Daniel  12 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 13 versitos |
1 Entonces se alzaré. Miguel, el gran príncipe, el defensor de los hijos de tu pueblo, y será un tiempo de angustia, tal como no lo hubo desde que existen las naciones hasta ese día. Entonces se salvarán los que de tu pueblo estén escritos en el libro.
2 Las muchedumbres de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la eterna vida, otros para eterna vergüenza y confusión.
3 Los sabios brillarán con el esplendor del firmamento, y los que enseñaron la justicia a la muchedumbre resplandecerán por siempre, eternamente, como las estrellas.
4 Tú, Daniel, ten en secreto estas palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos lo leerán y acrecentarán su conocimiento.
5 Yo, Daniel, miré y vi a dos hombres que estaban en pie, el uno al lado de acá del río, el otro del lado de allá,
6 y uno de ellos dijo al varón vestido de lino que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuándo será el fin y sucederán esas maravillas?
7 Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, que, alzando al cielo su derecha y su izquierda, juró por el que eternamente vive que eso será dentro de un tiempo, de tiempos y de la mitad de un tiempo, y que todo esto se cumplirá cuando la fuerza del pueblo de los santos estuviera enteramente quebrantada.
8 Yo vi, pero, no entendiendo, pregunté: Mi señor, ¿cuál será el fin de estas cosas?
9 Y él respondió: Anda, Daniel, que esas cosas están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin.
10 Muchos serán purificados, emblanquecidos y depurados; los impíos seguirán el mal, y ninguno de los malvados entenderá, pero los que tienen entendimiento comprenderán,"
11 Después del tiempo de la cesación del sacrificio perpetuo y del alzar de la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días.
12 Bienaventurado el que espere y llegue a mil trescientos treinta y cinco días.
13 Y tú camina a tu fin y descansarás, y al fin de los días te levantarás para recibir la heredad.

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Introducción a Daniel 

Times New Roman ;;;;
Daniel.
Introducción.

Vida Del Profeta.
El protagonista del libro de Daniel es un personaje de la nobleza judía, llamado en hebreo Dani'el (Dios es mi juez), el cual de niño fue llevado cautivo a Babilonia por Nabucodonosor en el 605 a.C. (tercer año del reinado de Joaquim) 1. Educado con otros dos jóvenes judíos en la corte· babilonia en calidad de paje, llegó a granjearse la amistad de Nabucodonosor después de haberle revelado el sentido de un misterioso sueño profético 2. Consiguió así ocupar altos puestos en la corte babilónica, siendo objeto de conspiraciones de los altos funcionarios, que estaban celosos de su privilegiada posición palaciega 3. Según el relato bíblico, Daniel vivió por lo menos hasta el tercer año de Ciro (536 a.C.) 4.
En Ezequiel aparece un sabio, modelo de virtud y de rectitud moral, llamado Daniel, y que se supone vivió en tiempos antiguos con Noé y Job 5. En las listas posteriores a la cautividad encontramos de nuevo el nombre de Daniel 6.

Contenido y estructura del libro.
Según el texto de los LXX y de la Vg, el libro incluye dos grandes secciones: una protocanonica, escrita en hebreo y arameo, que comprende los doce primeros capítulos, y otra deuterocanónica, que incluye los c.13 y 14 y el fragmento lírico 3:24-90. La parte protocanónica se divide en dos partes por el contenido: a) histórica 1:1-6:29(28); b) profético-visionaria (7:1-12:13).

A) Sección protocanónica
:
1. Parte histórica: 1:1-6:29(28).
a) Introducción histórica: Daniel en la corte real: 1:1-21.
b) Sueño de Nabucodonosor e interpretación: 2:1-40.
c) Los tres niños en el horno: 3:1-30(97).
d) Locura de Nabucodonosor y curación: 3:31(98)-4:34.
e) Banquete de Baltasar: 5:1-30(31).
f) Daniel en el foso de los leones: 6:1-29(28).

Parte profético-visionaria: 7:1-12:13. Visión de las cuatro bestias: 7:1-28. Visión del carnero y del macho cabrío: 8:15-28. Visión de las setenta semanas: 9:1-27. Visión sobre la suerte futura del pueblo: 10:1-12:13.

B) Sección deuterocanónica
: 3:24-90; 13:1-14:42
a) Oración de Azarías y cántico de los tres niños: 3:24-90.
b) Historia de Susana: 13:1-64.
c) Historia de Bel y el dragón: 13:65-14:42.

Las perspectivas históricas de las dos grandes secciones (histórica y prof ética) difieren grandemente entre sí, ya que la primera (histórica) tiene por fondo hechos de la época del imperio babilónico y persa, mientras que la segunda (profética) supone el ambiente histórico de la época de los Seléucidas (s.II a.C.); son tiempos de persecución de los fieles israelitas, y el profeta los consuela con perspectivas próximas salvadoras.

Problema lingüístico.
El libro de Daniel, como hoy lo tenemos, está escrito en tres lenguas: a) hebrea: 1:1-2:4a y 8:1-12:13; b) aramea: 2:4b-7:28; c) griega: 3:24-90; 13:1-14:42. Las partes escritas en hebreo y arameo aparecen en el TM, mientras que la parte griega sólo en los LXX.
Esta diversidad lingüística plantea un problema no fácil de resolver, ya que no se ve la razón de por qué la parte histórica - homogénea por el contenido - esté escrita en hebreo y en arameo, y lo mismo, por qué el c.7, de contenido visionario y muy ligado al c.8, esté en arameo, mientras éste está en hebreo, y por qué el c.1 está en dos lenguas. Se han propuesto diversas soluciones, pero ninguna es totalmente convincente.
Unos suponen que primitivamente fue escrito todo en arameo y que después, para ocultar al vulgo el contenido misterioso de los capítulos visionarios, se los tradujo al hebreo, lengua accesible sólo a los eruditos e iniciados. Pero entonces queda el misterio de por qué el c.7, de contenido visionario, está en lengua vulgar aramea. Y, al mismo tiempo, por qué el c.1, de contenido histórico, está en hebreo, y lo mismo los v.1 y 2a del c.2.
Otros proponen la hipótesis contraria: originariamente habría sido escrito todo el libro (protocanónico) en hebreo; después se tradujo parte al arameo, dejando en hebreo la parte visionaria apocalíptica y el c.1, para que así tuviera más fácil acceso al canon judaico.
No faltan quienes suponen que el autor de todo el libro redactó desde el principio unas partes en hebreo y otras en arameo por razones que no conocemos. Lo más fácil es suponer que el libro, tal como ahora lo tenemos, es una recopilación de textos que corrían indistintamente en hebreo o arameo, y un redactor los juntó tal como los encontró. Así, pues, podemos concebir que corrían hojas sueltas con las narraciones históricas y visionarias, unas en hebreo y otras en arameo (sin que sepamos cuál era la lengua original), y que el compilador las reunió tal como las halló.
En todo caso es de notar que, a pesar de la diversidad de lenguas, existe una sustancial unidad de desarrollo lógico en todos los capítulos, lo que prueba que las dos lenguas son expresión de dos recensiones distintas, que, encontradas fragmentariamente en cada lengua, fueron juntadas por el compilador para completar el contenido ideológico.
Las partes deuterocanónicas, que, aunque están en griego, parecen ser traducción de un original arameo o hebreo 7, fueron añadidas después a la compilación del TM.

Composición y autenticidad.
Si complejo es el problema lingüístico del libro de Daniel, no lo es menos el de su origen y autenticidad. Dos son las opiniones sobre el origen y composición del libro de Daniel. Una que podemos llamar tradicional, según la cual el libro de Daniel, tal como hoy ha llegado a nosotros, es obra del propio protagonista del libro, Daniel. Es la tesis de la tradición judaica, aunque en el canon judaico el libro no haya figurado entre los profetas, sino entre los hagiografos.
Flavio Josefo dice que el libro de Daniel fue presentado a Alejandro Magno en Palestina para que viese en él cumplidas las antiguas profecías 8. En el libro I de los Macabeos parece se alude al de Daniel 9. Jesucristo cita profecías del libro de Daniel10. Por otra parte, el autor del libro parece conocer bien el ambiente cortesano de Babilonia y las costumbres de la época (suplicio de fuego y de las fieras).
Los críticos modernos, en general, no admiten que el libro de Daniel sea obra del famoso protagonista que vivía en la época babilónica, por razones históricas y lingüísticas. En efecto, al describir el autor los hechos del tiempo del imperio babilónico, incurre en una serie de inexactitudes históricas, difícilmente explicables en un· autor contemporáneo de los hechos. Así, a Baltasar se le presenta como hijo de Nabucodonosor, cuando en realidad fue hijo de Nabónides 11, el cual no era descendiente directo de Nabucodonosor. Por otra parte, aparece un misterioso personaje, llamado Darío el Medo, gobernador de Babilonia antes de Ciro 12. Además, en 9:1 se le llama hijo de Asuero (Jerjes). Así, pues, de un lado, el autor supone un gobernante medo, sucesor del rey babilonio y antecesor al persa, Ciro, y del otro aparece como hijo de un rey persa muy posterior a Ciro.
Por otra parte, los lexicólogos insisten en que el hebreo del libro de Daniel es tardío, posterior al del siglo VI a.C., y el arameo parece también posterior al de los papiros egipcios de Elefantina, del siglo V a.C. 13 Además, hay unas 15 palabras persas y tres de origen griego, lo que hace suponer una época de composición posterior al siglo VI.
Se insiste también en el hecho de que este libro de Daniel no figure en el canon judaico entre los pro/éticos, sino entre los hagiógrafos, y, por otra parte, en el elogio que el autor del Eclesiástico hace de los padres del A.T. no cita a Daniel como personaje famoso y digno de veneración, mientras cita a Isaías, a Jeremías y a Ezequiel14.
En contraste con las imprecisiones e inexactitudes de la parte histórica relativa al período babilónico-persa están las alusiones concretas históricas de la parte visionaria, donde el fondo histórico lo constituyen ciertamente las vicisitudes de la comunidad judía frente a la persecución de los Seléucidas sirios. En vez de perspectivas vagas, como es habitual en los escritos profetices, los c.7-9 Y sobre todo, el n nos dan una serie de puntualizaciones de tipo histórico que coinciden claramente con los hechos que conocemos de la lucha de los Seléucidas contra el pueblo judío y de las relaciones de aquéllos con los Ptolomeos de Egipto. Por estas razones, la mayor parte de los críticos actuales suponen que el libro de Daniel ha sido redactado en el siglo n, cuando la comunidad judía vivía bajo la persecución de Antíoco IV Epífanes (171-164 a.C.)15. Más en concreto, el libro parece redactado entre la profanación del templo de Jerusalén por Antíoco IV (168 a.C.) y su nueva consagración por Judas Macabeo (165 a.C.). Al menos, la última redacción del libro parece debe colocarse en esta época, sin que esto quite la posibilidad de que el redactor haya utilizado tradiciones y documentos más antiguos. Entre los autores católicos de nota, esta tesis está bastante generalizada 16.

Carácter apocalíptico del libro.
El P. Lagrange, al explicar las profecías mesiánicas del libro de Daniel, dice taxativamente: El libro que lleva el nombre de Daniel es el primero y más perfecto de los apocalípticos 17. Realmente, este libro difiere mucho de los escritos proféticos que hasta ahora hemos examinado, y quizá por ello en el canon judaico se le incluya entre los hagiógrafos y no entre los proféticos. Propio de los escritos apocalípticos es el aludir a hechos concretos históricos con profusión de imágenes simbólicas y desorbitadas. En los apocalípticos apócrifos del judaísmo, que empiezan a pulular desde el siglo III a.C., el autor se apropia el nombre de algún famoso personaje del A.T. (Henoc, Elias, Isaías) y transmite de parte de Dios revelaciones (áðïêÜëõøç) relativas a hechos presentes y futuros del pueblo judío. Esas revelaciones contienen dos partes: una anterior al autor del libro, en la que bajo forma externa profética se describen hechos históricos concretos (se relatan hechos pasados como si fueran futuros), y otra parte relativa a hechos que han de suceder realmente en el futuro, los cuales se describen con imágenes nebulosas, sin concretar detalles. Las ideas se pierden en una maraña de imaginación desorbitada.
En el libro de Daniel encontramos, en efecto, una parte histórica, en la que se estratifican los imperios que se suceden desde el babilonio al seléucida, pasando por el persa y el griego de Alejandro Magno. Todos se suceden históricamente según el plan providencial de Dios, hasta que llega el momento crucial de la aparición del reino de los santos, la inauguración mesiánica, precedida de una gran tribulación. Después la perspectiva del futuro es vaga e imprecisa, ya que se superponen los planos históricos y se confunden los hechos, pues, de un lado, se anuncia la inauguración mesiánica, y del otro, la resurrección de los cuerpos de los justos 18, es decir, según nuestra perspectiva evangélica, se confunden el plano de la iniciación del reino de los santos (era mesiánica) y la consumación del estadio terrestre, que culmina en la inauguración de la etapa mesiánica definitiva celeste. Así, lo escatológico se mezcla con lo histórico, porque la visión del futuro está totalmente diluida, sin contornos.
En esta parte segunda visionaria de Daniel, la perspectiva de una inminente irrupción de la era mesiánica lo domina todo. El profeta tiene prisa en acelerar los acontecimientos para consolar a sus contemporáneos, oprimidos por la persecución seléucida. Por eso presenta como inmediata la inauguración de los tiempos mesiánicos, y por otra parte destaca como modelo de fidelidad a las tradiciones judías al gran protagonista Daniel, fiel en todas las persecuciones sufridas en un ambiente pagano. Así, el libro tiene la finalidad de edificar piadosamente y la de consolar a los que sufren, presentando como inminentes las perspectivas mesiánicas.
Pero el carácter apocalíptico del libro de Daniel difiere totalmente del de los apócrifos en la elevación de pensamientos y al prescindir de fantasías cosmogónicas y de nociones ultranaciona-listas. El hagiógrafo ha creído conveniente utilizar este procedimiento literario apocalíptico para expresar sus ideas religiosas sobre la necesidad de ser fieles a la Ley de Dios y sobre el triunfo definitivo de Dios sobre los enemigos que históricamente se oponen a la implantación del reino de los santos.
San Juan utilizará este mismo procedimiento apocalíptico para presentar las grandes ideas del triunfo de Cristo sobre los anticristos, que se oponen a la expansión de su Iglesia en la historia. El vidente de Patmos utilizará mucho la imaginería del libro de Daniel, dando un sentido neo-testamentario. La finalidad, pues, de ambos libros es la misma, colocándose cada autor en su perspectiva vieja o neo-testamentaria. Y ambos autores no han creído indigno de la palabra de Dios este vehículo de transmisión apocalíptico, muy en consonancia con las modas literarias de su época en los medios culturales judaicos.

Texto y versiones.
El texto de las partes aramea y hebraica del TM es bastante deficiente. Muchas veces las antiguas versiones, que reflejan otro texto original premasorético, resultan más claras en determinados pasajes. Las indicaciones cronológicas que preceden a algunos capítulos son consideradas por algunos críticos como adiciones de escribas. La versión más antigua de estas partes aramaico-hebreas es la de los LXX, que parece ser del siglo 11 a.C. Como difiere bastante del TM, la Iglesia nunca aceptó oficialmente la versión de los LXX 19. Muchos autores creen que estas divergencias proceden de que el traductor tenía delante un texto diferente del TM.
La versión de los LXX fue desplazada por la de Teodoción, que es más concisa. Algunos críticos consideran la versión de Teodoción como una revisión de otra versión griega más antigua 20. Los papiros Chester Beatty (del s.11 d. C.) contienen la versión de los LXX. La Vg está hecha sobre un texto hebreo-aramaico muy afín al TM; pero San Jerónimo en la versión tiene en cuenta las versiones precedentes latinas y la griega de Teodoción. Para las partes deuterocanónicas, San Jerónimo se limitó a revisar una versión anterior muy afín a la de Teodoción.

Canonicidad.
En el TM, el libro de Daniel está, como hemos indicado, entre los hagiógrafos. En los LXX y la Vg está inmediatamente después del libro de Jeremías. San Jerónimo, en su famoso Prologus galeatus, sigue el orden del canon judío reflejado en el TM 21. Sin embargo, hay indicios de que aun entre los judíos se enumeraba el libro de Daniel entre los profetas 22. En la Iglesia cristiana no ha habido ninguna dificultad en la admisión del libro en el canon, si bien respecto de las partes deuterocanónicas hubo algunas dudas, como ocurrió respecto de todos los libros escritos en griego 23.

Doctrina teológica.
Como hemos dicho antes, este libro tiene una doble finalidad parenética: exhortar a la fidelidad a la Ley de los padres, presentando para ello el ejemplo insigne de fidelidad a Dios de Daniel en la corte corrompida e idolátrica de Nabucodonosor, y consolar en las tribulaciones presentes, presentando como inminente la inauguración de los tiempos mesiánicos, el reino de los santos, en el que desaparecería totalmente el pecado, para dar paso a la justicia perfecta. Se presenta al Dios de los judíos (nunca se le llama Yahvé) como el Dios único, omnipotente, omnisciente, que protege a sus siervos y aun los libera milagrosamente en premio a su fidelidad.
El Dios de Israel es el que dirige el curso de la historia universal, de forma que la sucesión de los imperios paganos no es sino el cumplimiento de los designios eternos de Dios en orden a la manifestación del reino de los santos. Este determinismo providencia-lista aparece en el grandioso esquema histórico, en el que el autor de Daniel nos presenta el gran combate entre Dios, que quiere establecer su reino, y los poderes históricos - encarnados en los grandes imperios - , que se oponen a su instauración. Esta visión esquemática de la historia no tiene otra finalidad que destacar la grandeza de la inauguración mesiánica, obra culminante de la omnipotencia divina. Dios habita en los cielos y gobierna el mundo por medio de ciertos agentes espirituales-angélicos, que ayudan y protegen al que es fiel a la Ley divina.
El mesianismo del libro de Daniel está totalmente dominado por la idea escatológica, en conformidad con el género apocalíptico adoptado para su formulación. Todos los imperios históricos son derrocados, para ser suplantados por el reino de los santos, que es la piedra caída del monte, no por mano del hombre 24, y el Hijo del hombre 25, que recibe el señorío, la gloria y el imperio del antiguo de días, que no es otro que el mismo Dios eterno, que preside los aconteceres de la historia humana, particularmente la suerte de los imperios.
El reino de los santos será el reinado de la justicia 26 y se extenderá a toda la tierra. No se habla de bendiciones terrenales, sino de manifestaciones puramente espiritualistas. Pero, en la mente del profeta, el estadio terrestre y celeste de la era mesiánica parecen confundirse, superponiéndose los planos históricos y metahistóricos; por eso anuncia la resurrección de los muertos (los justos israelitas) para que éstos asistan a la manifestación de la plena era mesiánica. Es un caso de falta de perspectiva en el tiempo. Los profetas viven de la esperanza de las grandes realizaciones mesiánicas, y, en su afán de acelerar su cumplimiento, juntan las perspectivas, quemando las etapas históricas.

1 Dan 1:1. Según Flavio Josefo, pertenecía a la familia real de Sedéelas (Ant. 10.10:1), - 2 Dan 2:195. - 3 Dan 6:1s. - 4 Dan 10:1. - 5 Cf. Ez 14:4.20; 28:3. Muchos autores creen que el Dn'l de Ezequiel es el famoso sabio de Ras Samra Danel. Cf. P. Joüon: Bi (1938) 283-5; P. Heinisch, Das Buch Ezechiel 77; L. Dennefeld, Daniel 631. - 6 Cf. Esd 8:2; Neh_10:7. - 7 En los recientes hallazgos de Qumrán se ha descubierto un texto hebreo. - 8 Flavio Josefo, Ant. 10:11:4.7; 112Cr_8:5. - 9 Cf. 1 Mac 2:595 y Dan 3:1-30; 6:11-29; 1 Mac 1:54 y Dan 9:27. - 10 Cf. Mt 24:15: abominationem desolationis quae dicta est a Daniele propheta (Dan 9:27). - 11 Dan 5.2. - 12 Dan6:1; 9:1. - 13 Cf. G. R. Driver: JBL (1926) p.115. - 14 Cf. Eclo49. - 15 El primero que propuso esta hipótesis fue el neoplatónico Porfirio (t 304 d·C.). Entre los críticos modernos, esta opinión fue seguida por Eichhorn, Ewald, Hitzig, Driver, etc. - 16 Se inclinan por esta solución M. J. Lagrange, Les prophéties messianiques de Daniel: RB (1904) 4945; bigot, art. Daniel: Dthc IV (1911) colóos; E. Bayer, Danielstudien (1912); L. Dennefeld, Daniel: La Sainte Bible, VII p.ósS; Gottsberger, Das Buck Daniel p.12; Charlier, La lecture chrétienne de la Bible ñ,ÀæÂ. - 17 Ì. J. Lagrange, art. cit, p.494. - 18 Dan 12:2. - 19 Cf. San Jerónimo, Prol. in Dan,: PL 25:493; In Dan. 4:5: PL 25:514. - 20 Cf. H. B. Swete, Introduction to the Oíd Testament in Greek p.48. - 21 Cf. San Jerónimo, Praef. in libros Samuel et Malachiam: PL 28,5533. - 22 Cf. Flavio Josefo, Contra Apion. 1:8: Canon de Meliton de Sardes (Euseb., Hist. Eccl 4:26: PG 20:396; R. De Journel, Ench. Patr. 190); Orígenes (Euseb., Hist. Eccl 6:25: PG 20,25; R. De Journel, Ench. Patr. 484). - 23 Cf. San Jerónimo, Prol. Galeatus: PL 28,596 (600-602); Ep. 53 ad Paul n.8: PL 22:545s. - 24 Dan 2:45. - 25 Dan 7:13. - 26 Dan 9:243.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Daniel  12,1-13

12. Triunfo del Pueblo Elegido.
Este breve capítulo puede dividirse en dos partes: a) anuncio de la salvación de los fieles judíos y de la resurrección de sus muertos (1-4); b) epílogo a la revelación comenzada en 11:2 y al libro en general, con la confirmación de lo antes dicho.

Salvación de los justos y resurrección de los muertos (1-4).
1 Entonces se alzaré. Miguel, el gran príncipe, el defensor de los hijos de tu pueblo, y será un tiempo de angustia, tal como no lo hubo desde que existen las naciones hasta ese día. Entonces se salvarán los que de tu pueblo estén escritos en el libro. 2 Las muchedumbres de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la eterna vida, otros para eterna vergüenza y confusión. 3 Los sabios brillarán con el esplendor del firmamento, y los que enseñaron la justicia a la muchedumbre resplandecerán por siempre, eternamente, como las estrellas. 4 Tú, Daniel, ten en secreto estas palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos lo leerán y acrecentarán su conocimiento.

El profeta anuncia un último gran ataque contra el judaísmo, en el que los fieles serán protegidos por Miguel, el valedor de los intereses religiosos del pueblo judío. La perspectiva profética se extiende en un período no muy definido, pero parece que el contexto exige que el tiempo de angustia sea el de la época macabea, como veremos en seguida. No obstante, este tiempo de prueba puede considerarse como tipo de la aflicción de los justos al fin del mundo, y, en este sentido, la perspectiva puede ser de algún modo escatológica 1.
Después de esta prueba purificatoria para los justos, se salvaran los que de tu pueblo están escritos en el libro (v.1). En los capítulos anteriores, el autor sagrado habla reiteradamente del reino de los santos, que sustituirá a los imperios históricos. Sin duda que el hagiógrafo piensa aquí en la nueva teocracia mesiánica, de la que serán ciudadanos sólo los que han sido fieles, los sabios, que han vencido la prueba de la persecución y que han enseñado con su conducta y consejos a otros a vencerla. De este modo, como triunfadores, se salvarán. los escritos en el libro (v.2), o registro de la vida, en el que están inscritos los que han de sobrevivir 2. Dios lleva la contabilidad de las acciones de los judíos, y, conforme a su conducta, los inscribe o rechaza del libro de la vida. Y de esta salvación no sólo participarán los judíos que sobrevivan a la persecución después de haber sido fieles a la ley de Dios, sino que aun los muertos resucitarán, unos para recibir el galardón de la vida eterna y otros para eterna vergüenza (v.2).
La perspectiva parece limitada en este texto a los judíos y a los perseguidores, si bien no se excluye la extensión de la resurrección en un sentido más universal. Se trata de una resurrección individual, no colectiva, nacional. En Isa_26:19 hemos visto que se anunciaba una resurrección de los individuos para participar en la era mesiánica de la nueva teocracia. Ahora el autor del libro de Daniel anuncia también una resurrección de los judíos que han sufrido la persecución, leales a su ley religiosa, para participar de una vida eterna, que no se concreta más; al contrario, los que no han sido fieles a su ley o quizá los perseguidores resucitarán para eterna vergüenza y confusión. Entre los resucitados para la vida eterna destacarán los sabios, que con su palabra y ejemplo han enseñado la conducta que se debe seguir en los tiempos de persecución. Ellos han enseñado la justicia, es decir, el camino del temor de Dios y de la lealtad a sus preceptos, y como tales brillarán en la nueva era luminosa, que se abre con un fulgor comparable al de las estrellas.
Después de anunciar la distinta suerte de los justos y de los culpables, Daniel recibe la orden de mantener ocultas las revelaciones que le acaba de hacer hasta el tiempo del fin (v.4), es decir, hasta el tiempo de su cumplimiento. Esta orden, redactada en el lenguaje de los libros apocalípticos, pretende excitar la curiosidad del lector. No es necesario, pues, urgir el sentido misterioso de estas palabras. El libró puede referirse a las diversas visiones contenidas en el actual libro de Daniel o sólo a la última, que acaba de explicar, iniciada en el c. 11. Los libros apocalípticos judíos tenían un carácter esotérico, para que sólo los iniciados pudieran entenderlos. Daniel debe, pues, tener en secreto lo que acaba de ver y oír hasta que llegue la hora de su manifestación. En 8:26 se hace la misma recomendación esotérica. A medida que los hechos se vayan desenvolviendo, muchos lo leerán y acrecentarán su conocimiento 3.

Confirmación detallada de la revelación anterior (5-13).
5 Yo, Daniel, miré y vi a dos hombres que estaban en pie, el uno al lado de acá del río, el otro del lado de allá, 6 y uno de ellos dijo al varón vestido de lino que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuándo será el fin y sucederán esas maravillas? 7 Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, que, alzando al cielo su derecha y su izquierda, juró por el que eternamente vive que eso será dentro de un tiempo, de tiempos y de la mitad de un tiempo, y que todo esto se cumplirá cuando la fuerza del pueblo de los santos estuviera enteramente quebrantada. 8 Yo vi, pero, no entendiendo, pregunté: Mi señor, ¿cuál será el fin de estas cosas? 9 Y él respondió: Anda, Daniel, que esas cosas están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. 10 Muchos serán purificados, emblanquecidos y depurados; los impíos seguirán el mal, y ninguno de los malvados entenderá, pero los que tienen entendimiento comprenderán, 11 Después del tiempo de la cesación del sacrificio perpetuo y del alzar de la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días. 12 Bienaventurado el que espere y llegue a mil trescientos treinta y cinco días. 13 Y tú camina a tu fin y descansarás, y al fin de los días te levantarás para recibir la heredad.

La perspectiva de persecución, que antes se presentaba nebulosa, se concreta ahora al tiempo de los Macabeos. Es la conclusión de la visión precedente. Ahora aparecen dos interlocutores en el estilo convencional apocalíptico. Los dos hombres deben de ser dos testigos oficiales de lo que acaba de decirse y de lo que se dirá con juramento solemne 4. Estos dos aparecen a ambos lados del río Eufrates 5. El personaje famoso vestido de lino, personificación del designio de Dios en la historia, como hemos visto anteriormente, con gesto solemne (alzando al cielo su derecha y su izquierda, ?.7) responde con juramento 6 que todo ello ocurrirá dentro de un tiempo, de tiempos y medio tiempo (v.7), es decir, tres años y medio, que es justamente lo que duró la persecución de Antíoco IV, tal como se describe en 11:31-36. La expresión es idéntica a 7:25 y se ha de entender en el mismo sentido, y así la entendió ya San Jerónimo.
En el v.11 concreta más este período de persecución, que se caracterizará por la cesación del sacrificio perpetuo y la erección de la abominación desoladora, o ídolo de Júpiter Olímpico. La persecución durará mil doscientos noventa días, un poco más que los tres años y medio (mil doscientos setenta y siete días en 7:25 y 12:7). En 8:14 se habla de mil ciento cincuenta días de persecución (mil trescientas tardes y mañanas). Globalmente, la cifra es la misma y designa el tiempo que duró la profanación del templo de Jerusalén desde mediados del 168 a.C. hasta fines del 165 a.C., en que fue purificado el templo por Judas Macabeo.
El hagiógrafo termina llamando bienaventurado al que asista al cumplimiento de todo esto después del fin de la persecución. En su perspectiva profética se añaden nuevos días para que pueda ser testigo de la nueva era venturosa: bienaventurado el que llegue a mil trescientos treinta y cinco días (v.12). La cifra puede ser convencional, apocalíptica, para expresar que después del fin de la persecución aún hay que esperar algo más antes de entrar en la plena edad mesiánica. La perspectiva profética, pues, se alarga, e insinúa que Daniel no asistirá vivo al cumplimiento de todo esto, pero que resucitará para recibir la heredad (v.15). Con estas palabras se cierra la parte protocanónica del libro de Daniel.

1 Cf. San Jerónimo, In Dan. 12:1; San Crisóstomo, Adv. lud. Hom. 5:7. - 2 Sobre la expresión libro de la vida cf. Exo_32:21 : Perdónales su pecado o bórrame de tu libro, del que tú tienes escrito. Isa_4:3; Eze_13:9; Sal_69:29 : Sean borrados del libro de la vida. En la literatura apócrifa es común esta concepción (cf. Jub 30,23; Henoc 81:4; 4 Esd_6:20, etc.). La imagen pasa al Í. Ô. (Filp 4:3; Rev_3:5). - 3 La traducción de la última parte de este verso no es segura. - 4 Cf. Deu_19:15; Mat_18:19; 2Co_13:1. - 5 En hebreo, yeor, que significa primitivamente el Nilo, pero después significó río en general. Y aquí es el del 10:4, es decir, el Eufrates. - 6 Sobre este modo de jurar cf. Deu_32:40; Dan_4:31; Rev_10:6.




13. Historia de la Casta Susana.
Este capítulo y el siguiente pertenecen a la parte deuterocanó-nica del libro de Daniel, y han llegado a nosotros sólo en griego. En la Vulgata y los LXX aparece este relato de Susana después del c.12, pero en la traducción de Teodoción está al principio del libro. Se ha discutido si el texto que tenemos griego es traducción de otro semítico o si, más bien, el relato ha sido escrito ya en griego desde el principio.

Presentación de la virtuosa Susana (1-9).
1 Moraba en Babilonia un varón cuyo nombre era Joaquín. 2 Había tomado por mujer a una llamada Susana, hija de Helcías, muy hermosa y temerosa de Dios, 3 pues sus padres, que eran justos, la habían educado según la ley de Moisés. 4 Era Joaquín muy rico y tenía contiguo a su casa un jardín. Concurrían a su casa los judíos por ser él el más ilustre de todos. 5 Aquel año habían sido designados jueces dos ancianos, de los que dijo el Señor: Salió la iniquidad de Babilonia, de los ancianos constituidos en jueces, que parecían gobernar al pueblo. 6 Frecuentaban éstos la casa de Joaquín, y a ellos venían cuantos tenían algún pleito. 7 Hacia el mediodía, cuando el pueblo se había retirado, entraba y se paseaba Susana en el jardín de su marido, 8 y, viéndola cada día los dos ancianos entrar y pasearse, sintieron pasión por ella. 9 Y, pervertido su juicio, desviaron sus ojos para no mirar al cielo ni acordarse de los justos juicios.

El autor no nos dice nada de la fecha en que tuvo lugar lo que va a narrar. Los nombres de Joaquín y de Releías eran muy comunes entre los judíos. El de Susana (lirio, azucena, muy en consonancia con su conducta pura) aparece sólo aquí en el A.T. Como perteneciente a una familia de alta posición social, había recibido una esmerada educación, según las tradicionales leyes judías (v.3). Su casa se convirtió en centro de reunión de los exilados por ser su marido muy considerado entre ellos. La expresión aquel año parece indicar que se ha perdido algún versículo en el que se aludiría a las circunstancias cronológicas del hecho. Puede también tener el sentido de en cierto año. Nada sabemos de la institución de los ancianos como jueces entre los exilados, aunque es muy verosímil. En el libro de Ezequiel se habla reiteradamente de los ancianos como representantes de los intereses de los exilados 1. Los judíos en el destierro tuvieron que improvisar un régimen judicial propio, conforme a sus leyes mosaicas, y pudieron muy bien tomar como modelo la institución de los ancianos de la época del desierto.
Por lo que aquí se insinúa, cada año se nombraban dos ancianos para presidir los tribunales propios judíos. El lugar de reunión de éstos era la casa de Joaquín, que por su amplitud se prestaba a ello. La tradición judía los ha identificado con los dos falsos profetas Acab y Sedecías, de que habla Jeremías en 29:23. La cita del v.5 (salió la iniquidad de Babilonia, de los ancianos contituidos en jueces.) nos es desconocida en la Biblia, pero puede ser una frase de algún profeta que no haya sido consignada en las actuales Escrituras canónicas, o quizá una alusión parafraseada al pasaje de Jer_23:145. De hecho, los dos ancianos se dejaron seducir por la belleza corporal de Susana y sintieron una ardiente pasión sexual por ella. La descripción de lo que sigue es muy pormenorizada y realista, no exenta de ironía. Llevados de sus malos deseos, olvidaron los justos juicios de Dios sobre los prevaricadores, a pesar de ser los representantes de la justicia de la Ley de Moisés.

Intento de violación de Susana (10-27).
10 Ambos estaban heridos de amor por Susana, pero no se lo habían comunicado entre sí, n porque sentían vergüenza de confesarse uno a otro su pasión y el deseo que tenían de unirse a ella, 12 y a porfía buscaban cada día ocasión de verla. 13 Dijéronse, pues, el uno al otro: Vamos a casa, que ya es la hora de comer. Y, saliendo, se separaron el uno del otro. 14 Pero, dando la vuelta, vinieron al mismo sitio. Preguntándose la causa, se declararon su pasión, y en común espiaron el momento de poder hallarla sola. 15 Y sucedió que, mientras esperaban el día oportuno, entró Susana al jardín, como el día anterior, acompañada sólo de dos doncellas, para bañarse en el jardín, porque hacía calor. 16 Nadie había allí, fuera de los dos ancianos, que, escondidos, la acechaban. 17 Y dijo a las doncellas: Traedme el aceite y los ungüentos y cerrad las puertas, que voy a bañarme. 18 Hicieron ellas como se les había dicho, y, cerrando las puertas del jardín, salieron por la puerta lateral para traer lo que se les había mandado, y no vieron a los ancianos que estaban escondidos. 19 En cuanto salieron las doncellas, se levantaron los ancianos y se precipitaron hacia ella, 20 diciéndole: Las puertas están cerradas, nadie nos ve, y nosotros sentimos pasión por ti; consiente, pues, y entrégate a nosotros; 21 de lo contrario, daremos testimonio contra ti de que estabas con un joven y por esto despediste a las doncellas. 22 Rompió a llorar Susana, y dijo: Por todas partes me siento en angustia, porque, si hago lo que proponéis, vendrá sobre mí la muerte, y si no lo hago, no escaparé a vuestras manos. 23 Mas prefiero caer inculpable en vuestras manos a pecar ante el Señor. 24 Y levantando Susana la voz, la levantaron también los dos ancianos contra ella. 25 Corrió uno de los dos a abrir las puertas del jardín. 26 Apenas oyeron los gritos los que estaban en casa, se precipitaron a entrar por la puerta lateral para ver lo que pasaba, 27 y luego los ancianos se explicaron, quedando los siervos grandemente confundidos, porque jamás semejante cosa se había dicho de Susana.

El hagiógrafo, irónicamente, destaca el contraste entre la mala conducta de los ancianos, que debían dar ejemplo de virtud por su edad y su calidad de jueces, y la virtud heroica de la bella Susana, que 110 quiso consentir a sus vergonzosas propuestas. Esta sabía que, si consentía, debía ser condenada a muerte 2. La amenaza calumniosa de los ancianos hizo que ella prorrumpiera en gritos de auxilio como único modo de salvar la situación. La narración está cuidada al detalle, y los contrastes se suceden con gran efecto literario.

Susana es acusada de adulterio (28-41).
28 Al día siguiente todo el pueblo concurrió a la casa de su marido, Joaquín, y vinieron asimismo los dos ancianos, llenos de perversos pensamientos contra Susana, a quien pretendían hacer morir. Ante el pueblo dijeron: 29 Enviad por Susana, hija de Helcías y mujer de Joaquín. Y la mandaron llamar. 30 Llegó Susana, y con ella sus padres, hijos y todos sus parientes. 31 Era Susana muy delicada y hermosa de aspecto. 32 Iba cubierta, y aquellos malvados mandaron que se descubriese para saciarse de su hermosura. 33 Lloraban entretanto los suyos y todos cuantos la veían. 34 Levantáronse los dos ancianos en medio del pueblo, pusieron sus manos sobre la cabeza de Susana, 35 que, llorando, miraba al cielo, lleno su corazón de confianza en el Señor. 36 Los ancianos dijeron: Mientras nos paseábamos solos por el jardín, entró ésta con dos doncellas y, cerrando la puerta, despidió a las dos doncellas. 37 En seguida se acercó un joven que estaba escondido en el jardín y se acostó con ella. 38 Y hallándonos nosotros en un ángulo del jardín, vimos la maldad y corrimos a ellos, y los vimos que estaban pecando, 39 pero no pudimos detener al joven, por ser más fuerte que nosotros, y abriendo las puertas, se escapó. 40 Pero sorprendimos a ésta, y preguntándola quién fuese el joven, no quiso decírnoslo. De esto damos nosotros testimonio. 41 Y la asamblea, como se trataba de ancianos del pueblo y, por añadidura, jueces, los creyó y la condenaron a muerte.

El supuesto adulterio de Susana corrió por toda la comunidad de exilados. Susana pertenecía a lo más escogido de la sociedad y era conocida por su honestidad. La acusación, pues, conmovió a la muchedumbre. Susana fue presentada al tribunal acompañada de sus parientes e hijos, avergonzados. La acusada era hermosa en extremo; como todas las mujeres, iba con la cabeza cubierta. Los ancianos, para saciar su sensualidad, la descubrieron c.32). Según la Ley, a la mujer sospechosa de adulterio debía quitársele el velo de la cabeza 3, pero en época posterior se exceptuaba de esto a las mujeres que eran extremadamente hermosas4. De ahí la observación del hagiógrafo sobre la mala intención de los lujuriosos ancianos.
Estos la acusaron públicamente poniendo sus manos sobre la cabeza de Susana (v.34), según era costumbre, pues los ancianos ahora actuaban no como jueces, sino como testigos 5. La simpatía de los asistentes estaba por Susana, por la buena reputación que tenía; pero, ante el hecho consumado, se vieron obligados a dar la razón a los dos inicuos ancianos, que ejercían de jueces en el pueblo por aquel entonces. La honorabilidad de los mismos era una garantía de su veracidad. La acusación de éstos está urdida con todo detalle para hacerla más verosímil ante la muchedumbre.
El éxito fue completo, ya que la asamblea los creyó, y el mismo pueblo dio el veredicto: Susana debía ser condenada a muerte (v.41). A la infortunada mujer no le quedó sino encomendar su inocencia al cielo, para que Dios la manifestara ante todos (v.35). Por encima de todos los tribunales humanos apeló al infalible y supremo de Dios, que, como veremos, hará resplandecer su inocencia. Los dos ancianos habían actuado como testigos y, por tanto, no podían dar sentencia de jueces. Es el clamor popular el que la da, convencido de la culpabilidad de Susana. Pero Dios hará que de nuevo el clamor popular exija la rehabilitación de la pobre acusada y la condenación de los falsos testigos.

Daniel defiende la inocencia de Susana (42-64).
42 Levantó entonces Susana la voz y dijo: ¡Dios eterno, conocedor de todo lo oculto, que ves las cosas todas antes que sucedan ! 43 Tu sabes que han declarado falsamente contra mí. Tú sabes que muero sin haber hecho nada de cuanto éstos han inventado inicuamente contra mí. 44 Oyó el Señor su voz, 45 y mientras era llevada a la muerte, despertó Dios el espíritu santo de un jovencito llamado Daniel, 46 que con voz fuerte gritó:Yo soy inocente de esta sangre. 47 Y todo el pueblo se volvió a él, diciéndole: ¿Qué significan esas palabras que has proferido? 48 Y él, puesto en medio de ellos, dijo: ¿Tan insensatos sois, hijos de Israel, que, sin inquirir ni poner.en claro la verdad, condenáis a esa hija de Israel? 49 Volved al tribunal, porque éstos han testificado falsamente contra ella. 5o Y todo el pueblo a gran prisa se volvió. Los ancianos le dijeron: Ven, siéntate en medio de nosotros y decláranoslo, porque el Señor te ha dado el don de la ancianidad. 51 Díjoles Daniel: Separadlos lejos uno de otro, que voy a interrogarlos. 52 Así que los hubieron separado uno de otro, llamó a uno de ellos y le dijo: Viejo envejecido en la maldad, ahora vienen sobre ti las maldades que tantas veces hiciste, 53 juzgando injustamente, condenando a los inocentes y absolviendo a los culpables, cuando Dios dice: No matarás al inocente y al justo. 54 Dinos, si viste a ésta, ¿bajo qué árboles los viste acariciarse? El contestó: Bajo un lentisco. 55 Replicó Daniel: Muy bien, has mentido contra tu propia cabeza, pues ya el ángel de Dios ha recibido la orden de partirte por medio. 56 Y haciéndole retirar, mandó traer al otro y le dijo: Raza de Canaán y no de Judá, la belleza te sedujo y la pasión pervirtió tu corazón. 57 Así hacíais a las hijas de Israel, y ellas de miedo se os rendían; pero esta hija de Judá no consintió en vuestra iniquidad. 58 Ahora, pues, ¿bajo qué árbol los habéis sorprendido acariciándose mutuamente? Contestó él: Bajo una encina. 59 Díjole Daniel: Muy bien, has mentido tú también contra tu cabeza, pues el ángel de Dios tiene pronta ya la espada para rajarte por medio, para aniquilaros. 60 Y toda la asamblea levantó la voz bendiciendo a Dios, que salva a los que en El esperan. 61 Y se lanzaron contra los dos viejos, a quienes Daniel había convencido por su propia declaración de haber falsamente testificado. 62 Y, según la Ley de Moisés, les hicieron como ellos mismos habían maquinado contra su prójimo. Diéronles muerte, y se salvó en aquel día la sangre inocente. 63 Helcías y su mujer alabaron a Dios por la salvación de su hija, y con ellos Joaquín, su marido, y todos sus parientes, porque no fue hallada en ella torpeza. 64 Y desde aquel día en adelante, Daniel se hizo famoso en su pueblo.

Susana apeló al tribunal de Dios para que en última instancia declarase públicamente su inculpabilidad. La oración de la virtuosa mujer fue oída al punto. Dios tomó como instrumento para declarar la inocencia de Susana a un jovencito llamado Daniel. Sobre él envió el espíritu santo (v.45), o carisma de adivinación y discernimiento, para declarar la verdad oculta. Impulsado por una fuerza superior, el niño dijo a gritos que él era inocente de la sangre de la infortunada mujer (v.46). La intervención del jovencito causó sensación, y tan decididas eran sus palabras, que vieron en su grito un mensaje divino. Daniel les reprochó la ligereza en condenar a Susana sin haber probado totalmente su culpabilidad. La muchedumbre estaba bien dispuesta a favor de la condenada, y por eso la invitación a una revisión del proceso pareció muy bien a todos.
Los que formaron el tribunal, unos ancianos diferentes de los dos viejos lujuriosos que habían actuado de testigos, vieron en Daniel a un enviado de Dios y le invitaron a declarar la verdad, como si tuviera ya el don de la ancianidad (v.52), es decir, la madurez de juicio requerida para intervenir en una decisión judicial. Lo que va a hacer Daniel es lo primero que debían haber hecho los que condenaron a Susana para comprobar la veracidad de la acusación de los dos viejos calumniadores. A la pregunta del joven sobre la clase de árbol en que vieron a Susana pecar con el supuesto joven, la respuesta es discorde: uno dice que debajo del lentisco, mientras que el otro dice que bajo la encina 6. Daniel a uno le llama raza de Canaán, porque imita sus costumbres corrompidas7, y anuncia que el ángel del Señor va a cumplir la sentencia de muerte sobre cada uno de ellos para que expíen la calumnia que acaban de hacer y las anteriores iniquidades cometidas, abusando de su calidad de jueces del pueblo de Israel.
La sentencia del joven Daniel fue confirmada por el pueblo, y los dos viejos lujuriosos fueron ejecutados, conforme estaba prescrito en la Ley mosaica en caso de la falsa acusación 8. La inocencia de Susana quedó así públicamente reconocida, y todos alabaron a Dios porque había manifestado la verdad por su siervo Daniel, que desde entonces se hizo famoso en su pueblo (v.64). Los familiares de la acusada vieron rehabilitada la fama de ésta, y con ello se salvó la honorabilidad de toda la parentela.

1 Cf. Eze_14:1; Eze_20:1. - 2 Cf. Lev_20:10; Deu_22:21-22; Jua_8:4-5. - 3 Cf. Núm_5:18. - 4 Cf. Mishna, Sota 1:5. - 5 Cf. Lev_24:14· - 6 En griego hay un juego de palabras entre lentisco (ó÷Àíïí) y partir por medio (ó÷ßóåé) del v.55, y encina (rrpívov) y rajar (êáôÜðñßïô)). Esta paranomasia fue ya puesta de relieve por Julio el Africano y Porfirio para probar que el relato había sido escrito originalmente en griego. Cf. San Jerónimo: PL 25:492.582. - 7 Sobre la corrupción de los cananeos cf. Gen_15:16; Lev_18:24-30; Sab_12:3-6; Sab_14:23-26; Eze_16:3.45. - 8 Cf. Deu_19:16-21.




14. Bel y el Dragón.
Es un nuevo apéndice a la ya compleja antología de narraciones del libro de Daniel. Se trata ahora de poner en ridículo ante los creyentes israelitas el culto idolátrico de la omnipotente Babilonia, objeto de admiración de los pequeños pueblos del antiguo Oriente. En los LXX se dice que la narración está tomada de la profecía de Ambacum (o Habacuc), hijo de Jesús, de la tribu de Leví, lo que parece indicar que formaba parte de otra colección de relatos. él fondo histórico es nebuloso.

Daniel rehusa adorar al ídolo Bel (1-7).
1 Reunióse Astiages con sus padres, sucediéndole en el reino Ciro el persa. 2 Era Daniel uno de los comensales del rey y el más honrado de todos sus amigos. 3 Tenían los babilonios un ídolo llamado Bel, que cotidianamente consumía doce altabas de harina, cuarenta ovejas y seis metretas de vino. 4 El rey le veneraba e iba cada día a adorarle, pero Daniel adoraba a su Dios. Díjole el rey: ¿Por qué no adoras a Bel? 5 A lo que Daniel respondió: Porque yo no adoro ídolos hechos por manos de hombres, sino al Dios vivo, Hacedor del cielo y de la tierra y soberano de toda carne. 6 El rey le replicó: ¿Crees que Bel no es un dios vivo? ¿No ves cuánto come y bebe cada día? 7 Le contestó Daniel, riendo: No se deje engañar el rey; éste, que por dentro sólo es barro y por fuera sólo bronce, no ha comido jamás.

La datación del v.1 no aparece en los LXX. Se ha supuesto que esta narración debía seguir a la del c.6, pues es muy análoga por su contenido. El v.1 es casi idéntico al 6:28, cambiando en Astiages el nombre de Darío. Astiages fue el último rey de Media, vencido y suplantado por Ciro 1, que anexionó el reino de aquél al imperio persa que éste creó. El rey de que se habla en este capítulo parece ser Ciro, aunque no se especifica expresamente. Bel era la divinidad patronal de Babilonia, llamada también Marduk2. Las ofrendas eran muy considerables. De ellas nos hablan los textos cuneiformes y el mismo Herodoto 3. Las cantidades que da la Biblia son exorbitantes: doce artabas de flor de harina (seis hectolitros)4, que correspondía a la oblación al ídolo; cuarenta ovejas (sacrificio cruento) 5 y seis metretas de vino (libaciones), es decir, unos dos hectolitros de vino 6.
Ciro fue muy condescendiente con los cultos religiosos de los pueblos vencidos. Aquí aparece como muy devoto del dios babilonio Bel. Naturalmente, Daniel, como en el c.6, no admite más Dios que el de sus padres, Creador de todo y soberano de toda carne (v.5), es decir, de todos los hombres. Sólo Yahvé es el Dios vivo, mientras que el ídolo de Babilonia es de barro por dentro y de bronce por fuera. El rey le replica que también es vivo, puesto que come grandes cantidades de ofrendas. La respuesta de Daniel es irónica y da lugar a una apuesta ofrecida por el mismo rey.

Daniel prueba que Bel no es un dios (8-22).
8 Encolerizado el rey, llamó a los sacerdotes y les dijo: Si no me decís quién consume todas estas provisiones, moriréis; 9 pero, si me hacéis ver que es Bel quien las consume, morirá Daniel por haber blasfemado contra Bel. Contestó Daniel al rey: Hágase según tu palabra. 10 Setenta eran los sacerdotes de Bel, fuera de sus mujeres e hijos. Vino el rey con Daniel al templo de Bel, 11 y le dijeron los sacerdotes: Nosotros saldremos fuera, y tú, rey, pondrás los alimentos y el vino mezclados y -cerrarás la puerta y la sellarás con tu anillo, 12 y si al venir por la mañana no hallamos que los alimentos han sido consumidos por Bel, moriremos; en caso contrario, Daniel nos habrá calumniado. 13 Estaban ellos muy confiados, porque debajo de la mesa habían hecho una entrada secreta, por la cual se introducían siempre para consumir las provisiones. 14 Pero así que salieron ellos y el rey colocó las provisiones, ordenó Daniel a sus siervos que trajeran ceniza, y en presencia del rey solo, la extendieron por todo el pavimento del templo. Después salieron y cerraron las puertas; luego de sellarlas con el sello real, se retiraron. 15 Por la noche vinieron, como de costumbre, los sacerdotes con sus mujeres e hijos y comieron y bebieron todas las provisiones. 16 Madrugó el rey muy de mañana, y Daniel con él, 17 y dijo el rey: Daniel, ¿están intactos los sellos? Daniel contestó: Intactos, rey.18 Abrió luego las puertas y miró el rey a la mesa, y dijo en alta voz: Grande eres, Bel, y no hay en ti engaño alguno. 19 Se sonrió Daniel, y deteniendo al rey para que no entrase dentro, le dijo: Mira el pavimento y ve de quién son estas pisadas. 20 Respondió el rey: Veo pisadas de hombres, de mujeres y de niños. E irritado el rey, 21 hizo prender a los sacerdotes, a sus mujeres e hijos, que le mostraron la puerta secreta por la que entraban a consumir lo que se colocaba sobre la mesa, 22 y los mandó matar. Después entregó Bel a Daniel, que lo destruyó, así como su templo.

El rey sospechó algún fraude de parte de los sacerdotes y propuso una comprobación del hecho. Los sacerdotes y Daniel aceptan. Aquéllos habían hecho una puerta oculta para entrar sin romper el sello que el rey puso en la entrada oficial. La sagacidad de Daniel sospechó esto, y sin que los sacerdotes supieran nada, mandó echar ceniza por el pavimento. Por la noche los sacerdotes y sus familias entraron en el templo y se llevaron las provisiones. El rey, al día siguiente, constata con Daniel que las provisiones han desaparecido sin que el sello de la puerta haya sido roto. Cuando empieza a cantar un himno de reconocimiento a Bel, Daniel le hace observar las pisadas en el pavimento. El rey se convence del fraude y manda matar a los impostores y destruir el ídolo y el templo.
No consta en los documentos profanos que Giro haya destruido el famoso templo de Bel-Marduk de Babilonia, como se indica en el v.22. Por Herodoto sabemos más bien que fue saqueado por Jerjes en el siglo V a.C., mucho tiempo después de Ciro. Estas imprecisiones históricas son frecuentes en el libro de Daniel, cuyos relatos, de muy diversa índole, han sufrido muchos retoques redaccionales. De su historicidad ha de juzgarse teniendo en cuenta la índole literaria midráshica del mismo, como en páginas anteriores hemos anotado reiteradamente. El hagiógrafo ha querido recoger relatos tradicionales en los que brilla el poder del Dios único para edificación de sus lectores. Y muchas veces, no siempre, el sentido de precisión histórica preside sus relatos de índole netamente religiosa.

Daniel mata al dragón (23-31).
23 Había también un gran dragón, muy venerado de los babilonios. 24 Dijo el rey a Daniel: ¡No dirás de éste que es hecho de bronce! Mira que está vivo y come y bebe; de éste no podrás decir que no es dios vivo. Adórale, pues. 25 A lo que Daniel contestó: Al Señor, mi Dios, adoraré, porque El solo es Dios vivo. 26 Si tú, rey, me lo permites, yo mataré a este dragón sin espada ni palo. Respondióle el rey: En tu poder está. 27 Y tomando Daniel pez, grasa y pelos, lo hirvió todo junto, e hizo unas bolas, que luego dio al dragón, el cual las comió, reventando con ellas. Y dijo: Mirad lo que venerabais. 28 Cuando esto oyeron los babilonios, se irritaron sobremanera y se amotinaron contra el rey, diciendo: El rey se ha hecho judío. Ha derribado a Bel, ha matado al dragón y ha degollado a sus sacerdotes. 29 Y llegándose al rey, le dijeron: Entréganos a Daniel; si no, te mataremos a ti y a tu casa. 30 Y viéndose el rey muy acosado, les entregó a Daniel a la fuerza, 31 y le arrojaron al foso de los leones.

Sigue la narración apologética para destacar la omnipotencia del Dios de los judíos y la inanidad de los ídolos paganos. Ahora es un dragón, el adorado como dios por los babilonios, la víctima de la intransigencia monoteística de Daniel. Las serpientes eran muy veneradas entre los babilonios (la teriolatría), y parece que hay indicios de que se daba culto a serpientes vivas7. El dragón era símbolo de Tiamat, el dragón-océano de la antigua mitología mesopotámica.
Daniel, despectivamente, se compromete a matar sin armas al dragón venerado por los babilonios; en efecto, le da de comer cosas indigeribles, y el dragón muere al punto 8. La noticia de la muerte del dragón irritó a los habitantes de Babilonia, que van a pedir cuentas al rey, al que consideran convertido al judaismo por consentir en todo lo que pedía Daniel. El rey, atemorizado, les entrega a Daniel, el cual fue arrojado de nuevo al foso de los leones.

Daniel, auxiliado por Dios en el foso de los leones. (32-39)
32 Había allí siete leones y allí estuvo Daniel siete días. Daban a los leones cada día dos cuerpos humanos y dos ovejas. Pero durante aquellos días no les dieron nada para que devorasen a Daniel. 33 Vivía entonces en Judá el profeta Habacuc, el cual, cocida la comida y mojado el pan en la cazuela, se iba al campo para llevarlo a los segadores. 34 Pero el ángel del Señor dijo a Habacuc: Lleva la comida que tienes preparada a Daniel, que está en Babilonia en el foso de los leones. 35 Y contestó Habacuc: Señor, nunca he visto a Babilonia y no sé qué es el foso de los leones. 36 Y tomándole el ángel del Señor por la coronilla, por los cabellos de su cabeza, le llevó a Babilonia, encima del foso, con la velocidad del espíritu. 37 Y gritó Habacuc: ¡Daniel,.Paniel! toma la comida que Dios te envía. 38 Y contestó Daniel: En verdad, ¡oh Dios! te has acordado de mí, pues no abandonas a los que te aman. 39 Y levantándose, comió, y al instante el ángel de Dios restituyó a Habacuc a su lugar.

El relato se desarrolla siempre con recargo de lo milagroso, muy en consonancia con el género literario midrdshico (novela edificante al estilo de la leyenda dorada de Jacobo de Vorágine). Los prodigios se multiplican: Daniel estuvo siete días en el foso con siete leones hambrientos, a los que se privaba de la ración diaria de dos cuerpos humanos 9 y de dos ovejas; y, sin embargo, se abstuvieron de tocarle; por fin, Dios le envió desde Judea al profeta Habacuc para que le trajera la comida 10. Daniel la recibe y da gracias a Dios, que no le abandonó en el foso de los leones.

El rey da gloria a Dios (40-43).
40 Al día siguiente vino el rey a llorar a Daniel, y, llegando al foso, miró y vio a Daniel sentado. 41 Entonces, levantando la voz, dijo: ¡Grande eres, Señor, Dios de Daniel, y no hay otro fuera de ti! 42 Y le sacó del foso y arrojó en él a los causantes de su condena, que al instante en su presencia fueron devorados. 43 Entonces el rey dijo: Teman todos los moradores de la tierra al Dios de Daniel, porque es el verdadero salvador, que hace milagros y maravillas en la tierra y ha librado a Daniel del foso de los leones.

La conclusión del episodio es en todo similar a la Deu_6:25. Allí Nabucodonosor fue a ver lo que había pasado a su amigo; aquí es Ciro el persa. La situación es en todo semejante, y el estilo convencional del relato, el mismo: Daniel es liberado, y el rey reconoce públicamente la omnipotencia del Dios de Daniel y arroja en el foso a los que le habían condenado. Todo ello cae dentro del género literario midráshico, que es una de las características del libro de Daniel.

1 Cf. Herodoto, I 130. - 2 Bel equivale al Baal (señor) de los semitas occidentales. - 3 Cf. Herodoto, I 183. - 4 La arlaba era una medida persa de medio hectolitro de capacidad. - 5 Los LXX ponen cuatro ovejas. Hemos seguido la lección de Teodoción, admitida en la Vg como más apropiada en consonancia con las otras medidas. - 6 La metreta equivalía a unos 39 litros. Cf. Jua_2:6. Los LXX leen aceite en vez de vino. - 7 Cf. Landersdorfer, Der Orache von Babylon: Biblische Zeitschrift (1913) p-3- - 8 Herodoto habla de algo parecido (Jua_8:41). - 9 Los LXX añaden de condenados a muerte. - 10 La palabra profeta falta en los LXX. Conocemos un profeta de este nombre entre los profetas menores, pero la identidad de nombre no basta para su identificación con este del libro de Daniel. En la Biblia se habla de otros traslados milagrosos por el aire (cf. 1Re_18:12; 2Re_2:11.16; Eze_8:3; Mat_4:5.8; Hec_8:39-40).