Daniel  5 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 31 versitos |
1 El rey Baltasar dio un gran banquete a mil de sus príncipes, y con ellos se dio a beber vino.
2 Excitado por el vino, mandó Baltasar que le llevasen los vasos de oro y plata que Nabucodonosor, su padre, había tomado del templo de Jerusalén, y que se sirviesen de ellos para beber el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas.
3 Le trajeron, pues, los vasos de oro que habían sido arrebatados al templo de Dios de Jerusalén, y con ellos bebieron el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas.
4 Bebían el vino y alababan a sus dioses de oro y de plata, de hierro y de bronce, de madera y de piedra.
5 En aquellos momentos aparecieron los dedos de una mano de hombre que escribían delante del candelero, en el revoco de la pared del palacio real, viendo el rey el extremo de la mano que escribía.
6 Mudó entonces el rey el color, y sus pensamientos le turbaron, se relajaron los músculos de sus lomos, y sus rodillas daban una contra otra.
7 Gritó el rey con una voz muy fuerte que llamasen a los magos, caldeos y adivinos, y habiéndoles, dijo: El que descifre esta escritura y me la interprete será vestido de púrpura, llevará collar de oro al cuello y será el tercero en el gobierno del reino.
8 Entraron todos los sabios del rey, pero ninguno pudo descifrar la escritura ni dar al rey su interpretación.
9 Turbóse sobremanera el rey Baltasar, mudó de color y se consternaron sus príncipes.
10 La reina, llevada del clamoreo del rey y de los príncipes, entró en la sala del banquete y, tomando la palabra, dijo: Vive por siempre, ¡oh rey! que no te turben tus pensamientos ni se demude tu rostro,
11 que hay en tu reino un hombre que tiene en sí el espíritu de los santos dioses, y ya en los tiempos de tu padre, el rey, fue hallada en él una sabiduría semejante a la sabiduría de los dioses, y el rey Nabucodonosor, tu padre, ¡oh rey! le hizo jefe de magos, astrólogos, caldeos y adivinos,
12 porque se halló en Daniel, llamado Baltasar por el rey, un espíritu superior de ciencia e inteligencia, la facultad de interpretar los sueños, de explicar los enigmas, de resolver las dudas. Llama, pues, a Daniel y él te dará la interpretación.
13 Fue, pues, introducido Daniel a la presencia del rey, y tomando el rey la palabra, dijo a Daniel: ¿Eres tú Daniel, de los hijos de Judá, a quien el rey, mi padre, trajo de Jerusalén?
14 Me han dicho de ti que tienes el espíritu de los dioses y que hay en ti luz, entendimiento y gran sabiduría.
15 Ahora acaban de traerme sabios y astrólogos para leer esta escritura y darme su interpretación, pero ninguno ha podido explicarme la cosa.
16 He oído de ti que puedes resolver las dudas y aclarar las oscuridades. Si me lees esa escritura y me das su interpretación, llevarás al cuello collar de oro y serás el tercero en el reino”
17 Respondió entonces Daniel, diciendo al rey: Sean para ti tus dones, ¡oh rey! y haz a otro tus mercedes. Yo leeré al rey lo escrito y le daré la interpretación.
18 El Dios Altísimo, ¡oh rey! dio a Nabucodonosor, tu padre, el reino, la grandeza, la gloria y la magnificencia.
19 Por la grandeza que le dio, temblaban ante él y le temían todos los pueblos, naciones y lenguas. Mataba a quien quería, y a quien quería daba la vida; engrandecía a quien quería, y a quien quería le humillaba."
20 Mas, cuando su corazón se ensoberbeció y su espíritu se endureció altivo, fue depuesto del trono de su reino y despojado de su gloria.
21 Fue arrojado de entre los hijos de los hombres, se hizo semejante a las bestias y moró con los asnos salvajes. Diéronle a comer hierba como a los bueyes y se empapó su cuerpo del rocío del cielo, hasta que conoció que el Altísimo es dueño del reino de los hombres y pone sobre él a quien le place.
22 Y tú, Baltasar, hijo suyo, sabiendo esto, no has humillado tu corazón.
23 Te has alzado contra el Señor de los cielos, han traído ante ti los vasos de su casa y os habéis servido de ellos para beber vino tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas; has alabado a dioses de plata y oro, de bronce y de hierro, de madera y de piedra, que ni ven ni entienden, y no has dado gloria al Dios que tiene en sus manos tu vida y es el dueño de todos los caminos."
24 Por eso ha mandado El esa mano que ha trazado esa escritura.
25 La escritura es: “Mené, mené, teqel, ufarsin”;"
26 y ésta es su interpretación: “mené,” ha contado Dios tu reino y le ha puesto fin;"
27 “teqel,” has sido pesado en la balanza y hallado falto de peso;"
28 “ufarsin,” ha sido roto tu reino y dado a los medos y persas.
29 Mandó entonces Baltasar vestirle de púrpura, y poner a su cuello el collar de oro, y pregonar de él que era el tercero en el reino.
30 Aquella misma noche fue muerto Baltasar, rey de los caldeos,
31 y Darío, rey de Media, se apoderó del reino a los sesenta y dos años.

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Introducción a Daniel 

Times New Roman ;;;;
Daniel.
Introducción.

Vida Del Profeta.
El protagonista del libro de Daniel es un personaje de la nobleza judía, llamado en hebreo Dani'el (Dios es mi juez), el cual de niño fue llevado cautivo a Babilonia por Nabucodonosor en el 605 a.C. (tercer año del reinado de Joaquim) 1. Educado con otros dos jóvenes judíos en la corte· babilonia en calidad de paje, llegó a granjearse la amistad de Nabucodonosor después de haberle revelado el sentido de un misterioso sueño profético 2. Consiguió así ocupar altos puestos en la corte babilónica, siendo objeto de conspiraciones de los altos funcionarios, que estaban celosos de su privilegiada posición palaciega 3. Según el relato bíblico, Daniel vivió por lo menos hasta el tercer año de Ciro (536 a.C.) 4.
En Ezequiel aparece un sabio, modelo de virtud y de rectitud moral, llamado Daniel, y que se supone vivió en tiempos antiguos con Noé y Job 5. En las listas posteriores a la cautividad encontramos de nuevo el nombre de Daniel 6.

Contenido y estructura del libro.
Según el texto de los LXX y de la Vg, el libro incluye dos grandes secciones: una protocanonica, escrita en hebreo y arameo, que comprende los doce primeros capítulos, y otra deuterocanónica, que incluye los c.13 y 14 y el fragmento lírico 3:24-90. La parte protocanónica se divide en dos partes por el contenido: a) histórica 1:1-6:29(28); b) profético-visionaria (7:1-12:13).

A) Sección protocanónica
:
1. Parte histórica: 1:1-6:29(28).
a) Introducción histórica: Daniel en la corte real: 1:1-21.
b) Sueño de Nabucodonosor e interpretación: 2:1-40.
c) Los tres niños en el horno: 3:1-30(97).
d) Locura de Nabucodonosor y curación: 3:31(98)-4:34.
e) Banquete de Baltasar: 5:1-30(31).
f) Daniel en el foso de los leones: 6:1-29(28).

Parte profético-visionaria: 7:1-12:13. Visión de las cuatro bestias: 7:1-28. Visión del carnero y del macho cabrío: 8:15-28. Visión de las setenta semanas: 9:1-27. Visión sobre la suerte futura del pueblo: 10:1-12:13.

B) Sección deuterocanónica
: 3:24-90; 13:1-14:42
a) Oración de Azarías y cántico de los tres niños: 3:24-90.
b) Historia de Susana: 13:1-64.
c) Historia de Bel y el dragón: 13:65-14:42.

Las perspectivas históricas de las dos grandes secciones (histórica y prof ética) difieren grandemente entre sí, ya que la primera (histórica) tiene por fondo hechos de la época del imperio babilónico y persa, mientras que la segunda (profética) supone el ambiente histórico de la época de los Seléucidas (s.II a.C.); son tiempos de persecución de los fieles israelitas, y el profeta los consuela con perspectivas próximas salvadoras.

Problema lingüístico.
El libro de Daniel, como hoy lo tenemos, está escrito en tres lenguas: a) hebrea: 1:1-2:4a y 8:1-12:13; b) aramea: 2:4b-7:28; c) griega: 3:24-90; 13:1-14:42. Las partes escritas en hebreo y arameo aparecen en el TM, mientras que la parte griega sólo en los LXX.
Esta diversidad lingüística plantea un problema no fácil de resolver, ya que no se ve la razón de por qué la parte histórica - homogénea por el contenido - esté escrita en hebreo y en arameo, y lo mismo, por qué el c.7, de contenido visionario y muy ligado al c.8, esté en arameo, mientras éste está en hebreo, y por qué el c.1 está en dos lenguas. Se han propuesto diversas soluciones, pero ninguna es totalmente convincente.
Unos suponen que primitivamente fue escrito todo en arameo y que después, para ocultar al vulgo el contenido misterioso de los capítulos visionarios, se los tradujo al hebreo, lengua accesible sólo a los eruditos e iniciados. Pero entonces queda el misterio de por qué el c.7, de contenido visionario, está en lengua vulgar aramea. Y, al mismo tiempo, por qué el c.1, de contenido histórico, está en hebreo, y lo mismo los v.1 y 2a del c.2.
Otros proponen la hipótesis contraria: originariamente habría sido escrito todo el libro (protocanónico) en hebreo; después se tradujo parte al arameo, dejando en hebreo la parte visionaria apocalíptica y el c.1, para que así tuviera más fácil acceso al canon judaico.
No faltan quienes suponen que el autor de todo el libro redactó desde el principio unas partes en hebreo y otras en arameo por razones que no conocemos. Lo más fácil es suponer que el libro, tal como ahora lo tenemos, es una recopilación de textos que corrían indistintamente en hebreo o arameo, y un redactor los juntó tal como los encontró. Así, pues, podemos concebir que corrían hojas sueltas con las narraciones históricas y visionarias, unas en hebreo y otras en arameo (sin que sepamos cuál era la lengua original), y que el compilador las reunió tal como las halló.
En todo caso es de notar que, a pesar de la diversidad de lenguas, existe una sustancial unidad de desarrollo lógico en todos los capítulos, lo que prueba que las dos lenguas son expresión de dos recensiones distintas, que, encontradas fragmentariamente en cada lengua, fueron juntadas por el compilador para completar el contenido ideológico.
Las partes deuterocanónicas, que, aunque están en griego, parecen ser traducción de un original arameo o hebreo 7, fueron añadidas después a la compilación del TM.

Composición y autenticidad.
Si complejo es el problema lingüístico del libro de Daniel, no lo es menos el de su origen y autenticidad. Dos son las opiniones sobre el origen y composición del libro de Daniel. Una que podemos llamar tradicional, según la cual el libro de Daniel, tal como hoy ha llegado a nosotros, es obra del propio protagonista del libro, Daniel. Es la tesis de la tradición judaica, aunque en el canon judaico el libro no haya figurado entre los profetas, sino entre los hagiografos.
Flavio Josefo dice que el libro de Daniel fue presentado a Alejandro Magno en Palestina para que viese en él cumplidas las antiguas profecías 8. En el libro I de los Macabeos parece se alude al de Daniel 9. Jesucristo cita profecías del libro de Daniel10. Por otra parte, el autor del libro parece conocer bien el ambiente cortesano de Babilonia y las costumbres de la época (suplicio de fuego y de las fieras).
Los críticos modernos, en general, no admiten que el libro de Daniel sea obra del famoso protagonista que vivía en la época babilónica, por razones históricas y lingüísticas. En efecto, al describir el autor los hechos del tiempo del imperio babilónico, incurre en una serie de inexactitudes históricas, difícilmente explicables en un· autor contemporáneo de los hechos. Así, a Baltasar se le presenta como hijo de Nabucodonosor, cuando en realidad fue hijo de Nabónides 11, el cual no era descendiente directo de Nabucodonosor. Por otra parte, aparece un misterioso personaje, llamado Darío el Medo, gobernador de Babilonia antes de Ciro 12. Además, en 9:1 se le llama hijo de Asuero (Jerjes). Así, pues, de un lado, el autor supone un gobernante medo, sucesor del rey babilonio y antecesor al persa, Ciro, y del otro aparece como hijo de un rey persa muy posterior a Ciro.
Por otra parte, los lexicólogos insisten en que el hebreo del libro de Daniel es tardío, posterior al del siglo VI a.C., y el arameo parece también posterior al de los papiros egipcios de Elefantina, del siglo V a.C. 13 Además, hay unas 15 palabras persas y tres de origen griego, lo que hace suponer una época de composición posterior al siglo VI.
Se insiste también en el hecho de que este libro de Daniel no figure en el canon judaico entre los pro/éticos, sino entre los hagiógrafos, y, por otra parte, en el elogio que el autor del Eclesiástico hace de los padres del A.T. no cita a Daniel como personaje famoso y digno de veneración, mientras cita a Isaías, a Jeremías y a Ezequiel14.
En contraste con las imprecisiones e inexactitudes de la parte histórica relativa al período babilónico-persa están las alusiones concretas históricas de la parte visionaria, donde el fondo histórico lo constituyen ciertamente las vicisitudes de la comunidad judía frente a la persecución de los Seléucidas sirios. En vez de perspectivas vagas, como es habitual en los escritos profetices, los c.7-9 Y sobre todo, el n nos dan una serie de puntualizaciones de tipo histórico que coinciden claramente con los hechos que conocemos de la lucha de los Seléucidas contra el pueblo judío y de las relaciones de aquéllos con los Ptolomeos de Egipto. Por estas razones, la mayor parte de los críticos actuales suponen que el libro de Daniel ha sido redactado en el siglo n, cuando la comunidad judía vivía bajo la persecución de Antíoco IV Epífanes (171-164 a.C.)15. Más en concreto, el libro parece redactado entre la profanación del templo de Jerusalén por Antíoco IV (168 a.C.) y su nueva consagración por Judas Macabeo (165 a.C.). Al menos, la última redacción del libro parece debe colocarse en esta época, sin que esto quite la posibilidad de que el redactor haya utilizado tradiciones y documentos más antiguos. Entre los autores católicos de nota, esta tesis está bastante generalizada 16.

Carácter apocalíptico del libro.
El P. Lagrange, al explicar las profecías mesiánicas del libro de Daniel, dice taxativamente: El libro que lleva el nombre de Daniel es el primero y más perfecto de los apocalípticos 17. Realmente, este libro difiere mucho de los escritos proféticos que hasta ahora hemos examinado, y quizá por ello en el canon judaico se le incluya entre los hagiógrafos y no entre los proféticos. Propio de los escritos apocalípticos es el aludir a hechos concretos históricos con profusión de imágenes simbólicas y desorbitadas. En los apocalípticos apócrifos del judaísmo, que empiezan a pulular desde el siglo III a.C., el autor se apropia el nombre de algún famoso personaje del A.T. (Henoc, Elias, Isaías) y transmite de parte de Dios revelaciones (áðïêÜëõøç) relativas a hechos presentes y futuros del pueblo judío. Esas revelaciones contienen dos partes: una anterior al autor del libro, en la que bajo forma externa profética se describen hechos históricos concretos (se relatan hechos pasados como si fueran futuros), y otra parte relativa a hechos que han de suceder realmente en el futuro, los cuales se describen con imágenes nebulosas, sin concretar detalles. Las ideas se pierden en una maraña de imaginación desorbitada.
En el libro de Daniel encontramos, en efecto, una parte histórica, en la que se estratifican los imperios que se suceden desde el babilonio al seléucida, pasando por el persa y el griego de Alejandro Magno. Todos se suceden históricamente según el plan providencial de Dios, hasta que llega el momento crucial de la aparición del reino de los santos, la inauguración mesiánica, precedida de una gran tribulación. Después la perspectiva del futuro es vaga e imprecisa, ya que se superponen los planos históricos y se confunden los hechos, pues, de un lado, se anuncia la inauguración mesiánica, y del otro, la resurrección de los cuerpos de los justos 18, es decir, según nuestra perspectiva evangélica, se confunden el plano de la iniciación del reino de los santos (era mesiánica) y la consumación del estadio terrestre, que culmina en la inauguración de la etapa mesiánica definitiva celeste. Así, lo escatológico se mezcla con lo histórico, porque la visión del futuro está totalmente diluida, sin contornos.
En esta parte segunda visionaria de Daniel, la perspectiva de una inminente irrupción de la era mesiánica lo domina todo. El profeta tiene prisa en acelerar los acontecimientos para consolar a sus contemporáneos, oprimidos por la persecución seléucida. Por eso presenta como inmediata la inauguración de los tiempos mesiánicos, y por otra parte destaca como modelo de fidelidad a las tradiciones judías al gran protagonista Daniel, fiel en todas las persecuciones sufridas en un ambiente pagano. Así, el libro tiene la finalidad de edificar piadosamente y la de consolar a los que sufren, presentando como inminentes las perspectivas mesiánicas.
Pero el carácter apocalíptico del libro de Daniel difiere totalmente del de los apócrifos en la elevación de pensamientos y al prescindir de fantasías cosmogónicas y de nociones ultranaciona-listas. El hagiógrafo ha creído conveniente utilizar este procedimiento literario apocalíptico para expresar sus ideas religiosas sobre la necesidad de ser fieles a la Ley de Dios y sobre el triunfo definitivo de Dios sobre los enemigos que históricamente se oponen a la implantación del reino de los santos.
San Juan utilizará este mismo procedimiento apocalíptico para presentar las grandes ideas del triunfo de Cristo sobre los anticristos, que se oponen a la expansión de su Iglesia en la historia. El vidente de Patmos utilizará mucho la imaginería del libro de Daniel, dando un sentido neo-testamentario. La finalidad, pues, de ambos libros es la misma, colocándose cada autor en su perspectiva vieja o neo-testamentaria. Y ambos autores no han creído indigno de la palabra de Dios este vehículo de transmisión apocalíptico, muy en consonancia con las modas literarias de su época en los medios culturales judaicos.

Texto y versiones.
El texto de las partes aramea y hebraica del TM es bastante deficiente. Muchas veces las antiguas versiones, que reflejan otro texto original premasorético, resultan más claras en determinados pasajes. Las indicaciones cronológicas que preceden a algunos capítulos son consideradas por algunos críticos como adiciones de escribas. La versión más antigua de estas partes aramaico-hebreas es la de los LXX, que parece ser del siglo 11 a.C. Como difiere bastante del TM, la Iglesia nunca aceptó oficialmente la versión de los LXX 19. Muchos autores creen que estas divergencias proceden de que el traductor tenía delante un texto diferente del TM.
La versión de los LXX fue desplazada por la de Teodoción, que es más concisa. Algunos críticos consideran la versión de Teodoción como una revisión de otra versión griega más antigua 20. Los papiros Chester Beatty (del s.11 d. C.) contienen la versión de los LXX. La Vg está hecha sobre un texto hebreo-aramaico muy afín al TM; pero San Jerónimo en la versión tiene en cuenta las versiones precedentes latinas y la griega de Teodoción. Para las partes deuterocanónicas, San Jerónimo se limitó a revisar una versión anterior muy afín a la de Teodoción.

Canonicidad.
En el TM, el libro de Daniel está, como hemos indicado, entre los hagiógrafos. En los LXX y la Vg está inmediatamente después del libro de Jeremías. San Jerónimo, en su famoso Prologus galeatus, sigue el orden del canon judío reflejado en el TM 21. Sin embargo, hay indicios de que aun entre los judíos se enumeraba el libro de Daniel entre los profetas 22. En la Iglesia cristiana no ha habido ninguna dificultad en la admisión del libro en el canon, si bien respecto de las partes deuterocanónicas hubo algunas dudas, como ocurrió respecto de todos los libros escritos en griego 23.

Doctrina teológica.
Como hemos dicho antes, este libro tiene una doble finalidad parenética: exhortar a la fidelidad a la Ley de los padres, presentando para ello el ejemplo insigne de fidelidad a Dios de Daniel en la corte corrompida e idolátrica de Nabucodonosor, y consolar en las tribulaciones presentes, presentando como inminente la inauguración de los tiempos mesiánicos, el reino de los santos, en el que desaparecería totalmente el pecado, para dar paso a la justicia perfecta. Se presenta al Dios de los judíos (nunca se le llama Yahvé) como el Dios único, omnipotente, omnisciente, que protege a sus siervos y aun los libera milagrosamente en premio a su fidelidad.
El Dios de Israel es el que dirige el curso de la historia universal, de forma que la sucesión de los imperios paganos no es sino el cumplimiento de los designios eternos de Dios en orden a la manifestación del reino de los santos. Este determinismo providencia-lista aparece en el grandioso esquema histórico, en el que el autor de Daniel nos presenta el gran combate entre Dios, que quiere establecer su reino, y los poderes históricos - encarnados en los grandes imperios - , que se oponen a su instauración. Esta visión esquemática de la historia no tiene otra finalidad que destacar la grandeza de la inauguración mesiánica, obra culminante de la omnipotencia divina. Dios habita en los cielos y gobierna el mundo por medio de ciertos agentes espirituales-angélicos, que ayudan y protegen al que es fiel a la Ley divina.
El mesianismo del libro de Daniel está totalmente dominado por la idea escatológica, en conformidad con el género apocalíptico adoptado para su formulación. Todos los imperios históricos son derrocados, para ser suplantados por el reino de los santos, que es la piedra caída del monte, no por mano del hombre 24, y el Hijo del hombre 25, que recibe el señorío, la gloria y el imperio del antiguo de días, que no es otro que el mismo Dios eterno, que preside los aconteceres de la historia humana, particularmente la suerte de los imperios.
El reino de los santos será el reinado de la justicia 26 y se extenderá a toda la tierra. No se habla de bendiciones terrenales, sino de manifestaciones puramente espiritualistas. Pero, en la mente del profeta, el estadio terrestre y celeste de la era mesiánica parecen confundirse, superponiéndose los planos históricos y metahistóricos; por eso anuncia la resurrección de los muertos (los justos israelitas) para que éstos asistan a la manifestación de la plena era mesiánica. Es un caso de falta de perspectiva en el tiempo. Los profetas viven de la esperanza de las grandes realizaciones mesiánicas, y, en su afán de acelerar su cumplimiento, juntan las perspectivas, quemando las etapas históricas.

1 Dan 1:1. Según Flavio Josefo, pertenecía a la familia real de Sedéelas (Ant. 10.10:1), - 2 Dan 2:195. - 3 Dan 6:1s. - 4 Dan 10:1. - 5 Cf. Ez 14:4.20; 28:3. Muchos autores creen que el Dn'l de Ezequiel es el famoso sabio de Ras Samra Danel. Cf. P. Joüon: Bi (1938) 283-5; P. Heinisch, Das Buch Ezechiel 77; L. Dennefeld, Daniel 631. - 6 Cf. Esd 8:2; Neh_10:7. - 7 En los recientes hallazgos de Qumrán se ha descubierto un texto hebreo. - 8 Flavio Josefo, Ant. 10:11:4.7; 112Cr_8:5. - 9 Cf. 1 Mac 2:595 y Dan 3:1-30; 6:11-29; 1 Mac 1:54 y Dan 9:27. - 10 Cf. Mt 24:15: abominationem desolationis quae dicta est a Daniele propheta (Dan 9:27). - 11 Dan 5.2. - 12 Dan6:1; 9:1. - 13 Cf. G. R. Driver: JBL (1926) p.115. - 14 Cf. Eclo49. - 15 El primero que propuso esta hipótesis fue el neoplatónico Porfirio (t 304 d·C.). Entre los críticos modernos, esta opinión fue seguida por Eichhorn, Ewald, Hitzig, Driver, etc. - 16 Se inclinan por esta solución M. J. Lagrange, Les prophéties messianiques de Daniel: RB (1904) 4945; bigot, art. Daniel: Dthc IV (1911) colóos; E. Bayer, Danielstudien (1912); L. Dennefeld, Daniel: La Sainte Bible, VII p.ósS; Gottsberger, Das Buck Daniel p.12; Charlier, La lecture chrétienne de la Bible ñ,ÀæÂ. - 17 Ì. J. Lagrange, art. cit, p.494. - 18 Dan 12:2. - 19 Cf. San Jerónimo, Prol. in Dan,: PL 25:493; In Dan. 4:5: PL 25:514. - 20 Cf. H. B. Swete, Introduction to the Oíd Testament in Greek p.48. - 21 Cf. San Jerónimo, Praef. in libros Samuel et Malachiam: PL 28,5533. - 22 Cf. Flavio Josefo, Contra Apion. 1:8: Canon de Meliton de Sardes (Euseb., Hist. Eccl 4:26: PG 20:396; R. De Journel, Ench. Patr. 190); Orígenes (Euseb., Hist. Eccl 6:25: PG 20,25; R. De Journel, Ench. Patr. 484). - 23 Cf. San Jerónimo, Prol. Galeatus: PL 28,596 (600-602); Ep. 53 ad Paul n.8: PL 22:545s. - 24 Dan 2:45. - 25 Dan 7:13. - 26 Dan 9:243.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Daniel  5,1-31

5. El Festín de Baltasar. La misteriosa escritura en la pared.
Este capítulo es famoso por sus dificultades históricas, pues se dice, entre otras anomalías, que Baltasar era hijo de Nabucodonosor. Por otra parte, aparece un misterioso Darío el Medo, que es muy difícil de compaginar con lo que sabemos de la historia de Babilonia después de ser tomada por las tropas de Ciro. Pero también aquí hemos de pensar más en la finalidad teológica del relato que en las pequeñas contradicciones históricas, que para el hagiógrafo no tienen importancia. En los capítulos anteriores ha querido patentizar cómo la sabiduría y poder de Dios están sobre todos los reyes, aun los más poderosos. Ahora quiere mostrar que el castiga de Dios llega a quienes se han permitido sacrilegios con las cosas más santas, reservadas a Dios.

El banquete de Baltasar (1-4).
1 El rey Baltasar dio un gran banquete a mil de sus príncipes, y con ellos se dio a beber vino. 2 Excitado por el vino, mandó Baltasar que le llevasen los vasos de oro y plata que Nabucodonosor, su padre, había tomado del templo de Jerusalén, y que se sirviesen de ellos para beber el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas. 3 Le trajeron, pues, los vasos de oro que habían sido arrebatados al templo de Dios de Jerusalén, y con ellos bebieron el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas. 4Bebían el vino y alababan a sus dioses de oro y de plata, de hierro y de bronce, de madera y de piedra.

La escena tiene lugar, no en tiempos de Nabucodonosor (605-563), sino en tiempos del rey Baltasar, hijo de Nabónides, el último monarca de la dinastía babilónica, suplantada por la persa. El hagiógrafo da el título de rey a Baltasar ! aunque propiamente nunca reinó, pero tuvo temporalmente potestades delegadas de su padre. Se dice de él que era hijo de Nabucodonosor, cuando-en realidad lo era de Nabónides. La dificultad puede explicarse fácilmente pensando que el hagiógrafo no pretende dar precisiones históricas, sino que habla de un modo popular, suponiendo que Baltasar, por el hecho de ser sucesor de Nabucodonosor, sea su hijo, aunque en realidad no sea ni nieto 2.
La escena que nos describe la Biblia es perfectamente verosímil en las cortes despóticas orientales: un banquete a más de mil invitados. Entre éstos estaban también sus esposas, que, según la costumbre babilónica, eran admitidas a estas funciones de alta sociedad. En un momento de euforia, excitado por el vino, el rey mandó traer los vasos sagrados del templo de Jerusalén, que había traído como botín Nabucodonosor cuando tomó la Ciudad Santa. El sacrilegio culminó cuando, al amor del vino bebido en los vasos sagrados, alababan a sus dioses, que el hagiógrafo despectivamente considera como meros objetos de oro., madera y piedra.

La escritura misteriosa en la pared (5-12).
5 En aquellos momentos aparecieron los dedos de una mano de hombre que escribían delante del candelero, en el revoco de la pared del palacio real, viendo el rey el extremo de la mano que escribía. 6 Mudó entonces el rey el color, y sus pensamientos le turbaron, se relajaron los músculos de sus lomos, y sus rodillas daban una contra otra. 7 Gritó el rey con una voz muy fuerte que llamasen a los magos, caldeos y adivinos, y habiéndoles, dijo: El que descifre esta escritura y me la interprete será vestido de púrpura, llevará collar de oro al cuello y será el tercero en el gobierno del reino. 8 Entraron todos los sabios del rey, pero ninguno pudo descifrar la escritura ni dar al rey su interpretación. 9 Turbóse sobremanera el rey Baltasar, mudó de color y se consternaron sus príncipes. 10 La reina, llevada del clamoreo del rey y de los príncipes, entró en la sala del banquete y, tomando la palabra, dijo: Vive por siempre, ¡oh rey! que no te turben tus pensamientos ni se demude tu rostro, 11 que hay en tu reino un hombre que tiene en sí el espíritu de los santos dioses, y ya en los tiempos de tu padre, el rey, fue hallada en él una sabiduría semejante a la sabiduría de los dioses, y el rey Nabucodonosor, tu padre, ¡oh rey! le hizo jefe de magos, astrólogos, caldeos y adivinos, 12 porque se halló en Daniel, llamado Baltasar por el rey, un espíritu superior de ciencia e inteligencia, la facultad de interpretar los sueños, de explicar los enigmas, de resolver las dudas. Llama, pues, a Daniel y él te dará la interpretación.

Cuando la francachela llegaba a su punto culminante, apareció una mano misteriosa que dibujaba signos enigmáticos en la pared. El rey, sumamente turbado, llamó a los adivinos para que le descifrasen la misteriosa escritura, prometiéndoles las mayores mercedes y ofreciendo al que le dijese el sentido de ella la categoría de príncipe, con sus atributos de vestido de púrpura y collares 3. E incluso le promete darle la categoría de tercero en el reino, probablemente el tercer puesto después del suyo y el de su padre Nabónides, o bien después del suyo y el de la reina4.
Ante la imposibilidad de interpretar la escritura mostrada por los magos, aparece en escena la reina (v.10), probablemente la reina madre, esposa de Nabónides, pues la esposa del rey estaba en el banquete. Aquélla se acuerda de que en tiempos de Nabucodonosor hubo un varón de Judá llamado Daniel que resolvió sueños enigmáticos al rey5. Las calificaciones que da a Daniel son similares a las que aparecen en el decreto de Nabucodonosor, que hemos ya estudiado6. Daniel tiene el espíritu de los dioses santos7, es decir, un espíritu divino capaz de conocer los mayores secretos y de interpretar los sueños (v.12).

Daniel interpreta la misteriosa escritura (13-31).
13 Fue, pues, introducido Daniel a la presencia del rey, y tomando el rey la palabra, dijo a Daniel: ¿Eres tú Daniel, de los hijos de Judá, a quien el rey, mi padre, trajo de Jerusalén? 14 Me han dicho de ti que tienes el espíritu de los dioses y que hay en ti luz, entendimiento y gran sabiduría. 15 Ahora acaban de traerme sabios y astrólogos para leer esta escritura y darme su interpretación, pero ninguno ha podido explicarme la cosa. 16 He oído de ti que puedes resolver las dudas y aclarar las oscuridades. Si me lees esa escritura y me das su interpretación, llevarás al cuello collar de oro y serás el tercero en el reino 17 Respondió entonces Daniel, diciendo al rey: Sean para ti tus dones, ¡oh rey! y haz a otro tus mercedes. Yo leeré al rey lo escrito y le daré la interpretación. 18 El Dios Altísimo, ¡oh rey! dio a Nabucodonosor, tu padre, el reino, la grandeza, la gloria y la magnificencia. 19 Por la grandeza que le dio, temblaban ante él y le temían todos los pueblos, naciones y lenguas. Mataba a quien quería, y a quien quería daba la vida; engrandecía a quien quería, y a quien quería le humillaba. 20 Mas, cuando su corazón se ensoberbeció y su espíritu se endureció altivo, fue depuesto del trono de su reino y despojado de su gloria. 21 Fue arrojado de entre los hijos de los hombres, se hizo semejante a las bestias y moró con los asnos salvajes. Diéronle a comer hierba como a los bueyes y se empapó su cuerpo del rocío del cielo, hasta que conoció que el Altísimo es dueño del reino de los hombres y pone sobre él a quien le place. 22 Y tú, Baltasar, hijo suyo, sabiendo esto, no has humillado tu corazón. 23 Te has alzado contra el Señor de los cielos, han traído ante ti los vasos de su casa y os habéis servido de ellos para beber vino tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas; has alabado a dioses de plata y oro, de bronce y de hierro, de madera y de piedra, que ni ven ni entienden, y no has dado gloria al Dios que tiene en sus manos tu vida y es el dueño de todos los caminos. 24 Por eso ha mandado El esa mano que ha trazado esa escritura. 25 La escritura es: Mené, mené, teqel, ufarsin; 26 y ésta es su interpretación: mené, ha contado Dios tu reino y le ha puesto fin; 27 teqel, has sido pesado en la balanza y hallado falto de peso; 28 ufarsin, ha sido roto tu reino y dado a los medos y persas. 29 Mandó entonces Baltasar vestirle de púrpura, y poner a su cuello el collar de oro, y pregonar de él que era el tercero en el reino. 30 Aquella misma noche fue muerto Baltasar, rey de los caldeos, 31 y Darío, rey de Media, se apoderó del reino a los sesenta y dos años.

El rey invita a Daniel a que descifre la escritura, reconociendo sus cualidades excepcionales de adivino. Este rechaza sus dádivas, pero está dispuesto a darle la interpretación en nombre de Dios, a quien Baltasar ha ultrajado. Le recuerda antes a éste que Nabucodonosor fue castigado por su insolencia, pero que tuvo lugar para la penitencia. Ahora, en cambio, la sentencia es inexorable, ya que el sacrilegio de los vasos sagrados ha colmado la medida de la cólera divina. La misteriosa escritura es un anuncio de la suerte fatal del reino de Baltasar.
Las palabras misteriosas: Mené, mené, teqel, ufarsin, según la transcripción aramea del TM, han sido diversamente interpretadas 8. La interpretación más usual es la que toma dichas palabras por participios pasivos. Así, la interpretación es: mené: contado (de manah: contar); teqel: pesado (de taqal: pesar), y ufarsin: separado, roto (dejaras: separar). Es la interpretación que da el mismo Daniel (v.26-28). El profeta, en su interpretación, ha jugado con el valor consonantico de las palabras, y ha visto en ellas la suerte del imperio babilónico: ha sido contado por Dios, pesado (encontrándose en déficit) y dividido, para ser entregado a los persas 9.
A fines del siglo pasado ha sido propuesta otra interpretación a base de considerar las palabras como nombres específicos de pesos y medidas con valor numismático. Es decir, que el mené correspondería a una mina; el teqel al sido (en hebreo sheqel), y el ufarsin sería el plural de peres, que equivalía a media mina 10. Así, pues, el sentido sería que cada uno de estos pesos equivaldría a un rey. El mené o mina sería Nabucodonosor; el tequel o sido sería Baltasar, muy inferior en poderío al primero (el sido valía 1 160 de la mina), y el ufarsin serían los medos y persas (dos medias minas).
Esta interpretación es ingeniosa y paga su tributo a la erudición; pero debemos tener en cuenta que el relato sobre la cena de Baltasar es popular, y, por consiguiente, en el juego de palabras se fija el hagiógrafo en el sentido general de las raíces semíticas de las palabras misteriosas. No sabemos la forma en que aparecieron las palabras en la pared; quizá en escritura cuneiforme o en caracteres árameos. Lo importante no era leerlas, sino interpretarlas, y esto es la gran hazaña de Daniel, premiada por Baltasar conforme a su promesa (v.29). De nuevo se pone de relieve el triunfo de Daniel sobre los adivinos paganos, como en el caso de la interpretación del sueño de la estatua.
Nadie puede competir con el Dios de Israel, ni en ciencia ni en poder, y sobre todo nadie puede impunemente ofenderle con actos sacrilegos. Tal es la lección que el hagiógrafo quiere dar a sus lectores. Los hechos confirmaron el triste vaticinio de Daniel, pues aquella misma noche Baltasar fue muerto de modo violento, dejando su reino en manos de los invasores medo-persas, al frente de los cuales está, según la Biblia, Darío, rey de Media (v.31).
La presencia de este nombre resulta embarazosa para los exegetas. ¿Quién es este misterioso Darío el Medo? En 6:28 aparece mencionado antes de Ciro, y en 11:1 se supone que el primer año de Darío es anterior al tercero de Ciro (10:1). De esto se deduce que el hagiógrafo interpone un imperio medo entre el babilónico y el persa de Ciro. Por otra parte, según los datos históricos extrabíblicos, está fuera de duda que Ciro es el conquistador de Babilonia e inmediato sucesor del imperio babilónico n. Se han hecho varias hipótesis sobre la posible identificación del misterioso Darío el Medo; así, algunos lo identifican con el famoso rey Darío Histaspes, que sucedió a Cambises 12, que hubiera sido gobernador interino de Babilonia con poderes de virrey. Otros piensan que es el conocido gobernador persa de Babilonia, Gobrías (en los textos cuneiformes Gubaru), que entró al frente de las tropas persas en la gran metrópoli mesopotámica. Se le ha querido identificar con Cambises, hijo de Ciro; con Astiages, último rey de Media, vencido por Ciro; con Ciáxares, hijo de Astiages.
Lo más fácil es suponer que el compilador del libro de Daniel no tenía ideas muy precisas sobre la historia de Babilonia, y como antes llamó a Baltasar hijo de Nabucodonosor en sentido amplio, así ahora, recogiendo una tradición confusa y desfigurada, presenta al famoso Darío, rey de Persia, tercer sucesor de Ciro, pero organizador máximo del imperio persa en satrapías 13 y muy familiar a la tradición judía por su intervención a favor de la reconstrucción de Jerusalén, suplantando al imperio babilónico. No olvidemos que el hagiógrafo está preocupado por hacer una apología religiosa, en la que los datos históricos en sus detalles muchas veces son dados de lado, interesándose sólo por los que tienen especial importancia en el aspecto religioso que quiere destacar. Según esto, no debemos urgir demasiado la precisión histórica en la Biblia en detalles que ni le van ni le vienen a la verdad religiosa.
Otro problema que tendremos que solucionar de modo similar es el de las circunstancias de la muerte trágica de Baltasar. Según la Biblia, el sacrilego rey fue muerto aquella misma noche (v.31). ¿Quiénes.fueron sus asesinos? ¿Los invasores persas? Desde luego no están claras las circunstancias de la entrada de las tropas de Ciro en Babilonia, aunque parece desprenderse de los textos cuneiformes que los conquistadores fueron benignos con los vencidos. No parece que haya habido fuerte lucha por la toma de la ciudad; sin embargo, esto no quita que haya habido encuentros parciales con las tropas invasoras y luchas intestinas dentro de la ciudad, corno suele ocurrir cuando una ciudad es asediada, pues no faltan facciones que quieren abrir las puertas al enemigo, mientras que otras se muestran nacionalistas hasta el último momento.
En el libro de Daniel no se dice expresamente que Baltasar haya muerto a manos de los persas invasores; por otra parte, sabemos por los escritores griegos que en Babilonia hubo orgías y francachelas entre la alta sociedad mientras los persas penetraban en la ciudad 14. Durante una de éstas, bien pudo haber una mano desesperada que diera muerte al que hacía las veces de rey en ausencia de Nabónides, que estaba en Sippar después de su retiro de Teima. En todo caso, en la tradición judía había una historia sobre el fin trágico del sacrilego rey babilonio, que se transmitía de generación en generación como muestra de la justicia divina vengadora. El compilador del libro de Daniel se hace eco de esta tradición y la presenta como lección religiosa a sus contemporáneos, que vivían bajo la tiranía de otro rey sacrilego, Antíoco IV Epífanes, pues había intentado saquear el templo de Jerusalén.

1 El nombre en asirio es Beíshar-usur (Bel, protege al rey) y aparece como hijo de Nabónides en la llamada Crónica de Nabónides (Col_2:18s; en Gressmann, Altor. Texte 367). 2 Nabónides era usurpador, y no descendía, por la sangre, de Nabucodonosor (605-562 a. C:. He aquí los nombres de los sucesores de Nabucodonosor: Ewilmerodac (562-560), Neriglisar (560-556), Labosordac (Labashi-Marduk, 556) y Nabónides (556-539), padre de Baltasar, último rey de los babilonios. Sobre éste véase Herodoto (I 188). Se ha supuesto-que Nabónides se casó con una hija de Nabucodonosor, y entonces, por la madre, Baltasar sería nieto del gran rey babilonio, y, por tanto, hijo en sentido amplio del lenguaje semítico. Esta madre de Baltasar pudiera ser la reina-madre, que conoce los detalles sobre Daniel en tiempos de Nabucodonosor (v.10-n). 3 Estos signos de distinción los encontramos en Est_8:15; Gen_41:42; cf. Jenofonte, Anab. I 5:8; Ciroped. I 3:2; 1Ma_10:20. 4 Se ha sugerido que el término arameo Talti, equivalente al hebreo shalshi, sería el paralelo ^del shalshu asirio, que designa un alto funcionario. En las inscripciones hititas aparece el título shalish con este mismo sentido. 5 Los que quieren ver en esta reina a una hija de Nabucodonosor, madre de Nabucodonosor y esposa de Nabónides, recuerdan lo que dice Herodoto de la astucia de Notocris, hija de Nabucodonosor (Herodoto, I 185-87). 6 Cf. Dan_4:5-6; Dan_6:3. 7 Los LXX leen un espíritu santo. 8 Los LXX y la Vulgata leen Mane, Thecel, Phares, suprimiendo el primer mené que leemos en el arameo. 9 Algún autor ha reparado en la identidad de consonantes en la palabra par sin y persas, y, en ese caso, la última palabra aludiría a los invasores, como explica después Daniel. 10 El primero que propuso esta interpretación fue Clermont-Ganneau. Hoy le siguen Linder, Marti, Driver, Bouzy, etc. Véase el libro de éste Les symboles de ÃAnden Testament P-303-306 (París 1923). 11 Los persas entraron en Babilonia el 16 de Tishri (octubre); Ciro entró en Babilonia el 3 de Marjeswan (fines de octubre); y hay una tableta de contrato fechada el 24 de Mar-jeswan (noviembre) en la que se llama a Ciro rey de Babilonia. 12 El principal documento para conocer la historia de la caída de Babilonia es la llamada Crónica de Nabónides, según la cual los hechos se desarrollaron según el orden siguiente: el 14 de Tishri (septiembre-octubre), Ciro tomó Sippar sin resistencia. Nabónides huyó, siendo hecho prisionero unos días después. El 16 de Tishri, Gubaru, general de las tropas de Ciro, entra en Babilonia sin resistencia. El 3 de Marjeswan (octubre-noviembre), Ciro entra en Babilonia y declara terminada la guerra, enviando a Nabónides a Carmama. La conquista, pues, de Babilonia fue pacífica. Cf. gressmann, Altor. Texte 36653; Cilindro de Ciro lyss. En estos documentos nada se dice de Baltasar. 13 Dan_6:1. 14 Cf. Herodoto, I 191; Jenofonte, Ciroped. 7:5:155. Véase B. Alfrink, Der letze Kónig von Babylon: Bi (1928) 187-205.