Levítico 1 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 17 versitos |
1 Llamó Yahvé a Moisés y le habló desde el tabernáculo de la reunión, diciendo:
2 “Habla a los hijos de Israel y diles: Quien de vosotros ofreciera a Yahvé una ofrenda de reses, ofrecerá ganado mayor o ganado menor.
3 Si su ofrenda es de holocausto de ganado mayor, será de un macho inmaculado; lo traerá a la puerta del tabernáculo del testimonio, para que sea grato a Yahvé;"
4 pondrá su mano sobre la cabeza de la víctima, y será aceptada ésta para expiación suya,
5 e inmolará la res ante Yahvé. Los sacerdotes, hijos de Aarón, llevarán la sangre y la derramarán en torno al altar que está a la entrada del tabernáculo de la reunión.
6 Desollarán el holocausto y lo descuartizarán.
7 Los hijos del sacerdote Aarón pondrán fuego en el altar y dispondrán la leña sobre el fuego,
8 y ordenarán sobre ella los trozos con la cabeza y lo pegado al hígado,
9 las entrañas y las patas, lavadas antes en agua, y todo lo quemará el sacerdote sobre el altar. Es holocausto, ofrenda encendida de suave olor a Yahvé.
10 Si la ofrenda es de ganado menor, holocausto de oveja o de cabra, ofrecerá un macho inmaculado,
11 y lo inmolará al lado del altar que mira al norte ante Yahvé; y los sacerdotes, hijos de Aarón, derramarán la sangre en torno del altar."
12 Lo descuartizarán, y con la cabeza y el sebo lo dispondrá el sacerdote sobre la leña encendida del altar.
13 Las entrañas y las patas se lavarán en agua, y todo lo quemará el sacerdote sobre el altar. Es holocausto, ofrenda encendida de suave olor a Yahvé.
14 Si la ofrenda a Yahvé fuere un holocausto de aves, ofrecerá tórtolas o pichones.
15 El sacerdote llevará la víctima al altar y, quitándole la cabeza, la quemará en el altar; la sangre la dejará correr sobre un lado del altar;"
16 los intestinos con sus excrementos los tirará junto al altar, al lado de oriente, en el lugar donde se echa la ceniza.
17 Le romperá las alas, y sin separarlas del todo, el sacerdote la quemará sobre la leña encendida en el altar. Es holocausto, ofrenda encendida de suave olor a Yahvé.”

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Introducción a Levítico

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Levítico.
Introducción.

Nombre.
Este libro se llama Levítico (del gr. Ëåíåéôéêüí) porque trata principalmente de los deberes y derechos de los pertenecientes a la tribu de Leví. Como los otros libros del Pentateuco, en la Biblia hebraica éste se denomina por las primeras palabras del TM: Wayyiqra (y llamó). Trata sobre todo del ritual del culto divino en el santuario.

División y Contenido.
La idea central de este libro es la santidad de Dios, lo que exige un estado ritual y moral de santidad por parte de sus ministros. Podemos distinguir las siguientes secciones: a) leyes sobre los sacrificios (1-7); b) consagración de los sacerdotes (8-10); c) leyes sobre las purificaciones rituales (11-16); d) leyes de santidad (17-26); e) votos y diezmos (27).
Integran, pues, el libro textos casi exclusivamente legislativos. Todas estas secciones van presididas por la idea de la santidad de Yahvé, que debe comunicarse de algún modo al pueblo de Israel, y particularmente a sus sacerdotes. Esto aparece de un modo particular en la sección llamada código de santidad (17-26). La primera parte (1-7) se refiere a los sacrificios y ofrendas de los fieles y al modo de ofrecerlos por los sacerdotes. Los sacrificios se dividen en: i) holocausto (óllah) : se quema toda la víctima en el altar (1:3-17); 2) oblaciones (minjah) (2:1-16): ofrendas de flor de harina, incienso y aceite, como complemento de los sacrificios; 3) sacrificios pacíficos (selem) (3:1-17): se quemaban las partes grasas en el altar; 4) sacrificio por el pecado (jattah) (4:1-5:13), y por el delito (asam). Ambos son sacrificios expiatorios por faltas cometidas (5:14-6:7). La sección segunda, sobre la consagración de Aarón y sus hijos, es de carácter histórico-ritual (8-10). Los c.11-16 tratan de las impurezas legales contrarias a la santidad exigida a los israelitas como pueblo de Dios.
De aquí se deduce que nos hallamos ante una serie de colecciones de leyes que han sido compiladas después de haber tenido vida aparte en la tradición.

Composición del libro.
La crítica independiente niega todo origen mosaico a esta legislación levítica, y supone que es obra de una escuela sacerdotal influenciada por la personalidad de Ezequiel en los tiempos del destierro babilónico. Aquí sus principales ingredientes:
a) Ley de santidad (H: Heiligkeitgesetz), que comprende los capítulos 17-26. Se llama así porque predomina la idea de santidad. Constituye un código independiente, como el código de la alianza en el Éxodo y el Deuteronomio. Los tres comienzan por leyes sobre los lugares de sacrificio, y se terminan por una exhortación y una conclusión: Estos son los estatutos... que Yahvé establece entre El y los hijos de Israel en el monte del Sinaí por medio de Moisés.1 Pero este código de santidad asimismo está compuesto por elementos originariamente diversos, compilados por un redactor que a su vez es anterior al propiamente sacerdotal. Como no se destaca la persona del sumo sacerdote como jefe supremo de la jerarquía sacerdotal, su composición sería poco posterior al Deuteronomio, hacia el siglo VI. Puesto que son muchas las semejanzas con los textos de Ezequiel, no pocos autores suponen que éste es el autor de la ley de santidad2. Pero también se han hecho notar las discrepancias, y por eso muchos creen que no se pueden identificar los autores de ambas legislaciones3, y en general se supone que la ley de santidad es anterior a Ezequiel.
b) Ley de los sacrificios (1-7). Esta colección parece interrumpir la legislación de Ex 25-40 y Lev 8s. Se supone que es obra de los sacerdotes del templo de Jerusalén.
c) Ley de la pureza ritual (11-15). Se considera también fuera de contexto, intercalándose indebidamente entre el c.10 y el c.16, que parecen literariamente complementarios.
d) Ley sobre el día de la Expiación (c.16). Este ritual debía de formar parte de los elementos secundarios, ya que no aparece en tiempos de Ezequiel.
e) Ley sobre los votos y diezmos (c.27). Tiene manifiesto carácter de apéndice y parece adición reciente al código sacerdotal.
f) Consagración de los sacerdotes (8-10). Forma parte del escrito fundamental, siendo la continuación de Ex 40, ya que Lev 8 es el cumplimiento de las órdenes dadas en Ex 39·
Tales son los diversos elementos del Levítico que han sido incorporados texto del Pentateuco. Esta fusión debió de tener lugar en tiempos de Esdras (s.V a.C.). De este modo, el Levítico aparece como el libro religioso del Templo, a la vez ritual y manual de piedad, guía de los fieles y de los sacerdotes en sus relaciones con la Divinidad; elaborado en el curso de los siglos, habría recogido, adaptado y agrupado un conjunto de prescripciones, unas más antiguas, otras más recientes, pero que la piedad judía las hacía remontar sin distinción a Moisés.4
Como se ve, los críticos acatólicos niegan toda paternidad mosaica a la legislación levítica, ya que toda es de la época del exilio, o inmediatamente antes o después. Esta se considera como el término de un proceso evolutivo de las legislaciones elementales del Éxodo (código de la alianza: c.20-23) y del Deuteronomio. De este modo, las grandes instituciones cultuales (santuario, sacerdocio, sacrificios y fiestas) están sometidas a este proceso evolutivo histó-rico-legislativo.
Los autores Ortodoxos mantenienen la autenticidad mosaica de la legislación levítica, conforme a las afirmaciones de la tradición judeo-cristiana. Es la aplicación a un caso concreto de la solución al problema general de la autenticidad mosaica del Pentateuco.
La ley levítica es la condensación de la vida cultual de Israel desde Moisés hasta el fin del exilio de Babilonia; codificada muchas veces y elaborada según las necesidades, esta legislación fue, finalmente, recopilada por la mano de los sacerdotes para servir a su propia justificación.10 Es preciso admitir una tradición sinaítica que sirva de base a los desarrollos posteriores, pero no podemos concebir que la legislación mosaica primitiva haya permanecido como esquema muerto en las nuevas vicisitudes de la vida nacional11. Así, pues, debemos mantener el origen mosaico de las principales instituciones sacerdotales12. Cazelles resume así el problema: El autor ha recogido muchos textos antiguos que se ha contentado con completar, por ejemplo, sobreponiendo a un viejo ritual de purificación una liturgia nueva, inspirada en un concepto muy elaborado del pecado contra la Ley. Esta síntesis es mosaica en su fondo religioso..., pero sería difícil atribuir su redacción a Moisés. Supone un largo contacto con los cananeos y una sedentarización prolongada, que ha hecho de las fiestas agrícolas la base del ciclo litúrgico. La civilización es urbana bajo muchos aspectos. El material cultual que admite no corresponde al que nos dan a conocer los libros históricos y profetices que han precedido a Ezequiel... Se han hecho valer todavía muchas otras razones que impiden fechar esta síntesis antes del destierro, y se han subrayado desde hace tiempo numerosos puntos de contacto que presenta con Ezequiel. Pero ¿son posteriores todos los elementos de esta síntesis al gran profeta del destierro? Es muy improbable... La ley de santidad parece ser una codificación de los últimos tiempos de la monarquía, análoga en muchos puntos al Deuteronomio... Las demás leyes son más difíciles de fechar; con todo, la crítica está unánime en considerarlas como posteriores, y ciertos indicios hacen creer que su redacción es más tardía que la Torah de Ezequiel (40-48). En todo caso, cualquiera que sea su fecha de composición, estas síntesis particulares y la síntesis general del Levítico han sido hechas con un espíritu conservador, por espíritus conservadores, más solícitos de describir la costumbre preexílica que de reformarla. Querían mantener las antiguas usanzas y han dado la prioridad a los datos, en particular a las nociones de la lección divina, de Ley revelada y de pecado contra los mandamientos divinos, de modo que es en verdad del espíritu mosaico.13

Doctrina Religiosa.
Se ha supuesto por los críticos independientes que esta legislación levítica representa un estadio inferior religioso respecto del mensaje profetice, ya que los elementos éticos de la predicación de los profetas son sustituidos por un formalismo cultualista que degenará en las concepciones farisaicas de los tiempos de Cristo. Es el estadio del nomismo, que se presenta como sucedáneo del profetismo cuando la virtualidad ascendente de la religión de Israel había agotado su contenido. Pero esta suposición no es exacta, ya que la legislación ritual del Levítico supone el contenido dogmático y moral de la religión mosaica, si bien en razón de los destinatarios los sacerdotes, encargados del santuario se centra la atención en torno a sus deberes cultuales, lo que implica una serie de privilegios muy en consonancia con la concepción teocrática de la vida en Israel. Como los profetas no insistían en los deberes cultuales del pueblo, porque existía una clase sacerdotal encargada de urgirlos, así aquí el legislador se preocupa sólo en este libro de la legislación relativa al culto, presuponiendo la exposición de las verdades religiosas y éticas en los libros anteriores, como el Deuteronomio.
Toda la legislación levítica tiene por base la concepción de la santidad de Yahvé, que exige santificación en los que a El se acercan y en el pueblo israelita en general: Sed santos como yo soy santo, yo, Yahvé.14 No puede darse formulación más solemne sobre los altísimos destinos de la nación israelita. Como colectividad estaba consagrada a Yahvé, pues era su primogénito.15 y su reino sacerdotal.16 Esta condición especialísima de Israel exigía que no podía comportarse como las demás naciones17, sino que tenía que santificarse con los preceptos de Yahvé18. Y dentro de la comunidad israelita, los pertenecientes a la clase sacerdotal están particularmente obligados a vivir en una atmósfera de santidad ritual y moral19, ya que aquélla no tiene más finalidad que fomentar ésta. Aunque las prescripciones levíticas se deban muchas veces a un derecho consuetudinario anterior al propio Moisés, como la distinción entre animales puros e impuros, sin embargo, el legislador les da un nuevo sentido religioso conforme a la mentalidad de su época. Todos los formalismos legales, que ahora a nosotros se nos antojan irracionales, eran para el legislador hebraico un medio de fomentar la idea de la santidad de Yahvé y de su pueblo20. El legislador quería crear en Israel una conciencia de nación sacerdotal, de un pueblo que debía vivir aislado de los gentiles para no contaminarse y perder su misión histórica en los planes divinos.
Por otra parte, no debe olvidarse que en la legislación levítica hay prescripciones de índole netamente moral: deberes para con el prójimo y prohibiciones del robo, la mentira, el fraude21. Se recalcan los deberes para con los padres22, los ancianos23, los enfermos24, y se prohibe terminantemente el rencor y odio al prójimo25. Incluso se ordena un trato de amor y benevolencia hacia el extranjero, como si fuera un israelita26. Nos encontramos, pues, aquí con un código moral muy alto, digno de la mejor tradición profética y deuteronómica, lo que prueba que es falsa la acusación de un exclusivo nomismo formalista lanzada contra la legislación levítica27.
Los sacrificios tienen una finalidad exclusivamente religiosa. Para el semita son la mejor muestra de adoración y entrega a Dios28. Los sacrificios hebreos están llenos de sentido religioso: adoración, reconocimiento por los beneficios, sentido de expiación y de súplica29. Por eso, la vida de culto a base de sacrificios debía ser fuente de vida religiosa y moral para el pueblo. Ciertamente que todo esto degeneró, y gran parte de los oferentes limitaban sus acciones a un puro formalismo, sin sentido de entrega del corazón a Dios, manifestada en el cumplimiento de sus preceptos30. Contra este puro formalismo predican los profetas: Yo amo la piedad y no los sacrificios;31 pero es que los actos de culto eran entonces una caricatura de la finalidad de los mismos.
Vemos, pues, que la legislación levítica está penetrada de un gran sentido religioso y ético de la vida que no desmerece de la tradición profética: Del conjunto de estas consideraciones sobre la santidad y los sacrificios levíticos se desprende el valor religioso del tercer libro del Pentateuco, harto frecuentemente desconocido o singularmente disminuido por la crítica moderna. Sus instituciones y sus prescripciones no son sencillamente la expresión de un ceremonialismo y de un formalismo estrechos; no ignoran las exigencias de una conciencia religiosa; por esta razón, lo mismo que las apremiantes exhortaciones del Deuteronomio o los oráculos inflamados de los profetas, tendrán ellas su parte en la formación de la conciencia del pueblo judío y en la salvaguarda de su vida religiosa, muy en particular de su fe monoteística, de la que constituyen de alguna manera la protección exterior contra las influencias paganas. Si este papel bienhechor de la legislación levítica ha sido sobre todo decisivo en los tiempos que siguieron al destierro, no lo fue menos real en los tiempos que precedieron; y si, al declinar de la historia judía, la Ley llegó a ser una carga demasiado pesada, es porque la casuística farisaica la había sobrecargado con todas las adiciones de su exégesis oral y la había hecho desviar de su verdadero sentido. Este papel, sin embargo, no podía menos de ser transitorio. San Pablo lo ha caracterizado bien cuando decía a los gálatas: La Ley ha sido nuestro pedagogo hasta Cristo...32 Lo fue por la disciplina severa que impuso al pueblo judío con miras a conservarle la fe en el verdadero Dios y por la absoluta sumisión a la voluntad divina que reclamaba.33

1 Lev 26:46. 2 Semejanzas: Lev 17:10 y Ez 14:8; Lev 17:13 y Ez 24:7; Lev 17:12 y Ez 22:10; 11; Lev 19:13 y Ez 18:7; 12; 16; Lev 19:15 y Ez 22:18; 8; Lev 19:36 y Ez 45:10; Lev 21:1b-3 y Ez 44:25; Lev 21:5 y Ez 44:20; Lev 2:2:8 y Ez 44:31; Lev 22:15 y Ez 22:26; Lev 25:36-37 y Ez 18:8, etc. Véase A. Clamer, Lévitique (La Sainte Bible) (París 1946) 10. 3 Discrepancias: Ez no menciona el sacrificio cotidiano o perpetuo, ni el cordero pascual, ni la fiesta de las trompetas ni la de Pentecostés, ni el rito del día de la Expiación, ni se menciona al sumo sacerdote. En Ez 44:22 se prohibe a los sacerdotes que se casen con viudas, mientras que en Lev 21:13-15 pueden casarse con una viuda honesta. En cambio, el sumo sacerdote tiene que casarse con una virgen. 4 A. Clamer, o.c., 12. 5 M. J. Lagrange, Les sources du Pentateuque: RB (1898) 21. 6 Prat, La Loi de Mo'ise, ses progrés: Études, 77 (1898),48. 7 Durand, L'état présent des études bibliques en France: Études, 90. 8 Hummelauer, Com. in Deuteron. (París 1901) 79. 9 EB n.177- 10 W. Stoderl, Das Gesetz Israels nach Inhalt und'Ursprung (Marienbad 1933) 11 Cf. J. Coppens, L'histoire cirtique de l'A.T. II; id., Les orientations nouvelles: NKIh (1938) 670-674- 12 A. Clamer, o.c., 16. 13 H. Cazelles, Le Lévitique (Bible de Jérusalem) 15-18. 14 Lev 19:2; 20:26; 21:8. 15 Ex 4:22. 16 Ex 19:6. 17 Lev 20:24; 26. 18 Lev 20:8; 21:8; 22:32. 19 Lev 21:23; 22:9; 16. 20 Cf. M. J. Lagrange, Études sur les religions sémitiques 146-147. 21 Lev 19:11; 35; 36. 22 Lev 19:3. 23 Lev 19:14. 24 Lev 19:14. 25 Lev 19:17-18. 26 Lev 19:33-34 27 Se proclama la necesidad de la entrega del corazón a Dios: Lev 19:4; 12; 24. 28 Cf. Lagrange, o.c., 268. 29 Cf, Tomás de Aquino, 1-2 q.8s a. 2. 30 Cf. Am 5:22; Os 8:13; Jer 5:20. 31 Os 6:6. 32 Gál 3:24. 33 H. Cazelles, Le Lévitique (La Bible de Jérusalem) 26.


Leyes Sobre los Sacrificios.
Después de hablar de la erección del tabernáculo, sigue la legislación relativa a la vida litúrgica, y en primer lugar la relativa a los sacrificios, que son el acto central de culto del sacerdocio del Antiguo Testamento. Ya hemos visto algunas regulaciones particulares sobre los sacrificios1, pero ahora llega el momento de hacer una exposición detallada y completa de sus diversas clases y ritual.
Debe notarse el modo con que se dan las leyes, siempre dentro de la concepción estrictamente teocrática, de forma que se prescinde de las causas segundas. Por ello, las fórmulas estereotipadas Dios habló o dijo a Moisés han de entenderse en sentido amplio, de una asistencia divina al legislador para compilar, adaptar y aun establecer nuevas leyes. Rara vez ha de entenderse en el sentido estricto de revelación nueva concreta.
Los sacrificios son divididos en cinco categorías: a) holocaustos (c.1); b) oblaciones (c.2); c) sacrificios pacíficos (c.3); d) sacrificios por el pecado (c.4-5); e) los sacrificios por el delito (5:14-6:7).
La fuente de esta legislación suele ser la sacerdotal. Los críticos acatólicos han pretendido negar la autenticidad total mosaica de este minucioso ritual, suponiendo que es obra de un autor posterior al exilio babilónico de la escuela de Ezequiel. Pero hemos de notar que ya Amos en el siglo VIII habla de las diversas clases de sacrificios según el orden aquí establecido2.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Levítico 1,1-17

1. Los Holocaustos.
1Llamó Yahvé a Moisés y le habló desde el tabernáculo de la reunión, diciendo: 2Habla a los hijos de Israel y diles: Quien de vosotros ofreciera a Yahvé una ofrenda de reses, ofrecerá ganado mayor o ganado menor. 3Si su ofrenda es de holocausto de ganado mayor, será de un macho inmaculado; lo traerá a la puerta del tabernáculo del testimonio, para que sea grato a Yahvé; 4pondrá su mano sobre la cabeza de la víctima, y será aceptada ésta para expiación suya, 5e inmolará la res ante Yahvé. Los sacerdotes, hijos de Aarón, llevarán la sangre y la derramarán en torno al altar que está a la entrada del tabernáculo de la reunión. 6Desollarán el holocausto y lo descuartizarán. 7Los hijos del sacerdote Aarón pondrán fuego en el altar y dispondrán la leña sobre el fuego, 8y ordenarán sobre ella los trozos con la cabeza y lo pegado al hígado, 9las entrañas y las patas, lavadas antes en agua, y todo lo quemará el sacerdote sobre el altar. Es holocausto, ofrenda encendida de suave olor a Yahvé. 10Si la ofrenda es de ganado menor, holocausto de oveja o de cabra, ofrecerá un macho inmaculado, 11y lo inmolará al lado del altar que mira al norte ante Yahvé; y los sacerdotes, hijos de Aarón, derramarán la sangre en torno del altar. 12Lo descuartizarán, y con la cabeza y el sebo lo dispondrá el sacerdote sobre la leña encendida del altar. 13Las entrañas y las patas se lavarán en agua, y todo lo quemará el sacerdote sobre el altar. Es holocausto, ofrenda encendida de suave olor a Yahvé. 14Si la ofrenda a Yahvé fuere un holocausto de aves, ofrecerá tórtolas o pichones. 15El sacerdote llevará la víctima al altar y, quitándole la cabeza, la quemará en el altar; la sangre la dejará correr sobre un lado del altar; 16los intestinos con sus excrementos los tirará junto al altar, al lado de oriente, en el lugar donde se echa la ceniza. 17Le romperá las alas, y sin separarlas del todo, el sacerdote la quemará sobre la leña encendida en el altar. Es holocausto, ofrenda encendida de suave olor a Yahvé.

Las ofrendas (en heb. aramaizado qorban, lit. lo que se acerca al altar, de qrb, acercar)3 tienen que ser de animales domésticos, que pertenezcan en propiedad al oferente: ganado bovino, ovino, caprino y ciertas aves. No se admiten como ofrendas las fieras o animales salvajes, como gacelas (muy usuales en los sacrificios asirios), ni los peces.
Los holocaustos (v.3) eran los sacrificios por excelencia. Como su nombre indica (üëïí, todo; êáßù, quemar), las víctimas ofrecidas en holocausto se quemaban totalmente sobre el altar. En hebreo este tipo de sacrificio se llama Oláh (de la raíz 'aíah, levantar), cuya radical parece aludir al acto de ser levantada la víctima al altar para el sacrificio4. Se dice de esta clase de ofrenda que era de suave olor a Yahvé (v.9), porque implicaba la entrega total de la voluntad del oferente, ya que no se reservaba nada para su uso de la víctima como en los otros sacrificios. Por eso se le llama algunas veces el sacrificio total (kalil)5. Es el reconocimiento solemne de la soberanía de Dios sobre una cosa, ya que se la inutiliza en su honor. Este tipo de sacrificios es conocido en la época patriarcal6 y es el fundamental del culto levítico. Los ritos esenciales en la inmolación de cuadrúpedos, según la legislación levítica, eran: la presentación de la víctima al altar, la imposición de las manos sobre ella del oferente, la inmolación, la aspersión del altar con la sangre, el desollamiento de la víctima, la descuartización de la misma, poniendo aparte las partes grasas; la colocación de las piezas sobre el altar, el lavamiento de las visceras y, por fin, la combustión sobre el altar. Los actos relacionados directamente con el altar estaban reservados a los sacerdotes, mientras que los otros son cumplidos por los oferentes, aunque, a través de los siglos, los sacerdotes se han reservado actos que primitivamente estaban permitidos a los laicos.7
El ceremonial era distinto si la víctima sacrificada era del ganado mayor o bovino, del ganado menor, ovino o caprino, o un ave. En el primer caso, que constituía el sacrificio más solemne, la víctima debía ser un macho inmaculado, es decir, sin defecto corporal alguno. El oferente lo traerá a la puerta del tabernáculo para que sea grato a Yahvé, pondrá sus manos sobre la cabeza de la víctima y será aceptada ésta para expiación suya; e inmolará la res ante Yahvé. Los sacerdotes, hijos de Aarón, llevarán la sangre y la derramarán en torno del altar que está a la entrada del tabernáculo de la reunión. Desollarán el holocausto y lo descuartizarán. Los hijos del sacerdote Aarón pondrán fuego en el altar y dispondrán la leña sobre el fuego y ordenarán sobre ella los trozos con la cabeza y lo pegado al hígado, las entrañas y las patas, lavadas antes en agua, y todo lo quemará el sacerdote sobre el altar. Es holocausto, ofrenda encendida de suave olor a Yahvé (v.9).
Son de notar en esta descripción las partes que el ritual deja al oferente y las que reserva a los sacerdotes. El oferente presenta la víctima, le impone las manos sobre la cabeza y la degüella. La imposición de las manos, que puede tener muchos sentidos, aquí significa la transmisión de sus poderes para representarlo. La ofrenda significa el ánimo del donante, su devoción; la sangre de la víctima, que va a ser inmolada, y en la cual está la vida, representa la vida misma de quien la ofrece. Recordemos a este propósito el juicio del Salvador sobre los que ofrecían sus dones para el tesoro del templo8.
La función del sacerdote comienza al recoger la sangre y derramarla en torno del altar; luego, preparar la víctima para disponerla sobre el altar y velar sobre ella hasta que quede totalmente consumida por el fuego. Era éste el reconocimiento más perfecto de la soberanía de Dios, el acto latréutico por excelencia. La piel quedaba para el sacerdote como emolumento por su ministerio.
La víctima más valiosa era el novillo; por eso estaba reservada a los sacrificios por la comunidad9, por los príncipes de la familia real10, para la consagración de los levitas11, y raramente aparece en los sacrificios privados.
La imposición de las manos aparece en diferentes sacrificios12. El sentido exacto es muy discutido. Entre los romanos, la manu-missio indicaba la renuncia al derecho de posesión. Parece que en el sacrificio hebraico sobresale la idea de solidaridad del oferente con la víctima, que es su sustituto ante Yahvé. Esto se ve claro en el rito del sacrificio por el pecado, pues en éste la víctima sufre la pena por los pecados del oferente, y lo mismo en el sacrificio de expiación, en el que la víctima macho cabrío emisario lleva los pecados de Israel13.
En la inmolación, la sangre vehículo de la vida 14 es la ofrenda por excelencia a la divinidad. En los sacrificios de holocausto y pacíficos era derramada al pie del altar, y en los expiatorios era aspersionada, No es sólo el don de la sangre y de la vida de la víctima inmolada, sino el don mismo de la sangre y de la vida del oferente, lo que es simbolizado por la efusión y la ofrenda de la sangre de la víctima a Dios, pues esta sangre expía en vez del alma15, y, como en las alianzas entre semitas, selladas por la sangre, se crea un lazo de unión íntimo entre el Señor y el fiel, garantía de la benevolencia divina.16
La piel de la víctima del holocausto pertenecía al sacerdote que ofrecía el sacrificio 17, pero era quemada con la víctima en el sacrificio por el pecado,18 en el sacrificio para la consagración de los sacerdotes19 y en el rito de la vaca roja20.
Debían consumirse por el fuego las diversas partes, incluso la cabeza excluida en los sacrificios egipcios 21 y la grasa que recubre las entrañas, porque era como el bocado más exquisito, y, por tanto, era reservado a Dios y prohibido a los israelitas22.
El holocausto de ganado menor era igual al precedente. También debía ser la víctima un macho y sin defecto. Para apreciar el sentido religioso de esta circunstancia no hay sino acudir al profeta Malaquías, que reprende a los sacerdotes por su descuido en esta parte. Era una señal de su poca estima por el culto divino y por Aquel a quien se rendía ese culto23.
No se menciona en el ritual de este holocausto la imposición de las manos ni el despellejamiento de la víctima, aunque han de suponerse. El lugar de la inmolación debe ser en el lado norte del altar (v.11), porque parece era el espacio libre para ello, pues al este estaban las cenizas (v.16), al oeste el pilón de bronce para las abluciones24, y al sur era la subida al altar. No parece, pues, que haya alusión a la idea de que la divinidad habita hacia el septentrión25.
El holocausto de las aves se hacía en forma análoga, pero el texto no dice nada acerca del sexo de la víctima. La razón de este detalle parece obvia, ya que no es un detalle tan fácil de apreciar como en los otros animales.
Como la ofrenda de las aves no aparece en el v.2 entre las autorizadas, se ha pensado que los v.14-17 serían una adición posterior, impuesta por el uso en beneficio de los pobres, pues a éstos se les autoriza expresamente la ofrenda de estas víctimas en caso de que no puedan presentar cosas de mayor valía26.
En los monumentos egipcios aparecen las ofrendas de aves acuáticas27. Las palomas eran animal sagrado entre los fenicios y sirios.
En Núm c.28-29 se detallan los diversos holocaustos que debían ofrecerse cada año por la salud del pueblo. Como antes indicamos, el holocausto era el rito central de culto levítico. Se ofrecía cada día, por la mañana y por la tarde, un cordero; era el sacrificio tamid o perpetuo. En el sábado se inmolaban dos corderos en vez de uno, y en las principales fiestas del año (Pascua, Pentecostés y Tabernáculos) y en las neomenias o principios de mes se ofrecían otros holocaustos. Por aquí se echará de ver que el templo en ciertos días se convertiría en un verdadero macelo, que requeriría, además, una enorme cantidad de leña para la combustión de tanta carne, cuyo olor, que sería grato al Señor por la intención con que se hacía, debía ser menos grato al olfato de quienes no estaban hechos a vivir en medio de aquella humareda. Se comprende por aquí el problema que planteaba a muchos Padres, hechos al culto espiritualista del cristianismo, la consideración de aquellas carnicerías, que tan poco se diferenciaban de las que veían en los grandes templos paganos.
¿Por qué Dios prescribió estos sacrificios? ¿No sería que más bien los toleraría por pura condescendencia con las costumbres de los hebreos, para apartarlos de la idolatría? Tal es la sentencia de Agustín de Hipona y de algunos Padres griegos. Es una de tantas condescendencias de Dios, que, como sabio pedagogo, aprovechó la mentalidad primitivista de los hebreos, adoptando sus ritos y costumbres y adaptándoles a un nuevo sentido religioso monoteísta. Es el caso de la adopción del rito de la circuncisión y de otras leyes sociales y rituales. Siempre el misterio de los caminos de la Providencia en la historia, que no violenta la naturaleza sino en casos excepcionales.
A estos holocaustos, que formaban la parte principal del culto de la nación, hay que añadir los que la ley imponía a los particulares, como a los sacerdotes en su consagración, y los que voluntariamente ofrecían los fieles. Los autores sagrados se complacen en describirnos las grandes hecatombes que a veces se ofrecían a Yahvé, como la ofrecida por la asamblea del pueblo reunida por David en Jerusalén poco antes de su muerte. En ella ofrecieron a Yahvé en holocausto mil becerros, mil carneros, mil corderos con sus libaciones y muchos sacrificios pacíficos por la salud de todo Israel, y comieron y bebieron ante Yahvé aquel día con gran gozo.28 Naturalmente, las cifras son hiperbólicas y no hay que entenderlas al pie de la letra. Siempre la imaginación de los orientales desorbita y agranda los hechos.
En la época de los reyes parece natural que fueran los que proveyeran al culto del templo. Después, en la época persa29, como en la helenística30, los mismos reyes gentiles atendían a esta necesidad, esperando con ello alcanzar las gracias del Dios de los judíos. Su concepto de la divinidad no les impedía rendir culto a otros dioses fuera de los suyos nacionales. Pero esto no era seguro, y Nehemías impuso a todos los israelitas el tributo de un tercio de siclo para el sostenimiento del culto31. El profeta Ezequiel, describiéndonos la futura restauración gloriosa de Israel, dice que será cuenta del príncipe proveer de víctimas para el holocausto, la ofrenda y la libación en las fiestas, en los novilunios, en los sábados, en todas las solemnidades de la casa de Israel32.
Los profetas han proclamado, por encima de los sacrificios rituales, la necesidad de la obediencia a Dios y la de atender a las necesidades de los desvalidos, como el huérfano, el pobre y la viuda. No es aceptable a Yahvé el sacrificio con las manos manchadas. Para ellos, los valores éticos están por encima de los puramente rituales33. Esto no quiere decir que sean enemigos de los sacrificios cuando se ofrezcan con las debidas disposiciones morales. Isaías es tajante al respecto: ¿A mi qué, dice Yahvé, toda la muchedumbre de vuestros sacrificios? Harto estoy de holocaustos de carneros, del sebo de vuestros bueyes cebados; no quiero sangre de toros, ni de ovejas, ni de machos cabríos. ¿Quién os pide esto a vosotros, cuando venís a presentaros ante mí hollando mis atrios? No me traigáis más esas vanas ofrendas. El incienso me es abominable..., las fiestas con crimen me son insoportables...34
Algunos Padres de la Igledia enseñan que el holocausto es la figura del sacrificio de Cristo35, que los ha sustituido definitivamente. Es la afirmación clara del autor de la Epístola a los Hebreos: No os habéis complacido ni en los holocaustos ni en los sacrificios por el pecado; entonces yo dije: Heme aquí, ¡oh Dios!, para hacer tu voluntad.36 Es la nueva Ley, que sustituye y eleva la antigua; la nueva economía de salvación sobreponiéndose a la antigua, como etapa definitiva en los planes divinos de redención de la humanidad.

1 Exo_28:29. 2 Cf. Amo_5:21-22. Véase E. Mangenot, L''authenticité mosaique du Pentateuque (París 1907) p.257 3 Los LXX traducen por ????? (don). La palabra qorban es aramaica. En heb. ofrenda se dice minjah. Qorban aparece en Lev, Núm, Ez, Neh y Me 7:11. 4 Cf. Lev_14:20; Jue_6:26 : sacrificar equivale a levantar la víctima. 5 Cf. 1Sa_7:9. 6 Cf. Gen_8:20; Gen_22:13. 7 A. Clamer, Lévitique (La Sainte Bible) (París 1946) p.30, 8 Me 12:45. 9 Núm c.28-29. 10 Núm_7:15. 11 Num_8:12. 12 En los holocaustos: Exo_29:15; Lev_8:18; en los sacrificios pacíficos: Lev_3:2; Lev_8:13; en el sacrificio por el pecado: Lev_4:4; Lev_4:15; Lev_4:24; Lev_8:14. 13 Cf. A. Médébielle, L'expiation dans l'Ancien Testament et le ? . ?. ? (Roma 1924) P.147s. 14 La vida está en la sangre (Gen_9:4). 15 Lev_17:11 (traducción de los LXX). 16 A. Clamer, o.c., p.32. 17 Lev_7:8. 18 Lev_4:11; Lev_16:27. 19 Lev_8:17; Lev_9:11. 20 Num_19:5. 21 Herod., II 39. 22 Lev_7:23; Lev_7:25. 23 Mal 1:6s. 24 Exo_30:17; Exo_40:30. 25 Isa_14:13; Eze_1:4; Sal_48:3 26 Cf. Lev_5:7; Lev_12:8; Lev_14:22; Lev_14:30. 27 Cf. Ancessi, L'égypte et Moïse p.1 13-134, citado por A. Clamer, o.c., p.35. 28 1Cr_29:31. 29 Esd_7:17. 30 2Ma_9:16; 2Ma_13:16. 31 Neh_17:24. 32 Eze_45:17. 33 Cf. Isa_1:11-12; Sal_40:7-9. 34 Cf. Isa_1:11-12. 35 1-2 q.102 3.3. 36 Heb_10:6-8. Véase Holocauste en DB III 734