Ezequiel  21 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 37 versitos |
1 Y fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:
2 Hijo de hombre, vuélvete de cara hacia el sur y derrama la palabra sobre el mediodía. Profetiza contra el bosque del campo del Negueb,
3 y di al bosque del Negueb: Oye la palabra de Yahvé: Así dice el Señor, Yahvé: Voy a encender en ti un fuego que devorará todos los árboles, los verdes y los secos. No se apagarán las abrasadoras llamas hasta no quemar todo rastro del mediodía al septentrión,
4 y verá toda carne que yo soy Yahvé, quien lo encendió. No se apagará.
5 Dije yo: ¡Oh Señor, Yahvé! Mira que éstos me dicen: ¿No es éste un trovador de parábolas?
6 Y me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:
7 Hijo de hombre, vuélvete de cara a Jerusalén y derrama tu palabra sobre sus santuarios. Profetiza contra la tierra de Israel
8 y di a la tierra de Israel: Así dice el Señor, Yahvé: Heme aquí contra ti; voy a desenvainar mi espada y a exterminar en ti al justo y al impío,"
9 pues para eso saldrá mi espada de la vaina contra toda carne, desde el mediodía hasta el septentrión,
10 y sabrá toda carne que yo soy Yahvé, que he desenvainado mi espada y no volverá a la vaina,
11 y tú, hijo de hombre, gime con quebranto de ríñones y amargura, gime a la vista suya.
12 Y cuando te digan: ¿Por qué gimes? diles: Por una noticia que, cuando llegue, se derretirá todo corazón, desmayarán todas las manos, todas las almas se consternarán y todas las rodillas se disolverán como agua. Ya viene, ya se cumple, dice el Señor, Yahvé.
13 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:
14 Hijo de hombre, profetiza y di: Así habla el Señor, Yahvé: Di: ¡La espada! ¡La espada! Está afilada y bruñida.
15 Afilada para degollar, bruñida para fulgurar como el rayo.
16 La he hecho bruñir para blandiría, hícela afilar y bruñir para ponerla en manos de un degollador.
17 Grita y gime, hijo de hombre, porque viene sobre mi pueblo, sobre todos los príncipes de Israel. Caen a la espada juntamente con mi pueblo. ¡Hiere, pues, tus muslos!
18 Porque es una prueba, y ¿qué si el cetro menospreciador no existe? oráculo del Señor, Yahvé.
19 Tú, pues, hijo de hombre, profetiza batiendo una palma contra otra. Se duplicará la espada, se triplicará; es la espada de la matanza, la espada de la gran matanza que los amenaza."
20 Para que se encojan los corazones i y se multiplique el estrago, sobre todas sus puertas he puesto el espanto de la espada. ¡Ah! ¡Bruñida para fulgurar, afilada para degollar!
21 Taja a derecha, raja a izquierda, adondequiera que te vuelvas.
22 Y también batiré yo palmas, y desfogaré mi ira. Yo, Yahvé, he hablado.
23 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:
24 Tú, hijo de hombre, traza dos caminos para la espada del rey de Babilonia, que salgan ambos de la misma tierra, y pon una señal al comienzo de cada camino que indique la ciudad adonde va.
25 Traza un camino por donde vaya la espada a Rabat de los hijos de Amón, y otro por donde vaya a Judá, a la ciudad fuerte de Jerusalén.
26 Porque el rey de Babilonia se ha parado en el cruce de donde parten los dos caminos para consultar, augurando por el lanzamiento de las flechas, por la pregunta a los “terafim,” por el examen de las entrañas.
27 El augurio ha señalado la derecha, Jerusalén, para dar la orden de ataque, lanzar los gritos de guerra, alzar arietes contra sus puertas, levantar terraplén y hacer vallado.
28 Para ellos, éstos son presagios vanos, pues ha habido juramentos solemnes; pero él se acuerda de su iniquidad, y serán cogidos en el lazo."
29 Por tanto, así dice el Señor, Yahvé: Por haber traído a la memoria vuestra iniquidad, poniendo al descubierto vuestras traiciones y vuestros pecados en todas vuestras acciones, puesto que os jactáis, seréis entregados a su mano.
30 Y tú, infame, impío, príncipe de Israel, llegó tu día, el término del tiempo de la iniquidad.
31 Así dice Yahvé: ¡Fuera tiara! ¡Fuera corona! Eso no será más. Será ensalzado lo humilde y humillado lo alto.
32 ¡Ruina, ruina! ¡A ruina las reduciré! y no serán más mientras no venga aquel a quien de derecho pertenecen, y a él se las daré.
33 Y tú, hijo de hombre, profetiza y di: Así habla el Señor, Yahvé, de los hijos de Arnón y de su oprobio. Di, pues: ¡La espada! Desenvainada está la espada para degollar, bruñida para consumir, para fulgurar,
34 para hacerla caer sobre el cuello de los más inmundos de los impíos, mientras te profetizan vanidad y te adivinan mentiras. Llegó su día en el tiempo de la consumación de la iniquidad.
35 ¿La volveré a la vaina? Yo te juzgaré en la tierra donde te criaste, en la tierra donde has vivido.
36 Derramaré sobre ti mi furor, soplaré contra ti el fuego de mi ira, y te entregaré en manos de hombres despiadados, artífices de la destrucción.
37 Serás pasto del fuego, se empapará la tierra de tu sangre y se perderá tu memoria, porque yo, Yahvé, lo digo.

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Introducción a Ezequiel 

Times New Roman ;;;;

Ezequiel.
Introducción.

Vida del profeta.
Ezequiel (en hebreo Yejezque'el: Dios conforta) era de la clase sacerdotal , y fue llevado a Babilonia como cautivo en 598 a.C., juntamente con el rey Jeconías y parte de la aristocracia judaica. Según el mismo nos dice, moraba en una localidad llamada Tell-Abib, junto al río Kebar (o Naru Kabaru, de las inscripciones cuneiformes), al sur de Babilonia. Allí vivía con su esposa, participando de las penas de los exilados. En el año quinto de su cautividad (593), mientras se hallaba a orillas de dicho río, fue llamado misteriosamente al ministerio profético 2, que ejerció durante veintidós años. Su último escrito datado es del 572 a.C. (año 27 de su traslado a Babilonia). No sabemos cómo ni cuándo murió. Según una tradición antigua judaica, fue muerto por un juez1 del pueblo que había sido reprendido por el profeta 3.

Misión del profeta.
Como Jeremías tenía por misión predicar a los judíos de Palestina los caminos del Señor, anunciándoles los castigos y recriminándoles su pésima conducta de abandono de las vías del Señor, Ezequiel fue el hombre providencial que se ocupó de mantener viva la fe yahvista en el destierro de Babilonia. La situación era sumamente delicada, ya que los exilados, lejos de comprender el sentido de su destino en los planes de Dios - como castigo de sus pecados - , continuaban con su propensión a la idolatría. Acusaban a Yahvé de ser injusto con ellos al hacerles cargar con culpas de sus antepasados 4. Por otra parte, estaban seguros de que su exilio duraría muy poco tiempo, y, sobre todo, que Dios no permitiría la destrucción de Jerusalén y de su templo por los caldeos5. Ezequiel debía hacer frente a estas falsas concepciones, fustigar sus vicios, como la propensión a la idolatría, a los adulterios, perjurios y pecados contra la justicia social.
Sobre todo, como Jeremías en Jerusalén, predicaba contra la falsa confianza fetichista en el templo de Jerusalén como garantía de permanencia de la nación judaica. En la misión de Ezequiel tenemos que distinguir dos momentos o etapas: la anterior a la destrucción de la Ciudad Santa por los babilonios (587 a.C.), durante la cual tuvo que hacer frente a las falsas esperanzas de repatriación de los exilados, anunciándoles reiteradamente el colapso de la Ciudad Santa, y la etapa que siguió a la toma de Jerusalén por los caldeos. Se han cumplido sus profecías exterminadoras, y, ante la depresión colectiva nacional, empezó a predicar la resurrección de la nación, en una nueva teocracia ideal, en la que se cumplirían las íntimas aspiraciones individuales y colectivas de los descendientes de Abraham 6.
Basándose en numerosas alteraciones textuales, algunos autores han propuesto la tesis de que la predicación de Ezequiel, anterior a la destrucción de Jerusalén, tuvo por escenario Palestina, de forma que el profeta se dirigía, como Jeremías, a sus compatriotas que no habían sido llevados en la primera cautividad 7. Esta hipótesis, al principio deslumbradora e insinuante como solución a complejos problemas textuales del libro de Ezequiel, no parece en realidad que tenga muchos visos de objetividad histórica, ya que crea mayores problemas en relación a la vida y actividad literario-profética de Ezequiel, como veremos al tratar de la composición y datación de sus oráculos.

Ambiente histórico.
La situación política internacional de la época de Ezequiel es similar a la que hemos descrito en la introducción al libro de Jeremías. Después del colapso del imperio asirio en 612, en que tiene lugar la conquista de Nínive por Nabopolasar (625-605), caudillo babilonio, auxiliado por los medos, Egipto quiere conquistar la zona de influencia en las antiguas provincias conquistadas por Asiría; por ello, Necao II, en 609, sube, a través de Palestina y Siria, al encuentro de los ejércitos medo-babilónicos. Al pasar por Megiddo, junto al Carmelo, le sale al paso el rey Josías de Judá, que muere en el combate (609 a.C.); le sucedió su hijo Joacaz, pero éste fue depuesto por Necao II, que había establecido su cuartel general en Ribla, sobre el Orontes (Alta Siria). En su lugar colocó en el trono de Jerusalén al hijo de Josías, Eliaquim, al que cambió el nombre en Joaquim (609-598). Poco después el faraón fue vencido en Carquemis (606 a.C.) por las tropas acaudilladas por Nabucodonosor, hijo de Nabopolasar.
En 605 muere Nabopolasar, y su hijo le sucede en la dirección del nuevo imperio. Después de derrotar a los egipcios, Nabucodonosor hizo una incursión por Palestina (606-5). En el 603, el rey de Judá, Joaquim, confiado en Egipto, se insurreccionó contra el monarca caldeo, y éste se limitó de momento a enviar partidas de soldados que devastasen Judá. En 598 puso sitio formal a Jerusalén, durante cuyo asedio murió el rey Joaquim, y le sucedió su hijo Joaquín o Jeconías, el cual se rindió a los tres meses de reinado, siendo deportado con la aristocracia del país a Babilonia, y entre los cautivos estaba el propio Ezequiel. Las tropas caldeas saquearon el templo, llevándose los vasos sagrados.
El vencedor puso de rey en Jerusalén a Matanías, hijo de Josías, cambiándole el nombre en Sedecías (598-586). Al principio éste se mantuvo sumiso a Babilonia, pero por instigación del faraón Hofra se unió a una liga anticaldea organizada por Amón y Tiro. Las tropas de Nabucodonosor volvieron al asedio y tomaron la ciudad en julio-agosto de 586. La ciudad fue totalmente arrasada con su templo, y las fuerzas vivas de la población fueron deportadas, quedando sólo en el país los labriegos y peonaje. Sedecías, capturado por los babilonios, fue llevado a Ribla, donde delante de Nabucodonosor le sacaron los ojos después de asistir al asesinato de sus hijos. Después fue deportado. Con ello la catástrofe nacional del pueblo judío llegó a su colmo, y la crisis de la conciencia nacional fue el problema con que tuvieron que enfrentarse los profetas Jeremías en Palestina y Ezequiel en el exilio.

Contenido y estructura del libro.
Podemos dividirlo en tres partes bien netas. Después de una introducción en la que se relatan las circunstancias de la vocación profética del profeta (1:1-3:21), encontramos: a) una serie de oráculos contra Jerusalén y Judá (3:22-24:27); b) oráculos contra las naciones paganas (c.25-32), y c) promesas de restauración (c.33-48). Esta sistematización clara, lógica y aun cronológica de los escritos de Ezequiel ha llamado siempre la atención de los comentaristas, aunque recientemente los críticos han negado esta armoniosa estructura, ya que sorprenden muchas intercalaciones y desplazamientos que interrumpen el contexto 8. Con todo, la estructura lógica general y aun cronológica se mantiene, como se ve en el esquema siguiente:

Difisión del libro:
I. Oráculos anteriores a la destrucción de Jerusalén (58-6).
A) Introducción: Vocación del profeta (1:1-3:21).
B) Conminaciones contra Juda (3:22-24:27).
1.Anuncio del castigo sobre la Ciudad Santa (acciones simbólicas y oráculos: 3:22-7:27).
2.Visión de la idolatría en el templo. La gloria de Yahvé abandona la ciudad (8:1-11:25).
3.Vaticinios sobre la cautividad del rey y el pueblo. Juicio contra los falsos profetas, cortesanos y pecadores en general (12:1-23:40).
4.Epílogo: principio del cerco de Jerusalén.
C) Conminaciones contra las naciones paganas (25:1-32:32): Contra Amón, Moab, Edom, Filistea, Tiro, Sidón y Egipto.

II. Oráculos después de la destrucción de Jerusalén (586).
A) Preparación para la restauración (33:1-33). Invitación a la penitencia. La ruina, castigo por los pecados.
B) Vaticinios de restauración teocrática (34:1-39:29). Reunión de los dispersos israelitas. Devastación de Edom, renovación de la tierra de Israel. Repatriación del pueblo exilado. Desaparición de los enemigos de Israel.
C) Descripción del nuevo reino de Israel (40,1-48:35). El nuevo templo y su consagración. El nuevo culto, la nueva tierra de Canaán, su fertilidad y división 9.

Composición del libro y autenticidad.
El contenido literario de Ezequiel difiere bien de los libros de Amos, Oseas, Miqueas, Isaías y Jeremías. En éstos, lo esencial es el oráculo, o manifestación oral del profeta, puesta por escrito con todo su vigor e independencia. En el libro de Ezequiel, en cambio, parece que nos encontramos con un escritor que con estilo difuso y diluido va llenando páginas a base de descripciones de visiones y acciones simbólicas. Se le ha llamado profeta de gabinete, porque en sus escritos no está el oráculo conciso y nervioso de los antiguos profetas10, predominando la prosa deslavazada. Pero Ezequiel, más que escritor, es ante todo un predicador que dialoga con su auditorio y que realiza acciones simbólicas ante ellos 11. Bajo esta forma, es el más vivo, el más concreto de todos los profetas12. Pero debemos descubrir también al escritor que redacta sus oráculos para sus contemporáneos. Habla siempre en primera persona, y de hecho hay unidad sustancial de estilo en todos los escritos que se le atribuyen.
La tradición judaico-cristiana ha sostenido siempre la autenticidad de sus escritos, como obra del profeta del exilio, que trabajó en la formación del alma judía después de la catástrofe napional. Sin embargo, esto no quiere decir que el libro suyo, tal como hoy ha llegado a nosotros, sea obra redaccional definitiva del profeta. A pesar de un orden lógico general, hay, como hemos indicado, trastrueques y desajustes en el texto, y estas anomalías han dado lugar a teorías excéntricas respecto del origen del libro de Ezequiel. Así, hay quien adjudica al profeta del exilio sólo las partes poéticas, mientras que la masa prosaica sería obra de un redactor del siglo í 13. Incluso se ha supuesto que la redacción final del libro es del siglo ni a.C., obra de un anónimo que habría presentado los hechos como ocurridos en el siglo VII a.C. 14
Autores más moderados, como Herntrich y Bertholet, suponen que el libro de Ezequiel es de la época inmediata anterior o posterior a la caída de Jerusalén (597-6). El primero distingue dos autores, uno de los 39 primeros capítulos, que sería un profeta que vivió en Jerusalén en los años críticos que precedieron a la destrucción de la ciudad. Los c.40-48 serían, pues, obra de un redactor posterior a la época del exilio 15. El segundo cree que es Ezequiel el autor de todo el libro, pero que lo concerniente a la predicación anterior a la caída de Jerusalén fue escrito por él cuando habitaba en Palestina, mientras que los oráculos y escritos de restauración que siguieron a la destrucción de la Ciudad Santa fueron escritos por él mismo en Babilonia 16. Supone que Ezequiel es el autor sustancial, en cuanto que dejó resúmenes esquemáticos de sus profecías que fueron amplificados y publicados con su nombre por redactores posteriores que pertenecían a su escuela profética. Esta opinión ha sido aceptada por muchos autores aun católicos 17; pero, pasada la primera impresión de novedad, las cosas van volviendo a la tesis tradicional, ya que, si la nueva teoría parece dar razón del sentido de algunos textos, que parecen intercalaciones redaccionales posteriores, por otra parte, aplicada como tesis general al libro, crea mayores problemas de composición. Por ello creemos que es preferible mantener la posición tradicional, que considera a Ezequiel como autor de todo el libro (con ligeras excepciones) que lleva su nombre, y también es mejor suponer que el profeta desarrolló su ministerio desde el principio entre los exilados de Babilonia, como se desprende de sus oráculos y escritos.

Texto y versiones.
El texto hebreo masorético es muy deficiente y en muchos casos inservible. La versión griega de los LXX es, en general, literalista y parece estar basada en un texto hebreo anterior al TM. Por ello resulta muy útil para la reconstrucción de ciertas lecturas. En general, parece superior el texto de los LXX; sin embargo, también en la versión de los LXX hay omisiones y traducciones ininteligibles. Los papiros Chester Beatty (Ez 11-17) Y Scheide (Ez 19-39) han contribuido al estudio de la versión griega, pues datan del siglo II, y son, por tanto, anteriores a la Hexaplar de Orígenes. Sobre todo los papiros Scheide han servido para reivindicar muchas lecciones del TM. La versión de la Vg sigue en general al TM, mientras que la siro-hexaplar acepta muchas variantes de los LXX.

Índole literaria del libro de Ezequiel.
Característica del libro de Ezequiel es la abundancia de visiones: la cuadriga celeste de los querubes 18, los huesos secos 19, el nuevo templo 20, la fuente de aguas 21. Esto hace que su libro sea extremadamente misterioso y difícil de interpretar. Los autores no están concordes al calificar la objetividad de dichas visiones, pues mientras para unos esas fisiones son meras ficciones literarias en función de enseñanzas religiosas, para otros son fisiones reales representadas a su imaginación o a sus sentidos externos.
Otra característica del ministerio profético de Ezequiel es la de acciones simbólicas para representar plásticamente sus enseñanzas teológicas y sus oráculos conminatorios o de restauración. Así, por orden de Dios se encierra en su casa para significar el asedio de Jerusalén22, delinea el plano de la Ciudad Santa, acercando contra él planchas de hierro para simbolizar el próximo cerco por los babilonios 23; se corta los cabellos y los aventa para significar el destino de los exilados 24. También son frecuentes en los escritos de Ezequiel las parábolas o alegorías, como la de las dos hermanas meretrices25, la de la vid arrancada por el águila26, los dos cachorros 27, Oola y Ooliba 2S.
El estilo literario, en general, es prosaico e inferior al de Isaías y Jeremías. San Jerónimo lo define así: Sermo eius nec satis di-sertus nec admodum rusticus, sed ex utroque medie tempera-tus 29. Su propensión a lo visionario y alegórico hace que sea particularmente difícil su interpretación. Respecto de los c.40-49, en los que se habla de la estructura de la nueva teocracia, dice el mismo San Jerónimo: Scripturarum oceanum et mysteriorum Dei laby-rinthum 30. Llevado de la imaginación, el profeta traza idealmente los límites y organización del nuevo reino bajo la protección especial de Dios. Nos hallamos ya en el campo de la apocalíptica, donde lo nebuloso imaginario priva sobre lo racional concreto.
Esta propensión a lo visionario, simbólico y apocalíptico ha servido para que no pocos autores le hayan tachado de anormal y excéntrico, de forma que sus éxtasis y acciones extrañas provendrían de una naturaleza mórbida. Así, se le ha acusado de histérico, epiléptico, cataléptico y neurótico. En realidad, sus acciones simbólicas no son más extrañas que otras de los profetas anteriores, como Oseas, Jeremías y aun de Isaías 31. No debemos perder de vista que nos hallamos entre orientales, donde lo escénico tiene una importancia especial como medio de convencer. En concreto, Ezequiel nos dice de sí mismo que es un signo para la casa de Israel; de ahí que sus acciones simbólicas sean tan frecuentes, y desde luego tiene una mentalidad netamente simbolista. Por ello, a sus problemas familiares personales les da un sentido simbólico con proyección a la comunidad de exilados. Así, su mutismo32, la muerte de su esposa 33 y sus mismas enfermedades 34 tienen un mensaje para Israel. En este sentido podría comparársele a Oseas, cuya vida es una parábola en acción para sus compatriotas 35.

Doctrina teológica.
a) Atributos divinos. - La teología de Ezequiel sigue las líneas generales de sus predecesores, los profetas escritores, Amos, Isaías y Miqueas, pues destaca la universalidad, omnipotencia y justicia de Yahvé sobre todo. Su radio de acción no se limita a la tierra santa, sino que sigue a los deportados de Babilonia 36. Es el Señor único que está sobre todo poder. Los vivientes simbólicos que aparecen llevando el trono de su gloria son el símbolo del poder en los distintos reinos de la naturaleza: el león, el toro, el águila, en el reino animal, son los animales superiores, que en la mitología religiosa mesopotámica simbolizaban a determinadas divinidades. Ezequiel los pone a todos como escabel del Yahvé de los israelitas, que sigue amorosamente la suerte de sus exilados.
Es misericordioso y justo. Israel es su hijo predilecto 37, pero esta elección es totalmente gratuita, sin méritos por parte de aquél 38. Esto impone particulares deberes de gratitud y obediencia. Israel ha sido encontrada por Yahvé en el desierto como una expósita y ha sido elevada a la categoría de reina, esposa de Yahvé. En consecuencia, debía haber reconocido a su único Dios, pero ha pecado, separándose de Yahvé y yéndose tras los ídolos 39. Por eso, Yahvé, por su propia dignidad y santidad, debe castigarle, y el exilio es la pena merecida por las generaciones rebeldes que se han sucedido en Israel desde los tiempos de su instalación en Canaán 40.
b) Responsabilidad individual. - Una de las ideas nuevas en la teología de Ezequiel es la de la valoración del individuo como tal en sus relaciones para con Dios. Hasta entonces en la teología profética prevalecía la idea de la solidaridad, de forma que los componentes del pueblo israelita eran considerados más como ciudadanos de una colectividad que como individuos con derechos y deberes propios. Ante todo, los profetas consideran el destino de la nación como tal, porque la alianza del Sinaí ha sido hecha entre Dios y la nación41. En ese supuesto, las generaciones son solidarias en sus pecados y en sus méritos. Ciertamente que en el Deuteronomio se condena el castigo de los hijos por los pecados de sus padres, y viceversa42, y Jeremías se hizo eco de esta doctrina43, pero es Ezequiel el campeón y teorizante del individualismo44 en la tradición israelita. La catástrofe del 587 había tenido por efecto la pérdida de las ilusiones nacionales, y entonces la conciencia israelita se orientó más a los destinos e intereses del individuo como tal. Ezequiel se hace eco de este estado psicológico y formula el principio de la retribución individual estricta; los exilados se quejaban de que ellos estaban pagando por los pecados de sus antepasados. Esto parecía injusto, y es el profeta el que anuncia un nuevo estado de cosas: ¿Qué andáis repitiendo este proverbio. y decís: Los padres comieron las agraces y los hijos sufren la dentera? Por mi vida, dice Yahvé, que nunca más diréis este refrán. El alma que pecare, ésta morirá, y el hijo no llevará sobre sí la iniquidad del padre, ni el padre la del hijo; la justicia del justo será sobre él, y sobre él será la iniquidad del malvado45. Es sustancialmente la doctrina de Jeremías: En esos días ya no se dirá más: Nuestros padres comieron agraces, y los hijos sufrimos la dentera. Sino que cada uno morirá por su propia iniquidad: quien coma el agraz, ése sufrirá la dentera46.
Ezequiel insiste después en la justificación del pecador que se arrepiente de sus pecados y cambia de conducta: Todos los pecados que cometió no le serán recordados, y en la justicia que obró vivirá. ¿Quiero yo acaso la muerte del impío, dice Yahvé, y no más bien que se convierta de su mal camino y viva?47 Esta doctrina está muy por encima de la antigua, basada en la solidaridad. En el nuevo orden de cosas habrá ante todo justicia retributiva para cada individuo. Esta perspectiva, formulada así con toda valentía por Ezequiel, hará que se planteen en crudo la validez de las tesis tradicionales sobre la ecuación entre la virtud y el premio en esta vida.
Este examen del problema en la literatura sapiencial, sobre todo en Job, dará como fruto la formulación clara del principio de la retribución en ultratumba en el libro de la Sabiduría. Ezequiel no ha llegado a estas claridades, pero ha puesto las bases de la retribución individual en las relaciones de Dios con el hombre.
c) El mesianismo. - Sus ideas mesianicas adolecen de nacionalistas, ya que prevé la gloria de la nueva teocracia, vinculada a la restauración de Israel como nación. En sus idealizaciones sistemáticas y artificiales de la nueva era, piensa en Palestina como centro de la teocracia. Y en su falta de perspectiva histórica junta la próxima restauración después del destierro y la mesiánica definitiva. Al lado de estos anuncios mesiánicos colectivos, Ezequiel presenta vislumbres de un Mesías personal. En 17:22-24 habla de un retoño de un cedro (dinastía davídica) plantado en Sión, que se convertirá en un gran árbol bajo cuyas ramas se cobijarán los israelitas. En 34:23-31 se habla de un nuevo pastor, al que se identifica con David, el cual apacentará a su grey, que ha sido reunida por el propio Yahvé. Ese nuevo Pastor - como el rey David - será el lugarteniente de Yahvé: Yo seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellas (las ovejas). El profeta, pues, en estos vaticinios se sitúa en la línea de las profecías isaianas sobre el Emmanuel, en las que se anuncia un príncipe que inaugurará un reinado de paz y tranquilidad para los descendientes de Jacob. No hay alusiones universalistas, pero tampoco se refleja la idea de un rey despótico intransigente.
d) Ezequiel y el judaismo. - Se ha acusado a Ezequiel de haber sido el creador del alma judaica en sentido peyorativo, como expresión del hermetismo y exclusivismo que encontramos en la secta de los fariseos. En realidad, el profeta no ha hecho sino resaltar la conciencia de elección entre los exilados, para animarlos al cumplimiento de la Ley, cuya transgresión había traído la catástrofe nacional. Sin duda que, para hacer frente a las influencias religiosas babilónicas, Ezequiel - mentalidad esencialmente sacerdotal - urgió el cumplimiento de ciertas leyes rituales que fueran como un vallado defensivo. Los críticos independientes han querido deducir de esta preocupación levítica de Ezequiel que es el verdadero autor de toda la complicada legislación del Levítico. Pero un examen serio del problema hace ver que el profeta no sólo no es el autor de la legislación levítica, sino que muchas veces, al proclamar los principios que han de regir la nueva teocracia, contradice a determinadas leyes levíticas 48.

Ganonicidad del libro.
Según testimonio de San Jerónimo, los judíos no permitían la lectura del libro de Ezequiel antes de haber cumplido los treinta años49. Precisamente por cierta oposición entre la legislación de Ezequiel y la del Levítico, algunos rabinos se permitieron dudar de la canonicidad del libro de Ezequiel50. Pero de hecho fue recibido en el canon judaico sin dificultad. En el Eclo 49:8 se alaba a Ezequiel después de citar a Jeremías, y antes de los doce profetas menores. En el Í. Ô., el libro de Ezequiel no es citado expresamente, pero parece que hay alusiones51. En la Iglesia cristiana primitiva no ha habido dificultades especiales en la admisión de Ezequiel en el canon.

1 Ez 1:3. - 2 Ez 1:1-3:21. - 3 Así lo afirman el Pseudo-Epifanio, De vitis prophetarum g: PG 43:401, y San Isidoro De Sevilla, De ortu et obitu Patrum 39: PL 83:143; San Atanasio, Ór. de incarnatione Verbi 37: PG 25:160. - 4 Ez 18:2. 5 ez 24:21. - 6 Cf. Ez 37:1-28; 0.40-48. - 7 Esta tesis, propuesta primeramente por Herntrich y Bertholet, ha sido recientemente resucitada por P. Auvray, Le probléme historique du livre d'Ezechiel: RB 55 (1948) 503-19· - 8 He aquí algunos ejemplos de desplazamiento del texto: 3.16b-21 parece intercalado en el relato de la visión inaugural. Los versos del c.4 no siguen el orden debido. En los c.5.7 y 26 hay repeticiones y ampliaciones al texto original. Los v.8-17 del c.io son casi una repetición de 1:15-21, etc. Véase L. Dennefeld, o.c., p.462. - 9 Véase H. Hopfl-Miller-Meztinger, Introd. spec. in V. T. (Roma IQ4&) P·463 -465· - 10 P. Auvray, Ezechiel: La Sainte Bible de Jérusalem (París 1949) Ñ·9· - 11 Cf. Ez 12:9; 24:19; 33:10.17-20. - 12 id., ibid. - 13 Así G. Holscher, Der Dichter und das Buch: Bzatw 39 (1924)· - 14 C. Torrey, Pseudo-Ezekiel and the original prophecy (New Haven 1930). - 15 V. Herntrich, Ezekielprobleme: Bzatw 61 (1033). - 16 A. Bertholet, Hesekielprobleme: Mélanges F. Gumont (Bruselas 1936) p.517-523. - 17 Entre ellos el P. Dumeste: RB 46 (193?) 299, Y P. Auvray, Le probléme historique du livre d'Ezechiel: RB 55 (1948) 503-19. - 18 Ez 1:4-28; 10:1-22. - 19 Ez 37:1-28. - 20 Eze_40:1-43 :27. - 21 Ez 47:1-12. - 22 Ez 3:24-27. - 23 Ez4,is. - 24 Ez 5:4. - 25 Ez 16:1-63. - 26 Ez 17:1-24. - 27 Ez 19:1-9. - 28 Ez 23:1-49- - 29 San Jerónimo, Praef. in Ez.: PL 28:938 (995). - 30 id., Comm. in Ez., Prol. in librum 14: PL 25:448 (468). - 31 Cf. 1 Re 11:29-33; Is 20; Jer 13; 18; Os 0.1-3. - 32 Ez 3:26; 24:27; 33:22. - 33 Ez 24:15-24- - 34 Ez 4:4-17. - 35 Cf. Ose.i-3. - 36 Ez c.1-3. - 37 Ex 19:5; Ez 16:1-14. - 38 Ez 20,ss; Jer 2; 11:1-8. - 39 Ez 5:5-17; 16:15-34; 20. - 40 Ez 14:12-21; 17:1-21; cf. Jer 8:4-12; 16:10-17. - 41 Cf. Éxo_20:2. - 42 Cf. Dt 24:16; 2 Re 14:6. - 43 Jer 12:1; 31:29-30. - 44 P. Auvray, o.c., p.16. - 45 EZ 18:28. - 46 Jer 31:29-30. - 47 Ez 18:22-23.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Ezequiel  21,1-32

21. La Espada Vengadora De Yahvé.
Este capítulo ha sido denominado el canto de la espada. En los v.1-4, el profeta anuncia un fuego devorador que consumirá a Judá y a Jerusalén l. A continuación presenta a Nabucodonosor con la espada en la mano, blandiéndola, contra el norte primero, contra la coalición siro-efraimita, y después, contra Jerusalén, abatiéndose, finalmente, sobre Amón.

El fuego devorador sobre Judá (1-5).
1 45 Y fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 46 Hijo de hombre, vuélvete de cara hacia el sur y derrama la palabra sobre el mediodía. Profetiza contra el bosque del campo del Negueb, 3 47 y di al bosque del Negueb: Oye la palabra de Yahvé: Así dice el Señor, Yahvé: Voy a encender en ti un fuego que devorará todos los árboles, los verdes y los secos. No se apagarán las abrasadoras llamas hasta no quemar todo rastro del mediodía al septentrión, 4 48 y verá toda carne que yo soy Yahvé, quien lo encendió. No se apagará. 5 49 Dije yo: ¡Oh Señor, Yahvé! Mira que éstos me dicen: ¿No es éste un trovador de parábolas?

El profeta recibe la orden de volverse hacia el sur (v.2), es decir, hacia Palestina, en el supuesto de que el vaticinador esté en Babilonia, y para ir a Palestina tiene que bordear el norte siró-fenicio por la ruta caravanera tradicional. Aquí Ezequiel debe, en dirección de Palestina, lanzar su palabra hacia el mediodía 2. El bosque del campo del Negueb indica la región esteparia del sur palestinense. La palabra bosque aquí está insertada literariamente para jugar mejor con la idea de gran incendio que asolará la región. La comparación de la destrucción de una nación a una selva devorada por las llamas no es rara en la Biblia 3. El profeta destaca aquí que es el mismo Yahvé quien envía el fuego devastador. La desolación será total, la verá toda carne. Ese fuego encendido por Yahvé no se apagara. La frase tiene un valor absoluto que no ha de tomarse a la letra. Aquí lo que se quiere destacar son las grandes proporciones del incendio, en este caso la ruina del reino de Judá. De hecho, Jerusalén fue pasto de las llamas en su totalidad, y podemos suponer que las llamas del terrible incendio provocado por los soldados de Nabucodonosor duraron días y aun semanas ante los ojos curiosos y atónitos de los pueblos vecinos de Judá, testigos de la intervención justiciera de Yahvé, Dios de Israel. Los oyentes de Ezequiel, al oír sus predicciones, se preguntan irónicamente: ¿No es éste un trovador de parábolas? (v.5). No pueden creer que Dios permita la destrucción de la Ciudad Santa, y creen que el profeta habla en enigmas, o parábolas, de cosas que no están a su alcance. La frase del auditorio es despectiva y sarcástica; para ellos, Ezequiel no está en sus cabales.

La espada vengadora de Yahvé (6-12).
6 Y me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 7 Hijo de hombre, vuélvete de cara a Jerusalén y derrama tu palabra sobre sus santuarios. Profetiza contra la tierra de Israel 8 y di a la tierra de Israel: Así dice el Señor, Yahvé: Heme aquí contra ti; voy a desenvainar mi espada y a exterminar en ti al justo y al impío, 9 pues para eso saldrá mi espada de la vaina contra toda carne, desde el mediodía hasta el septentrión, 10 y sabrá toda carne que yo soy Yahvé, que he desenvainado mi espada y no volverá a la vaina, 11y tú, hijo de hombre, gime con quebranto de ríñones y amargura, gime a la vista suya. 12Y cuando te digan: ¿Por qué gimes? diles: Por una noticia que, cuando llegue, se derretirá todo corazón, desmayarán todas las manos, todas las almas se consternarán y todas las rodillas se disolverán como agua. Ya viene, ya se cumple, dice el Señor, Yahvé.

Puesto que los interlocutores de Ezequiel se hacían sordos y no querían entender la parábola del incendio del bosque, ahora el profeta va a hablar más claro. En nombre de Dios se pone cara a Jerusalén para profetizar sobre sus santuarios. El bosque de que hablaba antes es Jerusalén, y el incendio es la espada que siembra la muerte por doquier. La devastación será general y en ella perecerán el justo y el injusto (v.8). En 9,8, el profeta se escandalizaba de que Yahvé exterminara a todo Israel, sin distinción de buenos o malos. Aquí, para destacar el carácter general de la destrucción, dice que afectará a todos. En efecto, la catástrofe nacional del 586 cayó indistintamente sobre justos y pecadores. Para que hubiera una justa discriminación hubiera sido necesaria una intervención milagrosa de Dios. Los profetas pre-exílicos hablaban de un resto que se salvaría en las catástrofes para constituir el núcleo de resurrección nacional. De hecho sabemos que el fuego sagrado del yahvismo no se apagó, y se salvó precisamente en ese reducido número de justos que en todos los momentos críticos de la nación fueron reservados por Yahvé. En este caso, el profeta quiere fijarse sólo en las proporciones de la devastación.

El canto de la espada (13-22).
13 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 14 Hijo de hombre, profetiza y di: Así habla el Señor, Yahvé: Di: ¡La espada! ¡La espada! Está afilada y bruñida. 15 Afilada para degollar, bruñida para fulgurar como el rayo. 16 La he hecho bruñir para blandiría, hícela afilar y bruñir para ponerla en manos de un degollador. 17 Grita y gime, hijo de hombre, porque viene sobre mi pueblo, sobre todos los príncipes de Israel. Caen a la espada juntamente con mi pueblo. ¡Hiere, pues, tus muslos! 18 Porque es una prueba, y ¿qué si el cetro menospreciador no existe? oráculo del Señor, Yahvé 4. 19 Tú, pues, hijo de hombre, profetiza batiendo una palma contra otra. Se duplicará la espada, se triplicará; es la espada de la matanza, la espada de la gran matanza que los amenaza. 20 Para que se encojan los corazones i y se multiplique el estrago, sobre todas sus puertas he puesto el espanto de la espada. ¡Ah! ¡Bruñida para fulgurar, afilada para degollar! 21Taja a derecha, raja a izquierda, adondequiera que te vuelvas. 22Y también batiré yo palmas, y desfogaré mi ira. Yo, Yahvé, he hablado.

En este bellísimo poema, entrecortado de emoción, el profeta describe dramáticamente la intervención sangrienta de Nabucodonosor, el degollador escogido por Yahvé para castigar a su pueblo. Es el anuncio de la campaña de cerco sobre Jerusalén, iniciada en 588 a.C. Ezequiel canta la intervención de la espada vengadora de Yahvé en manos del instrumento de su justicia, el rey de Babilonia; y en este sentido apostrofa al final a la espada para que cumpla fielmente su cometido, ya que es obra de Yahvé (v.22).
El estilo es nervioso y entrecortado, como si el profeta asistiese al desarrollo del terrible drama doloroso de su pueblo en su momento decisivo. El degollador (Nabucodonosor) blande la espada, haciéndola fulgurar como el rayo sobre el pueblo de Judá y sobre los príncipes de Israel (v.17).
El espectáculo de horror es tal, que se invita al profeta a dar signos de duelo y desesperación: hiere tus muslos (v.17) 5. Es la gran tragedia psicológica de los profetas: de un lado deben alegrarse del cumplimiento de la voluntad divina castigando a su pueblo, y de otro deben participar del dolor de sus compatriotas. Todo lo que constituía las fuerzas vivas de la nación es presa de la espada. Sin embargo, el profeta debe seguir profetizando la ruina batiendo una palma contra otra (v.19), e.d., mostrando su alegría por el cumplimiento de la voluntad de Dios. La exterminación es total: se duplicará la espada, se triplicara (v.19); y el mismo profeta anima al degollador: ¡Raja a derecha, raja a izquierda! (v.21); es la obra exterminadora de Yahvé, que personalmente aplaude: también yo batiré palmas. (v.22). En toda esta fraseología debemos ver siempre el genio oriental, propenso a la exageración y a la frase radical para recalcar la idea fundamental de la justicia vengadora de Dios, purificando a su pueblo por la guerra para después hacerle sentir la nostalgia de los días de amistad con El.

Nabucodonosor se dirige contra Jerusalén (23-32).
23 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 24 Tú, hijo de hombre, traza dos caminos para la espada del rey de Babilonia, que salgan ambos de la misma tierra, y pon una señal al comienzo de cada camino que indique la ciudad adonde va. 25 Traza un camino por donde vaya la espada a Rabat de los hijos de Amón, y otro por donde vaya a Judá, a la ciudad fuerte de Jerusalén. 26 Porque el rey de Babilonia se ha parado en el cruce de donde parten los dos caminos para consultar, augurando por el lanzamiento de las flechas, por la pregunta a los terafim, por el examen de las entrañas. 27 El augurio ha señalado la derecha, Jerusalén, para dar la orden de ataque, lanzar los gritos de guerra, alzar arietes contra sus puertas, levantar terraplén y hacer vallado. 28 Para ellos, éstos son presagios vanos, pues ha habido juramentos solemnes; pero él se acuerda de su iniquidad, y serán cogidos en el lazo. 29 Por tanto, así dice el Señor, Yahvé: Por haber traído a la memoria vuestra iniquidad, poniendo al descubierto vuestras traiciones y vuestros pecados en todas vuestras acciones, puesto que os jactáis, seréis entregados a su mano. 30 Y tú, infame, impío, príncipe de Israel, llegó tu día, el término del tiempo de la iniquidad. 31 Así dice Yahvé: ¡Fuera tiara! ¡Fuera corona! Eso no será más. Será ensalzado lo humilde y humillado lo alto. 32 ¡Ruina, ruina! ¡A ruina las reduciré! y no serán más mientras no venga aquel a quien de derecho pertenecen, y a él se las daré.

Por medio de una acción simbólica, Ezequiel presenta ya en marcha al rey de Babilonia, deteniéndose en una encrucijada de caminos, pues duda sí ir primero a Jerusalén o a Rabat-Amón, en TransJordania. La suerte decide su marcha hacia la capital de Judá. Nabucodonosor tenía su cuartel general en Ribla (Alta Siria). Así, pues, cuando se encamina hacia Palestina, viene del norte. Ezequiel, para dramatizar la situación, recibe la orden divina de trazar dos caminos para la espada del rey de Babilonia (v.23). Quizá para ello se sirvió de una tableta de arcilla, como cuando diseñó el plano de Jerusalén a la vista de los exilados6. Debe señalar la dirección de las dos vías, una a Jerusalén y otra a Rabat-Amón, la actual Aman, en TransJordania. Nabucodonosor queda perplejo sobre el camino a seguir, y lo decide por flechas (v.26); es la rabdomancia, o adivinación por las flechas de un carcaj, sacadas al azar, práctica muy usual en las tribus arábigas. Pregunta también a los terafim, o dioses familiares penates7, y, por fin, acude al tercer medio de adivinación, el examen de las entrañas, muy practicado en Babilonia. El profeta enumera los tres sistemas de consultación usuales entre los paganos. El resultado de la consulta es que debe dirigirse a Jerusalén (v.27).
Sin embargo, los judíos no creen en la inminencia de la destrucción de la ciudad, a pesar de que se alzan en torno suyo los terraplenes y arietes del cerco (v.28). Creen más bien en los juramentos solemnes de Yahvé relativos a la protección de su pueblo. Pero Yahvé había condicionado su protección, y se acuerda de su iniquidad (v.28), y, en consecuencia, va a obrar con mano airada, como merecen, de forma que serán cogidos en el lazo que les ha tendido y entregados al invasor (v.29).
El profeta se encara airadamente con el principal culpable de la catástrofe, el rey Sedecías: y tú, infame, impío, príncipe de Israel, llegó tu día. (v.30). Se ha deshonrado al romper la fidelidad jurada al rey de Babilonia. Debe, pues, deponer la diadema real: ¡Fuera tiara! ¡Fuera corona! (v.31). Es hora de que se pongan las cosas en su punto y que Sedecías, enorgullecido, ceda el paso al humillado rey Jeconías, entonces en el exilio babilónico: Será ensalzado lo humilde y humillado lo alto (v.31). Es el tiempo de la ruina, y no volverá a levantarse más Judá hasta que no venga aquel a quien de derecho pertenece, y a él se las daré (v.32), probable alusión a un deseo de reentronización de Jeconías, prisionero en el exilio 8. La misteriosa frase ha sido relacionada con la otra, no menos enigmática, de Gen_49:10, donde se dice que no desaparecerá el cetro de Judá hasta que venga aquel a quien le pertenece, el Mesías9. Quizá en las palabras de Ezequiel haya también una sobrecarga mesiánica, viendo en el trasfondo, sobre la suerte del desgraciado rey Jeconías, la figura radiante del Mesías, restaurador de la dinastía davídica, a quien en justicia pertenece realmente la diadema real. De todos modos, la frase resulta un poco aislada y no debe desconectarse del contexto general.

Profecía de destracción contra Amón (33-37).
33 Y tú, hijo de hombre, profetiza y di: Así habla el Señor, Yahvé, de los hijos de Arnón y de su oprobio. Di, pues: ¡La espada! Desenvainada está la espada para degollar, bruñida para consumir, para fulgurar, 34 para hacerla caer sobre el cuello de los más inmundos de los impíos, mientras te profetizan vanidad y te adivinan mentiras. Llegó su día en el tiempo de la consumación de la iniquidad. 35 ¿La volveré a la vaina? Yo te juzgaré en la tierra donde te criaste, en la tierra donde has vivido. 36 Derramaré sobre ti mi furor, soplaré contra ti el fuego de mi ira, y te entregaré en manos de hombres despiadados, artífices de la destrucción. 37 Serás pasto del fuego, se empapará la tierra de tu sangre y se perderá tu memoria, porque yo, Yahvé, lo digo.

Los amonitas sentirán también el peso de la espada de Nabuco-donosor. La perícopa relativa a la suerte de Amón es considerada, desde el punto de vista literario, como un mosaico de frases usadas en secciones anteriores 10. Los habitantes de Amón, vecinos del reino de Judá, sentían una maligna satisfacción al ver a éste destruido definitivamente. El profeta alude a esta burla escarnecedora u oprobio (v.33) lanzado contra Judá por los vecinos paganos de Amón. Dios castigará esta actitud malévola, sometiéndolos también a la terrible prueba de la espada. Lejos de sacar beneficio de la ruina de Judá, sentirán en su suelo las huellas de la destrucción, particularmente sufrirán los falsos profetas (los más inmundos de los impíos, v.34), que adivinan mentiras, e.d., engañan al pueblo anunciando perspectivas de victoria sobre Judá, ahora arruinada. Los amonitas serán atacados por Nabucodonosor en su misma tierra (v.35). Su destrucción será total. Flavio Josefo nos dice que esto tuvo lugar cinco años después de la ruina de Jerusalén (587) 11.

1 En la traducción griega de los LXX y en la Vulgata latina, los cinco primeros versículos de este capítulo están incrustados en el capítulo anterior, con la numeración de v.45 al 49, que conservamos a continuación con su correspondiente (v.i al 5) del capítulo 21 del hebreo. 2 La palabra heb. Darom (los LXX leen Dagón).designa en la Biblia la parte meridional d(g Palestina: Deu_33:23; Job_37:17; Eco_1:6; Eco_11:3; y aparece trece veces en Ezequiel. 3 Cf. Isa_9:17; Isa_10:17; Jer_21:14; Sal_83:15. 4 Este verso es ininteligible en el contexto, y parece que en el TM tiene alguna relación de sentido con el v.15. La traducción de los LXX es totalmente diversa: ¿por qué ha estado justificado, y qué si la tribu es rechazada? No será, dice el Señor, Yahvé. 5 Sobre este gesto de dolor cf. Jer_31:19. En asirlo existe la misma frase: majasu suma, con el mismo sentido traslaticio. 6 Cf. Ez 4:1s. 7 Cf. Gen_31:19; Ose_3:4; Zac_10:2. 8 Sobre la existencia de partidarios del destronado Jeconías, véase Jer_28:3-4. 9 Sobre la profecía de Jacob cf. ceuppens, De prophetiis messianicis in A.T. (Roma 1935) 61-84, especialmente p.?2. Véase también L. Dennefeld, Le Messianisme: DTC 10 (1929) i 416. 10 Cf. v.33: v.14s; v.34: v.30; v.3ó: v.3s. 11 fl. Jos., Ant. Jud. X 9,7.