Ezequiel  14 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 23 versitos |
1 Vinieron a mí algunos de los ancianos de Israel y se sentaron delante de mí,
2 y me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:
3 Hijo de hombre, estas gentes llevan sus ídolos dentro de su corazón y miran con sus ojos el escándalo de su iniquidad. ¿Voy a dejarme consultar por ellos?
4 Habíales, por tanto, y diles: Así habla el Señor, Yahvé: A todos los de la casa de Israel que, llevando sus ídolos en su corazón y mirando con sus ojos el escándalo de su iniquidad, vinieron al profeta, les responderé yo mismo, Yahvé, hablándoles de la muchedumbre de sus ídolos,
5 para agarrar a la casa de Israel por su propio corazón, ya que por sus ídolos se aparta de mí.
6 Di, por tanto, a la casa de Israel: Así habla el Señor, Yahvé: Convertios y apartaos de vuestros ídolos y apartad la vista de vuestras abominaciones,
7 porque a quienquiera de la casa de Israel que de mí se apartare para poner en su corazón sus ídolos y sus ojos en el escándalo de su iniquidad, y viniera al profeta para preguntarle, le responderé yo, Yahvé, por mí mismo,
8 y pondré mi rostro contra él, y le haré portento y fábula, y le arrancaré de mi pueblo de Israel, y sabréis que yo soy Yahvé;"
9 y si el profeta se deja seducir y dice alguna cosa, seré yo, Yahvé, quien le habré seducido, y tenderé sobre él mi mano, y le exterminaré de en medio de mi pueblo, Israel.
10 Y llevarán sobre sí su maldad; según la maldad de quien pregunta, así será la maldad de quien responde."
11 Para que no yerre más la casa de Israel lejos de mí ni se contamine con todas sus abominaciones, y sean mi pueblo y yo sea su Dios, dice el Señor, Yahvé.
12 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:
13 Hijo de hombre, cuando, por haberse rebelado pérfidamente contra mí la tierra, tienda yo mi brazo contra ella, y la quebrante el sustento del pan, y mande sobre ella el hambre, y extermine en ella hombres y ,
14 aunque hubieran estado en ella estos tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos por su justicia salvarían su vida, dice el Señor Yahvé.
15 Y si invadiera esa tierra con bestias feroces para que la desolaran, sin que nadie por miedo a las fieras la atravesara,
16 si hubieran estado en ella esos tres varones, por mi vida, dice Yahvé, no hubieran salvado a sus hijos ni a sus hijas; ellos solos habrían escapado, y la tierra habría sido desolada."
17 Y si mando contra ella la espada y digo: Espada, recorre la tierra y extermina hombres y ,
18 aunque en medio de ella estuvieran aquellos tres varones, por mi vida, dice Yahvé, que no salvarían a sus hijos y a sus hijas; ellos solos se librarían."
19 O si mandare sobre esa tierra la peste contra ella, derramando mi ira contra él con sangre, para exterminar hombres y bestias,
20 aunque en medio de ella estuvieran Noé, Daniel y Job, por mi vida, dice Yahvé, no salvarían un hijo ni una hija; por su propia justicia escaparían ellos y salvarían la propia vida."
21 Pues así dice el Señor, Yahvé: ¡Cuánto más cuando desencadene yo contra Jerusalén esos cuatro azotes juntamente: la espada, el hambre, las bestias feroces y la peste, para exterminar en ella hombres y
22 Y, sin embargo, quedarán en ella algunos restos, hijos e hijas, que escaparán y saldrán fuera y vendrán con vosotros, y veréis su conducta y sus obras, y comprenderéis el mal que yo voy a hacer a Jerusalén y todo lo que voy a hacer contra ella.
23 Lo comprenderéis cuando veáis su conducta y sus obras, y reconoceréis que no sin razón hago yo cuanto hago, dice el Señor, Yahvé.

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Introducción a Ezequiel 

Times New Roman ;;;;

Ezequiel.
Introducción.

Vida del profeta.
Ezequiel (en hebreo Yejezque'el: Dios conforta) era de la clase sacerdotal , y fue llevado a Babilonia como cautivo en 598 a.C., juntamente con el rey Jeconías y parte de la aristocracia judaica. Según el mismo nos dice, moraba en una localidad llamada Tell-Abib, junto al río Kebar (o Naru Kabaru, de las inscripciones cuneiformes), al sur de Babilonia. Allí vivía con su esposa, participando de las penas de los exilados. En el año quinto de su cautividad (593), mientras se hallaba a orillas de dicho río, fue llamado misteriosamente al ministerio profético 2, que ejerció durante veintidós años. Su último escrito datado es del 572 a.C. (año 27 de su traslado a Babilonia). No sabemos cómo ni cuándo murió. Según una tradición antigua judaica, fue muerto por un juez1 del pueblo que había sido reprendido por el profeta 3.

Misión del profeta.
Como Jeremías tenía por misión predicar a los judíos de Palestina los caminos del Señor, anunciándoles los castigos y recriminándoles su pésima conducta de abandono de las vías del Señor, Ezequiel fue el hombre providencial que se ocupó de mantener viva la fe yahvista en el destierro de Babilonia. La situación era sumamente delicada, ya que los exilados, lejos de comprender el sentido de su destino en los planes de Dios - como castigo de sus pecados - , continuaban con su propensión a la idolatría. Acusaban a Yahvé de ser injusto con ellos al hacerles cargar con culpas de sus antepasados 4. Por otra parte, estaban seguros de que su exilio duraría muy poco tiempo, y, sobre todo, que Dios no permitiría la destrucción de Jerusalén y de su templo por los caldeos5. Ezequiel debía hacer frente a estas falsas concepciones, fustigar sus vicios, como la propensión a la idolatría, a los adulterios, perjurios y pecados contra la justicia social.
Sobre todo, como Jeremías en Jerusalén, predicaba contra la falsa confianza fetichista en el templo de Jerusalén como garantía de permanencia de la nación judaica. En la misión de Ezequiel tenemos que distinguir dos momentos o etapas: la anterior a la destrucción de la Ciudad Santa por los babilonios (587 a.C.), durante la cual tuvo que hacer frente a las falsas esperanzas de repatriación de los exilados, anunciándoles reiteradamente el colapso de la Ciudad Santa, y la etapa que siguió a la toma de Jerusalén por los caldeos. Se han cumplido sus profecías exterminadoras, y, ante la depresión colectiva nacional, empezó a predicar la resurrección de la nación, en una nueva teocracia ideal, en la que se cumplirían las íntimas aspiraciones individuales y colectivas de los descendientes de Abraham 6.
Basándose en numerosas alteraciones textuales, algunos autores han propuesto la tesis de que la predicación de Ezequiel, anterior a la destrucción de Jerusalén, tuvo por escenario Palestina, de forma que el profeta se dirigía, como Jeremías, a sus compatriotas que no habían sido llevados en la primera cautividad 7. Esta hipótesis, al principio deslumbradora e insinuante como solución a complejos problemas textuales del libro de Ezequiel, no parece en realidad que tenga muchos visos de objetividad histórica, ya que crea mayores problemas en relación a la vida y actividad literario-profética de Ezequiel, como veremos al tratar de la composición y datación de sus oráculos.

Ambiente histórico.
La situación política internacional de la época de Ezequiel es similar a la que hemos descrito en la introducción al libro de Jeremías. Después del colapso del imperio asirio en 612, en que tiene lugar la conquista de Nínive por Nabopolasar (625-605), caudillo babilonio, auxiliado por los medos, Egipto quiere conquistar la zona de influencia en las antiguas provincias conquistadas por Asiría; por ello, Necao II, en 609, sube, a través de Palestina y Siria, al encuentro de los ejércitos medo-babilónicos. Al pasar por Megiddo, junto al Carmelo, le sale al paso el rey Josías de Judá, que muere en el combate (609 a.C.); le sucedió su hijo Joacaz, pero éste fue depuesto por Necao II, que había establecido su cuartel general en Ribla, sobre el Orontes (Alta Siria). En su lugar colocó en el trono de Jerusalén al hijo de Josías, Eliaquim, al que cambió el nombre en Joaquim (609-598). Poco después el faraón fue vencido en Carquemis (606 a.C.) por las tropas acaudilladas por Nabucodonosor, hijo de Nabopolasar.
En 605 muere Nabopolasar, y su hijo le sucede en la dirección del nuevo imperio. Después de derrotar a los egipcios, Nabucodonosor hizo una incursión por Palestina (606-5). En el 603, el rey de Judá, Joaquim, confiado en Egipto, se insurreccionó contra el monarca caldeo, y éste se limitó de momento a enviar partidas de soldados que devastasen Judá. En 598 puso sitio formal a Jerusalén, durante cuyo asedio murió el rey Joaquim, y le sucedió su hijo Joaquín o Jeconías, el cual se rindió a los tres meses de reinado, siendo deportado con la aristocracia del país a Babilonia, y entre los cautivos estaba el propio Ezequiel. Las tropas caldeas saquearon el templo, llevándose los vasos sagrados.
El vencedor puso de rey en Jerusalén a Matanías, hijo de Josías, cambiándole el nombre en Sedecías (598-586). Al principio éste se mantuvo sumiso a Babilonia, pero por instigación del faraón Hofra se unió a una liga anticaldea organizada por Amón y Tiro. Las tropas de Nabucodonosor volvieron al asedio y tomaron la ciudad en julio-agosto de 586. La ciudad fue totalmente arrasada con su templo, y las fuerzas vivas de la población fueron deportadas, quedando sólo en el país los labriegos y peonaje. Sedecías, capturado por los babilonios, fue llevado a Ribla, donde delante de Nabucodonosor le sacaron los ojos después de asistir al asesinato de sus hijos. Después fue deportado. Con ello la catástrofe nacional del pueblo judío llegó a su colmo, y la crisis de la conciencia nacional fue el problema con que tuvieron que enfrentarse los profetas Jeremías en Palestina y Ezequiel en el exilio.

Contenido y estructura del libro.
Podemos dividirlo en tres partes bien netas. Después de una introducción en la que se relatan las circunstancias de la vocación profética del profeta (1:1-3:21), encontramos: a) una serie de oráculos contra Jerusalén y Judá (3:22-24:27); b) oráculos contra las naciones paganas (c.25-32), y c) promesas de restauración (c.33-48). Esta sistematización clara, lógica y aun cronológica de los escritos de Ezequiel ha llamado siempre la atención de los comentaristas, aunque recientemente los críticos han negado esta armoniosa estructura, ya que sorprenden muchas intercalaciones y desplazamientos que interrumpen el contexto 8. Con todo, la estructura lógica general y aun cronológica se mantiene, como se ve en el esquema siguiente:

Difisión del libro:
I. Oráculos anteriores a la destrucción de Jerusalén (58-6).
A) Introducción: Vocación del profeta (1:1-3:21).
B) Conminaciones contra Juda (3:22-24:27).
1.Anuncio del castigo sobre la Ciudad Santa (acciones simbólicas y oráculos: 3:22-7:27).
2.Visión de la idolatría en el templo. La gloria de Yahvé abandona la ciudad (8:1-11:25).
3.Vaticinios sobre la cautividad del rey y el pueblo. Juicio contra los falsos profetas, cortesanos y pecadores en general (12:1-23:40).
4.Epílogo: principio del cerco de Jerusalén.
C) Conminaciones contra las naciones paganas (25:1-32:32): Contra Amón, Moab, Edom, Filistea, Tiro, Sidón y Egipto.

II. Oráculos después de la destrucción de Jerusalén (586).
A) Preparación para la restauración (33:1-33). Invitación a la penitencia. La ruina, castigo por los pecados.
B) Vaticinios de restauración teocrática (34:1-39:29). Reunión de los dispersos israelitas. Devastación de Edom, renovación de la tierra de Israel. Repatriación del pueblo exilado. Desaparición de los enemigos de Israel.
C) Descripción del nuevo reino de Israel (40,1-48:35). El nuevo templo y su consagración. El nuevo culto, la nueva tierra de Canaán, su fertilidad y división 9.

Composición del libro y autenticidad.
El contenido literario de Ezequiel difiere bien de los libros de Amos, Oseas, Miqueas, Isaías y Jeremías. En éstos, lo esencial es el oráculo, o manifestación oral del profeta, puesta por escrito con todo su vigor e independencia. En el libro de Ezequiel, en cambio, parece que nos encontramos con un escritor que con estilo difuso y diluido va llenando páginas a base de descripciones de visiones y acciones simbólicas. Se le ha llamado profeta de gabinete, porque en sus escritos no está el oráculo conciso y nervioso de los antiguos profetas10, predominando la prosa deslavazada. Pero Ezequiel, más que escritor, es ante todo un predicador que dialoga con su auditorio y que realiza acciones simbólicas ante ellos 11. Bajo esta forma, es el más vivo, el más concreto de todos los profetas12. Pero debemos descubrir también al escritor que redacta sus oráculos para sus contemporáneos. Habla siempre en primera persona, y de hecho hay unidad sustancial de estilo en todos los escritos que se le atribuyen.
La tradición judaico-cristiana ha sostenido siempre la autenticidad de sus escritos, como obra del profeta del exilio, que trabajó en la formación del alma judía después de la catástrofe napional. Sin embargo, esto no quiere decir que el libro suyo, tal como hoy ha llegado a nosotros, sea obra redaccional definitiva del profeta. A pesar de un orden lógico general, hay, como hemos indicado, trastrueques y desajustes en el texto, y estas anomalías han dado lugar a teorías excéntricas respecto del origen del libro de Ezequiel. Así, hay quien adjudica al profeta del exilio sólo las partes poéticas, mientras que la masa prosaica sería obra de un redactor del siglo í 13. Incluso se ha supuesto que la redacción final del libro es del siglo ni a.C., obra de un anónimo que habría presentado los hechos como ocurridos en el siglo VII a.C. 14
Autores más moderados, como Herntrich y Bertholet, suponen que el libro de Ezequiel es de la época inmediata anterior o posterior a la caída de Jerusalén (597-6). El primero distingue dos autores, uno de los 39 primeros capítulos, que sería un profeta que vivió en Jerusalén en los años críticos que precedieron a la destrucción de la ciudad. Los c.40-48 serían, pues, obra de un redactor posterior a la época del exilio 15. El segundo cree que es Ezequiel el autor de todo el libro, pero que lo concerniente a la predicación anterior a la caída de Jerusalén fue escrito por él cuando habitaba en Palestina, mientras que los oráculos y escritos de restauración que siguieron a la destrucción de la Ciudad Santa fueron escritos por él mismo en Babilonia 16. Supone que Ezequiel es el autor sustancial, en cuanto que dejó resúmenes esquemáticos de sus profecías que fueron amplificados y publicados con su nombre por redactores posteriores que pertenecían a su escuela profética. Esta opinión ha sido aceptada por muchos autores aun católicos 17; pero, pasada la primera impresión de novedad, las cosas van volviendo a la tesis tradicional, ya que, si la nueva teoría parece dar razón del sentido de algunos textos, que parecen intercalaciones redaccionales posteriores, por otra parte, aplicada como tesis general al libro, crea mayores problemas de composición. Por ello creemos que es preferible mantener la posición tradicional, que considera a Ezequiel como autor de todo el libro (con ligeras excepciones) que lleva su nombre, y también es mejor suponer que el profeta desarrolló su ministerio desde el principio entre los exilados de Babilonia, como se desprende de sus oráculos y escritos.

Texto y versiones.
El texto hebreo masorético es muy deficiente y en muchos casos inservible. La versión griega de los LXX es, en general, literalista y parece estar basada en un texto hebreo anterior al TM. Por ello resulta muy útil para la reconstrucción de ciertas lecturas. En general, parece superior el texto de los LXX; sin embargo, también en la versión de los LXX hay omisiones y traducciones ininteligibles. Los papiros Chester Beatty (Ez 11-17) Y Scheide (Ez 19-39) han contribuido al estudio de la versión griega, pues datan del siglo II, y son, por tanto, anteriores a la Hexaplar de Orígenes. Sobre todo los papiros Scheide han servido para reivindicar muchas lecciones del TM. La versión de la Vg sigue en general al TM, mientras que la siro-hexaplar acepta muchas variantes de los LXX.

Índole literaria del libro de Ezequiel.
Característica del libro de Ezequiel es la abundancia de visiones: la cuadriga celeste de los querubes 18, los huesos secos 19, el nuevo templo 20, la fuente de aguas 21. Esto hace que su libro sea extremadamente misterioso y difícil de interpretar. Los autores no están concordes al calificar la objetividad de dichas visiones, pues mientras para unos esas fisiones son meras ficciones literarias en función de enseñanzas religiosas, para otros son fisiones reales representadas a su imaginación o a sus sentidos externos.
Otra característica del ministerio profético de Ezequiel es la de acciones simbólicas para representar plásticamente sus enseñanzas teológicas y sus oráculos conminatorios o de restauración. Así, por orden de Dios se encierra en su casa para significar el asedio de Jerusalén22, delinea el plano de la Ciudad Santa, acercando contra él planchas de hierro para simbolizar el próximo cerco por los babilonios 23; se corta los cabellos y los aventa para significar el destino de los exilados 24. También son frecuentes en los escritos de Ezequiel las parábolas o alegorías, como la de las dos hermanas meretrices25, la de la vid arrancada por el águila26, los dos cachorros 27, Oola y Ooliba 2S.
El estilo literario, en general, es prosaico e inferior al de Isaías y Jeremías. San Jerónimo lo define así: Sermo eius nec satis di-sertus nec admodum rusticus, sed ex utroque medie tempera-tus 29. Su propensión a lo visionario y alegórico hace que sea particularmente difícil su interpretación. Respecto de los c.40-49, en los que se habla de la estructura de la nueva teocracia, dice el mismo San Jerónimo: Scripturarum oceanum et mysteriorum Dei laby-rinthum 30. Llevado de la imaginación, el profeta traza idealmente los límites y organización del nuevo reino bajo la protección especial de Dios. Nos hallamos ya en el campo de la apocalíptica, donde lo nebuloso imaginario priva sobre lo racional concreto.
Esta propensión a lo visionario, simbólico y apocalíptico ha servido para que no pocos autores le hayan tachado de anormal y excéntrico, de forma que sus éxtasis y acciones extrañas provendrían de una naturaleza mórbida. Así, se le ha acusado de histérico, epiléptico, cataléptico y neurótico. En realidad, sus acciones simbólicas no son más extrañas que otras de los profetas anteriores, como Oseas, Jeremías y aun de Isaías 31. No debemos perder de vista que nos hallamos entre orientales, donde lo escénico tiene una importancia especial como medio de convencer. En concreto, Ezequiel nos dice de sí mismo que es un signo para la casa de Israel; de ahí que sus acciones simbólicas sean tan frecuentes, y desde luego tiene una mentalidad netamente simbolista. Por ello, a sus problemas familiares personales les da un sentido simbólico con proyección a la comunidad de exilados. Así, su mutismo32, la muerte de su esposa 33 y sus mismas enfermedades 34 tienen un mensaje para Israel. En este sentido podría comparársele a Oseas, cuya vida es una parábola en acción para sus compatriotas 35.

Doctrina teológica.
a) Atributos divinos. - La teología de Ezequiel sigue las líneas generales de sus predecesores, los profetas escritores, Amos, Isaías y Miqueas, pues destaca la universalidad, omnipotencia y justicia de Yahvé sobre todo. Su radio de acción no se limita a la tierra santa, sino que sigue a los deportados de Babilonia 36. Es el Señor único que está sobre todo poder. Los vivientes simbólicos que aparecen llevando el trono de su gloria son el símbolo del poder en los distintos reinos de la naturaleza: el león, el toro, el águila, en el reino animal, son los animales superiores, que en la mitología religiosa mesopotámica simbolizaban a determinadas divinidades. Ezequiel los pone a todos como escabel del Yahvé de los israelitas, que sigue amorosamente la suerte de sus exilados.
Es misericordioso y justo. Israel es su hijo predilecto 37, pero esta elección es totalmente gratuita, sin méritos por parte de aquél 38. Esto impone particulares deberes de gratitud y obediencia. Israel ha sido encontrada por Yahvé en el desierto como una expósita y ha sido elevada a la categoría de reina, esposa de Yahvé. En consecuencia, debía haber reconocido a su único Dios, pero ha pecado, separándose de Yahvé y yéndose tras los ídolos 39. Por eso, Yahvé, por su propia dignidad y santidad, debe castigarle, y el exilio es la pena merecida por las generaciones rebeldes que se han sucedido en Israel desde los tiempos de su instalación en Canaán 40.
b) Responsabilidad individual. - Una de las ideas nuevas en la teología de Ezequiel es la de la valoración del individuo como tal en sus relaciones para con Dios. Hasta entonces en la teología profética prevalecía la idea de la solidaridad, de forma que los componentes del pueblo israelita eran considerados más como ciudadanos de una colectividad que como individuos con derechos y deberes propios. Ante todo, los profetas consideran el destino de la nación como tal, porque la alianza del Sinaí ha sido hecha entre Dios y la nación41. En ese supuesto, las generaciones son solidarias en sus pecados y en sus méritos. Ciertamente que en el Deuteronomio se condena el castigo de los hijos por los pecados de sus padres, y viceversa42, y Jeremías se hizo eco de esta doctrina43, pero es Ezequiel el campeón y teorizante del individualismo44 en la tradición israelita. La catástrofe del 587 había tenido por efecto la pérdida de las ilusiones nacionales, y entonces la conciencia israelita se orientó más a los destinos e intereses del individuo como tal. Ezequiel se hace eco de este estado psicológico y formula el principio de la retribución individual estricta; los exilados se quejaban de que ellos estaban pagando por los pecados de sus antepasados. Esto parecía injusto, y es el profeta el que anuncia un nuevo estado de cosas: ¿Qué andáis repitiendo este proverbio. y decís: Los padres comieron las agraces y los hijos sufren la dentera? Por mi vida, dice Yahvé, que nunca más diréis este refrán. El alma que pecare, ésta morirá, y el hijo no llevará sobre sí la iniquidad del padre, ni el padre la del hijo; la justicia del justo será sobre él, y sobre él será la iniquidad del malvado45. Es sustancialmente la doctrina de Jeremías: En esos días ya no se dirá más: Nuestros padres comieron agraces, y los hijos sufrimos la dentera. Sino que cada uno morirá por su propia iniquidad: quien coma el agraz, ése sufrirá la dentera46.
Ezequiel insiste después en la justificación del pecador que se arrepiente de sus pecados y cambia de conducta: Todos los pecados que cometió no le serán recordados, y en la justicia que obró vivirá. ¿Quiero yo acaso la muerte del impío, dice Yahvé, y no más bien que se convierta de su mal camino y viva?47 Esta doctrina está muy por encima de la antigua, basada en la solidaridad. En el nuevo orden de cosas habrá ante todo justicia retributiva para cada individuo. Esta perspectiva, formulada así con toda valentía por Ezequiel, hará que se planteen en crudo la validez de las tesis tradicionales sobre la ecuación entre la virtud y el premio en esta vida.
Este examen del problema en la literatura sapiencial, sobre todo en Job, dará como fruto la formulación clara del principio de la retribución en ultratumba en el libro de la Sabiduría. Ezequiel no ha llegado a estas claridades, pero ha puesto las bases de la retribución individual en las relaciones de Dios con el hombre.
c) El mesianismo. - Sus ideas mesianicas adolecen de nacionalistas, ya que prevé la gloria de la nueva teocracia, vinculada a la restauración de Israel como nación. En sus idealizaciones sistemáticas y artificiales de la nueva era, piensa en Palestina como centro de la teocracia. Y en su falta de perspectiva histórica junta la próxima restauración después del destierro y la mesiánica definitiva. Al lado de estos anuncios mesiánicos colectivos, Ezequiel presenta vislumbres de un Mesías personal. En 17:22-24 habla de un retoño de un cedro (dinastía davídica) plantado en Sión, que se convertirá en un gran árbol bajo cuyas ramas se cobijarán los israelitas. En 34:23-31 se habla de un nuevo pastor, al que se identifica con David, el cual apacentará a su grey, que ha sido reunida por el propio Yahvé. Ese nuevo Pastor - como el rey David - será el lugarteniente de Yahvé: Yo seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellas (las ovejas). El profeta, pues, en estos vaticinios se sitúa en la línea de las profecías isaianas sobre el Emmanuel, en las que se anuncia un príncipe que inaugurará un reinado de paz y tranquilidad para los descendientes de Jacob. No hay alusiones universalistas, pero tampoco se refleja la idea de un rey despótico intransigente.
d) Ezequiel y el judaismo. - Se ha acusado a Ezequiel de haber sido el creador del alma judaica en sentido peyorativo, como expresión del hermetismo y exclusivismo que encontramos en la secta de los fariseos. En realidad, el profeta no ha hecho sino resaltar la conciencia de elección entre los exilados, para animarlos al cumplimiento de la Ley, cuya transgresión había traído la catástrofe nacional. Sin duda que, para hacer frente a las influencias religiosas babilónicas, Ezequiel - mentalidad esencialmente sacerdotal - urgió el cumplimiento de ciertas leyes rituales que fueran como un vallado defensivo. Los críticos independientes han querido deducir de esta preocupación levítica de Ezequiel que es el verdadero autor de toda la complicada legislación del Levítico. Pero un examen serio del problema hace ver que el profeta no sólo no es el autor de la legislación levítica, sino que muchas veces, al proclamar los principios que han de regir la nueva teocracia, contradice a determinadas leyes levíticas 48.

Ganonicidad del libro.
Según testimonio de San Jerónimo, los judíos no permitían la lectura del libro de Ezequiel antes de haber cumplido los treinta años49. Precisamente por cierta oposición entre la legislación de Ezequiel y la del Levítico, algunos rabinos se permitieron dudar de la canonicidad del libro de Ezequiel50. Pero de hecho fue recibido en el canon judaico sin dificultad. En el Eclo 49:8 se alaba a Ezequiel después de citar a Jeremías, y antes de los doce profetas menores. En el Í. Ô., el libro de Ezequiel no es citado expresamente, pero parece que hay alusiones51. En la Iglesia cristiana primitiva no ha habido dificultades especiales en la admisión de Ezequiel en el canon.

1 Ez 1:3. - 2 Ez 1:1-3:21. - 3 Así lo afirman el Pseudo-Epifanio, De vitis prophetarum g: PG 43:401, y San Isidoro De Sevilla, De ortu et obitu Patrum 39: PL 83:143; San Atanasio, Ór. de incarnatione Verbi 37: PG 25:160. - 4 Ez 18:2. 5 ez 24:21. - 6 Cf. Ez 37:1-28; 0.40-48. - 7 Esta tesis, propuesta primeramente por Herntrich y Bertholet, ha sido recientemente resucitada por P. Auvray, Le probléme historique du livre d'Ezechiel: RB 55 (1948) 503-19· - 8 He aquí algunos ejemplos de desplazamiento del texto: 3.16b-21 parece intercalado en el relato de la visión inaugural. Los versos del c.4 no siguen el orden debido. En los c.5.7 y 26 hay repeticiones y ampliaciones al texto original. Los v.8-17 del c.io son casi una repetición de 1:15-21, etc. Véase L. Dennefeld, o.c., p.462. - 9 Véase H. Hopfl-Miller-Meztinger, Introd. spec. in V. T. (Roma IQ4&) P·463 -465· - 10 P. Auvray, Ezechiel: La Sainte Bible de Jérusalem (París 1949) Ñ·9· - 11 Cf. Ez 12:9; 24:19; 33:10.17-20. - 12 id., ibid. - 13 Así G. Holscher, Der Dichter und das Buch: Bzatw 39 (1924)· - 14 C. Torrey, Pseudo-Ezekiel and the original prophecy (New Haven 1930). - 15 V. Herntrich, Ezekielprobleme: Bzatw 61 (1033). - 16 A. Bertholet, Hesekielprobleme: Mélanges F. Gumont (Bruselas 1936) p.517-523. - 17 Entre ellos el P. Dumeste: RB 46 (193?) 299, Y P. Auvray, Le probléme historique du livre d'Ezechiel: RB 55 (1948) 503-19. - 18 Ez 1:4-28; 10:1-22. - 19 Ez 37:1-28. - 20 Eze_40:1-43 :27. - 21 Ez 47:1-12. - 22 Ez 3:24-27. - 23 Ez4,is. - 24 Ez 5:4. - 25 Ez 16:1-63. - 26 Ez 17:1-24. - 27 Ez 19:1-9. - 28 Ez 23:1-49- - 29 San Jerónimo, Praef. in Ez.: PL 28:938 (995). - 30 id., Comm. in Ez., Prol. in librum 14: PL 25:448 (468). - 31 Cf. 1 Re 11:29-33; Is 20; Jer 13; 18; Os 0.1-3. - 32 Ez 3:26; 24:27; 33:22. - 33 Ez 24:15-24- - 34 Ez 4:4-17. - 35 Cf. Ose.i-3. - 36 Ez c.1-3. - 37 Ex 19:5; Ez 16:1-14. - 38 Ez 20,ss; Jer 2; 11:1-8. - 39 Ez 5:5-17; 16:15-34; 20. - 40 Ez 14:12-21; 17:1-21; cf. Jer 8:4-12; 16:10-17. - 41 Cf. Éxo_20:2. - 42 Cf. Dt 24:16; 2 Re 14:6. - 43 Jer 12:1; 31:29-30. - 44 P. Auvray, o.c., p.16. - 45 EZ 18:28. - 46 Jer 31:29-30. - 47 Ez 18:22-23.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Ezequiel  14,1-23

14. Exhortación a la conversión. Inutilidad de la Intercesión.
Representantes calificados de los exilados, conmovidos por las predicciones de Ezequiel, quisieron hacerle una consulta. No se dice de qué trataron, pero se puede colegir del contexto, por las manifestaciones del profeta. La consulta debió de versar sobre la posibilidad de la destrucción de Jerusalén: ¿Cómo Yahvé había de permitir que la Ciudad Santa fuera arruinada, habiendo tantos hombres justos en ella? La respuesta es tajante: la idolatría y rebeldía a Yahvé es la causa de la catástrofe, y es tanta la maldad que hay en Jerusalén, que, aunque intercedieran a favor de ella justos como Noé, Daniel y Job, Dios no oiría sus plegarias. Podemos dividir el capítulo en dos partes: a) exhortación a dejar las prácticas idolátricas (v.1-11); b) inutilidad de la intercesión (v.12-23).

Exhortación a la conversión (1-11).
1 Vinieron a mí algunos de los ancianos de Israel y se sentaron delante de mí, 2 y me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 3 Hijo de hombre, estas gentes llevan sus ídolos dentro de su corazón y miran con sus ojos el escándalo de su iniquidad. ¿Voy a dejarme consultar por ellos? 4 Habíales, por tanto, y diles: Así habla el Señor, Yahvé: A todos los de la casa de Israel que, llevando sus ídolos en su corazón y mirando con sus ojos el escándalo de su iniquidad, vinieron al profeta, les responderé yo mismo, Yahvé, hablándoles de la muchedumbre de sus ídolos, 5 para agarrar a la casa de Israel por su propio corazón, ya que por sus ídolos se aparta de mí. 6 Di, por tanto, a la casa de Israel: Así habla el Señor, Yahvé: Convertios y apartaos de vuestros ídolos y apartad la vista de vuestras abominaciones, 7 porque a quienquiera de la casa de Israel que de mí se apartare para poner en su corazón sus ídolos y sus ojos en el escándalo de su iniquidad, y viniera al profeta para preguntarle, le responderé yo, Yahvé, por mí mismo, 8 y pondré mi rostro contra él, y le haré portento y fábula, y le arrancaré de mi pueblo de Israel, y sabréis que yo soy Yahvé; 9 y si el profeta se deja seducir y dice alguna cosa, seré yo, Yahvé, quien le habré seducido, y tenderé sobre él mi mano, y le exterminaré de en medio de mi pueblo, Israel. 10 Y llevarán sobre sí su maldad; según la maldad de quien pregunta, así será la maldad de quien responde. n Para que no yerre más la casa de Israel lejos de mí ni se contamine con todas sus abominaciones, y sean mi pueblo y yo sea su Dios, dice el Señor, Yahvé.

Ante la presencia de los ancianos de Israel, o dirigentes de la población exilada israelita, habla Yahvé a Ezequiel en términos despectivos para los consultantes. Son gentes que llevan sus ídolos en su corazón (v.3), esto es, que tienen propensión a prácticas idolátricas, mirando, complacidos, con sus ojos lo que es ocasión de escándalo para ellos, en cuanto que son un incentivo hacia la iniquidad, u ocasión de pecado. Por estas razones, Yahvé 110 quiere ser consultado por ellos, ya que, por su depravada conducta, no merecen ser oídos: ¿Voy a dejarme yo consultar por ellos? (v.3). En su mentalidad sincretista, creían posible mantener un culto a Yahvé y otro a los ídolos paganos; pero Yahvé es celoso de su honor y no admite competidores; por eso quiere atraer el corazón de Israel humillándole, como primer paso hacia la conversión (v.5). Si no se apartan de sus abominaciones, o prácticas idolátricas, la respuesta de Yahvé será punitiva. El castigo será terrible, de forma que el israelita idólatra se convertirá, por obra de Yahvé, en portento y fábula (v.8) entre los gentiles; es decir, su castigo será proverbial entre los no israelitas, quizá los prosélitos adheridos paganos, sin duda existentes también entre los exilados del 598 l.
Por otra parte, si el profeta se deja seducir por las dádivas de los consultantes, dándoles las respuestas que desean, esto hubiera sido imputado a Yahvé, que la había seducido o inducido a hacer esas manifestaciones halagüeñas, lo que está contra las exigencias de la santidad y justicia divina. En la mentalidad semita, Dios invade con su acción la personalidad de tal forma, que lo que nosotros atribuimos a las causas segundas, ellos lo atribuían todo directamente al mismo Dios. Así, en 1Re_22:2oss se dice que Yahvé envió sobre los falsos profetas un espíritu de mentira, haciéndoles caer en la trampa. Son modos de hablar poco matizados. Nosotros distinguimos entre inducir y permitir, pero los hagiógrafos de mentalidad expresiva oriental prefieren las expresiones radicales y aun paradójicas, para llamar más la atención del lector. Aquí Dios amonesta por Ezequiel a los profetas que se prestan a dar respuestas a los consultantes sin que en ellas hable realmente Yahvé. ésto es intolerable; por eso, a esos falsos profetas los exterminará de su pueblo. Llevará el castigo correspondiente a la maldad del consultante, ya que, en vez de recriminarle su conducta idolátrica, le ha hecho caso, comprometiendo así el buen nombre de Dios (v.10). La intransigencia de Yahvé en este punto no tiene otra finalidad sino evitar que Israel se contamine con todas sus abominaciones (v.11), llegando a ser su pueblo, y El realmente su Dios 2.

Inutilidad de la intercesión por Jerusalén (12-23).
12 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 13 Hijo de hombre, cuando, por haberse rebelado pérfidamente contra mí la tierra, tienda yo mi brazo contra ella, y la quebrante el sustento del pan, y mande sobre ella el hambre, y extermine en ella hombres y animales, 14 aunque hubieran estado en ella estos tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos por su justicia salvarían su vida, dice el Señor Yahvé. 15 Y si invadiera esa tierra con bestias feroces para que la desolaran, sin que nadie por miedo a las fieras la atravesara, 16 si hubieran estado en ella esos tres varones, por mi vida, dice Yahvé, no hubieran salvado a sus hijos ni a sus hijas; ellos solos habrían escapado, y la tierra habría sido desolada. 17 Y si mando contra ella la espada y digo: Espada, recorre la tierra y extermina hombres y animales, 18 aunque en medio de ella estuvieran aquellos tres varones, por mi vida, dice Yahvé, que no salvarían a sus hijos y a sus hijas; ellos solos se librarían. 19 O si mandare sobre esa tierra la peste contra ella, derramando mi ira contra él con sangre, para exterminar hombres y bestias, 20 aunque en medio de ella estuvieran Noé, Daniel y Job, por mi vida, dice Yahvé, no salvarían un hijo ni una hija; por su propia justicia escaparían ellos y salvarían la propia vida. 21 Pues así dice el Señor, Yahvé: ¡Cuánto más cuando desencadene yo contra Jerusalén esos cuatro azotes juntamente: la espada, el hambre, las bestias feroces y la peste, para exterminar en ella hombres y animales 22 Y, sin embargo, quedarán en ella algunos restos, hijos e hijas, que escaparán y saldrán fuera y vendrán con vosotros, y veréis su conducta y sus obras, y comprenderéis el mal que yo voy a hacer a Jerusalén y todo lo que voy a hacer contra ella. 23 Lo comprenderéis cuando veáis su conducta y sus obras, y reconoceréis que no sin razón hago yo cuanto hago, dice el Señor, Yahvé.

El profeta quiere quitar toda ilusión de salvación para Jerusalén. Los exilados tienen vanas esperanzas de que la Ciudad Santa, al fin, no caiga en manos de los babilonios, pero no conocen los designios de Dios. Jerusalén ha colmado la medida de la iniquidad, y por eso no servirán para salvarla las buenas obras de los justos que en ella habitan. Esta tesis es reiteradamente demostrada en esta sección, ya que, para más resaltarla, presenta a tres justos legendarios incapaces por sus buenas obras de aplacar la justicia divina. A los tres flagelos tradicionales (el hambre, la espada y la peste) se añade la de una invasión de fieras salvajes. Sólo se salvarían los tres justos, sin que sus buenas obras fueran capaces de salvar a sus propios hijos e hijas (v.15). Las cosas han llegado a tal grado de maldad, que Dios suspende el principio de la solidaridad. Según la tesis tradicional, el bien o mal de un individuo redunda en beneficio o perjuicio de los demás parientes o conciudadanos 3. Los semitas, oriundos de organizaciones tribales, tenían muy metido dentro el principio de la solidaridad e interdependencia dentro de la tribu. La sangre era el gran lazo que los unía. La vida nómada del desierto los hacía cerrarse en su propia parentela como única defensa. Fuera de la tribu, todo era hostilidad; de ahí la necesidad de la venganza de la sangre como regla de subsistencia contra toda incursión enemiga.
Este sentimiento de solidaridad en la sangre era aplicado tambien a la comunidad religiosa. Israel, en concreto, formaba una sociedad religiosa especial, basada en un pacto colectivo. De ahí que al israelita en la época anterior al exilio se le considere más como miembro de una nación que como persona con su responsabilidad personal. La idea de la nación como colectividad, lanzada hacia la plena manifestación de los tiempos mesiánicos, absorbía toda otra posible consideración. Quizá en esto hay que buscar la razón de por qué el problema del más allá no aparezca planteado claramente hasta los libros sapienciales de la época helenística. Con la catástrofe nacional cayeron los ídolos colectivos y se avivaron los problemas personales, y uno de ellos es el de la retribución personal. Jeremías anunciaba que, en la era mesiánica, cada uno sería hijo de sus obras, de forma que no tendría valor el proverbio los padres comieron las agraces y los hijos sufrieron la dentera.4 Y Ezequiel es el gran campeón del individualismo, como veremos en los capítulos siguientes.
En el texto que comentamos no se quiere negar el poder intercesor de los justos, lo que aparece claramente enseñado en otros pasajes de la Sagrada Escritura, sino que se quiere destacar la culpabilidad de Jerusalén. Dios está ya cansado de perdonar a Jerusalén, pues su capacidad de misericordia está como rebasada, y por eso, aunque los mayores justos estuvieran en ella, como Noé, Daniel y Job, no les atendería por exigencias de su justicia; las frases son hiperbólicas, y hay que entenderlas en el contexto sólo como expresión de la gran maldad de la Ciudad Santa. Es la idea principal del capítulo. En el v.22 se afirma que se salvarán algunos, lo que ya es una restricción a la idea de total exterminación de los habitantes de Jerusalén. La mención de los tres personajes se debe a que en la tradición popular figuraban como modelo de virtud. Pero es extraña esta unión de personajes de épocas tan dispares. Recientemente se ha escrito mucho sobre la posible identificación de este Daniel con el Danel, héroe mítico de Fenicia, desenterrado en las excavaciones de Ras Shamra (la antigua Ugarit), en la frontera del Líbano y Siria5. Son textos del siglo xv-xiv a.C., que narran leyendas más antiguas. Por otra parte, en Eze_28:3 se menciona al gran sabio llamado Daniel. Hay autores que sostienen que el Danel mítico sea una deformación del Daniel histórico. Filológicamente, el Daniel de Ezequiel y el Daniel de los textos de Ugarit pueden identificarse; por otra parte, como uno de los nombrados por Ezequiel (Job) no es israelita, no tiene de particular que ponga como modelo de virtud a uno extrañó a Israel.

1 Sobre los prosélitos paganos cf. Lev_17:8.10.13; Exo_12:19; Exo_20:10; Exo_23:12; Lev_18:26; Lev_18:20, Lev_18:2; Lev_22:18. 2 Cf. Eze_11:20. 3 Sobre el principio de solidaridad véase Gen_12:7; ? i?i-i4; 22,i6s; Ex 33,ü Num_32:2; Deu_34:4; 2 Sarn 7:8-16; 23:5. 4 Cf. Jer_31:29; Ez 18,is; Deu_24:16. 5 Cf. R. Dussaud, Les découvertes de Ras Shamra (Ugarit) et l'Ancien Testament (París 1937) p.129; ch. Virolleaud, La légende phénicienne de Danel (París 1936) p.242; R. De Lanche; *Les textes de Ras Shamra et leurs rapports a la histoire des origines du peuple hebreu: Ephemerídes Theologiae Lovanienses, ô 6 (÷939) 245-327; R. De Vaux, Les textes de Ras Shamra et l'Ancien Testament: Rev. Bibl., 46 (193?) 526-555; P. Joüon, Trois norns de personnages bibliques a la lamiere des textes d'Ugarit (Ras Shamra): trch, ysskr, dril: Bi 19 (1938) 283-285; G. A. Barton, Danel, a Pre-Israelite Hero of Galüee: Memorial La-grange (1940) 29-37. Véase el resumen de los argumentos sobre la cuestión en Spadafora, Ezechicle p.ii7. 6 Cf. Isa_5:1-4; Ose_10:1; Jer_2:21; Sal_80:9-18.