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Oseas.
Introducción.
Nombre y Vida del Profeta.
La Biblia no da ninguna indicación sobre el lugar de nacimiento de Oseas (en hebreo Hosea: Yahvé salva). Únicamente conocemos el nombre de su padre, Beeri! El nombre coincide con el del último rey de Israel 2, y no debía de ser raro en la época. Como la predicación de Oseas se desarrolla en el reino del norte, se supone que es oriundo de esta zona septentrional israelita; pues, por otra parte, en el libro se refleja la situación política del reino de Samaría. No sabemos a qué clase social pertenecía, probablemente a la de agricultor, a juzgar por las numerosas alusiones a la vida agrícola 3. No obstante, algunos autores creen que era de la clase sacerdotal o que formaba parte de las asociaciones proféticas profesionales. Pero nada de esto se insinúa en el libro.
En sus oráculos, el profeta nos habla de su vida familiar. Por orden de Dios contrajo matrimonio con una mujer de mala vida, o con una mujer que le fue infiel en el matrimonio, de la que tuvo tres hijos, con nombres simbólicos relacionados con la conducta pecadora de Israel como pueblo. Los autores disputan sobre el sentido de estas narraciones, y así, mientras unos entienden estos relatos en sentido historicista, es decir, como reflejo de la vida familiar real del profeta, otros más bien creen que estas narraciones son en el fondo parábolas en acción. Desde luego, el carácter esquemático y apresurado de la narración - siempre en función de simbolizar las relaciones de Yahvé con Israel - parece favorecer la tesis parabolista. Es decir, que nos hallaríamos ante un caso similar a. las parábolas expuestas como una realización real por Natán a David y por un profeta anónimo a Acab 4.
Ambiente histórico.
La época en que se desarrolló la vida del profeta fue tumultuosa en extremo. Después de un reinado de esplendor, encarnado en Jeroboam II (783-743), el cual, después de haber vencido a los sirios, logró una era de prosperidad comercial para su país, éste entró en un período completo de descomposición política como consecuencia de la invasión de Teglatfalasar III (745-727). Después de la -muerte de Jeroboam II se sucedieron vertiginosamente los reyes. Su hijo Zacarías apenas reinó un año (743), pues fue asesinado por Sellum (743), el cual a su vez lo fue por Menajem (743-738). El hijo de éste, Pecaya, fue asesinado por Pecaj (737-732) 5. Este se alió con Rasín de Damasco contra Asiría 6, pero Teglatfalasar les venció, ocupando Damasco (732) y parte del reino israelita del norte, que fue anexionado como provincia tributaria a Asiría, deportando a sus habitantes7. El reino del norte quedó reducido al territorio de Efraím, y oficialmente en estado de vasallo.
En la capital, Samaría, había una fuerte facción egiptófila, y parece que Pecaj la favorecía. Por ello fue asesinado por el asirófilo Oseas (732-724), que fue el último rey de Samaría, ocupada por los asirios en 722-21 a.C. Al principio Oseas entregaba sumisamente el tributo al rey de Asiría, Teglatfalasar; pero, al morir éste, con su sucesor, Salmanasar V (727-722), las relaciones se endurecieron; a causa de la afición del rey Oseas hacia Egipto, rehusó pagar el tributo acostumbrado. Oseas fue depuesto (725-24), y después de tres años de asedio, Samaría, capital del reino, cayó en manos de los asirios (722-21). En este ambiente de zozobra y de conspiraciones en la corte se desarrolló la vida profética de Oseas.
Con el bienestar conseguido en tiempo de Jeroboam II, las costumbres se relajaron y el culto cismático de Yahvé sufrió profundas infiltraciones idolátricas, con lo que surgió una religión sincretista, contra la que luchó denodadamente el profeta. El culto oficial del Estado se centraba en la adoración del becerro de oro, representación sensible de Yahvé 8; lo que era un primer paso para la idolatría, a la que era tan propenso el pueblo hebreo. Desde los tiempos de Acab (s.IX), los cultos fenicios habían penetrado hondamente en la vida religiosa del reino septentrional 9. El profeta Oseas luchó contra estas infiltraciones paganas, pues prácticamente Yahvé había sido reducido a la categoría de un Dios principal en un panteón. Por otra parte, las manifestaciones culturales externas, como ofrendas de sacrificios, observancia del sábado y de las fiestas anuales 10, no tenían el contenido religioso interno de entrega a Dios y a sus preceptos. De ahí la religión hipócrita y formularia, que era en realidad una caricatura de la tradición religiosa de Israel.
Contenido y estructura del libro..
La predicación de Oseas es esencialmente afectiva, y por eso no es fácil hacer un esquema ideológico de sus oráculos. La idea central de su mensaje es la contraposición del amor de Yahvé y la ingratitud de Israel, que no ha sabido corresponder a su calidad de pueblo elegido. En realidad, Yahvé se ha unido con su pueblo en una alianza matrimonial, pero Israel la ha quebrantado. Por eso Yahvé le castigará, pero amorosamente, para atraerle a buen camino, a la reconciliación. Conforme al orden actual del libro que se atribuye a Oseas, podemos hacer el siguiente esquema de sus oráculos:
A) Relaciones amorosas de Yahvé e Israel (1:1-3:5):
El matrimonio con una mujer de mala vida simboliza la infidelidad de Israel a Yahvé.
Reconciliación con la mujer infiel.
Los nombres de los hijos de Oseas, símbolo de las relaciones entre Yahvé e Israel.
B) Oráculos conminatorios (4:1 -14:10):
Se declara la culpabilidad y el castigo de Israel. Impenitencia de Israel y Judá. Anuncio de la cautividad.
Invitación al arrepentimiento.
La primera parte está en prosa, mientras la segunda en poesía. Pero la identidad ideológica es total, y la ilación lógica es muy normal, en tal forma que la segunda parte parece un desarrollo de la del esquema teológico de la primera. Ambas partes terminan con el anuncio trágico de la destrucción del reino del norte. Los nombres de sus hijos Jezrael, Lo-Rujamá (sin compasión) y Loami (no mi pueblo) son un símbolo del castigo material de Israel y del abandono por parte de Dios hasta que entre por las vías del arrepentimiento. El recuerdo de la llanura de Jezrael, donde en otro tiempo Jehú extirpó la dinastía de Acab, será el símbolo de la nueva carnicería que se cierne sobre la casa real de Samaría. Pero, una vez que se cumpla la justicia de Yahvé e Israel vuelva a su Esposo, ese nombre, de recuerdo siniestro, se convertirá en símbolo de bendición, manifestada en la feracidad edénica de la tierra (Jezrael: Yahvé siembra), y, por otra parte, Israel volverá a ser el pueblo elegido de su Dios, de forma que Yahvé podrá llamarle Pueblo mío y Misericordia, porque sobre él se derramará su piedad salvadora.
Autenticidad y transmisión textual.
En general no hay razones serias que objetar a la unidad de autor del libro de Oseas. No obstante, en sus oráculos hay intercalaciones de un compilador posterior, que en Judá dio la última redacción a los escritos atribuidos a Oseas 11.
En cambio, el problema textual es atormentador, ya que el estado actual del TM es sumamente deficiente. Hay pasajes ininteligibles y es preciso recurrir a las versiones para reconstruir una posible lectura original satisfactoria 12. La versión de los LXX está hecha sobre un texto muy corrompido, y por eso es preciso acudir a las exigencias del contexto y de la métrica para rastrear el posible sentido original. En la segunda parte, poética, muchas veces los incisos y esticos están desplazados. Es célebre la frase de San Jerónimo: Oseas commaticus est, et quasi per sententias lo-quens 13. Este estilo entrecortado y sentencioso hay que atribuirlo a su temperamento afectivo y emocional. A través de sus frases misteriosas y entrecortadas se percibe la hondura de su alma, enamorada de su pueblo. De ahí que a veces falta el encadenamiento lógico, porque las explosiones afectivas dominan la frase. No obstante, tiene una gran riqueza de imaginación, con propensión a tomar los símiles de la naturaleza; conoce bien las leyes del paralelismo y los recursos de la paranomasia; alude frecuentemente a las tradiciones antiguas de Israel; sobre todo siente nostalgia de la vida del desierto, cuando las relaciones entre Yahvé e Israel eran más sinceras; conoce muchos incidentes y hechos de la historia sagrada, del Pentateuco y del libro de los Jueces 14.
Mensaje doctrinal.
a) Oseas centra su predicación en torno a las relaciones de Yahvé con Israel como pueblo elegido: por eso no hay en sus oráculos anuncios relativos a las naciones paganas ni a Judá, a pesar de que debía de conocer los oráculos de Amos. Abiertamente declara el monoteísmo estricto. Yahvé es el Dios exclusivo de Israel15, pero es también el único Dios, ya que los baales cananeos no son nada, sino obra del hombre 16. El gran pecado de Israel es la idolatría, que en el fondo procede de la ignorancia 17. Pero, ante todo, Yahvé es el Dios de Israel, porque le ha elegido entre todos los pueblos.
Sus relaciones son tan amorosas, que son comparables al amor íntimo de dos esposos. Este símil del matrimonio para expresar las relaciones entre Yahvé e Israel es expresado por primera vez por Oseas, pero queda después acuñado para reaparecer en los oráculos de Isaías 18, Jeremías 19, Ezequiel 20 y en la literatura sapiencial, sobre todo en el Cantar de los Cantares. Y aún el símil penetra en los escritos del Í. Ô. 21 Oseas describe dramáticamente las tentativas amorosas de Yahvé por atraerse a su pueblo, al que ama, pero que le es infiel. A pesar de sus infidelidades, le busca una y otra vez hasta hacerle comprender - por las privaciones y castigos - que su bien está sólo en acercarse a su Esposo, el de su juventud.
Desde el punto de vista del culto religioso, el profeta rechaza todas las manifestaciones culturales, que están inficionadas de cultos idolátricos extraños 22. En general, ante todo urge el cumplimiento de los valores morales. El culto externo sólo es aceptable por Yahvé en la medida en que va acompañado del reconocimiento íntimo de sus derechos y de la entrega del corazón a sus preceptos. El profeta urge sistemáticamente el cumplimiento de los preceptos del decálogo al acusar a sus contemporáneos: perjuran, mienten, matan, roban, adulteran, oprimen, y las sangres se suceden a las sangres23. Se opone a todo culto a las imágenes24 y supone la existencia del descanso sabático 25.
b) La idea mesiánica queda perfectamente expresada al anunciar una nueva alianza matrimonial indefectible: Seré tu esposo para siempre, te desposaré conmigo en justicia, en juicio, en misericordias y en piedades, y yo seré tu esposo en fidelidad, y tú reconocerás a Yahvé.26 El profeta anuncia aquí una nueva era en la que desaparecerá el pecado y las relaciones de Israel con Dios se basarán en la justicia, el juicio y la misericordia, de forma que podrá ser Yahvé de nuevo y definitivamente el Esposo en fidelidad, basándose las nuevas relaciones en el reconocimiento de los derechos divinos 27.
Como consecuencia, Dios bendecirá a su pueblo, que será como las arenas del mar, que son sin medida y sin número, y en el lugar-mismo en que se les dijo: Vosotros no sois mi pueblo, se dirá de ellos: Los hijos del Dios vivo. Los hijos de Judá y los hijos de Israel se juntarán en uno y se darán un jefe único y se desbordarán de la tierra, pues será grande el día de Jezrael.28 El profeta piensa en los tiempos en que, pasada la hora de prueba, el castigo de la cautividad, volverán Judá e Israel a constituir un solo pueblo con un solo jefe: Volverán los hijos de Israel y buscarán a Yahvé, su Dios, y a David, su rey, y se apresurarán a venir temerosos a Yahvé. 29 Es el anuncio de la nueva teocracia, que será como una superación de los tiempos gloriosos de David.
Y el profeta, ante esta perspectiva, suelta su imaginación, presentándonos un cuadro idílico en el que aparecen las fieras amansadas y los campos dotados de feracidad edénica: En aquel día haré en favor de ellos concierto con las bestias del campo, con las aves del cielo y con los reptiles de la tierra, y quebraré en la tierra arco, espada y guerra, y haré que reposen seguros. En aquel día yo seré propicio - dice Yahvé - a los cielos, y los cielos serán propicios a la tierra; la tierra, propicia al trigo, al mosto y al aceite, y éstos, propicios a Jezrael. 30 Esta perspectiva de paz total y de feracidad edénica se convertirá en tópico en la literatura profética posterior 31. Es el ansia de paz y de felicidad inherente a su corazón humano, que será colmada en los tiempos mesiánicos.
1 Os 1:1. - 2 Cf. 2 Re 17:1. Oseas es el nombre original de Josué (Núm 13:17). - 3 Cf. Os4:16; 6:3; 8,7; 9:2.10; 10:1; 13:3; 14:6-8. - 4 Cf. 2 Sam 12:1-7; 1 Re 20:35-43. - 5 Cf. 2 Re 15:10; 2 Re 15:17.23-25. - 6 Cf. 2 Re 16:5; Is 7. - 7 Cf. 2 Re 15:29. - 8 Lo que estaba prohibido en Ex 20:4. - 9 Cf. 1 Re 16:30. - 10 Cf. Os 2:11; 4:15; 8:4; 13:2. - 11 Se consideran obra de un glosista los fragmentos 2,isb-25; 14:2-10. - 12 Por ejemplo, Os 4:19; 6:11; 7:1. - 13 san jerónimo, Praef. ín XII Proph.: PL 28:1015. - 14 Cf. Os 9:4 y Ex 3:14; Os 11:8 y Gen 19:243; Dt 29:22; Os 9:10 y Núm 25; Os 13:1 y Núm 16; Dt u,6; Os 2:17 y Jos 7:24-26; Os 9:9 y 10,95 y Jue 195; Os 13:10 y 1 Sam 8. - 15 Os 3:5; 4:6-12. - 16 Os 8:4-6; 13:2. - 17 Os 4:6. - 18 Isa_50:1; 54:5·Àï; 62:4-5. - 19 Jer 2:1-7; 3:15; 31:22. - 20 Ez c.ió y 23. - 21 Cf. Os n,i y Mt 2:15; Os 6:6 y Mt 9:13; Ose_10:8 y Le 23:30; Os 2:25 y Rom 9:25; Os 13:14 y i Cor 15:55; Is 1:6.9; 2:3 y i Pe 2:10. - 22 Cf. Os 7:14; 8:4-6.11; 10,is. - 23 Os 4:2. - 24 Os 8:4; 10:2-5; 13:2. - 25 OS 2:11. - 26 Os 2:19(21)3. - 27 Jer 31:33-34· - 28 Os 1:11. - 29 3:5. - 30 2:22. - 31 Cf. Is 51:3; 31:1s; 41:18; 43:10; Ez 47.
Oseas 10,1-15
10. Inminencia del Castigo.
Proliferación de la idolatría (1-8).
1 Israel es una viña frondosa que da fruto proporcionado; pero a medida de la abundancia de su fruto hizo multiplicar sus altares, y a la medida de la riqueza de su tierra, hizo ricos a sus cipos. 2 Su corazón es mendaz, y ahora pagarán las culpas; él quebrantará sus altares y demolerá sus cipos. 3 Que si dice ahora: No tengo rey, porque no hemos temido a Yahvé, y el rey, ¿qué haría por nosotros? 4 Pronuncian discursos, juran en falso, contraen alianzas, pero el juicio (condenatorio) germinará como planta venenosa en los surcos del campo. 5 Los moradores de Samaría están llenos de temor por el becerro de Bet-Aven; su pueblo está en duelo, y sus sacerdotes se lamentan por él, por su gloria, que ha emigrado lejos de él. 6 Hasta él mismo será llevado a Asiría como presente para el gran rey; Efraím cosechará la vergüenza, e Israel se cubrirá de deshonor por sus consejos. 7 Se acabó Samaría. Su rey es como espuma sobre la superficie de las aguas. 8 Destruidos serán los altos de la impiedad 2, el pecado de Israel. Las zarzas y los abrojos treparán sobre sus altares. Dirán a los montes: ¡Cubridnos! y a los collados: ¡Caed sobre nosotros!
La riqueza de Israel, en vez de contribuir a alabar a Yahvé por los abundantes bienes materiales, no ha servido sino para multiplicar los lugares de culto idolátrico. Los altares y cipos (estelas de culto) se multiplicaron por doquier en honor de los baales de cada lugar, al estilo cananeo. En esto Israel se ha mostrado mendaz, ya que, aunque confiesa a Yahvé con los labios, su corazón está muy alejado de El (v.2). De un lado, los israelitas constatan la situación política caótica al decir no tenemos rey (probable alusión a la sucesión de usurpadores y cambios de dinastías que se siguieron a la muerte de Jeroboam I1), y aun confiesan que de nada les serviría el rey si no tienen temor de Dios (porque no hemos temido a Yahvé, y el rey, ¿qué haría por nosotros?); pero estos sentimientos, expresados sólo en determinados momentos de angustia, quedan ahogados por sus actos pecaminosos: juran en falso, hacen alianzas (v.4) con potencias extranjeras, como Asiría y Egipto.
Esta situación no puede prolongarse, y el juicio condenatorio de parte de Yahvé está a punto de caer sobre la nación, que la invadirá como planta venenosa o maldita en todos sus estratos sociales. La nación es comparada aquí a un campo con surcos (v.4) o del irritaciones, según la estratificación de clases sociales, lo que facilitará la propagación de la planta venenosa, que no es otra que el castigo justiciero de Yahvé. En el v.12, Israel es comparado con un campo no trabajado o erial. Aquí el profeta se fija en la facilidad de propagación de la ira divina, que cae como un veneno sobre Israel.
Una vez anunciado el castigo, el profeta presenta la ejecución del mismo. Ha llegado la invasión; los santuarios idolátricos serán arrasados y sus adoradores estarán consternados por la suerte del becerro de Samaría (v.5). El pueblo hará manifestaciones de duelo, y los sacerdotes se lamentarán al perder lo que les daba opíparas ganancias: su gloria ha emigrado lejos de él; e.d., sus tesoros fueron llevados por los conquistadores; y hasta el mismo ídolo (becerro de Samaría) será transportado como tributo al gran rey de Asiría 3. Esta será la gran vergüenza de Israel, que les ha venido por sus consejos (v.6) o malos cálculos políticos. Este será el trágico final del reino del norte.
Mientras llega la hora de la invasión, la nación es presa de la anarquía y de las facciones políticas, siendo el rey llevado como espuma sobre la superficie de las aguas (v.7), juguete de los partidos políticos. El profeta parece aludir a la inseguridad política y social que existió del 750 al 735 a.C., cuando los usurpadores políticos se sucedían vertiginosamente y la opinión pública se dividía en las facciones asirófila y egiptófila.
Como colofón de tanta confusión anárquica vendrá al final la temida invasión; los lugares de culto (los altos de la impiedad, v.8) serán destruidos, y sus altares se cubrirán de zarzas y de abrojos, mientras que los habitantes, aterrados ante tanta ruina, pedirán a los montes y collados que los cubran para no ver tanta desolación y miseria: Dirán a los montes: ¡Cubridnos!; y a los collados: ¡Caed sobre nosotros! (v.8).
La destrucción inmediata de Israel (9-15).
9 Has pecado, Israel, desde los días de Guibá. Allí permanecieron: ¿No les va a alcanzar la guerra en Guibá a los hijos de la iniquidad? 10 Yo iré a castigarlos; los pueblos se reunirán contra ellos por un común compromiso a causa de su doble crimen. 11 Efraím es una novilla domesticada, que gusta de trillar; pero yo domaré con el yugo el vigor de su cerviz 4; yo unciré a Efraím; Judá tirará del arado, Jacob tendrá que rastrillar. 12 Sembrad en justicia, cosechad en misericordia, roturad vuestro barbecho, pues es tiempo de buscar a Yahvé hasta que venga y os enseñe la justicia. 13 Habéis cultivado la impiedad, habéis cosechado iniquidad y habéis comido fruto de mentira. Porque confiaste en tus carros, en la muchedumbre de tus guerreros, 14 se alzará alboroto en tu pueblo, y todas tus fortalezas serán destruidas, como destruyó Salmáii a Bet-Arbelen el día del combate, cuando fue estrellada la madre con sus hijos. 15 Así haré de vosotros, casa de Israel, por vuestra perversa maldad. Al alba será totalmente arruinado el rey de Israel.
Israel ha sido prevaricador desde tiempos antiguos, desde los días de Guibá5. Los benjaminitas fueron atacados por las demás tribus coligadas6, y permanecí ero ç inmóviles en sus posiciones, creyendo que no se les atacaría; pero su prevaricación fue de tal magnitud, que no podía menos de afectarles la guerra: ¿No les va a alcanzar la guerra en Guibá a los hijos de la iniquidad? (v.8). Su confianza era suicida, como lo es la de los contemporáneos de Oseas. Se creen éstos seguros y siguen pecando, sin pensar que Dios ha de descargar su ira sobre ellos.
Yahvé se encargará de darles el merecido, utilizando como instrumentos de su justicia a pueblos que se reunirán por un común compromiso a causa de su doble crimen (v.10). Sigue el profeta aludiendo a la coligación de todas las tribus de Israel para castigar el doble crimen de los benjaminitas, que les negaron la hospitalidad y después abusaron de modo nefando de los que tenían derecho a ella 7. Así, los invasores coligados caerán sobre Efraím para castigar sus múltiples pecados.
Hasta ahora la vida de Israel fue fácil, sin mayores trabajos. Su labor se reducía a la de una novilla domesticada que gusta de trillar (v.11), libre de todo yugo y con la facilidad de comer lo que se le antojaba en la era 8. Pero ahora Yahvé la va a emplear en trabajos desacostumbrados, de forma que quede domada con el yugo el vigor de su cerviz. Antes había llamado el profeta a Israel novilla cerril 9, porque no quiere someterse al yugo; pero ahora será entregada por la fuerza a las duras pruebas de la cautividad, con las penalidades propias de los esclavos: Israel tendrá que rastrillar 10. El símil es gráfico y expresivo. Israel volverá a las penalidades de la servidumbre de Egipto por no haber querido ser fiel a los preceptos de su Dios y no haberle reconocido como su legítimo dueño.
Finalmente, Oseas hace un llamamiento a un cambio de conducta si quieren evitar los rigores de la justicia divina: Sembrad en justicia. Sólo así pueden pensar cosechar misericordia (v.12) de parte de Yahvé. Israel, en el estado actual, es comparado a un campo sin cultivar, que, por su abandono en sus deberes religiosos, está como un erial o barbecho; por eso es necesaria una labor dura para remover la insensibilidad moral y religiosa a que han llegado: roturad vuestro barbecho (v.12), como único medio de buscar a Dios para que les enseñe la justicia o rectitud de vida conforme a sus preceptos.
Hasta ahora no han hecho sino sembrar impiedad y cosechar iniquidad, lejos de los caminos de su Dios (v.13). Toda su vida no ha sido sino un engaño, un fruto de mentira, pues no han sabido ser consecuentes en su vida práctica con sus convicciones. Han creído poder vivir sin la ayuda de Yahvé, confiando en su fuerza militar (v.13); pero llegará la hora de la verdad, y entonces se convencerán del engaño en que han vivido. La invasión vendrá, y todas sus fortalezas serán arrasadas, y la población sufrirá la suerte de Bet-Arbel 11, destruida por Salmán, probablemente un rey moa-bita, mencionado en una estela asiría 12. Es la suerte que espera a la casa de Israel, que será arruinada con su rey en breve plazo, como el despuntar del alba después de la noche.
1 Los LXX traducen como trozo de madera seco sobre las aguas, que se adapta bien al conjunto del símil. 2 Quizá aquí habría que traducir los altos de (Bet)-Aven, como lugar de culto idolátrico. Aven significa impiedad, y así hemos traducido. Pero puede ser la última parte del nombre de la localidad conocida de Bet-Aven, tantas veces mencionada como lugar de culto idolátrico por Oseas y Amos. 3 Cf. 8,6. 4 E1 TM dice: yo hice pasar sobre su hermoso cuello. Un ligero cambio de vocalización nos da: yo domaré con el yugo. Así Hoonacker. 5 Cf. 9:9. 6 Cf. Juec.19. 8 cf. Deu_25:4. 9 Cf. Ose_4:6. 7 Cf. Jue_19:30; 20:Ose_1:8; Ose_21:7. 10 La inclusión de Judá tirará del arado) parece fuera de sitio y es considerada por muchos autores como glosa. 11 Una localidad al este del Jordán. 12 En los anales de Teglatfalasar III aparece un rey moabita llamado Saímanu.