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Ezequiel.
Introducción.
Vida del profeta.
Ezequiel (en hebreo Yejezque'el: Dios conforta) era de la clase sacerdotal , y fue llevado a Babilonia como cautivo en 598 a.C., juntamente con el rey Jeconías y parte de la aristocracia judaica. Según el mismo nos dice, moraba en una localidad llamada Tell-Abib, junto al río Kebar (o Naru Kabaru, de las inscripciones cuneiformes), al sur de Babilonia. Allí vivía con su esposa, participando de las penas de los exilados. En el año quinto de su cautividad (593), mientras se hallaba a orillas de dicho río, fue llamado misteriosamente al ministerio profético 2, que ejerció durante veintidós años. Su último escrito datado es del 572 a.C. (año 27 de su traslado a Babilonia). No sabemos cómo ni cuándo murió. Según una tradición antigua judaica, fue muerto por un juez1 del pueblo que había sido reprendido por el profeta 3.
Misión del profeta.
Como Jeremías tenía por misión predicar a los judíos de Palestina los caminos del Señor, anunciándoles los castigos y recriminándoles su pésima conducta de abandono de las vías del Señor, Ezequiel fue el hombre providencial que se ocupó de mantener viva la fe yahvista en el destierro de Babilonia. La situación era sumamente delicada, ya que los exilados, lejos de comprender el sentido de su destino en los planes de Dios - como castigo de sus pecados - , continuaban con su propensión a la idolatría. Acusaban a Yahvé de ser injusto con ellos al hacerles cargar con culpas de sus antepasados 4. Por otra parte, estaban seguros de que su exilio duraría muy poco tiempo, y, sobre todo, que Dios no permitiría la destrucción de Jerusalén y de su templo por los caldeos5. Ezequiel debía hacer frente a estas falsas concepciones, fustigar sus vicios, como la propensión a la idolatría, a los adulterios, perjurios y pecados contra la justicia social.
Sobre todo, como Jeremías en Jerusalén, predicaba contra la falsa confianza fetichista en el templo de Jerusalén como garantía de permanencia de la nación judaica. En la misión de Ezequiel tenemos que distinguir dos momentos o etapas: la anterior a la destrucción de la Ciudad Santa por los babilonios (587 a.C.), durante la cual tuvo que hacer frente a las falsas esperanzas de repatriación de los exilados, anunciándoles reiteradamente el colapso de la Ciudad Santa, y la etapa que siguió a la toma de Jerusalén por los caldeos. Se han cumplido sus profecías exterminadoras, y, ante la depresión colectiva nacional, empezó a predicar la resurrección de la nación, en una nueva teocracia ideal, en la que se cumplirían las íntimas aspiraciones individuales y colectivas de los descendientes de Abraham 6.
Basándose en numerosas alteraciones textuales, algunos autores han propuesto la tesis de que la predicación de Ezequiel, anterior a la destrucción de Jerusalén, tuvo por escenario Palestina, de forma que el profeta se dirigía, como Jeremías, a sus compatriotas que no habían sido llevados en la primera cautividad 7. Esta hipótesis, al principio deslumbradora e insinuante como solución a complejos problemas textuales del libro de Ezequiel, no parece en realidad que tenga muchos visos de objetividad histórica, ya que crea mayores problemas en relación a la vida y actividad literario-profética de Ezequiel, como veremos al tratar de la composición y datación de sus oráculos.
Ambiente histórico.
La situación política internacional de la época de Ezequiel es similar a la que hemos descrito en la introducción al libro de Jeremías. Después del colapso del imperio asirio en 612, en que tiene lugar la conquista de Nínive por Nabopolasar (625-605), caudillo babilonio, auxiliado por los medos, Egipto quiere conquistar la zona de influencia en las antiguas provincias conquistadas por Asiría; por ello, Necao II, en 609, sube, a través de Palestina y Siria, al encuentro de los ejércitos medo-babilónicos. Al pasar por Megiddo, junto al Carmelo, le sale al paso el rey Josías de Judá, que muere en el combate (609 a.C.); le sucedió su hijo Joacaz, pero éste fue depuesto por Necao II, que había establecido su cuartel general en Ribla, sobre el Orontes (Alta Siria). En su lugar colocó en el trono de Jerusalén al hijo de Josías, Eliaquim, al que cambió el nombre en Joaquim (609-598). Poco después el faraón fue vencido en Carquemis (606 a.C.) por las tropas acaudilladas por Nabucodonosor, hijo de Nabopolasar.
En 605 muere Nabopolasar, y su hijo le sucede en la dirección del nuevo imperio. Después de derrotar a los egipcios, Nabucodonosor hizo una incursión por Palestina (606-5). En el 603, el rey de Judá, Joaquim, confiado en Egipto, se insurreccionó contra el monarca caldeo, y éste se limitó de momento a enviar partidas de soldados que devastasen Judá. En 598 puso sitio formal a Jerusalén, durante cuyo asedio murió el rey Joaquim, y le sucedió su hijo Joaquín o Jeconías, el cual se rindió a los tres meses de reinado, siendo deportado con la aristocracia del país a Babilonia, y entre los cautivos estaba el propio Ezequiel. Las tropas caldeas saquearon el templo, llevándose los vasos sagrados.
El vencedor puso de rey en Jerusalén a Matanías, hijo de Josías, cambiándole el nombre en Sedecías (598-586). Al principio éste se mantuvo sumiso a Babilonia, pero por instigación del faraón Hofra se unió a una liga anticaldea organizada por Amón y Tiro. Las tropas de Nabucodonosor volvieron al asedio y tomaron la ciudad en julio-agosto de 586. La ciudad fue totalmente arrasada con su templo, y las fuerzas vivas de la población fueron deportadas, quedando sólo en el país los labriegos y peonaje. Sedecías, capturado por los babilonios, fue llevado a Ribla, donde delante de Nabucodonosor le sacaron los ojos después de asistir al asesinato de sus hijos. Después fue deportado. Con ello la catástrofe nacional del pueblo judío llegó a su colmo, y la crisis de la conciencia nacional fue el problema con que tuvieron que enfrentarse los profetas Jeremías en Palestina y Ezequiel en el exilio.
Contenido y estructura del libro.
Podemos dividirlo en tres partes bien netas. Después de una introducción en la que se relatan las circunstancias de la vocación profética del profeta (1:1-3:21), encontramos: a) una serie de oráculos contra Jerusalén y Judá (3:22-24:27); b) oráculos contra las naciones paganas (c.25-32), y c) promesas de restauración (c.33-48). Esta sistematización clara, lógica y aun cronológica de los escritos de Ezequiel ha llamado siempre la atención de los comentaristas, aunque recientemente los críticos han negado esta armoniosa estructura, ya que sorprenden muchas intercalaciones y desplazamientos que interrumpen el contexto 8. Con todo, la estructura lógica general y aun cronológica se mantiene, como se ve en el esquema siguiente:
Difisión del libro:
I. Oráculos anteriores a la destrucción de Jerusalén (58-6).
A) Introducción: Vocación del profeta (1:1-3:21).
B) Conminaciones contra Juda (3:22-24:27).
1.Anuncio del castigo sobre la Ciudad Santa (acciones simbólicas y oráculos: 3:22-7:27).
2.Visión de la idolatría en el templo. La gloria de Yahvé abandona la ciudad (8:1-11:25).
3.Vaticinios sobre la cautividad del rey y el pueblo. Juicio contra los falsos profetas, cortesanos y pecadores en general (12:1-23:40).
4.Epílogo: principio del cerco de Jerusalén.
C) Conminaciones contra las naciones paganas (25:1-32:32): Contra Amón, Moab, Edom, Filistea, Tiro, Sidón y Egipto.
II. Oráculos después de la destrucción de Jerusalén (586).
A) Preparación para la restauración (33:1-33). Invitación a la penitencia. La ruina, castigo por los pecados.
B) Vaticinios de restauración teocrática (34:1-39:29). Reunión de los dispersos israelitas. Devastación de Edom, renovación de la tierra de Israel. Repatriación del pueblo exilado. Desaparición de los enemigos de Israel.
C) Descripción del nuevo reino de Israel (40,1-48:35). El nuevo templo y su consagración. El nuevo culto, la nueva tierra de Canaán, su fertilidad y división 9.
Composición del libro y autenticidad.
El contenido literario de Ezequiel difiere bien de los libros de Amos, Oseas, Miqueas, Isaías y Jeremías. En éstos, lo esencial es el oráculo, o manifestación oral del profeta, puesta por escrito con todo su vigor e independencia. En el libro de Ezequiel, en cambio, parece que nos encontramos con un escritor que con estilo difuso y diluido va llenando páginas a base de descripciones de visiones y acciones simbólicas. Se le ha llamado profeta de gabinete, porque en sus escritos no está el oráculo conciso y nervioso de los antiguos profetas10, predominando la prosa deslavazada. Pero Ezequiel, más que escritor, es ante todo un predicador que dialoga con su auditorio y que realiza acciones simbólicas ante ellos 11. Bajo esta forma, es el más vivo, el más concreto de todos los profetas12. Pero debemos descubrir también al escritor que redacta sus oráculos para sus contemporáneos. Habla siempre en primera persona, y de hecho hay unidad sustancial de estilo en todos los escritos que se le atribuyen.
La tradición judaico-cristiana ha sostenido siempre la autenticidad de sus escritos, como obra del profeta del exilio, que trabajó en la formación del alma judía después de la catástrofe napional. Sin embargo, esto no quiere decir que el libro suyo, tal como hoy ha llegado a nosotros, sea obra redaccional definitiva del profeta. A pesar de un orden lógico general, hay, como hemos indicado, trastrueques y desajustes en el texto, y estas anomalías han dado lugar a teorías excéntricas respecto del origen del libro de Ezequiel. Así, hay quien adjudica al profeta del exilio sólo las partes poéticas, mientras que la masa prosaica sería obra de un redactor del siglo í 13. Incluso se ha supuesto que la redacción final del libro es del siglo ni a.C., obra de un anónimo que habría presentado los hechos como ocurridos en el siglo VII a.C. 14
Autores más moderados, como Herntrich y Bertholet, suponen que el libro de Ezequiel es de la época inmediata anterior o posterior a la caída de Jerusalén (597-6). El primero distingue dos autores, uno de los 39 primeros capítulos, que sería un profeta que vivió en Jerusalén en los años críticos que precedieron a la destrucción de la ciudad. Los c.40-48 serían, pues, obra de un redactor posterior a la época del exilio 15. El segundo cree que es Ezequiel el autor de todo el libro, pero que lo concerniente a la predicación anterior a la caída de Jerusalén fue escrito por él cuando habitaba en Palestina, mientras que los oráculos y escritos de restauración que siguieron a la destrucción de la Ciudad Santa fueron escritos por él mismo en Babilonia 16. Supone que Ezequiel es el autor sustancial, en cuanto que dejó resúmenes esquemáticos de sus profecías que fueron amplificados y publicados con su nombre por redactores posteriores que pertenecían a su escuela profética. Esta opinión ha sido aceptada por muchos autores aun católicos 17; pero, pasada la primera impresión de novedad, las cosas van volviendo a la tesis tradicional, ya que, si la nueva teoría parece dar razón del sentido de algunos textos, que parecen intercalaciones redaccionales posteriores, por otra parte, aplicada como tesis general al libro, crea mayores problemas de composición. Por ello creemos que es preferible mantener la posición tradicional, que considera a Ezequiel como autor de todo el libro (con ligeras excepciones) que lleva su nombre, y también es mejor suponer que el profeta desarrolló su ministerio desde el principio entre los exilados de Babilonia, como se desprende de sus oráculos y escritos.
Texto y versiones.
El texto hebreo masorético es muy deficiente y en muchos casos inservible. La versión griega de los LXX es, en general, literalista y parece estar basada en un texto hebreo anterior al TM. Por ello resulta muy útil para la reconstrucción de ciertas lecturas. En general, parece superior el texto de los LXX; sin embargo, también en la versión de los LXX hay omisiones y traducciones ininteligibles. Los papiros Chester Beatty (Ez 11-17) Y Scheide (Ez 19-39) han contribuido al estudio de la versión griega, pues datan del siglo II, y son, por tanto, anteriores a la Hexaplar de Orígenes. Sobre todo los papiros Scheide han servido para reivindicar muchas lecciones del TM. La versión de la Vg sigue en general al TM, mientras que la siro-hexaplar acepta muchas variantes de los LXX.
Índole literaria del libro de Ezequiel.
Característica del libro de Ezequiel es la abundancia de visiones: la cuadriga celeste de los querubes 18, los huesos secos 19, el nuevo templo 20, la fuente de aguas 21. Esto hace que su libro sea extremadamente misterioso y difícil de interpretar. Los autores no están concordes al calificar la objetividad de dichas visiones, pues mientras para unos esas fisiones son meras ficciones literarias en función de enseñanzas religiosas, para otros son fisiones reales representadas a su imaginación o a sus sentidos externos.
Otra característica del ministerio profético de Ezequiel es la de acciones simbólicas para representar plásticamente sus enseñanzas teológicas y sus oráculos conminatorios o de restauración. Así, por orden de Dios se encierra en su casa para significar el asedio de Jerusalén22, delinea el plano de la Ciudad Santa, acercando contra él planchas de hierro para simbolizar el próximo cerco por los babilonios 23; se corta los cabellos y los aventa para significar el destino de los exilados 24. También son frecuentes en los escritos de Ezequiel las parábolas o alegorías, como la de las dos hermanas meretrices25, la de la vid arrancada por el águila26, los dos cachorros 27, Oola y Ooliba 2S.
El estilo literario, en general, es prosaico e inferior al de Isaías y Jeremías. San Jerónimo lo define así: Sermo eius nec satis di-sertus nec admodum rusticus, sed ex utroque medie tempera-tus 29. Su propensión a lo visionario y alegórico hace que sea particularmente difícil su interpretación. Respecto de los c.40-49, en los que se habla de la estructura de la nueva teocracia, dice el mismo San Jerónimo: Scripturarum oceanum et mysteriorum Dei laby-rinthum 30. Llevado de la imaginación, el profeta traza idealmente los límites y organización del nuevo reino bajo la protección especial de Dios. Nos hallamos ya en el campo de la apocalíptica, donde lo nebuloso imaginario priva sobre lo racional concreto.
Esta propensión a lo visionario, simbólico y apocalíptico ha servido para que no pocos autores le hayan tachado de anormal y excéntrico, de forma que sus éxtasis y acciones extrañas provendrían de una naturaleza mórbida. Así, se le ha acusado de histérico, epiléptico, cataléptico y neurótico. En realidad, sus acciones simbólicas no son más extrañas que otras de los profetas anteriores, como Oseas, Jeremías y aun de Isaías 31. No debemos perder de vista que nos hallamos entre orientales, donde lo escénico tiene una importancia especial como medio de convencer. En concreto, Ezequiel nos dice de sí mismo que es un signo para la casa de Israel; de ahí que sus acciones simbólicas sean tan frecuentes, y desde luego tiene una mentalidad netamente simbolista. Por ello, a sus problemas familiares personales les da un sentido simbólico con proyección a la comunidad de exilados. Así, su mutismo32, la muerte de su esposa 33 y sus mismas enfermedades 34 tienen un mensaje para Israel. En este sentido podría comparársele a Oseas, cuya vida es una parábola en acción para sus compatriotas 35.
Doctrina teológica.
a) Atributos divinos. - La teología de Ezequiel sigue las líneas generales de sus predecesores, los profetas escritores, Amos, Isaías y Miqueas, pues destaca la universalidad, omnipotencia y justicia de Yahvé sobre todo. Su radio de acción no se limita a la tierra santa, sino que sigue a los deportados de Babilonia 36. Es el Señor único que está sobre todo poder. Los vivientes simbólicos que aparecen llevando el trono de su gloria son el símbolo del poder en los distintos reinos de la naturaleza: el león, el toro, el águila, en el reino animal, son los animales superiores, que en la mitología religiosa mesopotámica simbolizaban a determinadas divinidades. Ezequiel los pone a todos como escabel del Yahvé de los israelitas, que sigue amorosamente la suerte de sus exilados.
Es misericordioso y justo. Israel es su hijo predilecto 37, pero esta elección es totalmente gratuita, sin méritos por parte de aquél 38. Esto impone particulares deberes de gratitud y obediencia. Israel ha sido encontrada por Yahvé en el desierto como una expósita y ha sido elevada a la categoría de reina, esposa de Yahvé. En consecuencia, debía haber reconocido a su único Dios, pero ha pecado, separándose de Yahvé y yéndose tras los ídolos 39. Por eso, Yahvé, por su propia dignidad y santidad, debe castigarle, y el exilio es la pena merecida por las generaciones rebeldes que se han sucedido en Israel desde los tiempos de su instalación en Canaán 40.
b) Responsabilidad individual. - Una de las ideas nuevas en la teología de Ezequiel es la de la valoración del individuo como tal en sus relaciones para con Dios. Hasta entonces en la teología profética prevalecía la idea de la solidaridad, de forma que los componentes del pueblo israelita eran considerados más como ciudadanos de una colectividad que como individuos con derechos y deberes propios. Ante todo, los profetas consideran el destino de la nación como tal, porque la alianza del Sinaí ha sido hecha entre Dios y la nación41. En ese supuesto, las generaciones son solidarias en sus pecados y en sus méritos. Ciertamente que en el Deuteronomio se condena el castigo de los hijos por los pecados de sus padres, y viceversa42, y Jeremías se hizo eco de esta doctrina43, pero es Ezequiel el campeón y teorizante del individualismo44 en la tradición israelita. La catástrofe del 587 había tenido por efecto la pérdida de las ilusiones nacionales, y entonces la conciencia israelita se orientó más a los destinos e intereses del individuo como tal. Ezequiel se hace eco de este estado psicológico y formula el principio de la retribución individual estricta; los exilados se quejaban de que ellos estaban pagando por los pecados de sus antepasados. Esto parecía injusto, y es el profeta el que anuncia un nuevo estado de cosas: ¿Qué andáis repitiendo este proverbio. y decís: Los padres comieron las agraces y los hijos sufren la dentera? Por mi vida, dice Yahvé, que nunca más diréis este refrán. El alma que pecare, ésta morirá, y el hijo no llevará sobre sí la iniquidad del padre, ni el padre la del hijo; la justicia del justo será sobre él, y sobre él será la iniquidad del malvado45. Es sustancialmente la doctrina de Jeremías: En esos días ya no se dirá más: Nuestros padres comieron agraces, y los hijos sufrimos la dentera. Sino que cada uno morirá por su propia iniquidad: quien coma el agraz, ése sufrirá la dentera46.
Ezequiel insiste después en la justificación del pecador que se arrepiente de sus pecados y cambia de conducta: Todos los pecados que cometió no le serán recordados, y en la justicia que obró vivirá. ¿Quiero yo acaso la muerte del impío, dice Yahvé, y no más bien que se convierta de su mal camino y viva?47 Esta doctrina está muy por encima de la antigua, basada en la solidaridad. En el nuevo orden de cosas habrá ante todo justicia retributiva para cada individuo. Esta perspectiva, formulada así con toda valentía por Ezequiel, hará que se planteen en crudo la validez de las tesis tradicionales sobre la ecuación entre la virtud y el premio en esta vida.
Este examen del problema en la literatura sapiencial, sobre todo en Job, dará como fruto la formulación clara del principio de la retribución en ultratumba en el libro de la Sabiduría. Ezequiel no ha llegado a estas claridades, pero ha puesto las bases de la retribución individual en las relaciones de Dios con el hombre.
c) El mesianismo. - Sus ideas mesianicas adolecen de nacionalistas, ya que prevé la gloria de la nueva teocracia, vinculada a la restauración de Israel como nación. En sus idealizaciones sistemáticas y artificiales de la nueva era, piensa en Palestina como centro de la teocracia. Y en su falta de perspectiva histórica junta la próxima restauración después del destierro y la mesiánica definitiva. Al lado de estos anuncios mesiánicos colectivos, Ezequiel presenta vislumbres de un Mesías personal. En 17:22-24 habla de un retoño de un cedro (dinastía davídica) plantado en Sión, que se convertirá en un gran árbol bajo cuyas ramas se cobijarán los israelitas. En 34:23-31 se habla de un nuevo pastor, al que se identifica con David, el cual apacentará a su grey, que ha sido reunida por el propio Yahvé. Ese nuevo Pastor - como el rey David - será el lugarteniente de Yahvé: Yo seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellas (las ovejas). El profeta, pues, en estos vaticinios se sitúa en la línea de las profecías isaianas sobre el Emmanuel, en las que se anuncia un príncipe que inaugurará un reinado de paz y tranquilidad para los descendientes de Jacob. No hay alusiones universalistas, pero tampoco se refleja la idea de un rey despótico intransigente.
d) Ezequiel y el judaismo. - Se ha acusado a Ezequiel de haber sido el creador del alma judaica en sentido peyorativo, como expresión del hermetismo y exclusivismo que encontramos en la secta de los fariseos. En realidad, el profeta no ha hecho sino resaltar la conciencia de elección entre los exilados, para animarlos al cumplimiento de la Ley, cuya transgresión había traído la catástrofe nacional. Sin duda que, para hacer frente a las influencias religiosas babilónicas, Ezequiel - mentalidad esencialmente sacerdotal - urgió el cumplimiento de ciertas leyes rituales que fueran como un vallado defensivo. Los críticos independientes han querido deducir de esta preocupación levítica de Ezequiel que es el verdadero autor de toda la complicada legislación del Levítico. Pero un examen serio del problema hace ver que el profeta no sólo no es el autor de la legislación levítica, sino que muchas veces, al proclamar los principios que han de regir la nueva teocracia, contradice a determinadas leyes levíticas 48.
Ganonicidad del libro.
Según testimonio de San Jerónimo, los judíos no permitían la lectura del libro de Ezequiel antes de haber cumplido los treinta años49. Precisamente por cierta oposición entre la legislación de Ezequiel y la del Levítico, algunos rabinos se permitieron dudar de la canonicidad del libro de Ezequiel50. Pero de hecho fue recibido en el canon judaico sin dificultad. En el Eclo 49:8 se alaba a Ezequiel después de citar a Jeremías, y antes de los doce profetas menores. En el Í. Ô., el libro de Ezequiel no es citado expresamente, pero parece que hay alusiones51. En la Iglesia cristiana primitiva no ha habido dificultades especiales en la admisión de Ezequiel en el canon.
1 Ez 1:3. - 2 Ez 1:1-3:21. - 3 Así lo afirman el Pseudo-Epifanio, De vitis prophetarum g: PG 43:401, y San Isidoro De Sevilla, De ortu et obitu Patrum 39: PL 83:143; San Atanasio, Ór. de incarnatione Verbi 37: PG 25:160. - 4 Ez 18:2. 5 ez 24:21. - 6 Cf. Ez 37:1-28; 0.40-48. - 7 Esta tesis, propuesta primeramente por Herntrich y Bertholet, ha sido recientemente resucitada por P. Auvray, Le probléme historique du livre d'Ezechiel: RB 55 (1948) 503-19· - 8 He aquí algunos ejemplos de desplazamiento del texto: 3.16b-21 parece intercalado en el relato de la visión inaugural. Los versos del c.4 no siguen el orden debido. En los c.5.7 y 26 hay repeticiones y ampliaciones al texto original. Los v.8-17 del c.io son casi una repetición de 1:15-21, etc. Véase L. Dennefeld, o.c., p.462. - 9 Véase H. Hopfl-Miller-Meztinger, Introd. spec. in V. T. (Roma IQ4&) P·463 -465· - 10 P. Auvray, Ezechiel: La Sainte Bible de Jérusalem (París 1949) Ñ·9· - 11 Cf. Ez 12:9; 24:19; 33:10.17-20. - 12 id., ibid. - 13 Así G. Holscher, Der Dichter und das Buch: Bzatw 39 (1924)· - 14 C. Torrey, Pseudo-Ezekiel and the original prophecy (New Haven 1930). - 15 V. Herntrich, Ezekielprobleme: Bzatw 61 (1033). - 16 A. Bertholet, Hesekielprobleme: Mélanges F. Gumont (Bruselas 1936) p.517-523. - 17 Entre ellos el P. Dumeste: RB 46 (193?) 299, Y P. Auvray, Le probléme historique du livre d'Ezechiel: RB 55 (1948) 503-19. - 18 Ez 1:4-28; 10:1-22. - 19 Ez 37:1-28. - 20 Eze_40:1-43 :27. - 21 Ez 47:1-12. - 22 Ez 3:24-27. - 23 Ez4,is. - 24 Ez 5:4. - 25 Ez 16:1-63. - 26 Ez 17:1-24. - 27 Ez 19:1-9. - 28 Ez 23:1-49- - 29 San Jerónimo, Praef. in Ez.: PL 28:938 (995). - 30 id., Comm. in Ez., Prol. in librum 14: PL 25:448 (468). - 31 Cf. 1 Re 11:29-33; Is 20; Jer 13; 18; Os 0.1-3. - 32 Ez 3:26; 24:27; 33:22. - 33 Ez 24:15-24- - 34 Ez 4:4-17. - 35 Cf. Ose.i-3. - 36 Ez c.1-3. - 37 Ex 19:5; Ez 16:1-14. - 38 Ez 20,ss; Jer 2; 11:1-8. - 39 Ez 5:5-17; 16:15-34; 20. - 40 Ez 14:12-21; 17:1-21; cf. Jer 8:4-12; 16:10-17. - 41 Cf. Éxo_20:2. - 42 Cf. Dt 24:16; 2 Re 14:6. - 43 Jer 12:1; 31:29-30. - 44 P. Auvray, o.c., p.16. - 45 EZ 18:28. - 46 Jer 31:29-30. - 47 Ez 18:22-23.
Ezequiel 44,1-31
44. Las nuevas leyes del Culto.
Una vez descrito el templo y su altar, Ezequiel aborda la cuestión del culto en la nueva casa de Dios. Sólo los sacerdotes propiamente tales podrán acercarse al altar de Yahvé; los levitas quedarán reducidos a un puesto secundario en el servicio del templo. Y los extranjeros no deben entrar en el recinto sagrado.
El uso de la puerta oriental (1-4).
1 Llevóme luego de nuevo a la puerta de fuera del santuario que daba al oriente, pero la puerta estaba cerrada, 2 y me dijo Yahvé: Esta puerta ha de estar cerrada; no se abrirá ni entrará por ella hombre alguno, porque ha entrado por ella Yahvé, Dios de Israel; por tanto, ha de quedar cerrada. 3 Por lo que hace al príncipe, podrá sentarse en ella para comer el pan en la presencia de Yahvé; entrará por el vestíbulo de la puerta y por el mismo saldrá. 4 Llevóme hacia la puerta del norte por delante de la casa, y miré y vi que la gloria de Yahvé llenaba la casa de Yahvé, y me postré rostro a tierra.
El profeta es transportado a la puerta oriental, que estaba cerrada y nadie podía entrar por ella, pues estaba santificada por haber penetrado por ella Yahvé 1. Al decir que estaba cerrada, insinúa el profeta que Yahvé no volverá a abandonar el templo, como lo había hecho antes. Sólo el príncipe tendrá acceso a la puerta oriental desde el interior del recinto sagrado. No podrá salir por ella, pues debe permanecer cerrada indefinidamente 2. El príncipe podrá comer en dicha puerta la parte de las víctimas ofrecidas al Señor, especialmente en los sacrificios pacíficos 3.
Personas admitidas al santuario (5-9).
5 Yahvé me dijo: Hijo de hombre, pon atención, mira con tus ojos y oye con tus oídos todo lo que voy a hablar contigo sobre todas las ordenaciones de la casa de Yahvé y todas sus leyes; pon atención a todas las entradas de la casa y a todas las salidas del santuario, 6 y di a los rebeldes, a la casa de Israel: Así dice el Señor, Yahvé: Basta ya de abominaciones, ¡oh casa de Israel! 7 de traer extranjeros, incircuncisos de corazón y de carne, para que entren en mi santuario, contaminen mi casa, mientras vosotros me ofrecéis mi pan, el sebo y la sangre, quebrantando así mi alianza con todas vuestras abominaciones 8 y no guardando lo establecido acerca de mis cosas santas, antes imponiéndolos como ministros de mi culto en mi santuario en lugar vuestro. 9 Así dice el Señor, Yahvé: Ningún extranjero, incircunciso de corazón y de carne, de cuantos están en medio de Israel, entrará en mi santuario.
Enfáticamente, Yahvé dice directamente al profeta que le preste especial atención a lo que sigue. Lo que indica que en la mente del profeta tiene una especialísima importancia en la organización de la nueva teocracia. Según el v.4, la gloria de Yahvé llenaba el templo; el profeta, sobrecogido por la presencia majestuosa de su Dios, escucha anonadado sus palabras solemnes y las transmite así para que el pueblo se percate de la trascendencia de lo que va a decir. Ante todo se ha de evitar la profanación del sagrado recinto, introduciendo personas no aptas para entrar en él, y menos para tomar parte en su culto. En el antiguo templo se permitía cierta participación de extranjeros en oficios subsidiarios y humildes 4. En adelante, todo el servicio del templo, en todos sus detalles, será exclusivo de los miembros de la tribu de Levi.
El profeta llama a sus compatriotas rebeldes (v.6), porque constantemente han hecho caso omiso de la ley del Señor. En el templo habían permitido la presencia de extranjeros incircuncisos de carne y de corazón (v.7). Poco a poco, gentes no israelitas se habían agregado al pueblo elegido en calidad de prosélitos, siendo admitidos a los oficios más humildes de culto. Así, encontramos los nethinim, o donados, llamados también hijos de los siervos de Salomón.5 Muchos provenían de prisioneros que habían sido dados como esclavos a los levitas 6. Se les había, pues, utilizado en el templo para servicios que debían hacer los levitas. Los israelitas se limitaban a ofrecer el pan de Yahvé, hermosa frase para designar los sacrificios en los que se quemaba el sebo y se derramaba la sangre en honor de la divinidad (v.7) 7. La sangre era, en la mentalidad semítica, el vehículo de la vida que pertenecía a Dios. A Yahvé no le agradaba la presencia de gentes no pertenecientes a su pueblo en los sacrificios.
Ezequiel exige de sus compatriotas una rectificación de vida en sus costumbres y una exclusión total de los extranjeros en el nuevo culto (v.9). Según la antigua Ley, los extranjeros podían ofrecer sacrificios delante del tabernáculo 8, excluyéndoles sólo de la celebración de la Pascua 9. Salomón ora por los paganos que vayan al templo de Jerusalén a suplicar a Yahvé 10. En cambio, Ezequiel tiene un concepto tan elevado de la santidad del santuario, que excluye totalmente a los extranjeros del culto. Este exclusivismo ha sido una de las características de la comunidad israelita después del exilio. El profeta urge esta separación de los gentiles para prevenirlos contra una posible absorción por parte de éstos. Esdras y Nehemías se moverán en el mismo plano en sus relaciones con el extranjero, negándose a admitir la colaboración de los samaritanos en la reconstrucción del nuevo templo.
Los oficios serviles de los levitas (10-14).
10 Los levitas, que se apartaron de mí cuando Israel se alejó de mí, yéndose tras sus ídolos, llevarán su iniquidad. 11 Servirán en mi santuario de guardias de las puertas de la casa y de servidores de la casa misma, degollarán los holocaustos y las víctimas del pueblo y estarán ante él para servirle. 12 Por haber servido a sus ídolos y haber sido para la casa de Israel tropiezo de iniquidad, alzo mi mano, dice el Señor, Yahvé, y juro que llevarán sobre sí su iniquidad, 13 que no se acercarán a mí para servirme en las funciones sacerdotales y para tocar mis cosas santas ni las santísimas, sino que llevarán sobre sí la vergüenza y la pena de las abominaciones que cometieron. 14 Los dejo reducidos a hacer solamente la guardia de la casa y el servicio en lo que en ella haya de hacerse.
En la denominación de levitas hay que incluir aquí a los sacerdotes que no cumplieron con su deber. Según la legislación mosaica, todo lo perteneciente al culto estaba reservado a los de la tribu de Leví . La potestad propiamente sacerdotal, de ofrecer sacrificios, quedaba vinculada a los descendientes de Aarón, hermano de Moisés, en quien éste delegó por inspiración divina la potestad sacerdotal, quedándose él con la dirección cívico-religiosa dentro de la amplitud que le daba la organización teocrática de la sociedad. Los demás pertenecientes a la tribu de Leví fueron encargados de los oficios mecánicos y serviles, como auxiliares de los sacerdotes propiamente tales. Así, durante la peregrinación por el desierto tenían que transportar el bagaje del tabernáculo.
Los levitas sustituían a los primogénitos (de madre), que por ley debían ser consagrados a Yahvé 12. En la repartición de la tierra de Canaán no se asignó parcela a los de la tribu de Leví para que pudieran dedicarse mejor al culto divino. Como compensación debían ser alimentados y sostenidos con ingresos de las otras tribus. La herencia de Leví era Dios 13. Los sacerdotes, o descendientes de Aarón, eran los encargados de los oficios más nobles en el templo: ofrecer sacrificios, asperger con sangre y dar la bendición 14.
Ezequiel tiene la particularidad de considerar como sacerdotes a los de la familia de Sadoc, considerando a los de la familia de Abiatar como simples levitas 15, por haber sido infieles en sus funciones, practicando cultos idolátricos. Según Ezequiel, los levitas propiamente tales serán los encargados de las guardias de las puertas de la casa, y prepararán las víctimas para el sacrificio, tanto los holocaustos como las otras (v.11); pero no pueden quemarlas sobre el altar ni derramar la sangre 16, ni tampoco reservarse una parte de las ofrendas en los sacrificios por el pecado y por el delito17. Habían cometido la iniquidad de darse al culto idolátrico fuera del templo de Jerusalén. Los sacerdotes de los santuarios locales fuera de Jerusalén quedaron así degradados y reducidos a la categoría de levitas o sacristanes.
Funciones y leyes de los sacerdotes (15-31).
15 Los sacerdotes levitas hijos de Sadoc, que guardaron el ordenamiento de mi santuario cuando se apartaron de mí los hijos de Israel, serán mis allegados para ministrar ante mí y ofrecerme la grosura y la sangre, dice el Señor, Yahvé. 16 Esos entrarán en mi santuario y se llegarán a mi mesa, guardando mi ordenamiento. 17 Cuando entren por las puertas del atrio interior, se vestirán de vestiduras de lino; no llevarán sobre sí lana cuando oficien en las puertas del atrio interior y dentro del templo. 18 Llevarán tiaras de lino sobre sus cabezas, y calzones de lino a sus lomos, y no se ceñirán para no sudar.19 Pero, cuando hayan de salir al atrio exterior, al pueblo, se quitarán las vestiduras con que se hace el servicio y, dejándolas en las cámaras del santuario, se vestirán otro vestido para no santificar al pueblo con sus vestiduras. 20 No se raparán la cabeza ni dejarán crecer sus cabellos, motilando sus cabezas. 21 Ningún sacerdote beberá vino cuando haya de entrar en el atrio interior. 22 No tomarán por mujer ni viuda ni repudiada, sino virgen de la casa de Israel o viuda de sacerdote. 23 Enseñarán a mi pueblo a distinguir entre lo santo y lo profano y a discernir entre lo puro y lo impuro. 24 Juzgarán los pleitos conforme a mis leyes, y guardarán mis leyes y mis preceptos en cuanto a todas mis solemnidades, y santificarán mis sábados. 25 No entrarán a muerto alguno para no contaminarse; sólo por el padre o la madre, el hijo o la hija, el hermano o la hermana que no haya tenido marido, se contaminarán. 26 Después de su purificación contarán siete días, 27 y el día en que entren en el santuario, en el atrio interior, para oficiar en el santuario, ofrecerán su expiación, dice el Señor, Yahvé. 28 En cuanto a su heredad, seré yo; no les daréis posesión en Israel, pues su posesión seré yo. 29 Se alimentarán de las ofrendas, de los sacrificios por el pecado y por el delito, y será para ellos cuanto en Israel sea dado al anatema. 30 Las primicias de todos los primeros frutos de toda suerte, de cuanto ofreciereis, serán para los sacerdotes, y daréis también a los sacerdotes las primicias de vuestras masas, para que en vuestras casas repose la bendición. 31 No comerán mortecino alguno ni desgarrado, sea ave o bestia.
Sólo los descendientes de Sadoc, nombrado sumo sacerdote por Salomón en sustitución de Abiatar 18, tendrán la categoría de sacerdotes, por su fidelidad a Yahvé en medio de la apostasía general (v.15) 19. Sus funciones en el templo serán: poder entrar en el santuario, preparar las lámparas, ofrecer el incienso 20 y quemar los sacrificios sobre el altar, derramando la sangre. Pero tienen que atenerse a ciertas prescripciones rígidas, para resaltar más ante el pueblo el carácter sagrado de su ministerio excepcional. Tendrán que utilizar en sus funciones vestiduras de lino (v.17), símbolo de pureza interna, siguiendo la prescripción mosaica21. Las ropas de lana, ordinariamente usadas, por el calor favorecían el sudor y, con ello, las impurezas rituales. Los sacerdotes, pues, cuando actúen como ministros en las puertas del atrio interior donde estaba el altar de los holocaustos, deben mantener la máxima pureza ritual. Deben ir cubiertos con una tiara, o turbante de lino, y también llevar calzones de la misma tela 22.
Y al terminar sus funciones sacerdotales deben despojarse de sus vestidos de ceremonia para no santificar al pueblo (v.19), es decir, comunicar cierto carácter sagrado al pueblo con el contacto de las vestiduras sagradas, y por ello inhabilitarle para ciertos trabajos profanos 23. La santidad era considerada como un fluido contagioso y peligroso. Yahvé era santo, y todo lo que tocaba lo santificaba, ocasionando algunas veces la muerte del que entraba en su atmósfera de santidad, que es como un aislante que le separa de lo profano y terrestre 24. Los sacerdotes debían, además, llevar los cabellos cortos 25, pues el rasurarse los cabellos o dejarlos demasiado largos era señal de luto 26, lo que no convenía a los que estaban entregados a las funciones sacrales. Mientras están en funciones en el templo, no deben probar el vino (v.21). En la ley mosaica, además, se añadía la prohibición de toda bebida que provocara la embriaguez. Y, por fin, Ezequiel impone una prescripción a los sacerdotes que antes era sólo obligatoria para el sumo sacerdote: que no pueden casarse con una viuda, a menos que lo sea de un sacerdote 27. Con ello quiere resaltar la pureza y categoría especial de los sacerdotes. Por otra parte, Ezequiel no habla, en su proyecto de la futura teocracia, del sumo sacerdote.
Finalmente, el profeta recuerda la otra gran misión de la institución sacerdotal: sus componentes deben enseñar la Ley, sobre todo lo concerniente a la distinción de las impurezas rituales. Ezequiel tiene una mentalidad ritualista y quiere ante todo inculcar el sentido de santidad y de consagración que debe presidir la vida israelita, simbolizada en la distinción de lo puro e impuro. Los sacerdotes debían, además, dirimir los pleitos y litigios 28. Deben urgir el cumplimiento de la observancia del sábado y las solemnidades (v.24). Y, por otra parte, deben abstenerse de tocar cadáveres, pues éstos contagiaban su impureza al que se acercara a ellos. Sólo se les permite tocarlos cuando son de familiares muy próximos 29. Si se han contaminado con cadáveres, deben considerarse impuros durante siete días, y en el octavo ofrecer un sacrificio expiatorio de purificación (v.27).
Para su sostenimiento no les será adjudicada ninguna parcela de tierra, pues su posesión peculiar o patrimonio es Yahvé. Deben vivir de las ofrendas y sacrificios por el delito y por el pecado (v.29). También les pertenecerá lo que se declare anatema (jerem) o consagrado a Dios 30. También les estaban reservadas las primicias de los frutos de todo género: trigo, cebada, uvas, higos, aceitunas, granadas y miel 31, productos propios de Palestina. No se determinaba la cantidad, pero prácticamente solía ser la 1/50 parte de todos los ingresos agrícolas 32. Por fin, se especifica que los sacerdotes no deben comer nada mortecino o desgarrado (v.31), para evitar toda contaminación 33.
1 Cf. Ez 43.2SS. 2 No hay fundamento alguno para ver analogía entre esta puerta y la puerta santa (babú ellu) del templo de Marduk, Esagil y Etemenanki, en Babilonia, que se abría sólo dos.dos veces al año PATRA sacar la estatua de Marduk. Teodoreto: PG 81; San Ambrosio, De institutione virginis c.8 n.52; Tomás, Sum. Theol. III 28:3, sed contra. El texto de Ezequiel sólo se puede aplicar a la virginidad de María de un modo acomodaticio, pues nada en el contexto avala un sentido literal o típico. 3 Cf. Lev_7:15; Deu_12:7.18. 4 Cf. Jos_9:27; Deu_29:10; Lev_26:41. 5 Los nethinim aparecen como clase distinta de los sacerdotes y levitas. Cf. 1Cr_9:2; Neh_7:57.60; Neh_11:3. 6 Cf. Esd_2:43.55.58; Esd_8:10 (dados por David a los levitas). 7 Cf. Lev_3:11; Lev_21:6.8; Jer_11:11; Mal_1:7. 8 Cf. Lev_17:8; Num_15:13. 9 Cf. Exo_12:43. 10 Cf. 2Cr_6:32s. 11 Antes, los representantes de cada familia ofrecían sus sacrificios como en los tiempos patriarcales. En Egipto y Babilonia existía ya en tiempos de Moisés una jerarquía sacerdotal, y sólo los que pertenecían a la clase sacerdotal podían ejercer actos de culto oficialmente. 12 Cf. Num_1:505; Num_3:53. 13 Cf. Jos_13:33; Jos_13:18, Jos_13:7; Núm 3:10; 17-18:1-7. 14 Cf. Exo_28:1-2 Grón 6:48-53; 1Sa_2:28; 2Cr_26:18. 15 Cf. Num_3:1-13. 16 Cf. Lev_2:3.10. 17 Cf. Lev_6:18; Lev_17:1. 18 C£ 1Re_2:27.35. 19 Sobre Sadoc cf. 2Sa_15:355; 2Sa_17:15-22; 1Re_1:32-45. Sadoc descendía de Aarón por Eleazar (Num_3:1-4), que heredó los poderes sacerdotales de Aarón (Núm_20:25-28). 20 Cf. Lev c.1-7; Núm_10:8-11; Num_12:7; Num_12:14; Num_17:555. 21 Cf. Exo_28:39-43. 22 Cf. 28:42; 39:28; Lev_6:3; Eco_45:8. 23 Cf. Exo_29:37; Núm_30:29; Lev_6:18.27; Lev_21:1-8. 24 Cf. Isa_65:5. 25 Cf. Lev_21:5.10. 26 cf. Isa_22:12; Jer_16:6; Eze_7:18. 27 Cf. Lev_21:7.135. 28 Los LXX añaden pleitos de sangre, e.d., en los que se decidía sobre la vida o muerte de algún litigante (cf. Deu_21:1-2). Sobre los deberes de los sacerdotes en materia de enseñanza de la Ley cf. Lev 10,ios; Deu_17:85; Deu_19:17; Deu_19:21, is; Ose_4:6; Eze_18:5; Eze_20:20; Age_2:11. 29 Cf. Lev_21:1-4; Num_6:6; Num_19:11-19; Lev_15:13.28. 30 Jerem (que los LXX y la Vg traducen por anatema) significa separado; y es lo que ha sido separado o reservado a Dios en un botín. Era doble: jerem de abominación, porque se destruía para que nadie pudiera participar de él (Jos c.6-7; Lev_27:29), y jerem de ofrenda), es decir, de oblación o dedicación de una cosa a Dios (Lev_27:28; Num_18:14; Eze_44:29). De éste se trata aquí, pues los sacerdotes podían, según Ezequiel, participar de esta ofrenda hecha a Yahvé. 31 Cf. Deu_8:8. 32 Según Schürer, éstos eran los ingresos materiales de los sacerdotes: en los sacrificios: a) las víctimas por los sacrificios de expiación, excepto en dos casos que se quemaba totalmente (Lev_5:13; Lev_6:9.225; Num_18:9-20); b) las víctimas de los sacrificios por el delito (Lev_7:6s; Num_18:95); c) la mayor parte de las oblaciones, pues sólo una parte se esparcía sobre el altar; d) los doce panes de la proposición, que se cambiaban semanalmente; e) en los sacrificios pacíficos quedaban para los sacerdotes el pecho y el muslo derecho ( Lev_7:30-34; Num_10:14-15); f) la piel de las víctimas quemadas en holocausto. Cf. E. Schürer, Ge-schichte des jüdischen Volkes II (1898) 247 (4.a ed. 1909). 33 Cf. Lev_17:15; Lev_17:22 :