Ezequiel  33 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 33 versitos |
1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:
2 Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo y diles: Si hiciera yo venir la espada sobre una tierra, y la gente de la tierra toma un hombre de su territorio y lo pone de atalaya,
3 y éste, viendo venir la espada sobre la tierra, toca la bocina para dar al pueblo la alarma,
4 si el que oye el sonido de la bocina no se apercibe y, llegando la espada, le hiere, su sangre será sobre su cabeza.
5 Oyó el sonido de la trompeta y no se apercibió; su sangre será sobre él; si se hubiese apercibido, habría salvado su vida,"
6 Mas, si el atalaya, por el contrario, viendo llegar la espada, no toca la trompeta para que la gente se aperciba, y, llegando la espada, hiere a alguno de ellos, éste quedará preso en su propia culpa, pero yo demandaré su sangre al atalaya.
7 Pues tú, hijo de hombre, te he constituido por atalaya de la casa de Israel. Cuando oigas de mi boca la palabra, apercíbelos de parte mía.
8 Si yo digo al impío: “¡Vas a morir!” si tú no hablas al impío para apercibirle de su mal camino, el impío morirá por su culpa, pero de su sangre te pediré yo cuenta a ti.
9 Pero, si tú apercibiste al impío de su camino para que se apartase de él, y él no se apartó, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu alma.
10 Di, ¡oh hijo de hombre! a la casa de Israel: Vosotros decís: “Llevamos sobre nosotros nuestros pecados y nuestras rebeliones, y por eso nos vamos consumiendo; ¿cómo vamos a vivir?”
11 Diles: Por mi vida, dice el Señor, Yahvé, que yo no me gozo en la muerte del impío, sino en que se retraiga de su camino y viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos. ¿Por qué os empeñáis en morir, casa de Israel?
12 Hijo de hombre, di también a los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no le salvará el día en que pecare, y la impiedad del impío no le será estorbo el día en que se convierta de su iniquidad, como no vivirá el justo por su justicia el día que pecare.
13 Diciendo yo al justo: “De cierto vivirás,” si él, fiado en su justicia, comete maldad, no serán traídas a la memoria todas sus justicias, sino que por la iniquidad que cometió morirá.
14 Y diciendo yo al impío: “De cierto morirás,” si él se convirtiere de su pecado e hiciere juicio y justicia,
15 si devolviere la prenda, restituyere lo robado y caminare por los mandatos de la vida, no haciendo iniquidad, ciertamente vivirá, no morirá.
16 No se recordará ninguno de los pecados que cometió; hizo juicio y justicia, y de cierto vivirá."
17 Y dirán los hijos de tu pueblo: No es recta la vía del Señor. ¡Las suyas sí que no son rectas
18 Si el justo se aparta de su justicia y hace iniquidad, morirá por ésta;"
19 y si el impío se aparta de su iniquidad y hace juicio y justicia, por eso vivirá.
20 Y decís: “¡No es recta la vía del Señor!” Yo os juzgaré, ¡oh casa de Israel! a cada uno conforme a sus caminos.
21 El año duodécimo de nuestro cautiverio, el mes décimo, a cinco del mes, vino a mí un escapado de Jerusalén, diciendo: “La ciudad ha sido tomada.”
22 La tarde anterior, antes que llegase el fugitivo, había sido sobre mí la mano de Yahvé, que abrió mi boca a la llegada del fugitivo, a la mañana; abrióse mi boca, y en lo sucesivo ya no estuve mudo."
23 Y me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:
24 Hijo de hombre, los que en la tierra de Israel moran, en aquellas ruinas andan diciendo: Abraham era él solo, y poseyó la tierra; pues nosotros somos muchos, poseeremos la tierra."
25 Diles, pues; así habla el Señor, Yahvé: Vosotros banqueteáis por los montes, alzáis los ojos a vuestros ídolos, derramáis la sangre, y ¿vais a poseer la tierra?"
26 Vosotros os apoyáis sobre vuestras espadas, hacéis abominaciones, y cada cual contamina a la mujer de su prójimo, y ¿vais a poseer la tierra?
27 Diles: Esto dice el Señor, Yahvé: Por mi vida que los que moran entre las ruinas perecerán a la espada, y los que están en campo abierto los daré en pasto a las fieras, y los que se esconden en las rocas y en las cuevas morirán de peste.
28 Y desolaré la tierra hasta destruir su soberbia y su fortaleza, y los montes de Israel serán asolados, sin que haya quien por ellos pase,
29 y sabrán que yo soy Yahvé cuando convierta la tierra en un desierto por todas las abominaciones que han cometido.
30 Y tú, hijo de hombre, mira que los hijos de tu pueblo se burlan de ti junto a las paredes y a las puertas de sus casas, y hablan los unos con los otros, cada uno a su prójimo, diciendo: Ea, vamos a oír qué palabra sale de Yahvé!
31 Y vienen a ti como en las asambleas del pueblo, y se sientan delante de ti los de mi pueblo para escuchar tus palabras, pero luego no las ponen por obra, y, mientras halagan con su boca, se va su corazón tras su avaricia.
32 Eres para ellos como una canción de amor (cantada) con hermosa voz y agradable instrumento; oyen tus palabras, pero de ponerlas por obra, nada."
33 Mas, cuando ello viniere, y viene ya, sabrán que hubo entre ellos un profeta.

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Introducción a Ezequiel 

Times New Roman ;;;;

Ezequiel.
Introducción.

Vida del profeta.
Ezequiel (en hebreo Yejezque'el: Dios conforta) era de la clase sacerdotal , y fue llevado a Babilonia como cautivo en 598 a.C., juntamente con el rey Jeconías y parte de la aristocracia judaica. Según el mismo nos dice, moraba en una localidad llamada Tell-Abib, junto al río Kebar (o Naru Kabaru, de las inscripciones cuneiformes), al sur de Babilonia. Allí vivía con su esposa, participando de las penas de los exilados. En el año quinto de su cautividad (593), mientras se hallaba a orillas de dicho río, fue llamado misteriosamente al ministerio profético 2, que ejerció durante veintidós años. Su último escrito datado es del 572 a.C. (año 27 de su traslado a Babilonia). No sabemos cómo ni cuándo murió. Según una tradición antigua judaica, fue muerto por un juez1 del pueblo que había sido reprendido por el profeta 3.

Misión del profeta.
Como Jeremías tenía por misión predicar a los judíos de Palestina los caminos del Señor, anunciándoles los castigos y recriminándoles su pésima conducta de abandono de las vías del Señor, Ezequiel fue el hombre providencial que se ocupó de mantener viva la fe yahvista en el destierro de Babilonia. La situación era sumamente delicada, ya que los exilados, lejos de comprender el sentido de su destino en los planes de Dios - como castigo de sus pecados - , continuaban con su propensión a la idolatría. Acusaban a Yahvé de ser injusto con ellos al hacerles cargar con culpas de sus antepasados 4. Por otra parte, estaban seguros de que su exilio duraría muy poco tiempo, y, sobre todo, que Dios no permitiría la destrucción de Jerusalén y de su templo por los caldeos5. Ezequiel debía hacer frente a estas falsas concepciones, fustigar sus vicios, como la propensión a la idolatría, a los adulterios, perjurios y pecados contra la justicia social.
Sobre todo, como Jeremías en Jerusalén, predicaba contra la falsa confianza fetichista en el templo de Jerusalén como garantía de permanencia de la nación judaica. En la misión de Ezequiel tenemos que distinguir dos momentos o etapas: la anterior a la destrucción de la Ciudad Santa por los babilonios (587 a.C.), durante la cual tuvo que hacer frente a las falsas esperanzas de repatriación de los exilados, anunciándoles reiteradamente el colapso de la Ciudad Santa, y la etapa que siguió a la toma de Jerusalén por los caldeos. Se han cumplido sus profecías exterminadoras, y, ante la depresión colectiva nacional, empezó a predicar la resurrección de la nación, en una nueva teocracia ideal, en la que se cumplirían las íntimas aspiraciones individuales y colectivas de los descendientes de Abraham 6.
Basándose en numerosas alteraciones textuales, algunos autores han propuesto la tesis de que la predicación de Ezequiel, anterior a la destrucción de Jerusalén, tuvo por escenario Palestina, de forma que el profeta se dirigía, como Jeremías, a sus compatriotas que no habían sido llevados en la primera cautividad 7. Esta hipótesis, al principio deslumbradora e insinuante como solución a complejos problemas textuales del libro de Ezequiel, no parece en realidad que tenga muchos visos de objetividad histórica, ya que crea mayores problemas en relación a la vida y actividad literario-profética de Ezequiel, como veremos al tratar de la composición y datación de sus oráculos.

Ambiente histórico.
La situación política internacional de la época de Ezequiel es similar a la que hemos descrito en la introducción al libro de Jeremías. Después del colapso del imperio asirio en 612, en que tiene lugar la conquista de Nínive por Nabopolasar (625-605), caudillo babilonio, auxiliado por los medos, Egipto quiere conquistar la zona de influencia en las antiguas provincias conquistadas por Asiría; por ello, Necao II, en 609, sube, a través de Palestina y Siria, al encuentro de los ejércitos medo-babilónicos. Al pasar por Megiddo, junto al Carmelo, le sale al paso el rey Josías de Judá, que muere en el combate (609 a.C.); le sucedió su hijo Joacaz, pero éste fue depuesto por Necao II, que había establecido su cuartel general en Ribla, sobre el Orontes (Alta Siria). En su lugar colocó en el trono de Jerusalén al hijo de Josías, Eliaquim, al que cambió el nombre en Joaquim (609-598). Poco después el faraón fue vencido en Carquemis (606 a.C.) por las tropas acaudilladas por Nabucodonosor, hijo de Nabopolasar.
En 605 muere Nabopolasar, y su hijo le sucede en la dirección del nuevo imperio. Después de derrotar a los egipcios, Nabucodonosor hizo una incursión por Palestina (606-5). En el 603, el rey de Judá, Joaquim, confiado en Egipto, se insurreccionó contra el monarca caldeo, y éste se limitó de momento a enviar partidas de soldados que devastasen Judá. En 598 puso sitio formal a Jerusalén, durante cuyo asedio murió el rey Joaquim, y le sucedió su hijo Joaquín o Jeconías, el cual se rindió a los tres meses de reinado, siendo deportado con la aristocracia del país a Babilonia, y entre los cautivos estaba el propio Ezequiel. Las tropas caldeas saquearon el templo, llevándose los vasos sagrados.
El vencedor puso de rey en Jerusalén a Matanías, hijo de Josías, cambiándole el nombre en Sedecías (598-586). Al principio éste se mantuvo sumiso a Babilonia, pero por instigación del faraón Hofra se unió a una liga anticaldea organizada por Amón y Tiro. Las tropas de Nabucodonosor volvieron al asedio y tomaron la ciudad en julio-agosto de 586. La ciudad fue totalmente arrasada con su templo, y las fuerzas vivas de la población fueron deportadas, quedando sólo en el país los labriegos y peonaje. Sedecías, capturado por los babilonios, fue llevado a Ribla, donde delante de Nabucodonosor le sacaron los ojos después de asistir al asesinato de sus hijos. Después fue deportado. Con ello la catástrofe nacional del pueblo judío llegó a su colmo, y la crisis de la conciencia nacional fue el problema con que tuvieron que enfrentarse los profetas Jeremías en Palestina y Ezequiel en el exilio.

Contenido y estructura del libro.
Podemos dividirlo en tres partes bien netas. Después de una introducción en la que se relatan las circunstancias de la vocación profética del profeta (1:1-3:21), encontramos: a) una serie de oráculos contra Jerusalén y Judá (3:22-24:27); b) oráculos contra las naciones paganas (c.25-32), y c) promesas de restauración (c.33-48). Esta sistematización clara, lógica y aun cronológica de los escritos de Ezequiel ha llamado siempre la atención de los comentaristas, aunque recientemente los críticos han negado esta armoniosa estructura, ya que sorprenden muchas intercalaciones y desplazamientos que interrumpen el contexto 8. Con todo, la estructura lógica general y aun cronológica se mantiene, como se ve en el esquema siguiente:

Difisión del libro:
I. Oráculos anteriores a la destrucción de Jerusalén (58-6).
A) Introducción: Vocación del profeta (1:1-3:21).
B) Conminaciones contra Juda (3:22-24:27).
1.Anuncio del castigo sobre la Ciudad Santa (acciones simbólicas y oráculos: 3:22-7:27).
2.Visión de la idolatría en el templo. La gloria de Yahvé abandona la ciudad (8:1-11:25).
3.Vaticinios sobre la cautividad del rey y el pueblo. Juicio contra los falsos profetas, cortesanos y pecadores en general (12:1-23:40).
4.Epílogo: principio del cerco de Jerusalén.
C) Conminaciones contra las naciones paganas (25:1-32:32): Contra Amón, Moab, Edom, Filistea, Tiro, Sidón y Egipto.

II. Oráculos después de la destrucción de Jerusalén (586).
A) Preparación para la restauración (33:1-33). Invitación a la penitencia. La ruina, castigo por los pecados.
B) Vaticinios de restauración teocrática (34:1-39:29). Reunión de los dispersos israelitas. Devastación de Edom, renovación de la tierra de Israel. Repatriación del pueblo exilado. Desaparición de los enemigos de Israel.
C) Descripción del nuevo reino de Israel (40,1-48:35). El nuevo templo y su consagración. El nuevo culto, la nueva tierra de Canaán, su fertilidad y división 9.

Composición del libro y autenticidad.
El contenido literario de Ezequiel difiere bien de los libros de Amos, Oseas, Miqueas, Isaías y Jeremías. En éstos, lo esencial es el oráculo, o manifestación oral del profeta, puesta por escrito con todo su vigor e independencia. En el libro de Ezequiel, en cambio, parece que nos encontramos con un escritor que con estilo difuso y diluido va llenando páginas a base de descripciones de visiones y acciones simbólicas. Se le ha llamado profeta de gabinete, porque en sus escritos no está el oráculo conciso y nervioso de los antiguos profetas10, predominando la prosa deslavazada. Pero Ezequiel, más que escritor, es ante todo un predicador que dialoga con su auditorio y que realiza acciones simbólicas ante ellos 11. Bajo esta forma, es el más vivo, el más concreto de todos los profetas12. Pero debemos descubrir también al escritor que redacta sus oráculos para sus contemporáneos. Habla siempre en primera persona, y de hecho hay unidad sustancial de estilo en todos los escritos que se le atribuyen.
La tradición judaico-cristiana ha sostenido siempre la autenticidad de sus escritos, como obra del profeta del exilio, que trabajó en la formación del alma judía después de la catástrofe napional. Sin embargo, esto no quiere decir que el libro suyo, tal como hoy ha llegado a nosotros, sea obra redaccional definitiva del profeta. A pesar de un orden lógico general, hay, como hemos indicado, trastrueques y desajustes en el texto, y estas anomalías han dado lugar a teorías excéntricas respecto del origen del libro de Ezequiel. Así, hay quien adjudica al profeta del exilio sólo las partes poéticas, mientras que la masa prosaica sería obra de un redactor del siglo í 13. Incluso se ha supuesto que la redacción final del libro es del siglo ni a.C., obra de un anónimo que habría presentado los hechos como ocurridos en el siglo VII a.C. 14
Autores más moderados, como Herntrich y Bertholet, suponen que el libro de Ezequiel es de la época inmediata anterior o posterior a la caída de Jerusalén (597-6). El primero distingue dos autores, uno de los 39 primeros capítulos, que sería un profeta que vivió en Jerusalén en los años críticos que precedieron a la destrucción de la ciudad. Los c.40-48 serían, pues, obra de un redactor posterior a la época del exilio 15. El segundo cree que es Ezequiel el autor de todo el libro, pero que lo concerniente a la predicación anterior a la caída de Jerusalén fue escrito por él cuando habitaba en Palestina, mientras que los oráculos y escritos de restauración que siguieron a la destrucción de la Ciudad Santa fueron escritos por él mismo en Babilonia 16. Supone que Ezequiel es el autor sustancial, en cuanto que dejó resúmenes esquemáticos de sus profecías que fueron amplificados y publicados con su nombre por redactores posteriores que pertenecían a su escuela profética. Esta opinión ha sido aceptada por muchos autores aun católicos 17; pero, pasada la primera impresión de novedad, las cosas van volviendo a la tesis tradicional, ya que, si la nueva teoría parece dar razón del sentido de algunos textos, que parecen intercalaciones redaccionales posteriores, por otra parte, aplicada como tesis general al libro, crea mayores problemas de composición. Por ello creemos que es preferible mantener la posición tradicional, que considera a Ezequiel como autor de todo el libro (con ligeras excepciones) que lleva su nombre, y también es mejor suponer que el profeta desarrolló su ministerio desde el principio entre los exilados de Babilonia, como se desprende de sus oráculos y escritos.

Texto y versiones.
El texto hebreo masorético es muy deficiente y en muchos casos inservible. La versión griega de los LXX es, en general, literalista y parece estar basada en un texto hebreo anterior al TM. Por ello resulta muy útil para la reconstrucción de ciertas lecturas. En general, parece superior el texto de los LXX; sin embargo, también en la versión de los LXX hay omisiones y traducciones ininteligibles. Los papiros Chester Beatty (Ez 11-17) Y Scheide (Ez 19-39) han contribuido al estudio de la versión griega, pues datan del siglo II, y son, por tanto, anteriores a la Hexaplar de Orígenes. Sobre todo los papiros Scheide han servido para reivindicar muchas lecciones del TM. La versión de la Vg sigue en general al TM, mientras que la siro-hexaplar acepta muchas variantes de los LXX.

Índole literaria del libro de Ezequiel.
Característica del libro de Ezequiel es la abundancia de visiones: la cuadriga celeste de los querubes 18, los huesos secos 19, el nuevo templo 20, la fuente de aguas 21. Esto hace que su libro sea extremadamente misterioso y difícil de interpretar. Los autores no están concordes al calificar la objetividad de dichas visiones, pues mientras para unos esas fisiones son meras ficciones literarias en función de enseñanzas religiosas, para otros son fisiones reales representadas a su imaginación o a sus sentidos externos.
Otra característica del ministerio profético de Ezequiel es la de acciones simbólicas para representar plásticamente sus enseñanzas teológicas y sus oráculos conminatorios o de restauración. Así, por orden de Dios se encierra en su casa para significar el asedio de Jerusalén22, delinea el plano de la Ciudad Santa, acercando contra él planchas de hierro para simbolizar el próximo cerco por los babilonios 23; se corta los cabellos y los aventa para significar el destino de los exilados 24. También son frecuentes en los escritos de Ezequiel las parábolas o alegorías, como la de las dos hermanas meretrices25, la de la vid arrancada por el águila26, los dos cachorros 27, Oola y Ooliba 2S.
El estilo literario, en general, es prosaico e inferior al de Isaías y Jeremías. San Jerónimo lo define así: Sermo eius nec satis di-sertus nec admodum rusticus, sed ex utroque medie tempera-tus 29. Su propensión a lo visionario y alegórico hace que sea particularmente difícil su interpretación. Respecto de los c.40-49, en los que se habla de la estructura de la nueva teocracia, dice el mismo San Jerónimo: Scripturarum oceanum et mysteriorum Dei laby-rinthum 30. Llevado de la imaginación, el profeta traza idealmente los límites y organización del nuevo reino bajo la protección especial de Dios. Nos hallamos ya en el campo de la apocalíptica, donde lo nebuloso imaginario priva sobre lo racional concreto.
Esta propensión a lo visionario, simbólico y apocalíptico ha servido para que no pocos autores le hayan tachado de anormal y excéntrico, de forma que sus éxtasis y acciones extrañas provendrían de una naturaleza mórbida. Así, se le ha acusado de histérico, epiléptico, cataléptico y neurótico. En realidad, sus acciones simbólicas no son más extrañas que otras de los profetas anteriores, como Oseas, Jeremías y aun de Isaías 31. No debemos perder de vista que nos hallamos entre orientales, donde lo escénico tiene una importancia especial como medio de convencer. En concreto, Ezequiel nos dice de sí mismo que es un signo para la casa de Israel; de ahí que sus acciones simbólicas sean tan frecuentes, y desde luego tiene una mentalidad netamente simbolista. Por ello, a sus problemas familiares personales les da un sentido simbólico con proyección a la comunidad de exilados. Así, su mutismo32, la muerte de su esposa 33 y sus mismas enfermedades 34 tienen un mensaje para Israel. En este sentido podría comparársele a Oseas, cuya vida es una parábola en acción para sus compatriotas 35.

Doctrina teológica.
a) Atributos divinos. - La teología de Ezequiel sigue las líneas generales de sus predecesores, los profetas escritores, Amos, Isaías y Miqueas, pues destaca la universalidad, omnipotencia y justicia de Yahvé sobre todo. Su radio de acción no se limita a la tierra santa, sino que sigue a los deportados de Babilonia 36. Es el Señor único que está sobre todo poder. Los vivientes simbólicos que aparecen llevando el trono de su gloria son el símbolo del poder en los distintos reinos de la naturaleza: el león, el toro, el águila, en el reino animal, son los animales superiores, que en la mitología religiosa mesopotámica simbolizaban a determinadas divinidades. Ezequiel los pone a todos como escabel del Yahvé de los israelitas, que sigue amorosamente la suerte de sus exilados.
Es misericordioso y justo. Israel es su hijo predilecto 37, pero esta elección es totalmente gratuita, sin méritos por parte de aquél 38. Esto impone particulares deberes de gratitud y obediencia. Israel ha sido encontrada por Yahvé en el desierto como una expósita y ha sido elevada a la categoría de reina, esposa de Yahvé. En consecuencia, debía haber reconocido a su único Dios, pero ha pecado, separándose de Yahvé y yéndose tras los ídolos 39. Por eso, Yahvé, por su propia dignidad y santidad, debe castigarle, y el exilio es la pena merecida por las generaciones rebeldes que se han sucedido en Israel desde los tiempos de su instalación en Canaán 40.
b) Responsabilidad individual. - Una de las ideas nuevas en la teología de Ezequiel es la de la valoración del individuo como tal en sus relaciones para con Dios. Hasta entonces en la teología profética prevalecía la idea de la solidaridad, de forma que los componentes del pueblo israelita eran considerados más como ciudadanos de una colectividad que como individuos con derechos y deberes propios. Ante todo, los profetas consideran el destino de la nación como tal, porque la alianza del Sinaí ha sido hecha entre Dios y la nación41. En ese supuesto, las generaciones son solidarias en sus pecados y en sus méritos. Ciertamente que en el Deuteronomio se condena el castigo de los hijos por los pecados de sus padres, y viceversa42, y Jeremías se hizo eco de esta doctrina43, pero es Ezequiel el campeón y teorizante del individualismo44 en la tradición israelita. La catástrofe del 587 había tenido por efecto la pérdida de las ilusiones nacionales, y entonces la conciencia israelita se orientó más a los destinos e intereses del individuo como tal. Ezequiel se hace eco de este estado psicológico y formula el principio de la retribución individual estricta; los exilados se quejaban de que ellos estaban pagando por los pecados de sus antepasados. Esto parecía injusto, y es el profeta el que anuncia un nuevo estado de cosas: ¿Qué andáis repitiendo este proverbio. y decís: Los padres comieron las agraces y los hijos sufren la dentera? Por mi vida, dice Yahvé, que nunca más diréis este refrán. El alma que pecare, ésta morirá, y el hijo no llevará sobre sí la iniquidad del padre, ni el padre la del hijo; la justicia del justo será sobre él, y sobre él será la iniquidad del malvado45. Es sustancialmente la doctrina de Jeremías: En esos días ya no se dirá más: Nuestros padres comieron agraces, y los hijos sufrimos la dentera. Sino que cada uno morirá por su propia iniquidad: quien coma el agraz, ése sufrirá la dentera46.
Ezequiel insiste después en la justificación del pecador que se arrepiente de sus pecados y cambia de conducta: Todos los pecados que cometió no le serán recordados, y en la justicia que obró vivirá. ¿Quiero yo acaso la muerte del impío, dice Yahvé, y no más bien que se convierta de su mal camino y viva?47 Esta doctrina está muy por encima de la antigua, basada en la solidaridad. En el nuevo orden de cosas habrá ante todo justicia retributiva para cada individuo. Esta perspectiva, formulada así con toda valentía por Ezequiel, hará que se planteen en crudo la validez de las tesis tradicionales sobre la ecuación entre la virtud y el premio en esta vida.
Este examen del problema en la literatura sapiencial, sobre todo en Job, dará como fruto la formulación clara del principio de la retribución en ultratumba en el libro de la Sabiduría. Ezequiel no ha llegado a estas claridades, pero ha puesto las bases de la retribución individual en las relaciones de Dios con el hombre.
c) El mesianismo. - Sus ideas mesianicas adolecen de nacionalistas, ya que prevé la gloria de la nueva teocracia, vinculada a la restauración de Israel como nación. En sus idealizaciones sistemáticas y artificiales de la nueva era, piensa en Palestina como centro de la teocracia. Y en su falta de perspectiva histórica junta la próxima restauración después del destierro y la mesiánica definitiva. Al lado de estos anuncios mesiánicos colectivos, Ezequiel presenta vislumbres de un Mesías personal. En 17:22-24 habla de un retoño de un cedro (dinastía davídica) plantado en Sión, que se convertirá en un gran árbol bajo cuyas ramas se cobijarán los israelitas. En 34:23-31 se habla de un nuevo pastor, al que se identifica con David, el cual apacentará a su grey, que ha sido reunida por el propio Yahvé. Ese nuevo Pastor - como el rey David - será el lugarteniente de Yahvé: Yo seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellas (las ovejas). El profeta, pues, en estos vaticinios se sitúa en la línea de las profecías isaianas sobre el Emmanuel, en las que se anuncia un príncipe que inaugurará un reinado de paz y tranquilidad para los descendientes de Jacob. No hay alusiones universalistas, pero tampoco se refleja la idea de un rey despótico intransigente.
d) Ezequiel y el judaismo. - Se ha acusado a Ezequiel de haber sido el creador del alma judaica en sentido peyorativo, como expresión del hermetismo y exclusivismo que encontramos en la secta de los fariseos. En realidad, el profeta no ha hecho sino resaltar la conciencia de elección entre los exilados, para animarlos al cumplimiento de la Ley, cuya transgresión había traído la catástrofe nacional. Sin duda que, para hacer frente a las influencias religiosas babilónicas, Ezequiel - mentalidad esencialmente sacerdotal - urgió el cumplimiento de ciertas leyes rituales que fueran como un vallado defensivo. Los críticos independientes han querido deducir de esta preocupación levítica de Ezequiel que es el verdadero autor de toda la complicada legislación del Levítico. Pero un examen serio del problema hace ver que el profeta no sólo no es el autor de la legislación levítica, sino que muchas veces, al proclamar los principios que han de regir la nueva teocracia, contradice a determinadas leyes levíticas 48.

Ganonicidad del libro.
Según testimonio de San Jerónimo, los judíos no permitían la lectura del libro de Ezequiel antes de haber cumplido los treinta años49. Precisamente por cierta oposición entre la legislación de Ezequiel y la del Levítico, algunos rabinos se permitieron dudar de la canonicidad del libro de Ezequiel50. Pero de hecho fue recibido en el canon judaico sin dificultad. En el Eclo 49:8 se alaba a Ezequiel después de citar a Jeremías, y antes de los doce profetas menores. En el Í. Ô., el libro de Ezequiel no es citado expresamente, pero parece que hay alusiones51. En la Iglesia cristiana primitiva no ha habido dificultades especiales en la admisión de Ezequiel en el canon.

1 Ez 1:3. - 2 Ez 1:1-3:21. - 3 Así lo afirman el Pseudo-Epifanio, De vitis prophetarum g: PG 43:401, y San Isidoro De Sevilla, De ortu et obitu Patrum 39: PL 83:143; San Atanasio, Ór. de incarnatione Verbi 37: PG 25:160. - 4 Ez 18:2. 5 ez 24:21. - 6 Cf. Ez 37:1-28; 0.40-48. - 7 Esta tesis, propuesta primeramente por Herntrich y Bertholet, ha sido recientemente resucitada por P. Auvray, Le probléme historique du livre d'Ezechiel: RB 55 (1948) 503-19· - 8 He aquí algunos ejemplos de desplazamiento del texto: 3.16b-21 parece intercalado en el relato de la visión inaugural. Los versos del c.4 no siguen el orden debido. En los c.5.7 y 26 hay repeticiones y ampliaciones al texto original. Los v.8-17 del c.io son casi una repetición de 1:15-21, etc. Véase L. Dennefeld, o.c., p.462. - 9 Véase H. Hopfl-Miller-Meztinger, Introd. spec. in V. T. (Roma IQ4&) P·463 -465· - 10 P. Auvray, Ezechiel: La Sainte Bible de Jérusalem (París 1949) Ñ·9· - 11 Cf. Ez 12:9; 24:19; 33:10.17-20. - 12 id., ibid. - 13 Así G. Holscher, Der Dichter und das Buch: Bzatw 39 (1924)· - 14 C. Torrey, Pseudo-Ezekiel and the original prophecy (New Haven 1930). - 15 V. Herntrich, Ezekielprobleme: Bzatw 61 (1033). - 16 A. Bertholet, Hesekielprobleme: Mélanges F. Gumont (Bruselas 1936) p.517-523. - 17 Entre ellos el P. Dumeste: RB 46 (193?) 299, Y P. Auvray, Le probléme historique du livre d'Ezechiel: RB 55 (1948) 503-19. - 18 Ez 1:4-28; 10:1-22. - 19 Ez 37:1-28. - 20 Eze_40:1-43 :27. - 21 Ez 47:1-12. - 22 Ez 3:24-27. - 23 Ez4,is. - 24 Ez 5:4. - 25 Ez 16:1-63. - 26 Ez 17:1-24. - 27 Ez 19:1-9. - 28 Ez 23:1-49- - 29 San Jerónimo, Praef. in Ez.: PL 28:938 (995). - 30 id., Comm. in Ez., Prol. in librum 14: PL 25:448 (468). - 31 Cf. 1 Re 11:29-33; Is 20; Jer 13; 18; Os 0.1-3. - 32 Ez 3:26; 24:27; 33:22. - 33 Ez 24:15-24- - 34 Ez 4:4-17. - 35 Cf. Ose.i-3. - 36 Ez c.1-3. - 37 Ex 19:5; Ez 16:1-14. - 38 Ez 20,ss; Jer 2; 11:1-8. - 39 Ez 5:5-17; 16:15-34; 20. - 40 Ez 14:12-21; 17:1-21; cf. Jer 8:4-12; 16:10-17. - 41 Cf. Éxo_20:2. - 42 Cf. Dt 24:16; 2 Re 14:6. - 43 Jer 12:1; 31:29-30. - 44 P. Auvray, o.c., p.16. - 45 EZ 18:28. - 46 Jer 31:29-30. - 47 Ez 18:22-23.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Ezequiel  33,1-33

33. El Profeta, Atalaya del pueblo.
Después de esta primera parte de vaticinios conminatorios contra Judá y las naciones paganas, viene ahora una serie de capítulos que versan sobre la rehabilitación del pueblo elegido en el futuro. Ha pasado la hora de la ira divina y se acerca la de la misericordia. El profeta ha tenido que desmontar las falsas ilusiones de los exilados sobre la supuesta invencibilidad de Jerusalén. Después de consumada la catástrofe y confirmados sus oráculos siniestros, el profeta, con plena autoridad, trata de formar la nueva conciencia de los exilados. La caída de Jerusalén trajo como consecuencia una crisis de la conciencia nacional. Yahvé parecía que había abandonado a su pueblo, y, por tanto, era inútil mantener ilusiones nacionales sobre el futuro. Todo estaba perdido. Contra esta posición desesperada se levanta Ezequiel, el cual se esfuerza en sembrar una esperanza de resurrección nacional. Todo lo pasado no ha sido más que una prueba de purificación, pero se acercan días de gloria para el pueblo israelita. El futuro es deslumbrante y glorioso, y, por tanto, los supervivientes deben prepararse para hacerse dignos de la nueva teocracia.
Esta última parte del libro de Ezequiel puede dividirse en dos partes: a) promesa de restauración y paz perpetua (c.33-39); b) estructura interna del nuevo Israel (c.40-48). El estilo es difuso y convencional, y faltan en general indicaciones cronológicas.
El c.33, que vamos a comentar, es como un mosaico de fragmentos, que sirven de transición entre los oráculos conminatorios que hemos estudiado en la primera parte del libro y los de consolación que van a predominar en la última sección de los escritos de Ezequiel. Se suele dividir en las partes siguientes: a) Ezequiel, responsable de su misión de centinela del pueblo israelita (1-9); b) responsabilidad personal de los oyentes (10-20); c) anuncio de la caída de Jerusalén (21-22); d) amenaza contra los judíos supervivientes en Palestina (23-29); e) frivolidad de los exilados (30-33).

El profeta, atalaya del pueblo (1-9).
1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo y diles: Si hiciera yo venir la espada sobre una tierra, y la gente de la tierra toma un hombre de su territorio y lo pone de atalaya, 3 y éste, viendo venir la espada sobre la tierra, toca la bocina para dar al pueblo la alarma, 4 si el que oye el sonido de la bocina no se apercibe y, llegando la espada, le hiere, su sangre será sobre su cabeza. 5 Oyó el sonido de la trompeta y no se apercibió; su sangre será sobre él; si se hubiese apercibido, habría salvado su vida, 6 Mas, si el atalaya, por el contrario, viendo llegar la espada, no toca la trompeta para que la gente se aperciba, y, llegando la espada, hiere a alguno de ellos, éste quedará preso en su propia culpa, pero yo demandaré su sangre al atalaya. 7 Pues tú, hijo de hombre, te he constituido por atalaya de la casa de Israel. Cuando oigas de mi boca la palabra, apercíbelos de parte mía. 8 Si yo digo al impío: ¡Vas a morir! si tú no hablas al impío para apercibirle de su mal camino, el impío morirá por su culpa, pero de su sangre te pediré yo cuenta a ti. 9 Pero, si tú apercibiste al impío de su camino para que se apartase de él, y él no se apartó, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu alma.

Esta sección parece una repetición ampliada Deu_3:16b-21. Ezequiel se compara a sí mismo a un centinela militar encargado de dar la voz de alarma ante el peligro. El profeta se siente responsable de la suerte espiritual de su pueblo, y por eso se cree en la obligación de mantenerse vigilante frente a los peligros que sobre él se ciernen. Es la misión de Ezequiel entre los exilados de Babilonia. Ha anunciado primero la destrucción de Jerusalén en castigo de los pecados acumulados durante generaciones por la comunidad israelita. Ahora tiene que anunciar nuevos peligros para la vida religiosa de los exilados y formar la conciencia de éstos en orden a la constitución del nuevo núcleo de restauración nacional. Como portavoz de la palabra de Dios, tiene que anunciar los peligros para que el pueblo se aperciba de ellos. Si no quieren oírle, no tendrá responsabilidad alguna en la muerte de ellos, como en el caso del centinela militar. Al contrario, si éste no cumple su misión de anunciar el peligro de la invasión del enemigo, será responsable de lo que pasare y pagará con su vida su falta en el cumplimiento del deber. Este sentido de responsabilidad preocupa extremadamente a Ezequiel, como preocupará a San Pablo su misión de evangelizar: ¡Ay de mí si no anunciare el Evangelio!1

Responsabilidad personal de los individuos (10-20).
30 Di, ¡oh hijo de hombre! a la casa de Israel: Vosotros decís: Llevamos sobre nosotros nuestros pecados y nuestras rebeliones, y por eso nos vamos consumiendo; ¿cómo vamos a vivir? u Diles: Por mi vida, dice el Señor, Yahvé, que yo no me gozo en la muerte del impío, sino en que se retraiga de su camino y viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos. ¿Por qué os empeñáis en morir, casa de Israel? 12 Hijo de hombre, di también a los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no le salvará el día en que pecare, y la impiedad del impío no le será estorbo el día en que se convierta de su iniquidad, como no vivirá el justo por su justicia el día que pecare. 13 Diciendo yo al justo: De cierto vivirás, si él, fiado en su justicia, comete maldad, no serán traídas a la memoria todas sus justicias, sino que por la iniquidad que cometió morirá. 14 Y diciendo yo al impío: De cierto morirás, si él se convirtiere de su pecado e hiciere juicio y justicia, 15 si devolviere la prenda, restituyere lo robado y caminare por los mandatos de la vida, no haciendo iniquidad, ciertamente vivirá, no morirá. 16 No se recordará ninguno de los pecados que cometió; hizo juicio y justicia, y de cierto vivirá. 17 Y dirán los hijos de tu pueblo: No es recta la vía del Señor. ¡Las suyas sí que no son rectas 18 Si el justo se aparta de su justicia y hace iniquidad, morirá por ésta; 19 y si el impío se aparta de su iniquidad y hace juicio y justicia, por eso vivirá. 20 Y decís: ¡No es recta la vía del Señor! Yo os juzgaré, ¡oh casa de Israel! a cada uno conforme a sus caminos.

Las reflexiones aquí expuestas son paralelas a las que hemos visto en 8:21-32; pero las circunstancias no son idénticas. En el c.18 se trata de contestar a las reacciones insolentes de los exilados, que creen que es una injusticia echar sobre ellos la culpabilidad de sus antepasados. Aquí la característica del auditorio es de desesperación. El castigo de Dios sobre Judá ha demostrado que Yahvé ha abandonado a su pueblo, y los exilados se sienten pecadores, y, como tales, lejos de la providencia especial de Yahvé: Llevamos sobre nosotros nuestros pecados. (v.10). Ezequiel les recuerda que la situación no es desesperada, pues ante Dios no cuenta tanto la culpabilidad pasada cuanto las buenas disposiciones de arrepentimiento actuales. Dios no se complace en castigar, sino que busca ante todo el retorno del pecador: No me gozo en la muerte del pecador, sino en que se retraiga de su camino y viva (v.11). La respuesta de Yahvé está basada en la idea de que es ante todo amoroso y misericordioso, y, como tal, está buscando siempre que el corazón del impío se convierta y vuelva a su buen camino, para poder prodigarle sus misericordias: Volveos. ¿Por qué os empeñáis en morir? (v.11).
La frase de los exilados nos vamos consumiendo., llevamos nuestros pecados (v.10) tiene un aire de desesperación, de rabia y de cinismo, y no de compunción. Por eso, su situación espiritual no es buena. No quieren nada con un Dios que los ha castigado. Es preciso una enmienda de vida. No bastan las buenas acciones pasadas del justo si éste en la actualidad anda por las sendas de la impiedad (v.12). Naturalmente, no es que el profeta quiera subestimar las acciones del pasado, pecaminosas o virtuosas, sino que quiere resaltar que, de hecho, en orden a la salvación de cada uno, interesan sobre todo las acciones buenas presentes. Sobre un pasado pecador se puede extender el velo del olvido de parte del Señor, siempre que el presente sea digno de la amistad y misericordia divinas.
En la perspectiva de Ezequiel se trata de la salvación de los israelitas en su destino de comunidad nacional y en su porvenir en esta vida. Nada en el libro de Ezequiel supone la creencia en la retribución de ultratumba. La perspectiva del profeta, como la de todos los libros del A.T. antes del libro de la Sabiduría, se proyecta sólo al horizonte terreno. No se trata, pues, en estas frases de Ezequiel del problema de la salvación eterna del alma de los israelitas. No obstante, su doctrina es válida en el nuevo estadio ideológico del N.T. También en la perspectiva doctrinal del í. Ô. valen, sobre todo, ante Dios, las disposiciones actuales, en tal forma que un sincero arrepentimiento es suficiente para borrar un pasado pecaminoso, y viceversa, un pecado actual basta para anular todas las obras buenas de un pasado virtuoso.
Es importante la doctrina expuesta por Ezequiel, en cuanto hace resaltar el poder del libre albedrío en el sere humano en sus disposiciones actuales, como superación de una mentalidad entonces muy extendida sobre la influencia del pasado en la vida del hombre en orden a su reconciliación con Dios. Hemos dicho que Ezequiel ha sido saludado con el título de campeón del individualismo, no sólo en cuanto que desconecta al individuo de la responsabilidad colectiva, sino que aun le desconecta de su pasado personal en el sentido de que ante Dios interesan sobre todo las buenas disposiciones actuales, aunque sean superpuestas a un pasado pecaminoso.
Aquí nos encontramos sólo ante una exposición parcial del problema de la responsabilidad del individuo y de sus relaciones con Dios según la mentalidad del A.T. Como decíamos antes, la tesis del profeta es un positivo avance sobre el ambiente conceptual de la época, en cuanto que se destaca el individualismo como base de las relaciones con Dios. Tan revolucionaria es la tesis de Ezequiel, que sus oyentes exilados le dicen abiertamente: No es recta la vía del Señor (v.17). No pueden comprender que Dios haga tabla rasa de un pecado pecaminoso o virtuoso en aras de un arrepentimiento o pecado actual. Para ellos pesaba más el pasado que el presente, y se les hace difícil que Dios les perdone sus pecados. La doctrina, pues, de Ezequiel es un horizonte nuevo para aquellas mentalidades, anquilosadas y abrumadas por el peso de la tragedia de su pueblo: yo juzgaré a cada uno conforme a sus caminos (v.20).

La noticia de la caída de Jerusalén (21-22).
21 El año duodécimo de nuestro cautiverio, el mes décimo, a cinco del mes, vino a mí un escapado de Jerusalén, diciendo: La ciudad ha sido tomada. 22 La tarde anterior, antes que llegase el fugitivo, había sido sobre mí la mano de Yahvé, que abrió mi boca a la llegada del fugitivo, a la mañana; abrióse mi boca, y en lo sucesivo ya no estuve mudo.

La datación nos lleva al año 586 a.C., en el mes de diciembre-enero (Tebeth). El cautiverio de que habla es el iniciado con la deportación del rey Jeconías (598). Así, pues, el fugitivo llega con la noticia de la caída de Jerusalén medio año después del hecho. Seguramente que ya tenían noticias de ello antes por la información de los mismos vencedores babilonios, pero ahora se trata de la llegada del primer testigo ocular judío, escapado de la catástrofe 2. El día antes de la llegada de este fugitivo fue sobre Ezequiel la mano de Yahvé (v.22); expresión que equivale a recibir una nueva revelación 3 para que terminara su prolongado mutismo. Desde el comienzo del asedio de Jerusalén por las tropas de Nabucodonosor, Ezequiel no transmitió ningún mensaje especial a los exilados. Dejó que los acontecimientos hablaran por sí mismos en confirmación de sus oráculos anteriores. Ahora, consumada la catástrofe, es hora de iniciar una nueva etapa de predicación entre los exilados para levantar los ánimos y formar de nuevo la conciencia religiosa y nacional de ellos, tomando como base un grupo selecto 4.

Amenaza contra los judíos que quedaron en. Palestina (23-29)
23 Y me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 24 Hijo de hombre, los que en la tierra de Israel moran, en aquellas ruinas andan diciendo: Abraham era él solo, y poseyó la tierra; pues nosotros somos muchos, poseeremos la tierra. 25 Diles, pues; así habla el Señor, Yahvé: Vosotros banqueteáis por los montes, alzáis los ojos a vuestros ídolos, derramáis la sangre, y ¿vais a poseer la tierra? 26 Vosotros os apoyáis sobre vuestras espadas, hacéis abominaciones, y cada cual contamina a la mujer de su prójimo, y ¿vais a poseer la tierra? 27 Diles: Esto dice el Señor, Yahvé: Por mi vida que los que moran entre las ruinas perecerán a la espada, y los que están en campo abierto los daré en pasto a las fieras, y los que se esconden en las rocas y en las cuevas morirán de peste. 28 Y desolaré la tierra hasta destruir su soberbia y su fortaleza, y los montes de Israel serán asolados, sin que haya quien por ellos pase, 29 y sabrán que yo soy Yahvé cuando convierta la tierra en un desierto por todas las abominaciones que han cometido.

Después de la caída de Jerusalén, los babilonios organizaron una deportación en masa de las fuerzas vivas de las naciones: jefes e industriales fueron llevados a Mesopotámia. Sólo dejaron los campesinos y gente de la clase baja, para que no tuvieran pretensiones nacionalistas. Al frente de esta comunidad depauperada pusieron los babilonios, como gobernador, al judío Godolías 5, el cual trabajó con todas sus fuerzas por organizar de nuevo la vida nacional, estableciendo su capital en Mispah. Sin embargo, había bandas incontroladas de nacionalistas por el campo, con falsas ilusiones de una pronta reconstrucción nacional, para de nuevo alzarse contra el invasor babilónico. Godolías fue muerto violentamente por estos nacionalistas a ultranza, excitándose de este modo la ira del coloso caldeo. El mismo profeta Jeremías fue llevado a Egipto por estas bandas incontroladas6. En Jer_53:30 se alude a una nueva deportación de judíos realizada por las tropas de Nabucodonosor en 582. Por otra parte, los babilonios no transportaron al reino de Judá poblaciones extrañas, como lo habían hecho los asirios en Samaría. Judá, pues, quedó semiabandonada. Por lo que dice Ezequiel, parece que los exilados tenían puestos los ojos en los que habían quedado en Palestina para una pronta reconstrucción nacional. Por eso ahora el profeta quiere deshacer esta última vana ilusión. Los que quedaron en Palestina se creen los herederos legítimos de Abraham, y se hacen el cálculo que, si el gran patriarca, siendo solo, llegó a poseer la tierra, ellos, siendo bastantes, lo lograrían con más facilidad (v.24). La argumentación es infantil para un israelita, ya que el triunfo de Abraham descansó únicamente en la promesa de Dios, no en los esfuerzos del patriarca.
La respuesta de Yahvé es terminante: Abraham recibió la promesa por su fidelidad, mientras que ellos continúan su conducta pecaminosa, haciendo sacrificios a los ídolos en los lugares altos (banqueteáis por los montes, v.25)7, derramando sangre inocente, prodigando los homicidios8. Para ellos no existe más ley que la de la fuerza y la espada (os apoyáis sobre vuestras espadas, v.26), entregándose a todas las abominaciones, sin respeto para la mujer del prójimo 9. Por todas estas demasías, que son continuación de la pésima conducta antigua, Yahvé los destruirá totalmente, haciéndoles morir devorados por las fieras o por la peste. Nadie podrá huir de la ira de Dios. Sólo así sabrán quién es Yahvé, intransigente con la maldad y la vana presunción.

Contra la frivolidad de los exilados (30-33).
30 Y tú, hijo de hombre, mira que los hijos de tu pueblo se burlan de ti junto a las paredes y a las puertas de sus casas, y hablan los unos con los otros, cada uno a su prójimo, diciendo: Ea, vamos a oír qué palabra sale de Yahvé! 31 Y vienen a ti como en las asambleas del pueblo, y se sientan delante de ti los de mi pueblo para escuchar tus palabras, pero luego no las ponen por obra, y, mientras halagan con su boca, se va su corazón tras su avaricia. 32 Eres para ellos como una canción de amor (cantada) con hermosa voz y agradable instrumento; oyen tus palabras, pero de ponerlas por obra, nada. 33 Mas, cuando ello viniere, y viene ya, sabrán que hubo entre ellos un profeta.

Los hechos habían dado la razón a Ezequiel, pues todos sus oráculos sobre la destrucción de Jerusalén se habían cumplido a la letra. Con ello el profeta alcanzó gran autoridad entre los exilados, los cuales hablan en público y en privado de las revelaciones de él, y así van a oírle como si se tratara de la convocación de una asamblea del pueblo para tratar de una cuestión de interés públi co (v.31). Pero esto no debe impresionar demasiado a Ezequiel, ya que es sólo apariencia externa, pues se limitan a escuchar sus palabras, sin preocuparse de poner por obra sus consejos y mandatos de parte de Dios. Los oyentes aprueban sus palabras y halagan con su boca (v.31), pero su corazón sigue apegado a sus intereses personales. El profeta debe resaltar el carácter espiritual de entrega a Dios que debe caracterizar al nuevo núcleo de restauración nacional, heredero de las promesas y bendiciones de Dios. Los exilados creen que pueden compaginar la protección divina con su conducta materialista. Oyen el mensaje del profeta con agrado, como se escucha una canción de amor agradable, acompañada de un instrumento apropiado; pero después lo olvidan, como se olvida el canto que durante unos momentos cautivó el oído (v.32). Pero llegará un día, cuando se realicen las predicciones de salvación del profeta, en que reconocerán que ha habido entre ellos un profeta (v.33).

1 Cf. 1Co_9:1-6. 2 Sin duda que el fugitivo lardó mucho en llegar a Tell Abib. Sabemos que Esdras, con su caravana numerosa, tardó ciento ocho días desde Babilonia a Jerusalén (Esd_7:9; Esd_8:31). Quizá el fugitivo tuvo que esconderse mucho tiempo de la policía babilónica. 3 Eze_3:14.22; Eze_8:1; Eze_37:1; Eze_40:1. 4 Muchos autores relacionan este mutismo con el descrito en 3:24-27 y 24:27, y suponen que Ezequiel, de naturaleza enfermiza, sufrió un nuevo ataque de afasia al conocer la catástrofe de Judá, conocida antes de que llegara el fugitivo, 5 Cf. 2Re_25:12.22; Jer_42:36. 6 Cf. Jer 40:7-43:7 7 Literalmente, el TM y los LXX leen coméis con sangro, en cuyo caso se aludiría a comer carnes sin haberlas sangrado, lo que resultaba un gran pecado para los judíos ( Hch_15:20.29). Nuestra traducción se basa en un ligero cambio de letras en la palabra hebrea equivalente a sangre. En ese caso la acusación sería paralela a 18:6. 8 Cf. 22:6.9. 9 Cf. 18:6.