Levítico 10 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 20 versitos |
1 Los hijos de Aarón, Nadab y Abiú, tomaron cada uno un incensario y, poniendo fuego en ellos y echando incienso, presentaron ante Yahvé un fuego extraño, cosa que no les había sido ordenada.
2 Entonces salió ante Yahvé un fuego que los abrasó, y murieron ante Yahvé.
3 Dijo Moisés a Aarón: “Esto es lo que declaró Yahvé al decir: Yo me mostraré santo en aquellos que se me acercan y glorificado ante el pueblo todo.” Aarón calló.
4 Moisés llamó a Misael y a Elisafán, hijos de Uziel, tío de Aarón, y les dijo: “Acercaos y llevad a vuestros hermanos lejos del santuario, fuera del campamento.”
5 Ellos se acercaron y los llevaron con sus túnicas fuera del campamento, como se lo había mandado Moisés.
6 Moisés dijo a Aarón, a Eleazar y a Itamar, hijos de Aarón: “No desnudéis vuestras cabezas ni rasguéis vuestras vestiduras, no sea que muráis y se irrite Yahvé contra toda la asamblea. Que vuestros hermanos, toda la casa de Israel, lloren el incendio que ha encendido Yahvé.
7 Vosotros no salgáis del tabernáculo de la reunión, no sea que muráis, porque lleváis sobre vosotros el óleo de la unción de Yahvé.” Ellos hicieron lo que Moisés les mandaba.
8 Yahvé habló a Aarón, diciendo:
9 “No beberás vino ni bebida alguna inebriante, tú ni tus hijos, cuando hayáis de entrar en el tabernáculo de la reunión, no sea que muráis. Es ley perpetua entre tus descendientes,
10 para que sepáis discernir entre lo santo y lo profano, lo puro y lo impuro,
11 y enseñar a los hijos de Israel todas las leyes que por medio de Moisés les ha dado Yahvé.”
12 Moisés dijo a Aarón, a Eleazar y a Itamar, los dos hijos que le quedaban a Aarón: “Tomad lo que resta de las ofrendas de combustión, las ofrendas a Yahvé, y comedio sin levadura cerca del altar, pues es cosa santísima.
13 Lo comeréis en lugar santo. Es tu derecho y el derecho de tus hijos sobre las ofrendas hechas a Yahvé, como me lo ha sido ordenado.
14 Comeréis en lugar puro, tú y tus hijos y tus hijas, el pecho balanceado y el pernil elevado, porque estos trozos se te dan como derecho tuyo y de tus hijos sobre los sacrificios pacíficos de los hijos de Israel.
15 El pernil de elevación y el pecho de balanceo, que con el sebo destinado al fuego se presenta a Yahvé para hacer la ofrenda, a ti y a tus hijos os pertenecen por ley perpetua, como lo ha mandado Yahvé.”
16 Moisés preguntó por el macho cabrío que había sido sacrificado por el pecado, y se encontró con que había sido quemado; y airado contra Eleazar e Itamar, los hijos de Aarón que quedaban, les dijo:"
17 “¿Por qué no habéis comido la víctima por el pecado en el lugar santo? Es cosa santísima, y Yahvé os lo ha dado para que llevéis vosotros la iniquidad de la asamblea y os hagáis por ella expiación ante Yahvé;"
18 mas no habiendo sido llevada la sangre dentro del santuario, debíais haber comido la carne en lugar santo, como lo he mandado.”
19 Aarón dijo a Moisés: “Hoy se han ofrecido ante Yahvé la víctima por el pecado y el holocausto, y me ha pasado esto. ¿Podía comer hoy la víctima por el pecado? ¿Habría sido esto grato a Yahvé?”
20 Oyólo Moisés y se dio por satisfecho.

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Introducción a Levítico

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Levítico.
Introducción.

Nombre.
Este libro se llama Levítico (del gr. Ëåíåéôéêüí) porque trata principalmente de los deberes y derechos de los pertenecientes a la tribu de Leví. Como los otros libros del Pentateuco, en la Biblia hebraica éste se denomina por las primeras palabras del TM: Wayyiqra (y llamó). Trata sobre todo del ritual del culto divino en el santuario.

División y Contenido.
La idea central de este libro es la santidad de Dios, lo que exige un estado ritual y moral de santidad por parte de sus ministros. Podemos distinguir las siguientes secciones: a) leyes sobre los sacrificios (1-7); b) consagración de los sacerdotes (8-10); c) leyes sobre las purificaciones rituales (11-16); d) leyes de santidad (17-26); e) votos y diezmos (27).
Integran, pues, el libro textos casi exclusivamente legislativos. Todas estas secciones van presididas por la idea de la santidad de Yahvé, que debe comunicarse de algún modo al pueblo de Israel, y particularmente a sus sacerdotes. Esto aparece de un modo particular en la sección llamada código de santidad (17-26). La primera parte (1-7) se refiere a los sacrificios y ofrendas de los fieles y al modo de ofrecerlos por los sacerdotes. Los sacrificios se dividen en: i) holocausto (óllah) : se quema toda la víctima en el altar (1:3-17); 2) oblaciones (minjah) (2:1-16): ofrendas de flor de harina, incienso y aceite, como complemento de los sacrificios; 3) sacrificios pacíficos (selem) (3:1-17): se quemaban las partes grasas en el altar; 4) sacrificio por el pecado (jattah) (4:1-5:13), y por el delito (asam). Ambos son sacrificios expiatorios por faltas cometidas (5:14-6:7). La sección segunda, sobre la consagración de Aarón y sus hijos, es de carácter histórico-ritual (8-10). Los c.11-16 tratan de las impurezas legales contrarias a la santidad exigida a los israelitas como pueblo de Dios.
De aquí se deduce que nos hallamos ante una serie de colecciones de leyes que han sido compiladas después de haber tenido vida aparte en la tradición.

Composición del libro.
La crítica independiente niega todo origen mosaico a esta legislación levítica, y supone que es obra de una escuela sacerdotal influenciada por la personalidad de Ezequiel en los tiempos del destierro babilónico. Aquí sus principales ingredientes:
a) Ley de santidad (H: Heiligkeitgesetz), que comprende los capítulos 17-26. Se llama así porque predomina la idea de santidad. Constituye un código independiente, como el código de la alianza en el Éxodo y el Deuteronomio. Los tres comienzan por leyes sobre los lugares de sacrificio, y se terminan por una exhortación y una conclusión: Estos son los estatutos... que Yahvé establece entre El y los hijos de Israel en el monte del Sinaí por medio de Moisés.1 Pero este código de santidad asimismo está compuesto por elementos originariamente diversos, compilados por un redactor que a su vez es anterior al propiamente sacerdotal. Como no se destaca la persona del sumo sacerdote como jefe supremo de la jerarquía sacerdotal, su composición sería poco posterior al Deuteronomio, hacia el siglo VI. Puesto que son muchas las semejanzas con los textos de Ezequiel, no pocos autores suponen que éste es el autor de la ley de santidad2. Pero también se han hecho notar las discrepancias, y por eso muchos creen que no se pueden identificar los autores de ambas legislaciones3, y en general se supone que la ley de santidad es anterior a Ezequiel.
b) Ley de los sacrificios (1-7). Esta colección parece interrumpir la legislación de Ex 25-40 y Lev 8s. Se supone que es obra de los sacerdotes del templo de Jerusalén.
c) Ley de la pureza ritual (11-15). Se considera también fuera de contexto, intercalándose indebidamente entre el c.10 y el c.16, que parecen literariamente complementarios.
d) Ley sobre el día de la Expiación (c.16). Este ritual debía de formar parte de los elementos secundarios, ya que no aparece en tiempos de Ezequiel.
e) Ley sobre los votos y diezmos (c.27). Tiene manifiesto carácter de apéndice y parece adición reciente al código sacerdotal.
f) Consagración de los sacerdotes (8-10). Forma parte del escrito fundamental, siendo la continuación de Ex 40, ya que Lev 8 es el cumplimiento de las órdenes dadas en Ex 39·
Tales son los diversos elementos del Levítico que han sido incorporados texto del Pentateuco. Esta fusión debió de tener lugar en tiempos de Esdras (s.V a.C.). De este modo, el Levítico aparece como el libro religioso del Templo, a la vez ritual y manual de piedad, guía de los fieles y de los sacerdotes en sus relaciones con la Divinidad; elaborado en el curso de los siglos, habría recogido, adaptado y agrupado un conjunto de prescripciones, unas más antiguas, otras más recientes, pero que la piedad judía las hacía remontar sin distinción a Moisés.4
Como se ve, los críticos acatólicos niegan toda paternidad mosaica a la legislación levítica, ya que toda es de la época del exilio, o inmediatamente antes o después. Esta se considera como el término de un proceso evolutivo de las legislaciones elementales del Éxodo (código de la alianza: c.20-23) y del Deuteronomio. De este modo, las grandes instituciones cultuales (santuario, sacerdocio, sacrificios y fiestas) están sometidas a este proceso evolutivo histó-rico-legislativo.
Los autores Ortodoxos mantenienen la autenticidad mosaica de la legislación levítica, conforme a las afirmaciones de la tradición judeo-cristiana. Es la aplicación a un caso concreto de la solución al problema general de la autenticidad mosaica del Pentateuco.
La ley levítica es la condensación de la vida cultual de Israel desde Moisés hasta el fin del exilio de Babilonia; codificada muchas veces y elaborada según las necesidades, esta legislación fue, finalmente, recopilada por la mano de los sacerdotes para servir a su propia justificación.10 Es preciso admitir una tradición sinaítica que sirva de base a los desarrollos posteriores, pero no podemos concebir que la legislación mosaica primitiva haya permanecido como esquema muerto en las nuevas vicisitudes de la vida nacional11. Así, pues, debemos mantener el origen mosaico de las principales instituciones sacerdotales12. Cazelles resume así el problema: El autor ha recogido muchos textos antiguos que se ha contentado con completar, por ejemplo, sobreponiendo a un viejo ritual de purificación una liturgia nueva, inspirada en un concepto muy elaborado del pecado contra la Ley. Esta síntesis es mosaica en su fondo religioso..., pero sería difícil atribuir su redacción a Moisés. Supone un largo contacto con los cananeos y una sedentarización prolongada, que ha hecho de las fiestas agrícolas la base del ciclo litúrgico. La civilización es urbana bajo muchos aspectos. El material cultual que admite no corresponde al que nos dan a conocer los libros históricos y profetices que han precedido a Ezequiel... Se han hecho valer todavía muchas otras razones que impiden fechar esta síntesis antes del destierro, y se han subrayado desde hace tiempo numerosos puntos de contacto que presenta con Ezequiel. Pero ¿son posteriores todos los elementos de esta síntesis al gran profeta del destierro? Es muy improbable... La ley de santidad parece ser una codificación de los últimos tiempos de la monarquía, análoga en muchos puntos al Deuteronomio... Las demás leyes son más difíciles de fechar; con todo, la crítica está unánime en considerarlas como posteriores, y ciertos indicios hacen creer que su redacción es más tardía que la Torah de Ezequiel (40-48). En todo caso, cualquiera que sea su fecha de composición, estas síntesis particulares y la síntesis general del Levítico han sido hechas con un espíritu conservador, por espíritus conservadores, más solícitos de describir la costumbre preexílica que de reformarla. Querían mantener las antiguas usanzas y han dado la prioridad a los datos, en particular a las nociones de la lección divina, de Ley revelada y de pecado contra los mandamientos divinos, de modo que es en verdad del espíritu mosaico.13

Doctrina Religiosa.
Se ha supuesto por los críticos independientes que esta legislación levítica representa un estadio inferior religioso respecto del mensaje profetice, ya que los elementos éticos de la predicación de los profetas son sustituidos por un formalismo cultualista que degenará en las concepciones farisaicas de los tiempos de Cristo. Es el estadio del nomismo, que se presenta como sucedáneo del profetismo cuando la virtualidad ascendente de la religión de Israel había agotado su contenido. Pero esta suposición no es exacta, ya que la legislación ritual del Levítico supone el contenido dogmático y moral de la religión mosaica, si bien en razón de los destinatarios los sacerdotes, encargados del santuario se centra la atención en torno a sus deberes cultuales, lo que implica una serie de privilegios muy en consonancia con la concepción teocrática de la vida en Israel. Como los profetas no insistían en los deberes cultuales del pueblo, porque existía una clase sacerdotal encargada de urgirlos, así aquí el legislador se preocupa sólo en este libro de la legislación relativa al culto, presuponiendo la exposición de las verdades religiosas y éticas en los libros anteriores, como el Deuteronomio.
Toda la legislación levítica tiene por base la concepción de la santidad de Yahvé, que exige santificación en los que a El se acercan y en el pueblo israelita en general: Sed santos como yo soy santo, yo, Yahvé.14 No puede darse formulación más solemne sobre los altísimos destinos de la nación israelita. Como colectividad estaba consagrada a Yahvé, pues era su primogénito.15 y su reino sacerdotal.16 Esta condición especialísima de Israel exigía que no podía comportarse como las demás naciones17, sino que tenía que santificarse con los preceptos de Yahvé18. Y dentro de la comunidad israelita, los pertenecientes a la clase sacerdotal están particularmente obligados a vivir en una atmósfera de santidad ritual y moral19, ya que aquélla no tiene más finalidad que fomentar ésta. Aunque las prescripciones levíticas se deban muchas veces a un derecho consuetudinario anterior al propio Moisés, como la distinción entre animales puros e impuros, sin embargo, el legislador les da un nuevo sentido religioso conforme a la mentalidad de su época. Todos los formalismos legales, que ahora a nosotros se nos antojan irracionales, eran para el legislador hebraico un medio de fomentar la idea de la santidad de Yahvé y de su pueblo20. El legislador quería crear en Israel una conciencia de nación sacerdotal, de un pueblo que debía vivir aislado de los gentiles para no contaminarse y perder su misión histórica en los planes divinos.
Por otra parte, no debe olvidarse que en la legislación levítica hay prescripciones de índole netamente moral: deberes para con el prójimo y prohibiciones del robo, la mentira, el fraude21. Se recalcan los deberes para con los padres22, los ancianos23, los enfermos24, y se prohibe terminantemente el rencor y odio al prójimo25. Incluso se ordena un trato de amor y benevolencia hacia el extranjero, como si fuera un israelita26. Nos encontramos, pues, aquí con un código moral muy alto, digno de la mejor tradición profética y deuteronómica, lo que prueba que es falsa la acusación de un exclusivo nomismo formalista lanzada contra la legislación levítica27.
Los sacrificios tienen una finalidad exclusivamente religiosa. Para el semita son la mejor muestra de adoración y entrega a Dios28. Los sacrificios hebreos están llenos de sentido religioso: adoración, reconocimiento por los beneficios, sentido de expiación y de súplica29. Por eso, la vida de culto a base de sacrificios debía ser fuente de vida religiosa y moral para el pueblo. Ciertamente que todo esto degeneró, y gran parte de los oferentes limitaban sus acciones a un puro formalismo, sin sentido de entrega del corazón a Dios, manifestada en el cumplimiento de sus preceptos30. Contra este puro formalismo predican los profetas: Yo amo la piedad y no los sacrificios;31 pero es que los actos de culto eran entonces una caricatura de la finalidad de los mismos.
Vemos, pues, que la legislación levítica está penetrada de un gran sentido religioso y ético de la vida que no desmerece de la tradición profética: Del conjunto de estas consideraciones sobre la santidad y los sacrificios levíticos se desprende el valor religioso del tercer libro del Pentateuco, harto frecuentemente desconocido o singularmente disminuido por la crítica moderna. Sus instituciones y sus prescripciones no son sencillamente la expresión de un ceremonialismo y de un formalismo estrechos; no ignoran las exigencias de una conciencia religiosa; por esta razón, lo mismo que las apremiantes exhortaciones del Deuteronomio o los oráculos inflamados de los profetas, tendrán ellas su parte en la formación de la conciencia del pueblo judío y en la salvaguarda de su vida religiosa, muy en particular de su fe monoteística, de la que constituyen de alguna manera la protección exterior contra las influencias paganas. Si este papel bienhechor de la legislación levítica ha sido sobre todo decisivo en los tiempos que siguieron al destierro, no lo fue menos real en los tiempos que precedieron; y si, al declinar de la historia judía, la Ley llegó a ser una carga demasiado pesada, es porque la casuística farisaica la había sobrecargado con todas las adiciones de su exégesis oral y la había hecho desviar de su verdadero sentido. Este papel, sin embargo, no podía menos de ser transitorio. San Pablo lo ha caracterizado bien cuando decía a los gálatas: La Ley ha sido nuestro pedagogo hasta Cristo...32 Lo fue por la disciplina severa que impuso al pueblo judío con miras a conservarle la fe en el verdadero Dios y por la absoluta sumisión a la voluntad divina que reclamaba.33

1 Lev 26:46. 2 Semejanzas: Lev 17:10 y Ez 14:8; Lev 17:13 y Ez 24:7; Lev 17:12 y Ez 22:10; 11; Lev 19:13 y Ez 18:7; 12; 16; Lev 19:15 y Ez 22:18; 8; Lev 19:36 y Ez 45:10; Lev 21:1b-3 y Ez 44:25; Lev 21:5 y Ez 44:20; Lev 2:2:8 y Ez 44:31; Lev 22:15 y Ez 22:26; Lev 25:36-37 y Ez 18:8, etc. Véase A. Clamer, Lévitique (La Sainte Bible) (París 1946) 10. 3 Discrepancias: Ez no menciona el sacrificio cotidiano o perpetuo, ni el cordero pascual, ni la fiesta de las trompetas ni la de Pentecostés, ni el rito del día de la Expiación, ni se menciona al sumo sacerdote. En Ez 44:22 se prohibe a los sacerdotes que se casen con viudas, mientras que en Lev 21:13-15 pueden casarse con una viuda honesta. En cambio, el sumo sacerdote tiene que casarse con una virgen. 4 A. Clamer, o.c., 12. 5 M. J. Lagrange, Les sources du Pentateuque: RB (1898) 21. 6 Prat, La Loi de Mo'ise, ses progrés: Études, 77 (1898),48. 7 Durand, L'état présent des études bibliques en France: Études, 90. 8 Hummelauer, Com. in Deuteron. (París 1901) 79. 9 EB n.177- 10 W. Stoderl, Das Gesetz Israels nach Inhalt und'Ursprung (Marienbad 1933) 11 Cf. J. Coppens, L'histoire cirtique de l'A.T. II; id., Les orientations nouvelles: NKIh (1938) 670-674- 12 A. Clamer, o.c., 16. 13 H. Cazelles, Le Lévitique (Bible de Jérusalem) 15-18. 14 Lev 19:2; 20:26; 21:8. 15 Ex 4:22. 16 Ex 19:6. 17 Lev 20:24; 26. 18 Lev 20:8; 21:8; 22:32. 19 Lev 21:23; 22:9; 16. 20 Cf. M. J. Lagrange, Études sur les religions sémitiques 146-147. 21 Lev 19:11; 35; 36. 22 Lev 19:3. 23 Lev 19:14. 24 Lev 19:14. 25 Lev 19:17-18. 26 Lev 19:33-34 27 Se proclama la necesidad de la entrega del corazón a Dios: Lev 19:4; 12; 24. 28 Cf. Lagrange, o.c., 268. 29 Cf, Tomás de Aquino, 1-2 q.8s a. 2. 30 Cf. Am 5:22; Os 8:13; Jer 5:20. 31 Os 6:6. 32 Gál 3:24. 33 H. Cazelles, Le Lévitique (La Bible de Jérusalem) 26.


Leyes Sobre los Sacrificios.
Después de hablar de la erección del tabernáculo, sigue la legislación relativa a la vida litúrgica, y en primer lugar la relativa a los sacrificios, que son el acto central de culto del sacerdocio del Antiguo Testamento. Ya hemos visto algunas regulaciones particulares sobre los sacrificios1, pero ahora llega el momento de hacer una exposición detallada y completa de sus diversas clases y ritual.
Debe notarse el modo con que se dan las leyes, siempre dentro de la concepción estrictamente teocrática, de forma que se prescinde de las causas segundas. Por ello, las fórmulas estereotipadas Dios habló o dijo a Moisés han de entenderse en sentido amplio, de una asistencia divina al legislador para compilar, adaptar y aun establecer nuevas leyes. Rara vez ha de entenderse en el sentido estricto de revelación nueva concreta.
Los sacrificios son divididos en cinco categorías: a) holocaustos (c.1); b) oblaciones (c.2); c) sacrificios pacíficos (c.3); d) sacrificios por el pecado (c.4-5); e) los sacrificios por el delito (5:14-6:7).
La fuente de esta legislación suele ser la sacerdotal. Los críticos acatólicos han pretendido negar la autenticidad total mosaica de este minucioso ritual, suponiendo que es obra de un autor posterior al exilio babilónico de la escuela de Ezequiel. Pero hemos de notar que ya Amos en el siglo VIII habla de las diversas clases de sacrificios según el orden aquí establecido2.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Levítico 10,1-20

10. Legislaciones Complementarias.

Nadab y Abiú, Hijos de Aarón, Consumidos por el Fuego (1-7).
1Los hijos de Aarón, Nadab y Abiú, tomaron cada uno un incensario y, poniendo fuego en ellos y echando incienso, presentaron ante Yahvé un fuego extraño, cosa que no les había sido ordenada. 2Entonces salió ante Yahvé un fuego que los abrasó, y murieron ante Yahvé. 3Dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que declaró Yahvé al decir: Yo me mostraré santo en aquellos que se me acercan y glorificado ante el pueblo todo. Aarón calló. 4Moisés llamó a Misael y a Elisafán, hijos de Uziel, tío de Aarón, y les dijo: Acercaos y llevad a vuestros hermanos lejos del santuario, fuera del campamento. 5Ellos se acercaron y los llevaron con sus túnicas fuera del campamento, como se lo había mandado Moisés. 6Moisés dijo a Aarón, a Eleazar y a Itamar, hijos de Aarón: No desnudéis vuestras cabezas ni rasguéis vuestras vestiduras, no sea que muráis y se irrite Yahvé contra toda la asamblea. Que vuestros hermanos, toda la casa de Israel, lloren el incendio que ha encendido Yahvé. 7Vosotros no salgáis del tabernáculo de la reunión, no sea que muráis, porque lleváis sobre vosotros el óleo de la unción de Yahvé. Ellos hicieron lo que Moisés les mandaba.

Dos puntos abarca este capítulo: el accidente ocurrido a los hijos de Aarón por su negligencia en un acto cultual (v.1-7) y, como consecuencia, las normas impuestas a los sacerdotes (v.8-20).
No está del todo claro en qué consistió el pecado de los sacerdotes Nadab y Abiú. Según el sentido obvio del texto, sería el haber ofrecido a Yahvé el incienso con fuego profano, o sea, no tomado del altar, en que se había de conservar perpetuamente el fuego sagrado. Esta infracción de las normas rituales atraería sobre los dos nuevos sacerdotes la ira de Dios. La lección de este accidente era clara: la estima en que se han de tener las normas del culto. A nosotros nos cuesta concebir tales hechos, pero conviene advertir que esta concepción se ajusta bien al modo de los antiguos. Precisamente, una de las razones del sacerdocio profesional era la necesidad de observar con puntualidad los ritos por gentes entrenadas. Es una lección para el futuro, pues Yahvé se muestra muy exigente en sus relaciones con los miembros del nuevo sacerdocio. Moisés, ante el hecho de la muerte súbita de los dos, se acuerda de una palabra de Yahvé: Yo me mostraré santo en aquellos que se me acerquen y glorificado ante el pueblo todo (v.3). Estas palabras recuerdan las de Exo_19:22, y su sentido parece ser que Dios es extremadamente escrupuloso en las exigencias rituales, destinadas a destacar su pureza y santidad, y, por tanto, no se le puede tratar como un profano, ofreciéndole cosas no santificadas, y por otra parte será glorificado ante el pueblo todo, es decir, mostrará su gloria castigando implacablemente a los infractores, para que el pueblo se percate de su poder y santidad. Aarón, consternado, se calló y no se atrevió a protestar del castigo divino. Moisés mandó a los hermanos o parientes de los difuntos que llevaran los cadáveres de éstos fuera del santuario y campamento, para no contaminarlo, como se hacía con todos los muertos. Y en nombre de Dios prohíbe a Aarón y a sus hijos supervivientes, Eleazar e Itamar, hacer señales de duelo: no desnudéis vuestras cabezas ni rasguéis vuestras vestiduras (v.6). Como sacerdotes, deben aceptar sin duelo la desgracia, ya que deben conformarse en todo con la voluntad divina, tan claramente manifestada. Sólo se permite que el pueblo laico, la casa de Israel, manifieste su duelo por la tragedia en signo de solidaridad social (v.6). Esta prohibición, pues, tiene por finalidad expresar que los consagrados a Dios deben anteponer los intereses del culto a los familiares y sentimentales. Y por ello, a la vez que el sacerdocio es una dignidad superior, es también una carga, ya que se exige una moral superior.

Prohibición de Bebidas Inebriantes y los Sacerdotes(8-11).
8Yahvé habló a Aarón, diciendo: 9No beberás vino ni bebida alguna inebriante, tú ni tus hijos, cuando hayáis de entrar en el tabernáculo de la reunión, no sea que muráis. Es ley perpetua entre tus descendientes, 10para que sepáis discernir entre lo santo y lo profano, lo puro y lo impuro, 11y enseñar a los hijos de Israel todas las leyes que por medio de Moisés les ha dado Yahvé.

Con esta ocasión, el autor sagrado inserta las normas que han de observar los sacerdotes para ajustarse a las exigencias de su oficio santo, atendida la santidad de Yahvé, la de su morada y del culto divino. Cuando Isaías oyó que los serafines aclamaban la santidad de Yahvé y que el mismo templo se tambaleaba, también él creyó morir, por hallarse manchado con sus propios pecados y contaminado con los pecados del pueblo1. Yahvé mismo dice al pueblo escogido: Sed santos, porque santo soy yo, que os santifico.2 Mucho más conviene esto a los sacerdotes, que viven en el lugar santo, entre las cosas santas y ejerciendo ministerios santos. Hasta los tiempos son santos, y es grave obligación respetar su santidad bajo la pena de incurrir en la cólera de Dios. Como se ve, esta santidad ritual es algo material. La rudeza del hombre antiguo y del hebreo en particular se revela especialmente en estas concepciones. Los profetas van poco a poco enseñando a Israel una santidad más alta, preparando los caminos de Aquel que dijo: El Padre es espíritu, y los que le adoran, en espíritu y en verdad le deben adorar.3 Pero, a pesar de las enseñanzas de los profetas, aquellas concepciones materiales, lejos de mejorar, empeoraron, como se echa de ver en los Evangelios. Particularmente en lo tocante a la santidad del sábado, que hasta con las curaciones milagrosas obradas por el Salvador lo creían profanado. Y en la santidad del templo no eran menos extremados. Una inscripción puesta en el muro de separación entre el atrio de Israel y el de los gentiles amenazaba a éstos con la muerte si se atrevían a poner pie en el sitio vedado4.
En esta perícopa se prohibe el vino y bebidas alcohólicas mientras estaban en servicio en el templo. Algunos creen que está desplazada, mientras que no faltan quienes creen ver aquí una clara ilación lógica con lo anterior, suponiendo que Nadab y Abiú hicieron el acto negligente de culto en un estado semiinconsciente como consecuencia de las bebidas habidas con motivo del banquete que seguiría a su consagración. La palabra hebrea sekhar (LXX: óßêåñá) designa propiamente toda clase de bebida fermentada, ya sea procedente de la cebada, de uvas, de dátiles y otros frutos de los que se extraían. Era preciso que los que ejerciesen el culto tuvieran toda la lucidez para discernir lo santo de lo profano, lo puro de lo impuro, y enseñar a los hijos de Israel todas las leyes de Yahvé (v.io-n). Aquí se trata de la distinción de los días, cosas, lugares santos, y de la pureza de los animales y de las personas. Esta prohibición de bebidas alcohólicas a los sacerdotes se encuentra también en otros pueblos antiguos fuera de Israel.

Participación de los Sacerdotes en las Ofrendas (12-15).
12Moisés dijo a Aarón, a Eleazar y a Itamar, los dos hijos que le quedaban a Aarón: Tomad lo que resta de las ofrendas de combustión, las ofrendas a Yahvé, y comedio sin levadura cerca del altar, pues es cosa santísima. 13Lo comeréis en lugar santo. Es tu derecho y el derecho de tus hijos sobre las ofrendas hechas a Yahvé, como me lo ha sido ordenado. 14Comeréis en lugar puro, tú y tus hijos y tus hijas, el pecho balanceado y el pernil elevado, porque estos trozos se te dan como derecho tuyo y de tus hijos sobre los sacrificios pacíficos de los hijos de Israel. 15El pernil de elevación y el pecho de balanceo, que con el sebo destinado al fuego se presenta a Yahvé para hacer la ofrenda, a ti y a tus hijos os pertenecen por ley perpetua, como lo ha mandado Yahvé.

Se repite la ley sobre lo que pertenece a los sacerdotes de los sacrificios pacíficos. En todo caso deben tomarlo en lugar santo, pues es cosa santísima (v.12). Y esto lo mismo respecto de las oblaciones de harina y aceite5 que del pernil de elevación y del pecho balanceado6.

Los Restos del Sacrificio por el Pecado (16-20).
16Moisés preguntó por el macho cabrío que había sido sacrificado por el pecado, y se encontró con que había sido quemado; y airado contra Eleazar e Itamar, los hijos de Aarón que quedaban, les dijo: 17¿Por qué no habéis comido la víctima por el pecado en el lugar santo? Es cosa santísima, y Yahvé os lo ha dado para que llevéis vosotros la iniquidad de la asamblea y os hagáis por ella expiación ante Yahvé; 18mas no habiendo sido llevada la sangre dentro del santuario, debíais haber comido la carne en lugar santo, como lo he mandado. 19Aarón dijo a Moisés: Hoy se han ofrecido ante Yahvé la víctima por el pecado y el holocausto, y me ha pasado esto. ¿Podía comer hoy la víctima por el pecado? ¿Habría sido esto grato a Yahvé? 20Oyólo Moisés y se dio por satisfecho.

Después de haber determinado la parte de los sacerdotes en los sacrificios pacíficos, Moisés quiere recordar los derechos de los mismos en los expiatorios por el pecado; pero se encuentra con que la víctima había sido quemada totalmente en contra de lo prescrito. Irritado, protestó ante Aarón por la infracción de la ley, y éste se excusó diciendo que sus hijos, bajo la impresión de la muerte de sus hermanos, no se atrevieron a comer la parte de la víctima expiatoria por creerse no suficientemente purificados. En el rito expiatorio, los sacerdotes debían comer parte de la víctima sacrificada por el pecado del pueblo, simbolizando con ello la manducación de los pecados del mismo pueblo pecador. Era cosa santísima. Moisés creyó ver en la conducta de los hijos de Aarón una negligencia y aun desprecio, pero se conformó con la explicación de Aarón (v.20).

Observaciones Generales Sobre el Sacerdocio.
1. El Sacerdocio Primitivo En Israel. En los orígenes, la dignidad sacerdotal iba vinculada a la autoridad familiar o social. Esta era la ley general en la antigüedad. Abraham, lo mismo que sus hijos Isaac y Jacob, ofrecían ellos sacrificios a Yahvé allí donde la providencia de Dios los llevaba. Moisés se valió de unos jóvenes para ofrecer las víctimas con que se había de solemnizar el pacto entre Dios y el pueblo, aunque el verdadero sacerdote en aquel caso fue Moisés, y estos jóvenes no cumplieron más que el duro ministerio de preparar el altar y degollar las víctimas. En la historia siguiente de Israel podemos notar que todavía se sigue esta costumbre. Samuel, que era profeta, pero de origen efrateo, como su padre, levantó un altar en Rama7, y en él, como en Masfa8, en Gálgala9 y Belén10, ofrecía sacrificios, de cuya legitimidad nadie puede dudar. En la traslación del arca también dice el texto que el rey David ofrecía sacrificios11, y en la dedicación del templo, Salomón ejerció el sacerdocio, pronunciando la que podemos decir oración consecratoria12. Y no contamos lo que se refiere de Ajaz13 y de Azarías14, por cuanto el texto sagrado nos lo presenta como infracciones de la ley entonces vigente.
En las grandes naciones, sin embargo, echamos de ver la existencia de un sacerdocio profesional. El ritual solía ser complicado, y la obligación de atenerse a él escrupulosamente era rigurosa, lo que exigía el exacto conocimiento del mismo. El acercarse a la divinidad exigía también la observancia de muchas reglas de santidad, que un rey no podía siempre observar. Los dioses querían, además, un sacerdocio exclusivamente consagrado a su servicio. Todas estas razones se juntaban en Israel en favor de la institución de un sacerdocio totalmente dado al servicio de Yahvé.
2. El Sacerdocio Levítico. Según la historia del Génesis, Leví es uno de los hijos de Jacob, habido de su mujer Lía, de la cual se escribe que, al darle a luz, dijo: Ahora sí que mi marido se pegara a mí, pues le he parido tres hijos. Y le llamó Leví15. Al comenzar su narración, el éxodo nos habla de un hombre de la casa de Leví, cuya mujer era del mismo linaje16. Estos fueron los padres de Moisés. Andando los años, cuando éste ofrecía dificultades para aceptar la misión que Yahvé quería encomendarle, oyó de Dios estas palabras: ¿No tienes a tu hermano Aarón el levita? Parece que estas palabras no significan la familia de Aarón, pues la de Moisés no era distinta. Han de significar un oficio religioso, al que Aarón estaba ya consagrado y de donde tomaba ese nombre. Esto nos explicaría el sentido del episodio de Exo_32:25ss, cuando Moisés, al ver la prevaricación del pueblo con el becerro, grita: ¡ A mí los de Yahvé!, y todos los hijos de Leví se reunieron en torno de él, que les dijo: Así habla Yahvé, Dios de Israel: Cíñase cada uno su espada sobre su muslo; pasad y recorred el campamento de una a otra puerta y mate cada uno a su hermano, a su amigo, a su deudo. Y lo hicieron, siendo el número de los caídos, según el texto, 3.000 hombres. Moisés dijo entonces a los levitas: Hoy os habéis consagrado a Yahvé, haciéndole cada uno oblación del hijo y del hermano; por ello recibiréis hoy bendición. Este hecho nos revela que los levitas estaban especialmente consagrados al culto de Yahvé y que en este momento recibieron una solemne confirmación oficial de su sacerdocio. Un autorizado expositor de la Sagrada Escritura, A. van Hoonacker, se atreve a señalar como causa de esta su devoción por Yahvé la cultura que habían adquirido en Egipto, la cual los habría habilitado para entender mejor las tradiciones religiosas de su nación y las nuevas revelaciones aportadas por Moisés.
Los apéndices del libro de los Jueces nos ofrecen también dos episodios muy significativos. Un individuo de los montes de Efraím llamado Mica fundó en su casa un santuario, instituyendo como ministro de él a un hijo suyo. Pero un joven de Belén de Judá, de nombre Jonatán, levita, saliendo de Belén, se puso a recorrer la tierra para buscar dónde vivir. Llegó a casa de Mica, que le preguntó: ¿De dónde vienes? A lo que el levita contestó: Soy de Belén de Judá y ando a ver si encuentro dónde vivir. Quédate conmigo, le dice Mica, y me servirás de padre y de sacerdote. Te daré diez siclos de plata al año, vestido y comida. Aceptó el levita la propuesta de servirle de sacerdote en el santuario por él fundado, y, muy contento, dijo: Ahora sí que de cierto me favorecerá Yahvé, que tengo por sacerdote a un levita. Poco tiempo después pasan por allí algunos danitas en busca de tierra donde asentar. Al encontrar allí aquel levita, le preguntan por sus ocupaciones y, sabiendo que servía en aquel santuario doméstico, le mandan que consulte a Yahvé sobre el camino que llevan. El levita lo hace y les dice: Id tranquilos; está ante Yahvé el camino que seguís. Días más tarde llegan 600 hombres de la tribu de Dan, los cuales van a conquistar la tierra que los exploradores les habían señalado, y, entrando en casa de Mica, le toman el efod de consultar a Yahvé, los terafim y la estatua chapeada de plata, y obligan al levita a seguirlos, diciéndole: ¿Qué te es mejor, ser sacerdote de la casa de un solo hombre o serlo de una tribu y de una familia de Israel? Alégresele al sacerdote el corazón y, tomando el efod, los terafim y la imagen tallada, se fue con aquella gente.17 Tal fue el origen del santuario de Dan. El capítulo siguiente nos cuenta la suerte desgraciada de otro levita, que también peregrinaba por los montes de Efraím y que, habiendo tomado mujer en Belén de Judá, al pasar por Gueba de Benjamín, fue objeto de la bestial liviandad de sus moradores, dando este suceso origen a la guerra, que estuvo a punto de acabar con la tribu de Benjamín.
El libro de Samuel empieza contándonos la vida religiosa que se desarrollaba en el santuario nacional de Silo, donde ejercía sus funciones Helí el levita con sus hijos18. Poco más tarde vemos el santuario trasladado a Nob, donde, en un arrebato de furor, Saúl hizo dar muerte a setenta sacerdotes, todos levitas, por el crimen de haber consultado a Dios sobre el viaje de David y a ruegos de éste19. El único que de aquella matanza se salvó, Abiatar, corrió al lado de David, a quien servía en el mismo oficio de consultar a Dios (22:20ss). Pero este Abiatar es luego privado del sacerdocio por Salomón y sustituido por Sadoc, también levita, que después preside los servicios religiosos en el templo20.
Esta historia parece responder bien a la bendición de Moisés sobre Leví:

Da a Leví tus tummim
y tus urim al favorito,
a quien probaste en Masa
y con quien contendiste en las aguas de Meribá.
El dijo a su padre:
No te conozco;
y a sus hermanos no consideró,
y desconoció a sus hijos,
por haber guardado tus palabras,
por haber observado tu pacto.
Ellos enseñarán tus juicios a Jacob,
y tu Ley a Israel.
Y pondrán a tus narices el timiama,
y el holocausto en tu altar.
21

El Deuteronomio nos habla con frecuencia de los sacerdotes levitas que andan dispersos por las ciudades de Israel, sin heredad alguna y viviendo de la caridad de sus hermanos, a los cuales el autor los recomienda con mucha insistencia, junto con los demás indigentes, los huérfanos, las viudas y los extranjeros. Veamos una muestra: Los hijos de Israel no ofrecerán sacrificios a Yahvé en cualquier lugar, sino en el único elegido para morar en él su santo nombre. Allí llevaréis todo lo que os mando, vuestros holocaustos, vuestras décimas, las ofrendas elevadas de vuestras manos y la ofrenda escogida de vuestros votos a Yahvé. Allí os regocijaréis en presencia de Yahvé, vuestro Dios, vosotros, vuestros hijos, vuestras hijas, vuestras siervas y vuestros siervos y el levita que está dentro de vuestras puertas, ya que éste no ha recibido parte ni heredad con vosotros.22 Este modo de hablar de los levitas es general en el Deuteronomio23. El único santuario que el Deuteronomio juzga como legítimo está servido por sacerdotes levíticos, de los cuales dice también que no tienen heredad entre sus hermanos y se mantendrán de los sacrificios y ofrendas de los fieles. Y añade: Si un levita sale de alguna de tus ciudades de todo Israel, donde peregrinó, para venir, con todo el deseo de su alma, al lugar que Yahvé elija, ministrará en el nombre de Yahvé, su Dios, como todos sus hermanos los levitas que allí estén delante de Yahvé, y comerá una porción igual a la de los otros, excluyendo a los sacerdotes de los ídolos y a los magos.24 La palabra levita significa aquí, como en todo el libro, un miembro de la tribu consagrada al servicio de Dios, y los sacerdotes no se distinguen de los levitas, pues todos son sacerdotes levitas.
Se explica por aquí la situación precaria de los levitas, obligados por la necesidad a servir en los santuarios que, contra la ley deuteronómica, había en todo Israel. El legislador, mirando a su situación, manda que se los reciba en el santuario nacional, donde los emolumentos debían de ser más abundantes. Entre esos santuarios no faltarían algunos, tal vez muchos, manchados por el culto de los ídolos. A los servidores de ellos se les cierra la puerta del santuario nacional.
Todo esto nos muestra un progreso en la historia del sacerdocio levítico, que comienza por ofrecérsenos consagrado al culto de Yahvé, pero sin posición social, y buscando como mejor puede su modo de vivir. Algunos están al servicio del tabernáculo y del arca, y éstos pasan al templo y logran crecer en importancia, hasta venir a ser los directores de la nación en la época postexílica. El texto emplea también aquí un género literario especial. A fin de realzar a los ojos de sus lectores la dignidad del sacerdocio, que efectivamente remontaba a Moisés, según el éxodo, y acaso más allá de Moisés, nos representa este cuadro de sus' instituciones, cuadro que no responde a lo que fue en los siglos de los jueces, pero sí a los tiempos posteriores. Veremos la confirmación de esto cuando lleguemos a tratar de los medios de vida del sacerdocio levítico y mostremos una vez más la diferencia que existe entre las normas del código y lo que la historia nos dice.

1 Cf. Is 6:1s. 2 Cf. Lev_11:44-45; Lev_19:2; Lev_20:7.26; Lev_21:8. 3Jn_1:2 :24. 4 Cf. Hec_21:275. 5 Cf. 9:17. 6 Sobre el rito del balanceo véase el com. a 9:18-21. 7 1Sa_7:17. 8 1Sa_7:9. 9 1Sa_11:15. 10 1Sa_16:5. 11 2Sa_6:13. 12 1Re_8:22S. 13 2Re_16:10-18. 14 2Cr_26:16-21. 15 Gen_29:34. 16 Exo_2:1. 17 Jue_18:1-29. 18 1Sa_2:11s. 19 1Sa_22:11-19. 20 1Re_2:25-27. 21 Dt 33.8-10. 22 Deu_12:11-12. 23 Deu_12:18s; Deu_14:27; Deu_16:11; Deu_16:14; Deu_26:11s. 24 Deu_18:6-8.