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Joel.
Introducción.
La persona del Profeta y época de su ministerio.
La Biblia no nos da de Joel (en hebreo Yo'el: Yahvé es Dios) más datos que el nombre de su padre, Petuel 1. Nada dice sobre la época ni sobre las circunstancias históricas de sus oráculos, como suele ocurrir en los encabezamientos de los escritos de otros profetas. Como sus oráculos hacen frecuentes alusiones a Judá y a Jerusalén, se supone que el profeta es oriundo del reino del sur. Por otra parte, se refleja en ellos el interés por el templo de Jerusalén, por el ritual del culto y por los sacerdotes 2. De ahí que muchos autores infieran que pertenecía a la clase sacerdotal. Otros, en cambio, por el modo de dirigirse a los sacerdotes, creen que no era de la casta sacerdotal, sino que más bien pertenecía al movimiento nebiista o profetice, especie de institución laica que se ocupaba especialmente de todo lo que se relacionaba con lo religioso.
Respecto de la época en que desarrolló su ministerio, los autores no están concordes, pues mientras unos suponen que vivió en el siglo IX (en ese caso sería el primer profeta escritor), bajo el rey Joás de Judá (836-797), otros más bien creen que es abiertamente postexílico. Los que sostienen la primera opinión se fundan en el hecho de que en sus oráculos aparecen como enemigos del pueblo hebreo fenicios, filisteos3, egipcios y edomitas4, y no los clásicos enemigos - asirios, sirios, babilonios - que durante el siglo VI y VII aparecen en los escritos de Amos, Isaías y Jeremías.
Por otra parte, no aparecen como enemigos de Judá los amonitas y sarnaritanos, que después del destierro babilónico hostigaron a los repatriados judíos que pacientemente trabajaban en la reconstrucción de su patria y de la ciudad de Jerusalén. Además, en el siglo IX, bajo Joram de Judá, los edomitas sacudieron el yugo de Judá y se convirtieron en enemigos de sus antiguos opresores 5. Por aquel tiempo, los filisteos y árabes saquearon Jerusalén 6.
Además, los sostenedores de esta hipótesis creen encontrar confirmación de ella en el hecho de que parece que Amos conoce la predicación de Joel, cuando exclama: Yahvé ruge desde Sión y da su voz desde Jerusalén7, y cuando, al hablar de los tiempos mesiánicos, dice Amos que los montes destilarán mosto.8 Y explican él hecho de que en el libro de Joel no aparece el rey suponiendo que el profeta ejerce su ministerio cuando el rey Joás era aún un niño y estaba bajo la tutela del sumo sacerdote Joyada; así se explica que el profeta se dirija a los sacerdotes.
Algunos autores, aun suponiendo que Joel es preexílico, rebajan su época al siglo VIII 9. Pero la opinión moderna más en boga es que el libro de Joel ha sido compuesto en la época persa o griega, desde luego después del destierro 10, entre el 500 y el 300 a.C. Creen los autores de esta opinión que sólo así se pueden entender las alusiones a la dispersión de los judíos n y al hecho de que los judíos fueran vendidos a los griegos 12. Por otra parte, la ausencia del rey en los escritos, la suposición de que el reino de Israel está unificado y el hecho de que el profeta se dirija a los sacerdotes, parecen suponer la época de reconstrucción nacional de los tiempos de Esdras o inmediata posterior.
Los mantenedores de esta opinión creen que la coincidencia de citas entre Amos y Joel antes indicada se explica suponiendo que éste haya copiado a aquél, y no viceversa.
De este modo se explica el carácter escatológico del libro de Joel, ya que la literatura escatológica parece fruto de los últimos tiempos del judaismo. Todos estos hechos, en efecto, parecen indicar que el libro de Joel es claramente postexílico, sin que esto merme en nada su carácter profético sobre las futuras bendiciones mesiánicas y sobre el juicio y la efusión del Espíritu de Dios.
División y estructura del libro.
Los oráculos del libro de Joel pueden dividirse claramente en dos partes 13:
A) Invitaciones a la penitencia: 1:1-2:17.
a) Descripción de una plaga de langostas: 1:2-12.
Amonestación con invitación a la penitencia: 1:13-18.
Oración del profeta: 1:195.
b) Oráculo con motivo de otra plaga de langostas que se presenta como inminente: 2:1-17.
El día de Yahvé: 2:1-11. Exhortación a la penitencia: 2:12-17.
B) Vaticinios de salvación: 2:18-4(3).21.
a) Promesa de la felicidad futura: 2:18-27.
b) Los bienes mesiánicos: 3:1(2:28)-4(3):21.
Efusión del Espíritu de Yahvé: 3:18(2:285).
El día de Yahvé sobre todos los vivientes: 3:3; 2:30-4(3):16.
Día de salvación para el pueblo de Dios: 4(3):16d-21.
Carácter apocalíptico del libro.
De estas dos partes, la primera se presenta como un hecho histórico que sirve de introducción a las exposiciones apocalípticas de la segunda parte, que tiene un carácter marcadamente escatológico. Los autores discuten sobre el sentido real de la descripción de la invasión de langostas, que por su realismo parece ser eco de un hecho real, aunque puede ser una creación imaginaria a base de un hecho fácilmente constatable por los destinatarios de los oráculos, ya que la invasión de las langostas es un fenómeno que se repite cada poco tiempo, por ser Palestina fronteriza con el desierto, de donde vienen las famosas plagas de langostas. En todo caso, para el compilador de los oráculos del libro de Joel, las calamidades que son inherentes a la devastación de la langosta son un anticipo de las calamidades escatológicas del día de Yahvé.
El profeta ve en este castigo una manifestación de la justicia vengadora de Yahvé, y por eso hace una llamada desesperada a la penitencia, como único medio de conjurar los castigos del día de Yahvé. La invasión de las langostas simboliza bien a los ejércitos invasores, que se habían paseado por Palestina, arrasando todo lo que encontraban a su paso.
La conversión del pueblo judío hará que las amenazas se conviertan en bendiciones, y por eso aquéllas descargarán exclusivamente sobre los enemigos del pueblo de Dios. Como consecuencia de estas bendiciones de Yahvé se seguirá una fertilidad edénica, que compensará las devastaciones anteriores simbolizadas en la plaga de langostas 14; y esas bendiciones terrenales serán símbolo de bendiciones de índole espiritual15.
Los pueblos que han hecho sufrir a Judá serán juzgados solemnemente en el valle de Josafat, símbolo del triunfo de Yahvé sobre los pueblos que se oponen en la historia a la implantación de la teocracia mesiánica en Israel. La mente del profeta, pues, se traslada mentalmente a un juicio discriminador sobre los pueblos, que está dramatizado en el valle de Josafat, lugar ideal creado por la imaginación del profeta en función del acto que en él había de tener lugar (Josafat: Dios juzga o juicio de Dios). Es un nombre simbólico en consonancia con escenas de tipo imaginario apocalíptico.
El profeta alude también a transformaciones cósmicas que acompañarán a la manifestación judiciaria de Yahvé. Es la imaginación desbordada apocalíptica, cuyas descripciones, naturalmente, no han de ser tomadas a la letra, sino como expresión del juicio discriminador de Dios sobre los pueblos que en la historia se han opuesto al pueblo elegido. En este sentido, el mejor comentario al libro apocalíptico de Joel son las visiones apocalípticas del libro de Daniel, en las que se habla de suplantación de los imperios históricos por el reino de los santos. En el c.y de Daniel se dice que las bestias fueron matadas y que el reino fue heredado por el Hijo del hombre (símbolo de la comunidad judaica en la era mesiánica). El pueblo judío, pues, recibe del antiguo de días el señorío, la gloria y el imperio 16, después que ha sido matada la cuarta bestia, encarnación de la rabiosa oposición a la inauguración del reino de los santos, la era mesiánica. Ambos libros son apocalípticos, y, por tanto, en sus dramatizaciones ideales hay que conservar sólo la idea sustancial de triunfo de Dios sobre el mal, encarnado en los imperios históricos o naciones enemigas del pueblo de Dios, que en los planes providenciales está históricamente lanzado hacia una era definitiva, en la que Yahvé reinará plenamente sobre sus elegidos. En todos los fragmentos apocalípticos hay que descartar lo hiperbólico para retener el mensaje espiritualista.
Unicidad de autor y autenticidad.
Conceptualmente existe un orden lógico en las dos partes del libro de Joel. Lo que parece indicar que es uno mismo el autor de ambas secciones. Sin embargo, hay diferencias estilísticas notables, pues la primera parte está escrita en poesía llena de claridad y lirismo, mientras que la segunda está redactada en prosa, en estilo más bien embarazoso y desaliñado, y, desde luego, sin la claridad que caracteriza la exposición de la primera parte.
Por estas razones, muchos críticos hablan de dos autores, es decir, suponen que un redactor posterior añadió a la primera parte poética de Joel una parte en prosa para comentar apocalípticamente el sentido de la primera parte. En este caso, la segunda parte sería una versión escatológica de la predicación sencilla de la primera, en la que, a propósito de una invasión devastadora de langostas, Joel habría predicado la penitencia para impetrar bendiciones a Dios. Entonces el fragmento 2:18-27, relativo al día de Yahvé, sería la pericopa de unión de ambas composiciones.
En este supuesto, el libro de Joel sería de un doble autor: la primera parte de Joel, que podría ser del siglo v, mientras que la segunda parte sería de un autor posterior, comentarista apocalíptico de Joel, que podría vivir en el siglo ni o n a.C. 17
Mensaje doctrinal.
El contenido teológico del libro de Joel es ante todo un llamamiento a la penitencia como medio de conjurar los estragos que se avecinan enviados por la justicia vengadora de Yahvé. En esto se halla en la línea general de los profetas. Pero el mensaje específico es el anuncio de la efusión del espíritu sobre toda carne18. En la tradición israelita, el espíritu de Dios, o energía carismática divina, se había manifestado esporádicamente en algunos insignes personajes, objeto de la elección divina. Pero en la nueva teocracia, el profeta anuncia una efusión general del espíritu, en tal forma que todos los miembros de las clases sociales se verán beneficiados con este carisma: profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, y vuestros ancianos tendrán sueños, y vuestros mozos verán visiones. Es el anuncio de la posesión de Dios de los corazones de los ciudadanos de la nueva teocracia. San Pedro, el día de Pentecostés, vio cumplida esta profecía en el don de lenguas 19. Por ello, Joel ha quedado como el profeta de Pentecostés, el vaticinador de la plena efusión del espíritu multiforme de Yahvé, que tendrá múltiples manifestaciones carismáticas en los que tengan la dicha de asistir a la inauguración de los tiempos mesiánicos.
1 Jl 1:1. - 2 Cf. Jl 1:9.13-16; 2:15-17- - 3 Jl 4(3),4 - 4 Jl 4(3):I9· - 5 Cf. 2 Re 8:20s. - 6 Cf. 2 Crón 21:16s; 22:1. - 7 Am 1:2 y Jl 4:16. - 8 Cf. Am 9:13 y Jl 4:18. Mantienen esta opinión Kaulcn-Hcberg, Vigouroux, Fillon, Theis, Baudissin. - 9 Así opinan Cornely-Hagen, Kutal, Kónig, Goetsberger. - 10 Es la opinión de Van Hoonacker, Cornill, Holscher, Tobac, Chaine, Rinaldi. Esta opinión es juzgada por H. Hópfl-Miller-Metzinger del modo siguiente: haec sententia reapse maiore gaudet probabilitate (Introd. Spec. in V. T. Roma 1946 p.502). - 11 Jl 4:2. - 12 Jl4.6. - 13 El libro de Joel en el TM está dividido en cuatro capítulos, mientras que en la Vul-gata está destribuido en tres capítulos. Por eso, en las citas damos ambas numeraciones. El esquema divisorio del libro está tomado de H. Hopfl-Miller-Metzinger, o.c., p.503. - 14 J12.21S. - 15 Jl 3:1(2:285). - 16 Dan 7:14. - 17 Niegan la unidad de autor Rothstein, Duhm, Bewer. Cf. Micah. Joel, del International Critical Commentary (Edimburgo 1948) p.49. - 18 Jl 3:1(2:285). La efusión abundante del espíritu en los tiempos mesiánicos aparece en Is 32:15; 44:3; 59:21; Ez 36:27; 39:29; Zac 12:10. - 19 Afct 2:105.
Joel 3,1-21
3. Juicio punitivo sobre las naciones gentiles.
Este capítulo, que es el cuarto en el TM y el tercero en los LXX y la Vg, versa sobre el juicio terrible sobre las naciones paganas, del que,se habían dado los signos precursores en las transmutaciones cósmicas de la naturaleza. El estilo es vigoroso y escalofriante, conforme al radicalismo de expresión de la poesía oriental apocalíptica. Reiteradamente se habla en la literatura profética de un juicio discriminador de los pueblos antes de la inauguración de la era mesiánica, pero en ningún otro lugar la idea es representada con más dramatismo y exaltación. En la segunda parte (16-21) se anuncia la paz mesiánica total.
Juicio en el valle de Josafat (1-15).
1 Pues he aquí que en aquellos días, cuando haga yo volver la cautividad de Judá y de Jerusalén, 2 reuniré a todas las gentes y las haré bajar al valle de Josafat, y litigaré en juicio con ellos a propósito de mi pueblo y de mi heredad, que ellos dispersaron entre las naciones, repartiéndose mi porción, 3 echando suertes sobre mi pueblo, dando un mozo por una prostituta, y una doncella por vino que se bebían. 4 Y vosotros también, ¿qué sois para mí, Tiro y Sidón, y todos los términos de la Filistea? ¿Es que queréis vengaros de mí? Si vosotros queréis vengaros de mí, al punto haréis retornar sobre vuestras cabezas vuestra venganza. 5 Vosotros, que os apropiasteis mi plata y mi oro y metisteis mis preciosidades en vuestros palacios; 6 que vendisteis los hijos de Judá y los de Jerusalén a los hijos de los griegos para que los llevasen lejos de sus territorios; 7 he aquí que yo los alzaré del lugar para donde los vendisteis, y haré recaer vuestra acción sobre vuestras cabezas, 8 y venderé vuestros hijos y vuestras hijas a los hijos de Judá, para que ellos los vendan a los sábeos, nación apartada, oráculo de Yahvé. 9 ¡Pregonad esto entre las gentes, proclamad la guerra santa, despertad a los valientes, acerqúense y suban todos los hombres de guerra! 10 ¡Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces! Diga el flaco: ¡Yo soy valiente! 11 Precipitaos y venid todas las gentes de en derredor y congregaos. Haz bajar allá, ¡oh Yahvé! a tus valientes. 12 Que se alcen y suban las gentes al valle de Josafat, porque allí me sentaré yo a juzgar a todas las gentes de en derredor. 13 Meted la hoz, que está ya madura la mies. Venid, pisad, que está lleno el lagar y se desbordan las cubas,porque es mucha su maldad. 14 Muchedumbres, muchedumbres en el valle del juicio, porque se acerca el día de Yahvé en el valle del juicio. 15 El sol y la luna se oscurecen y las estrellas pierden su brillo.
Después de anunciar que los israelitas participarán del nuevo estado venturoso de cosas como consecuencia de la reconciliación con su Dios, el profeta va a vaticinar la suerte que correrán las naciones paganas que se han aprovechado de la desgracia de Judá. La escena apocalíptica que va a describir está situada después de la restauración de Israel, pasada ya la cautividad (v.1). Para los profetas, la repatriación de los exilados es la primera fase en la preparación de la manifestación gloriosa mesiánica.
El triunfo de los judíos va a ser espectacular, de forma que todas las naciones paganas, tradicionalmente enemigas, tendrán que reconocer su derrota definitiva a manos del Dios de Israel. Todas las gentes serán convocadas en el valle de Josafat (v.2), nombre simbólico escogido para expresar el juicio condenatorio que van a sufrir las naciones paganas. Algunos autores creen que Josafat aquí alude al rey de este nombre que, según 2Cr_5:12, derrotó estrepitosamente a los ejércitos coligados de Moab, Amón y Edom, los enemigos tradicionales de Judá. Joel, pues, en ese caso, habría escogido el nombre del victorioso rey Josafat (870-849) como símbolo de la otra victoria que Yahvé habría de obtener sobre todos los enemigos del pueblo elegido.
Sin embargo, el nombre hebreo Josafat (Yahvé juzga o juicio de Yahvé) se presta a un juego de palabras, y en este sentido bien pudo haber sido elegido para designar el juicio de Dios sobre las naciones paganas. De ahí que no falten comentaristas que traduzcan el pasaje de Joel: reuniré. en el valle del juicio de Yahvé. No se debe, pues, insistir sobre la localización de ese famoso valle, que no es sino un nombre literario simbólico-apocalíptico. La tradición judía dio el nombre del valle de Josafat a la depresión formada por el torrente Cedrón, al este de Jerusalén. Los Santos Padres trasladaron la perspectiva de Joel al fin de los tiempos, y han supuesto que el juicio final tendría lugar en ese famoso valle de Josafat. Pero el profeta no habla del juicio al fin de los tiempos, sino del que debe preceder a la inauguración mesiánica; en ese juicio sólo son juzgados y condenados los pueblos gentiles, mientras que los israelitas son reservados para formar parte de la nueva teocracia hebrea.
Nada en el contexto favorece una interpretación del juicio de los individuos de toda la humanidad en el día del juicio universal al fin de los tiempos; no obstante, este juicio anunciado por Joel puede ser tipo del universal.
Las naciones paganas serán juzgadas por los atropellos que han cometido con el pueblo elegido: litigaré con ellos a propósito de mi pueblo y de mi heredad, que dispersaron entre las naciones, repartiéndose mi porción (v.2), o territorio palestino. Evidentemente, el profeta alude aquí a las incursiones de los moabitas, amonitas y edomitas, que hicieron en el antiguo territorio de Israel después que sus habitantes fueron deportados a Mesopotamia a raíz de la toma de Jerusalén por las tropas de Nabucodonosor. Los vencedores y sus aliados trataron de modo indigno a la población vencida, dando un mozo por una prostituta (v.3), e.d., disponiendo de la suerte de los jóvenes de Judá como si fuesen un salario barato destinado a las cortesanas. Y los mismos dispusieron de las doncellas como si fueran el precio bajo que se da por vino que se bebían. Las dos comparaciones sirven para resaltar el desprecio con que los enemigos de Judá trataron a la población vencida.
Yahvé alcanzará en su juicio condenatorio a todas las naciones paganas1, incluso las omnipotentes Tiro y Sidón, que parecen alejadas ahora del escenario de la guerra. Es inútil que quieran librarse del castigo, y sobre todo no podrán hacer nada contra Yahvé, que se dispone a castigar a los pueblos enemigos de Judá, porque, si lo intentan, recibirán el merecido: Si queréis vengaros de mí (Yahvé), al punto haré retornar sobre vuestras cabezas vuestra venganza (contra Yahvé) (v.4). Es un modo de decir que también los filisteos y los fenicios caerán dentro de la sentencia dictada por Yahvé contra los enemigos de Judá, las naciones circunvecinas, Edom, Amón y Moab. Yahvé les echa en cara que, como mercaderes sin escrúpulos, se han aprovechado de la situación de derrota de Judá para cometer expoliaciones sacrilegas (os apropiasteis mi oro y mi plata, v.5), vendiendo a los hijos de Judá a los hijos de los griegos (v.6). Se sabe por los autores clásicos que los esclavos sirios eran muy buscados por los griegos 1. Los fenicios tenían especiales relaciones comerciales con las costas griegas; por eso, el tráfico de esclavos se dirigía especialmente a esta zona mediterránea. Yahvé les amenaza con pagarles en la misma medida, pues hará que los judíos vendan los hijos de los fenicios a los sábeos, nación apartada, al sudoeste de la península arábiga, con los que tenían tráfico comercial a través de las rutas caravaneras de TransJordania 2.
Enfáticamente se desafía a todos los pueblos enemigos de Judá para que vengan a luchar con el pueblo de Dios. Antes había anunciado Yahvé que iba a reunir a las gentes en el valle de Josafat; ahora los invita irónicamente a presentarse. Deben proclamar la guerra santa (v.9) para luchar contra Yahvé, el Dios de los judíos. La frase es irónica y desafiante. La guerra santa es aquí equivalente a guerra total; por eso les invita a cambiar sus instrumentos agrícolas de paz en instrumentos de guerra: ¡Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces! (v.10). La idea que late en la expresión irónica es que todo será poco para luchar con Yahvé y no bastarán los depósitos normales de espadas para la gran batalla. Todos los componentes de las naciones, no sólo los guerreros de oficio, deben aprestarse al combate: diga el flaco: ¡Yo soy valiente! La victoria de Yahvé debe ser total, y por eso no debe faltar ninguno a la cita del combate, para que resplandezca la fuerza del Dios de los judíos. Yahvé aparece nervioso porque no acaban de concentrarse en el lugar de la batalla, y los excita al encuentro: Precipitaos y venid. (v.11).
Una vez que el ejército enemigo está concentrado para medir sus armas con Yahvé, el profeta pide a Yahvé que descienda al campo de batalla con su ejército celestial, sus ángeles, que han de luchar por su causa: Haz bajar, ¡oh Yahvé! a tus valientes (v.11). Yahvé responde diciendo que antes deben reunirse todos los enemigos: que se alcen y suban las gentes al valle de Josafat (v.12). La dramatización llega a su punto culminante. Yahvé va a dar el juicio condenatorio sobre todas las gentes, e invita a sus cohortes celestiales a iniciar el estrago: Meted la hoz, que está madura la mies. Pisad, que está lleno el lagar y se desbordan las cubas. Las naciones, por su maldad, están maduras para la siega trágica del juicio de Yahvé, y han acumulado tantos pecados, que se desbordan las cubas. El mejor comentario a esta escena terrorífica es el texto de Isa_63:1-6 : ¿Quién es aquel que avanza enrojecido, con vestidos más rojos que los de un lagarero., avanzando en toda la grandeza de su poder? ¿Cómo está, pues, rojo tu vestido, y tus ropas como las de los que pisan en el lagar? He pisado en el lagar yo solo, y no había nadie enemigo de las gentes. He pisado con furor, he hollado con ira, y su sangre salpicó mis vestiduras y manchó mis ropas. Porque estaba en mi corazón el día de la venganza. y aplasté a los pueblos en mi ira y los pisoteé en mi furor, derramando en la tierra su sangre. Tanto en Isaías como en Joel, los pueblos pecadores son exprimidos como en un lagar. Las imágenes son radicales e hiperbólicas, conforme al ardor de una imaginación oriental sobreexcitada. Por otra parte, el carácter apocalíptico del pasaje exige tonos descriptivos subidos e impresionantes.
Joel cierra el fragmento reflejando el rumor de los pueblos reunidos en el valle del juicio 3: muchedumbres, muchedumbres en el valle del juicio, porque se acerca el día de Yahvé en el valle del juicio. El día de Yahvé, al principio, se anunciaba como el día del castigo de los pecadores de Judá. La invasión de las langostas fue el signo precursor del castigo. Pero la penitencia sincera del pueblo hizo que Yahvé perdonara a su pueblo y el castigo se tornara sobre los pueblos enemigos de Judá. La primera perspectiva cambia, y el profeta, para animar a sus compatriotas a sufrir los duros días de prueba posteriores a la repatriación, les anuncia que habrá un juicio definitivo sobre todas las naciones que han contribuido a la ruina del pueblo elegido. Después del juicio vendrá la era mesiánica, como anuncia a continuación.
Para medir el alcance de las predicciones de Joel no debemos perder de vista el carácter apocalíptico del pasaje, y, dejando de lado las hipérboles y frases radicales, buscar la medula teológica del mensaje: Dios salvará a su pueblo arrepentido y castigará a los pecadores. Toda la dramatización de las escenas del valle de Josafat debemos considerarla como puro artificio literario. De hecho sabemos que esa aparatosa concentración de las naciones no se dio antes de la inauguración mesiánica. Aquí tenemos que acudir al modo de presentar los profetas el reino mesiánico. Conforme a la expectación del ambiente, presentaban al Mesías como un Rey triunfador que había de aplastar a los enemigos (como el alfarero a sus vasos)4, y a Israel organizado en esplendoroso reino bajo la ley dé la justicia divina. En este supuesto conciben también un juicio previo sobre las naciones para vengar los ultrajes cometidos contra el pueblo elegido.
La realización histórica fue muy otra. El Mesías fue humilde y manso de corazón 5, y su reino no era de este mundo. El mismo Bautista, precursor inmediato del Mesías, no captaba los modos suaves de Jesucristo, y predicaba una penitencia brusca y deshumanizada, conforme a los cánones del más rabioso ascetismo oriental. Anunciaba también un juicio selectivo sobre los mismos judíos; Dios tenía en la mano el arnero para limpiar su era.
Cristo dice que El no vino a juzgar6, sino que cada uno se juzga a sí mismo en la actitud que tome de aceptación o repulsa frente a su persona y doctrina. He ahí de hecho en qué terminó el juicio discriminativo anunciado por los profetas. Una vez más tenemos que repetir que los profetas, a pesar de ser iluminados con revelaciones especiales directas de Dios, eran mentalidades del A.T., y, si bien conocían el hecho de la venida del Mesías y de la inauguración del reinado de justicia, no conocían el modo de esta nueva teocracia puramente espiritual, el reino de los cielos predicado por Jesucristo. La única profecía que llegó a captar más el modo de la realización histórica del mesianismo inaugurado por Cristo fue la de los cánticos del Siervo de Yahvé, en los que se da de lado a todas las concepciones tradicionales sobre un Mesías glorioso y Rey terrenal y se presenta una figura del Mesías que parece tomada de los evangelios.
Seguridad y prosperidad del pueblo elegido (16-21).
16 Ruge Yahvé desde Sión y hace oír su voz desde Jerusa-lén; los cielos y la tierra se conmueven, pero Yahvé será un refugio para su pueblo y una fortaleza para los hijos de Israel 17 Y sabréis que yo soy Yahvé, vuestro Dios, moradores de mi monte santo, y santa será Jerusalén y no pasarán por ella los extraños. 18 Y sucederá en aquel día que los montes destilarán mosto, y leche los collados; correrán las aguas por todas las torrenteras de Judá y brotará de la casa de Yahvé una fuente que regará el valle de Sitim. 19 Egipto se trocará en desolación, y Edom se convertirá en asolado desierto, por el cruel trato a los hijos de Judá, derramando en su tierra sangre inocente. 2° Pero Judá será por siempre habitado, y Jerusalén por generaciones y generaciones. 21 Yo vengaré su sangre, no la dejaré impune, y Yahvé morará en Sión.
Después del juicio punitivo sobre las naciones, se inaugura solemnemente la era mesiánica, como consecuencia del poder omnímodo de Yahvé, que ha vencido a los enemigos. de Judá: Ruge Yahvé desde Sión..(v.16) 7. Todos los pueblos, y hasta los cielos, se conmueven ante el rugido de la voz de Dios, que lanza su veredicto de condenación sobre las naciones. Pero este.rugido de condenación para los gentiles es al mismo tiempo el clarinazo solemne que anuncia la salvación de los judíos, cuyo refugio es Yahvé. Es la inauguración solemne de la era venturosa mesiánica soñada y anhelada por las generaciones pasadas. Jerusalén será entonces una cosa santa, de suerte que no volverá a ser hollada y contaminada por los extranjeros: no pasaran por ella los extraños (v.17)8.
Y con la seguridad que dará la protección divina, vendrá la abundancia como consecuencia de las bendiciones de Yahvé: en aquellos días destilarán mosto los montes. (v.18) 9. Si en otro tiempo sufrieron la sequía y la penuria, ahora la perspectiva es muy otra, pues los wadys o torrenteras, antes secos, se llenarán de copiosas aguas. Pero, además, una fuente brotará de la casa de Yahvé que regará el valle de Sitim (v.18). Es la misma concepción de Ezequiel y de Zacarías. En el nuevo orden de cosas, la misma naturaleza se transformará, y el centro de todas las bendiciones sobre el país será el templo, la casa de Dios. Ezequiel anuncia que ese torrente que procede del templo vivificará el mar Muerto, dotándole de una prodigiosa fecundidad 10. Según Zacarías, las aguas irán al oriente y al occidente n. Aquí Joel anuncia que una nueva feracidad exorbitante surgirá por doquier como consecuencia de la abundancia de aguas. El valle de Sitim aparece en la Biblia al este del Jordán 12, ya en territorio moabita. Algunos comentaristas prefieren traducir valle de las acacias, y buscan su localización en la zona esteparia del Araba, en la depresión que desciende desde el mar Muerto al golfo elanítico.
En contrapartida a las bendiciones de que gozará Judá, sus enemigos tradicionales, como Egipto y Edom, sufrirán los rigores de la ira divina, pues sus tierras se convertirán en desolado desierto (v.19). Y la razón de este castigo especial para estas dos naciones estriba en que se han ensañado con los judíos, derramando sangre inocente, después de la catástrofe del 586 a.C. Yahvé no puede dejar impune tales crímenes (v.21). Es el Dios de la justicia, y, como tal, castiga al culpable y salva al inocente.
1 El tráfico de esclavos es reprochado reiteradamente a Tiro en los profetas (cf. Amo_1:9; Eze_27:13; 1Ma_3:41; 2 Mac 8.11). 2 Cf. 1Re_10:2.10; Jer_6:20. 3 La valle de palabra hebrea jarus, que hemos traducido por juicio o decisión (los LXX: en el vane ,áï la victoria), es traducida por algunos: del machucamiento. Pues jarus en Isa_27:27; Amo_1:3, significa el instrumento que utiliza el agricultor para batir el trigo. 4 Cf. Sal_2:9. 5 Mat_11:29. 6 Jua_3:17; Jua_12:47; 1Re_3:18. 7 La expresión Yahvé ruge desde Sión aparece literalmente en Amo_1:2. 8 Cf. ZacQ.8; Isa_51:23. 9 En Amo_9:13 encontramos, más o menos, las mismas expresiones sobre la abundancia edénica de los tiempos mesiánicos. 10 Cf. Eze_47:1. 11 Zac_14:8. 12 Cf. Num_25:1; Jos_2:1; Diq 6:5; Num_33:49.