Daniel  3 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 100 versitos |
1 Hizo el rey Nabucodonosor una estatua de oro, alta de sesenta codos y seis codos de ancha. Alzóla en el llano de Dura, de la provincia de Babilonia,
2 y mandó el rey reunir a todos los sátrapas, prefectos, bajaes, oidores, tesoreros, magistrados, jueces y a todos los gobernadores de las provincias para que viniesen a la dedicación de la estatua que había alzado el rey Nabucodonosor.
3 Reuniéronse, pues, los jefes, prefectos, bajaes, oidores, tesoreros, magistrados, jueces y todos los gobernadores de las provincias para la dedicación de la estatua alzada por el rey Nabucodonosor, y se pusieron ante la estatua que Nabucodonosor había alzado.
4 Un pregonero clamaba en voz alta: Ved lo que se os ordena, pueblos, naciones y hombres de toda lengua.
5 En cuanto oigáis el sonido de las trompetas, las cítaras, las arpas, los salterios, las gaitas y toda suerte de instrumentos, adorad, postrados, la estatua de oro que ha alzado el rey Nabucodonosor.
6 Todo aquel que no adore, postrándose al instante, será echado en un horno encendido.
7 Por tanto, los pueblos todos, al oír el sonido de las trompetas, las arpas, los salterios, las gaitas e instrumentos músicos de toda suerte, todos los pueblos, naciones y hombres de toda lengua se prosternarán y adorarán la estatua de oro alzada por el rey Nabucodonosor.
8 Con ocasión de esto vinieron algunos caldeos y denunciaron a los judíos.
9 Hablaron al rey Nabucodonosor, diciendo: Vivas para siempre, ¡oh rey!
10 Tú, ¡oh rey! has dado una ley por la cual todo hombre, al oír el son de las trompetas, las cítaras, las arpas, los salterios, las gaitas y toda suerte de instrumentos músicos, ha de adorar postrado la estatua de oro,
11 y que quien no se postre y adore, será arrojado a un horno encendido.
12 Pues hay unos hombres, judíos, a quienes has encomendado tú la dirección de los negocios de la provincia de Babilonia, Sidraj, Misaj y Abed-Nego, que, sin tenerte en cuenta para nada, ¡oh rey! no sirven a tus dioses y no adoran la estatua que has alzado.
13 Irritado y furioso entonces Nabucodonosor, dio orden de que trajeran a Sidraj, Misaj y Abed-Nego. Traídos éstos a la presencia del rey,
14 Nabucodonosor les habló diciendo: ¿De verdad, Sidraj, Misaj y Abed-Nego, no servís a mis dioses y no adoráis la estatua de oro que yo he alzado?
15 Ahora, pues, aprestaos, y, en oyendo el sonido de las trompetas, las cítaras, las arpas, los salterios, las gaitas y toda suerte de instrumentos músicos, postraos y adorad la estatua que yo he hecho, y si no la adoráis, al instante seréis arrojados a un horno encendido. ¿Y quién será el Dios que os libre de mis manos?
16 Sidraj, Misaj y Abed-Nego respondieron al rey diciendo: Nabucodo-nosor, no tienes por qué esperar más nuestra respuesta en esto,
17 pues nuestro Dios, al que servimos, puede librarnos del horno encendido y nos librará de tu mano.
18 Y si no quisiere, sabe, ¡oh rey! que no adoraremos a tus dioses ni nos postraremos ante la estatua que has alzado.
19 Lleno entonces de ira Nabucodonosor, demudado el rostro contra Sidraj, Misaj y Abed-Nego, habló, mandando que se encendiese el horno siete veces otro tanto de lo que encenderse solía,
20 y mandó a hombres muy robustos de su ejército que atasen a Sidraj, Misac y Abed-Nego y los echasen al horno de fuego ardiente.
21 Entonces estos varones, atados con sus mantos, sus túnicas, sus turbantes y sus vestiduras, fueron arrojados en medio del horno ardiente.
22 Y como la orden del rey era apremiante y había mandado encender el horno tanto, las llamas abrasaron a los que habían echado en él a Sidraj, Misaj y Abed-Nego.
23 Y los tres varones cayeron atados en medio del horno encendido.
24 Se paseaban en medio de las llamas, alabando a Dios y bendiciendo al Señor.
25 Azarías, puesto en pie, abriendo sus labios en medio del fuego, oró de esta manera y dijo:
26 Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres. Digno de alabanza y glorioso es tu nombre,
27 porque eres justo en cuanto has hecho con nosotros, y todas tus obras son verdad, y rectos tus caminos, y justos todos tus juicios.
28 Y has juzgado con justicia en todos tus juicios,en todo lo que has traído sobre nosotros y sobre la ciudad santa, la de nuestros padres, Jerusalén, pues con juicio justo has traído todos estos males a causa de nuestros pecados.
29 Porque hemos pecado y cometido iniquidad, apartándonos de ti, y en todo hemos delinquido,
30 y no hemos obedecido a tus preceptos, no los hemos guardado ni cumplido, según nos habías ordenado para que fuéramos felices,
31 y cuantos males has traído sobre nosotros y cuanto has hecho con nosotros, con justo juicio lo has hecho.
32 Nos entregaste en poder de enemigos injustos e inicuos apóstatas, y a un rey el más injusto y perverso de toda la tierra,
33 y ahora no podemos abrir nuestra boca. La vergüenza y el oprobio han caído sobre tus siervos y sobre todos los que te veneran.
34 Por tu nombre no nos deseches para siempre, no anules nuestra alianza,
35 no apartes tu misericordia de nosotros, por Abraham, tu amado, e Isaac, tu siervo, y por Israel, tu santo,
36 a quienes prometiste multiplicar su descendencia como las estrellas del cielo, como las arenas que hay en las orillas del mar.
37 Porque, Señor, hemos sido empequeñecidos más que todas las naciones y estamos hoy humillados en toda la tierra a causa de nuestros pecados.
38 Al presente no tenemos príncipes, ni profetas, ni jefe, ni holocausto, ni sacrificio, ni ofrenda e incienso,
39 ni lugar en qué ofrecer las primicias delante de ti y hallar misericordia. Pero con el alma contrita y el espíritu humillado hallemos acogida.
40 Como los holocaustos de los carneros y de los toros, como las miríadas de los gruesos corderos, así sea hoy nuestro sacrificio delante de ti, a fin de aplacar tu rostro, pues no serán confundidos los que en ti esperan.
41 Ahora nosotros de todo corazón te seguimos y te tememos y buscamos tu rostro.
42 No nos confundas, antes obra con nosotros según tu bondad y según la grandeza de tu misericordia.
43 Líbranos en virtud de prodigioso poder y da gloria, Señor, a tu nombre;"
44 queden avergonzados los que maltratan a tus siervos, y queden confundidos de su tiranía, y su fuerza sea deshecha.
45 Y conozcan que tú, Señor, eres el único Dios, glorioso sobre toda la tierra.
46 Los ministros del rey que los habían echado, no cesaban de avivar el horno con betún, estopa, pez y sarmientos,
47 hasta levantarse las llamas cuarenta y nueve codos por encima del horno,
48 y las llamas, irrumpiendo, abrasaban a cuantos caldeos estaban alrededor del horno;"
49 pero el ángel del Señor había descendido al horno con Azarías y sus compañeros, y apartaba del horno las llamas del fuego y hacía que el interior del horno estuviera como si en él soplara un viento fresco,
50 y el fuego no les tocaba absolutamente ni los afligía ni los causaba molestia.
51 Entonces los tres a una voz alabaron, glorificaron y bendijeron a Dios en el horno, diciendo:
52 Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres, digno de alabanza y ensalzado por los siglos. Bendito tu nombre santo y glorioso, muy digno de alabanza, ensalzado por los siglos.
53 Bendito en el templo santo de tu gloria, digno de ser cantado y glorificado por los siglos, i
54 Bendito tú, que penetras los abismos, digno de alabanza y ensalzado por los siglos. Bendito tú, que estás sentado sobre los querubines,digno de alabanza, ensalzado por los siglos.
55 Bendito en tu trono real, digno de ser cantado y celebrado por los siglos.
56 Bendito tú en el firmamento de los cielos, digno de ser cantado y glorificado por los siglos.
57 Bendecid al Señor todas las obras del Señor, cantadle y alabadle por los siglos.
58 Bendecid al Señor, ángeles del Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.
59 Bendecid, cielos, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.
60 Bendecid al Señor, aguas todas que estáis sobre los cielos; cantadle y ensalzadle por los siglos."
61 Bendiga al Señor todo el ejército del Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.
62 Bendecid, sol y luna, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.
63 Bendecid, astros del cielo, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.
64 Bendecid, lluvia y rocío, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.
65 Bendecid, todos los vientos, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.
66 Bendecid, fuego y calor, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.
67 Bendecid, fríos y heladas, al Señor,cantadle y ensalzadle por los siglos.
68 Bendecid, rocío y escarcha, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.
69 Bendecid, frío y fresco, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.
70 Bendecid, hielos y nieves, al Señor, cantadle y alabadle por los siglos.
71 Bendecid, noche y día, al Señor, cantadle y alabadle por los siglos.
72 Bendecid, luz y tinieblas, al Señor, cantadle y alabadle por los siglos.
73 Bendecid, relámpagos y nubes, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.
74 Bendiga la tierra al Señor, cántele y ensálcele por los siglos.
75 Bendecid, montes y collados, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos;"
76 Bendecid al Señor cuanto brota en la tierra, cantadle y ensalzadle por los siglos.
77 Bendecid, mares y ríos, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.
78 Bendecid, fuentes, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.
79 Bendecid al Señor, monstruos de las aguas y cuanto en las aguas se mueve, cantadle y ensalzadle por los siglos.
80 Bendecid todas las aves del cielo al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.
81 Bendecid todas las bestias y ganados al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.
82 Bendecid, hijos de los hombres, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.
83 Bendice, Israel, al Señor, i cántale y ensálzale por los siglos.
84 Bendecid al Señor, sacerdotes del Señor,cantadle y ensalzadle por los siglos.
85 Bendecid al Señor, siervos del Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.
86 Bendecid, espíritus y almas de los justos, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.
87 Bendecid, santos y humildes de corazón, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.
88 Bendecid, Ananías, Azarías y Misael, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos, porque nos sacó del infierno, y del poder de la muerte nos salvó, y de en medio del horno encendido nos libró, salvándonos de en medio del fuego.
89 Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
90 Bendecid todos los piadosos al Señor, Dios de los dioses, cantadle y dadle gracias, porque es eterna su misericordia.
91 (24) Espantado entonces el rey Nabucodonosor, se levantó precipitadamente y, dirigiéndose a sus consejeros, les dijo: ¿No hemos arrojado al fuego tres hombres? Ellos le respondieron: Cierto, ¡oh rey!
92 (25) y el rey repuso: Pues bien, yo veo allí cuatro hombres sueltos que se pasean en medio del fuego sin daño alguno, y el cuarto de ellos parece un hijo de dioses.
93 (26) Acercóse entonces Nabucodonosor a la entrada del horno encendido y, hablando, dijo: Sidraj, Misaj y Abed-Nego, siervos del Dios supremo, salid y venid. Entonces salieron de en medio del fuego Sidraj, Misaj y Abed-Nego,
94 (27) y juntándose los jefes, los prefectos, los bajaes y los consejeros del reino, vieron que el fuego no había tenido poder alguno sobre los cuerpos de aquellos varones, y ni siquiera se habían quemado los cabellos de sus cabezas, y sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olían a chamuscadas.
95 (28) Tomó entonces la palabra Nabucodonosor, y dijo: Bendito sea el Dios de Sidraj, Misaj y Abed-Nego, que ha mandado su ángel y ha librado a sus siervos, que confiaron en él y no cumplieron la orden del rey y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a dios alguno fuera de su Dios.
96 (29) He aquí ahora lo que dispongo: Todo hombre, cualquiera que sea el pueblo, la nación o la lengua a que pertenezca, que hable mal del Dios de Sidraj, Misaj y Abed-Nego, será descuartizado, y su casa convertida en muladar, porque no hay Dios alguno que como El pueda librar.
97 (30) Luego el rey engrandeció a Sidraj, Misaj y Abed-Nego en la provincia de Babilonia.
98 (31) Nabucodonosor, rey, a todos los pueblos, naciones y hombres de toda lengua que habitan en toda la tierra: Paz abundante.
99 (32) Me ha parecido bien daros a conocer las señales y prodigios que el Dios supremo ha hecho conmigo.
100 (33) ¡Cuan grandes han sido sus señales 1 Cuán potentes sus prodigios! Su reino es reino eterno, y su dominación perdurará de generación en generación.

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Introducción a Daniel 

Times New Roman ;;;;
Daniel.
Introducción.

Vida Del Profeta.
El protagonista del libro de Daniel es un personaje de la nobleza judía, llamado en hebreo Dani'el (Dios es mi juez), el cual de niño fue llevado cautivo a Babilonia por Nabucodonosor en el 605 a.C. (tercer año del reinado de Joaquim) 1. Educado con otros dos jóvenes judíos en la corte· babilonia en calidad de paje, llegó a granjearse la amistad de Nabucodonosor después de haberle revelado el sentido de un misterioso sueño profético 2. Consiguió así ocupar altos puestos en la corte babilónica, siendo objeto de conspiraciones de los altos funcionarios, que estaban celosos de su privilegiada posición palaciega 3. Según el relato bíblico, Daniel vivió por lo menos hasta el tercer año de Ciro (536 a.C.) 4.
En Ezequiel aparece un sabio, modelo de virtud y de rectitud moral, llamado Daniel, y que se supone vivió en tiempos antiguos con Noé y Job 5. En las listas posteriores a la cautividad encontramos de nuevo el nombre de Daniel 6.

Contenido y estructura del libro.
Según el texto de los LXX y de la Vg, el libro incluye dos grandes secciones: una protocanonica, escrita en hebreo y arameo, que comprende los doce primeros capítulos, y otra deuterocanónica, que incluye los c.13 y 14 y el fragmento lírico 3:24-90. La parte protocanónica se divide en dos partes por el contenido: a) histórica 1:1-6:29(28); b) profético-visionaria (7:1-12:13).

A) Sección protocanónica
:
1. Parte histórica: 1:1-6:29(28).
a) Introducción histórica: Daniel en la corte real: 1:1-21.
b) Sueño de Nabucodonosor e interpretación: 2:1-40.
c) Los tres niños en el horno: 3:1-30(97).
d) Locura de Nabucodonosor y curación: 3:31(98)-4:34.
e) Banquete de Baltasar: 5:1-30(31).
f) Daniel en el foso de los leones: 6:1-29(28).

Parte profético-visionaria: 7:1-12:13. Visión de las cuatro bestias: 7:1-28. Visión del carnero y del macho cabrío: 8:15-28. Visión de las setenta semanas: 9:1-27. Visión sobre la suerte futura del pueblo: 10:1-12:13.

B) Sección deuterocanónica
: 3:24-90; 13:1-14:42
a) Oración de Azarías y cántico de los tres niños: 3:24-90.
b) Historia de Susana: 13:1-64.
c) Historia de Bel y el dragón: 13:65-14:42.

Las perspectivas históricas de las dos grandes secciones (histórica y prof ética) difieren grandemente entre sí, ya que la primera (histórica) tiene por fondo hechos de la época del imperio babilónico y persa, mientras que la segunda (profética) supone el ambiente histórico de la época de los Seléucidas (s.II a.C.); son tiempos de persecución de los fieles israelitas, y el profeta los consuela con perspectivas próximas salvadoras.

Problema lingüístico.
El libro de Daniel, como hoy lo tenemos, está escrito en tres lenguas: a) hebrea: 1:1-2:4a y 8:1-12:13; b) aramea: 2:4b-7:28; c) griega: 3:24-90; 13:1-14:42. Las partes escritas en hebreo y arameo aparecen en el TM, mientras que la parte griega sólo en los LXX.
Esta diversidad lingüística plantea un problema no fácil de resolver, ya que no se ve la razón de por qué la parte histórica - homogénea por el contenido - esté escrita en hebreo y en arameo, y lo mismo, por qué el c.7, de contenido visionario y muy ligado al c.8, esté en arameo, mientras éste está en hebreo, y por qué el c.1 está en dos lenguas. Se han propuesto diversas soluciones, pero ninguna es totalmente convincente.
Unos suponen que primitivamente fue escrito todo en arameo y que después, para ocultar al vulgo el contenido misterioso de los capítulos visionarios, se los tradujo al hebreo, lengua accesible sólo a los eruditos e iniciados. Pero entonces queda el misterio de por qué el c.7, de contenido visionario, está en lengua vulgar aramea. Y, al mismo tiempo, por qué el c.1, de contenido histórico, está en hebreo, y lo mismo los v.1 y 2a del c.2.
Otros proponen la hipótesis contraria: originariamente habría sido escrito todo el libro (protocanónico) en hebreo; después se tradujo parte al arameo, dejando en hebreo la parte visionaria apocalíptica y el c.1, para que así tuviera más fácil acceso al canon judaico.
No faltan quienes suponen que el autor de todo el libro redactó desde el principio unas partes en hebreo y otras en arameo por razones que no conocemos. Lo más fácil es suponer que el libro, tal como ahora lo tenemos, es una recopilación de textos que corrían indistintamente en hebreo o arameo, y un redactor los juntó tal como los encontró. Así, pues, podemos concebir que corrían hojas sueltas con las narraciones históricas y visionarias, unas en hebreo y otras en arameo (sin que sepamos cuál era la lengua original), y que el compilador las reunió tal como las halló.
En todo caso es de notar que, a pesar de la diversidad de lenguas, existe una sustancial unidad de desarrollo lógico en todos los capítulos, lo que prueba que las dos lenguas son expresión de dos recensiones distintas, que, encontradas fragmentariamente en cada lengua, fueron juntadas por el compilador para completar el contenido ideológico.
Las partes deuterocanónicas, que, aunque están en griego, parecen ser traducción de un original arameo o hebreo 7, fueron añadidas después a la compilación del TM.

Composición y autenticidad.
Si complejo es el problema lingüístico del libro de Daniel, no lo es menos el de su origen y autenticidad. Dos son las opiniones sobre el origen y composición del libro de Daniel. Una que podemos llamar tradicional, según la cual el libro de Daniel, tal como hoy ha llegado a nosotros, es obra del propio protagonista del libro, Daniel. Es la tesis de la tradición judaica, aunque en el canon judaico el libro no haya figurado entre los profetas, sino entre los hagiografos.
Flavio Josefo dice que el libro de Daniel fue presentado a Alejandro Magno en Palestina para que viese en él cumplidas las antiguas profecías 8. En el libro I de los Macabeos parece se alude al de Daniel 9. Jesucristo cita profecías del libro de Daniel10. Por otra parte, el autor del libro parece conocer bien el ambiente cortesano de Babilonia y las costumbres de la época (suplicio de fuego y de las fieras).
Los críticos modernos, en general, no admiten que el libro de Daniel sea obra del famoso protagonista que vivía en la época babilónica, por razones históricas y lingüísticas. En efecto, al describir el autor los hechos del tiempo del imperio babilónico, incurre en una serie de inexactitudes históricas, difícilmente explicables en un· autor contemporáneo de los hechos. Así, a Baltasar se le presenta como hijo de Nabucodonosor, cuando en realidad fue hijo de Nabónides 11, el cual no era descendiente directo de Nabucodonosor. Por otra parte, aparece un misterioso personaje, llamado Darío el Medo, gobernador de Babilonia antes de Ciro 12. Además, en 9:1 se le llama hijo de Asuero (Jerjes). Así, pues, de un lado, el autor supone un gobernante medo, sucesor del rey babilonio y antecesor al persa, Ciro, y del otro aparece como hijo de un rey persa muy posterior a Ciro.
Por otra parte, los lexicólogos insisten en que el hebreo del libro de Daniel es tardío, posterior al del siglo VI a.C., y el arameo parece también posterior al de los papiros egipcios de Elefantina, del siglo V a.C. 13 Además, hay unas 15 palabras persas y tres de origen griego, lo que hace suponer una época de composición posterior al siglo VI.
Se insiste también en el hecho de que este libro de Daniel no figure en el canon judaico entre los pro/éticos, sino entre los hagiógrafos, y, por otra parte, en el elogio que el autor del Eclesiástico hace de los padres del A.T. no cita a Daniel como personaje famoso y digno de veneración, mientras cita a Isaías, a Jeremías y a Ezequiel14.
En contraste con las imprecisiones e inexactitudes de la parte histórica relativa al período babilónico-persa están las alusiones concretas históricas de la parte visionaria, donde el fondo histórico lo constituyen ciertamente las vicisitudes de la comunidad judía frente a la persecución de los Seléucidas sirios. En vez de perspectivas vagas, como es habitual en los escritos profetices, los c.7-9 Y sobre todo, el n nos dan una serie de puntualizaciones de tipo histórico que coinciden claramente con los hechos que conocemos de la lucha de los Seléucidas contra el pueblo judío y de las relaciones de aquéllos con los Ptolomeos de Egipto. Por estas razones, la mayor parte de los críticos actuales suponen que el libro de Daniel ha sido redactado en el siglo n, cuando la comunidad judía vivía bajo la persecución de Antíoco IV Epífanes (171-164 a.C.)15. Más en concreto, el libro parece redactado entre la profanación del templo de Jerusalén por Antíoco IV (168 a.C.) y su nueva consagración por Judas Macabeo (165 a.C.). Al menos, la última redacción del libro parece debe colocarse en esta época, sin que esto quite la posibilidad de que el redactor haya utilizado tradiciones y documentos más antiguos. Entre los autores católicos de nota, esta tesis está bastante generalizada 16.

Carácter apocalíptico del libro.
El P. Lagrange, al explicar las profecías mesiánicas del libro de Daniel, dice taxativamente: El libro que lleva el nombre de Daniel es el primero y más perfecto de los apocalípticos 17. Realmente, este libro difiere mucho de los escritos proféticos que hasta ahora hemos examinado, y quizá por ello en el canon judaico se le incluya entre los hagiógrafos y no entre los proféticos. Propio de los escritos apocalípticos es el aludir a hechos concretos históricos con profusión de imágenes simbólicas y desorbitadas. En los apocalípticos apócrifos del judaísmo, que empiezan a pulular desde el siglo III a.C., el autor se apropia el nombre de algún famoso personaje del A.T. (Henoc, Elias, Isaías) y transmite de parte de Dios revelaciones (áðïêÜëõøç) relativas a hechos presentes y futuros del pueblo judío. Esas revelaciones contienen dos partes: una anterior al autor del libro, en la que bajo forma externa profética se describen hechos históricos concretos (se relatan hechos pasados como si fueran futuros), y otra parte relativa a hechos que han de suceder realmente en el futuro, los cuales se describen con imágenes nebulosas, sin concretar detalles. Las ideas se pierden en una maraña de imaginación desorbitada.
En el libro de Daniel encontramos, en efecto, una parte histórica, en la que se estratifican los imperios que se suceden desde el babilonio al seléucida, pasando por el persa y el griego de Alejandro Magno. Todos se suceden históricamente según el plan providencial de Dios, hasta que llega el momento crucial de la aparición del reino de los santos, la inauguración mesiánica, precedida de una gran tribulación. Después la perspectiva del futuro es vaga e imprecisa, ya que se superponen los planos históricos y se confunden los hechos, pues, de un lado, se anuncia la inauguración mesiánica, y del otro, la resurrección de los cuerpos de los justos 18, es decir, según nuestra perspectiva evangélica, se confunden el plano de la iniciación del reino de los santos (era mesiánica) y la consumación del estadio terrestre, que culmina en la inauguración de la etapa mesiánica definitiva celeste. Así, lo escatológico se mezcla con lo histórico, porque la visión del futuro está totalmente diluida, sin contornos.
En esta parte segunda visionaria de Daniel, la perspectiva de una inminente irrupción de la era mesiánica lo domina todo. El profeta tiene prisa en acelerar los acontecimientos para consolar a sus contemporáneos, oprimidos por la persecución seléucida. Por eso presenta como inmediata la inauguración de los tiempos mesiánicos, y por otra parte destaca como modelo de fidelidad a las tradiciones judías al gran protagonista Daniel, fiel en todas las persecuciones sufridas en un ambiente pagano. Así, el libro tiene la finalidad de edificar piadosamente y la de consolar a los que sufren, presentando como inminentes las perspectivas mesiánicas.
Pero el carácter apocalíptico del libro de Daniel difiere totalmente del de los apócrifos en la elevación de pensamientos y al prescindir de fantasías cosmogónicas y de nociones ultranaciona-listas. El hagiógrafo ha creído conveniente utilizar este procedimiento literario apocalíptico para expresar sus ideas religiosas sobre la necesidad de ser fieles a la Ley de Dios y sobre el triunfo definitivo de Dios sobre los enemigos que históricamente se oponen a la implantación del reino de los santos.
San Juan utilizará este mismo procedimiento apocalíptico para presentar las grandes ideas del triunfo de Cristo sobre los anticristos, que se oponen a la expansión de su Iglesia en la historia. El vidente de Patmos utilizará mucho la imaginería del libro de Daniel, dando un sentido neo-testamentario. La finalidad, pues, de ambos libros es la misma, colocándose cada autor en su perspectiva vieja o neo-testamentaria. Y ambos autores no han creído indigno de la palabra de Dios este vehículo de transmisión apocalíptico, muy en consonancia con las modas literarias de su época en los medios culturales judaicos.

Texto y versiones.
El texto de las partes aramea y hebraica del TM es bastante deficiente. Muchas veces las antiguas versiones, que reflejan otro texto original premasorético, resultan más claras en determinados pasajes. Las indicaciones cronológicas que preceden a algunos capítulos son consideradas por algunos críticos como adiciones de escribas. La versión más antigua de estas partes aramaico-hebreas es la de los LXX, que parece ser del siglo 11 a.C. Como difiere bastante del TM, la Iglesia nunca aceptó oficialmente la versión de los LXX 19. Muchos autores creen que estas divergencias proceden de que el traductor tenía delante un texto diferente del TM.
La versión de los LXX fue desplazada por la de Teodoción, que es más concisa. Algunos críticos consideran la versión de Teodoción como una revisión de otra versión griega más antigua 20. Los papiros Chester Beatty (del s.11 d. C.) contienen la versión de los LXX. La Vg está hecha sobre un texto hebreo-aramaico muy afín al TM; pero San Jerónimo en la versión tiene en cuenta las versiones precedentes latinas y la griega de Teodoción. Para las partes deuterocanónicas, San Jerónimo se limitó a revisar una versión anterior muy afín a la de Teodoción.

Canonicidad.
En el TM, el libro de Daniel está, como hemos indicado, entre los hagiógrafos. En los LXX y la Vg está inmediatamente después del libro de Jeremías. San Jerónimo, en su famoso Prologus galeatus, sigue el orden del canon judío reflejado en el TM 21. Sin embargo, hay indicios de que aun entre los judíos se enumeraba el libro de Daniel entre los profetas 22. En la Iglesia cristiana no ha habido ninguna dificultad en la admisión del libro en el canon, si bien respecto de las partes deuterocanónicas hubo algunas dudas, como ocurrió respecto de todos los libros escritos en griego 23.

Doctrina teológica.
Como hemos dicho antes, este libro tiene una doble finalidad parenética: exhortar a la fidelidad a la Ley de los padres, presentando para ello el ejemplo insigne de fidelidad a Dios de Daniel en la corte corrompida e idolátrica de Nabucodonosor, y consolar en las tribulaciones presentes, presentando como inminente la inauguración de los tiempos mesiánicos, el reino de los santos, en el que desaparecería totalmente el pecado, para dar paso a la justicia perfecta. Se presenta al Dios de los judíos (nunca se le llama Yahvé) como el Dios único, omnipotente, omnisciente, que protege a sus siervos y aun los libera milagrosamente en premio a su fidelidad.
El Dios de Israel es el que dirige el curso de la historia universal, de forma que la sucesión de los imperios paganos no es sino el cumplimiento de los designios eternos de Dios en orden a la manifestación del reino de los santos. Este determinismo providencia-lista aparece en el grandioso esquema histórico, en el que el autor de Daniel nos presenta el gran combate entre Dios, que quiere establecer su reino, y los poderes históricos - encarnados en los grandes imperios - , que se oponen a su instauración. Esta visión esquemática de la historia no tiene otra finalidad que destacar la grandeza de la inauguración mesiánica, obra culminante de la omnipotencia divina. Dios habita en los cielos y gobierna el mundo por medio de ciertos agentes espirituales-angélicos, que ayudan y protegen al que es fiel a la Ley divina.
El mesianismo del libro de Daniel está totalmente dominado por la idea escatológica, en conformidad con el género apocalíptico adoptado para su formulación. Todos los imperios históricos son derrocados, para ser suplantados por el reino de los santos, que es la piedra caída del monte, no por mano del hombre 24, y el Hijo del hombre 25, que recibe el señorío, la gloria y el imperio del antiguo de días, que no es otro que el mismo Dios eterno, que preside los aconteceres de la historia humana, particularmente la suerte de los imperios.
El reino de los santos será el reinado de la justicia 26 y se extenderá a toda la tierra. No se habla de bendiciones terrenales, sino de manifestaciones puramente espiritualistas. Pero, en la mente del profeta, el estadio terrestre y celeste de la era mesiánica parecen confundirse, superponiéndose los planos históricos y metahistóricos; por eso anuncia la resurrección de los muertos (los justos israelitas) para que éstos asistan a la manifestación de la plena era mesiánica. Es un caso de falta de perspectiva en el tiempo. Los profetas viven de la esperanza de las grandes realizaciones mesiánicas, y, en su afán de acelerar su cumplimiento, juntan las perspectivas, quemando las etapas históricas.

1 Dan 1:1. Según Flavio Josefo, pertenecía a la familia real de Sedéelas (Ant. 10.10:1), - 2 Dan 2:195. - 3 Dan 6:1s. - 4 Dan 10:1. - 5 Cf. Ez 14:4.20; 28:3. Muchos autores creen que el Dn'l de Ezequiel es el famoso sabio de Ras Samra Danel. Cf. P. Joüon: Bi (1938) 283-5; P. Heinisch, Das Buch Ezechiel 77; L. Dennefeld, Daniel 631. - 6 Cf. Esd 8:2; Neh_10:7. - 7 En los recientes hallazgos de Qumrán se ha descubierto un texto hebreo. - 8 Flavio Josefo, Ant. 10:11:4.7; 112Cr_8:5. - 9 Cf. 1 Mac 2:595 y Dan 3:1-30; 6:11-29; 1 Mac 1:54 y Dan 9:27. - 10 Cf. Mt 24:15: abominationem desolationis quae dicta est a Daniele propheta (Dan 9:27). - 11 Dan 5.2. - 12 Dan6:1; 9:1. - 13 Cf. G. R. Driver: JBL (1926) p.115. - 14 Cf. Eclo49. - 15 El primero que propuso esta hipótesis fue el neoplatónico Porfirio (t 304 d·C.). Entre los críticos modernos, esta opinión fue seguida por Eichhorn, Ewald, Hitzig, Driver, etc. - 16 Se inclinan por esta solución M. J. Lagrange, Les prophéties messianiques de Daniel: RB (1904) 4945; bigot, art. Daniel: Dthc IV (1911) colóos; E. Bayer, Danielstudien (1912); L. Dennefeld, Daniel: La Sainte Bible, VII p.ósS; Gottsberger, Das Buck Daniel p.12; Charlier, La lecture chrétienne de la Bible ñ,ÀæÂ. - 17 Ì. J. Lagrange, art. cit, p.494. - 18 Dan 12:2. - 19 Cf. San Jerónimo, Prol. in Dan,: PL 25:493; In Dan. 4:5: PL 25:514. - 20 Cf. H. B. Swete, Introduction to the Oíd Testament in Greek p.48. - 21 Cf. San Jerónimo, Praef. in libros Samuel et Malachiam: PL 28,5533. - 22 Cf. Flavio Josefo, Contra Apion. 1:8: Canon de Meliton de Sardes (Euseb., Hist. Eccl 4:26: PG 20:396; R. De Journel, Ench. Patr. 190); Orígenes (Euseb., Hist. Eccl 6:25: PG 20,25; R. De Journel, Ench. Patr. 484). - 23 Cf. San Jerónimo, Prol. Galeatus: PL 28,596 (600-602); Ep. 53 ad Paul n.8: PL 22:545s. - 24 Dan 2:45. - 25 Dan 7:13. - 26 Dan 9:243.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Daniel  3,1-30

3. La Estatua de Nabucodonosor. Los tres jóvenes en el horno.
En el capítulo anterior ha quedado patente la sabiduría del Dios de los judíos sobre todos los dioses; ahora se va a mostrar su omnipotencia. El hagiógrafo quiere animar a sus contemporáneos a permanecer fieles a la ley de su Dios en las circunstancias más adversas, y para ello les presenta el ejemplo de los jóvenes de Babilonia.

La erección de la estatua de oro y orden de adorarla. (1-7)
1 Hizo el rey Nabucodonosor una estatua de oro, alta de sesenta codos y seis codos de ancha. Alzóla en el llano de Dura, de la provincia de Babilonia, 2 y mandó el rey reunir a todos los sátrapas, prefectos, bajaes, oidores, tesoreros, magistrados, jueces y a todos los gobernadores de las provincias para que viniesen a la dedicación de la estatua que había alzado el rey Nabucodonosor. 3 Reuniéronse, pues, los jefes, prefectos, bajaes, oidores, tesoreros, magistrados, jueces y todos los gobernadores de las provincias para la dedicación de la estatua alzada por el rey Nabucodonosor, y se pusieron ante la estatua que Nabucodonosor había alzado. 4 Un pregonero clamaba en voz alta: Ved lo que se os ordena, pueblos, naciones y hombres de toda lengua. 5 En cuanto oigáis el sonido de las trompetas, las cítaras, las arpas, los salterios, las gaitas y toda suerte de instrumentos, adorad, postrados, la estatua de oro que ha alzado el rey Nabucodonosor. 6 Todo aquel que no adore, postrándose al instante, será echado en un horno encendido. 7 Por tanto, los pueblos todos, al oír el sonido de las trompetas, las arpas, los salterios, las gaitas e instrumentos músicos de toda suerte, todos los pueblos, naciones y hombres de toda lengua se prosternarán y adorarán la estatua de oro alzada por el rey Nabucodonosor.

El rey manda erigir en su honor una colosal estatua de 30 metros de alto y 3 de ancho. Para salvar la desproporción entre ambas medidas, se ha supuesto que la anchura pertenecía sólo a la estatua, mientras que la altura correspondería a la estatua y al pedestal. El lugar de su erección es Dura (v.1), que en babilonio significa muro. Junto a Babilonia hay ahora dos localidades con el nombre de Dura l. Con motivo de su inauguración hubo una concentración de todas las jerarquías del imperio en todas sus modalidades.
Es interesante la mención de los sátrapas, palabra persa que significa protectores del reino. La división del imperio persa en satrapías fue obra de Darío, sucesor de Cambises. Esta mención de la palabra persa indica que el redactor compone su obra después de la época persa. De Daniel no se dice nada, aunque en el capítulo anterior se había dicho que era gobernador de Babilonia. En la gran concentración no faltaban los numerosos representantes de las colonias extranjeras, tan numerosas en el emporio comercial de Babilonia. Esclavos y comerciantes de todas las naciones del Próximo Oriente estaban representados en Babilonia, y todos debían adorar la colosal estatua: hombres de toda lengua se prosternarán (v.7). La impostura de esta orden está dentro de la verosimilitud del despotismo de los reyes babilónicos, aunque no sabemos por las crónicas de la época que haya tenido lugar tal hecho.

Los tres jóvenes judíos se niegan a adorar la. estatua (8-18)
8 Con ocasión de esto vinieron algunos caldeos y denunciaron a los judíos. 9 Hablaron al rey Nabucodonosor, diciendo: Vivas para siempre, ¡oh rey! 10 Tú, ¡oh rey! has dado una ley por la cual todo hombre, al oír el son de las trompetas, las cítaras, las arpas, los salterios, las gaitas y toda suerte de instrumentos músicos, ha de adorar postrado la estatua de oro, 11 y que quien no se postre y adore, será arrojado a un horno encendido. 12 Pues hay unos hombres, judíos, a quienes has encomendado tú la dirección de los negocios de la provincia de Babilonia, Sidraj, Misaj y Abed-Nego, que, sin tenerte en cuenta para nada, ¡oh rey! no sirven a tus dioses y no adoran la estatua que has alzado. 13 Irritado y furioso entonces Nabucodonosor, dio orden de que trajeran a Sidraj, Misaj y Abed-Nego. Traídos éstos a la presencia del rey, 14 Nabucodonosor les habló diciendo: ¿De verdad, Sidraj, Misaj y Abed-Nego, no servís a mis dioses y no adoráis la estatua de oro que yo he alzado? 15 Ahora, pues, aprestaos, y, en oyendo el sonido de las trompetas, las cítaras, las arpas, los salterios, las gaitas y toda suerte de instrumentos músicos, postraos y adorad la estatua que yo he hecho, y si no la adoráis, al instante seréis arrojados a un horno encendido. ¿Y quién será el Dios que os libre de mis manos? 16 Sidraj, Misaj y Abed-Nego respondieron al rey diciendo: Nabucodo-nosor, no tienes por qué esperar más nuestra respuesta en esto, 17 pues nuestro Dios, al que servimos, puede librarnos del horno encendido y nos librará de tu mano. 18 Y si no quisiere, sabe, ¡oh rey! que no adoraremos a tus dioses ni nos postraremos ante la estatua que has alzado.

Los babilonios notaron la abstención de los judíos en el acto de adoración de la estatua, aceptado por todos los pueblos. Fueron al punto denunciados 2 ante el rey, sin duda porque sentían envidia de sus puestos de intendentes de la provincia. Nabucodonosor les invita, cuando fueron llevados a su presencia, a que acaten la orden, e insolentemente les dice que de otro modo no podrán librarse de su castigo, pues ¿quién sera el Dios que los libre de sus manos? (v.15). La frase suena en los oídos de los fieles judíos a blasfemia, y con toda entereza proclaman que tienen fe en su Dios, que los podrá librar del horno encendido. Debemos notar en esta narración que Nabucodonosor aquí no reconoce la superioridad del Dios de los judíos, como lo había hecho ante Daniel con ocasión de la revelación del sueño. Estas inconsecuencias son bastante corrientes en estas narraciones del libro de Daniel, que tiene el aire de un mosaico de relatos muy artificialmente unidos.

Los tres mancebos en el horno ardiendo (19-23).
19 Lleno entonces de ira Nabucodonosor, demudado el rostro contra Sidraj, Misaj y Abed-Nego, habló, mandando que se encendiese el horno siete veces otro tanto de lo que encenderse solía, 20 y mandó a hombres muy robustos de su ejército que atasen a Sidraj, Misac y Abed-Nego y los echasen al horno de fuego ardiente. 21 Entonces estos varones, atados con sus mantos, sus túnicas, sus turbantes y sus vestiduras, fueron arrojados en medio del horno ardiente. 22 Y como la orden del rey era apremiante y había mandado encender el horno tanto, las llamas abrasaron a los que habían echado en él a Sidraj, Misaj y Abed-Nego. 23 Y los tres varones cayeron atados en medio del horno encendido.

La narración es en extremo pintoresca y de estilo midrasico; en los detalles se procura resaltar lo milagrero y colorista en función de ideas teológicas que aquí son la providencia y justicia divina. El horno fue encendido de un modo excepcional, y las llamas abrasaron a los que echaron a los santos mancebos en su interior. Con ello resalta la especial protección del Dios de los judíos.

Oración de Azarías (24-45).
24 Se paseaban en medio de las llamas, alabando a Dios y bendiciendo al Señor. 25 Azarías, puesto en pie, abriendo sus labios en medio del fuego, oró de esta manera y dijo: 26 Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres. Digno de alabanza y glorioso es tu nombre, 27 porque eres justo en cuanto has hecho con nosotros, y todas tus obras son verdad, y rectos tus caminos, y justos todos tus juicios. 28 Y has juzgado con justicia en todos tus juicios,en todo lo que has traído sobre nosotros y sobre la ciudad santa, la de nuestros padres, Jerusalén, pues con juicio justo has traído todos estos males a causa de nuestros pecados. 29 Porque hemos pecado y cometido iniquidad, apartándonos de ti, y en todo hemos delinquido, 30 y no hemos obedecido a tus preceptos, no los hemos guardado ni cumplido, según nos habías ordenado para que fuéramos felices, 31 y cuantos males has traído sobre nosotros y cuanto has hecho con nosotros, con justo juicio lo has hecho. 32 Nos entregaste en poder de enemigos injustos e inicuos apóstatas, y a un rey el más injusto y perverso de toda la tierra, 33 y ahora no podemos abrir nuestra boca. La vergüenza y el oprobio han caído sobre tus siervos y sobre todos los que te veneran. 34 Por tu nombre no nos deseches para siempre, no anules nuestra alianza, 35 no apartes tu misericordia de nosotros, por Abraham, tu amado, e Isaac, tu siervo, y por Israel, tu santo, 36 a quienes prometiste multiplicar su descendencia como las estrellas del cielo, como las arenas que hay en las orillas del mar. 37 Porque, Señor, hemos sido empequeñecidos más que todas las naciones y estamos hoy humillados en toda la tierra a causa de nuestros pecados. 38 Al presente no tenemos príncipes, ni profetas, ni jefe, ni holocausto, ni sacrificio, ni ofrenda e incienso, 39 ni lugar en qué ofrecer las primicias delante de ti y hallar misericordia. Pero con el alma contrita y el espíritu humillado hallemos acogida. 40 Como los holocaustos de los carneros y de los toros, como las miríadas de los gruesos corderos, así sea hoy nuestro sacrificio delante de ti, a fin de aplacar tu rostro, pues no serán confundidos los que en ti esperan. 41 Ahora nosotros de todo corazón te seguimos y te tememos y buscamos tu rostro. 42 No nos confundas, antes obra con nosotros según tu bondad y según la grandeza de tu misericordia. 43 Líbranos en virtud de prodigioso poder y da gloria, Señor, a tu nombre; 44 queden avergonzados los que maltratan a tus siervos, y queden confundidos de su tiranía, y su fuerza sea deshecha. 45 Y conozcan que tú, Señor, eres el único Dios, glorioso sobre toda la tierra.

Este fragmento, y el que sigue (46-51), es decir, el cántico de Azarías y el himno de alabanza de los tres jóvenes en el horno no están en el texto hebreo, sino que forman parte de las secciones griegas llamadas deuterocanónicas. Parece una interpolación insertada por el último redactor a la parte hebrea y aramea. La oración de Azarías gira en torno a la tragedia del pueblo israelita, castigado por Dios con el exilio; es una confesión del pueblo por sus pecados, puesta en labios de Azarías por el compilador de esta antología fragmentaria que es el libro de Daniel.
Por el estilo se ve que el griego está calcado en un original semítico. Las fórmulas de confesión de los pecados son estereotipadas y corrientes en la literatura de los Salmos: Israel ha sido castigado por sus pecados justamente, y parece como si Dios hubiera retiíado las promesas de su alianza. Israel se halla como una grey dispersa, sin jefe ni caudillo, sin profeta que les comunique las revelaciones de su Dios. En sustitución de los sacrificios, que no se pueden ofrecer porque no tienen templo, el protagonista se ofrece humildemente a Dios. Sólo Dios, por su misericordia, puede salvar a su pueblo; su ofrenda es un corazón contrito y humilde. El arrepentimiento es seguido de sinceros propósitos de una vida nueva. La oración, pues, es bellísima, pero sin originalidad.
La generalidad de los autores de nota creen que esta composición es del tiempo en que la vida de los repatriados de Palestina se desenvolvía en medio de las mayores dificultades de todo género. La afirmación de que no hay profeta hace claramente pensar que han pasado los tiempos en que las figuras de Jeremías y Ezequiel dominaban el horizonte del exilio israelita. El compilador ha querido ponerla en boca del joven Azarías con el fin de hacer resaltar más su heroica conducta en la hora de mayor sufrimiento, como estímulo para los que sufrían persecuciones en la época macabea.

El ángel del Señor en el horno (46-50).
46 Los ministros del rey que los habían echado, no cesaban de avivar el horno con betún, estopa, pez y sarmientos, 47 hasta levantarse las llamas cuarenta y nueve codos por encima del horno, 48 y las llamas, irrumpiendo, abrasaban a cuantos caldeos estaban alrededor del horno; 49 pero el ángel del Señor había descendido al horno con Azarías y sus compañeros, y apartaba del horno las llamas del fuego y hacía que el interior del horno estuviera como si en él soplara un viento fresco, 50 y el fuego no les tocaba absolutamente ni los afligía ni los causaba molestia.

Este relato es continuación del v.22 3. La providencia del Dios de los judíos protege de un modo especialísimo a los tres valerosos jóvenes. El hagiógrafo se complace en los detalles pintorescos para hacer resaltar más su idea: de un lado, los ministros del rey encienden animosamente el horno hasta hacer subir sus llamas a unos 25 metros de altura, siendo abrasados por éstas, que se extienden más de lo esperado, y de otro, los jóvenes en el horno se sentían libres del calor, como si el horno estuviera refrigerado por un viento fresco que soplara en su interior. De nuevo tenemos que resaltar el carácter artificial del relato, en el que lo portentoso ocupa el primer lugar, como en el libro de Joñas. En todos estos detalles el hagiógrafo quiere destacar la providencia que Dios tiene sobre los que le son fieles en las contradicciones y peligros de la vida.

Cántico de los tres jóvenes en el horno (51-90).
51 Entonces los tres a una voz alabaron, glorificaron y bendijeron a Dios en el horno, diciendo: 52 Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres, digno de alabanza y ensalzado por los siglos. Bendito tu nombre santo y glorioso, muy digno de alabanza, ensalzado por los siglos. 53 Bendito en el templo santo de tu gloria, digno de ser cantado y glorificado por los siglos, i 54 Bendito tú, que penetras los abismos, digno de alabanza y ensalzado por los siglos. Bendito tú, que estás sentado sobre los querubines,digno de alabanza, ensalzado por los siglos. 55 Bendito en tu trono real, digno de ser cantado y celebrado por los siglos. 56 Bendito tú en el firmamento de los cielos, digno de ser cantado y glorificado por los siglos. 57 Bendecid al Señor todas las obras del Señor, cantadle y alabadle por los siglos. 58 Bendecid al Señor, ángeles del Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 59 Bendecid, cielos, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 60 Bendecid al Señor, aguas todas que estáis sobre los cielos; cantadle y ensalzadle por los siglos. 61 Bendiga al Señor todo el ejército del Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 62 Bendecid, sol y luna, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 63 Bendecid, astros del cielo, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 64 Bendecid, lluvia y rocío, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 65 Bendecid, todos los vientos, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 66 Bendecid, fuego y calor, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 67 Bendecid, fríos y heladas, al Señor,cantadle y ensalzadle por los siglos. 68 Bendecid, rocío y escarcha, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 69 Bendecid, frío y fresco, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 70 Bendecid, hielos y nieves, al Señor, cantadle y alabadle por los siglos. 71 Bendecid, noche y día, al Señor, cantadle y alabadle por los siglos. 72 Bendecid, luz y tinieblas, al Señor, cantadle y alabadle por los siglos. 73 Bendecid, relámpagos y nubes, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 74 Bendiga la tierra al Señor, cántele y ensálcele por los siglos. 75 Bendecid, montes y collados, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos; 76 Bendecid al Señor cuanto brota en la tierra, cantadle y ensalzadle por los siglos. 77 Bendecid, mares y ríos, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 78 Bendecid, fuentes, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 79 Bendecid al Señor, monstruos de las aguas y cuanto en las aguas se mueve, cantadle y ensalzadle por los siglos. 80 Bendecid todas las aves del cielo al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 81 Bendecid todas las bestias y ganados al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 82 Bendecid, hijos de los hombres, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 83 Bendice, Israel, al Señor, i cántale y ensálzale por los siglos. 84 Bendecid al Señor, sacerdotes del Señor,cantadle y ensalzadle por los siglos. 85 Bendecid al Señor, siervos del Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 86 Bendecid, espíritus y almas de los justos, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 87 Bendecid, santos y humildes de corazón, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 88 Bendecid, Ananías, Azarías y Misael, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos, porque nos sacó del infierno, y del poder de la muerte nos salvó, y de en medio del horno encendido nos libró, salvándonos de en medio del fuego. 89 Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. 90 Bendecid todos los piadosos al Señor, Dios de los dioses, cantadle y dadle gracias, porque es eterna su misericordia.

Este cántico, atribuido a los tres jóvenes en el horno ardiendo, es un salmo en forma de letanía, como el salmo 135, que debía recitarse en el templo, y que el autor sagrado ha querido poner en boca de los tres héroes para expresar sus sentimientos de gratitud a Dios por haberlos liberado de las llamas. La composición salmódica tiene dos partes: a) oración a Dios, que se ha manifestado a Israel, en su alianza y en su templo de Jerusalén, como Dios glorioso que habita sobre los querubines (51-56); b) invitación a todas las criaturas a que alaben a Dios (57-90). La enumeración es muy prolija, pues todas las obras de la creación, en sus diversas manifestaciones, son invitadas a alabar al Creador, desde los ángeles hasta las bestias de la tierra y los mismos seres inanimados, como el fuego, la escarcha, los ríos, los vientos, las fuentes. Toda la naturaleza debe ser un canto al Dios providente y eterno. Y, sobre todo, el hombre en su múltiple manifestación de la vida debe alabar al Dios providente y eterno, y particularmente los sacerdotes, levitas y santos del Señor, como porción elegida, deben una particular alabanza al Señor.
La composición es bellísima y similar a otras composiciones salmódicas que conocemos de la Biblia4. Empieza por alabar al Dios de los padres, que con ellos ha hecho alianza y que se ha manifestado glorioso en su nombre en la historia prodigiosa de Israel (v.51). A pesar de haberse manifestado a los antepasados de Israel, sin embargo, sigue altísimo y trascendente, sentado sobre los querubines y penetrando con su mirada lo más profundo de los abismos5. Su trono real es el firmamento de los cielos (v.55). Desde allí asiste majestuoso, desplegando su providencia sobre su pueblo y sobre los justos. Por eso, toda la naturaleza, desde los ángeles hasta las bestias, debe alabarle sin fin, y a esta alabanza son asociados los tres héroes del horno de Babilonia, porque los ha sacado del infierno (v.88), es decir, del peligro de muerte, por la que irían destinados al seol o región de los muertos, que los LXX traducen por hades, y la Vg por infernus.

Nabucodonosor glorifica al Dios de los judíos (91.-100)
91 (24) Espantado entonces el rey Nabucodonosor, se levantó precipitadamente y, dirigiéndose a sus consejeros, les dijo: ¿No hemos arrojado al fuego tres hombres? Ellos le respondieron: Cierto, ¡oh rey! 92(25) y el rey repuso: Pues bien, yo veo allí cuatro hombres sueltos que se pasean en medio del fuego sin daño alguno, y el cuarto de ellos parece un hijo de dioses. 93(26) Acercóse entonces Nabucodonosor a la entrada del horno encendido y, hablando, dijo: Sidraj, Misaj y Abed-Nego, siervos del Dios supremo, salid y venid. Entonces salieron de en medio del fuego Sidraj, Misaj y Abed-Nego, 94(27) y juntándose los jefes, los prefectos, los bajaes y los consejeros del reino, vieron que el fuego no había tenido poder alguno sobre los cuerpos de aquellos varones, y ni siquiera se habían quemado los cabellos de sus cabezas, y sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olían a chamuscadas. 95(28) Tomó entonces la palabra Nabucodonosor, y dijo: Bendito sea el Dios de Sidraj, Misaj y Abed-Nego, que ha mandado su ángel y ha librado a sus siervos, que confiaron en él y no cumplieron la orden del rey y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a dios alguno fuera de su Dios. 96(29) He aquí ahora lo que dispongo: Todo hombre, cualquiera que sea el pueblo, la nación o la lengua a que pertenezca, que hable mal del Dios de Sidraj, Misaj y Abed-Nego, será descuartizado, y su casa convertida en muladar, porque no hay Dios alguno que como El pueda librar. 97(30) Luego el rey engrandeció a Sidraj, Misaj y Abed-Nego en la provincia de Babilonia. 98(31) Nabucodonosor, rey, a todos los pueblos, naciones y hombres de toda lengua que habitan en toda la tierra: Paz abundante. 99(32) Me ha parecido bien daros a conocer las señales y prodigios que el Dios supremo ha hecho conmigo. 100(33) ¡Cuan grandes han sido sus señales 1 Cuán potentes sus prodigios! Su reino es reino eterno, y su dominación perdurará de generación en generación.

Esta perícopa enlaza en el texto arameo con el v.23; por eso hemos puesto las dos numeraciones, la del TM y la griega, con la adición deuterocanónica que hemos comentado. De nuevo tenemos que llamar la atención por el carácter convencional de la narración. No es muy verosímil esta conversión del rey Nabucodonosor, pero el hagiógrafo quiere destacar el triunfo total del Dios de los judíos sobre las imposiciones tiránicas del rey de Babilonia. Ante todo, su providencia está sobre los reyes más poderosos, y nunca deja abandonados a sus siervos.
Como-en el relato sobre el sueño de Nabucodonosor del c.2, también aquí el rey hace públicamente confesión de la grandeza del Dios de los judíos, y, con la anuencia de sus consejeros, da un edicto de reconocimiento para todo el imperio. En el libro de Jonas encontramos un edicto semejante, al mandar el rey de Nínive que hagan penitencia según la predicación de Jonas, y en el libro de Ester, también el soberano persa reconoce la grandeza y superioridad del Dios de los judíos. Nos encontramos, pues, ante escritos de género literario muy similar, que pudieran caracterizarse como composiciones didácticas, en las que la ficción está al servicio de ideas teológicas.
El hagiógrafo bien pudo escoger este género de escribir en orden a la edificación de los fieles bajo la inspiración del Espíritu Santo. El compilador del libro de Daniel ha creído apropiado a su fin, de animar a sus compatriotas en la lucha contra las imposiciones de Antíoco IV Epifanes, reunir ciertos relatos prodigiosos recibidos de la tradición popular en torno al gran personaje Daniel, que aparece en el libro de Ezequiel juntamente con Job y Noé como modelos de virtud y de justicia.

1 A ocho kilómetros al sudeste de Babilonia hay una localidad llamada Tolul Dura, y al sur, a unos diez kilómetros, la colina de Dura, junto al río del mismo nombre. 2 En el arameo original, en que está escrito el fragmento, se dice literalmente comieron sus porciones (o carnes de los judíos), frase equivalente a nuestro calumniar. 3 Este fragmento (v.46-5o) está sólo en el texto griego. 4 Cf. Sal 103.145.148; Isa_44:23; Isa_49:13; Isa_55:12. 5 Cf. Job_28:14; Job_38:16; Eco_1:2.