Ezequiel  36 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 38 versitos |
1 Y ahora, hijo de hombre, profetiza a los montes de Israel y di: Oíd, montes de Israel, la palabra de Yahvé:
2 Así habla el Señor, Yahvé: Pues que el enemigo dijo de vosotros: ¡Ea! Son ruinas perpetuas, se nos dan en posesión a nosotros.
3 Habla y di: Así habla el Señor, Yahvé: Por eso, porque os asolaron y tragaron de todas las partes, dándoos por heredad a las gentes y haciéndoos objeto de habladurías y de escarnios,
4 por eso, ¡oh montes de Israel! oíd la palabra de Yahvé: Así dice el Señor, Yahvé, a los montes y a los collados, a los lechos de los torrentes y a los valles, a las ruinas desoladas y a las ciudades desiertas que fueron la presa y el sarcasmo de los que de los pueblos circunvecinos quedaban.
5 Por eso, así habla el Señor, Yahvé: Sí, en mi celo y en mi furor hablé contra los escapados de los pueblos, y contra Idumea toda entera, que se apropiaron mi tierra con corazón alegre y el desprecio en el alma para despoblarla y depredarla.
6 Por eso, profetiza a la tierra de Israel, y di a los montes y a los collados, a los lechos de los torrentes y a los valles: Así habla el Señor, Yahvé: Heme aquí, en mi celo y en mi furor lo digo: Ya que habéis soportado el escarnio de las gentes,
7 así habla el Señor, Yahvé: Alzo mi mano y juro que las gentes que os rodean soportarán vuestro escarnio,
8 y vosotros, montes de Israel, germinaréis, daréis ramas y frutos a mi pueblo Israel, que va a volver.
9 Porque heme aquí, a vosotros me acerco, a vosotros me vuelvo. Todavía seréis labrados y sembrados,
10 multiplicaré en vosotros a los hombres, la casa de Israel toda entera, y serán repobladas las ciudades y reconstruidas las ruinas.
11 Multiplicaré en vosotros a los hombres, y se multiplicarán los ganados, y estaréis poblados como antiguamente, y más todavía que al principio, y sabréis que yo soy Yahvé.
12 Haré volver a vosotros a los hombres, mi pueblo Israel, que os poseerá, y les seréis en heredad, y no volveréis a devorarlos.
13 Así dice Yahvé: Pues que andan diciendo de ti: Eres una devoradora de hombres y has privado a tu nación de tus hijos,
14 no devorarás ya más a los hombres, ni a tu nación privarás de hijos, dice el Señor, Yahvé,
15 y nunca más te haré oír los insultos de las gentes, ni tendrás que oír los escarnios de los pueblos, y no quedarán los tuyos privados de hijos, dice el Señor, Yahvé.
16 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:
17 Hijo de hombre, cuando moró en su tierra la casa de Israel, la contaminaron con sus malas obras y sus pecados. Su obrar ante mí fue como de inmundicia de menstruada.
18 Por eso descargué yo mi ira sobre ellos, por la sangre que derramaban en la tierra y por los ídolos con que la contaminaron.
19 Y los he dispersado entre las gentes y han sido esparcidos por todas las tierras, juzgándolos conforme a sus caminos y a sus obras,
20 y, llegados a las gentes a donde fueron, éstas profanaron mi santo nombre, diciendo de ellos: “Estos son el pueblo de Yahvé, han sido echados de su tierra.”
21 Pero he tenido lástima de ellos al ver mi santo nombre profanado, por causa de la casa de Israel, entre las gentes a las que han sido llevados.
22 Di, pues, a la casa de Israel: Así habla el Señor, Yahvé: No lo hago por vosotros, casa de Israel, sino más bien por el honor de mi nombre, profanado por causa vuestra entre las gentes a que habéis ido.
23 Yo santificaré mi nombre grande, profanado entre las gentes a causa de vosotros en medio de ellas, y sabrán las gentes que yo soy Yahvé, dice el Señor, Yahvé, cuando yo me santificare en vosotros a sus ojos.
24 Yo os tomaré de entre las gentes, y os reuniré de todas las tierras, y os conduciré a vuestra tierra.
25 Y os aspergeré con aguas puras y os purificaré de todas vuestras impurezas, de todas vuestras idolatrías.
26 Os daré un corazón nuevo y pondré en vosotros un espíritu nuevo; os arrancaré ese corazón de piedra y os daré un corazón de carne."
27 Pondré dentro de vosotros mi espíritu y os haré ir por mis mandamientos y observar mis preceptos y ponerlos por obra.
28 Entonces habitaréis la tierra que yo di a vuestros padres, y seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.
29 Os libraré de todas vuestras impurezas, y llamaré al trigo y lo multiplicaré, y no tendréis hambre.
30 Multiplicaré los frutos de los árboles y el de los campos, para que nunca más os escarnezcan las gentes porque padezcáis hambre.
31 Vosotros, por vuestra parte, os acordaréis de vuestros malos caminos, de vuestras obras, que no fueron buenas, y sentiréis vergüenza de vosotros mismos por vuestras iniquidades y vuestras abominaciones.
32 No lo hago por vosotros, dice el Señor, Yahvé; sabedlo, confundios y avergonzaos de vuestras obras, ¡oh casa de Israel!"
33 Así habla el Señor, Yahvé: El día en que os habré purificado de todas vuestras iniquidades, repoblaré las ciudades y reconstruiré las ruinas.
34 La tierra desolada en que el caminante no ve más que desolación, volverá a ser labrada,
35 y se dirá: Aquella tierra inculta se ha convertido en jardín de Edén; las ciudades arruinadas, asoladas y desiertas están fortificadas y pobladas,"
36 y los pueblos que en torno vuestro han sido dejados, sabrán que yo, Yahvé, he edificado vuestras derribadas ruinas y he repoblado de árboles la tierra devastada. Yo, Yahvé, lo he dicho y lo haré.
37 Así dice el Señor, Yahvé: Aun a esto más me dejaré inducir a realizar por la casa de Israel: Multiplicaré los hombres como se multiplican los rebaños;"
38 a modo de ovejas consagradas, de ovejas de Jerusalén, en sus solemnidades, así serán las ciudades arruinadas, llenas de rebaños humanos, y sabrán que yo soy Yahvé.

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Introducción a Ezequiel 

Times New Roman ;;;;

Ezequiel.
Introducción.

Vida del profeta.
Ezequiel (en hebreo Yejezque'el: Dios conforta) era de la clase sacerdotal , y fue llevado a Babilonia como cautivo en 598 a.C., juntamente con el rey Jeconías y parte de la aristocracia judaica. Según el mismo nos dice, moraba en una localidad llamada Tell-Abib, junto al río Kebar (o Naru Kabaru, de las inscripciones cuneiformes), al sur de Babilonia. Allí vivía con su esposa, participando de las penas de los exilados. En el año quinto de su cautividad (593), mientras se hallaba a orillas de dicho río, fue llamado misteriosamente al ministerio profético 2, que ejerció durante veintidós años. Su último escrito datado es del 572 a.C. (año 27 de su traslado a Babilonia). No sabemos cómo ni cuándo murió. Según una tradición antigua judaica, fue muerto por un juez1 del pueblo que había sido reprendido por el profeta 3.

Misión del profeta.
Como Jeremías tenía por misión predicar a los judíos de Palestina los caminos del Señor, anunciándoles los castigos y recriminándoles su pésima conducta de abandono de las vías del Señor, Ezequiel fue el hombre providencial que se ocupó de mantener viva la fe yahvista en el destierro de Babilonia. La situación era sumamente delicada, ya que los exilados, lejos de comprender el sentido de su destino en los planes de Dios - como castigo de sus pecados - , continuaban con su propensión a la idolatría. Acusaban a Yahvé de ser injusto con ellos al hacerles cargar con culpas de sus antepasados 4. Por otra parte, estaban seguros de que su exilio duraría muy poco tiempo, y, sobre todo, que Dios no permitiría la destrucción de Jerusalén y de su templo por los caldeos5. Ezequiel debía hacer frente a estas falsas concepciones, fustigar sus vicios, como la propensión a la idolatría, a los adulterios, perjurios y pecados contra la justicia social.
Sobre todo, como Jeremías en Jerusalén, predicaba contra la falsa confianza fetichista en el templo de Jerusalén como garantía de permanencia de la nación judaica. En la misión de Ezequiel tenemos que distinguir dos momentos o etapas: la anterior a la destrucción de la Ciudad Santa por los babilonios (587 a.C.), durante la cual tuvo que hacer frente a las falsas esperanzas de repatriación de los exilados, anunciándoles reiteradamente el colapso de la Ciudad Santa, y la etapa que siguió a la toma de Jerusalén por los caldeos. Se han cumplido sus profecías exterminadoras, y, ante la depresión colectiva nacional, empezó a predicar la resurrección de la nación, en una nueva teocracia ideal, en la que se cumplirían las íntimas aspiraciones individuales y colectivas de los descendientes de Abraham 6.
Basándose en numerosas alteraciones textuales, algunos autores han propuesto la tesis de que la predicación de Ezequiel, anterior a la destrucción de Jerusalén, tuvo por escenario Palestina, de forma que el profeta se dirigía, como Jeremías, a sus compatriotas que no habían sido llevados en la primera cautividad 7. Esta hipótesis, al principio deslumbradora e insinuante como solución a complejos problemas textuales del libro de Ezequiel, no parece en realidad que tenga muchos visos de objetividad histórica, ya que crea mayores problemas en relación a la vida y actividad literario-profética de Ezequiel, como veremos al tratar de la composición y datación de sus oráculos.

Ambiente histórico.
La situación política internacional de la época de Ezequiel es similar a la que hemos descrito en la introducción al libro de Jeremías. Después del colapso del imperio asirio en 612, en que tiene lugar la conquista de Nínive por Nabopolasar (625-605), caudillo babilonio, auxiliado por los medos, Egipto quiere conquistar la zona de influencia en las antiguas provincias conquistadas por Asiría; por ello, Necao II, en 609, sube, a través de Palestina y Siria, al encuentro de los ejércitos medo-babilónicos. Al pasar por Megiddo, junto al Carmelo, le sale al paso el rey Josías de Judá, que muere en el combate (609 a.C.); le sucedió su hijo Joacaz, pero éste fue depuesto por Necao II, que había establecido su cuartel general en Ribla, sobre el Orontes (Alta Siria). En su lugar colocó en el trono de Jerusalén al hijo de Josías, Eliaquim, al que cambió el nombre en Joaquim (609-598). Poco después el faraón fue vencido en Carquemis (606 a.C.) por las tropas acaudilladas por Nabucodonosor, hijo de Nabopolasar.
En 605 muere Nabopolasar, y su hijo le sucede en la dirección del nuevo imperio. Después de derrotar a los egipcios, Nabucodonosor hizo una incursión por Palestina (606-5). En el 603, el rey de Judá, Joaquim, confiado en Egipto, se insurreccionó contra el monarca caldeo, y éste se limitó de momento a enviar partidas de soldados que devastasen Judá. En 598 puso sitio formal a Jerusalén, durante cuyo asedio murió el rey Joaquim, y le sucedió su hijo Joaquín o Jeconías, el cual se rindió a los tres meses de reinado, siendo deportado con la aristocracia del país a Babilonia, y entre los cautivos estaba el propio Ezequiel. Las tropas caldeas saquearon el templo, llevándose los vasos sagrados.
El vencedor puso de rey en Jerusalén a Matanías, hijo de Josías, cambiándole el nombre en Sedecías (598-586). Al principio éste se mantuvo sumiso a Babilonia, pero por instigación del faraón Hofra se unió a una liga anticaldea organizada por Amón y Tiro. Las tropas de Nabucodonosor volvieron al asedio y tomaron la ciudad en julio-agosto de 586. La ciudad fue totalmente arrasada con su templo, y las fuerzas vivas de la población fueron deportadas, quedando sólo en el país los labriegos y peonaje. Sedecías, capturado por los babilonios, fue llevado a Ribla, donde delante de Nabucodonosor le sacaron los ojos después de asistir al asesinato de sus hijos. Después fue deportado. Con ello la catástrofe nacional del pueblo judío llegó a su colmo, y la crisis de la conciencia nacional fue el problema con que tuvieron que enfrentarse los profetas Jeremías en Palestina y Ezequiel en el exilio.

Contenido y estructura del libro.
Podemos dividirlo en tres partes bien netas. Después de una introducción en la que se relatan las circunstancias de la vocación profética del profeta (1:1-3:21), encontramos: a) una serie de oráculos contra Jerusalén y Judá (3:22-24:27); b) oráculos contra las naciones paganas (c.25-32), y c) promesas de restauración (c.33-48). Esta sistematización clara, lógica y aun cronológica de los escritos de Ezequiel ha llamado siempre la atención de los comentaristas, aunque recientemente los críticos han negado esta armoniosa estructura, ya que sorprenden muchas intercalaciones y desplazamientos que interrumpen el contexto 8. Con todo, la estructura lógica general y aun cronológica se mantiene, como se ve en el esquema siguiente:

Difisión del libro:
I. Oráculos anteriores a la destrucción de Jerusalén (58-6).
A) Introducción: Vocación del profeta (1:1-3:21).
B) Conminaciones contra Juda (3:22-24:27).
1.Anuncio del castigo sobre la Ciudad Santa (acciones simbólicas y oráculos: 3:22-7:27).
2.Visión de la idolatría en el templo. La gloria de Yahvé abandona la ciudad (8:1-11:25).
3.Vaticinios sobre la cautividad del rey y el pueblo. Juicio contra los falsos profetas, cortesanos y pecadores en general (12:1-23:40).
4.Epílogo: principio del cerco de Jerusalén.
C) Conminaciones contra las naciones paganas (25:1-32:32): Contra Amón, Moab, Edom, Filistea, Tiro, Sidón y Egipto.

II. Oráculos después de la destrucción de Jerusalén (586).
A) Preparación para la restauración (33:1-33). Invitación a la penitencia. La ruina, castigo por los pecados.
B) Vaticinios de restauración teocrática (34:1-39:29). Reunión de los dispersos israelitas. Devastación de Edom, renovación de la tierra de Israel. Repatriación del pueblo exilado. Desaparición de los enemigos de Israel.
C) Descripción del nuevo reino de Israel (40,1-48:35). El nuevo templo y su consagración. El nuevo culto, la nueva tierra de Canaán, su fertilidad y división 9.

Composición del libro y autenticidad.
El contenido literario de Ezequiel difiere bien de los libros de Amos, Oseas, Miqueas, Isaías y Jeremías. En éstos, lo esencial es el oráculo, o manifestación oral del profeta, puesta por escrito con todo su vigor e independencia. En el libro de Ezequiel, en cambio, parece que nos encontramos con un escritor que con estilo difuso y diluido va llenando páginas a base de descripciones de visiones y acciones simbólicas. Se le ha llamado profeta de gabinete, porque en sus escritos no está el oráculo conciso y nervioso de los antiguos profetas10, predominando la prosa deslavazada. Pero Ezequiel, más que escritor, es ante todo un predicador que dialoga con su auditorio y que realiza acciones simbólicas ante ellos 11. Bajo esta forma, es el más vivo, el más concreto de todos los profetas12. Pero debemos descubrir también al escritor que redacta sus oráculos para sus contemporáneos. Habla siempre en primera persona, y de hecho hay unidad sustancial de estilo en todos los escritos que se le atribuyen.
La tradición judaico-cristiana ha sostenido siempre la autenticidad de sus escritos, como obra del profeta del exilio, que trabajó en la formación del alma judía después de la catástrofe napional. Sin embargo, esto no quiere decir que el libro suyo, tal como hoy ha llegado a nosotros, sea obra redaccional definitiva del profeta. A pesar de un orden lógico general, hay, como hemos indicado, trastrueques y desajustes en el texto, y estas anomalías han dado lugar a teorías excéntricas respecto del origen del libro de Ezequiel. Así, hay quien adjudica al profeta del exilio sólo las partes poéticas, mientras que la masa prosaica sería obra de un redactor del siglo í 13. Incluso se ha supuesto que la redacción final del libro es del siglo ni a.C., obra de un anónimo que habría presentado los hechos como ocurridos en el siglo VII a.C. 14
Autores más moderados, como Herntrich y Bertholet, suponen que el libro de Ezequiel es de la época inmediata anterior o posterior a la caída de Jerusalén (597-6). El primero distingue dos autores, uno de los 39 primeros capítulos, que sería un profeta que vivió en Jerusalén en los años críticos que precedieron a la destrucción de la ciudad. Los c.40-48 serían, pues, obra de un redactor posterior a la época del exilio 15. El segundo cree que es Ezequiel el autor de todo el libro, pero que lo concerniente a la predicación anterior a la caída de Jerusalén fue escrito por él cuando habitaba en Palestina, mientras que los oráculos y escritos de restauración que siguieron a la destrucción de la Ciudad Santa fueron escritos por él mismo en Babilonia 16. Supone que Ezequiel es el autor sustancial, en cuanto que dejó resúmenes esquemáticos de sus profecías que fueron amplificados y publicados con su nombre por redactores posteriores que pertenecían a su escuela profética. Esta opinión ha sido aceptada por muchos autores aun católicos 17; pero, pasada la primera impresión de novedad, las cosas van volviendo a la tesis tradicional, ya que, si la nueva teoría parece dar razón del sentido de algunos textos, que parecen intercalaciones redaccionales posteriores, por otra parte, aplicada como tesis general al libro, crea mayores problemas de composición. Por ello creemos que es preferible mantener la posición tradicional, que considera a Ezequiel como autor de todo el libro (con ligeras excepciones) que lleva su nombre, y también es mejor suponer que el profeta desarrolló su ministerio desde el principio entre los exilados de Babilonia, como se desprende de sus oráculos y escritos.

Texto y versiones.
El texto hebreo masorético es muy deficiente y en muchos casos inservible. La versión griega de los LXX es, en general, literalista y parece estar basada en un texto hebreo anterior al TM. Por ello resulta muy útil para la reconstrucción de ciertas lecturas. En general, parece superior el texto de los LXX; sin embargo, también en la versión de los LXX hay omisiones y traducciones ininteligibles. Los papiros Chester Beatty (Ez 11-17) Y Scheide (Ez 19-39) han contribuido al estudio de la versión griega, pues datan del siglo II, y son, por tanto, anteriores a la Hexaplar de Orígenes. Sobre todo los papiros Scheide han servido para reivindicar muchas lecciones del TM. La versión de la Vg sigue en general al TM, mientras que la siro-hexaplar acepta muchas variantes de los LXX.

Índole literaria del libro de Ezequiel.
Característica del libro de Ezequiel es la abundancia de visiones: la cuadriga celeste de los querubes 18, los huesos secos 19, el nuevo templo 20, la fuente de aguas 21. Esto hace que su libro sea extremadamente misterioso y difícil de interpretar. Los autores no están concordes al calificar la objetividad de dichas visiones, pues mientras para unos esas fisiones son meras ficciones literarias en función de enseñanzas religiosas, para otros son fisiones reales representadas a su imaginación o a sus sentidos externos.
Otra característica del ministerio profético de Ezequiel es la de acciones simbólicas para representar plásticamente sus enseñanzas teológicas y sus oráculos conminatorios o de restauración. Así, por orden de Dios se encierra en su casa para significar el asedio de Jerusalén22, delinea el plano de la Ciudad Santa, acercando contra él planchas de hierro para simbolizar el próximo cerco por los babilonios 23; se corta los cabellos y los aventa para significar el destino de los exilados 24. También son frecuentes en los escritos de Ezequiel las parábolas o alegorías, como la de las dos hermanas meretrices25, la de la vid arrancada por el águila26, los dos cachorros 27, Oola y Ooliba 2S.
El estilo literario, en general, es prosaico e inferior al de Isaías y Jeremías. San Jerónimo lo define así: Sermo eius nec satis di-sertus nec admodum rusticus, sed ex utroque medie tempera-tus 29. Su propensión a lo visionario y alegórico hace que sea particularmente difícil su interpretación. Respecto de los c.40-49, en los que se habla de la estructura de la nueva teocracia, dice el mismo San Jerónimo: Scripturarum oceanum et mysteriorum Dei laby-rinthum 30. Llevado de la imaginación, el profeta traza idealmente los límites y organización del nuevo reino bajo la protección especial de Dios. Nos hallamos ya en el campo de la apocalíptica, donde lo nebuloso imaginario priva sobre lo racional concreto.
Esta propensión a lo visionario, simbólico y apocalíptico ha servido para que no pocos autores le hayan tachado de anormal y excéntrico, de forma que sus éxtasis y acciones extrañas provendrían de una naturaleza mórbida. Así, se le ha acusado de histérico, epiléptico, cataléptico y neurótico. En realidad, sus acciones simbólicas no son más extrañas que otras de los profetas anteriores, como Oseas, Jeremías y aun de Isaías 31. No debemos perder de vista que nos hallamos entre orientales, donde lo escénico tiene una importancia especial como medio de convencer. En concreto, Ezequiel nos dice de sí mismo que es un signo para la casa de Israel; de ahí que sus acciones simbólicas sean tan frecuentes, y desde luego tiene una mentalidad netamente simbolista. Por ello, a sus problemas familiares personales les da un sentido simbólico con proyección a la comunidad de exilados. Así, su mutismo32, la muerte de su esposa 33 y sus mismas enfermedades 34 tienen un mensaje para Israel. En este sentido podría comparársele a Oseas, cuya vida es una parábola en acción para sus compatriotas 35.

Doctrina teológica.
a) Atributos divinos. - La teología de Ezequiel sigue las líneas generales de sus predecesores, los profetas escritores, Amos, Isaías y Miqueas, pues destaca la universalidad, omnipotencia y justicia de Yahvé sobre todo. Su radio de acción no se limita a la tierra santa, sino que sigue a los deportados de Babilonia 36. Es el Señor único que está sobre todo poder. Los vivientes simbólicos que aparecen llevando el trono de su gloria son el símbolo del poder en los distintos reinos de la naturaleza: el león, el toro, el águila, en el reino animal, son los animales superiores, que en la mitología religiosa mesopotámica simbolizaban a determinadas divinidades. Ezequiel los pone a todos como escabel del Yahvé de los israelitas, que sigue amorosamente la suerte de sus exilados.
Es misericordioso y justo. Israel es su hijo predilecto 37, pero esta elección es totalmente gratuita, sin méritos por parte de aquél 38. Esto impone particulares deberes de gratitud y obediencia. Israel ha sido encontrada por Yahvé en el desierto como una expósita y ha sido elevada a la categoría de reina, esposa de Yahvé. En consecuencia, debía haber reconocido a su único Dios, pero ha pecado, separándose de Yahvé y yéndose tras los ídolos 39. Por eso, Yahvé, por su propia dignidad y santidad, debe castigarle, y el exilio es la pena merecida por las generaciones rebeldes que se han sucedido en Israel desde los tiempos de su instalación en Canaán 40.
b) Responsabilidad individual. - Una de las ideas nuevas en la teología de Ezequiel es la de la valoración del individuo como tal en sus relaciones para con Dios. Hasta entonces en la teología profética prevalecía la idea de la solidaridad, de forma que los componentes del pueblo israelita eran considerados más como ciudadanos de una colectividad que como individuos con derechos y deberes propios. Ante todo, los profetas consideran el destino de la nación como tal, porque la alianza del Sinaí ha sido hecha entre Dios y la nación41. En ese supuesto, las generaciones son solidarias en sus pecados y en sus méritos. Ciertamente que en el Deuteronomio se condena el castigo de los hijos por los pecados de sus padres, y viceversa42, y Jeremías se hizo eco de esta doctrina43, pero es Ezequiel el campeón y teorizante del individualismo44 en la tradición israelita. La catástrofe del 587 había tenido por efecto la pérdida de las ilusiones nacionales, y entonces la conciencia israelita se orientó más a los destinos e intereses del individuo como tal. Ezequiel se hace eco de este estado psicológico y formula el principio de la retribución individual estricta; los exilados se quejaban de que ellos estaban pagando por los pecados de sus antepasados. Esto parecía injusto, y es el profeta el que anuncia un nuevo estado de cosas: ¿Qué andáis repitiendo este proverbio. y decís: Los padres comieron las agraces y los hijos sufren la dentera? Por mi vida, dice Yahvé, que nunca más diréis este refrán. El alma que pecare, ésta morirá, y el hijo no llevará sobre sí la iniquidad del padre, ni el padre la del hijo; la justicia del justo será sobre él, y sobre él será la iniquidad del malvado45. Es sustancialmente la doctrina de Jeremías: En esos días ya no se dirá más: Nuestros padres comieron agraces, y los hijos sufrimos la dentera. Sino que cada uno morirá por su propia iniquidad: quien coma el agraz, ése sufrirá la dentera46.
Ezequiel insiste después en la justificación del pecador que se arrepiente de sus pecados y cambia de conducta: Todos los pecados que cometió no le serán recordados, y en la justicia que obró vivirá. ¿Quiero yo acaso la muerte del impío, dice Yahvé, y no más bien que se convierta de su mal camino y viva?47 Esta doctrina está muy por encima de la antigua, basada en la solidaridad. En el nuevo orden de cosas habrá ante todo justicia retributiva para cada individuo. Esta perspectiva, formulada así con toda valentía por Ezequiel, hará que se planteen en crudo la validez de las tesis tradicionales sobre la ecuación entre la virtud y el premio en esta vida.
Este examen del problema en la literatura sapiencial, sobre todo en Job, dará como fruto la formulación clara del principio de la retribución en ultratumba en el libro de la Sabiduría. Ezequiel no ha llegado a estas claridades, pero ha puesto las bases de la retribución individual en las relaciones de Dios con el hombre.
c) El mesianismo. - Sus ideas mesianicas adolecen de nacionalistas, ya que prevé la gloria de la nueva teocracia, vinculada a la restauración de Israel como nación. En sus idealizaciones sistemáticas y artificiales de la nueva era, piensa en Palestina como centro de la teocracia. Y en su falta de perspectiva histórica junta la próxima restauración después del destierro y la mesiánica definitiva. Al lado de estos anuncios mesiánicos colectivos, Ezequiel presenta vislumbres de un Mesías personal. En 17:22-24 habla de un retoño de un cedro (dinastía davídica) plantado en Sión, que se convertirá en un gran árbol bajo cuyas ramas se cobijarán los israelitas. En 34:23-31 se habla de un nuevo pastor, al que se identifica con David, el cual apacentará a su grey, que ha sido reunida por el propio Yahvé. Ese nuevo Pastor - como el rey David - será el lugarteniente de Yahvé: Yo seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellas (las ovejas). El profeta, pues, en estos vaticinios se sitúa en la línea de las profecías isaianas sobre el Emmanuel, en las que se anuncia un príncipe que inaugurará un reinado de paz y tranquilidad para los descendientes de Jacob. No hay alusiones universalistas, pero tampoco se refleja la idea de un rey despótico intransigente.
d) Ezequiel y el judaismo. - Se ha acusado a Ezequiel de haber sido el creador del alma judaica en sentido peyorativo, como expresión del hermetismo y exclusivismo que encontramos en la secta de los fariseos. En realidad, el profeta no ha hecho sino resaltar la conciencia de elección entre los exilados, para animarlos al cumplimiento de la Ley, cuya transgresión había traído la catástrofe nacional. Sin duda que, para hacer frente a las influencias religiosas babilónicas, Ezequiel - mentalidad esencialmente sacerdotal - urgió el cumplimiento de ciertas leyes rituales que fueran como un vallado defensivo. Los críticos independientes han querido deducir de esta preocupación levítica de Ezequiel que es el verdadero autor de toda la complicada legislación del Levítico. Pero un examen serio del problema hace ver que el profeta no sólo no es el autor de la legislación levítica, sino que muchas veces, al proclamar los principios que han de regir la nueva teocracia, contradice a determinadas leyes levíticas 48.

Ganonicidad del libro.
Según testimonio de San Jerónimo, los judíos no permitían la lectura del libro de Ezequiel antes de haber cumplido los treinta años49. Precisamente por cierta oposición entre la legislación de Ezequiel y la del Levítico, algunos rabinos se permitieron dudar de la canonicidad del libro de Ezequiel50. Pero de hecho fue recibido en el canon judaico sin dificultad. En el Eclo 49:8 se alaba a Ezequiel después de citar a Jeremías, y antes de los doce profetas menores. En el Í. Ô., el libro de Ezequiel no es citado expresamente, pero parece que hay alusiones51. En la Iglesia cristiana primitiva no ha habido dificultades especiales en la admisión de Ezequiel en el canon.

1 Ez 1:3. - 2 Ez 1:1-3:21. - 3 Así lo afirman el Pseudo-Epifanio, De vitis prophetarum g: PG 43:401, y San Isidoro De Sevilla, De ortu et obitu Patrum 39: PL 83:143; San Atanasio, Ór. de incarnatione Verbi 37: PG 25:160. - 4 Ez 18:2. 5 ez 24:21. - 6 Cf. Ez 37:1-28; 0.40-48. - 7 Esta tesis, propuesta primeramente por Herntrich y Bertholet, ha sido recientemente resucitada por P. Auvray, Le probléme historique du livre d'Ezechiel: RB 55 (1948) 503-19· - 8 He aquí algunos ejemplos de desplazamiento del texto: 3.16b-21 parece intercalado en el relato de la visión inaugural. Los versos del c.4 no siguen el orden debido. En los c.5.7 y 26 hay repeticiones y ampliaciones al texto original. Los v.8-17 del c.io son casi una repetición de 1:15-21, etc. Véase L. Dennefeld, o.c., p.462. - 9 Véase H. Hopfl-Miller-Meztinger, Introd. spec. in V. T. (Roma IQ4&) P·463 -465· - 10 P. Auvray, Ezechiel: La Sainte Bible de Jérusalem (París 1949) Ñ·9· - 11 Cf. Ez 12:9; 24:19; 33:10.17-20. - 12 id., ibid. - 13 Así G. Holscher, Der Dichter und das Buch: Bzatw 39 (1924)· - 14 C. Torrey, Pseudo-Ezekiel and the original prophecy (New Haven 1930). - 15 V. Herntrich, Ezekielprobleme: Bzatw 61 (1033). - 16 A. Bertholet, Hesekielprobleme: Mélanges F. Gumont (Bruselas 1936) p.517-523. - 17 Entre ellos el P. Dumeste: RB 46 (193?) 299, Y P. Auvray, Le probléme historique du livre d'Ezechiel: RB 55 (1948) 503-19. - 18 Ez 1:4-28; 10:1-22. - 19 Ez 37:1-28. - 20 Eze_40:1-43 :27. - 21 Ez 47:1-12. - 22 Ez 3:24-27. - 23 Ez4,is. - 24 Ez 5:4. - 25 Ez 16:1-63. - 26 Ez 17:1-24. - 27 Ez 19:1-9. - 28 Ez 23:1-49- - 29 San Jerónimo, Praef. in Ez.: PL 28:938 (995). - 30 id., Comm. in Ez., Prol. in librum 14: PL 25:448 (468). - 31 Cf. 1 Re 11:29-33; Is 20; Jer 13; 18; Os 0.1-3. - 32 Ez 3:26; 24:27; 33:22. - 33 Ez 24:15-24- - 34 Ez 4:4-17. - 35 Cf. Ose.i-3. - 36 Ez c.1-3. - 37 Ex 19:5; Ez 16:1-14. - 38 Ez 20,ss; Jer 2; 11:1-8. - 39 Ez 5:5-17; 16:15-34; 20. - 40 Ez 14:12-21; 17:1-21; cf. Jer 8:4-12; 16:10-17. - 41 Cf. Éxo_20:2. - 42 Cf. Dt 24:16; 2 Re 14:6. - 43 Jer 12:1; 31:29-30. - 44 P. Auvray, o.c., p.16. - 45 EZ 18:28. - 46 Jer 31:29-30. - 47 Ez 18:22-23.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Ezequiel  36,1-38

36. La Restauración completa de Israel.
Después de hablar de la destrucción de los enemigos seculares de Israel como condición previa para el retorno de los israelitas a su tierra patria, el profeta habla de la restauración de la nación. El capítulo contiene dos partes: a) anuncio de la bendición de Yahvé sobre los montes de Israel, en oposición a la desolación sobre los montes de Edom (1-15); b) el castigo de Judá fue merecido; pero, por honor de su nombre, Yahvé hará retornar a los exilados, les dará un nuevo corazón, y en Palestina los colmará de todo bien. La nueva tierra de promisión se transformará en un maravilloso edén para felicidad de los repatriados (16-38).

La bendición sobre los montes de Israel (1-15).
1 Y ahora, hijo de hombre, profetiza a los montes de Israel y di: Oíd, montes de Israel, la palabra de Yahvé: 2 Así habla el Señor, Yahvé: Pues que el enemigo dijo de vosotros: ¡Ea! Son ruinas perpetuas, se nos dan en posesión a nosotros. 3 Habla y di: Así habla el Señor, Yahvé: Por eso, porque os asolaron y tragaron de todas las partes, dándoos por heredad a las gentes y haciéndoos objeto de habladurías y de escarnios, 4 por eso, ¡oh montes de Israel! oíd la palabra de Yahvé: Así dice el Señor, Yahvé, a los montes y a los collados, a los lechos de los torrentes y a los valles, a las ruinas desoladas y a las ciudades desiertas que fueron la presa y el sarcasmo de los que de los pueblos circunvecinos quedaban. 5 Por eso, así habla el Señor, Yahvé: Sí, en mi celo y en mi furor hablé contra los escapados de los pueblos, y contra Idumea toda entera, que se apropiaron mi tierra con corazón alegre y el desprecio en el alma para despoblarla y depredarla. 6 Por eso, profetiza a la tierra de Israel, y di a los montes y a los collados, a los lechos de los torrentes y a los valles: Así habla el Señor, Yahvé: Heme aquí, en mi celo y en mi furor lo digo: Ya que habéis soportado el escarnio de las gentes, 7 así habla el Señor, Yahvé: Alzo mi mano y juro que las gentes que os rodean soportarán vuestro escarnio, 8 y vosotros, montes de Israel, germinaréis, daréis ramas y frutos a mi pueblo Israel, que va a volver. 9Porque heme aquí, a vosotros me acerco, a vosotros me vuelvo. Todavía seréis labrados y sembrados, 10 multiplicaré en vosotros a los hombres, la casa de Israel toda entera, y serán repobladas las ciudades y reconstruidas las ruinas. 11Multiplicaré en vosotros a los hombres, y se multiplicarán los ganados, y estaréis poblados como antiguamente, y más todavía que al principio, y sabréis que yo soy Yahvé. 12 Haré volver a vosotros a los hombres, mi pueblo Israel, que os poseerá, y les seréis en heredad, y no volveréis a devorarlos. 13 Así dice Yahvé: Pues que andan diciendo de ti: Eres una devoradora de hombres y has privado a tu nación de tus hijos, 14 no devorarás ya más a los hombres, ni a tu nación privarás de hijos, dice el Señor, Yahvé, 15 y nunca más te haré oír los insultos de las gentes, ni tendrás que oír los escarnios de los pueblos, y no quedarán los tuyos privados de hijos, dice el Señor, Yahvé.

En este fragmento, el país de Judá es simbolizado metonímicamente en sus montes (v.1) 1. De hecho, el reino de Judá comprendía precisamente la zona montañosa al sur de Palestina. La expresión Israel tiene el sentido de nación israelita en general, sin contraponerlo a Judá. El profeta echa en cara a las naciones enemigas, sobre todo a Edom, que se alegraran de la desolación del país de Israel (v.2). Los pueblos vecinos de Judá creían que la situación de Palestina como tierra de nadie habría de permanecer indefinidamente, y por eso piensan instalarse en ella. Judá se había convertido en objeto de escarnio (v.3) para las otras naciones. Su supuesta superioridad religiosa de nada le sirvió en el momento del turbión de la guerra.
Yahvé, en su celo, no puede soportar la burla de su pueblo, y se propone castigar a los escapados de los pueblos (v.5), las bandas ambulantes que se habían librado de los soldados caldeos y andaban por los desiertos atacando al pueblo judío que había quedado en su tierra. Días llegarán en que los escarnecedores serán escarnecidos, mientras que los montes de Israel serán glorificados de nuevo al ser repoblados con las gentes judías repatriadas (v.8). Yahvé tendrá una particular providencia de la tierra de Palestina: á foso tros me acerco, a vosotros me vuelvo (v.8). Se había alejado momentáneamente para castigar a su pueblo por sus pecados, pero les siguió en el exilio, y volverá a protegerlos, devolviéndolos a sus hogares antiguos. Los montes volverán a ser sembrados y labrados, y las ciudades a ser repobladas (v.10). La prosperidad será la nota de la nueva situación en Palestina, de forma que se superarán los tiempos antiguos, y esa situación será definitiva, ya que Yahvé no volverá a castigarlos: no volveréis a devorarlos (v.12).
Por fin se establecerá una paz permanente en la tierra de Palestina, que, por ser una encrucijada geográfica, fue siempre lugar de lucha permanente. De ahí el título que se le da de devoradora de hombres (v.13). Siempre había sido campo de choque y de batalla entre las grandes potencias, y también objeto de incursiones y razzias de parte de las poblaciones vecinas de TransJordania. La ir ase parece calcada en la información dada por los exploradores israelitas de Canaán: Es una tierra que devora a sus habitantes. 2 El profeta Ezequiel, pues, recoge la expresión para aplicarla a la situación anterior al exilio, cuando Palestina había sido asolada y llevados cautivos sus habitantes, y contraponerla a la nueva situación. En el futuro, todo será paz, porque Yahvé tomará al país bajo su especial protección (v.14). Palestina no devorará ya mas a los hombres (v.14), sino que será el lugar edénico en el que todos vivirán en paz, sin temor a enemigos exteriores e interiores.

Yahvé salvará a Israel por el celo de su gloria (16-24).
16 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 17 Hijo de hombre, cuando moró en su tierra la casa de Israel, la contaminaron con sus malas obras y sus pecados. Su obrar ante mí fue como de inmundicia de menstruada. 18 Por eso descargué yo mi ira sobre ellos, por la sangre que derramaban en la tierra y por los ídolos con que la contaminaron. 19 Y los he dispersado entre las gentes y han sido esparcidos por todas las tierras, juzgándolos conforme a sus caminos y a sus obras, 20 y, llegados a las gentes a donde fueron, éstas profanaron mi santo nombre, diciendo de ellos: Estos son el pueblo de Yahvé, han sido echados de su tierra. 21 Pero he tenido lástima de ellos al ver mi santo nombre profanado, por causa de la casa de Israel, entre las gentes a las que han sido llevados. 22 Di, pues, a la casa de Israel: Así habla el Señor, Yahvé: No lo hago por vosotros, casa de Israel, sino más bien por el honor de mi nombre, profanado por causa vuestra entre las gentes a que habéis ido. 23 Yo santificaré mi nombre grande, profanado entre las gentes a causa de vosotros en medio de ellas, y sabrán las gentes que yo soy Yahvé, dice el Señor, Yahvé, cuando yo me santificare en vosotros a sus ojos. 24 Yo os tomaré de entre las gentes, y os reuniré de todas las tierras, y os conduciré a vuestra tierra.

Ya en el c.20 el profeta había explicado claramente que Dios volvería a preocuparse de Israel por el celo de su gloria. De suyo, Israel, por sus pecados, no hubiera merecido que se acordara de él, pero su desgracia ha sido ocasión de que los enemigos paganos se burlaran, diciendo: Estos son el pueblo de Yahvé, han sido echados de su tierra (v.20). La frase es irónica y parece insinuar que el Dios de Israel ha sido impotente para salvar a su pueblo. En realidad, Yahvé expresaba rechazo hacia Israel por sus pecados tradicionales de idolatría y homicidios (v.18), y lo consideraba impuro como una mujer menstruada (v.17). La Ley declaraba impuro a todo lo que tocare a una mujer en este estado 3. Es una metáfora muy expresiva para reflejar la situación abominable en que se hallaba Israel respecto de su Dios. Nada en él había que atrajera sus miradas por sus múltiples pecados, y por eso le castigó duramente con el exilio; pero esto dio lugar a que las otras naciones profanaran el nombre de Yahvé al considerarle impotente en su protección sobre la nación vencida.
Por eso ya es cuestión de salvar el honor de su santo nombre profanado (v.21)4. Israel, con sus pecados, ha dado ocasión a esta profanación del nombre de Yahvé entre los gentiles, ya que con sus aberraciones se hizo acreedor a los mayores castigos y aun de la destrucción de la nación como tal. El exilio había desacreditado a Yahvé ante las gentes, le había profanado, y ahora Yahvé, movido de su celo, quiere santificarse ante ellos (v.23), es decir, mostrar su poder y santidad o carácter moral y trascendente; es decir, hará ver a los gentiles que, si permitió la destrucción de su pueblo, no fue por impotencia, sino por exigencias de su justicia y santidad, que reclamaban un castigo purificador. Yahvé no puede permitir impunemente el pecado, sino que en todos sus actos se mueve por sus imperativos morales intransigentes. Cuando haga retornar a los israelitas a su patria, entonces los gentiles sabrán quién es Yahvé en su omnipotencia y grandeza.

Purificación y arrepentimiento de los israelitas (25.-32)
25 Y os aspergeré con aguas puras y os purificaré de todas vuestras impurezas, de todas vuestras idolatrías. 26 Os daré un corazón nuevo y pondré en vosotros un espíritu nuevo; os arrancaré ese corazón de piedra y os daré un corazón de carne. 27 Pondré dentro de vosotros mi espíritu y os haré ir por mis mandamientos y observar mis preceptos y ponerlos por obra. 28 Entonces habitaréis la tierra que yo di a vuestros padres, y seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios. 29 Os libraré de todas vuestras impurezas, y llamaré al trigo y lo multiplicaré, y no tendréis hambre. 30 Multiplicaré los frutos de los árboles y el de los campos, para que nunca más os escarnezcan las gentes porque padezcáis hambre. 31 Vosotros, por vuestra parte, os acordaréis de vuestros malos caminos, de vuestras obras, que no fueron buenas, y sentiréis vergüenza de vosotros mismos por vuestras iniquidades y vuestras abominaciones. 32 No lo hago por vosotros, dice el Señor, Yahvé; sabedlo, confundios y avergonzaos de vuestras obras, ¡oh casa de Israel!

Yahvé, al reintegrar al pueblo israelita, quiere que constituya una nueva comunidad totalmente distinta a la anterior al destierro en cuanto a sus sentimientos religiosos internos. Los vicios tradicionales de idolatría e injusticias sociales no deben prevalecer en la nueva teocracia, y de ahí que Yahvé los someta a una purificación lustral interna (v.25) 5. Y esta purificación no será sólo negativa, haciendo desaparecer los pecados tradicionales pasados, sino que transformará interiormente a los nuevos ciudadanos de Israel: Os daré un corazón nuevo, os arrancaré ese corazón de piedra y os daré un corazón de carne (v.26). Los israelitas anteriores al exilio habían tenido un corazón de piedra, insensible a los mandatos de Yahvé. En adelante los israelitas tendrán un espíritu nuevo, proveniente de su Dios, de modo que sientan instintiva atracción hacia los caminos rectos 6.
El profeta entrevé la nueva etapa mesiánica, en que los imperativos del espíritu serán los móviles de una nueva generación: el cristianismo. De hecho sabemos que los israelitas reintegrados a su patria después del exilio no volvieron a sentir veleidades idolátricas, sino que más bien se cerraron en un sano monoteísmo intransigente. Es la primera etapa de la nueva era vislumbrada por Ezequiel. Con la aparición del Mesías vendrá el culto de Dios en espíritu y en verdad7, síntesis del mensaje evangélico. Pero el profeta en este oráculo se fija en la primera etapa, idealizándola: el Israel histórico volverá a ser realmente el pueblo de Yahvé (v.28), ya que los corazones de los israelitas vivirán centrados en torno a su Dios. La profecía es paralela a la de Jeremías: en aquel día seré el Dios de todas las tribus de Israel, y ellos serán mi pueblo. Yo pondré mi ley en ellos y la escribiré en su corazón, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo 8.
Como consecuencia de esta vinculación a Yahvé, vendrán toda clase de bendiciones sobre la nueva teocracia: en primer lugar, la purificación de todas las impurezas idolátricas pasadas, y después la fertilidad exuberante de la naturaleza: llamaré al trigo y lo multiplicaré (v.29) 9. Será entonces cuando se vean participantes de las bendiciones de Dios, cuando reconozcan plenamente sus yerros pasados 10, entrando por la vía de una conversión sincera. Pero el profeta cierra la perícopa repitiendo que la restauración de Israel no fue debida a los méritos realizados por la Nación, sino más bien al celo de Yahvé por su nombre entre los pueblos (v.32). Deben tener en cuenta que la historia de Israel es la historia de deserciones y crímenes de todo género, y, por tanto, deben sentir vergüenza del pasado: confundios y avergonzaos de vuestras obras.

Prosperidad del nuevo Israel (33-38).
33 Así habla el Señor, Yahvé: El día en que os habré purificado de todas vuestras iniquidades, repoblaré las ciudades y reconstruiré las ruinas. 34 La tierra desolada en que el caminante no ve más que desolación, volverá a ser labrada, 35 y se dirá: Aquella tierra inculta se ha convertido en jardín de Edén; las ciudades arruinadas, asoladas y desiertas están fortificadas y pobladas, 36 y los pueblos que en torno vuestro han sido dejados, sabrán que yo, Yahvé, he edificado vuestras derribadas ruinas y he repoblado de árboles la tierra devastada. Yo, Yahvé, lo he dicho y lo haré. 37 Así dice el Señor, Yahvé: Aun a esto más me dejaré inducir a realizar por la casa de Israel: Multiplicaré los hombres como se multiplican los rebaños; 38 a modo de ovejas consagradas, de ovejas de Jerusalén, en sus solemnidades, así serán las ciudades arruinadas, llenas de rebaños humanos, y sabrán que yo soy Yahvé.

El profeta idealiza la situación de la tierra de promisión de los repatriados. Palestina se convertirá en un verdadero Edén, admiración de todas las gentes. En otros tiempos, Moisés había prometido al pueblo de Israel salido de Egipto una tierra que manaba leche y miel.11 La nueva reinstalación de los exilados será también en una tierra feracísima. Los campos desolados recobrarán su frondosidad perdida, y las ciudades serán repobladas en número desbordante. El cuadro presentado por el profeta es cautivador para aquellos pobres exilados, acostumbrados a trabajar en los campos e industrias de los caldeos. De nuevo tenemos que repetir que debemos distinguir en estos oráculos lo sustancial espiritual del ropaje accesorio literario.
Ezequiel no encuentra mejor modo de atraer la atención de aquellos exilados, sumidos en la desesperación, que presentarles un cuadro exuberante de restauración en la tierra ahora hollada por el enemigo. La imaginación oriental del profeta reviste la nueva realidad de la repatriación hecho sustancial de sus vaticinios con colores vivos y atrayentes, conforme a las exigencias de la mentalidad de los oyentes. En el recuerdo de todos estaban las solemnidades en el templo, con los miles de ovejas apretujándose en los atrios exteriores del templo de Jerusalén preparadas para el sacrificio: ovejas consagradas (v.38). El profeta afirma que en la repoblación humana de la actualmente deshabitada Judá se repetirá un espectáculo semejante (v.38). Los exilados creían que la nación se extinguiría como comunidad nacional, ya que la espada, el hambre y el cautiverio habían acabado casi con la población de Judá. ¿Cómo habría de repoblarse de nuevo el hogar patrio? El profeta anuncia en nombre de Dios que llegarán días en que la patria volverá a ser desbordada de gentes repatriadas con ánimos de reconstruir la nación.

1 Ez 6:2; 35:12. 2 Núrn 13:32; Lev_18:28. 3 Cf. Lev_15:10-20. 4 Cf. Isa_43:22-25; Isa_48:11. 5 Las abluciones lústrales simbolizaban el perdón de los pecados (Gen_35:2; Exo_30:17). 6 Cf. Isa_32:5; Joe_2:28; Zac_4:6. Véase el artículo de P. Van Imschoot, L'esprit de Yahvé, principe de vie dans VA.T.: Ephem. Theol. Lovari., 16 (1939) 457-467. 7 Cf. Jua_4:14. 8 Cf. Jer_31:1.33. 9 Expresión análoga para predecir la fertilidad del campo la encontramos en Ose_2:21-22. 10 Cf. Eze_20:43; Isa_64:6; Jer_2:23. 11 Exo_3:8; Exo_17:13; Exo_33:3; Lev_20:24.