Levítico 13 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 59 versitos |
1 Yahvé habló a Moisés y a Aarón, diciendo:
2 “Cuando tenga uno en la piel de su carne un tumor, sarpullido o mancha blanca que se presente en su piel como la plaga de la lepra, será llevado a Aarón, sacerdote, o a uno de sus hijos, sacerdotes.
3 El sacerdote examinará la plaga de la piel de la carne, y si viere que los pelos de la llaga se han vuelto blancos y que la parte afectada está más hundida que el resto de la piel, es plaga de lepra; y el sacerdote que le haya examinado le declarará impuro."
4 Si tiene sobre la piel de su carne una mancha blanca que no aparece más hundida que el resto de la piel, y el pelo no se ha vuelto blanco, el sacerdote le recluirá durante siete días.
5 El día séptimo le examinará; y si el mal no parece haber cundido ni haberse extendido sobre la piel, le recluirá por segunda vez otros siete días,"
6 y al séptimo día lo examinará nuevamente; si la parte enferma se ha puesto menos brillante y la mancha no se ha extendido sobre la piel, el sacerdote le declarará puro; es una erupción. Lavará sus vestiduras y será puro."
7 Pero si, después de haber sido examinado por el sacerdote y declarado puro, la mancha se extendiere, será llevado a él nuevamente para que le vea;"
8 y si la mancha brillante ha crecido en la piel, le declarará inmundo, que es lepra.
9 Si uno tuviera la plaga de la lepra, será llevado al sacerdote,
10 que le examinará; y si viere éste en la piel un tumor blanco y que se han vuelto blancos los pelos, y en el tumor se nota la carne viva,"
11 será juzgada lepra inveterada en la piel de su carne; y el sacerdote le declarará impuro; no le recluirá, pues es impuro."
12 Pero, si la lepra se ha extendido hasta llegar a cubrir toda la piel del enfermo desde la cabeza hasta los pies, en cuanto a la vista del sacerdote aparece, le examinará;"
13 y si, en efecto, cubre todo su cuerpo, declarará puro al enfermo; pues se ha puesto todo blanco, será puro."
14 Si en el así afectado aparece la carne viva, será impuro,
15 y el sacerdote, al ver la carne viva, le declarará impuro, pues la carne viva es impura, es lepra.
16 Si la carne viva se pone otra vez blanca, se presentará el enfermo al sacerdote,
17 que le examinará; y si la llaga se ha puesto en verdad blanca, el sacerdote le declarará puro; es puro."
18 Cuando uno tenga en su cuerpo, sobre su piel, una úlcera cicatrizada,
19 y apareciere en ella una escamosidad blanca o rojiza, se presentará al sacerdote,
20 quien le examinará. Si la mancha está más hundida que el resto de la piel, y el pelo se ha vuelto blanco, le declarará impuro, es lepra que se ha presentado en la úlcera cicatrizada.
21 Si el color de los pelos no se ha vuelto blanco y la escamosidad rojiza no está más hundida que el resto de la piel, le recluirá por siete días;"
22 y si se ha extendido, le declarará impuro; es lepra;"
23 pero, si está como estaba, sin extenderse la mancha, es la cicatriz de la úlcera, y el sacerdote le declarará puro.
24 Si uno tiene en su cuerpo, en la piel, una quemadura producida por el fuego, y sobre la señal de la quemadura aparece una mancha blanca o de color rojizo,
25 el sacerdote le examinará. Si el pelo se ha vuelto blanco en la mancha y ésta aparece más hundida que el resto de la piel, es lepra que ha brotado en la quemadura; el sacerdote le declarará impuro."
26 Pero, si el sacerdote ve que el pelo de la mancha no se ha vuelto blanco y que ésta no aparece más hundida que el resto de la piel, y fuere de un color suboscuro, le recluirá durante siete días, y después,
27 al séptimo, le examinará. Si la mancha se ha extendido sobre la piel, el sacerdote le declarará impuro; es lepra."
28 Si está como estaba, sin extenderse sobre la piel, y es de color pálido, es la quemadura, y le declarará puro, pues es la cicatriz de la quemadura.
29 Si un hombre o una mujer tuviera una llaga en la cabeza o en la barba,
30 el sacerdote le examinará. Si está más hundida que el resto de la piel, y el pelo se ha vuelto rojizo y más ralo, el sacerdote le declarará impuro; es tina, lepra de la cabeza o de la barba."
31 Pero si la llaga no se ha extendido ni está más hundida que el resto de la piel, y el pelo no está rojizo, recluirá al afectado por siete días,
32 y al séptimo examinará la llaga. Si ésta no se ha extendido y el pelo no ha mudado el color ni está la llaga más hundida que la piel,
33 le hará que se afeite fuera de la parte afectada y le recluirá por siete días,
34 y al séptimo examinará la llaga; si no se ha extendido ni está más hundida que la piel, le declarará puro; el hombre lavará sus vestiduras y será puro."
35 Pero si, después de declarado puro, la llaga se extendiere sobre la piel,
36 le examinará el sacerdote; y si, en efecto, se ha extendido, no hay que mirar si el pelo se ha hecho rojizo; es impuro."
37 Mas, si la llaga no se ha extendido y el pelo está negro, la llaga está curada, es puro, y puro le declarará el sacerdote.
38 Si cualquier hombre o mujer tiene en su piel manchas blancas,
39 el sacerdote le examinará. Si las manchas son de color suboscuro, es empeine que le ha salido a la piel; es puro."
40 Si a uno se le caen los pelos de la cabeza y se queda calvo, es calvicie de atrás; es puro”
41 Si los pelos se le caen a los lados de la cara, es calvicie anterior; es puro."
42 Pero, si en la calva posterior o anterior apareciere llaga de color blanco rojizo, es lepra que ha salido en el occipucio o en el simpudo.
43 El sacerdote le examinará, y si la llaga escamosa es de un blanco rojizo, como el de la lepra en la piel de la carne,
44 es leproso; es impuro, e impuro le declarará el sacerdote, pues es leproso de la cabeza."
45 El leproso, manchado de lepra, llevará rasgadas sus vestiduras, desnuda la cabeza, y cubrirá su barba, e irá clamando: “¡Inmundo, inmundo!”
46 Todo el tiempo que le dure la lepra, será inmundo. Es impuro y habitará solo; fuera del campamento tendrá su morada."
47 Si apareciere mancha de lepra en un vestido, sea de lana, sea de lino,
48 o en hilo de trama o de urdimbre, o en una piel o un objeto cualquiera de cuero;"
49 si la mancha es de color verdoso o rojizo, es plaga de lepra.
50 Se la enseñará al sacerdote, quien después de examinar la mancha encerrará el objeto por siete días.
51 El séptimo examinará de nuevo la mancha; si ésta se ha extendido sobre el vestido, el hilo de trama o de urdimbre, la piel u objeto de cuero, es plaga de lepra tenaz; la cosa es impura."
52 Se quemará el vestido, el hilo de trama o de urdimbre, la piel o el objeto en que se halla la mancha, pues es lepra tenaz; el objeto será quemado al fuego."
53 Pero si la mancha del vestido, de la urdimbre, de la trama o del objeto de cuero no se ha extendido,
54 mandará lavar aquello en que apareció la lepra, y lo encerrará por otros siete días.
55 Si después de lavado ve que la mancha no ha mudado de aspecto, aunque no haya cundido, es inmundo, y se quemará, porque está infectado en el reverso y en el anverso.
56 Pero, si el sacerdote ve que después del lavado la parte manchada ha mudado de color, la arrancará del vestido o del cuero, de la urdimbre o de la trama;"
57 y si después de esto se viera que en el vestido, o en la urdimbre, o en la trama, o en el objeto de cuero cunde todavía la mancha, se quemarán.
58 Pero si después del lavado, en la urdimbre, o la trama, o el objeto de cuero, la mancha ha desaparecido, se lavará otra vez y será puro.
59 Tal es la ley de la lepra del vestido, de lana o lino, de la urdimbre o de la trama y de todo objeto de cuero, para declararlos mundos o inmundos.

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Introducción a Levítico

Times New Roman ;;;; Riched20 5.40.11.2210;
Levítico.
Introducción.

Nombre.
Este libro se llama Levítico (del gr. Ëåíåéôéêüí) porque trata principalmente de los deberes y derechos de los pertenecientes a la tribu de Leví. Como los otros libros del Pentateuco, en la Biblia hebraica éste se denomina por las primeras palabras del TM: Wayyiqra (y llamó). Trata sobre todo del ritual del culto divino en el santuario.

División y Contenido.
La idea central de este libro es la santidad de Dios, lo que exige un estado ritual y moral de santidad por parte de sus ministros. Podemos distinguir las siguientes secciones: a) leyes sobre los sacrificios (1-7); b) consagración de los sacerdotes (8-10); c) leyes sobre las purificaciones rituales (11-16); d) leyes de santidad (17-26); e) votos y diezmos (27).
Integran, pues, el libro textos casi exclusivamente legislativos. Todas estas secciones van presididas por la idea de la santidad de Yahvé, que debe comunicarse de algún modo al pueblo de Israel, y particularmente a sus sacerdotes. Esto aparece de un modo particular en la sección llamada código de santidad (17-26). La primera parte (1-7) se refiere a los sacrificios y ofrendas de los fieles y al modo de ofrecerlos por los sacerdotes. Los sacrificios se dividen en: i) holocausto (óllah) : se quema toda la víctima en el altar (1:3-17); 2) oblaciones (minjah) (2:1-16): ofrendas de flor de harina, incienso y aceite, como complemento de los sacrificios; 3) sacrificios pacíficos (selem) (3:1-17): se quemaban las partes grasas en el altar; 4) sacrificio por el pecado (jattah) (4:1-5:13), y por el delito (asam). Ambos son sacrificios expiatorios por faltas cometidas (5:14-6:7). La sección segunda, sobre la consagración de Aarón y sus hijos, es de carácter histórico-ritual (8-10). Los c.11-16 tratan de las impurezas legales contrarias a la santidad exigida a los israelitas como pueblo de Dios.
De aquí se deduce que nos hallamos ante una serie de colecciones de leyes que han sido compiladas después de haber tenido vida aparte en la tradición.

Composición del libro.
La crítica independiente niega todo origen mosaico a esta legislación levítica, y supone que es obra de una escuela sacerdotal influenciada por la personalidad de Ezequiel en los tiempos del destierro babilónico. Aquí sus principales ingredientes:
a) Ley de santidad (H: Heiligkeitgesetz), que comprende los capítulos 17-26. Se llama así porque predomina la idea de santidad. Constituye un código independiente, como el código de la alianza en el Éxodo y el Deuteronomio. Los tres comienzan por leyes sobre los lugares de sacrificio, y se terminan por una exhortación y una conclusión: Estos son los estatutos... que Yahvé establece entre El y los hijos de Israel en el monte del Sinaí por medio de Moisés.1 Pero este código de santidad asimismo está compuesto por elementos originariamente diversos, compilados por un redactor que a su vez es anterior al propiamente sacerdotal. Como no se destaca la persona del sumo sacerdote como jefe supremo de la jerarquía sacerdotal, su composición sería poco posterior al Deuteronomio, hacia el siglo VI. Puesto que son muchas las semejanzas con los textos de Ezequiel, no pocos autores suponen que éste es el autor de la ley de santidad2. Pero también se han hecho notar las discrepancias, y por eso muchos creen que no se pueden identificar los autores de ambas legislaciones3, y en general se supone que la ley de santidad es anterior a Ezequiel.
b) Ley de los sacrificios (1-7). Esta colección parece interrumpir la legislación de Ex 25-40 y Lev 8s. Se supone que es obra de los sacerdotes del templo de Jerusalén.
c) Ley de la pureza ritual (11-15). Se considera también fuera de contexto, intercalándose indebidamente entre el c.10 y el c.16, que parecen literariamente complementarios.
d) Ley sobre el día de la Expiación (c.16). Este ritual debía de formar parte de los elementos secundarios, ya que no aparece en tiempos de Ezequiel.
e) Ley sobre los votos y diezmos (c.27). Tiene manifiesto carácter de apéndice y parece adición reciente al código sacerdotal.
f) Consagración de los sacerdotes (8-10). Forma parte del escrito fundamental, siendo la continuación de Ex 40, ya que Lev 8 es el cumplimiento de las órdenes dadas en Ex 39·
Tales son los diversos elementos del Levítico que han sido incorporados texto del Pentateuco. Esta fusión debió de tener lugar en tiempos de Esdras (s.V a.C.). De este modo, el Levítico aparece como el libro religioso del Templo, a la vez ritual y manual de piedad, guía de los fieles y de los sacerdotes en sus relaciones con la Divinidad; elaborado en el curso de los siglos, habría recogido, adaptado y agrupado un conjunto de prescripciones, unas más antiguas, otras más recientes, pero que la piedad judía las hacía remontar sin distinción a Moisés.4
Como se ve, los críticos acatólicos niegan toda paternidad mosaica a la legislación levítica, ya que toda es de la época del exilio, o inmediatamente antes o después. Esta se considera como el término de un proceso evolutivo de las legislaciones elementales del Éxodo (código de la alianza: c.20-23) y del Deuteronomio. De este modo, las grandes instituciones cultuales (santuario, sacerdocio, sacrificios y fiestas) están sometidas a este proceso evolutivo histó-rico-legislativo.
Los autores Ortodoxos mantenienen la autenticidad mosaica de la legislación levítica, conforme a las afirmaciones de la tradición judeo-cristiana. Es la aplicación a un caso concreto de la solución al problema general de la autenticidad mosaica del Pentateuco.
La ley levítica es la condensación de la vida cultual de Israel desde Moisés hasta el fin del exilio de Babilonia; codificada muchas veces y elaborada según las necesidades, esta legislación fue, finalmente, recopilada por la mano de los sacerdotes para servir a su propia justificación.10 Es preciso admitir una tradición sinaítica que sirva de base a los desarrollos posteriores, pero no podemos concebir que la legislación mosaica primitiva haya permanecido como esquema muerto en las nuevas vicisitudes de la vida nacional11. Así, pues, debemos mantener el origen mosaico de las principales instituciones sacerdotales12. Cazelles resume así el problema: El autor ha recogido muchos textos antiguos que se ha contentado con completar, por ejemplo, sobreponiendo a un viejo ritual de purificación una liturgia nueva, inspirada en un concepto muy elaborado del pecado contra la Ley. Esta síntesis es mosaica en su fondo religioso..., pero sería difícil atribuir su redacción a Moisés. Supone un largo contacto con los cananeos y una sedentarización prolongada, que ha hecho de las fiestas agrícolas la base del ciclo litúrgico. La civilización es urbana bajo muchos aspectos. El material cultual que admite no corresponde al que nos dan a conocer los libros históricos y profetices que han precedido a Ezequiel... Se han hecho valer todavía muchas otras razones que impiden fechar esta síntesis antes del destierro, y se han subrayado desde hace tiempo numerosos puntos de contacto que presenta con Ezequiel. Pero ¿son posteriores todos los elementos de esta síntesis al gran profeta del destierro? Es muy improbable... La ley de santidad parece ser una codificación de los últimos tiempos de la monarquía, análoga en muchos puntos al Deuteronomio... Las demás leyes son más difíciles de fechar; con todo, la crítica está unánime en considerarlas como posteriores, y ciertos indicios hacen creer que su redacción es más tardía que la Torah de Ezequiel (40-48). En todo caso, cualquiera que sea su fecha de composición, estas síntesis particulares y la síntesis general del Levítico han sido hechas con un espíritu conservador, por espíritus conservadores, más solícitos de describir la costumbre preexílica que de reformarla. Querían mantener las antiguas usanzas y han dado la prioridad a los datos, en particular a las nociones de la lección divina, de Ley revelada y de pecado contra los mandamientos divinos, de modo que es en verdad del espíritu mosaico.13

Doctrina Religiosa.
Se ha supuesto por los críticos independientes que esta legislación levítica representa un estadio inferior religioso respecto del mensaje profetice, ya que los elementos éticos de la predicación de los profetas son sustituidos por un formalismo cultualista que degenará en las concepciones farisaicas de los tiempos de Cristo. Es el estadio del nomismo, que se presenta como sucedáneo del profetismo cuando la virtualidad ascendente de la religión de Israel había agotado su contenido. Pero esta suposición no es exacta, ya que la legislación ritual del Levítico supone el contenido dogmático y moral de la religión mosaica, si bien en razón de los destinatarios los sacerdotes, encargados del santuario se centra la atención en torno a sus deberes cultuales, lo que implica una serie de privilegios muy en consonancia con la concepción teocrática de la vida en Israel. Como los profetas no insistían en los deberes cultuales del pueblo, porque existía una clase sacerdotal encargada de urgirlos, así aquí el legislador se preocupa sólo en este libro de la legislación relativa al culto, presuponiendo la exposición de las verdades religiosas y éticas en los libros anteriores, como el Deuteronomio.
Toda la legislación levítica tiene por base la concepción de la santidad de Yahvé, que exige santificación en los que a El se acercan y en el pueblo israelita en general: Sed santos como yo soy santo, yo, Yahvé.14 No puede darse formulación más solemne sobre los altísimos destinos de la nación israelita. Como colectividad estaba consagrada a Yahvé, pues era su primogénito.15 y su reino sacerdotal.16 Esta condición especialísima de Israel exigía que no podía comportarse como las demás naciones17, sino que tenía que santificarse con los preceptos de Yahvé18. Y dentro de la comunidad israelita, los pertenecientes a la clase sacerdotal están particularmente obligados a vivir en una atmósfera de santidad ritual y moral19, ya que aquélla no tiene más finalidad que fomentar ésta. Aunque las prescripciones levíticas se deban muchas veces a un derecho consuetudinario anterior al propio Moisés, como la distinción entre animales puros e impuros, sin embargo, el legislador les da un nuevo sentido religioso conforme a la mentalidad de su época. Todos los formalismos legales, que ahora a nosotros se nos antojan irracionales, eran para el legislador hebraico un medio de fomentar la idea de la santidad de Yahvé y de su pueblo20. El legislador quería crear en Israel una conciencia de nación sacerdotal, de un pueblo que debía vivir aislado de los gentiles para no contaminarse y perder su misión histórica en los planes divinos.
Por otra parte, no debe olvidarse que en la legislación levítica hay prescripciones de índole netamente moral: deberes para con el prójimo y prohibiciones del robo, la mentira, el fraude21. Se recalcan los deberes para con los padres22, los ancianos23, los enfermos24, y se prohibe terminantemente el rencor y odio al prójimo25. Incluso se ordena un trato de amor y benevolencia hacia el extranjero, como si fuera un israelita26. Nos encontramos, pues, aquí con un código moral muy alto, digno de la mejor tradición profética y deuteronómica, lo que prueba que es falsa la acusación de un exclusivo nomismo formalista lanzada contra la legislación levítica27.
Los sacrificios tienen una finalidad exclusivamente religiosa. Para el semita son la mejor muestra de adoración y entrega a Dios28. Los sacrificios hebreos están llenos de sentido religioso: adoración, reconocimiento por los beneficios, sentido de expiación y de súplica29. Por eso, la vida de culto a base de sacrificios debía ser fuente de vida religiosa y moral para el pueblo. Ciertamente que todo esto degeneró, y gran parte de los oferentes limitaban sus acciones a un puro formalismo, sin sentido de entrega del corazón a Dios, manifestada en el cumplimiento de sus preceptos30. Contra este puro formalismo predican los profetas: Yo amo la piedad y no los sacrificios;31 pero es que los actos de culto eran entonces una caricatura de la finalidad de los mismos.
Vemos, pues, que la legislación levítica está penetrada de un gran sentido religioso y ético de la vida que no desmerece de la tradición profética: Del conjunto de estas consideraciones sobre la santidad y los sacrificios levíticos se desprende el valor religioso del tercer libro del Pentateuco, harto frecuentemente desconocido o singularmente disminuido por la crítica moderna. Sus instituciones y sus prescripciones no son sencillamente la expresión de un ceremonialismo y de un formalismo estrechos; no ignoran las exigencias de una conciencia religiosa; por esta razón, lo mismo que las apremiantes exhortaciones del Deuteronomio o los oráculos inflamados de los profetas, tendrán ellas su parte en la formación de la conciencia del pueblo judío y en la salvaguarda de su vida religiosa, muy en particular de su fe monoteística, de la que constituyen de alguna manera la protección exterior contra las influencias paganas. Si este papel bienhechor de la legislación levítica ha sido sobre todo decisivo en los tiempos que siguieron al destierro, no lo fue menos real en los tiempos que precedieron; y si, al declinar de la historia judía, la Ley llegó a ser una carga demasiado pesada, es porque la casuística farisaica la había sobrecargado con todas las adiciones de su exégesis oral y la había hecho desviar de su verdadero sentido. Este papel, sin embargo, no podía menos de ser transitorio. San Pablo lo ha caracterizado bien cuando decía a los gálatas: La Ley ha sido nuestro pedagogo hasta Cristo...32 Lo fue por la disciplina severa que impuso al pueblo judío con miras a conservarle la fe en el verdadero Dios y por la absoluta sumisión a la voluntad divina que reclamaba.33

1 Lev 26:46. 2 Semejanzas: Lev 17:10 y Ez 14:8; Lev 17:13 y Ez 24:7; Lev 17:12 y Ez 22:10; 11; Lev 19:13 y Ez 18:7; 12; 16; Lev 19:15 y Ez 22:18; 8; Lev 19:36 y Ez 45:10; Lev 21:1b-3 y Ez 44:25; Lev 21:5 y Ez 44:20; Lev 2:2:8 y Ez 44:31; Lev 22:15 y Ez 22:26; Lev 25:36-37 y Ez 18:8, etc. Véase A. Clamer, Lévitique (La Sainte Bible) (París 1946) 10. 3 Discrepancias: Ez no menciona el sacrificio cotidiano o perpetuo, ni el cordero pascual, ni la fiesta de las trompetas ni la de Pentecostés, ni el rito del día de la Expiación, ni se menciona al sumo sacerdote. En Ez 44:22 se prohibe a los sacerdotes que se casen con viudas, mientras que en Lev 21:13-15 pueden casarse con una viuda honesta. En cambio, el sumo sacerdote tiene que casarse con una virgen. 4 A. Clamer, o.c., 12. 5 M. J. Lagrange, Les sources du Pentateuque: RB (1898) 21. 6 Prat, La Loi de Mo'ise, ses progrés: Études, 77 (1898),48. 7 Durand, L'état présent des études bibliques en France: Études, 90. 8 Hummelauer, Com. in Deuteron. (París 1901) 79. 9 EB n.177- 10 W. Stoderl, Das Gesetz Israels nach Inhalt und'Ursprung (Marienbad 1933) 11 Cf. J. Coppens, L'histoire cirtique de l'A.T. II; id., Les orientations nouvelles: NKIh (1938) 670-674- 12 A. Clamer, o.c., 16. 13 H. Cazelles, Le Lévitique (Bible de Jérusalem) 15-18. 14 Lev 19:2; 20:26; 21:8. 15 Ex 4:22. 16 Ex 19:6. 17 Lev 20:24; 26. 18 Lev 20:8; 21:8; 22:32. 19 Lev 21:23; 22:9; 16. 20 Cf. M. J. Lagrange, Études sur les religions sémitiques 146-147. 21 Lev 19:11; 35; 36. 22 Lev 19:3. 23 Lev 19:14. 24 Lev 19:14. 25 Lev 19:17-18. 26 Lev 19:33-34 27 Se proclama la necesidad de la entrega del corazón a Dios: Lev 19:4; 12; 24. 28 Cf. Lagrange, o.c., 268. 29 Cf, Tomás de Aquino, 1-2 q.8s a. 2. 30 Cf. Am 5:22; Os 8:13; Jer 5:20. 31 Os 6:6. 32 Gál 3:24. 33 H. Cazelles, Le Lévitique (La Bible de Jérusalem) 26.


Leyes Sobre los Sacrificios.
Después de hablar de la erección del tabernáculo, sigue la legislación relativa a la vida litúrgica, y en primer lugar la relativa a los sacrificios, que son el acto central de culto del sacerdocio del Antiguo Testamento. Ya hemos visto algunas regulaciones particulares sobre los sacrificios1, pero ahora llega el momento de hacer una exposición detallada y completa de sus diversas clases y ritual.
Debe notarse el modo con que se dan las leyes, siempre dentro de la concepción estrictamente teocrática, de forma que se prescinde de las causas segundas. Por ello, las fórmulas estereotipadas Dios habló o dijo a Moisés han de entenderse en sentido amplio, de una asistencia divina al legislador para compilar, adaptar y aun establecer nuevas leyes. Rara vez ha de entenderse en el sentido estricto de revelación nueva concreta.
Los sacrificios son divididos en cinco categorías: a) holocaustos (c.1); b) oblaciones (c.2); c) sacrificios pacíficos (c.3); d) sacrificios por el pecado (c.4-5); e) los sacrificios por el delito (5:14-6:7).
La fuente de esta legislación suele ser la sacerdotal. Los críticos acatólicos han pretendido negar la autenticidad total mosaica de este minucioso ritual, suponiendo que es obra de un autor posterior al exilio babilónico de la escuela de Ezequiel. Pero hemos de notar que ya Amos en el siglo VIII habla de las diversas clases de sacrificios según el orden aquí establecido2.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Levítico 13,1-59

13. Ley Acerca de la Lepra.
L os c.13-14 tratan de los diferentes casos de lepra: a) lepra humana (13:1-46); b) lepra de los vestidos y del cuero (13:47-59); c) purificación del leproso (14:1-32); d) lepra de las casas (14:33-53); e) conclusión (14:54-57). Aunque todas estas secciones aparecen perfectamente trabadas por el tema general de la purificación de la lepra, sin embargo, la legislación es compleja, y probablemente ha sufrido adaptaciones progresivas, partiendo de un núcleo primitivo legislativo mosaico.

La Lepra en General (1-8).
1Yahvé habló a Moisés y a Aarón, diciendo: 2Cuando tenga uno en la piel de su carne un tumor, sarpullido o mancha blanca que se presente en su piel como la plaga de la lepra, será llevado a Aarón, sacerdote, o a uno de sus hijos, sacerdotes. 3El sacerdote examinará la plaga de la piel de la carne, y si viere que los pelos de la llaga se han vuelto blancos y que la parte afectada está más hundida que el resto de la piel, es plaga de lepra; y el sacerdote que le haya examinado le declarará impuro. 4Si tiene sobre la piel de su carne una mancha blanca que no aparece más hundida que el resto de la piel, y el pelo no se ha vuelto blanco, el sacerdote le recluirá durante siete días. 5El día séptimo le examinará; y si el mal no parece haber cundido ni haberse extendido sobre la piel, le recluirá por segunda vez otros siete días, 6y al séptimo día lo examinará nuevamente; si la parte enferma se ha puesto menos brillante y la mancha no se ha extendido sobre la piel, el sacerdote le declarará puro; es una erupción. Lavará sus vestiduras y será puro. 7Pero si, después de haber sido examinado por el sacerdote y declarado puro, la mancha se extendiere, será llevado a él nuevamente para que le vea; 8y si la mancha brillante ha crecido en la piel, le declarará inmundo, que es lepra.

La lepra es una enfermedad temible y contagiosa, que parece tuvo su origen en Egipto, de donde pasó a Palestina y Siria, y que luego los soldados de Pompeyo, primero, y más tarde los judíos dispersos por Vespasiano después de la guerra del 70 d. C., la difundieron por Europa. Se la tenía por incurable. Como el diagnóstico de las enfermedades era para los antiguos muy difícil, con frecuencia confundían con la lepra otras enfermedades de la piel, como la sarna, la tina. La medicina distingue dos clases de lepra: la tuberculosa, que ataca la piel y el sistema muscular, y la anestésica, que hiere el sistema nervioso. Siendo una y otra contagiosa, el leproso era secuestrado de la familia y de la sociedad como un peligro común. Pero no solamente esto, pues para dar más eficacia a esta disposición, el leproso era considerado como una persona religiosamente impura. De nuevo nos encontramos con ideas populares de los antiguos en las que se mezcla lo religioso y lo natural. El leproso se consideraba como un castigado por Dios en virtud de pecados ocultos. De ahí qu es el sacerdote el que tiene que diagnosticar sobre cada caso para declararlo legalmente impuro y separarlo de la sociedad. Por eso, en los Evangelios, a las curaciones milagrosas de Cristo se las denomina purificaciones. El capítulo 13 del Levítico es una lección de patología según los conocimientos de la época. Y en este sentido tienen gran valor histórico en la historia de la medicina. El legislador aquí se preocupa sobre todo de describir los primeros síntomas de la lepra, para tomar las medidas de discriminación necesarias para evitar el contagio y la supuesta impureza legal. Por eso no habla de otros síntomas de la lepra que se dan cuando la enfermedad está ya avanzada, como la insensibilidad y la descomposición de las extremidades1.

Lepra Inveterada (9-17).
9Si uno tuviera la plaga de la lepra, será llevado al sacerdote, 10que le examinará; y si viere éste en la piel un tumor blanco y que se han vuelto blancos los pelos, y en el tumor se nota la carne viva, 11será juzgada lepra inveterada en la piel de su carne; y el sacerdote le declarará impuro; no le recluirá, pues es impuro. 12Pero, si la lepra se ha extendido hasta llegar a cubrir toda la piel del enfermo desde la cabeza hasta los pies, en cuanto a la vista del sacerdote aparece, le examinará; 13y si, en efecto, cubre todo su cuerpo, declarará puro al enfermo; pues se ha puesto todo blanco, será puro. 14Si en el así afectado aparece la carne viva, será impuro, 15y el sacerdote, al ver la carne viva, le declarará impuro, pues la carne viva es impura, es lepra. 16Si la carne viva se pone otra vez blanca, se presentará el enfermo al sacerdote, 17que le examinará; y si la llaga se ha puesto en verdad blanca, el sacerdote le declarará puro; es puro.

El que tenga un tumor blanco en la piel con pelos blancos y carne viva, padece lepra inveterada (vetustísima), y, por tanto, no se le debe recluir, pues no necesita de más tiempo en observación, como en el caso anterior. Si la erupción de color blanco cubre todo el cuerpo, sin que aparezca la carne viva, no es lepra, y, por tanto, el que lo padezca no es impuro.

Lepra Ulcerosa (18-23).
18Cuando uno tenga en su cuerpo, sobre su piel, una úlcera cicatrizada, 19y apareciere en ella una escamosidad blanca o rojiza, se presentará al sacerdote, 20quien le examinará. Si la mancha está más hundida que el resto de la piel, y el pelo se ha vuelto blanco, le declarará impuro, es lepra que se ha presentado en la úlcera cicatrizada. 21Si el color de los pelos no se ha vuelto blanco y la escamosidad rojiza no está más hundida que el resto de la piel, le recluirá por siete días; 22y si se ha extendido, le declarará impuro; es lepra; 23pero, si está como estaba, sin extenderse la mancha, es la cicatriz de la úlcera, y el sacerdote le declarará puro.

Si una úlcera tiene síntomas de lepra, caracterizados por el color blanquecino del tumor, el paciente debe presentarse al sacerdote, y el diagnóstico es como en el caso anterior: si la mancha ulcerosa blanquecina está más hundida que la piel, es lepra, y, por tanto, debe ser declarado impuro; en caso contrario, se le somete a una observación de siete días. En caso de que la úlcera no se extienda y no esté más hundida que la piel, no es lepra, y, por tanto, es puro.

Lepra Como Consecuencia de una Quemadura (24-28).
24Si uno tiene en su cuerpo, en la piel, una quemadura producida por el fuego, y sobre la señal de la quemadura aparece una mancha blanca o de color rojizo, 25el sacerdote le examinará. Si el pelo se ha vuelto blanco en la mancha y ésta aparece más hundida que el resto de la piel, es lepra que ha brotado en la quemadura; el sacerdote le declarará impuro. 26Pero, si el sacerdote ve que el pelo de la mancha no se ha vuelto blanco y que ésta no aparece más hundida que el resto de la piel, y fuere de un color suboscuro, le recluirá durante siete días, y después, 27 al séptimo, le examinará. Si la mancha se ha extendido sobre la piel, el sacerdote le declarará impuro; es lepra. 28Si está como estaba, sin extenderse sobre la piel, y es de color pálido, es la quemadura, y le declarará puro, pues es la cicatriz de la quemadura.

La lepra puede extenderse por las heridas o quemaduras, y por eso se prevé el caso de que una quemadura se torne blanquecina o de color rojizo, pues es sospechosa de estar contaminada con la lepra. El paciente debe presentarse al sacerdote para que diagnostique, el cual usará del mismo criterio que en los casos anteriores: si el pelo se torna blanco y la mancha está hundida en la piel, es lepra. En caso contrario debe sometérsele a inspección durante siete días. Si el mal está estacionado y no se extiende, no hay lepra, y, por tanto, es puro el paciente.

Lepra de los Cabellos y la Barba (29-37).
29Si un hombre o una mujer tuviera una llaga en la cabeza o en la barba, 30el sacerdote le examinará. Si está más hundida que el resto de la piel, y el pelo se ha vuelto rojizo y más ralo, el sacerdote le declarará impuro; es tina, lepra de la cabeza o de la barba. 31Pero si la llaga no se ha extendido ni está más hundida que el resto de la piel, y el pelo no está rojizo, recluirá al afectado por siete días, 32y al séptimo examinará la llaga. Si ésta no se ha extendido y el pelo no ha mudado el color ni está la llaga más hundida que la piel, 33le hará que se afeite fuera de la parte afectada y le recluirá por siete días, 34y al séptimo examinará la llaga; si no se ha extendido ni está más hundida que la piel, le declarará puro; el hombre lavará sus vestiduras y será puro. 35Pero si, después de declarado puro, la llaga se extendiere sobre la piel, 36le examinará el sacerdote; y si, en efecto, se ha extendido, no hay que mirar si el pelo se ha hecho rojizo; es impuro. 37Mas, si la llaga no se ha extendido y el pelo está negro, la llaga está curada, es puro, y puro le declarará el sacerdote.

Como en los casos anteriores, el diagnóstico depende de que la parte ulcerosa esté más hundida que la piel y del color que tome el pelo. En caso afirmativo es lepra, y es declarado impuro. En caso negativo se le recluye siete días en observación, y si la pústula no está más hundida y los cabellos no han perdido color, no es lepra, y, por tanto, ha de ser declarado puro.

Las Manchas Blancas en la Piel (38-39).
38Si cualquier hombre o mujer tiene en su piel manchas blancas, 39el sacerdote le examinará. Si las manchas son de color suboscuro, es empeine que le ha salido a la piel; es puro.

Si las manchas blancas son de color oscuro pálido, entonces no se trata de lepra, sino de bohaq, nombre que aún entre los árabes se da a un exantema no contagioso y benigno, el cual desaparece por sí solo después de algún tiempo.

Lepra por Calvicie (40-44).
40Si a uno se le caen los pelos de la cabeza y se queda calvo, es calvicie de atrás; es puro 41Si los pelos se le caen a los lados de la cara, es calvicie anterior; es puro. 42Pero, si en la calva posterior o anterior apareciere llaga de color blanco rojizo, es lepra que ha salido en el occipucio o en el simpudo. 43El sacerdote le examinará, y si la llaga escamosa es de un blanco rojizo, como el de la lepra en la piel de la carne, 44es leproso; es impuro, e impuro le declarará el sacerdote, pues es leproso de la cabeza.

En caso de que en la calvicie aparezca un tumor blanquecino rojizo, como en el caso de la piel del cuerpo, es lepra, y, por tanto, el paciente debe ser declarado impuro.

Vestidos y Habitación del Leproso (45-46).
45El leproso, manchado de lepra, llevará rasgadas sus vestiduras, desnuda la cabeza, y cubrirá su barba, e irá clamando: ¡Inmundo, inmundo! 46Todo el tiempo que le dure la lepra, será inmundo. Es impuro y habitará solo; fuera del campamento tendrá su morada.

El leproso debe ser considerado como desechado de la sociedad, lamentándose sobre sí mismo como por un difunto, con las vestiduras rasgadas, la cabeza desnuda y la barba cubierta con su manto, gritando a los transeúntes para que no se acerquen: ¡Inmundo! La segregación se debía a razones higiénicas, para evitar el contagio, y a razones religiosas, pues se consideraba como un castigado de Dios. No podía participar en actos de culto2. En la época posterior se les permitía entrar en las sinagogas a condición de que entraran antes que la gente y se sentaran aparte. Debían vivir fuera de los lugares comúnmente habitados, viviendo de la caridad pública.

Lepra de los Vestidos y del Cuero (47-59).
47Si apareciere mancha de lepra en un vestido, sea de lana, sea de lino, 48o en hilo de trama o de urdimbre, o en una piel o un objeto cualquiera de cuero; 49si la mancha es de color verdoso o rojizo, es plaga de lepra. 50Se la enseñará al sacerdote, quien después de examinar la mancha encerrará el objeto por siete días. 51El séptimo examinará de nuevo la mancha; si ésta se ha extendido sobre el vestido, el hilo de trama o de urdimbre, la piel u objeto de cuero, es plaga de lepra tenaz; la cosa es impura. 52Se quemará el vestido, el hilo de trama o de urdimbre, la piel o el objeto en que se halla la mancha, pues es lepra tenaz; el objeto será quemado al fuego. 53Pero si la mancha del vestido, de la urdimbre, de la trama o del objeto de cuero no se ha extendido, 54mandará lavar aquello en que apareció la lepra, y lo encerrará por otros siete días. 55Si después de lavado ve que la mancha no ha mudado de aspecto, aunque no haya cundido, es inmundo, y se quemará, porque está infectado en el reverso y en el anverso. 56Pero, si el sacerdote ve que después del lavado la parte manchada ha mudado de color, la arrancará del vestido o del cuero, de la urdimbre o de la trama; 57y si después de esto se viera que en el vestido, o en la urdimbre, o en la trama, o en el objeto de cuero cunde todavía la mancha, se quemarán. 58Pero si después del lavado, en la urdimbre, o la trama, o el objeto de cuero, la mancha ha desaparecido, se lavará otra vez y será puro. 59Tal es la ley de la lepra del vestido, de lana o lino, de la urdimbre o de la trama y de todo objeto de cuero, para declararlos mundos o inmundos.

Esta sección interrumpe la legislación sobre el leproso, que se continúa en 14:1. Aquí no se trata de los vestidos utilizados por un leproso, sino de manchas verduscas o rojizas que aparecen en los vestidos u objetos, que dan la impresión de ser leprosos, y como tales han de ser tratados. Es una concesión a la mentalidad popular del ambiente, que veía en esas manchas algo malo vitando. Y por razones de salud pública y por motivos religiosos para nosotros desconocidos, entran dentro de las previsiones del legislador hebreo3. Se consideran esos objetos afectados por esas manchas misteriosas propagadores de la lepra.

1 Cf. M. J. Lagrange, évangile selon S. Marc p.27. 2 Lev_22:4. 3 Véase art. Lépre: DBV IV 186.