Salmos 139 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 24 versitos |
1 Al maestro del coro. Salmo de David. ¡Oh Yahvé! tú me has examinado y me conoces,
2 tú conoces cuándo me siento y cuándo me levanto, y de lejos entiendes mi pensamiento.
3 Disciernes cuándo camino y cuándo descanso, te son familiares todas mis sendas.
4 Pues aún no está la palabra en mi lengua, y ya tú, Yahvé, lo sabes todo.
5 Me envuelves por detrás y por delante y pones sobre mí tu mano.
6 Sobremanera admirable es para mí esta ciencia, demasiado sublime para poder (comprenderla).
7 ¿Dónde podría alejarme de tu espíritu? ¿Adonde huir de tu faz?
8 Si subiere a los cielos, allí estás tú; si bajare al “seol,” allí estás presente."
9 Si tomara las alas de la aurora y quisiera habitar al extremo del mar,
10 también allí me cogería tu mano y me tendría tu diestra.
11 Si dijere: “Ciertamente las tinieblas me envuelven y sea la noche luz en torno mío,”
12 tampoco las tinieblas son oscuras para ti, y la noche luciría como el día, pues las tinieblas son como la luz (para ti).
13 Porque tú formaste mis entrañas, tú me tejiste en el seno de mi madre,
14 Te alabaré por el maravilloso modo en que me hiciste. ¡Admirables son tus obras! Del todo conoces mi alma.
15 Mis huesos no te eran ocultos cuando fui modelado en secreto y bordado en las profundidades de la tierra.
16 Ya vieron tus ojos mis obras, siendo escritas todas en tu libro. Estaban mis días determinados cuando aún no existía ninguno de ellos.
17 ¡Cuan difíciles son (de entender) tus pensamientos, oh Dios! ¡Qué ingente el número de ellos!
18 Si quisiera contarlos, son más que las arenas; si llegara al fin, aún sería contigo."
19 ¡Oh Dios! si exterminaras a los impíos, si alejaras de mí a los hombres sanguinarios,
20 que insidiosamente se rebelan contra mí, y pérfidamente se engríen tus adversarios.
21 ¿Cómo no odiar, ¡oh Yahvé! a los que te odian? ¿Cómo no aborrecer a los que se levantan contra ti?
22 Los detesto con odio implacable y los tengo por enemigos míos.
23 Escudríñame y conoce mis inquietudes,
24 y mira si mi camino es torcido, y condúceme por las sendas de la eternidad.

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Introducción a Salmos

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;
Libro de los Salmos.

Introducción.

Nombre, número y numeración de los Salmos.
El Salterio es llamado en la tradición judía Libro de las alabanzas y, juntamente con Job y Proverbios, constituía la serie de los hagiógrafos mayores. En el N.T. se le conoce bajo la denominación de Libro de los Salmos (âßâëïò øáëìþí)2. El nombre de Salmo proviene del vocablo griego øÜëëåé í, que significa originariamente tocar un instrumento de cuerda o cantar al son de dicho instrumento. Es el equivalente aproximado del heb. mizmór (del v. tramar: tañer, tocar). El conjunto de salmos es llamado Salterio, que traduce el heb. nébel (instrumento músico de cuerdas) 3. Las composiciones salmódicas son generalmente de índole lírica, si bien no faltan entre ellas cantos épicos, composiciones didácticas y aun fragmentos oraculares proféticos.
El concilio Tridentino, recogiendo la tradición eclesiástica, incluye entre las Escrituras canónicas Psalterium davidicum 150 Psal-morum4. Son justamente los 150 salmos del texto masorético hebreo, excluyendo así el 151 de la versión griega de los LXX, al que se le califica de psalmus David idiographus et extra numerum po-situs.5 La expresión Psalterium davidicum del Tridentino no ha de tomarse en el sentido de determinación crítica del autor humano de los Salmos, sino simplemente en el de registrar como canónica la colección de Salmos, que era comúnmente considerada como de origen davídico por la tradición. El concilio trata en su decreto de la canonicidad de los 150 salmos, no de su origen crítico humano. Así lo han entendido comúnmente los comentaristas católicos, y en las determinaciones posteriores oficiales jamás se urge la necesidad de admitir el origen davídico de todas las composiciones del Salterio.
El texto hebreo masorético y el de las versiones griega y latina del Salterio no coinciden en la distribución numérica de los Salmos, fuera de los ocho primeros y los tres últimos. He aquí el esquema de la numeración según la diversa distribución del texto hebreo masorético y la de los LXX y Vg:

Texto Hebreo Masorético
1-8
9-10
11-113
114-115
116
117-146
147
148-150
Texto de los LXX y Vg.
1-8
9
10-112
113 114-115
116-145
146-147
148-150
Esta distribución, aunque es la general mantenida en la mayoría de los códices, sin embargo, en algunos se dan otras distribuciones 6. Se admite que, por razones convencionales del culto litúrgico, algunos salmos han sido separados, y otros juntados en uno 7.

División del Salterio.
La colección completa del Salterio se divide en cinco libros, que se terminan, respectivamente, por la doxología: Benedictus Dominus... Amen, amen.8 Se supone que esta quíntuple división de los Salmos obedece a la tradicional división del Pentateuco la Toráh en cinco libros.
Libro I: 1-41(40). Se le llama libro davídico, porque todos los salmos de esta primera colección se atribuyen a David, excepto los salmos 1.3(2) y 24(23). En estos salmos predomina el nombre divino Yahvé. Se considera como la sección primitiva del Salterio, y, sin duda, muchos de los salmos son de la época davídica o salomónica.
Libro II: 42(41)-72(71). En este libro segundo se incluyen dos colecciones, la de los hijos de Coré 42(41)-49(48)1 y la de David 51(50)-70(69)]. Al final del salmo 72(71) se dice: Se acaban las oraciones de David, hijo de Jesé; lo que implica que para el compilador eran desconocidas las siguientes colecciones del Salterio.
Libro III: 73(72)-89(88). Tiene una primera colección atribuida a Asaf (73-88). A este mismo personaje se atribuye el salmo 49 del libro anterior. Predomina en este tercer libro y en el segundo el nombre divino Elohim, Por eso ambos constituyen la gran colección de los salmos elohisticos (42-83).
Libro IV: 90 (89)-106(105). Conjunto heterogéneo, en el que se destacan los salmos que celebran el imperio universal de Yahvé (93-100).
Libro V: 107(106)-150. En esta última serie son de notar los llamados salmos graduales o de las subidas y los del gran Halleí, porque se iniciaban con el aleluya. Como este libro no se cierra con la conocida doxología Benedictus Dominus... Amen, amen, no pocos autores consideran el brevísimo salmo 150 como el colofón doxológico del Salterio.

Títulos de los Salmos.
La mayor parte de las composiciones del Salterio tienen unas indicaciones preliminares de índole histórica, musical o literaria 9. No pocos salmos se atribuyen a David o a otros personajes organizadores del culto del templo: a los hijos de Coré y de Asaf, Salomón, Moisés, Ernán, Etán, Iditún.
a) Indicaciones literarias
Mizmór: equivale a nuestra denominación de salmo (cántico recitado con acompañamiento de un instrumento de cuerdas). Este título acompaña a 57 composiciones del Salterio; 36 de éstas se atribuyen a David; a Asaf, 9; a los hijos de Coré, 6, y i a los hijos de Coré y Hernán ezraíta (el salmo 89). Sólo en cinco casos no aparece esta indicación literaria vinculada a un nombre propio. La versión de los LXX no siempre traduce mizmór por øáëìü$, pues en los salmos 4 y 39 traducen öäÞ; en cambio, en otras composiciones en que no aparece el nombre de mizmór las califican de øáëìïß.
Shir: designa propiamente un cántico, religioso o profano 10. Generalmente, la palabra shir va unida a la de mizmór (en 13 salmos); en el salmo 45(44) aparece sola; en cambio, califica a los salmos graduales o de las subidas (Sal 120-134). Los LXX lo traducen generalmente por öäÞ, y la Vg por canticum. En general tiene el sentido de cántico triunfal, festivo, por oposición a la qindh, que equivale a elegía.
Tefilláh: oración, plegaria. Aparece en cinco salmos: 17.86.90. 102.142. Al final del salmo 72 se dice: Fin de las plegarias (tefillóth) de David, hijo de Jesé. Esto indica que, para el compilador, la palabra tefiláh equivale a tehilláh, que traducimos por alabanza.
Tehilláh: alabanza. Aparece sólo en el encabezamiento del salmo 145; pero podría aplicarse a gran parte de las composiciones del Salterio. De hecho, entre los judíos, al libro de los Salmos se le llama sefer tehillím (libro de las alabanzas).
Maskil: generalmente se traduce esta palabra por didáctico, relacionándola con la raíz ski, que significa ser prudente, y en forma causativa instruir. Así, podemos traducirlo por instructivo, sapiencial. No obstante, esta calificación sólo conviene a los salmos 32 y 78 de los 13 a que se aplica. La Vg traduce por intellectus, sapienter, que a su vez es la versión de óõíÝóåùò y åßå óýíåóéí de los LXX. Algunas de las composiciones que llevan esta indicación tienen más bien el carácter de plegarias ardientes y lamentaciones angustiosas.
Miklám: aparece en seis salmos y es una palabra de sentido incierto. Los LXX traducen óôçëïãñáößá, y la Vg tituli inscriptio. Quizá leyeran miktáb, y entonces podría traducirse como poema que debe inscribirse en una estela o piedra. Sin embargo, Aquila, Símaco y San Jerónimo y el Targum han leído mdktám, y traducen por humilde y sencillo, aplicándoselo a David. Recientemente los autores han relacionado el vocablo misterioso con el arameo kéthém (oculto): poema esotérico; kethém heb.: oro: poema aureum, selecto.
Shiggáyón: denominación enigmática, que aparece sólo en el encabezamiento del salmo 7. Los LXX y Vg traducen por psalmus, pero otras versiones antiguas le dan el sentido de pecado cometido por ignorancia. Los exegetas modernos más bien traducen por ditirambo. Pero el salmo 7, en el que aparece dicho término misterioso, es más bien una plegaria penitencial, y entonces se le relaciona con el asirio shegu: delirar, lamentarse violentamente. En Hab 3:1 aparece la expresión (al shighyónoth, que los LXX traducen por ìåôÜ öäÞ$·
b) Indicaciones musicales
Son de diversa índole: alusión al maestro de capilla, a los instrumentos con los que debía ser acompañado el salmo y a la melodía popular conocida según la cual debía cantarse.
Lamnaséaj: se suele traducir generalmente: Al maestro de coro u. La Vg, siguiendo a la versión de los LXX (åéò ôï ôÝëïò), traduce por in finem, sin duda porque leyeron lánésaj. Aquila, Símaco, Teodoción y San Jerónimo traducen vencedor, victoria (sin duda leyendo en heb. mnaséaj). En ese supuesto se trataría de un pean o canto de triunfo. Pero la mayor parte de las composiciones del Salterio que llevan esta indicación no tienen este carácter literario 12.
Lelamméd: aparece sólo en el salmo 6o y se traduce comúnmente para enseñar. Esta indicación aparece también en la elegía de David sobre Saúl y Jonatás13.
'Al-hashmíníth: se traduce generalmente pro octava13, y se interpreta en el sentido de que debía interpretarse con una octava baja o con voces graves 14.
1Al-'alámóth: lit. a las vírgenes. Y se supone que es una alusión a las voces de soprano.
Le 'annóth: aparece en el salmo 88. La Vg traduce: ad respon-dendum, siguiendo a los LXX: ôïõ ÜðïêñéèÞíáé. San Jerónimo: ad praecinendum. Generalmente se entiende esta indicación con la significación de alternancia de coros.
Séláh: esta extraña palabra la encontramos no en las cabeceras de los salmos, sino en el cuerpo de los mismos. Aparece setenta y una veces en 39 salmos, y tres veces en el cántico de Habacuc 15. Generalmente aparece en la colección del maestro de capilla. San Jerónimo lo traduce por semper, y para él es una exclamación semejante a amen o paz. La Vg no la traduce, y los LXX oscilan entre äéÜøáëìá y áåß (versión de Aquila, y algunas veces de Símaco y Teodoción, aunque éstos generalmente traducen como los LXX). El sentido etimológico es oscuro. Comúnmente se interpreta como cambio de estrofa o de recitación coral16.
Higgáyón: se suele entender en el sentido de meditativo (de la raíz hágdh, murmurar, meditar, musitar).
Bineghínóth: aparece en seis salmos y en el cántico de Habacuc. Se suele traducir por con instrumentos de cuerdas: arpa, lira...
¸É-nejílóth: instrumentos de viento: flauta, etc.
Al-hagghittith: el Talmud traduce sobre la cítara de Geth. Los LXX y Símaco: õðÝñ ôùí ëçíþí; y San Jerónimo: pro torcularibus, para los lagares. Quizá se aluda a un cántico que se solía cantar cuando se prensaba la uva o el aceite.
¢É-'ayyéléth hashshajar: sobre la cierva de la aurora. Los LXX: õðÝñ ôÞ$ áíôéëÞøåùò ôçò ÝùèéíÞs. Vg pro susceptione matutina (leyendo 'éyálüth en vez de ''ayyéléth. Probablemente se trata del comienzo de alguna canción conocida a cuya melodía debía adaptarse la recitación del salmo.
Al-yónath Celera rejoqim: sobre la paloma muda de las lejanías. Los LXX traducen sobre el pueblo que ha sido alejado de los santos. Los traductores alejandrinos, en realidad, se ven muy embarazados al traducir estos títulos, que responden a piezas musicales para ellos desconocidas.
´Al-müth labbén: sobre la muerte del hijo. Los LXX: sobre las faltas secretas de los hijos (leyeron al-alümé(1) -habbén).
¢É-müth: sobre la muerte. Los LXX: åú$ ôïõò áéþíáò. Vg: in saecula (leyendo sin duda 'al-olámoth, que consideran como equivalente a 'al-olámim).
'Al~majalath: sobre la enfermedad. Los LXX lo toman como nombre propio: õðÝñ ÌáåëÝè. Así también la Vg: pro Maheleth. Aquila, Símaco, Teodoción y San Jerónimo leen 'al-mejoláth: para el coro de danza.
¢É-shóshanim: sobre los lirios. 'Al-shüshan leduth: sobre el lirio (7) testimonio. ¸É-shóshannim 'édüth: sobre los lirios-testimonio. Los LXX traducen por los que son cambiados (leyendo 'al-sheshshónim).
c) Indicaciones litúrgicas
En el texto hebreo masoretico apenas se encuentran estos títulos de significación litúrgica. Únicamente lleva una indicación de esta índole el salmo 92: Cántico. Para el día del sábado. En cambio, en la versión de los LXX y en la Vg abundan estos títulos litúrgicos. Los salmos se utilizaban en el canto del templo al ofrecerse los sacrificios y las oblaciones 17. La recitación de los salmos por los levitas alternaba con el sonido de las trompetas, manejadas por los sacerdotes 1S. En la versión de los LXX aparecen determinados salmos asignados para los distintos días de la semana 19. Encontramos también indicaciones como éstas: in dedicationem do-mus 20, in rememorationem 21, que parece ser la traducción del lehazkír del TM, que puede relacionarse con el 'azkarah o memorial de Lev 2:2: una oblación especial conmemorativa, consistente en quemar incienso los sábados sobre los panes de la proposición 22.
Otros salmos llevan el título de lethódah: para alabanza; quizá se cantaba con motivo de un sacrificio de acción de gracias. El salmo 30 lleva por título shír janukkatt habbaith: cántico para la dedicación del templo. Quizá se aluda aquí a la dedicación del segundo templo, reconstruido después del retorno de la cautividad, o a la purificación del mismo en el 164 a.C. por Judas Macabeo 23. El salmo 29 lleva por título in consummatione tabernaculi, siguiendo a los LXX: Ýîïäëïõ óêçíÞò; posible alusión al octavo día de la fiesta de los Tabernáculos 24.
La serie de salmos que comprende 120 al 134 lleva por encabezamiento: Cántico de las subidas o de las gradas: shír hamma 'alóth: öäÞ ôùí áíáâáèìþí. Se supone que se cantaba cuando subían los peregrinos a Jerusalén o cuando avanzaban por las gradas que llevaban al templo 25.
Finalmente, hay otra serie de salmos llamados aleluyáticos, porque van precedidos de la exclamación Halelüyah (Alabad a Yahvé) 26. El grupo de los salmos 113(112)-118(117) es llamado el Gran Hallel, y se cantaba en las fiestas de Pentecostés, de los Tabernáculos y en la cena pascual 27.
d) Indicaciones históricas
Un grupo de 13 salmos atribuidos a David llevan unas indicaciones sobre la ocasión histórica de su composición. En general están tomadas de los libros de Samuel. El compilador ha querido concretar para sus lectores el momento histórico de la vida del gran rey, que dio lugar a determinadas composiciones salmódicas. En nueve salmos se alude a la persecución de que fue objeto David de parte de Saúl 28. En el salmo 3 se menciona la rebelión de Absalón; en el 51 se alude al adulterio de David, y en el 6o a la guerra siroamonita. En la versión griega aparecen otros salmos con indicaciones históricas 29.
En general podemos decir que todos estos títulos de los Salmos son anteriores a la versión griega de los LXX (s.ÉÉÉ-ÉÉ a.C.) 30.

Autores y datación de los Salmos.
El texto hebreo masorético atribuye 73 salmos a David 31, mientras que según la versión de los LXX son 84 los davídicos, 65 en la Vg y 86 en la siríaca. No pocos Santos Padres, siguiendo tradiciones rabínicas 32, sostuvieron que los 150 salmos del Salterio son obra del propio David 33. San Jerónimo rechaza esta opinión 34. Las expresiones Salmos de David, Himnos de David, Libro de los Salmos de David, Salterio davídico, empleadas en las antiguas colecciones y en los mismos concilios para designar los 150 salmos del A.T., no obligan a sostener que todos los salmos hayan de atribuirse a sólo David 35.
Los críticos modernos son más bien propensos a negar la paternidad davídica de la mayor parte de las composiciones del Salterio. Así, Delitzsch admite sólo 44 salmos davídicos 36; Hitzig, 14 37; Briggs, 13 38. En general hay tendencia a retrasar la época de composición de los Salmos, poniéndolos en la época persa o macabea 39.
En realidad, no es fácil determinar la fecha de composición de la mayor parte de los salmos, pues las pruebas internas, sean de estilo o de lenguaje, resultan ser una guía precaria. Muchos de los salmos tienen un carácter completamente general: las circunstancias de un período se parecen muchas veces a las de otro; muchos salmos han sufrido adaptaciones y modificaciones, y la datación de un salmo no ha de determinarse por una simple palabra o una frase 4°. Con todo, hay muchas veces indicios de composición tardía: alusión al templo, a la cautividad, ausencia de alusiones a la idolatría. En cambio, en no pocos salmos se refleja el estado eufórico de los tiempos gloriosos de la monarquía antes del exilio. Por otra parte, sabemos que David se distinguió por su inspiración poética y sus aficiones musicales, lo cual hace muy verosímil que muchas de las composiciones líricas religiosas suyas hayan sido adoptadas en la vida litúrgica del templo, quedando incorporadas al canon judaico. Precisamente por ser David un gran poeta el poeta religioso por excelencia , no pocas composiciones del Salterio le son atribuidas por la tradición, como se atribuyen a Salomón la mayor parte de los libros Sapienciales por ser el sabio por excelencia de la tradición israelita,
De la exposición de estos apartados se deduce claramente el espíritu moderador de la autoridad eclesiástica en esta cuestión crítica de la autenticidad davídica del Salterio. En realidad, no hay razones críticas poderosas para negar que un núcleo principal del Salterio sea del profeta regio. Muchos salmos reflejan un estilo y léxico de los mejores tiempos preexílicos, y pueden muy bien atribuirse al propio David.
Los autores del N.T. citan no pocas veces salmos atribuyéndolos a David42. En realidad, ni los apóstoles ni el mismo Cristo tratan con estas citas de resolver el problema de la autenticidad crítica humana de los salmos, pues su finalidad es pastoral y apologética; y en sus argumentaciones utilizan los textos acomodándose a la común creencia de los destinatarios judíos, que suponían que dichos salmos eran de David. De esto se deduce que dichas citas no prejuzgan el problema de la autenticidad crítica de las composiciones del Salterio.
Ya hemos indicado antes que en los títulos de los salmos se atribuyen muchos de éstos a diversos personajes, además de David: a Asaf se adscriben 12; a los hijos de Coré, n. El salmo 72(71) es atribuido a Salomón; el 90(89), a Moisés; el 88(87), a Ernán, y el 89(88), a Etán. En la versión griega de los LXX aparecen otros atribuidos a Jeremías, a Ezequiel, a Zacarías y a Ageo. Vemos, pues, que la tradición ha buscado vincular la mayor parte de las composiciones del Salterio a determinados personajes famosos por su carácter regio, profético o levítico 43. La pseudonimia es corriente en la literatura sapiencial del A.T., y, por eso, estas indicaciones de los títulos no han de tomarse al pie de la letra, pues son obra de los escribas y copistas, que han pretendido vincular las composiciones salmódicas a nombres venerados de la tradición bíblica, entre los que descollaba el gran poeta rey de Israel, el legendario David44.

Colecciones de salmos y formación del Salterio.
El actual Salterio se fue formando paulatinamente por yuxtaposición de nuevas composiciones recogidas de distintas épocas. Podemos distinguir en el Salterio tres colecciones distintas que tuvieron vida propia literaria antes de ser incorporadas a la gran colección unitaria actual.

Las composiciones de esta primera serie son de diversa índole: himnos de alabanza o de acción de gracias 45, composiciones didácticas o sapienciales46, profecías mesiánicas 47. Todos los salmos de esta colección son atribuidos a David, excepto los salmos 1:2.10 y 33. El salmo i parece ser de inserción posterior a la primitiva colección yahvista, como introducción sapiencial a esta serie o a todo el Salterio. A Dios se le designa ordinariamente en esta colección con el nombre de Yahvé 48; de ahí la denominación de yahvista. En general, los poemas de esta colección llevan el sello individual, frente a otros de otras series que reflejan la preocupación nacional. Esta primera colección yahvista es considerada como el núcleo primitivo del Salterio, pudiendo muchos de sus salmos ser obra del propio David.
En esta serie prevalece el nombre divino de Elohim49; de ahí la denominación de elohistica. Este afán de sustituir el nombre de Yahvé por el de Elohim se ve clara en los salmos 53 y 70, que son la repetición de los salmos 14 y 40:14-18, respectivamente, con la diferencia de poner Elohim en vez de Yahvé. Generalmente se explica esta diferencia por el afán de evitar el sacrosanto tetragrámmaton, según las exigencias teológicas de la época, en que se quería salvar ante todo la trascendencia divina. Algunos autores creen que esta colección del Salterio fue compilada para uso de los judíos de la diáspora, y de ahí el cuidado de evitar el nombre de Yahvé en tierras extrañas a la heredad del Dios de Israel50. Pero no hay indicios claros para avalar esta hipótesis.
Esta segunda colección es más heterogénea que la primera, pues en ella encontramos plegarias de David, poemas de Asaf, composiciones de los hijos de Coré y un salmo atribuido a Salomón.
Los atribuidos a David son de la más diversa índole: penitenciales, invectivos, deprecativos, de acción de gracias y aun himnos procesionales 51.
Los pertenecientes a los hijos de Coré52 tienen también una gran variedad literaria: elegías, himnos guerreros, cánticos eucarís-ticos, poemas triunfales en honor del Creador, cantos procesionales, fragmentos cpitalámicos, poemas sapienciales y plegarias mesiánicas. En cuanto a la forma poética y literaria, el Salterio coraíta constituye una joya única en medio de los esplendores que adornan el gran Salterio. Magnificencia, naturalidad, frescor de imágenes y de comparaciones, profundidad, nobleza, sinceridad de pensamientos y de sentimientos, flexibilidad y sencillez de ritmo métrico y estrófico, nada falta a estas pequeñas composiciones para hacer de ellas obras maestras, 53
La versión de los LXX tiene tendencia a atribuir muchos de estos salmos a David, sin excluir el otro título de los hijos de Coré,54
La serie atribuida a Asaf, poeta, profeta y organizador del canto en el tabernáculo en los tiempos de David55, tiene un carácter más sapiencial y aun filosófico, con no pocas reflexiones sobre la historia de Israel56. Pero no faltan las composiciones elegiacas, los oráculos proféticos 57 y las odas triunfales a Yahvé, juez de la historia58. No se debe buscar en los poemas asáficos la delicadeza exquisita de sentimiento, la melancolía dulce y penetrante de ciertos salmos coraítas, ni la perfección métrica y estrófica. Están escritos en estilo a veces áspero y oscuro. Pero están llenos de vigor y de vida, de un movimiento rápido y dramático. Se diría que sus autores han desdeñado la forma para atenerse sólo al fondo 59.
En general tienen una proyección nacional. El estilo profético caracteriza algunas de sus composiciones, haciendo hablar a Dios en forma oracular. Por eso se los ha denominado salmos proféticos.
Es un grupo más heterogéneo que los dos anteriores: 17 salmos davídicos, uno atribuido a Salomón (el 127) y otro a Moisés (el 90), y los restantes son anónimos, y no pocos huérfanos o desprovistos de todo título. Desde el punto de vista del contenido, son también de diversa índole: deprecativos60, sapienciales61, me-siánicos62, imprecatorios63, elegiacos64, históricos65, líricos66, himnos 67.
En esta última colección se incluyen los cánticos de las subidas o graduales68, que se caracterizan por su brevedad y frescor, escritos en lenguaje popular y familiar. Existe en ellos un ritmo gradual, de forma que las ideas van subiendo como por escalones: se repite una idea y sirve de punto de partida de una nueva idea 69.
También pertenece a esta colección la serie de los salmos ale-luyáticos70. Entre ellos se destaca el gran Hallel71, que se recitaba en las grandes fiestas del año 72.
Supuesta esta estratificación de salmos, podemos inferir que el actual Salterio se fue formando paulatinamente por crecimiento gradual, conforme a las exigencias de la piedad judía y las necesidades litúrgicas. Suponiendo que un núcleo primitivo llegue a los tiempos davídicos, los restantes se fueron añadiendo en los tiempos eufóricos de la monarquía bajo Ezequías (s.VIII) y Josías (s.VII), reyes que fomentaron la piedad y la vida de culto en el templo jerosolimitano73. Finalmente, una gran parte pertenece a la época postexílica. La literatura sapiencial floreció particularmente después de la repatriación, y en las escuelas de sabios no faltaban poetas que se preocupaban de cantar alabanzas a Dios, expresando las íntimas angustias del fiel incomprendido en la sociedad.

Belleza poética y estructura literaria de los salmos.
Los salmos son ante todo composiciones poéticas, lo que quiere decir que lo intuitivo y afectivo priva sobre lo lógico y didáctico. El poeta se deja llevar de impresiones íntimas difíciles de concretar, de vivencias profundas que no encuentran su encasillado en las estratificaciones frías y calculadas de la razón. La comunicación de esa vivencia no se puede ahogar en el tecnicismo árido y frío de un análisis y de un examen puramente críticos... El salmo es un poema que se presenta desde dos puntos de vista: la experiencia interna, que es algo real y que tiende a unirse con la forma externa, busca el modo de presentar lo eterno en algo concreto, palpable, viviente y muchas veces pintoresco. La presentación plástica se realiza con imágenes y símbolos. En esa realidad palpable se esconde algo interno... La visión poética se proyecta necesariamente sobre un plano determinado y limitado, pero el plano espiritual se cierne sobre el puramente particular y estrecho... En la poesía de los Salmos, la historia de Israel se abre espontáneamente a un porvenir lejano. Las experiencias de ayer y de hoy se transfiguran de manera radical, y las líneas fundamentales de los hechos salvíficos de Dios en favor de los hombres, que los poetas experimentan tan al vivo, se alargan hacia horizontes que se pierden en un luminoso futuro.74
Como es ley en la poesía hebrea, el salmista establece un constante contrabalanceo de miembros, un movimiento pendular del pensamiento, y así, los versos en dísticos son como los dos platillos de la balanza, que mutuamente se equilibran. El semita va dando las ideas por entregas en círculos más o menos concéntricos, de forma que el pensamiento va gradualmente avanzando, a base de insistir en una idea que se repite, pero que es punto de partida de otra nueva o de la misma bajo otra forma de expresión. Es el estilo concéntrico: Lo que se dice es una sucesión de comunicaciones plenas, cada una de las cuales abarca la sustancia en su totalidad, pero sin agotarla enteramente. Se añade sin cesar algo nuevo, ora un aspecto, ora otro, y lo que nosotros creíamos haber captado a la primera en su totalidad, pero de manera vaga, aparece de este modo patente y claro a nuestro espíritu y penetra hondo en nuestro corazón. Se trata de un movimiento circular, de un proceso de pensamiento concéntrico. En medio de este flujo y reflujo queda un punto central que nunca se aclara del todo... Este pensamiento es musical y rítmico. Es algo así como una composición musical en la que se repiten sucesivamente motivos con apenas ligeras variaciones, pero que se nos antoja algo enteramente nuevo y con vivencias no percibidas anteriormente. Gracias a estas repeticiones y a esta progresión in crescendo, puede uno asimilar más completa y profundamente el motivo fundamental75.
No convienen los autores al determinar las leyes convencionales que presiden la expresión externa de la poesía hebraica. Con todo, hay una cosa clara: el ritmo interno conceptual, el contrabalanceo de sentencias. Es el paralelismo de miembros, que, en expresión de los especialistas, es la ley primera y más cierta de la poesía hebrea76. Como ya hemos indicado en la introducción general a los libros Sapienciales, el paralelismo de miembros tiene tres formas: sinónimo, antitético y sintético o progresivo.
Paralelismo sinónimo. Es la repetición de la misma idea bajo distinta formulación en las dos partes del verso:

No te irrites por mor de los malvados ni envidies al que obra inicuamente77.Oye, Dios mío, mi clamor, atiende a mi oración 78.

Paralelismo antitético. Contraposición de dos ideas en cada una de las partes del verso para provocar un choque psicológico en el lector y aclarar por contraste su contenido:

Estos en carros, aquéllos en los caballos, pero nosotros esperamos en el nombre de Yahvé, nuestro Dios79.
Muchos son los dolores del impío, pero la misericordia ceñirá al que espera en Yahvé 80.

Paralelismo sintético. Desenvolvimiento parcial de la idea expresada en el primer estico, mediante una nueva idea o una comparación ilustrativa:

Como el ciervo las fuentes de las aguas, así mi alma te desea a ti, Dios81.
Entonad al Señor un canto nuevo, entonadlo al Señor las tierras todas 82. Bocas tienen, mas no hablan; ojos tienen, mas no ven 83.

Fuera de este ritmo lógico de sentencias, poco es lo que con certeza se sabe de la distribución rítmica y estrófica del verso hebreo. Las hipótesis se multiplican, pues mientras para unos autores la clave del ritmo hebraico está en la cantidad de sílabas largas o breves, como en el latín clásico 84, para otros el secreto está en la distribución de acentos; y no faltan quienes sostengan que la poesía se basaba en el número de sílabas, sin relación alguna con su cantidad 85. Tampoco la división estrófica se puede determinar con claridad. Con todo, hay algunos indicios: el estribillo repetido en el poema86, la inclusión (la misma estrofa empieza y termina con las mismas palabras) 87, la responsión (correspondencia de ideas en dos estrofas sucesivas) 88 y la concatenatio (distribución de ideas o de palabras para encadenar grupos de versos o estrofas). Así, una estrofa empieza con las mismas palabras con que se cierra la anterior. Se llama también anadiplosis. 89
Un artificio bien conocido en la poesía hebrea es la distribución alfabética o acróstica. Cada verso o cada estrofa empieza con una letra distinta del alefato hebreo y siguiendo su orden 90. Es un procedimiento de la poesía decadente, ya que resulta demasiado artificial, sujetando la agilidad e inspiración del pensamiento. Con todo, las Lamentaciones de Jeremías son una excepción a esta apreciación, ya que poseen un patetismo y aun lirismo inigualables; pero las composiciones acrósticas que tenemos en el Salterio son de inspiración pobre, pues el poeta no sabe moverse con agilidad dentro del encasillado del alefato hebreo.
En la versificación hebrea, y en concreto en el Salterio, encontramos otros artificios literarios:
Anáfora: repetición de una o muchas palabras al principio de muchos versos:

¿ Hasta cuándo, Señor, me has de olvidar, hasta cuándo apartas tu rostro de mí? 91

Epífora: repetición de las mismas palabras al fin de muchos versos:

Todas las gentes me cercaban, y, confiado en el nombre de Yahvé, las derrotaba. Me rodeaban, me cercaban, y, confiado en el nombre de Yahvé, las derrotaba. Me rodeaban como abejas, y, confiado en el nombre de Yahvé, las derrotaba 92.

Symploké: repetición de las mismas palabras al principio y al fin de cada verso:

Diga ahora, Israel, porque es bueno, porque su misericordia es para siempre. Diga ahora la casa de Aarón, porque para siempre es su misericordia. Digan ahora los que temen a Yahvé, porque para siempre es su misericordia 93.

Estribillo: es un ritornello o refrán que se repite después de determinadas sentencias de modo regular. Así, en el salmo 42:6.12 se repite:

¿Por qué te abates, alma mía, por qué te turbas dentro de mí?. 94

Estos son los artificios literarios que encontramos en la técnica externa de la poesía hebraica, y que abundan en las composiciones del Salterio.

Mensaje doctrinal de los Salmos.
El libro de los Salmos, como todos los de la Biblia, es eminentemente religioso, pero precisamente la vena poética sirve para resaltar más la inspiración e intuición espiritual de los fieles, que se sentían vinculados a los destinos providenciales de Israel sacerdocio real y nación santa 95 en la historia. La poesía hebrea del Salterio es más que un mero desahogo individual, pues está impregnada del sentido histórico-mesiánico de la comunidad teocrática. En la historia sagrada encontramos desde el principio explosiones lírico-religiosas del alma popular israelita con motivo de una intervención milagrosa de Yahvé en favor de su pueblo. Es el caso del paso del mar Rojo cantado por los rapsodas populares, y que ha llegado a nosotros con el nombre del gran caudillo, Moisés.
Después de la organización del culto en el templo, esta inspiración poético-religiosa quedó canalizada a través de los representantes de la familia levítica, especialmente vinculados a la vida litúrgica del santuario. Así, pues, la mayor parte de las composiciones salmódicas surgieron en torno a las exigencias de la vida litúrgica. Almas selectas que vivían con profundidad la vida religiosa en el templo en intimidad con Yahvé fuente de toda vida espiritual ,dejaron sus experiencias espirituales en los Salmos, que aún hoy día son alimento de las almas del N.T.
El culto de Israel, que alcanzaba su plena vivencia en las grandes fiestas anuales, en los sacrificios cotidianos, en las ceremonias de acción de gracias, en los días de oración, significa la celebración de los hechos salvíficos de Yahvé, el reconocimiento de Yahvé como su Dios. La liturgia es para ellos, como para nosotros, algo más que el simple recuerdo de acontecimientos pasados. La historia de los hechos salvíficos, y en especial la salida de Egipto con todo lo que lleva consigo, no se conmemora simplemente, sino que de alguna manera se actualiza de nuevo, precisamente como actos (y palabras) salvíficos de Dios, y de esta manera pueden los fieles vivir de nuevo estos acontecimientos. Los hechos salvíficos se anuncian en la comunidad, que es el centro donde resuena la palabra de Dios. Y este anuncio auténtico de la palabra de Dios opera algo, opera la salvación... De estas celebraciones litúrgicas traen su origen los Salmos 9Ó. Los salmistas aluden constantemente a la proyección litúrgica, en la asamblea, de sus propias vivencias espirituales, de sus beneficios alcanzados de Yahvé 97.
De este ambiente cultual litúrgico brotaron las composiciones del Salterio. Según, las exigencias de determinadas fiestas, el poeta componía un nuevo poema religioso, que era después recitado e incorporado a la colección preexistente. Surgieron así diversas familias salmódicas conforme al módulo literario poético exigido por las circunstancias: himno, canto de acción de gracias, oraciones deprecativas, odas epitalámicas, composiciones épicas y aun elegiacas. Los problemas individuales del salmista adquieren así un valor público, pues su salvación milagrosa de un peligro de muerte enfermedad grave, hostilidad de los impíos es una prueba de que Yahvé no abandona a los que le son fieles, y en este sentido su experiencia personal es una lección para la comunidad religiosa.
Es muy importante señalar el módulo literario que preside la conformación de cada salmo, pues sólo así podemos calibrar sus afirmaciones en la debida medida; pero no debemos olvidar que muchas veces en la misma composición intervienen distintos módulos literarios. Así, se mezclan a veces la deprecación, la elegía, la acción de gracias, el oráculo profético, el género sapiencial. Los exegetas generalmente dividen los salmos en familias, por el contenido de los mismos o por su género literario, para captar mejor su mensaje y sentido. Cada grupo se caracteriza por su propio ambiente, su propia mentalidad y por su pequeño mundo de ideas. Cada grupo tiene su idea central, y por eso vive su correspondiente actitud de alma.98
Podemos dividir las diversas composiciones del Salterio en las siguientes familias: salmos de alabanza o himnos de acción de gracias, deprecativos, de peregrinación, profesionales, de entronización, regios, mesiánicos. Todos ellos están presididos por la idea obsesionante del Dios providente: La atmósfera de los salmos es eminentemente teocéntrica. Sus autores están sedientos de divinidad. A sus ojos, Dios es todo... Ni un instante los salmistas apartan de Dios su mirada y su pensamiento. Si exultan, si gimen, si contemplan, si relatan, todo cuanto sale de sus plumas converge en la sumisión, la prosternación, la aclamación o la adoración... Si acaban de obtener una victoria, si están enfermos, si sienten sus almas asaltadas por las dudas, si tienen conciencia de su pequenez y de su pobreza, siempre se vuelven hacia Dios/ que podrá sacarles de sus situaciones difíciles o merece las acciones de gracias... Dios es la trama, no subyacente, sino resplandeciente y viva, de cada uno de los versículos. Cualquier ocasión sirve a los salmistas para repetir que Dios es grande, justo, fiel o misericordioso, y reiterarle la expresión de su fe, su confianza y su amor

1. Himnos de alabanza.
Las invitaciones a alabar a Yahvé por sus proezas arrancan de los tiempos del Éxodo100. En el canto de Débora se enaltece el poder del Dios de Israel, que ha vencido a los enemigos de su pueblo 101. En la visión inaugural del ministerio profético de Isaías se hace exclamar a los serafines: Santo, santo, santo, Yahvé de los ejércitos; llena está toda la tierra de su gloria.102 Toda la creación es la manifestación gloriosa de su poder y magnificencia. En los esplendores litúrgicos del templo, el salmista entona himnos de alabanza y de admiración al Dios de la creación y al Dios de la historia de Israel. Se cantan las antiguas gestas y se glorifican las nuevas salvaciones de Yahvé en favor de su pueblo. Algunas veces estos cánticos tienen un aire de responsorio, en el que interviene el solista y el coro general del pueblo:

Alabad a Yahvé, porque es bueno, porque es grande su misericordia.
Diga la casa de Israel: Es eterna su misericordia.
Diga la casa de Aarón: Es eterna su misericordia.
103

Con el canto alternaban los sonidos de los instrumentos músicos de la más diversa índole: de cuerda y de aire: harpas, cítaras, flautas, cuernos, tambores y címbalos. El salmista invita a todos los instrumentistas a tomar parte en la glorificación de Yahvé salvador en el templo:

Alabadle al son de las trompetas, alabadle con el salterio y la cítara, alabadle con tímpanos y danzas, alabadle con las cuerdas y flautas, alabadle con címbalos resonantes, alabadle con címbalos de júbilo. Todo cuanto respira alabe a Yahvé. ¡Aleluya!104

El pueblo se asociaba con danzas y movimientos rítmicos a esta manifestación bullanguera en honor de su Dios. Las gentes de mentalidad primaria son propensas a manifestar con músicas altisonantes sus afectos íntimos. El pueblo israelita se sentía dichoso en el templo en torno a su Dios, y la música le enardecía sobremanera. El aleluya era como un grito espontáneo de alabanza que salía de las gargantas del pueblo, agradecido a las bendiciones y bondades de su Dios. Otras veces respondía con la palabra de asentimiento, amén, a las alabanzas de los levitas y cantores oficiales 105.
En los himnos de alabanza, el poeta empieza con una invitación a los fieles yahvistas a unirse a sus alabanzas en torno al Dios de Israel; después expone los motivos de estas alabanzas, para terminar con una fórmula de glorificación aceptada acorde a la idionsicracia del pueblo. La perspectiva del salmista se extiende a todo Israel, a todas las criaturas, al universo, invitando incluso a los seres angélicos a entonar un himno de alabanza. En la parte central, no pocas veces se enumeran los motivos más diversos para entonar alabanzas a Dios: por ser Creador, por haber salvado a su pueblo de la opresión egipcia y haberle alimentado milagrosamente por el desierto 106. No pocas veces se canta el poder divino, manifestado en las fuerzas caóticas del mar tenebroso y sobre los monstruos marinos, como el Leviatán 107. La sucesión del día y la noche, la aparición de las fuentes y los ríos, son motivos de alabanza y expresión del poder y sabiduría divinos 10S. Su omnipotencia absoluta se pone a veces en contraposición a la impotencia de los ídolos 109.
Los israelitas tenían una concepción viviente de Dios, que manifiestan en la historia de su pueblo a la par que en la creación. Las vinculaciones históricas de Yahvé con Israel privan sobre las consideraciones de una pura teodicea natural. Su experiencia religiosa era ante todo una experiencia salvífica, y toda la idea de Dios se apoya sobre una experiencia de ese mismo Dios. Se fundaba sobre los hechos de la historia de la salvación, en el hecho de que Dios estaba próximo a su pueblo. Más tarde va tomando cuerpo en una reflexión ulterior la conciencia de las relaciones entre Creador y criatura. La Biblia no se alza de la filosofía a la teología, sino que, partiendo de la experiencia religiosa, de la convicción de pertenecer al pueblo de Dios, de la plena conciencia de ser el pueblo elegido, llega, mediante reflexiones posteriores, a conclusiones precisas sobre el ser, el cosmos y la creación. 110 La fe de Israel ha nacido de la experiencia espiritual del obrar de Dios con su pueblo y con cada individuo en particular. Israel ha captado a su Dios como un Dios viviente, que se revela en la historia del pueblo y en la vida de los individuos. Israel ha aprendido a conocer a Dios como a un Salvador y a un guía, como a un Dios Sanador. Israel no extrae de la naturaleza el conocimiento que tiene de Dios, como lo hacen los demás pueblos orientales antiguos, que arrancan de la naturaleza las imágenes de los dioses. A Israel le viene ese conocimiento de las intervenciones de Dios en la historia de su pueblo, como muy bien podrían apreciarlas a la luz de la revelación en Moisés y los profetas. 111 También Israel podía conocer a Dios partiendo de la creación, pero de hecho lo ha conocido mejor y aún más íntimamente a través de las intervenciones divinas en la vida misma de Israel, en su historia. Yahvé se ha manifestado vivo y operante, se ha revelado a Israel, se ha dejado experimentar por Israel.112
Los salmistas tienen conciencia de esta elección excepcional de Israel, debida únicamente a la voluntad salvadora de Yahvé 113; y por eso cantan entusiasmados sus gestas antiguas liberación de la esclavitud faraónica, estancia en el desierto y conquista de Canaán , para dar confianza en los momentos críticos de la historia hebrea posterior. Las dificultades y la cautividad babilónica hacen suspirar por la urgente manifestación poderosa de Yahvé, como en otro tiempo contra los egipcios. El pasado del Éxodo se idealiza, y los poetas ansianas una nueva etapa de vida nacional bajo la égida de Yahvé.
Pero los autores de los Salmos saben que el Dios de Israel es también el Dios de la naturaleza y el Soberano de todas las gentes: Israel empieza conociendo a Dios como Yahvé, el Dios de su pueblo, el Redentor. A medida que va familiarizándose con la acción redentora de Yahvé, aprende Israel a conocerle también como Creador. Los hechos que acaecen irán madurando la visión teológica de Israel. Yahvé no será ya simplemente el Elohim de Israel, su Dios. El gran hallazgo de Israel consiste precisamente en que El sea Elohim pura y simplemente.114
Llevados de su sentido religioso, los salmistas saben ver la mano de Dios en todas las manifestaciones de la naturaleza, particularmente en su providencia para con todos los seres vivientes, pues provee de comida y sustento a todos los animales 115 y, sobre todo, protege al hombre, haciendo que toda la naturaleza esté a su servicio 116. Dios no es un ser inmóvil, inerte, alejado del contacto con lo creado, sino el principio de toda vida:

Ampáranse los hombres a la sombra de tus alas, sácianse de la abundancia de tu casa, y los abrevas en el torrente de tus delicias, porque en ti está la fuente de la vida y en tu luz vemos la luz.117

No obstante, es el Rey majestuoso que dirige las manifestaciones cósmicas y atmosféricas 118. Justamente en la tempestad es donde mejor se refleja su poder, fulgurando rayos y conmoviendo con su voz los cimientos de los montes:

Precédele fuego, que abrasa en derredor a sus enemigos. Sus rayos alumbran el mundo; tiembla la tierra al verle. Derrítense como cera los montes ante Yahvé, ante el Señor de toda la tierra.119

Dios es inaccesible, trascendente y santo 120; al mismo tiempo es eterno 121, omnisciente y todopoderoso 122, creador 123, providente 124, bondadoso y misericordioso 125. Lejos de ser un ser dominado por la fuerza incontrolada de su poder omnímodo, el Dios de los salmistas es justo y equitativo, obrando siempre conforme a las exigencias de su sabiduría y bondad.

2. Salmos eucarísticos.
En los himnos de alabanza se cantan las glorias de Dios y sus beneficios generales sobre las criaturas y sobre el Israel de la historia. Los salmos de acción de gracias, en cambio, giran en torno a un beneficio nuevo otorgado al salmista o al pueblo israelita como colectividad.
Después de una grave enfermedad o con ocasión de un beneficio obtenido por el fiel, éste iba al templo a ofrecer sacrificios eucarísticos, cumpliendo sus votos 126. La ceremonia era seguida del banquete comunitario a base de las partes de la víctima no quemadas sobre el altar, al que eran invitados los levitas y necesitados 127. En estos salmos de acción de gracias encontramos un esquema muy homogéneo: anuncio de la acción de gracias, relato de los beneficios recibidos y una invitación a los asistentes a sumarse al acto eucarístico 128. En la parte central se concreta el beneficio recibido; generalmente se alude a una postración física por la enfermedad o a un peligro de ser presa de los enemigos.
Siempre, pues, la mente del salmista se centra en torno a una liberación, de un peligro. Por eso, con toda crudeza revive sus penalidades pasadas, y así, sus palabras tienen un sello también deprecativo, pues relata las súplicas que en los momentos de angustia hizo a Dios. Pero insiste en que ha mantenido incólume la confianza en su poder en los momentos más críticos. Finalmente, describe su liberación: Es tan profundo el cambio, que se nota sin esfuerzo alguno. Se trata de un paso de la estrechez a la holgura, de las lágrimas a la risa, del triste llanto a la danza gozosa, del saco de penitencia a los vestidos de fiesta, de las puertas de la muerte a las puertas de la hija de Sión, de la oscura región de la muerte al país de los vivos. Se describe la fiesta actual: el salmista da gracias en hábitos de fiesta, ungido con óleo puro; el banquete está preparado; las copas, llenas de vino hasta el borde, están esperando a los comensales.129 No pocas veces la perspectiva del salmista se extiende anunciando la llegada de todas las gentes para participar en este banquete de acción de gracias. 130
La conciencia del salmista está íntimamente vinculada a la suerte de su nación; por eso, al lado de sus problemas personales afluyen las inquietudes colectivas. Sobre todo hay algunas composiciones eucarísticas del Salterio que llevan el sello nacional, pues están redactadas con motivo de alguna victoria 131 o con ocasión de una buena cosecha 132. La estructura de estos salmos es más bien hímnica; pero, por el contenido, estas composiciones son eminentemente eucarísticas.

3. Salmos deprecativos.
Como en el apartado anterior, deben distinguirse los salmos deprecativos de índole individual y los de proyección nacional. El ser humano es esencialmente débil y necesita en todo momento de la mano poderosa de Dios para sacarle de los momentos de angustia. Los salmistas, llevados de su profunda religiosidad, reconocen en sus desgracias personales la mano punitiva de Yahvé, y, confesando sus faltas, suplican el auxilio necesario para salvar una situación comprometida. En general, estos salmos deprecativos no nacen en el ambiente litúrgico, sino que son ocasionados por circunstancias personales, sobre todo a causa de un peligro de muerte. En la panorámica del salmista no cuenta todavía la vida dichosa en ultratumba, como encontramos enseñado en el libro de la Sabiduría 133, y por eso ansia prolongar los días en esta vida terrenal en compañía de su Dios, al que sólo es posible alabar entre los vivos. Yahvé es un Dios de vivos 134, y de ahí que la muerte prematura se considera como el castigo merecido por los impíos 135.
La estructura de esta serie de salmos es similar en todos: invocación, lamentación, súplica propiamente tal y motivos alegados para justificar esta demanda de auxilio. La invocación tiene el aire de una oración a Yahvé todopoderoso. El nombre del Dios de Israel es ya una garantía de asistencia y de fidelidad a sus promesas de auxilio hacia los justos. Después el salmista describe, generalmente con vivos colores, su sufrimientos físicos y morales 136. Sus palabras tienen la forma de lamentación angustiada. La súplica propiamente tal se caracteriza por su familiaridad confidencial con Dios. El salmista habla con el corazón en la mano. En algunos momentos se queja de que Yahvé le tiene olvidado, en contra de sus promesas. Por otra parte, la causa del justo doliente es la causa de Dios, y por ello debe salvarle, pues, de lo contrario, los impíos deducirán que es vana su fe, ya que Yahvé los abandona cuando están más necesitados. Para hacer fuerza a su oración, el salmista confiesa sus pecados y hace actos de penitencia.
Los salmos deprecativos de índole nacional surgen en los momentos de calamidades colectivas: una batalla perdida, una sequía pertinaz, una mala cosecha, una peste, una invasión de langostas. Los salmistas, en estas ocasiones de crisis nacional, apelan a las antiguas gestas de Yahvé, a sus antiguas promesas de protección y a la condición de Israel como pueblo elegido entre las naciones 13?

4. Salmos de peregrinación.
Las fiestas de peregrinación obligatoria entre los israelitas eran Pascua, Pentecostés y Tabernáculos 138. La primera era la fiesta de la luna llena, de origen pastoril: el cordero era el centro de su liturgia. La segunda era la de la cosecha de los cereales, y la tercera cerraba el ciclo agrícola con la recolección de los frutos. Pero, además, tenían un sentido histórico: la de la Pascua recordaba la liberación de la opresión egipcia; la de Pentecostés conmemoraba la legislación del Sinaí, y la de los Tabernáculos recordaba la estancia de Israel en el desierto. En estas conmemoraciones anuales se realzaba el sentido de solidaridad religiosa y nacional y la convicción de pertenecer al pueblo de Dios. Las solemnidades eran ruidosas, y los corazones estaban motivados por el júbilo espiritual que los embargaba. El salmista, interpretando la alegría íntima de los peregrinos, entonaba gozoso:

¡Cuan amables son tus moradas, Yahvé de los ejércitos! Mi alma anhela ardientemente ver los atrios de Yahvé. Mi corazón y mi carne saltan de júbilo por el Dios vivo. Halla una casa el pájaro, y la golondrina un nido donde poner sus polluelos. Yo he hallado tus altares, ¡oh Yahvé de los ejércitos, Rey mío y Dios mío! 139

Los levitas enumeraban las condiciones que debía tener el peregrino para entrar en la casa de Yahvé:

El de inocentes manos y el de puro corazón, el que no lleva su alma al fraude y no jura con mentira. 140

Después el director de coro invitaba a los peregrinos a tomar parte en las ceremonias sagradas:

Servid a Dios con júbilo, venid gozosos a su presencia. Sabed que Yahvé es Dios, que El nos hizo y suyos somos, su pueblo y la grey de su pastizal. Entrad por su puerta dándole gracias, en sus atrios alabándole; dadle gracias y bendecid su nombre. 141

El pueblo respondía enardecido:

Porque es bueno, y su misericordia es para siempre, y su fidelidad de generación en generación. 142

En la capital de la teocracia Jerusalén , el israelita se sentía en su propio hogar. En ella tenía su residencia oficial su Dios y su representante el rey. El templo era el punto de convergencia de todas las ansias religiosas del fiel yahvista: Vale más un solo día en tus atrios que mil lejos de ellos 143. Los desterrados de Babilonia sueñan con la reconstrucción del santuario y con las antiguas solemnidades litúrgicas 144.

5. Salmos procesionales.
La presencia de Yahvé se hacía sensible de un modo particular en el arca de la alianza y después en su santa morada del templo de Jerusalén. Los salmistas describen gozosos las procesiones en torno al santuario de Jerusalén:

Delante van los cantores; los citaristas cierran el cortejo; en medio, las doncellas tocan los tamboriles... Allí va Benjamín, el más mozo de todos, en cabeza; príncipes de Judá con sus escuadras, los príncipes de Zabulón y de neptalí.145

Cuando llega la procesión al atrio del santuario, el salmista entona solemne:

Alzad, ¡oh puertas! vuestros dinteles, porque entra el Rey de la gloria.

Una voz pregunta:

¿Quién es ese Rey de la gloria? y la voz del salmista:
Yahvé es fuerte y poderoso, Yahvé poderoso en la batalla...146

6. Salmos de entronización.
No pocas composiciones del Salterio celebran la realeza de Yahvé sobre todo lo creado, y particularmente sobre los hombres. Su trono es eterno 147, y desde el cielo rige a todas las naciones:

Porque El es el Rey sobre toda la tierra: cantadle un himno. Dios reina sobre las naciones, se sienta Dios sobre su santo trono... 148

Ha sometido a todos los pueblos, pero se ha reservado a Israel como heredad particular 149. Domina las fuerzas cósmicas 15°. El salmista se dirige hacia un reconocimiento universal de la soberanía de Yahvé, y así, invita a todos los pueblos a reconocerle como Rey 151. La proximidad de Dios y de su reino son los temas sobre los que versan los salmos procesionales y los de entronización. Toda la revelación tiende al establecimiento de una comunión íntima entre Dios y el hombre. Dios se aproxima al hombre. Establece su reinado en la humanidad. Ese dominio total de Dios no tiene otro fin sino elevar al hombre a la comunión con El mismo. Yahvé es Rey, pero su reino cabe los seres humanos se manifiesta progresivamente. A medida que se revela más claramente en la historia del pueblo elegido, éste lo va comprendiendo cada vez mejor. Yahvé es rey porque, gracias a su protección, Israel ha podido constituirse en pueblo independiente y triunfar así de sus enemigos. Los profetas contemplan esta realeza, hecha realidad plena en el reino de justicia, cuando venga el juicio de Yahvé sobre Israel y sobre los gentiles. Los profetas más recientes examinan la perspectiva de una nueva creación del mundo, mediante la cual Dios estará próximo al mundo nuevo. Los apocalipsis descubren el establecimiento de este reino mediante el desquiciamiento y la catástrofe cósmica. En la literatura sapiencial, el reino de Dios es el fruto de la realización progresiva de los planes de la sabiduría divina, infinita, sobre el mundo152.

7. Salmos regios mesianicos.
Dada la mentalidad teocrática del pueblo israelita, el rey tenía un carácter sagrado, como lugarteniente de Yahvé. Por eso se le llama ungido de Yahvé153. Los salmistas, a través de las grandes manifestaciones de pompa de la corte israelita, sabían elevarse a la dimensión religiosa de la dinastía davídica, y por eso entonaban poemas áulicos, pero con un marcado sello religioso y mesiánico. El verdadero y único Rey de Israel era el propio Yahvé; el representante de la dinastía davídica era un simple delegado de sus derechos en la sociedad hebrea. Cuando se honraba a este rey en el día de sus ascensión al trono o en el aniversario de su nacimiento y consagración; cuando se celebraban sus bodas; cuando un cortejo salía gozoso a su encuentro después de una victoria; cuando se pedía por su curación o por el buen resultado de una nueva campaña guerrera, nunca se echaba en olvido que el rey de Israel era, ante todo y sobre todo, el ungido de Yahvé y el portador de una brillante promesa de salvación. No era un simple jefe militar o político. Sobre él se había como concentrado el amor y la solicitud de Yahvé, y por él se habrían de realizar algún día, en favor de todo el pueblo, las promesas mesiánicas salvadoras 154.
No pocos salmos aluden a estas ceremonias de entronización del rey en las que se canta la magnificencia del monarca y se le desea un "próspero reinado en nombre de Dios y en estilo oracular 155. El salmo 45, de carácter epitalámico, ensalza las cualidades físicas y morales del príncipe y las de la princesa que se va a unir en matrimonio con él. Pero, al mismo tiempo, se alude a las exigencias de justicia y de rectitud que deben presidir sus actos de soberano. Es el predilecto de Yahvé 156, y se hacen súplicas a Dios por su ventura personal y su prosperidad como rey 157.
Algunas veces se le considera como simple eslabón en la cadena dinástica hacia el Rey ideal, el Mesías de los tiempos de la teocracia anhelada y presentida en los vaticinios proféticos. Así, los poetas idealizan sus cualidades conforme al esquema mesiánico heredado de estos oráculos proféticos. Por ello, en el rey presente ven al tipo del Rey de los tiempos mesiánicos.
Con todo, hay dos salmos el 2 y el no en los que la mente inspirada y profética del salmista se proyecta directamente sobre la figura del Mesías personal en su sentido literal. En efecto, en el salmo 2 se habla de un lugarteniente de Yahvé (designado enfáticamente como Mashiaj: Ungido), al que deben reconocer todos los pueblos so pena de caer bajo el peso de la ira devastadora divina. En el día de su entronización real recibe una nueva filiación respecto de su Dios. Esta perspectiva regia y mesiánica del salmo 2 es completada por la sacerdotal anunciada en el salmo no. El Mesías será, pues, Rey Sacerdote al modo de Melquisedec; es decir, tendrá en sus manos la doble potestad civil y religiosa como en los tiempos patriarcales del sacerdote de Elyón y rey de Salem, que bendijo a Abraham y de él recibió los diezmos.
Esta perspectiva de un Mesías soberano sobre todos los pueblos está en conformidad con los vaticinios de los gloriosos tiempos de la monarquía davídica. Después del destierro superada la etapa nacionalista y acentuada la visión personalista de la religión como consecuencia de la crisis nacional surgida con motivo de la desaparición del reino de Judá surge un nuevo personaje ideal: el Justo doliente, que sufre y muere por su pueblo. En los famosos fragmentos del Deutero-Isaías encontramos una aproximación a la realidad del Calvario 158. El salmista también se hace eco de un justo que sufre desamparo de todos, el cual en su soledad es tipo de los sufrimientos del Mesías, que expira en la cruz abandonado de todos. El salmo 22 sintetiza las angustias de los fieles israelitas que sufren por ajustar su vida a la ley divina. El Justo doliente del salmo encuentra su plena culminación en el Mártir del Gólgota. Así, el mesianismo se perfila y concreta para preparar a las almas selectas al reconocimiento del verdadero Mesías de la historia 159.

8. Salmos imprecatorios.
No son pocas las composiciones del Salterio en las que el poeta parece respirar un manifiesto espíritu de venganza hacia sus enemigos 160.
A nuestra sensibilidad cristiana chocan ciertas expresiones inadmisibles dentro de la moralidad evangélica. Los Santos Padres han tratado de resolver esta dificultad apelando a ciertas teorías que no convencen al lector moderno, como cuando dice San Agustín que lo que expresa el salmista no son deseos de venganza, sino predicciones de unos hechos que han de tener lugar.
Para abordar el problema de las imprecaciones debemos tener en cuenta, en primer lugar, el género literario poético hiperbólico, tan corriente en la Biblia. Los escritores orientales suelen expresar sus ideas con frases radicales, sin medias tintas, sin matizar el pensamiento, para hacer más efecto psicológico en el lector. Esta exageración sistemática fruto de una imaginación ardiente y de un temperamento fogoso es muy corriente en los escritos bíblicos 161. Y, por tanto, al calibrar sus afirmaciones es preciso restar un gran tanto por ciento. En segundo lugar, debemos tomarlas como un desahogo psicológico del hagiógrafo, que se consume al ver que los impíos prosperan, mientras los inocentes sufren; y, sobre todo, dada su mentalidad teocrática y mesianista, las imprecaciones contra los enemigos del pueblo elegido llevan el sello de una invocación a la justicia divina para que ejerza sus legítimos derechos punitivos contra los que hacen caso omiso de su ley, patrimonio de Israel.
Se trata de resolver el problema distinguiendo en los pecadores su calidad de hombres como tales deben ser amados y de enemigos de la ley divina, y bajo este aspecto deben ser odiados: Y hablando de las imprecaciones, dice: Estas imprecaciones pueden considerarse desde tres puntos desvista: primero, en cuanto predicciones, sin implicar deseo; y así, el significado de convertantur peccatores in infernum es conver-tentur. Segundo, en cuanto deseos, no del castigo de los hombres, sino de que se cumpla la justicia divina; así, en el salmo 58, el justo se alegrará cuando vea la venganza, porque, aunque Dios castiga, no se complace en la destrucción del malvado (Sab 1), sino en su propia justicia, porque el Señor es justo y ama la justicia (Sal 10). En tercer lugar, el deseo de la destrucción de la culpa, sin inflicción de castigo, o sea, de destrucción del pecado, salvando al hombre.162
Esta solución del Aquinatense tiene aplicación en algunos textos, pero hemos de confesar que las imprecaciones responden a un estado moral muy lejano del ideal evangélico del perdón. Los salmistas son hijos de su tiempo y expresan sus ideas conforme a ciertas concepciones rudas de su época. Aunque representan lo más selecto de la sociedad israelita, no hemos de olvidar que vivían en la época del A. T., cuando el estadio de revelación era muy imperfecto en conformidad con las claridades del Evangelio. Debemos respetar los caminos secretos de la Providencia, que ha querido desarrollar las verdades de salvación en el orden dogmático y en el orden moral de un modo gradual y lento, propter duritiam cordis eorum163; y en lo moral del A.T. privaba la ley del tallón ojo por ojo... y era casi desconocida la ley del perdón de los enemigos. Es en el sermón de la Montaña cuando se da la gran revelación del amor a los enemigos, lo que señala la divisoria de la historia en las relaciones humanas. La antigua Ley era sumamente imperfecta, y el ideal religioso moral estaba en consonancia con las imperfecciones de esa Ley, que no hablaba de retribución en ultratumba ni de vida espiritual en el más allá. Por ello, el ideal del perdón de los enemigos resultaba inconcebible para una mentalidad que suponía que la justicia divina debía manifestarse necesariamente en esta vida 164.

Texto y versiones.
El texto masorético hebraico es hoy día, a pesar de sus lagunas, la mejor fuente para acercarnos al original de los Salmos. La versión de los LXX está hecha sobre un texto hebreo que no pocas veces difiere del masorético actual. Esta multiplicidad de recensiones hebraicas queda probada en los casos en que algunos fragmentos de los Salmos aparecen en otras partes de la Biblia. Así, el salmo 18 se lee en 2 Sam 22, pero con más de 70 pequeñas variantes; lo que prueba la libertad con que trabajaban los copistas antiguos. Como el texto se transcribía sin vocales, las confusiones de las palabras con las mismas consonantes se multiplicaban. Por otra parte, existía un afán de adaptación del lenguaje a los nuevos modismos, dando de lado a oscuros arcaísmos; y también muchas veces había cierto interés en abreviar el texto juntando diversos fragmentos en una sola pieza poética. Los retoques en función de la interpretación no son raros; así, a poemas de índole individual se les da una proyección nacional por razones litúrgicas. A esto hay que añadir ciertas doxologías intercaladas por exigencias del culto.

Versiones griegas.
La versión alejandrina llamada de los LXX parece datar de la mitad del siglo ð antes de Cristo. Es obra de varios autores, algunos de los cuales no tenían un conocimiento profundo y preciso del hebreo, sobre todo acerca del sentido de los tiempos de los verbos. Rehuyen los antropomorfismos, y muchas veces la versión es más bien una interpretación según la mentalidad judaica alejandrina. No obstante, la traducción no carece de valor ni está exenta de elegancia helénica. Refleja un original hebreo anterior al masorético, y bajo este aspecto es de extremo interés. Gracias a sus lecciones podemos reconstruir un texto a veces más aceptable que el actual masorético.
Además, tenemos fragmentos de otras tres versiones griegas hechas por tres judíos del siglo i después de Cristo: Aquila, Teodoción y Símaco. La primera se caracteriza por su literalismo extremo, lo que es de gran utilidad para reconstruir el texto hebreo que traducía. Teodoción tenía especial interés en mejorar la versión de los LXX. La traducción de Símaco se caracteriza por su claridad y elegancia. San Jerónimo la alaba, y la utiliza en su versión del Salterio directa del hebreo 165.

Versiones latinas.
En el siglo ð surgió la Vetus Latina llamada por San Ambrosio ítala , calcada en la griega de los LXX. Es una versión anónima de procedencia geográfica desconocida. San Agustín la alaba por su fidelidad 166. Como las variantes se fueron multiplicando desmesuradamente, San Jerónimo, en el 383, por encargo de San Dámaso, corrigió dicha versión, aunque superficialmente (licet cursim magna ex parte) 167, para no desorientar demasiado al lector 168. Este texto fue adoptado por el Salterio Romano 169. En 386, el propio San Jerónimo emprendió una nueva revisión más a fondo, utilizando el texto hexaplar de Orígenes. Es el texto actual adoptado en el rezo del Breviario, y que es llamado Salterio galicano 170. Más tarde, en 392, el solitario de Belén emprendió una nueva versión directa del hebreo (Psalterium iuxta hebraeos), que no ha sido adoptada para el uso litúrgico. Pero, por estar más en conformidad con el original hebreo, resultaba demasiado novedosa para los oídos, acostumbrados a la antigua versión vulgata.
Recientemente ha surgido una nueva versión latina directa del hebreo, obra del Pontificio Instituto Bíblico. En 1944 salió a luz, y en 1945 fue autorizada públicamente por un motu proprio de Pío XII, por el que se permitía la nueva traducción en la recitación del Oficio divino. En realidad, la nueva versión había sido llevada a cabo por deseo expreso del Santo Padre 171. En general se impuso como criterio el adaptarse lo más posible al texto hebreo, conservando en lo posible todo lo aprovechable del texto recibido de la Vulgata. El resultado ha sido excelente, pues la nueva versión es más fiel al original hebreo, y aunque resulte a veces poco musical y dura en algunas expresiones latinas, esto se debe no a incorrección de la misma, sino a tener el oído acostumbrado y no pocas veces viciado a la versión tradicional.

Versiones siríacas.
La versión principal es la llamada Peshita (sencilla, común, vulgata), hecha directamente de un texto hebreo a principios de la era cristiana, aunque parece que utiliza también la versión de los LXX. El texto hebreo que maneja parece ser muy similar al actual masorético. Además de esta versión, que era la común, hay otras tres siríacas de época posterior: la siro-palestinense, del siglo V; la filoxeniana, del siglo VI, y la sirohexaplar, del siglo VII. De ellas conservamos sólo fragmentos, de poca utilidad para reconstruir el texto original.

Targum arameo.
Esta traducción libre casi paráfrasis fue puesta por escrito en el siglo v, pero responde a una tradición oral mucho más antigua.

1 En heb, Sefer téhillim. Cf. orígenes, In Ps i: PG 12:1084; Eusebio, ffist. Eccl 6:25:2: PG 20:581; san jerónimo, Praef. In Ps iuxta hebraicam veritatem: PL 28:1124 (1184). 2 Cf. Le 20:42; Act 1:20. 3 Cf. Sal 57:9; 150:3. 4 Dz 784; EB 43- 5 Cf. j.B. Frey, De Psalmo 151 Apocrypho: VD 5 (1925) 200-202. 6 Hay gran diversidad, sobre todo, en la distribución de los salmos 94-100 y 116-119. 7 EB 345. Parece que deben unirse los salmos 42 (41) y 43 (42); 114 y 115 de la Vg forman el 116 del hebreo. Lo mismo pueden unirse los salmos 9 y 10 del heb. en el 9 de la Vg. En cambio, debe dividirse el 144 (143) en dos (i-u y 12-15). Algunos salmos aparecen dos veces en el Salterio: salmo 14 (13) y 53 (52). El salmo 108 (107) está formado a base del salmo 57 (56), 8-12 y el 6o (59), 6-14; el salmo 70 (69) es parte del 40 (39): los w.14-18. 8 Esta división quintopartita del Salterio es antigua, pues en i Par 16:36 se lee la doxología que aparece al final del libro cuarto (Sal 106 105], 48). 9 En el TM sólo hay 26 salmos que no tienen título alguno; por ello se les denomina en la tradición judía huérfanos. En los LXX y Vg sólo dos carecen de título: el i y el 2. Esta diversidad indica el carácter convencional de estas indicaciones titulares del Salterio. 10 Cf. Is 23:16; Am 6:5. 11 Cf. Par 15:21. 12 Aparece esta indicación en 39 salmos atribuidos a David, en nueve de los hijos de Coré, en cinco de Asaf, en dos anónimos y en el canto de Habacuc. 13 Véase A. Vaccari, Pro octava multi inscribuntur Psalmi: VD 6 (1926) 141-146; ibid., 20 (1940) 1775. 14 El Targum lo explica diciendo que alude a un instrumento de ocho cuerdas. 15 Excepto en dos casos (Sal 140 y 143), aparece siempre en los tres primeros libros del Salterio (nueve en el primero, 17 en el segundo y n en el tercero). 16 Véase San Jerónimo, Comm. in Hab 3:3: PL 25:1310-1312 (1373-1375); Ad Mar-cellam ep.28:2-6: PL 22:433-435; San Agustín, Enarrat. in Ps. 4:4: PL 36:80. Véase J. Pa-Risot, Signification musicale de Sélah-Diapsalma: RB 8 (1899) 573-581. 17 Cf. 2 Par 23:18; 31:2; Neh I2:45s. 18 Cf. 2 Par 29:275; Eclo 50:185. 19 Así en los salmos 23.47.92.93. 20 Sal 30; cf. Mac 4:52-595 Jn 10:22. 21 Cf. Sal 38 (37) Y 70 (69). 22 Cf. Lev 24:7. 23 Cf. 1 Mac 4:59. 24 Así se declara en el Talmud, Soferim XVIII 3. 25 Cf. J. Calés, Le Psautier des Montees: Rev. Se. Reí. 17 (1927) 287-313-434-444-532-537; 18 (1928) 326-344.489-499; 19 (1929) 49-55- 26 Son los salmos 184(éè3)-187(106).111(110)-118(117).135(134)-136(135)·146(145)-15è. 27 Cf. Mt 26:30. 28 Así en los salmos 7-34-52.54-56.57-59-63-142. 29 Son los salmos 26.69.75.92.96.111.142.143. 30 Cf. EB 341-342. 31 Son los siguientes: Sal 3-9(10). 11-32.34-41.51-65.68-70.86.101-103.108-110.122.124. 131.133.138-145· 32 Talmud, Sebajim 1173; Baba Bathra 153. 33 Así San Filastrio, Haer. 130: PL 12:12595; San Ambrosio, Enarr. in Ps 1: PL 14, 922s (965-67); San Agustín, De civ. Dei 17:14: PL 41:547. 34 Cf. Ad Cypr. ep.14o,2.4: PL 22:1167.1169; también lo niega San Hilario, Tract. super Ps pról. n.2s: PL 9:2335. 35 Cf. EB 340. 36 Die Psalmen (Leipzig 1894). 37 Die Psalmen (Heidelberg 1896). 38 The Book of Psalms I, LXI-LXIV. 39 Representan esta tendencia Wellhausen, Duhm y, entre los católicos, Podechard. 40 A. F. Kirkpatrick, The Book of Psalms (1921) XXXVs. 41 EB 340-346. 42 Cf. Sal 2 y Act 4:25; Sal 16(15) Y Act 2:255; 13:35; Sal 32(31) y Rom 4:6-8; Sal 69(68) y Act 1:16.20; Sal 109(108) y Act 1:20; Sal 110(109) y Mt 22:435; Me 12:35-37; Le 12:41-44; Act 2:34. 43 Los hijos de Coré aparecen organizando el culto en los tiempos de la monarquía (cf. Par 6:16-23; 917-I9; 2 Par 20:19; 31:14)· Asa/era cantor en los tiempos de David (cf. Par 6:18.24; 2 Par 5:12; 29:30). Los salmos atribuidos a Asaf se distinguen por su elevación moral, y con frecuencia en ellos se medita sobre la historia de Israel. 44 Entre no pocos críticos modernos hay una tendencia marcada a datar la mayor parte de las composiciones del Salterio en los tiempos de los Macabeos (s.II a.C.). Pero contra esta suposición se urge que en la versión de los LXX redactada antes del 130 a.G. aparecen ya los 150 salmos del actual Salterio. Además, el 79(78) es citado por 1 Mac 7:17 con la siguiente fórmula: según la palabra escrita, expresión estereotipada para designar las Escrituras canónicas. 45 Son los salmos 8.18.19.23.24.27.29.30.33.34. 46 Salmos 1.14.15.32.36. 47 Salmos 2.16.22.40. 48 Yahvé aparece 278 veces, y Elohim 15 veces, 49 Elohim, 200 veces; Yahvé, 44. 50 Es la opinión de Y. Calés, o.c., I 21. 51 Cf. Sal 68. 52 Cf. Núm 16:1s; Par 25:1s. 53 J. Calés, o.c., I 24. 54 Así en los salmos 42-43.46-49. 55 Cf. Par 16:7; 25:1s; 2 Par 5:15. 56 Cf. Sal 78. 57 Sal 50.75.83. 53 Sal 86. 59 J. Calés, o.c., 25-26. 60 Sal 90.140-143. 61 Sal 91.101.112.119. 62 Sal no. 63 Sal 109. 64 Sal 137- 65 Sal 105-107. 66 Sal 124. 67 Sal 93.96-100: Salmos del reino de Dios. 68 Se discute el sentido de esta denominación. Para unos significa simplemente que estos salmos se cantaban mientras subían los israelitas las gradas del templo. Cf. Mishna, tr. Suk-kah V 8; tr. Middóth II 6. Otros, en cambio, suponen que se cantaban cuando los peregrinos subían hacia Jerusalén. 69 Cf. Sal 121. 70 Sal 104-107.111-118.135-136.146-150. 71 Sal 113-118. 72 En la cena pascual se recitaban los salmos 113-114 mientras se bebía la segunda copa, y los salmos 115-118 mientras se bebía la cuarta, que era la última. 73 Cf. 2 Par 29:30. 74 P. Drijvers, Los Salmos (Barcelona 1962) 40-41. 75 id., ibid., 42. 76 A. Condamin, Poémes de la Bible 8. 77 Sal 37:1. 78 Sal 61:2. 79 Sal 20:8. 80 Sal 32:10. 81 Sal 42"2. 82 Sal 96:1. 83 Sal 135:16. 84 Es la hipótesis de San Jerónimo: PL 27:36; 28:1081. 85 Es el sistema del verso siríaco. Sostienen esta suposición Bickell, Le Hir, Giermann. 86 Cf. Sal 42-43.46. 87 Cf. Sal 8:2. 88 Cf. Sal 132:2-10. 89 Cf. Sal 121:4-5. 90 Cf. Sal 9-10 (Vg 9).37.119.25.34-145.111.112. 91 Sal 13:25. 92 Sal 118:10-12. 93 Sal 118:2-4. 94 Sal 42:6.12. 95 Ex 19:6. 96 P. Drijvers, o.c., 62-63. 97 Cf. Sal 96:8; 99:5; 118:19; 26:65; 68:25-26; 66:13. 98 P. Drijvers, o.c., 69. 99 M. Gasnier, Los Salmos, escuela de espiritualidad (Madrid 1960) 21-22. 100 Cf. Ex 15:1s. 101 Cf. Jue 5:3. 102 js 6:3 103 Sal n8:15; 135, 195 104 Sal 150:23. 105 Cf. Jue 15:12. 106 Cf. Sal 136:15. 107 Sal 89:9-13; 74:13-1? 108 Sal 74.I3S. 109 Cf. Sal 114:14-15. 110 P. Drijvers, o.c., 90-91- 111 th. C. Vriezen, Theologie des Alten Teslaments in Gmnzügen (Neukirchen 1956). 112 H. Renckens, Urgeschichte und Heilsgeschichte (Maguncia 1959) 56. Citado por Drijvers, o.c., 91. 113 Cf. Sal 136:23-24; 148:20; Dt 7:6-8. 114 Renckens, o.c., 58. 115 Cf. Sal 147:7-9- 116 Sal 33:138. 117 Sal 36:8-10. 118 Cf. Sal 93:1-2. 119 Sal 07- 5 120 15 67 í 99 1-5 121 C 9slf60992 4; 102:26-28. 122 Sal 115:3; 717 9. 123 Cf. Sal 33:6.9- 124 Cf- Sal I04:27-30. 125 Cf. Sal 30:6; 36:6-7. 126 Cf. Sal 56:13; 54:8. 127 Cf. Sal 22:27. 128 Cf. Sal 66:1-5; 40.2S. 129 P. Drijvers, o.c., 117. 130 Cf. Sal 67:3. 131 Cf. Sal 46.48.76. 132 Cf. Sal 65.67. 133 Cf.Sabs.15. 134 Cf. Sal 102:25. 135 Cf. Sal 55:24. 136 Cf. Sal 10:15; 88:4; 40:3; 38:3- 137 Cf. Sal 44:13; 74:2; 78:1; 80:15-16. 138 Cf. Ex 23:17; 34:23; Dt 16:16. 139 Sal 84:26. 140 Sal 24:43. 141 Sal 100:28. 142 Ibid. 143 Sal 84:11. 144 JU.20. 145 Sal 68:18-24. 146 Sal 24:7-10. 147 Sal 93:2. 148 Sal 47:8-10. 149 Sal 47:4-5- 150 Sal 93:3-4 151 Sal 97:6-8. 152 P. Drijvers, o.c., 200-201. 153 Sal 28:8; 84:10; 132:10. 154 P. Drijvers, o.c., 209. 155 Cf. Sal 21 y 72. 156 Sal 144:10; 89:20-38. 157 Cf. Sal 20:3; 72:1-2; 45:5; 144:1s. 158 Cf. Is 42:1-7; 49:1-7; 50:4-9; 52:13-53:1-12. 159 Si del múltiple testimonio de los sagrados libros del Nuevo Testamento y del consentimiento unánime de los Padres, confesándolo también los escritores del pueblo judío, han de ser reconocidos muchos salmos como proféticos y mesiánicos, que vaticinaron la venida, el reino, el sacerdocio, la pasión, la muerte y la resurrección del futuro Libertador, y, en consecuencia, ha de rechazarse totalmente la sentencia de aquellos que, pervirtiendo la índole profética y mesiánica de los Salmos, coartan esos mismos oráculos de Cristo a predecir solamente la suerte futura del pueblo elegido. Resp.: Afirmativamente a las dos partes (EB 347). Sobre el mesianismo en los Salmos véase S. Minocchi, Salmi messianici: RB 12 (1903) 190-211; M. J. Lagrange, Notes sur le Messianisme dans les Psaumes: RB (1905) 39-57.188-202; S. Tiefenthal, Novum Commentarium in Psalmos mere Messianicos (París 1912); A. Vac-Cari, De libris didacticis 104-124; G. M. Perrella, Salmi messianici: Palestra del Clero 18:1 (1939) 124-127.244-249-361-361; 18:2 (1939) 1-5.169-173.281-286; 19:1 (1940) 177-181.193-195. 160 Cf. Sal 38.52.88:11; 59.109.137:8 9. 161 El mismo Jesucristo utilizó este modo cíe hablar hiperbólico y extremoso: El que dijere a su hermano fatuo, será reo de la gehenna del fuego (Mt 5:21). Es más fácil que un namejo entre Por ejemplo de una aguja que un rico en el reino de los cielos (Mt 19:24). No llaméis padre a nadie sobre la tierra, porque uno solo es vuestro Padre... (Mt 23:9). 162 Summa Theol II-II 25:6. 163 Mt 19:8. 164 Sobre el problema de los salmos imprecatorios véanse los siguientes trabajos: A. Hatzmann, Psalm 108 (heb. 109). Ein Beitrag zur Exegese der Fluchpsalmen: Zeitschrift für katholische Theologie, 20 (1896) 614-625; C. Martin, The imprecations in the Psalms: The Princeton Theological Review, (1903) 537-559: F. Steinmetzer, Babylonische Parallelen zu den Fluchpsalmen: Biblische Zeitschrift, 10 (1912) 133-142.363-369; S. Mo-Winckel, Psalmenstudien. V. Segen und Fluch in Israeh Kult und Psalmdichtung (Cristia-nía 1924); B. Santos Olivera, De' imprecationibus in Psalmis: VD 4 (1924) 143-148; T. Paf-Frath, Der Fluchpsalm 109: Theol. und Glaube, 17 (1925) 357-362; O. M. Perrella, Le imprecazioni nei SViImi: Palestra del Clero, 15:2 (1936) 289-294; H. Ubbelohde, Flvch-psalmen und altlestamentliche Sittlichkeit (Breslau 1938); H. Jumkf.r, Das Theologische Prp-Blem des Fluchpsalmen: Pastor Bonus, 51 (1940) 65-74; M. De Tuya, El problema bíblico de las imprecaciones. Principios de solución: CT 78 (1951) 171-192; 79 (*952) 3-29; A. Mil-Ler, Fluchpsalmen und israelitisches Recht: Angelicum, 20 (1943) 92-101. 165 Estas tres versiones han sido conservadas fragmentariamente en las citas de los Santos Padres y en lo que conocemos de las Hexaplas de Orígenes. 166 Cf. De doctrina christiana II 15. 167 Praef. in Ps. iuxta LXX: PL 29:117 (121s). 168 Ne nimia n0vitate lectoris studium terreremus (Ad Sunniam et Fretelam Ep. 106:12: PL 22:843). 169 Actualmente se recita en la Basílica de San Pedro de Roma, en el rito ambrosiano de Milán, en el Misal romano y en el Imitatorio de maitines. 170 Se le llama así porque fue adoptado por San Gregorio de Tours y Carlomagno en las Dalias. Es el que actualmente se recita en el Oficio divino, después de la reforma litúrgica de San Pío V (1566-1572). 171 La comisión de traducción estaba integrada por los siguientes profesores del Instituto Bíblico: Bea, Vaccari, Zorell, Merk, Semkowski y Kóbert.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Salmos 139,1-24

Salmo 139 (Vg 138): La Omnisciencia y Omnipotencia Divinas.
E ste salmo tiene el aire de una meditación teológica sobre los atributos de la sabiduría y omnipresencia de Yahvé, sobre los misterios de los designios divinos y sobre el problema del mal. Dios conoce a fondo las interioridades del hombre: sus designios, sus intenciones, sus pensamientos más secretos, porque le envuelve y penetra en todo su ser. Pero, al mismo tiempo, tiene especialísima solicitud de él. El salmista, ante este panorama, no comprende la actitud y conducta de los pecadores, que hacen caso omiso de su Dios. Identificado con el sentir divino, llega a odiar a los enemigos de su Señor.
Aunque el título atribuye esta composición a David, los críticos modernos, en razón de los no pocos arameísmos que encuentran en ella, se inclinan por una fecha tardía de redacción, desde luego posterior al exilio babilónico. La reflexión teológica nos lleva a los círculos de sabios de los tiempos más recientes del A.T. Muchas ideas son muy similares a las expuestas en el libro de Job, y aun el lenguaje se asemeja a este libro didáctico, en el que se plantea el problema de la permisión del mal en los planes divinos 1. El salmo es una meditación sobre la Providencia divina en estilo poético: Los atributos divinos no son considerados en sí mismos, ni en su relación a la esencia divina, ni aun en sus relaciones con la humanidad en general, sino, como es natural, en la plegaria meditada, en sus relaciones con la persona individual 2. El desarrollo de los pensamientos se hace, no de una manera abstracta, sino por imágenes muy realistas, algunas veces demasiado brillantes. No se le lee, se le ve. 3 Es uno de los salmos más bellos del Salterio.
Podemos distinguir cuatro estrofas: a) Yahvé conoce los secretos del ser humano (1-6); b) está presente en todas partes, y, por tanto, es inútil querer escapar a sus dominios (7-12); c) este conocimiento íntimo del ser humano se basa en el hecho de que lo ha formado (13-18); d) ¿Por qué Yahvé tolera al pecador? (19-24).

La omnisciencia divina (1-6).
1 Al maestro del coro. Salmo de David. ¡Oh Yahvé! tú me has examinado y me conoces, 2 tú conoces cuándo me siento y cuándo me levanto, y de lejos entiendes mi pensamiento. 3 Disciernes cuándo camino y cuándo descanso, te son familiares todas mis sendas. 4 Pues aún no está la palabra en mi lengua, y ya tú, Yahvé, lo sabes todo. 5Me envuelves por detrás y por delante y pones sobre mí tu mano. 6 Sobremanera admirable es para mí esta ciencia, demasiado sublime para poder (comprenderla).

El conocimiento divino sobre el hombre se extiende a todas sus más íntimas manifestaciones. Nada se escapa a su admirable percepción: cuando se sienta, cuando se levanta, cuando camina, cuando descansa, se halla siempre bajo la mirada escrutadora de Yahvé 4. Sus mismas palabras están ya medidas antes de que tomen expresión articulada. La razón de esta ciencia radica en el hecho de que Dios todo lo penetra con su Ser misterioso (v.5). El salmista, sin acudir a las formulaciones escolásticas Dios está en todas partes por esencia, presencia y potencia , sabe que lo llena todo, y particularmente envuelve al hombre en todo su ser corporal y racional. Esto es un misterio que excede a la humana inteligencia, y el salmista, como el Apóstol de las gentes, declara que es incomprensible 5.

La omnipresencia divina (7-12).
7 ¿Dónde podría alejarme de tu espíritu? ¿Adonde huir de tu faz? 8 Si subiere a los cielos, allí estás tú; si bajare al seol, allí estás presente. 9 Si tomara las alas de la aurora y quisiera habitar al extremo del mar, 10 también allí me cogería tu mano y me tendría tu diestra. 11 Si dijere: Ciertamente las tinieblas me envuelven y sea la noche luz en torno mío, 12 tampoco las tinieblas son oscuras para ti, y la noche luciría como el día, pues las tinieblas son como la luz (para ti).

Aunque el hombre tratara de salirse de la órbita de Dios, no encontraría lugar alguno en que no le envolvería su presencia. El espíritu de Yahvé su energía y fuerza vivificante lo domina todo, y su faz manifestación de la presencia divina a los hombres tiene una visión panorámica sobre todo lo creado. Es inútil, pues, huir de su presencia escrutadora6. Yahvé está en la cima de los cielos, pero hasta el seol, o región de los muertos, se extiende su mirada inquisidora 7. Y en la tierra domina todos los puntos cardinales. Inútil, pues, trasladarse al otro extremo del mar el occidente mediterráneo , pues también allí campea la presencia divina 8.
Ni siquiera las tinieblas pueden encubrirle, pues a la mirada divina son lúcidas y transparentes como el día 9, y, por otra parte, Yahvé, como Creador, que ha modelado al hombre en el seno materno, conoce sus interioridades y reconditeces10. Todo esto es misterioso, pero no por ello menos admirable; y el salmista proclama con énfasis la omnisciencia divina.

El hombre, modelado por Dios (13-18).
13 Porque tú formaste mis entrañas, tú me tejiste en el seno de mi madre, 14 Te alabaré por el maravilloso modo en que me hiciste. ¡Admirables son tus obras! Del todo conoces mi alma. 15 Mis huesos no te eran ocultos cuando fui modelado en secreto y bordado en las profundidades de la tierra. 16 Ya vieron tus ojos mis obras, siendo escritas todas en tu libro. Estaban mis días determinados cuando aún no existía ninguno de ellos. 17 ¡Cuan difíciles son (de entender) tus pensamientos, oh Dios! ¡Qué ingente el número de ellos! 18 Si quisiera contarlos, son más que las arenas; si llegara al fin, aún sería contigo.

La razón de que Yahvé conozca los secretos más íntimos del hombre está en que lo ha modelado misteriosamente en el seno materno, tejiéndolo cuidadosamente en todos sus detalles n. Yahvé ha combinado maravillosamente, como en un bordado, sus diferentes partes, contando sus huesos, y todo en secreto en el seno materno , como si fuera en las mismas profundidades de la tierra.
Pero, además, de antemano preveía todos los actos y obras del ser humano que están consignados por escrito en un misterioso libro en el que Dios lleva la registracion de sus acciones. Los días estaban ya fijos cuando aún no había comenzado el primero de ellos 12. Todo esto es inexplicable para el hombre, pues los pensamientos divinos son inescrutables 13 y es inútil intentar enumerarlos, pues cuando se cree que ha llegado al fin, no ha comenzado aún, porque se encuentra con la inmensidad del misterio de Dios: aún sería contigo.

¿Por qué Dios tolera al pecador? (19-24).
19 ¡Oh Dios! si exterminaras a los impíos, si alejaras de mí a los hombres sanguinarios, 20 que insidiosamente se rebelan contra mí, y pérfidamente se engríen tus adversarios. 21 ¿Cómo no odiar, ¡oh Yahvé! a los que te odian? ¿Cómo no aborrecer a los que se levantan contra ti? 22 Los detesto con odio implacable y los tengo por enemigos míos. 23 Escudríñame y conoce mis inquietudes, 24 y mira si mi camino es torcido, y condúceme por las sendas de la eternidad.

Pero hay otra cosa más inexplicable para la sensibilidad religiosa del salmista: si Yahvé es tan poderoso y lo sabe todo, ¿por qué estan tolerante con los que infringen su ley? El problema de la existencia del mal le deja perplejo como al autor del libro de Job 14. En sus ansias de entrega a Dios, desearía que desaparecieran todos los que viven fuera de su ley. Para el salmista, el mal no es una idea abstracta, sino una realidad viviente en los pecadores que oprimen a los justos y derraman sangre inocente 15. Atacar a los justos es hacer frente a la voluntad divina; por eso siente odio contra los que se rebelan contra ella. Las expresiones de indignación son fuertes, en consonancia con la mentalidad del A.T., y reflejan su identificación con lo que cree son los intereses de Yahvé. No considera que, si Dios permite a los pecadores, es por su misericordia y para aquilatar la virtud de los justos.
Deseando no apartarse de las sendas rectas, pide a su Dios que le examine a fondo para que le muestre sus fallos, de forma que no se aparte de ellas, pues conducen a El, y en ese sentido son sendas de eternidad. El cumplimiento de los preceptos divinos lleva a la vida 16 y a la paz 17, mientras que los caminos del vicio conducen a la ruina y a la muerte 18. No parece que la perspectiva del salmista se extienda a la vida en Dios después de la muerte, como se enseña en el libro de la Sabiduría 19.

1 Compárese v. 13-16 y Job 10:95. 2 Faulhaber, citado por J. Calés, o.c., II 556. 3 J. calés, ibíd. 4 Cf. Jer_17:10; Sal_127:2; Deu_6:7. 5 Cf. Rom_11:33; Isa_2:11.17; Isa_12:4. 6 Cf. Exo_33:14-15; Jon_1:3.10; Isa_63:9-10; Sab_1:73. 7 Cf. Amo_9:2s; Jer_23:24. 8 Cf. Sal_18:11; Mal_4:2. 9 Cf. Job_24:13-17. 10 Cf. Job_10:8-11. 11 Cf. Job_10:8-11. 12 Cf. Job_3:1. 13 Cf. Job_26:14; Sal_36:8; Sal_92:5.