos por el primer traductor griego u otro posterior. Hoy prevalece la opinión de que las adiciones fueron escritas originariamente en griego, no vislumbrándose en ellas vestigios de una traducción.

Partes deuterocanónicas.
Hemos dicho que San Jerónimo las puso como apéndice de su traducción del original hebraico. En las ediciones modernas se intercalan en el texto de la obra. Esta última costumbre ha puesto más al descubierto que su contenido no encaja perfectamente con lo que se dice en la primera parte o proto-canónica (3:2-6 y 12:6; 2:9 y 11:3; 6:3 y 12:5; 9:20-28 y 16:22). En las partes proto-canónicas no se menciona a Dios; en las otras, sí.
A pesar de las aparentes contradicciones, no hay inconveniente mayor en intercalar en el texto las partes que San Jerónimo reunió al final. Sus autores no tuvieron la intención de escribir una historia objetiva en todos sus pormenores, sino más bien componer, a base de una amplia libertad, un relato cuya finalidad primaria era didáctica. De las partes deutero-canónicas decía San Jerónimo que eran improvisaciones del autor, al igual que se hace en un ejercicio escolar, con el fin de manifestar los sentimientos del que sufre una injusticia o del que la infiere a otro (PL 28:1433). Con estas adiciones se facilitaba la lectura del libro en los ambientes helenistas; se humanizaba la obra con la supresión de pasajes demasiado hostiles a los paganos (9:5-19) y se daba al conjunto un carácter más religioso. El autor que compuso estas partes adicionales vióse asistido por el carisma de la inspiración, por el cual era infalible y exento de error formal en todo lo que él afirmaba y en el sentido que daba a su afirmación. Por ser de origen divino, estas partes fueron incluidas en el canon eclesiástico de los libros sagrados.

Ester, ¿libro histórico?
Muchos exegetas independientes zanjan la cuestión con decir que se trata de una leyenda etiológica inventada para explicar el origen y naturaleza de la fiesta de Purim. Por razón de la analogía sorprendente que existe entre los dos primeros capítulos del texto hebraico y la leyenda de Las mil y una noches, lanzó Goeije la hipótesis según la cual el libro de Ester procede de una leyenda persa que dio también origen a la famosa leyenda árabe 5.
Los panbabilonistas encuentran su origen en una leyenda babilónica. Ester corresponde al nombre de Istar; Aman es una palabra derivada de Humman, dios de Elam; Vasti es el Masti de Babilonia. En el libro se ensalza la victoria de los dioses de Babilonia sobre los de Elam (Wildeboer, Haupt, M. Maller). Otros, en fin, vuelven sus miradas hacia Egipto. Todas estas actitudes extremas carecen de fundamento histórico, por lo que caen cada día más vertiginosamente en el descrédito.
Al extremo opuesto se colocan muchos católicos y no pocos independientes, que consideran el libro como eminentemente histórico, tanto en sus líneas generales como en sus pormenores.
Contra los argumentos en favor de la total historicidad del libro se oponen los siguientes: 1) La expulsión de Vasti da la impresión de que es un episodio creado para facilitar el advenimiento de Ester al trono real de Persia. 2) Es inexplicable que tanto Asuero como Aman ignoraran la ascendencia judía de Ester, conociendo, por otra parte, los vínculos que le unían al judío Mardoqueo. 3) Según los historiadores paganos 6, la esposa de Jerjes y reina de Persia se llamaba Amestris; desconocen los nombres de Vasti y de Ester. 4) No se explica que el rey concediera tan alegremente la muerte masiva de sus subditos persas (8:11-12). La actitud tolerante de los monarcas persas es incompatible con el decreto de exterminio total de los judíos del imperio (3:7-15; 13:1-7).
Todas estas dificultades tienden a crear una atmósfera desfavorable al carácter estrictamente histórico del libro. La técnica con que se conduce la narración, el dramatismo que se observa en cada página, confirman aquella impresión. En efecto, aunque el autor sagrado no mencione explícitamente el nombre de Dios, da a entender que Yahvé dispone los acontecimientos históricos en beneficio del pueblo judío. Para nosotros la llave para la recta interpretación del libro está en las palabras de Zeres a Aman: Si el Mardoqueo ese delante del cual has comenzado a caer es de la raza de los judíos, no le vencerás; antes de cierto sucumbirás ante él (6:13). Toda la narración está salpicada con notas pintorescas encaminadas a intrigar al lector; se retrasa voluntariamente el desenlace y se acumulan detalles que contribuyen a poner de manifiesto la providencia divina para con su pueblo escogido. En el libro de Ester, como en el de Judit, se enfrentan el judaísmo y el paganismo, el Dios de Israel y la astucia y malicia humanas. Las dos fuerzas antagónicas están personificadas en dos personajes: el judío Mardoqueo y el agagita Aman. Aquél se niega a doblar su rodilla ante un ministro pagano (3:5), y Dios premia este acto de religión o de orgullo patriótico con el triunfo sobre el orgulloso Aman. De lo dicho cabe concluir que no deben tomarse al pie de la letra todos los pormenores de la narración. Más que en los archivos de Persia, el autor en la composición de su obra se inspiró en escenas de la antigua historia de Israel, tales como la exaltación de José al trono del Faraón, y, sobre todo, en el libro de Judit, en el que una mujer salva a su pueblo en unos momentos desesperados. El texto del libro recuerda la ideología imperante en la literatura sapiencial.

Autor y fecha de composición.
Debe distinguirse entre el autor del texto hebraico y el de las adiciones griegas; ambos son posteriores al exilio. El autor de la primera parte es judío. Modernamente prevalece el criterio de ver en estas páginas la pluma de un escritor de Palestina que vivió en tiempo de los Macabeos (Soubicou, Vaccari, Stummer) o hacia finales del mismo (Schildenberger). En esta última sentencia se explica el hecho de que sistemáticamente, por respeto quizá, no se mencione el nombre de Dios, como hace también el autor del 2 Mac. En una nota de 10:3 se dice que Dositeo introdujo la versión griega en Egipto durante el reinado de Tolomeo y Cleopatra. De los cuatro Tolomeos casados con una Cleopatra, parece que el texto se refiere, o bien al Tolomeo VIII Latiré (116-80), o a Tolomeo Neos Dionisios (51-44). Sólo el primero vivió cuatro años con una mujer llamada Cleopatra. Según el 2 Mac 15:37, celébrase en Palestina el Día de Mardoqueo.

Canonicidad.
La Mishna y el Talmud de Jerusalén dan instrucciones para la lectura de Judit en la fiesta de Purim. El libro y la mencionada solemnidad eran conocidos antes de los tiempos neotestamentarios. Flavio Josefo cita ampliamente el libro de Ester en sus Antiquitates ludaicae (1.2), y utiliza asimismo las secciones griegas, que posteriormente fueron eliminadas del canon judío.
La Iglesia recibió el libro en el canon según su versión griega. Orígenes no duda de la canonicidad aun de las partes deutero-canónicas, pero sus anotaciones críticas dieron pie a que lo hicieran San Atanasio y San Jerónimo. En cuanto a este santo, cabe decir que, por el hecho de relegar las adiciones al final del libro, dudaba de su canonicidad. Las dudas para estas partes griegas continuaron hasta el concilio Tridentino, que las declaró sagradas y canónicas.

Contenido doctrinal.
En conjunto, la obra quiere hacer ver que los judíos prevalecen siempre y en todas partes de sus enemigos. Otra de las finalidades es explicar los orígenes de la fiesta de Purim, que debe ser un día de alegría y acción de gracias por haberles salvado Dios del exterminio. La doctrina de la providencia divina para con su pueblo aparece en todo el libro. Lo que el autor no declara, no sabemos por qué exigencias literarias o ambientales, lo proclaman a los cuatro vientos las secciones propias del texto griego. La doctrina de la alianza es menos visible en Ester que en Judit, pero no está ausente del texto.
Por otra parte, hallamos en el libro pasajes que recuerdan la imperfección de la moral antigua en comparación con la del Evangelio (Mt 5:44). El espíritu de venganza de los judíos y la complacencia de la joven reina en la matanza de los enemigos de su pueblo no reza con la doctrina del amor a los enemigos y el perdón de los que nos persiguen y calumnian. Pero estas y otras circunstancias han sido introducidas en el texto por el autor sagrado por exigencias de la tesis doctrinal que intentó desarrollar. En el libro se aplica la ley del talión. Escribe el autor para alentar a sus hermanos de raza, tan a menudo envueltos en cuestiones raciales, y para dar un toque de atención a sus enemigos. Es natural que la puesta en práctica de los principios fundamentales del judaísmo llamen la atención de los que conviven con ellos y que les tilden de separatistas, de conspiradores contra la completa unidad del Estado. De ahí las reacciones antijudías de los pueblos de ayer y de hoy. El autor quiere advertir a los de su pueblo que su seguridad y permanencia en medio de las gentes depende exclusivamente del apoyo que Dios les preste 7.

La fiesta de Purim.
Flavio Josefo 8 habla de la fiesta que se celebraba durante los días 14 y 15 de Adar (febrero-marzo) para conmemorar la salvación de sus hermanos de Persia en tiempos de Mardoqueo. El 2 Mac 15:37 conmemora la fiesta de Nicanor, que se celebraba el día 13 de Adar, un día antes del día de Mardoqueo. El ceremonial de la festividad es indicado en el tratado Megillah del Talmud de Jerusalén. La fiesta tenía un doble aspecto, profano y religioso. Cabe a las manifestaciones ruidosas de regocijo, al estilo de nuestros carnavales, vistiéndose las mujeres con trajes de hombre y éstos con vestidos de mujeres, suculentos banquetes y excesos en las bebidas, intercambios de presentes entre parientes y amigos, se leía el libro de Ester. Modernamente prevalece la opinión de que la fiesta de Purim en parte es copia de una fiesta de primavera que se celebraba en Persia y Babilonia. Hacia el mes de marzo celebraban los persas la festividad llamada nauroz, con carácter de fiesta de primavera, durante la cual se intercambiaban presentes y se distribuían limosnas a los pobres, detalle que imitaron los judíos en la fiesta de Purim. Entre los años 160-114 antes de Cristo, la comunidad judaica dio a la fiesta un carácter político-religioso, relacionándola con la liberación de la colonia judía de Persia en tiempos de Jerjes I.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Ester  7,1-10

Petición de la reina (7:1-4).
1 Fueron el rey y Aman al banquete a casa de Ester. 2 El segundo día dijo el rey a Ester otra vez durante el festín: ¿Cuál es tu petición, reina Ester? Te será concedida. ¿Qué es lo que deseas? Aunque fuera la mitad de mi reino, la tendrías. 3 La reina Ester respondió: Si he hallado gracia a tus ojos, ¡oh rey! y si el rey lo cree bueno, concédeme la vida mía: he ahí mi petición, y salva a mi pueblo: he ahí mi deseo. 4Porque estamos vendidos yo y mi pueblo para ser exterminados, degollados, aniquilados. Si siquiera fuéramos vendidos por esclavos y siervos, me callaría, aunque no compensaría el enemigo al rey el perjuicio que le haría.

Corría el segundo día del banquete. Una vez servida la comida, empezóse a escanciar el vino (5:6). Barruntaba el rey que Ester ocultaba algo muy interesante en su corazón, que no se atrevía a manifestar. Conforme a la pregunta del rey (v.2), Ester pide que se le conceda la vida y manifiesta el deseo de que viva también su pueblo. La noticia de que su vida estaba en peligro debió de impresionar al rey. ¿Es posible que perezca la reina que Asuero ama, y a la cual permitió el acceso espontáneo a sus aposentos sin que le aplicara la ley? Ester resume el contenido del decreto, que conocía a través de Mardoqueo (4:8). Ella y su pueblo están vendidos por el precio de diez mil talentos (4:7); corren peligro de ser exterminados, degollados, aniquilados; tres verbos que se empleaban en el mencionado decreto (3:13). Aman había invocado motivos de Estado para matar a los judíos. Ester, en respuesta a las sugerencias de Aman (3:8), hace ver en primer lugar las desventajas políticas y económicas que supone tal medida.

Ester delata al traidor.
5 Tomó el rey Asuero la palabra y dijo a Ester: ¿Quién es y dónde está el que eso se propone hacer? 6Y Ester le respondió: El opresor, el enemigo, es Aman, ese malvado. Aman se sobrecogió de terror ante el rey y la reina. 7 El rey, en su ira, se levantó y se salió del banquete para ir al jardín del palacio, y Aman se quedó para pedir la gracia de la vida a la reina Ester, porque veía bien que su pérdida estaba resuelta en el ánimo del rey.

Asuero montó en cólera y quiso saber quién se había atrevido a proponer semejante despropósito. Es imposible que el rey no recordara la existencia del decreto contra los judíos y su contenido, al menos en líneas generales. El autor sagrado no describe la escena tal como sucedió realmente, sino de una manera dramática, buscando para ello el procedimiento literario que más impresionara al lector. No revela Ester el nombre del conspirador ni da a entender que se trata de una persona concreta, individual. Pero el rey, en su respuesta, se interesa inmediatamente por el nombre del traidor, queriendo averiguar su paradero. La pregunta del rey está formulada en relación al contexto siguiente. ¿Quiere saber quién es el opresor de los judíos y el que atenta contra los intereses económicos de la nación? Ahí lo tiene; a su lado está, banqueteando con él y gozando de su amplia confianza. Podía el rey repetir: Si un enemigo me agraviara, de buena gana le sufriría. Si quien me odia se me alzara, de él me pondría a cubierto; pero eres tú, un otro yo, mi amigo, mi íntimo (Sal_55:15), quien acecha contra mí. El episodio recuerda el momento en que Cristo desenmascara al traidor (Mat_26:23). No pudiendo el rey soportar la presencia de Aman, salióse al jardín. Aman se sobrecogió de temor: Ester le había señalado con su nombre. Ante ella aparecía como opresor y enemigo de su raza; ante el rey, como enemigo de la prosperidad del imperio. Si Aman hubiera conocido la ascendencia de Ester, ¿se hubiera atrevido a implorar del rey el exterminio de los judíos? El autor ha logrado dramatizar la escena, aunque deja en el aire algunas cuestiones. Por la actitud del rey comprendió Aman que su suerte estaba echada; sólo la intervención de la reina podía salvarlo. Pero ¿cómo atreverse a pedir perdón a Ester, cuya perdición tramaba?

Fin de Aman (Mat_7:8-10).
8 Cuando volvió el rey del jardín del palacio a la sala del banquete, vio a Aman, que se había precipitado hacia el lecho sobre el cual estaba Ester, y dijo: ¡Qué! ¿Será que pretende también hacer violencia a la reina en mi casa, en el palacio? En cuanto salieron estas palabras de la boca del rey, cubrieron el rostro de Aman; 9 y Harbona, uno de los eunucos, dijo en presencia del rey: En casa de Aman hay una horca, alta de cincuenta codos, que Aman ha preparado para Mardoqueo,el que habló para bien del rey. El rey dijo: Que cuelguen de ella a Aman. 10 Y fue colgado Aman de la horca que él había preparado para Mardoqueo, y se aplacó la ira del rey.

Recuperada la serenidad, entró de nuevo Asuero en la sala. Al ver a Aman postrado a los pies de la reina, montó en cólera. El texto hebreo supone que la reina estaba tumbada sobre el diván; Aman, a sus pies, imploraba clemencia. El texto griego añade: Suplicaba perdón cogido a las rodillas de la reina. No es que Aman tuviera intenciones menos rectas; no era el momento más apropiado para ello; pero la gravedad de la situación le hizo olvidar las reglas de la etiqueta. Puede darse también que el autor sagrado haya consignado esta circunstancia insólita para amontonar nuevos delitos sobre el odiado Aman. A este crimen se añadió otro: el de haber preparado una horca para colgar de ella a Mardoqueo, a quien el rey acababa de honrar. Harbona (Mat_1:10) conocía el hecho y lo delata al rey, quien, avaro en palabras, ordena que cuelguen de ella a Aman. Cambio total de escena: el rey se apacigua, Ester celebra su triunfo, Mardoqueo ve desaparecer a su enemigo. A la tempestad sucede la calma; al temor, la confianza. Una vez más reaparece en este texto el tema bíblico de la rehabilitación del justo y oprimido (Pro_11:8; Pro_26:27; Pro_28:10; Ece 10:8; Eci 27:26; Sal_7:16, etc.)1