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Lamentaciones.
Introducción.
1. Título y lugar en el canon.
En la versión de la Vulgata, al libro de Jeremías siguen estas Lamentaciones con el título de Threni, id est, Lamentationes lere-miae prophetae. Threni es la transcripción latina del èñÞíïé de los LXX, en el sentido de canto fúnebre o lamentación por la ruina de Jerusalén. En el Talmud se llama a estas composiciones fúnebres Qinot, palabra que no aparece en los manuscritos hebreos. En la Biblia hebrea se designa a estas composiciones poéticas fúnebres con el nombre de tekah que literalmente significa ¿Cómo? que es la primera palabra que abre la serie de las Lamentaciones, y que caracteriza el género elegiaco.
En el TM, las Lamentaciones están incluidas entre los Hagiógrafos o Megillót (lit. rollos), mientras que en las versiones de los LXX, Vg y Siríaca van a continuación de los escritos pro/éticos de Jeremías. Flavio Josefo las consideraba también como formando parte de los escritos de Jeremías 1. En las sinagogas se solían leer en el aniversario de la toma de Jerusalén por los babilonios (en el 9 de Ab: jul.-ag.), formando parte del duelo general que con ayunos se practicaba desde tiempos muy remotos por los judíos 2. Así, por razones de tipo litúrgico, las Lamentaciones fueron separadas del libro de Jeremías para unirlas a los Hagiógrafos, como Rut, Cantar de los Cantares, Eclesiastés y Ester, los cuales se leían, respectivamente, los días de Pentecostés, Pascua, Tabernáculos y Purim.
2. Contenido.
Este precioso libro poético-elegíaco consta de cinco cánticos, en los que se hace duelo por la destrucción del reino de Judá y, sobre todo, de la ciudad de Jerusalén por el ejército de Nabucodonosor en 586 a.C. 3 Sin pretender dar una exposición narrativa de hechos que da por conocidos, el autor de estos admirables cantos elegiacos desahoga su dolor a la vista de las ruinas humeantes de lo que era más querido a su alma de israelita fiel a la tradición. En sus efusiones íntimas alude a detalles que reflejan la situación triste del país y de la Ciudad Santa. Y, sobre todo, da un sentido teológico profundo a la catástrofe al decir que todo lo acontecido es en castigo de las transgresiones de Judá y de sus infidelidades para con Yahvé. Pero confía en la misericordia divina, y espera confiadamente que, después que pase la hora de la justicia, llegue la hora de la restauración; por eso en sus descripciones entremezcla constantemente súplicas ardientes por su pueblo, arruinado y disperso. De ahí que, más que un nexo lógico, existe un nexo psicológico en el desarrollo de las ideas, que suelen sucederse por asociación de escenas e imágenes que han impresionado particularmente al profeta. Son meditaciones dolorosas en las que predomina el sentimiento y el desahogo espontáneo, de forma que, mezcladas con súplicas por su pueblo, van imprecaciones para los enemigos que han causado tanta ruina y se alegran de la catástrofe.
Pudiéramos sintetizar el contenido ideológico de los cinco cánticos del modo siguiente:
1.Profundo dolor por la desolación total de la ciudad destruida (1:1 -22).
2.El verdadero autor de la catástrofe es Dios, porque en definitiva todo ha sido efecto de la intervención punitiva y vengadora de su justicia (2:1-22).
3.Con carácter más personal describe las tribulaciones y angustias de los justos (3:1-66).
4.El poeta detalla la triste suerte de las diversas categorías sociales, cargando la responsabilidad de la catástrofe a los dirigentes políticos del pueblo (4:1-22).
5.Con todo patetismo se describen las consecuencias de la toma de la ciudad, y, finalmente, se implora de la misericordia divina que acelere su restauración (5:1-22).
3. Forma poética.
Estas composiciones poéticas han sido redactadas según el metro llamado qinah o elegiaco, que se caracteriza por el empleo de versos con dos cadencias, que los que el segundo es más breve que el primero. Este metro aparece ya en composiciones muy antiguas de la Biblia, como en el canto de Débora y en la elegía de David sobre Saúl y Jonatán 5. Otra característica literaria de las Lamentaciones es que los cuatro primeros cánticos están compuestos según el orden alfabético. Así, cada uno de éstos tiene veintidós secciones, según el número del alefato hebreo. Los tres primeros están dispuestos en estrofas de tres versos, mientras que el cuarto en estrofas de dos.
En los cánticos primero, segundo y cuarto, la palabra inicial de cada estrofa comienza en su respectiva letra del alefato, mientras que en el cántico tercero la letra del alefato varía en cada verso de la estrofa. No obstante, respecto del carácter acróstico o alfabético de la composición tenemos que notar la anomalía de que en los cánticos segundo, tercero y cuarto, la letra phe precede al 'ain, lo que hasta ahora parece inexplicable. El quinto cántico no es acróstico, sino que únicamente consta de veintidós versos, conforme ai número de letras del alefato, pero sin orden alfabético en las iniciales de versos o estrofas 6.
Seguramente que este sistema artificial alfabético obedece a razones sisociales para facilitar la transmisión del texto en la memoria de los lectores u oyentes. No es un signo de decadencia literaria, como algunos autores modernos han querido insinuar, sino un procedimiento poético que sirve para revelar la ingeniosidad del autor, como otros procedimientos metrológicos de la poesía occidental, ahora despreciados porque coartan la libertad de expresión del poeta y porque parecen demasiado férreos y artificiales.
Característica literaria de estas admirables Lamentaciones es el estilo confidencial. Dios es interpelado e invocado, usando el pronombre de segunda persona, estableciéndose un íntimo coloquio entre el afligido, o comunidad dolorida, y Dios, que constituye el único objeto de confianza y esperanza. Por eso se prefiere el uso frecuente del pronombre en primera persona, para acentuar el carácter trágico del dolor y de la miseria, y de ahí, para mover a Dios a la misericordia. Esto contribuye a dar colorido, vivacidad y dramatismo al cántico. Otras características son la representación con imágenes atrevidas, que indican horror y peligro, de los enemigos, de la miseria. No faltan pensamientos de venganza y de consuelo.7 No debe, pues, buscarse un desarrollo sistemático de ideas, ya que lo sentimental prevalece en ellas sobre lo ideológico.
4. Autenticidad.
La tradición judía atribuye comúnmente las Lamentaciones al profeta Jeremías 8. En la versión de los LXX leemos el siguiente prólogo: Y sucedió después que Israel fue hecho cautivo, y Jerusalén devastada, que Jeremías se sentó a llorar y a lamentar con esta lamentación sobre Jerusalén, y dijo. En la Vg leemos un prólogo semejante 9. Por otra parte, sabemos que las Lamentaciones se ponían en el canon a continuación de los escritos de Jeremías 10. La tradición cristiana es unánime en este sentido, y sólo en el siglo XVIII se empezó a poner en duda la tesis jeremiana.
Los sostenedores de la autenticidad jeremiana de las Lamentaciones insisten en ciertas semejanzas de estilo entre éstas y los escritos de Jeremías. Así las expresiones virgen hija de Sión oprimida H, las lágrimas en las mejillas 12, cadena al cuello13, quejas contra los pecados de los sacerdotes y profetas 14, matanza de los propios hijos 15, pecados del pueblo 16, vana confianza en los aliados 17, tendencia a aludir al Deuteronomio 18. A esto se añade que parece necesario un testigo ocular de los hechos para describirlos con la viveza con que están las Lamentaciones, y nadie mejor que Jeremías para que, llevado de su profundo afecto a su pueblo, cantase la elegía sobre su ruina.
. En primer lugar se urge el hecho de por qué en la Biblia hebraica figuran entre los Hagiografos (o Ketubim), y 110 se insertaron en el libro de Jeremías, como formando una parte o apéndice del mismo. Por otra parte, extraña que no aparezca el nombre de Jeremías en el título de las Lamentaciones, lo que sería normal caso de que se reconociera su paternidad en los primeros tiempos que siguieron a su composición. Además, hay ciertas dificultades para atribuir a un mismo autor los cinco cánticos de las Lamentaciones. Así, en el primero, el orden de las letras que inician las estrofas es perfecto, mientras que en los cánticos segundo, tercero y cuarto, la phe viene antes del 'ain.
En 2:9 se dice de los profetas de Jerusalén que no han hallado visión de parte del Señor, lo que no es aplicable al propio Jeremías, que fue favorecido con tantas visiones y comunicaciones divinas. Y en 4:17 se dice de la esperada ayuda egipcia: se consumían nuestros ojos esperando vanamente el socorro, iban esperanzadas nuestras miradas hacia un pueblo que 110 pudo librarnos. Y sabemos que Jeremías fue siempre contrario a pedir ayuda a los egipcios 21. En 4:20 se alude al rey Sedecías: el que era nuestro aliento, el ungido de Yahvé, fue cogido en la trampa, aquel de quien decíamos: A su sombra viviremos entre las naciones. Y sabemos que Jeremías despreciaba a Sedecías por su ineptitud 22. Finalmente, los lexicólogos insisten en que la fraseología de Lam y Jer tiene más puntos de divergencia que de convergencia 23; y no faltan quienes ven coincidencias de lenguaje entre Lam y Ezequiel y otros escritos bíblicos 24. Por todas estas razones, hoy día muchos autores se inclinan por la tesis de que las Lamentaciones sólo en parte pueden atribuirse a Jeremías. Al menos los cánticos 1 y 5 parecen de época posterior al profeta 25.
5. Doctrina religiosa.
A través del lirismo de expresión y el sentimentalismo, característicos de estos bellísimos fragmentos poéticos, encontramos las grandes líneas teológicas proféticas. En los acontecimientos trágicos, el poeta sorprende los designios divinos sobre Judá pecador. Yahvé es el verdadero autor de la catástrofe, en cuanto que ha desencadenado su ira, largo tiempo contenida, sobre un pueblo que le ha sido infiel 26. La ruina de Jerusalén no es casual ni mera consecuencia de una mala política humana, sino que es la culminación de un proceso de alejamiento de la Ley divina. Yahvé es el que ha uiado a los enemigos de Judá para que sean instrumentos de su justicia, y ha descargado sobre una generación el castigo merecido por los pecados que se fueron acumulando a través de los siglos 27.
A pesar de la crisis terrible que esto representa para la nación judaica, el poeta tiene grandes esperanzas de restauración, y por ello ora confiadamente a su Dios 2S. Sabe que, si Yahvé es justo, es también misericordioso, y que, como llegó la hora del castigo, llegará la hora de la rehabilitación para Israel y del castigo para sus enemigos 29. El dolor es un medio de purificar a los individuos y a los pueblos 30; es la solución que encontramos en el libro de Job. Por ello, en estos admirables desahogos lírico-dramáticos hay un altísimo nivel espiritual, reflejo de un alma que vive de la fe y de la esperanza en Dios.
1 Cf. Flavio Josefo, Contra Apion. I 40. - 2 Cf. Jer 52:12-16. - 3 Según Flavio Josefo, el Targum y el mismo San Jerónimo, estas Lamentaciones fueron compuestas por Jeremías con motivo de la muerte del rey Josías en 609. Cf. Flavio Josefo, Ant. 10:5,i; Targum, com. a 4:20; San Jerónimo, Comm. in Zach. 12:11: PL 25:1515. - 4 Cf. Jue 5:2s. - 5 Cf. 2 Sam 1:195. - 6 En la Biblia conocemos otras composiciones alfabéticas. Así Sal 9; 10; 25; 34; 371 III; 112; 119; 145; Prov. 31:10-31; Nah 1:2-8. En el Sal_10:7-8 se da la inversión del phe y 'ain. - 7A. Ñåííá, Geremia 375. - 8 Flavio Josefo, Antiq. X 5:1; Targum, Baba bathra 153. - 9 Et factum est, postquam in captivitatem redactus est Israel, et lerusalem deserta est, sedit Teremias flens, et plnnxit lamentationc hac in lerusalem, et amaro animo suspirans, et eiulans, dixit. - 10 Cf. Orígenes, en Euseb., H. E. VI 25; San Epifanfo, Adv. haer. 8,6: PG 41:213; San Hilario, Pro/, in P.s. n.15: PL c.241; San Jerónimo, Pro/. G ale alus: PL 28,551. - 11 Lam 1:15; 2:13, y Jer 8:21s; 14:17. - 12 Lam 1:16; 2:11.18; 3:485, y Jer 9:1.18 (Vg.); 13:17; 14:17. - 13 Lam 1:14, y Jer 27:2. - 14 Lam 2:14; 4:135, y Jer 2:8; 5:31. - 15 Lam 2:20; 4:10, y Jer 19:9. - 16 Lam 1:5.8, y Jer 14:7; 16:10s. - 17 Lam 1:2.19, y Jer 2:18. - 18 Lam 1:3, y Deu_28:65; Lam 1:5, y Dt 28:44. - 19 Entre ellos, Budcle, Lóhr, Driver, Konig, Sellin, Streane, Pfeiffer. - 20 Así Goetsberger, Dennefeld, Notschcr y Clamen - 21 Cf. Jer 37:5-10. - 22 Cf. Jer 24:8-10. - 23 Cf. M. Lóiir, Der Sprachgebrauch des Buches der Klagelieder: Zatw 14 (1894) 31-50. - 24 Cf. Lam 1:1, e Is 47:85; 54:4; Lam 3:20, e Is 53:6; Lam 2:4, y Ez 24:16; Lam 4:11, y Ez 5:13; Lam 3:6, y Sal 143:3; Lam 3:24, y Sal 119:57. - 25 Cf. A. Penna, o.c., p.377.
Lamentaciones 5,1-22
5. Quinta Lamentación: Oración del Profeta.
Esta lamentación tiene unas características muy diferentes de las anteriores, ya que le falta el tono elegiaco, propio de aquéllas, y el metro alfabético; es más bien una plegaria con una descripción de la situación: el pueblo está sometido a una dominación extranjera, y el templo, desolado. El desastre de la nación es efecto de un castigo divino por las transgresiones que se acumularon a través de las generaciones. Se describen los sufrimientos del pueblo para mover a compasión a Yahvé. No hay indicios de rencor contra los enemigos. En este sentido, la plegaria tiene un elevado sentido espiritual. Algunos autores quieren ver en esta oración un reflejo de los tiempos calamitosos de la época de la persecución de Antíoco IV Epifanes en los tiempos de los Macabeos (s.11), pero en realidad no hay ninguna prueba definitiva que permita rebajar tanto la época de composición. Por otra parte, los tiempos ruinosos que siguieron a la destrucción por Nabucodonosor pueden bien dar pie a esta bellísima composición poética. La Vulgata la atribuye a Jeremías, pero su título, Oración de Jeremías, falta en el texto hebreo y griego. Sólo aparece en algunos códices griegos, siríacos y árabes. Parece, pues, una adición redaccional posterior. En la liturgia romana esta Oración de Jeremías constituye una de las piezas más emotivas de Semana Santa.
Invocación suplicante a Yahvé (1-3).
1 Acuérdate, joh Yahvé! de lo que nos ha sobrevenido; mira y contempla nuestro oprobio. 2 Nuestra heredad ha pasado a manos extrañas, nuestras casas a poder de desconocidos. 3 Somos como huérfanos, sin padre, y nuestras madres son como viudas.
Yahvé está enojado por los pecados de su pueblo, pero los sufrimientos pasados son tantos, que bien pueden calmar su ira justamente derramada. Debe tener, pues, presente la tristísima situación de su pueblo, convertido en objeto de oprobio y baldón para todos. La nación ha desaparecido como unidad política, y la tierra de Yahvé, la heredad recibida de los antepasados, ha pasado a manos extrañas. Los enemigos andan libres por el país. Los judíos se sienten extraños en su propia tierra, pues sus casas han pasado a poder de desconocidos. Se sienten huérfanos al ser privados de la protección divina, y las madres, separadas de sus maridos, deportados, son como viudas.
Situación económica precaria (4-10).
4 Bebemos de nuestra agua a precio de dinero y tenemos que comprar nuestra leña. 5 Somos perseguidos, llevamos yugo sobre la cerviz, estamos agotados, no hay para nosotros descanso. 6 Tendimos la mano a Egipto y a Asiría para saciarnos de pan. 7 Pecaron nuestros padres, y ya no existen; mas nosotros cargamos con sus iniquidades* 8 Esclavos señorean sobre nosotros, sin que haya quien nos libre de sus manos. 9 Con riesgo de nuestra vida vamos en busca de nuestro pan, afrontando la espada del desierto. 10 Nuestra piel abrasa como un horno por la fiebre del hambre.
Despojados de sus propiedades, los israelitas se ven obligados a pagar con dinero agua que en realidad les pertenece por derecho (v.4). La opresión del invasor es insoportable. La situación puede ser muy bien la inmediata a la destrucción de Jerusalén, cuando el pueblo que no había sido deportado se esforzaba por organizar su vida económica y social bajo la dirección del gobernador impuesto por los babilonios, Godolías 1. El profeta empieza a continuación a exponer teológicamente las causas de la gran catástrofe: Israel, en vez de buscar el auxilio divino, ha requerido la ayuda extranjera, unas veces en Egipto y otras en Asiría, los dos colosos que pugnaron siempre por dominar en el Próximo Oriente (v.6). Esto era desconfiar de Yahvé y exponerse a influencias religiosas extranjeras; por eso los profetas siempre se opusieron a estas relaciones políticas. El profeta reconoce este gran error de sus antepasados, pero, por otra parte, protesta por tener su generación que hacerse cargo con todas las culpas de sus padres. Jeremías había prometido que en adelante no se diría más nuestros padres comieron las agraces y nosotros sufrimos la dentera 2. Tanto él como Ezequiel se presentan ¡como los campeones del individualismo y de la responsabilidad personal 3.
Yahvé, pues, debe considerar que también la generación de la -desgracia tiene.derecho a algún alivio, ya que no fue peor que la anterior. Sin embargo, han llegado a una situación jamás soñada por sus antepasados. Los israelitas, que por su elección eran el pueblo de Dios, y, por tanto, señores de los otros pueblos, ahora se ven dominados por los que legítimamente debían ser sus esclavos (v.8); y no hay esperanza de salir de esta situación. La vida es un constante riesgo, ya que tienen que aventurarse en busca de pan, afrontando la espada del desierto, probable alusión a las razzias de los beduinos que merodeaban por los contornos del desierto de Judá y caían sobre los que, desprevenidos, caminaban por rutas extraviadas, buscando ayuda en pequeños oasis olvidados. Como consecuencia del hambre prolongada, han venido las enfermedades y la fiebre, a causa de la cual su piel abrasa como un horno.
Atropellos de los vencedores (11-14).
11 Violaron a las mujeres en Sión, a las vírgenes en las ciudades de Judá. 12 Colgaron de las manos a los príncipes y no respetaron la cara de los ancianos. 13 Los mancebos han sido puestos a la muela, y los niños se tambalean bajo la carga de leña. 14 Ya no van los ancianos a la puerta, ya no cantan los jóvenes.
Bellísima descripción de la opresión de los habitantes de Judá bajo el yugo enemigo. Ningún estrato social se ha visto libre del peso del invasor. Las mujeres son presa de la voluptuosidad de la soldadesca 4; es la secuela de todas las invasiones. Los príncipes han sido ahorcados, y los ancianos, tratados sin consideración. Los mancebos han sido puestos, como asnos, a mover la pesada muela, y sobre los niños se imponen cargas desproporcionadas. Además, ya no funcionan los tribunales o consejos de ancianos en la puerta, lugar tradicional de reunión de la ciudad 5.
Duelo general en la población vencida (15-18).
15 Huyó de nuestros corazones la alegría, nuestras danzas se han tornado en luto. 16 Cayó de nuestra cabeza la corona. ¡Ay de nosotros, que hemos pecado! 17 Por eso se angustia nuestro corazón, se nublan nuestros ojos, 18 porque el monte de Sión está asolado y por él se pasean las raposas.
Todo lo que constituía motivo de alegría ha desaparecido de la vida de la nación. Las tradicionales danzas de la juventud han dado paso al duelo general, y la humillación total es la consecuencia de la catástrofe: cayó de nuestra cabeza la corona. El pueblo israelita era el pueblo rey entre las naciones, pero ha perdido sus prerrogativas regias, castigado por su mismo Dios, y todo porque hemos pecado. La confesión es sincera y humilde. Y, sobre todo, la gran tragedia para todos es la asolación del monte de Sión, orgullo de la raza. Todo es un montón de ruinas, guarida de raposas. El templo, morada de Yahvé, se ha convertido en acervo informe de escombros.
Súplica angustiosa a Yahvé (19-22).
19 Mas tú, ¡oh Yahvé! reinas por siempre, y tu trono permanece por generaciones y generaciones. 20 ¿Por qué nos has de olvidar para siempre, nos has de abandonar por largo tiempo ? 21 Conviértenos a ti, ¡oh Yahvé! y nos convertiremos. Danos todavía días como los antiguos. 22 ¿Por qué nos has rechazado enteramente, te has irritado contra nosotros hasta el extremo?
La plegaria se abre con una doxología para captar la benevolencia divina. Dios es eterno e inmutable, en contraposición a los destinos de los pueblos. Por eso, la confianza del profeta es suma. Sabe que puede cambiar la trágica situación actual. Los pecados han sido muchos, y el castigo merecido; pero Israel es su pueblo elegido. ¿Cómo, pues, los va a olvidar para siempre? Por eso, en un supremo arranque, suplica a Yahvé que los restablezca como pueblo para después vivir vinculados a El: Conviértenos a ti, y nos convertiremos (v.21). Suplica la restauración nacional como en los tiempos gloriosos de la monarquía davídica: danos todavía días como los antiguos. La nueva teocracia debe distinguirse por una mayor fidelidad a Yahvé 6. Se trata, pues, en esta súplica del retorno de la nación como colectividad nacional a su estado primitivo, sin que esto excluya un retorno de los individuos como tales a Dios, centro de los corazones. Los teólogos se han basado, entre otros, en este texto para estructurar la teoría de las gracias prevenientes; no obstante, el contexto parece favorecer una súplica de rehabilitación de la nación judía, postrada como condición para después establecer una sociedad más vinculada a Yahvé. Así lo parece insinuar la segunda parte del v.21: danos todavía días como los antiguos; es decir, restaura nuestra nación en su plenitud política, como en tiempos anteriores, para favorecer la conversión de los corazones a Yahvé.
Y termina el profeta con una consideración que debe mover el corazón de Dios: Porque nos has rechazado enteramente, te has irritado contra nosotros hasta el extremo (v.22). La prueba ha sido demasiado dura, y ya es hora que llegue la misericordia divina. Algunos autores prefieren entender la frase en sentido interrogativo: ¿Nos vas a rechazar enteramente? ¿Te irritarás contra nosotros hasta el extremo? Lo que acentuaría el sentido de súplica del fragmento.
1 Cf. Jer-4:4s. 2 Cf.Jer31:2:9. 3 Cf. Eze_18:1. 4 Cf. Lam_3:51. 5 Cf. Amo_5:10; Amo_22:15; Zac_8:16; Pro_31:23. 6 Cf. Isa_1:21.26; Jer_2:2.