Jeremías  4 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 31 versitos |
1 Si te conviertes, Israel — oráculo de Yahvé — , volverás a mí. Si quitas de delante de mí tus abominaciones, no andarás errante.
2 Si juras por la vida de Yahvé con verdad, con derecho y con justicia, serán en ti bendecidos los pueblos y en ti se gloriarán.
3 Pues así dice Yahvé a los hombres de Judá y de Jerusalén: Roturaos un erial y no sembréis en cardizales.
4 Circuncidaos para Yahvé y quitad los prepucios de vuestros corazones, varones de Judá y habitantes de Jerusalén. No sea que salga como fuego mi ira y se encienda, sin que haya quien lo apague, por la maldad de vuestras obras.
5 Anunciad en Judá y proclamad en Jerusalén, clamad y tocad las trompetas por la tierra, gritad con toda fuerza y decidí ¡Congregaos y vayamos a las ciudades amuralladas!
6 Levantad bandera hacia Sión, salvaos, no os detengáis, porque voy a hacer venir la desgracia del septentrión, una gran catástrofe.
7 El león ha subido de su espesura, el devastador de pueblos está en marcha, ha salido de su lugar para devastar tu tierra y asolar tus ciudades hasta no dejar en ellas morador.
8 Vestios, pues, de saco, llorad y lamentaos, porque no se ha apartado de nosotros la ira encendida de Yahvé.
9 Y sucederá en aquel día — oráculo de Yahvé — que desfallecerá el corazón del rey y el de los magnates, se consternarán los sacerdotes, se pasmarán los profetas
10 y exclamarán: ¡Ah Señor, Yahvé! Ciertamente has engañado a este pueblo y a Jerusalén, diciendo: “Tendréis paz,” y la espada ha llegado hasta el alma.
11 En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalén: Un viento cálido sopla de las dunas del desierto sobre los caminos de la hija de mi pueblo; viento no de limpia ni de abaleo;"
12 un viento impetuoso me llega. Ahora voy también yo a pronunciar castigos contra ellos.
13 He aquí que sube como denso nublado; sus carros son como el torbellino; sus caballos, más veloces que las águilas. ¡Ay de nosotros! ¡Estamos perdidos!"
14 Limpia de maldades tu corazón, Jerusalén, para que puedas ser salva. ¿Hasta cuándo se albergarán en tu interior tus perversos pensamientos?
15 ¡Se anuncia una voz desde Dan y se hace oír la desventura desde el monte de Efraím!
16 Recordadlo a las naciones, proclamadlo en Jerusalén: Vienen los asaltantes de lejanas tierras, lanzan sus gritos contra las ciudades de Judá,
17 la rodean como guardias rurales por haberse rebelado ella contra mí, oráculo de Yahvé.
18 Esto es lo que te han traído tu conducta y tus acciones. He aquí que tu maldad es amarga, pues hiere tu corazón.
19 Ay mis entrañas, ay mis entrañas! ¡Desfallezco! ¡Paredes de mi corazón! ¡Mi corazón se agita! ¡No puedo callarme! Ya oigo el sonido de la trompeta, el estrépito de la batalla.
20 Ya se anuncia desastre sobre desastre, pues toda la tierra ha sido devastada. De repente invadieron mis tiendas, en un instante mis tentorios.
21 ¿Hasta cuándo he de ver banderas y oír el sonar de los clarines?
22 Porque mi pueblo está loco, me ha desconocido. Son hijos necios y no son inteligentes: sabios para el mal, ignorantes para el bien.
23 Miré a la tierra, y he aquí que era vacío y confusión; y a los cielos, y no había luz."
24 Miré los montes, y he aquí que temblaban, todos los collados se conmovían,
25 Miré, y no se veía un hombre, y las aves del cielo habían huido todas.
26 Miré, y he aquí que el vergel era un desierto, y todas sus ciudades eran ruinas ante Yahvé, ante el furor de su cólera.
27 Pues así dice Yahvé: Toda la tierra será un desierto, pero no consumaré la destrucción.
28 Llorará la tierra y se entenebrecerán los cielos arriba, porque yo lo anuncié, y no me arrepentiré; yo lo he resuelto, y no desistiré de ello."
29 Al vocerío de la caballería y de los saeteros, todas las ciudades emprenden la huida, penetraron en las selvas y escalaron las rocas; todas las ciudades fueron abandonadas, sin que en ellas quedara un morador."
30 Y tú la desolada, ¿qué harás? Si te vistes de púrpura, te adornas con joyas de oro, te rasgas los ojos con los afeites, en vano te acicalarás: tus amantes te desprecian, buscan tu vida.
31 Ciertamente oigo gritos como de mujer en parto, angustias como de primeriza. Es la voz de la hija de Sión, que gime y extiende sus manos. ¡Ay de mí! pues desfallece mi alma ante los asesinos.

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Introducción a Jeremías 

Times New Roman ;;;;
Jeremías.

Introducción.

Vida del Profeta.
Jeremías (en heb. Yirmeyahu: Yahvé exalta?) aparece en la introducción histórica a sus oráculos como hijo de Releías, del linaje de los sacerdotes que habitaban en Anatot, 1 la actual Anata, a unos cuatro kilómetros al nordeste de Jerusalén, camino del desierto, que era también la patria del sumo sacerdote Abiatar, 2 a cuya familia sacerdotal podía pertenecer el profeta. Cuando era aún muy joven, en el año 13 del reinado de Josías (627 a.C.), fue llamado al ministerio profético, 3 que ejerció durante los reinados de este rey y de sus sucesores Joacaz (609), Joaquim (609-598), Joaquín o Jeconías (598) y Sedecías (598-586); y aún sobrevivió a la catástrofe nacional del 586 a.C. Su vida fue muy agitada, ya que tuvo que sufrir en los vaivenes de la política después de la muerte del piadoso rey Josías (609). Durante el reinado de éste, colaboró extraordinariamente en la reforma religiosa emprendida en 622-621, cuando fue hallado el libro de la Ley en los cimientos del templo. Su vida, en este sentido, es paralela a la de Isaías, que un siglo antes había prestado auxilio moral en la reforma religiosa emprendida por el también piadoso rey Ezequías (727-698).
Bajo el rey Joaquim (609-598), el profeta de Anatot tuvo que sufrir mucho, en primer lugar de sus propios conciudadanos de Anatot 4; y en Jerusalén, por recriminar la impía conducta del pueblo, fue encarcelado 5; y por anunciar la ruina de la ciudad, los sacerdotes quisieron atentar contra su vida, siendo librado de la muerte por algunos príncipes que recordaron la profecía de Miqueas sobre la destrucción de Jerusalén.6 En el año 604 (año cuarto del reinado de Joaquim) dictó sus oráculos a su amanuense Baruc, y los leyó al año siguiente públicamente en el templo. Por orden del rey Joaquim - indignado porque Jeremías le echaba en cara su impiedad y tiranía - fueron quemados7; pero Jeremías los volvió a dictar a Baruc. 8 Más tarde fue encarcelado, como traidor, por orden del rey Sedecías (597-587). 9 Fue libertado después de la toma de Jerusalén por los babilonios (586), quedando por algún tiempo dedicado a la consolación de los vencidos y a la reconstrucción religiosa y nacional del país en colaboración con el gobernador Godolías, nombrado por Nabucodonosor. Pero la facción ultranacionalista asesinó al gobernador, huyendo a Egipto, llevándose por la fuerza al profeta, el cual continuó allí su obra de exhortación a la penitencia. 10 Según la tradición judaica, Jeremías fue lapidado en Egipto por sus compatriotas, a los que recriminaba su pésima conducta . Según una tradición menos fundada, Jeremías fue llevado por Nabucodonosor a Babilonia después de haber conquistado Egipto en el 566 a.C. 12

Índole temperamental del profeta.
En el profeta Isaías hemos indicado como características de su temperamento la virilidad, serenidad y aplomo ante las situaciones críticas, como consecuencia de ser un hombre reflexivo y aun cerebral, con pocas concesiones a lo afectivo. Jeremías es, al contrario, un hombre de temperamento afectivo y aun tímido, el cual, sin embargo, tuvo que afrontar situaciones mucho más críticas que su antecesor Isaías. A pesar de su natural retraído y solitario, el profeta de Anatot, con la gracia divina, supo mantenerse firme y enérgico cuando llegaba la hora de la intransigencia. A pesar de tener un profundo amor hacia su pueblo, Jeremías tuvo que predicar el sometimiento a Babilonia, apareciendo como traidor a la causa nacional. Esta fue su gran tragedia; fue tan amarga su misión, que muchas veces, llevado de su natural, protesta ante Dios por haberle obligado a soportar una carga superior a sus fuerzas y que está en contra de sus sentimientos. 13 Quiso orar por la salud de su pueblo, y Yahvé se lo prohibió 14; quiso callar sus oráculos de exterminio sobre Jerusalén, pero no podía, porque le ardían como fuego en su interior. 15 Varias veces, en medio de esta lucha psicológica, se atrevió a quejarse de Yahvé. 16
Su misión era la de destruir, arrancar, arruinar y asolar, levantar, edificar y plantar17; debía ser el contrastador de la conducta de su pueblo, 18 el portavoz de la ira de Yahvé, anunciando la destrucción, 19 mientras que él, dulce y tranquilo por temperamento, hubiera deseado anunciar cosas agradables al pueblo oprimido 20. Fue durante su vida un signo de contradicción, 21 objeto de las burlas de sus contemporáneos. Hubiera querido huir al desierto para vivir tranquilo. 22 Dios es su seductor, por haberle obligado a aceptar una misión para la que no se siente con fuerzas. 23 Pero no puede menos de seguir los impulsos de su Dios: Tú me sedujiste, ¡oh Yahvé! y yo me dejé seducir. Tú eras el más fuerte, y fui vencido. Ahora soy todo el día la irrisión, la burla de todo el mundo. Siempre que les hablo tengo que gritar, tengo que clamar: ¡Ruina, devastación! Y todo el día la palabra de Yahvé es oprobio y vergüenza para mí. Y aunque me dije: 'No pensaré más en ello, no volveré a hablar en su nombre', es dentro de mí como fuego abrasador, que siento dentro de mis huesos, que no puedo contener y no puedo devorar. 24
Su misión es la de ser un signo constante de contradicción: Soy objeto de querella y de contienda para todos. A nadie presté, nadie me prestó, y, sin embargo, todos me maldicen. ¿Soy yo culpable? ¿En el tiempo del infortunio no te rogaba por el bien de los que me odian?25 No caben palabras más elocuentes para describir la tragedia íntima de Jeremías, la paradoja de una vida entregada a una misión que contrariaba a sus afectos más íntimos. Toda su vida fue un sufrimiento continuo por la incomprensión, el escepticismo, la ironía sangrienta. A pesar de todo, sentía que Yahvé, aunque su seductor, era también su refugio y su fortaleza, 26 Por eso, en medio de las contrariedades prosigue su tarea de profeta, de centinela de los intereses espirituales de su pueblo, anunciando el peligro, pero, al mismo tiempo, la era mesiánica, que será el gran contraste con las angustias e incomprensiones de sus compatriotas. 27
En ningún profeta aparece tan clara la vocación divina al ministerio profético como en Jeremías, ya que la labor que se impone en nombre de Dios está en total contradicción con su temperamento, retraído, afectivo y pacífico. Los Santos Padres presentan al profeta de Anatot como el tipo doliente de Cristo, que es incomprendido de sus compatriotas y sufre por la ceguera de su pueblo. Hasta su misma vida de celibato le asemeja al Maestro de Nazaret. Pero, naturalmente, el tipo difiere mucho del antitipo, porque en Cristo no se dan los desahogos airados de Jeremías, que llega en algunos momentos a desear el castigo de sus enemigos. 28 Es la diferencia del hombre puramente hombre y el Hombre-Dios.

Ambiente histórico.
A Jeremías le tocó asistir a la mayor tragedia de su pueblo, la catástrofe del 586, en que tuvo lugar el colapso nacional de Judá como consecuencia de una equivocada política nacionalista contra el invasor babilonio. Por ello, los últimos años de la vida del profeta no pudieron ser más agitados, ya que tuvo que hacer frente a la facción egiptófila, que postulaba una resistencia a ultranza contra el coloso caldeo. En 625 había muerto Asurbanipal (668-625), el monarca más grande de Asiría, que había logrado llegar con sus tropas hasta Tebas, en el Alto Egipto. Después de él, el general caldeo Nabopolasar logró liberar a Babilonia del yugo asirio, inaugurando así su reinado (625-605). Los viejos sueños de Merodacbaladán contra Senaquerib se van a cumplir ahora, cuando el imperio asirio, gastado, entra en su ocaso. Los medos, por su parte, caen sobre el nordeste del imperio asirio a las órdenes de Ciáxares, y, al no poder tomar la ciudad de Asur, se alian con el rebelde Nabopolasar de Babilonia en el sur. El pacto fue sellado por el matrimonio del hijo de Nabopolasar, llamado Nabucodonosor, con la hija del medo. Después de infructuosos ataques aislados contra Asur y Nínive, lograron por fin tomar esta ciudad en 612 a.C. El rey asirio Asuruballit se trasladó a Jarran con ánimo de organizar la resistencia, pero también esta ciudad cayó en poder de la coalición medo-babilonia. El faraón egipcio Necao II acudió en auxilio del rey asirio en 609, pero fue derrotado a las puertas de Jarran por Nabopolasar.
En el reino de Judá sucedían también cambios importantes durante este tiempo. En 640 moría el impío rey Manases, que se había dedicado sistemáticamente a deshacer la reforma religiosa que había emprendido su padre, el piadoso Ezequías, con la aprobación y auxilio moral de Isaías. Persiguió a los fieles yahvistas, introduciendo, como su abuelo Acaz, los cultos asirios en el templo. 29 Su hijo Amón seguía la misma conducta, pero fue asesinado en 640 a.C., subiendo al trono su hijo de ocho años, Josías (640-609), el cual, educado religiosamente bajo la égida de los sacerdotes, empezó de nuevo la reforma religiosa. En 621 tuvo lugar un acontecimiento notable: el hallazgo del libro de la Ley en los cimientos del templo, al parecer el Deuteronomio 30. Inmediatamente mandó poner por obra sus preceptos relativos a la centralización del culto y la supresión de todos los santuarios sincretistas que pululaban en el país. Incluso extendió su reforma religiosa al antiguo reino de Samaría, que desde el 721 era una provincia asiría. 31
El piadoso rey se consideraba dueño de aquellos territorios, y por eso en el 609 salió al paso del faraón Necao II, con el que trabó batalla desigual en Megiddo, cerca del monte Carmelo, y allí murió trágicamente (609 a.C.). 32 Con esta pérdida se comprometió toda su obra de reforma religiosa y se terminó el ciclo de paz relativa que desde hacía veinte años disfrutaba el reino de Judá. Su hijo Joacaz fue su sucesor, aclamado por el pueblo de la tierra, o clase humilde del país; pero Necao II le depuso, y entronizó en su lugar a su hermano Eliaquim, al que puso el nombre de Joaquim (609-598) en señal de dominio. 33 El nuevo rey era de carácter despótico y no favoreció el desarrollo de la vida religiosa en el país, cometiendo torpezas políticas que le llevaron a la ruina. 34 Es bajo su reinado cuando comenzó el calvario de Jeremías, el cual había sido muy bien considerado por el piadoso Josías. En 605, Nabucodonosor hizo una incursión por la tierra siro-fenicia-palestina después de haber derrotado al faraón Necao II en Carquemis, 35 persiguiéndolo hasta la frontera egipcia. El rey Joaquim le ofreció tributo, y así se liberó de la invasión caldea. Nabucodonosor se volvió a Babilonia para recoger las riendas del imperio al morir su padre en 605 a.C.
Poco tiempo después, el rey Joaquim de Judá se atrevió a rebelarse contra el babilonio,36 y al principio Nabucodonosor no tomó en serio esta actitud, enviando sólo unas partidas de soldados caldeos, árameos, moabitas y amonitas para que hostigaran el país de Judá. 37 Pero, una vez que se vio desembarazado de sus preocupaciones en Babilonia, Nabucodonosor emprendió una expedición punitiva contra Jerusalén en 598 a.C. 38 Joaquim murió durante el asedio (no está claro si de muerte natural o violentamente), 39 y le sucedió su hijo Joaquín o Jeconías, el cual capituló a los tres meses de subir al trono, siendo llevado en cautividad, con su familia y lo más selecto de la nación, a Babilonia. 40 Nabucodonosor puso en su lugar en el trono a su tío Matanías (hermano de Joaquim y de Joacaz), cambiándole el nombre en Sedecías (597-587). Al principio éste se mantuvo dócil al rey caldeo, mas en 594 entró en relaciones con los pueblos vecinos para insurreccionarse contra Babilonia; pero, por la intervención de Jeremías,41 la coalición antibabilónica no tuvo realización formal.
Egipto, por su parte, fomentaba la insurrección de los reyezuelos de Palestina contra el coloso babilonio. En el 589 subió al trono egipcio Hofra, el cual al punto orientó su política contra Nabucodonosor. Este decidió jugar la carta definitiva, y así se vino al occidente, estableciendo su cuartel general en Ribla, junto al Orontes (Alta Siria), seguramente para dirigir las operaciones contra Tiro, que continuaba resistiendo42. Contra Judá envió a uno de sus generales, Nabuzardán, el cual se apoderó de las pequeñas ciudades hasta lograr aislar a Jerusalén (589 a.C.). Ante el ataque del faraón Hofra, el ejército caldeo se vio obligado a levantar el sitio de Jerusalén para atacar al ejército egipcio, al que venció, llegando hasta las fronteras de Egipto. 43 Después el general babilonio se entretuvo en asediar a Laquis y Azeca antes de volver al asedio de Jerusalén. Esta tardanza hizo nacer el optimismo entre los jerosolimitanos, los cuales llegaron a apropiarse de nuevo los esclavos que habían manumitido. 44 Pero no tardó en comenzar de nuevo el asedio, y las condiciones de resistencia se hicieron imposibles. Jeremías predicaba la capitulación para evitar el desastre completo. Sedecías no supo imponerse a la facción nacionalista fanática, y en un momento de confusión huyó por una brecha, siendo alcanzado por los soldados caldeos en la llanura de Jericó, donde fue apresado y llevado a presencia de Nabucodonosor en Ribla. Más tarde fue llevado al exilio, sin que se sepan más noticias de él. Mientras tanto, Jerusalén caía en poder de los babilonios en julio del 586 a.C.; la parte cualificada de la población fue llevada en cautiverio hacia Babilonia, y Judá fue convertida en provincia babilónica. El vencedor nombró gobernador de dicha provincia arruinada al nativo Godolías, amigo de Jeremías. El nuevo gobernador procuró rehacer la vida política, económica y social de la nación; pero la facción ultranacionalista le asesinó, y los judíos, temiendo la represión, huyeron a Egipto, llevándose con ellos al profeta Jeremías, el cual se oponía a esta huida. Así terminó la vida de Judá como nación.
En este ambiente de inseguridad y de tragedia personal debemos estudiar los oráculos de Jeremías. No es fácil establecer una cronología de la mayor parte de sus oráculos, pero conocemos perfectamente el ambiente histórico en que se desarrolló su trágica vida, y esto nos sirve para comprender la actividad profética y literaria del profeta de Anatot, que merece el nombre de mártir.

El libro de Jeremías.
Los escritos profético-históricos que han llegado a nosotros con el nombre de Jeremías son - como los de Isaías - una colección desordenada de oráculos y de datos históricos, recopilados sin orden cronológico por un redactor posterior al profeta. Como en el libro de Isaías, pudiéramos distribuir los oráculos jeremianos lógicamente, según los tres apartados siguientes: a) profecías contra Judá y Jerusalén; b) profecías contra las naciones paganas; c) profecías relativas a la restauración de Israel como nación. Pero esta distribución lógica no corresponde a la cronológica y, sobre todo, no coincide con la distribución de los oráculos en el actual libro de Jeremías. Para darnos una idea de la distribución anómala de los oráculos, presentamos el cuadro siguiente según las indicaciones cronológicas del libro actual:

a) Reinado de Josías (640-609):
1:2 (año 13 de Josías: 627 a.C.).
3:6 (en tiempo de Josías: 626-609).
b) Reinado de Joaquim (609-598):
26:1 (principio del reinado de Joaquim: 608).
25:1 (año 4 de Joaquim: 605).
36:1 (año 4 de Joaquim: 605).
45:1 (año 4 de Joaquim: 605).
35:1 (durante el reinado de Joaquim: 609-598).
7:1 (principio de Joaquim: 608).
c) Reinado de Sedecías (598-586):
24:1 (después de la deportación de 598).
29:1 (después de la deportación de 598).
27:1 (al principio del reinado de Sedecías: 598).
28:1 (al principio del reinado de Sedecías: 598).
49:34 (al principio del reinado de Sedecías: 598).
32:1 (año 10 del reinado de Sedecías: 588).
33:1 (al tiempo de la detención de Jeremías: 588).
34:1 (durante el asedio de Jerusalén: 588-587).
37:1-6 (durante el asedio de Jerusalén: 588-587).
39:1-15 (poco después de la toma de Jerusalén: 586).
40:1 (poco después de la toma de Jerusalén: 586).
44:1 (mientras el profeta estaba en Egipto: 5865).

De esta distribución cronológica se deduce que la compilación actual se ha hecho en diversas épocas y sin criterio uniforme. Sin embargo, en la distribución actual del libro de Jeremías podemos dividir los oráculos en tres partes:

Parte I: Vaticinios contra Judá (c.2-29).
1. Corrupción general (c.2-6).
2. Contra el fetichismo del templo y el formalismo religioso (c.7-10),
3. Dios no perdonará al pueblo que infringe el pacto (c.11-17).
4. Simbolismo de la vasija rota. Sufrimientos de Jeremías (c. 18-20).
5. Invectivas contra la corte y los jefes políticos y falsos profetas (c. 21 - 23). Simbolismo de los dos cestos de higos (c.24).
6. Predicción del exilio de setenta años y oráculos contra las naciones (c.25).
Discurso en el templo y peligro para Jeremías (c.26). Muerte del profeta Urías (c.26:20). Jeremías y los falsos profetas (c.27-28).
7. Carta a los deportados (c.29).

Parte
II: La Era Mesiánica (c.30-33)
1. Retorno de Israel renovado (c.30-31).
2. El nuevo pacto (31:315).
3. Compra simbólica del campo de Anatot (c.32). Israel en la paz mesiánica (c.33).

Parte III: Vaticinios Durante el Asedio de Jerusalén (c.34-40)
1 Contra la injusticia de tomar de nuevo a los esclavos (c.34).
2. Los recabitas (c.35).
3. El rollo quemado por Joaquim (c.36).
4. Encarcelamiento de Jeremías (c.37-38).
5. Toma de Jerusalén (c.39-40).

Parte
IV: Vaticinios después de la caída de Jerusalén (c.40-45).
1. Godolías, gobernador (c.40-41).
2. Huida a Egipto (c.42-43).
3. Jeremías predice la suerte de los refugiados y de Egipto (c.43-44).
4. Apéndice: Vaticinio sobre Baruc (c.45).

Parte V: Vaticinio contra las naciones (c.46-51)
Apéndice: Fin de Jerusalén. Liberación de Joaquín (c.52).

Distribución Lógico-Cronológica General de los Oráculos.
I. Introducción: Vocación de Jeremías (1:1-19).
II. Oráculos contra Judá: (c.2:1-45:5).
1. Oráculos en tiempo de Josías (2:1-6:30).
Iniquidad del pueblo e ingratitud (2:1-3:5).
Las dos hermanas Israel y Judá, perversas (3:6-6:30).
2. Oráculos en tiempo de Joaquim (7:1-29:32).
Contra la falsa confianza en el templo (7:1-10,25).
Castigo por el pacto quebrantado (11:1-13:27).
Reprobación de Judá (14:1-20).
La cautividad anunciada (25:1-38).
Jeremías es condenado y salvado (26:1-24).
La muerte de Urías profeta (26:20).
Jeremías y los falsos profetas (27:1-28:17).
Epístola de Jeremías a los exilados (20:1-32).
3 Vaticinios en tiempo de Sedecías (21:1-24:10).
Contra la casa real, la corte y los falsos profetas (21:1-23:4).
Símbolos relativos a la suerte de Judá (24:1-10).
4 Vaticinios de salvación mesiánica (30:1-33:26).
Restablecimiento de Israel (30:1-31:30).
Nueva alianza (31:31-40).
Compra del campo, símbolo de la restauración (32:1-44).
Enmienda del pueblo y restauración (33:1-26).
5. Últimos vaticinios y sufrimientos de Jeremías (34:1-36:32).
Contra Sedecías y el pueblo (34:1-22).
Fidelidad de los recabitas (35:1-19).
Joaquim manda quemar los escritos de Jeremías (36:1-32).
6. Sucesos durante el asedio de Jerusalén (37:1-40:6).
Jeremías encarcelado y salvado (37:1-38:13).
Coloquio de Jeremías con el rey (38:14-28).
Destrucción de Jerusalén (39:1-40:6).
7. Después de la destrucción de Jerusalén (40:7-54:5).
Godolías, gobernador de Judá (40:7-41:18).
Fuga de los judíos a Egipto (42:1-43:7).
Jeremías en Egipto (43:8-44:30).
Consolación de Baruc (45:1-5).

III. Oráculos contra las naciones paganas (46:1-51:64).
1. Contra Egipto (46:1-28).
2. Contra los filisteos (47:1-7).
3. Contra Moab (48:1-47).
4. Contra Amón (49:1-6).
5. Contra Idumea (49:7-22).
6. Contra Damasco (49:23-27).
7. Contra Arabia (49:28-33).
8. Contra Elam (49:34-39).
9. Contra Babilonia (50:1-51:64) 45.

Apéndice histórico:
Cautividad de Sedecías, liberación de Jeconías. Destrucción de Jerusalén (52:1-34).

Autenticidad.
A la vista de esta distribución, podemos decir que el actual libro de Jeremías es una colección de oráculos y de relatos de diferentes épocas de la vida y actividad del profeta, que han sido reunidos al azar en el transcurso del tiempo. En realidad, parece que antes de reunirse en esta colección general existieron antes con unidad independiente en colecciones particulares, como resultado de aportaciones de redactores diferentes. Se suelen reconocer tres estratos en la formación de la actual colección de escritos de Jeremías: 1) oráculos en primera persona (c.1-25); 2) oráculos en tercera persona (c.26-35); 3) biografía del profeta (en tercera persona), dispuesta según un orden cronológico (c.36-45). La primera sección podría en general considerarse como redacción personal del profeta46. En ella está la sección de las llamadas confesiones de Jeremías, porque el profeta refleja sus luchas y problemas personales por cumplir fielmente su ministerio profetice, impuesto por Yahvé. Ningún profeta nos ha revelado como Jeremías ese carácter íntimo del oficio profético. Con toda sinceridad expresa sus dificultades, ansiedades, pensamientos y deseos y los de su Dios. 47
La parte biográfica, en que se habla en tercera persona, y algunos oráculos pueden ser obra de Baruc, su secretario. De todos modos hay que reconocer el carácter fragmentario de cada una de estas secciones. En el texto actual se dice que el profeta dictó algunos de sus oráculos y hechos personales a Baruc.48 Algunos de ellos aparecen en primera persona,49 mientras que otros están redactados en tono narrativo, en tercera persona.50 Los relatos de los c.37-44 parecen ser obra de Baruc, el cual puede considerarse como el principal compilador-redactor de la actual colección. Sin embargo, esto no quiere decir que no haya abundantes adiciones posteriores al mismo Baruc.51 De hecho, muchos textos tienen gran parecido con otros del libro de Ezequiel,52 lo que indica que las tradiciones oraculares de ambos profetas se interfieren mutuamente, y un redactor posterior, sin mayor preocupación crítica, los asignó a alguno de ellos para que se conservaran en la colección canónica.

Texto y versiones.
Es célebre en la historia de la exégesis la gran discrepancia en el libro de Jeremías de los textos hebreo, masorético y griego de los LXX. La Vg sigue el texto hebraico. 53 En el texto griego falta la octava parte (unas 2.700 palabras) del TM. Esta tendencia a abreviar se concreta en la supresión de epítetos de Dios, fórmulas accesorias que no afectan a la sustancia de los oráculos. Incluso faltan algunos versículos íntegros.54 Además, la disposición de muchos de los oráculos no es igual en el TM y en el texto griego, pues éste coloca los oráculos contra las naciones después de 25:13, mientras que en el TM ocupan los c.46-51. Todas estas diferencias pueden explicarse por la diversidad de criterio del recopilador hebreo y el traductor griego. Así, bien pudo éste tener un criterio abre viador, y por ello suprime cosas que le parecen redundancias. Muchos autores,\sin embargo, suponen que hubo en principio dos textos originales hebreos, uno más ceñido y breve, seguido por el traductor griego y otro más amplificado y redundante, que estaría extendido en Palestina.55
La Vetus Latina está traducida sobre el texto griego, mientras que la versión de San Jerónimo (actual texto de la Vulgata) está sobre el texto hebreo masorético.56 La versión siríaca llamada Peshitta es muy afín al TM, aunque parece que en su redacción actual tiene influencias de la versión de los LXX e incluso del Targum de Jonatán 57.

Estilo literario.
La personalidad del profeta queda perfectamente retratada en su estilo, el cual, lejos de tener el vigor de expresión y la ironía de Isaías, se desliza ingenuamente, reflejando las ansias de paz de un alma atribulada. Se le ha querido comparar con el estilo virgiliano, 58 pero su situación psicológica es muy distinta de la del gran vate romano, y por eso sus expresiones tienen un contenido de tragedia, que, si no alcanzan el radicalismo del libro de Job, sin embargo, matizan sus pensamientos de inquietud y aun de desesperación. Jeremías es un alma nacida para la soledad, la tranquilidad del hogar, y, sin embargo, es lanzado por Dios a la vida agitada política de Judá en los momentos más críticos de su historia. Por otra parte, es un temperamento claramente afectivo, y en esto habría que compararlo con el profeta Oseas, pero no posee la riqueza de imaginación de éste. Pudiéramos caracterizar el estilo literario de Jeremías como carente de adorno. Con la mayor sencillez y sin pretensiones expresa sus profundas ideas, generalmente coloreadas con un aire de tristeza y amargura.
Por otra parte, en sus oráculos es propenso a la repetición de frases, imágenes y pensamientos.59 En su predicación suele depender mucho de la de los profetas anteriores y aun de la doctrina deutero-nomística, lo que es perfectamente explicable teniendo en cuenta que en su tiempo se encontró el libro de la Ley (probablemente el Deuteronomio), el cual le proporcionaba muchas expresiones e ideas estereotipadas para dar a entender sus propias ideas. Sin embargo, no se debe negar a Jeremías la elevada inspiración literaria y poética, ya que, aunque a veces su estilo es difuso y abunda en frases estereotipadas, con frecuencia es muy original en sus simbolismos e imágenes, algunas de belleza extraordinaria. Así, habla de Dios como fuente de agua viva,60 y a Israel lo compara a una camella o asno salvaje que anda alocado tras de los ídolos, 61 y en momentos de especial afección lo compara a una viña amorosamente cuidada por su Dios. 62
Tenía una especial predilección por la vida solitaria campestre, deseando habitar en una cabaña de viandantes en el desierto. 63 También siente nostalgia de la paz doméstica. La vida de celibato le ha sido impuesta por Dios.64 En las confesiones65 es donde mejor se revela el alma profunda del profeta. Su lucha interior entre sus afectos más queridos y su misión parece reflejada en una serie de expresiones sublimes, de una sinceridad desconcertante. En todas sus palabras hay un tono elegiaco y descorazonador, que sólo parece superado por el realismo y vigor de expresión del libro de Job. Algunos autores le han proclamado el poeta más grande entre los profetas de la Biblia.66 Esta afirmación parece basada en el aspecto puramente psicológico de la poesía jeremiana 67; pero, en conjunto, la elevación poética de Jeremías no se acerca a la de Isaías. Desde el punto de vista estilístico del lenguaje, el hebreo de Jeremías es muy inferior al de Isaías, pues aunque es clasicista, sin embargo, no es un estilo tan depurado y aticista como el de su gran antecesor. San Jerónimo dice que el estilo de Jeremías es sencillo y propio de uno que no está habituado a la elegancia ciudadana y literaria, como lo estaba Isaías.68 Los lingüistas encuentran en las expresiones de Jeremías influencias aramaicas en cuanto al vocabulario y a la sintaxis. 69
Aparte de la predicación oracular, Jeremías tiene especial preferencia por las acciones simbólicas para plasmar mejor sus ideas. 70 Este género de predicación era muy adaptado a la mentalidad poco evolucionada de muchos de sus oyentes. Como oriental, el profeta busca impresionar con sus acciones. Ezequiel seguirá esta pauta, y con él otros profetas.

Doctrina teológica.
En Jeremías encontramos las nociones teológicas comunes que ya hemos visto en Isaías, pues habían sido ya propuestas por Amos, Oseas y Miqueas. La gran tradición yahvista se continúa según las grandes ideas monoteístas en el sentido más estricto. Podemos distinguir en la predicación de Jeremías los siguientes apartados teológicos.
1. Dios. - Enfáticamente se dice que los ídolos son vanidades,71 y, por tanto, implícitamente se expresa la idea de la sola existencia del Dios de Judá e Israel, que es la fuente de la vida, 72 y, como Dios, escruta y penetra los más íntimos pensamientos de los hombres. 73 La trascendencia divina aparece en la clara afirmación sobre la creación y conservación de todas las cosas por Yahvé. 74 Como Señor de todo, domina los elementos de la naturaleza y siembra la vida.75 Es omnisciente, y todo lo ha creado y dispuesto con sabiduría.76 Es el Dios omnipotente,77 pero su fuerza no es ciega, sino que la atempera a las exigencias de su justicia.78 Como Juez justo, da a cada uno lo que es suyo. 79 Pero su justicia está contrarrestada con su misericordia. 80
2. Dios y la humanidad, - Supuesto que todo ha sido creado por Dios, se sigue que todas las naciones deben reconocerle como tal.81 Su influencia no se limita sólo a los destinos del reino de Judá e Israel, sino que dirige el curso de la historia de las naciones. Incluso se promete a los gentiles que le reconozcan por Dios el habitar prósperamente en medio del pueblo elegido. 82 Pero por sus pecados tendrán que apurar la copa de su ira, como lo ha tenido que hacer el propio Israel. 83 Dios es el que señala los confines de los pueblos, incluso de los paganos. 84 Y no sólo su justicia descargará sobre ellos, sino que también su misericordia les abraza a todos, y sus ciudadanos podrán disfrutar de los mismos derechos que los del pueblo elegido.
3. Dios e Israel. - Los vínculos que Dios tiene con la humanidad en general quedan reforzados cuando se trata de Israel, pues fue escogido por El con designios providenciales y le ha prodigado toda clase de protección a través de la historia. 85 El profeta compara el cuidado que Dios tiene de Judá al de un agricultor que cuidadosamente cultiva su viña.86 Como Oseas, compara las relaciones de Israel con Dios a las de dos esposos, que han hecho una alianza. 87 Las expresiones en este sentido son sumamente tiernas. 88 Dios e Israel se pertenecen mutuamente. 89 Por eso la apostasía de Israel, yéndose tras de los ídolos, reviste los caracteres de un verdadero adulterio. 90 Israel debía estar unido a Yahvé como el ceñidor a la cintura del que lo lleva, 91 único medio de preservarse intacto. La base de tales relaciones está en el pacto del Sinaí, 92 pero Judá ha roto el pacto, 93 y por eso Yahvé enviará el castigo y la ruina. Después del castigo purificador, Dios hará una alianza nueva, escrita en los corazones, de forma que no haya lugar a su quebrantamiento. 94 Israel volverá después del exilio a ser el hijo primogénito, 95 y Yahvé volverá a ser el pastor único de la grey. 96
Todas estas relaciones se refieren a Dios e Israel como colectividad nacional, pero con la prueba del exilio la responsabilidad individual adquiere más relieve: En esos días ya no se dirá más: Nuestros padres comieron las agraces, y los hijos sufrimos la dentera, sino que cada uno morirá por su propia iniquidad; quien coma el agraz, ése sufrirá la dentera. 97 En efecto, el profeta se plantea problemas puramente personales, sin conexión con la nación israelita como colectividad; así inquiere la razón de sus propias angustias y tragedias íntimas y se plantea el problema sobre la ecuación entre méritos y premios, pecados y castigos, siendo así un antecesor del libro de Job 98. El tono a veces se asemeja al de los Salmos, en los que con toda viveza se plantean las angustias personales de los justos perseguidos y despreciados.
4. El pecado. - En su primera fase de predicación, el profeta fustiga los pecados de Israel como nación, y por ello será castigado por Yahvé. El pecado nacional era la idolatría, el sincretismo religioso y el abandono sistemático de Yahvé como único rector de los destinos de Judá. En esto contrasta con la conducta de los pueblos paganos, que nunca abandonan a sus dioses. El profeta pone en boca de Yahvé esta queja lacerante: ¿Qué tacha hallaron en mí vuestros padres para apartarse de mí e irse en pos de la vanidad de los ídolos? 100 El pueblo ha abandonado totalmente la Ley y se ha entregado a toda clase de excesos: lujuria, violencia, atropellos sociales, falsedad, perjurios, 101 y esto no sólo en la clase humilde, sin formación, sino también en la clase directora 102. El profeta insiste en la malicia del corazón humano como fuente de pecados 103; por eso, en la nueva teocracia mesiánica suspira por un cambio de corazones, ya que no basta la Ley escrita, sino que era necesario grabarla en lo más íntimo de la personalidad humana 104. El profeta suspira por una unión más íntima del hombre con Dios como fuente de vida,105 como fruto de una reconciliación con El por el arrepentimiento y la penitencia. 106
5. Las observancias religiosas. - Como Isaías y los profetas que le precedieron, Jeremías detesta el mero formalismo religioso, al que considera como una hipocresía. Enérgicamente protestaba por la confianza fetichista en el templo de Jerusalén como medio de liberarse de la ira divina. 107 Ante todo predica Infidelidad a Yahvé como consecuencia de un conocimiento profundo de su Ley. Para él, la verdadera religión consiste en la práctica de la justicia con el prójimo 108 y la circuncisión del corazón,109 lo que implica obediencia a la Ley de Yahvé. 110 Los valores éticos deben prevalecer sobre los ritos formalistas de culto: ¿A mí qué el incienso de Sabá y las cañas aromáticas de tierras lejanas? Vuestros holocaustos no me son gratos, vuestros sacrificios no me deleitan. 111 Hasta el arca de la alianza será sustituida en el nuevo orden de cosas, donde prevalecerá la religión del corazón.112 Esa interioridad de la religión en Jeremías se refleja en su espíritu profundo de oración. En todos los momentos críticos de su vida ha acudido a la plegaria como solución a los grandes problemas; así ora por la nación. 113 Dios le prohibe que ore por el pueblo para no verse obligado a emplear su misericordia. 114 Enfáticamente afirma el profeta la eficacia de la oración confiada. 115 En este aspecto, la personalidad de Jeremías es paralela a la de muchos salmistas, que, movidos de una religiosidad profunda, acuden a Dios como único valedor de sus intereses. 116
6. Ideas mesianicas. - A pesar del espiritualismo tan elevado de los oráculos de Jeremías, apenas se encuentran en sus escritos promesas claras mesianicast como hemos visto, al menos en lo referente a la persona del Mesías, en Isaías. Naturalmente, el profeta tiene una profunda esperanza en los destinos mesianicos del pueblo israelita como tal. Así anuncia la restauración de la nación después del castigo del exilio, la cual será gobernada por jefes que, lejos de esquilmarla, como antes, la ayudarán a conseguir toda clase de felicidades. 117 Israel y Judá volverán a unirse para constituir una nación sola, como en el pasado. 118 El templo será nuevamente purificado de toda contaminación, y la ciudad, reedificada. El nombre del futuro rey - reencarnación de David (suscitaré a David, vástago de justicia) - será el símbolo de la nueva teocracia y llevará el nombre prometedor de Dios, nuestra justicia.119 Todos reconocerán al nuevo rey, vástago de David, como lugarteniente de Yahvé, 120 porque implantará un reinado de justicia y de equidad: Yo suscitaré a David, vástago de justicia, que como verdadero rey reinará prudentemente y hará derecho y justicia en la tierra. En sus días será salvado Judá, e Israel habitará en paz.121 Y toda esta situación de paz vendrá como consecuencia de una nueva alianza - grabada en los corazones - signada entre Yahvé y su pueblo. El pecado desaparecerá y no volverá a romperse lo pactado, como en días antiguos. 122

Jeremías y el Deuteronomio.
Durante la vida de Jeremías tuvo lugar un acontecimiento trascendental en la vida religiosa de Judá: el hallazgo del libro de la Ley en los cimientos del templo en 621 a.C. reinando Josías. 123 Generalmente se admite entre los críticos que el libro hallado - cuyo contenido consternó a los fieles yahvistas de la época por las amenazas que en él se consignan contra los transgresores de la Ley - es el Deuteronomio, al menos los capítulos 12-26 del mismo. Ahora bien, en los escritos de Jeremías no encontramos la más mínima alusión a este hecho. Según la Biblia, el profeta había iniciado su ministerio hacia el año 627 (decimotercer año del reinado de Josías). ¿Qué influencia tuvo el profeta en la reforma religiosa que siguió al hallazgo del libro de la Ley? Una de las cosas que más se urgieron en esta reforma fue la centralización del culto en el templo de Jerusalén, como base del retorno a Yahvé. Pero hemos visto que el profeta apenas da importancia a la religión ritualista externa, a los actos de culto formalísticos, sino a la religión del corazón. No obstante, no por esto debemos generalizar su actitud de oposición al culto externo. Como Isaías, ataca a los actos de culto externo cuando van desprovistos de la entrega del corazón a Dios, con lo que esto supone de reconocimiento de sus derechos, plasmados en la legislación positiva dada al pueblo elegido. Es verdad que Jeremías urge ante todo la circuncisión del corazón, 124 la rectitud de intención, 125 la sumisión a la voluntad divina 126 y la práctica de las virtudes sociales. 127 En esto no hace sino colocarse en la línea doctrinal de los antiguos profetas. Precisamente en el Deuteronomio se urgen el monoteísmo estricto, el amor a Dios con todo el corazón y las virtudes sociales como parte fundamental de la vida religiosa. En este sentido, Jeremías se halla dentro de la línea deu-teronomística. Por otra parte, los críticos han sorprendido muchas frases en los escritos de Jeremías que parecen depender del Deuteronomio. 128 El fomentar el culto externo era tarea de los sacerdotes como tales, y de seguro que por su propio interés no dejarían de inculcar la necesidad de que todos los israelitas fueran a Jerusalén a cumplir sus votos y sus sacrificios. Jeremías, como los profetas anteriores - Amos, Oseas e Isaías - , ante todo urgía el cumplimiento de los valores éticos y del espíritu. En esto no hace sino seguir la pauta de Isaías. También éste tenía que conocer los esfuerzos de reforma religiosa desplegados por el rey Ezequías - sobre todo la lucha contra los lugares de culto fuera del templo - , y, sin embargo, Isaías no se preocupa de predicar el cumplimiento de los actos meramente cultuales. Esta labor incumbía a los sacerdotes, los cuales, por otra parte, apenas se preocupaban de predicar el cumplimiento de las virtudes sociales y la entrega del corazón a Dios. Jeremías, pues, en esto no es sino un mero continuador de la antigua tradición profética.

1 Jer 1:1. En 2 Re 22:8 se habla de un sacerdote llamado Helcías, que descubrió el libro de la Ley; pero puede ser otro personaje distinto del padre del profeta. - 2 1 Re 1:26. - 3 Jer 1:2-19; 25:3- - 4 Jer 11:18-12:6. - 5 Jer 19:1-20,6. - 6 Jer 26:1-19; 7:1-28. - 7 Jer 11:1-5.9-14; 22:13-19. - 8 Jer 36:1-32. - 9 Jer 27:12-15. - 10 Jer 43:1-44:30. - 11 Cf. A. Condamin, Jérémie, 0.269 XII; J. Gutmann, Jeremía-Apokriphon: Encyclo-pedia ludaica, VIII (1931) 1092-1094; Tertuliano: PL 2:137; San Jerónimo, Adv. Éïõ. 2:37: PL 23:335; San Isidoro: PL 83:142. - 12 Cf. Seder Olam Rabba 26. - 13 Jer 15:10-18; 20,7-9.14. - 14 Jer 14:11. 19 Jer 20:8. - 15 Jer 20:7-9. - 16 Jer 15:1. - 17 Jer 1:10. - 18 Jer 6:27. - 20 Jer_28:6. - 21 jer 15:10; 20:8. - 22 jer 20:8. - 23 Jer 20:7. - 24 Jer 20:7-9. - 25 Jer 15:10s. - 26 Jer 16:19. - 27 Jer 36:23; 11:18-21; 18:18-23; 26:8s, - 28 Jer 15:15-16; 20:12. - 29 Cf. 2 Re 21:16. 32 Cf. 2 Par 35:21. - 30 2 Re 22:8s. 33 Cf. 2 Re 23:33; Jer 22:10. - 31 Cf. 2 Re 23:15-20.. - 34 Cf. 2 Re 23:37; Jer 22:13-17 - 35 Cf. 2 Re 24:7. Véase también Flavio Josefo; Contra Appionem I 19:135-141; y Antiq, X 11:1:219-221. Véase Bi 8 (1927) p.401. - 36 Cf. 2 Re 24:1 - 37 2 Re 24:2. - 38 2 Re 24:3. - 39 Jer 22:19. - 40 Jer 52:318. - 41 Jer 27:1. - 42 Cf. Ez 29:175. - 43 Cf. Ez 30:20-25. - 44 Jer 34:8s. - 45 Cf. Hopfl-Miller-Metzinger, Introductio specialis in V. T. (Roma 1946) p.441. - 46 Es la tesis de E. Podechard, Le livre de Jérémie. Structure et formation: RB 37 (1928) 181-197. Nótscher la acepta en general; cf. su obra Das Buch Jeremías (Bonn 1934) 21-23 - 47 Cf. Jer 11:18s; 15:10-21; 17:14-17; 18:18-20; Jer_20:75. - 48 Jer 36:4.27.32; 45:1. - 49 Jer 1:1-6; 11:6.9. - 50 Jer 7:1; 11:1; 19:14; 20:3. - 51 Entre ellas se suelen citar por los críticos: Jer 10:1-16; 52:1-34; 17:19-27; Jer_50:1-51 :58. Cf. A. Condamin, Jérémie et la critique radicale en Allemagne: RScR 6(1916) 167-184; F. Nótscher, O.C., 21S. - 52 Compárese Jer 3:6-10 y Ez 16 y 23; Jer 7:16; 11:14, Y Ez 14:12-20. - 53 Cf. San Jerónimo, In ler.: PL 28:848. - 54 Por ejemplo: 8:10-12; Jer_10:6-8; 11:75; 17:35; 23:105; 29:16-20. - 55 Así J. Gotsberger, Giesebrecht, E. Tobac, Steuernagel. - 56 Cf. A. Condamin, Les caracteres de la traduction de la Bible par St. /eróme: RScR 2 (1911) 105-138; A. Penna, S. Gerolamo (Turín 1949) 371-377· - 57 Cf. A. Rahalfs, Beitrdge zu Textkritik der Peshitta: Zatw 9 (1899) 161-210; P. Churgin, Targum Jonathan to the Prophets (N. Haven 1907). - 58 Cf. A. Penna, o.c., p.17. - 59 Cf., por ejemplo, 2:28b y 11:133; 4:6 y 6:1b; 5:9 y 9:9; 7:16 y 11:14, etc. Véase una lista más completa en A. W. Streane, Jeremiah, 34. - 60 Jer2:13 - 61 2:23-24. - 62 2:21. - 63 Jer 9:1. - 64 Jer 16:35. - 65 Jer 11:18-23; 15:10.15-21; 17:14-18; 18:18-23; 20,7-17. - 66 Así P. Volz, Der Pmphet Jeremía (Lipsia 1922) p.xxxvi. - 67 Es la opinión de Ë. Ñåííá, o.c., 18. - 68 San Jerónimo: PL 28:903. - 69 Cf. C. Zimmer, Aramaismi lereminiani (Halle 1880). - 70 Las acciones simbólicas aparecen en 13,is; 18:2s; 18,is; 32:85. - 71 Jer 2:5; 8:19; 18:8. - 72 Jer 2:13. - 73 Jer 23:235. - 74 10:16; 27:5; 31:35-37- - 75 5:24; 10:13; 14:22; 31:35- - 76 32:18; 10:12. - 77 21:1; 32:19; 4:27- - 78 32:19; 3:12; 4:27; 5:18. - 79 31:3-11; 33:11. - 80 16:19. - 81 12,l6. - 82 25:15s. - 83 4:6; 19,3; 22:7; 43:10. - 84 12:l6. - 85 Jer 2:6; 11:4; 23:7; 32:20.21. - 86 Jer 2:21; 12:10; cf. Is 5:1. - 87 Jer 2:2. - 88 Jer 3:4. - 89 Jer 24:7- - 90 Jer 2:11. - 91 Je 13:11. - 92 Je 11:33; 14:21. - 93 Je 22:9. - 94 Je 31:31s. - 95 Je 31:9- - 96 Jer 23:35. - 97 Jer 31:29. - 98 Job 21:7; Sal 37:1s. - 99 Jer 20:13; cf. Sal_40:18; 70:6. - 100 Jer 2:5. - 101 Jer 5:8; 5:1s; 7:9. - 102 Jer 2:8.26; 5:5; 8:10. - 103 Jer 17:9. - 104 Jer31:31s. - 105 Jer 2:13. - 106 Jer 18:23. - 107 Jer 7:4; 3:134; 33:8. - 108 Jer 22:16. - 109 Jer 4:4. - 110 Jer 7:23. - 111 Jer 6:20; 7:21s; 14:12; 7:4; 11:15. - 112 Jer 12:2:11; 29:13. - 113 Jer7:16; 11:14; 24:6; 32:16. - 114 Jer 7:16; 11:14; 11:11. - 115 Jer 27:18; 37:3. - 116 Sobre la personalidad espiritualista profunda de Jeremías véanse los siguientes artículos del P. M. L. Dumeste, Le message du prophéte Jérémie: Vie Spirituelle, 55 (1938) 38-59; id., Jérémie et la religión de l'Esprit: ibid., 156-182; id., La religión personnelle de Jérémie: ibid., 56 (1938) 40-59. - 117 Jer 23:8; 31:2-6. - 118 Jer 23:6. - 119 Jer 23:6. - 120 Jer 30:9 - 121 Jer 23:3-7· - 122 Jer 31:Sal_31:33· - 123 Cf. 2 Re 23:1-3- - 124 Jer 4:4; 17:1. - 125 Jer_2:20; 17:16. - 126 Jer 3:17; 9:2-5; 22:16. - 127 jer 5:1:6; 9:1-5; 22:135. - 128 Jer 2:5; 8:19; 14:22; 16:19, y Dt 32:21; Jer 2:6 y Dt 32:10; Jer 7:24; 9:14, y Dt 29:19; Jer 4:4 Y Dt 10:16; Jer 5:15 Y Dt 28:49; Jer 7:18; 8:19; 25:7, Y Dt 4:25; 31:29; 32:16; Jer 7:33; 16:4 Y Dt 28:26; Jer 11:3 y Dt 11:265; Jer 11:4 y Dt 4:20; Jer 11:5 y Dt 7:13; Jer 15:4; 24:9 y Dt 28:25; Jer 23:17 y Dt 29:19.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Jeremías  4,1-31

4. Invitación a la conversión y amenaza de castigo.
Se encarecen los efectos beneficiosos que para Israel tiene una sincera conversión. Después se anuncia la invasión de un ejército que viene del desierto para caer sobre el pueblo escogido. El estilo e; patético y descriptivo.

Invitación a la sincera conversión (1-4).
1 Si te conviertes, Israel oráculo de Yahvé , volverás a mí. Si quitas de delante de mí tus abominaciones, no andarás errante. 2 Si juras por la vida de Yahvé con verdad, con derecho y con justicia, serán en ti bendecidos los pueblos y en ti se gloriarán. 3 Pues así dice Yahvé a los hombres de Judá y de Jerusalén: Roturaos un erial y no sembréis en cardizales. 4 Circuncidaos para Yahvé y quitad los prepucios de vuestros corazones, varones de Judá y habitantes de Jerusalén. No sea que salga como fuego mi ira y se encienda, sin que haya quien lo apague, por la maldad de vuestras obras.

Se insiste en la necesidad de que el arrepentimiento sea sincero. Si la conversión del pueblo es sincera, debe dirigirse a Yahvé: volverás a mí (v.1). Pero tienen que renunciar a sus abominaciones, es decir, los ídolos, con todas las consecuencias inherentes a los cultos cananeos. El premio de su retorno al buen camino será que no andará vacilante: no andarás errante (v.1b), fuera de la órbita de la protección divina, errante como otro Caín, sin poder participar en los cultos verdaderos de Yahvé.
La expresión de jurar por la vida de Yahvé equivale a jurar por el Dios viviente, en contraposición a los ídolos, que son vanos, muertos, y, por tanto, no pueden prestar auxilio a sus devotos. En 5:2, el profeta dice que sus contemporáneos, aunque juran por el nombre de Yahvé, lo hacen falsamente, precisamente porque contemporizan con los cultos paganos.
La frase siguiente: serán en ti bendecidos los pueblos, está tomada directamente de Gen_22:18 ó Deu_26:4. La idea es que Israel será motivo de bendición para todas las gentes; es decir, los pueblos se saludarán deseándose los bienes que Yahvé ha otorgado a Israel.
Pero para que estas bendiciones se cumplan sobre Israel y den buenos frutos es preciso una reforma a fondo: roturaos un erial y no sembréis en cardizales. Antes de sembrar un campo es preciso roturarlo bien cuando es erial y prepararlo para la siembra. No se debe sembrar en cardizales, porque se ahogaría la buena semilla. Ya el profeta Oseas, un siglo antes, había escrito la misma imagen con sentido análogo: Sembrad en justicia, cosechad en misericordia, roturad el barbecho del conocimiento para buscar a Yahvé mientras viene él a enseñaros la justicia 2.
El profeta especifica lo que quiere decir con el símil anterior, tomado de la agricultura: circuncidaos para Yahvé y quitad los prepucios de vuestros corazones. Para tener derecho a formar parte jurídicamente de la comunidad israelita era preciso y bastaba haber cumplido el rito de la circuncisión en los varones. Aquí el profeta exige algo más para entrar en relaciones normales con Yahvé. Habla a los varones de Judá. (v.4), y les dice que lo que importa ante todo es la circuncisión interior: circuncidaos para Yahvé (v.4a). El rito externo debía ser símbolo de una entrega interna total a Yahvé. Para ello era preciso deshacerse de los prepucios o apegos inmorales de sus corazones. El corazón de los israelitas se hallaba como materializado y recubierto de una espesa capa de materialismo. Era preciso deshacerse de esto para entrar en relaciones puras, libres de intereses bastardos, con Yahvé. Se trata de formar parte de una sociedad nueva vinculada espiritualmente a Yahvé, y para ello era preciso practicar esa circuncisión espiritual, que supone la renuncia a participar en los cultos idolátricos y a todas las apetencias torpes y sensuales inherentes a ellos 3. Esta llamada a la religión interior es característica de los profetas y culminará en la predicación evangélica 4.
Después de esta exhortación paternal, Dios refuerza su invitación, anunciando el castigo caso de que no cambien de conducta: no sea que salga como fuego mi ira (v.4b).

Inminente invasión (5-8).
5 Anunciad en Judá y proclamad en Jerusalén, clamad y tocad las trompetas por la tierra, gritad con toda fuerza y decidí ¡Congregaos y vayamos a las ciudades amuralladas! 6 Levantad bandera hacia Sión, salvaos, no os detengáis, porque voy a hacer venir la desgracia del septentrión, una gran catástrofe. 7 El león ha subido de su espesura, el devastador de pueblos está en marcha, ha salido de su lugar para devastar tu tierra y asolar tus ciudades hasta no dejar en ellas morador. 8 Vestios, pues, de saco, llorad y lamentaos, porque no se ha apartado de nosotros la ira encendida de Yahvé.

Con estas palabras del v.5 se inicia un nuevo ciclo de profecías, que prosigue hasta el c.6 inclusive. No se especifica el enemigo invasor. El profeta, en este primer fragmento (v.5-8), refleja la alarma de los habitantes de Jerusalén y de sus alrededores ante la proximidad del enemigo, los cuales se congregan como único recurso en las ciudades fortificadas (v.5). El profeta se presenta como centinela que da la voz de alarma al estilo militar: clamad y tocad las trompetas por la tierra (v.5a). Esta tierra es la campiña de Judá. Ante la invasión es inútil quedarse a campo raso, y sólo resta refugiarse en los recintos amurallados. Además, el profeta invita a los habitantes de Sión a que enarbolen una bandera para indicar la dirección hacia la que deben converger los fugitivos (levantad bandera hacia Sión, v.6a), ya que la invasión viene del septentrión, e.d., de la ruta caravanera de Damasco, itinerario tradicional de las invasiones asirías, que será seguida también por los babilonios. El invasor es presentado como el león que ha subido de la espesura (v.7). En la región frondosa de las márgenes del Jordán abundaban los leones y fieras salvajes. Su espesura era famosa por los sobresaltos a que tenía que someterse el viajero incauto, siempre expuesto al ataque de dichas fieras. De allí subían hacia las montañas colindantes. El profeta recoge este símil tradicional para presentar el peligro del invasor. Ese león es el devastador de pueblos (v.7), sin duda Nabucodonosor, implacable invasor de Palestina, primero como lugarteniente y generalísimo y después como rey de Babilonia. El profeta anuncia su efecto devastador sobre Judá (tu tierra, ?.7b). Consecuencia de su implacable incursión militar será un duelo general entre los habitantes de Jerusalén: vestios de saco, llorad. (v.8a) 5. Pero en realidad deben considerar la razón verdadera de la desgracia. Nabucodonosor no es sino un instrumento de la justicia divina, que se muestra airada contra su pueblo (v.8b).

Consternación en las clases dirigentes (9-10).
9 Y sucederá en aquel día oráculo de Yahvé que desfallecerá el corazón del rey y el de los magnates, se consternarán los sacerdotes, se pasmarán los profetas 10 y exclamarán: ¡Ah Señor, Yahvé! 6 Ciertamente has engañado a este pueblo y a Jerusalén, diciendo: Tendréis paz, y la espada ha llegado hasta el alma.

En el momento de la invasión serán las clases más responsables las que perderán el ánimo. En la corte no se ha querido seguir las instrucciones de Jeremías, y, en cambio, se han buscado fórmulas diplomáticas y alianzas militares con Egipto al margen de los intereses de Dios. La consternación será general en la corte: desfallecerá el corazón del rey y el de los magnates (v.8). Estos han sido los responsables de la catástrofe al no seguir la política yahvista aconsejada por Jeremías, siguiendo, en cambio, los supuestos oráculos que halagaban sus puntos de vista proferidos por los falsos profetas y sacerdotes. Su insolencia llegará hasta el extremo de atribuir sus errores al mismo Yahvé: ¡Ah Señor, Yahvé! Has engañado a este pueblo y a Jerusalén, diciendo: Tendréis paz (v.10a). La corte tomaba como verídicas las predicciones de paz de los falsos profetas, y ahora creen que Yahvé los ha engañado.

La invasión arrallador a (11-21).
11 En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalén: Un viento cálido sopla de las dunas del desierto sobre los caminos de la hija de mi pueblo; viento no de limpia ni de abaleo; 12 un viento impetuoso me llega. Ahora voy también yo a pronunciar castigos contra ellos. 13 He aquí que sube como denso nublado; sus carros son como el torbellino; sus caballos, más veloces que las águilas. ¡Ay de nosotros! ¡Estamos perdidos! 14 Limpia de maldades tu corazón, Jerusalén, para que puedas ser salva. ¿Hasta cuándo se albergarán en tu interior tus perversos pensamientos? 15 ¡Se anuncia una voz desde Dan y se hace oír la desventura desde el monte de Efraím! 16 Recordadlo a las naciones, proclamadlo en Jerusalén: Vienen los asaltantes de lejanas tierras, lanzan sus gritos contra las ciudades de Judá, 17 la rodean como guardias rurales por haberse rebelado ella contra mí, oráculo de Yahvé. 18 Esto es lo que te han traído tu conducta y tus acciones. He aquí que tu maldad es amarga, pues hiere tu corazón. 19 Ay mis entrañas, ay mis entrañas! ¡Desfallezco! ¡Paredes de mi corazón! ¡Mi corazón se agita! ¡No puedo callarme! Ya oigo el sonido de la trompeta, el estrépito de la batalla. 20 Ya se anuncia desastre sobre desastre, pues toda la tierra ha sido devastada. De repente invadieron mis tiendas, en un instante mis tentorios. 21 ¿Hasta cuándo he de ver banderas y oír el sonar de los clarines?

La descripción de la invasión es dramática y nerviosa para reflejar la ansiedad del momento. El profeta presiente inminente la invasión que avanza del norte. Es el ejército implacable de Nabucodonosor, que cae como un enjambre sobre la tierra de Judá. Antes se le presentó como un león que sale de la espesura; ahora se le describe como un viento cálido, el simún o jamsim, que sopla abrasador desde las dunas del desierto (v.11), que no trae sino abrasamiento y esterilidad. Es un viento devastador tan fuerte, que no sirve para las faenas de trilla y de selección del trigo (no de limpia ni de abaleo, ?2Cr_1:1b), pues es demasiado violento y se lleva también el grano con la paja. Es un huracán surgido repentinamente en el desierto, que siembra por doquier la devastación y la ruina7. Ahora sopla. sobre los caminos de la hija de mi pueblo, e.d., Jerusalén 8. Por su aspecto tétrico, el invasor se parece a un denso nublado (v.15), o turbión, que avanza amenazador 9. No hay salvación posible: ¡Estamos perdidos! es la exclamación unánime del pueblo, sobrecogido de terror.
Ante este ambiente de consternación general, el profeta, en su oficio de centinela de su pueblo, le dice que no está todo perdido y que aún hay lugar a la esperanza si el pueblo de Judá se arrepiente de sus pecados (v.14). Cuando todo es depresión moral y desesperación, los profetas presentan al pueblo un horizonte de esperanza, y cuando todo es jolgorio y optimismo inconsciente, anuncian castigos. Es el eterno balanceo ideológico de la teología profética. Tras esta interrupción alentadora en forma de consejo a su pueblo, prosigue el profeta la descripción de la invasión. Llegan las primeras noticias de la parte septentrional del país de que el ejército invasor ha entrado en Palestina: Se anuncia una voz desde Dan y se hace oír la desventura desde el monte de Efraim (v.15). Dan constituía la ciudad más septentrional de Israel, ya en los confines de Siria y Líbano, a cinco kilómetros de Banyas, la actual tell-el-Qadi. Era tradicional la frase desde Dan hasta Bersabé para designar la totalidad de Palestina, desde la frontera siró-fenicia hasta el Negueb, en el sur, con Bersabé (la actual Bersheba) como capital10. El monte de Efraim (v.15) estaba al norte de Jerusalén, en la ruta que había de seguir el invasor en su marcha hacia la capital. Al citarle el profeta juntamente con Dan, es para destacar la celeridad del avance arrollador; apenas llegan las noticias desde la frontera norte en Dan, cuando otro mensajero trae la noticia de que las tropas invasoras han acampado en el monte de Efraim, a unos kilómetros al norte de Jerusalén. La descripción es entrecortada y llena de dramatismo. Las naciones o pueblos paganos deben ser testigos de este castigo que se cierne sobre el pueblo elegido (v.16) para mayor baldón de éste. La avidez de los asaltantes es comparada a la de los guardias rurales (v.17), que velan sobre la mies y los frutos para que no sean robados. Según algunos intérpretes, la expresión guardias rurales se referiría a los ineptos defensores de la Jerusalén ante los bien armados asaltantes. En realidad, la conducta y las malas acciones de Judá han sido la causa del estrago, ya que los invasores no son sino instrumentos de la justicia divina (v.15a).
El profeta asiste en espíritu a la batalla y se conmueve en sus entrañas (v.19). El temperamento de Jeremías era esencialmente afectivo, y sentía más que nadie la tragedia de su pueblo. La expresión paredes de mi corazón (v.19) es paralela a entrañas y significa la sede de sus afectos más'íntimos M. El profeta asiste espiritualmente a las escenas terribles del combate: oigo el sonido de la trompeta, el estrépito de la batalla, y con ello presiente el desastre que se cierne sobre toda la tierra devastada (v.20). Piensa en su pueblo y se identifica con él: invadieron mis tiendas. Con la imaginación se traslada a la época primitiva en que vivía Israel en tiendas en el desierto. Sus campamentos o tentorios han caído en poder del enemigo. Las murallas de Jerusalén, lejos de ofrecer defensa alguna, se pliegan fácilmente, como las tiendas, ante el empuje arrollador de los asediantes. Ante tanta desolación, el profeta pregunta cuánto durará esta invasión militar: ¿Hasta cuando he de ver banderas y oír los clarines? (v.21). La paz ha desaparecido de su pueblo, y el estruendo bélico de los guerreros que despliegan las banderas conmueve las entrañas de Jeremías, que asiste en espíritu al triste espectáculo.

Desolación general (22-31).
22 Porque mi pueblo está loco, me ha desconocido. Son hijos necios y no son inteligentes: sabios para el mal, ignorantes para el bien. 23 Miré a la tierra, y he aquí que era vacío y confusión; y a los cielos, y no había luz. 24 Miré los montes, y he aquí que temblaban, todos los collados se conmovían, 25 Miré, y no se veía un hombre, y las aves del cielo habían huido todas. 26 Miré, y he aquí que el vergel era un desierto, y todas sus ciudades eran ruinas ante Yahvé, ante el furor de su cólera. 27 Pues así dice Yahvé: Toda la tierra será un desierto, pero no consumaré la destrucción. 28 Llorará la tierra y se entenebrecerán los cielos arriba, porque yo lo anuncié, y no me arrepentiré; yo lo he resuelto, y no desistiré de ello. 29 Al vocerío de la caballería y de los saeteros, todas las ciudades emprenden la huida, penetraron en las selvas y escalaron las rocas; todas las ciudades fueron abandonadas, sin que en ellas quedara un morador. 30 Y tú la desolada, ¿qué harás? Si te vistes de púrpura, te adornas con joyas de oro, te rasgas los ojos con los afeites, en vano te acicalarás: tus amantes te desprecian, buscan tu vida. 31 Ciertamente oigo gritos como de mujer en parto, angustias como de primeriza. Es la voz de la hija de Sión, que gime y extiende sus manos. ¡Ay de mí! pues desfallece mi alma ante los asesinos.

Después de dar la razón de la catástrofe, el profeta describe con caracteres escatológicos el ambiente de desolación y de terror que domina la tierra de Judá. Parece un fragmento apocalíptico similar a la descripción que del día de Yahvé hace el autor de Is c.24-27 12. Quizá sea un fragmento apocalíptico errático del mismo Jeremías, insertado por un redactor posterior para completar el cuadro de desolación anunciado por Jeremías en los versículos anteriores.
El profeta constata, en nombre de Yahvé, el estado de estolidez de Israel, que no sabe reconocer la mano de Dios, que les castiga por sus pecados: mi pueblo está loco (v.22). Los israelitas son sólo sabios para el mal, e.d., agudos para escoger caminos que los llevan a la perdición; y al contrario, ignorantes para el bien. Es la gran tragedia de Israel en la historia, ya que, lejos de reconocerse como pueblo elegido bajo la protección de Yahvé, le ha desconocido (v.22a), yendo tras dioses extraños.
Después pasa a describir la desolación general con caracteres cósmicos. En la tradición literaria profética, el día de Yahvé era descrito como manifestación de la ira divina 13. Ahora, después de haberse manifestado la justicia vengadora de Yahvé, todo es desolación y ruinas: la tierra. era vacío y confusión (v.23). Las palabras empleadas por Jeremías son las mismas que leemos en Gen 1:2 para describir el caos primitivo de la creación. Para colmo de desolación, no había luz, que en el relato genesíaco aparece como primer signo distintivo. En Gen_1:2 se dice que las tinieblas cubrían la faz del abismo. Sin duda que Jeremías depende de la descripción del Génesis. En este ambiente de confusión caótica, las mismas montañas parecen estar fuera de sí. Los montes, símbolo de estabilidad e inmovilidad en la Biblia por sus supuestos fundamentos, que llegan hasta lo más profundo de la tierra, temblaban (v.24). Todo aparece trastornado en este día de la manifestación de la ira de Yahvé 14. Y en esa naturaleza revuelta falta todo signo de vida: no veía un hombre, y las aves del cielo habían huido (v.25). Todo es vacío caótico y ruinas. Los hombres han perecido en la mortandad o han sido llevados en cautividad, y las aves, al no encontrar nada con que alimentarse en aquella tierra, convertida en yermo, se han ausentado a otras regiones. En efecto, Palestina, que era un vergel, se ha convertido en un desierto (v.26). La expresión es hiperbólica. Palestina, en comparación con el estado de abandono en que había de quedar, era un campo feraz 15. La nueva situación desoladora es efecto del furor de Yahvé, que quema como fuego.
Pero de nuevo hay una esperanza salvadora para un resto rescatado: pero no consumaré la destrucción (v.27). Israel, por ser el pueblo elegido, se salvará en un pequeño núcleo de bendición, para que sigan en pie las promesas mesiánicas anunciadas a los patriarcas. La justicia divina respecto del pueblo elegido no es totalmente exterminadora 16. El juicio divino es una preparación para la manifestación del reino mesiánico, del que ese resto salvado constituirá el primer núcleo de ciudadanos. Pero el castigo será tal, que los cielos y la tierra mismos participarán del duelo general (v.28). Y para insistir en la seguridad del castigo, pone el profeta en boca de Yahvé la decisión reiterada de enviarlo (v.28b). Las expresiones paralelas se repiten con énfasis para indicar la certeza del castigo, pero hay que tener en cuenta que estas profecías conminatorias son siempre condicionadas, e.d., están subordinadas en los planes de Dios al endurecimiento o arrepentimiento del pueblo israelita 17.
A continuación se describe con detalles la invasión: la caballería, los saeteros o arqueros avanzan despiadados (v.29). En los bajorrelieves asirios aparecen los jinetes guerreros armados con el carcajo lleno de flechas a la espalda, atacando al enemigo. Más tarde la caballería montada se generalizó como instrumento de guerra. En la época de Jeremías, el uso de ella era muy común entre los babilonios y escitas. Las poblaciones de los pequeños estados invadidos, como Palestina, quedaban atemorizadas ante la ligereza y elasticidad que proporcionaba tal arma de combate. Por eso, el profeta ve a los habitantes de todas las ciudades emprender la huida hacia las selvas, dirigiéndose a los lugares inaccesibles rocosos (v.29). Con ello las ciudades quedaban abandonadas a merced del vencedor 18.
Ante este espectáculo de invasión previsto por el profeta, Jerusalén sigue inconsciente como una prostituta, ofreciendo sus encantos al mejor postor. Está, en realidad, desolada 19, abandonada de Dios y de sus amantes; por eso es inútil que quiera atraerlos con seducciones artificiales (.30). Aquí los amantes son las naciones extranjeras, cuyo favor buscaba ingenuamente Judá, ofreciendo sus dones y mejores servicios, como una cortesana que quiere atraer con sus vestidos de púrpura, sus joyas de oro y sus afeites de antimonio, con lo que hacía destacar más los párpados, dando impresión de tener los ojos rasgados (te rasgas los ojos. , v.30b). Esta descripción parece estar calcada en el relato de Jezabel, la esposa de Acab, que quiso conquistar con sus artimañas de cortesana el corazón de Jehú, el cual brutalmente, lejos de dejarse ganar, la asesinó, arrojándola a los perros de la calle 20. Es lo que harán los amantes de Jerusalén: tus amantes te desprecian, buscan tu vida (v.50c). Es inútil que quiera atraerlos, pues en la primera ocasión le darán de muerte.
La tragedia se aproxima, y Jerusalén debe prepararse para lo peor. Lejos de alejar el peligro que sobre ella viene con sus vanos requiebros a las naciones, en plan de meretriz despreciada de todos, lo que hace es adelantar la hora de la angustia. El profeta la ve ya en situación casi desesperada de dolor, como la mujer en parto, con angustias de primeriza, invocando auxilio, extendiendo las manos (v.31). El grito de la hija de Sión (Jerusalén) es desesperado bajo los golpes del enemigo: desfallece mi alma ante los asesinos (v.31 c). Se ha consumado la tragedia, y Jerusalén ha sucumbido. El profeta anuncia con estas palabras trágicas la situación de la Ciudad Santa cuando, asediada por los soldados de Nabucodonosor, caiga definitivamente en el 586 a. C., desapareciendo como capital de la nación elegida.

1 El texto hebreo dice lit. serán en él bendecidos los pueblos y en él se gloriarán, por mantener materialmente la bendición del Génesis. Pero la acomodación parece exigir cambiar de persona. 2 Ose_10:12. 3 Cf. Deu_10:16; Lev_26:41. 4 Jesús hablará de la adoración de Dios en espíritu y en verdad (Jua_4:24), prometiendo la plenitud de la vida interior por el Espíritu (Jua_14:155). Gal_6:15 : Tanto la circuncisión como el prepucio no son nada, pues lo que importa es la criatura nueva. 5 Para el símil del saco como vestido de luto, cf. Isa_3:24; Isa_15:3; Joe_1:13; Miq_1:8. 6 El texto hebreo lee: y diré (Jeremías). Pero esto es increíble en labios del profeta que ha anunciado la desventura. Por otra parte, los LXX leen: y se dirá. El códice Alejandrino lee: dirán, que se adapta perfectamente al contexto, y por ello creemos que es la mejor lección. Así la Bible de Jérusalem y Gondamin. 7 Cf. Isa_27:8; Job_27:21. 8 Sobre la expresión la hija de mi pueblo, aplicable a la población de Jerusalén, cf. Isa_16:1; Isa_22:4; Lam_4:223. 9 Cf. Isa_5:28; Hab_1:8. 10 Cf. Jue 20,i; 1Sa_3:20. 11 Cf. Lam_1:20; Isa_16:11. 12 Cf. también Joe_2:10; Joe_3:15; Amo_8:9. 13 Cf. Isa_13:10; Joe_2:10; Sal_18:9-11. 14 Cf. Hab_3:10; Jue_5:5; Sal_114:4-6. 15 Cf. Exo_3:8. 16 Cf. Isa_6:13; Lam_10:21; Isa_11:11-15; Amo_9:8; Miq_2:12; Sof_3:13. 17 Cf. Jon3:4· 18 Cf. Jue_6:2; 1Sa_13:6. 19 Los LXX omiten desolada, que está en el TM. Teod. lee infeliz. 20 Cf. 2Re_9:30. Sobre el colirio como adorno de los ojos cf. Isa_45:11; Eze_23:40; 1Re_9:30.