Amos  9 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 15 versitos |
1 Vi al Señor junto al altar, y dijo: Rompe los capiteles, que se estremezcan los umbrales, y abátelos sobre las cabezas de todos ellos, y a los que queden los mataré a espada. Nadie se salvará huyendo, nadie podrá escapar.
2 Aunque se oculten en el “seol,” de allí los tomará mi mano; aunque subiesen hasta los cielos, de allí los haría bajar."
3 Aunque se escondieran en la cumbre del Carmelo, allí los buscaría y los tomaría; aunque se ocultaran a mis ojos en el fondo del mar, allí mandaría a la serpiente para que los mordiera."
4 Y aunque marcharen en cautiverio ante sus enemigos, daría a la espada la orden de asesinarlos; y tendré puestos mis ojos sobre ellos para mal, no para bien."
5 El Señor, Yahvé de los ejércitos, toca la tierra, y ésta se disuelve, y hacen duelo cuantos en ella habitan; se levanta toda entera como el Nilo y mengua como el río de Egipto."
6 El edificó en los cielos su morada y asentó sobre la tierra su bóveda. El llama las aguas del mar y las derrama sobre la haz de la tierra; Yahvé es su nombre."
7 Hijos de Israel, ¿no sois para mí como hijos de etíopes? ¿No hice yo subir a Israel de la tierra de Egipto, y a los filisteos de Caftor, y a los árameos de Quir?
8 He aquí que los ojos del Señor, Yahvé, están puestos sobre el reino pecador y los exterminaré de la haz de la tierra. Pero no destruiré del todo la casa de Jacob, oráculo de Yahvé.
9 Pues he aquí que yo daré orden y zarandearé a Israel entre todas las gentes como se zarandea (la arena) en la criba; ni una chinita caerá en tierra."
10 A la espada perecerán todos los pecadores de mi pueblo, los cuales dicen: “No se acercará ni nos sorprenderá la desdicha.”
11 Aquel día levantaré el tugurio caído de David, repararé sus brechas y alzaré sus ruinas y le reedificaré como en los días antiguos,
12 para que conquisten los restos de Edom y los de todas las naciones sobre las cuales sea invocado mi nombre, dice Yahvé, que cumplirá todo esto,
13 He aquí que vienen días — oráculo de Yahvé — en que sin interrupción seguirá al que ara el que siega, el que vendimia al que siembra. Los montes destilarán mosto, y se derretirán todos los collados.
14 Yo haré retornar a los cautivos de mi pueblo, Israel; reedificarán las ciudades devastadas y las habitarán, plantarán viñas y beberán su vino, harán huertos y comerán sus frutos."
15 Los plantaré en su tierra y no serán ya más arrancados de la tierra que yo les he dado, dice Yahvé, tu Dios.

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Introducción a Amos 

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Amïs.
Éntroducción.

Vida del profeta.
Amos (en hebreo 'Amos: ¿portador?) era oriundo de Tecua, a nueve kilómetros al sudeste de Belén, en los confines del desierto de Judá, y de profesión pastor . Alternaba sus trabajos de pastor con el de preparar y recoger los frutos de sicómoro 2. Los símiles que utiliza en su predicación están tomados de la vida pastoril y campestre 3. Criado en un ambiente de austeridad y pobreza, tenía una especial repugnancia por todo lo que significara derroche y lujo en la vida sedentaria, y así, en su predicación aparece como el gran recriminador de los excesos de las clases pudientes y de sus extorsiones para con los pobres.
El profeta no pertenecía a ninguna de las asociaciones profesionales proféticas, como él mismo declara con énfasis al sacerdote de Betel4, y fue sorprendido por el llamamiento divino cuando se hallaba dedicado a sus faenas habituales de pastor y recolector de frutos de sicómoro 5. El profeta se fue al reino del norte a ejercer su ministerio profético en medio de una sociedad hostil y extranjera. Predicó especialmente en las cercanías del santuario cismático de Betel, donde tuvo que enfrentarse con los intereses creados del sacerdote Amasias, el cual llegó a denunciarle a Jeroboam II, rey de Israel. Pero parece que el rey no le hizo caso, y entonces el sacerdote intimó al profeta a que se fuera a ganar su vida haciendo de profeta, o ganapán visionario, tomando aquí profeta en el sentido despectivo de explotador de la credulidad pública. Amos contestó airado que no había venido a lucrarse ni estaba aleccionado por ninguna escuela profética, sino que obraba a impulsos de la inspiración divina: No so;y profeta ni hijo de profetas. Yahvé me tomó de detrás del ganado, y me dijo: Ve a profetizar a mi pueblo Israel 6. Y, en prueba de su calidad de verdadero profeta enviado por Yahvé, le anuncia que su mujer será violada, y sus hijos asesinados por los invasores asirios7. Profetizó también la próxima cautividad de Israel8.

Ambiente histórico.
Según indicación del título de los escritos de Amos, éste ejerció su ministerio profético en tiempo de Jeroboam II de Israel (783-743) y de Ozías o Azarías de Judá (789-738), dos años después del terremoto 9. Bajo el reinado de Jeroboam II, el reino de Israel había llegado a su esplendor económico y a la máxima expansión geográfica. A fines del siglo IX, los sirios hicieron incursiones en el reino de Israel, anexionándose las regiones transjordánicas de Basan y Galaad 10. Pero, al expansionarse Asiría hacia el occidente en tiempos de Adadnirari III (805-782), se debilitó el reino de Siria, y, en consecuencia, el reino de Israel pudo rehacerse y llegar a su apogeo. Podemos, pues, suponer que el profeta empezó su predicación oracular en los últimos años de Jeroboam II, hacia el 760 a.C., poco antes de la iniciación del ministerio profético de Oseas. El ambiente histórico, pues, es semejante en ambos profetas. La indicación cronológica de dos años antes del terremoto resultaba muy precisa para los lectores contemporáneos, pero no para nosotros, pues no sabemos nada de esta conmoción sísmica que habría impresionado tanto a los moradores del reino del norte 11.
Por el contenido de la predicación de Amos vemos que la situación económica era próspera, y las clases altas se movían con excesiva desenvoltura y desenfreno, esperando confiados el día de Yahvé como día de triunfo pleno material12. El profeta saldrá al paso de estas falsas suposiciones anunciando una serie de castigos devastadores, e incluso la ruina total del reino y la cautividad de sus ciudadanos.

División y estructura del libro.
Se puede dividir el libro por su contenido en tres partes:
1.Parte introductoria: Vaticinios contra las naciones paganas, castigadas por sus crímenes contra naturaleza: contra Siria, Filistea, Tiro, Édom, Anión, Moab, y, por fin, contra Judá e Israel (c.i-2).
2.Sermones contra los abusos de las clases sociales por su excesivo lujo y materialismo. Oráculos contra los que participan de los cultos idolátricos (c.3-6).
3.Cinco visiones, en las que se simbolizan plásticamente los castigos que enviará Yahvé contra la sociedad corrompida de Samaría (c.7-9; 10).

Por fin, el libro se cierra con un anuncio de restauración mesiánica, con todo lo que implica de abundancia de bendiciones temporales (9:11-15).
La disposición no es cronológica, ni siquiera perfectamente lógica, y se ve que es obra de un compilador posterior al profeta. Sobre todo, algunas de las visiones del final del libro parecen estar desplazadas y debieran figurar entre los primeros oráculos del profeta, según se desprende de su contenido doctrinal. Esta compilación parece que ha sido llevada a cabo en el reino de Judá, pues se da precedencia al rey de Judá, Ozías, sobre el de Israel, Jeroboam, en el título de la compilación. Esto parece confirmarse por el énfasis de la conclusión, en la que se destaca la resurrección del tugurio de David, o dinastía davídica, reducida a una choza, salvada de la catástrofe de la invasión, sin duda alusión a la permanencia del minúsculo reino de Judá.

Autenticidad.
En general no hay razones serias para negar la autenticidad global de los oráculos del libro de Amos. Sus palabras están en consonancia con el ambiente histórico que hemos descrito antes y se adaptan bien a las necesidades religiosas de la época. Sin embargo, muchos críticos dudan de la autenticidad de algunos pasajes 13, sobre todo la conclusión del libro, netamente mesiánica 14. Extraña su carácter prosaico en un conjunto poético, como son todos los oráculos de Amos, y, por otra parte, se refieren más al reino de Judá que al de Israel. Por eso no faltan comentaristas que atribuyen este fragmento a una mano posterior, incluso postexílica, que ha querido desvirtuar la impresión excesivamente pesimista de los últimos anuncios de castigo de Amos: Daré la orden y zarandearé a la casa de Israel entre las gentes, como se zarandea con la criba. A la espada perecerán todos los pecadores de mi pueblo 15; sin embargo, es usual en los profetas alternar amenazas con promesas de restauración en su predicación, para, de un lado, invitar a la penitencia y cambio de vida, y de otro, evitar que caigan en la desesperación total. Los castigos de Yahvé sobre su pueblo son siempre pruebas purificatorias, en espera de una etapa esplendorosa que seguirá después.

Estilo.
San Jerónimo define a Amos como imperitum sermone16. Sin embargo, esta afirmación es injusta, ya que dentro de la sencillez y aun desaliño hay un fondo poético de gran inspiración. Es verdad que su estilo resulta algo cansino y uniforme, como consecuencia de las múltiples repeticiones e incluso de frases hechas. Pero esta repetición da más vigor a sus oráculos. Es clásico su modo de comenzar los oráculos punitivos contra las naciones paganas: Por tres pecados y por cuatro no revocaré 17, para indicar la multiplicidad. Tiene también tendencia a acumular imágenes para expresar la misma idea, pero son sumamente originales y de bellísimo significado 18. Multiplica los ejemplos para probar una afirmación 19. En general, los estilistas modernos consideran a Amos como un artista literario, pues sus repetidas imágenes y períodos argumentativos logran impresionar favorablemente al lector. Este hecho prueba que tenía su formación literaria, a pesar de que se presentaba como un humilde pastor de Tecua.

Texto y versiones.
En general, el texto hebreo de Amos está bien conservado. Sin embargo, parece que algunos esticos están desplazados de su lugar normal. La versión griega de los LXX difiere a veces del TM, pero en los casos dudosos y oscuros no resulta más clara que el texto masorético. En el TM, el libro de Amos sigue al de Oseas y Joel, a pesar de ser Amos el primero cronológicamente. En los LXX y en las versiones que dependen de esta versión aparece inmediatamente después de Oseas, seguido de Miqueas y de Joel 20.

Mensaje doctrinal.
La teología del libro de Amos es muy rica de contenido, ya que encontramos en él afirmaciones netas sobre la omnipotencia divina y su providencia sobre los pueblos, aun paganos; sobre la elección de Israel y sobre los deberes sociales con el prójimo.
a) Monoteísmo estricto. - Yahvé es el Creador de todo cuanto existe en la naturaleza, es el formador de las montañas y creador de los vientos como fuerzas cósmicas. Hizo las constelaciones 21, y puede oscurecer el firmamento con las nubes 22, regula el curso del día y de la noche 23; las olas del mar obedecen puntuales a su mandato 24.
Por otra parte, es Señor y arbitro de todos los pueblos y naciones. Trajo a los filisteos de Caftor y a los árameos de Quir 25; y, en consecuencia, es el director verdadero de los hilos de la historia humana. Por eso es el Juez de todas las naciones, a las que castiga por sus crímenes contra naturam 26. Estos postulados éticos elementales son algo sagrado, por los que Yahvé mira como cosa intangible. No se puede conculcar impunemente las leyes del corazón humano impresas por Dios. A las naciones paganas no las castigará Yahvé por transgresiones de leyes positivas que no conocen, sino por infracciones contra el derecho natural.
b) Elección de Israel. - A pesar de que Yahvé es el Señor y Juez de todos los pueblos, lo es de modo particular de Israel, porque gratuitamente lo ha elegido para vivir en comunicación íntima con El. Por eso hizo una alianza solemne con Israel después de haberle liberado de Egipto 27. Para que pudieran intimar con El, les dio un código de leyes y les envió profetas 28. Pero esto no debe cegar a los israelitas, como si Yahvé se viera obligado necesariamente a protegerles, pues en realidad la elección ha sido sin méritos por parte de ellos 29.
Si bien gobierna todos los pueblos y los somete a las leyes generales de su justicia, los israelitas, por ser un pueblo de elección, están obligados especialmente al cumplimiento de determinadas leyes positivas, estipuladas en la alianza como base de buenas relaciones entre ambas partes contratantes 30. Por tanto, los crímenes de Judá y de Israel revisten una particular malicia de ingratitud y de rebelión 31; por eso Yahvé llama a las naciones paganas como testigos del castigo que va a infligir a Samaría 32,
c) Cultos idolátricos. - En el reino del norte existía un culto sincretista escandaloso, sobre todo en los santuarios locales de Betel, Guilgal y Dan. Yahvé aparecía prácticamente tan desfigurado en el culto, que Amos consideraba aquellos actos de culto como totalmente idolátricos. Las infiltraciones paganas eran ya más que la herencia yahvista, anterior a la separación de las tribus. Lo que había empezado por un simple culto cismático, había terminado por una idolatría, sin faltar el becerro de oro, símbolo del Yahvé adorado por los del reino del norte 33. La justicia divina procede de Yahvé, que mora en Sión 34.
d) Ritualismo externo religioso. - Amos, como todos los profetas del siglo viii que le siguen, se levanta contra la doblez de corazón, contra los actos de culto externos, vacíos de contenido espiritual interno. Las manifestaciones religiosas en este plan le son odiosas 35, porque faltan las correspondientes disposiciones morales, que son la base de una religiosidad digna y elevada.
e) Justicia social. - Es característica de la predicación de Amos urgir el cumplimiento de los deberes éticos para con el prójimo. Sus diatribas contra las clases ricas destacan sus opresiones y exacciones sobre los pobres y desheredados. El profeta les echa en cara a los ricos el que vivan en casas labradas en piedra, con incrustaciones de marfil, y que se entreguen a la vida de desenfreno, despreciando a los pobres.
La sequía y las devastaciones habían arruinado totalmente a los pequeños propietarios 36, y por eso la miseria, en la mayor parte de la población, era un mal que laceraba el corazón recto del profeta. Consecuencia de esa situación es que los pobres tenían que pedir prestado dinero a los pudientes, los cuales se aprovechaban de la miseria para incautarse de los bienes de aquéllos; e incluso el arruinado tenía que venderse por esclavo, a pesar de las leyes levíticas 37. El profeta se alza, enérgico, contra estos abusos 38. La mala administración de la justicia es una provocación constante a la ira divina. En lugar de sembrar paz, siembran malestar social 39, pues el lujo desorbitado es un insulto a la miseria40; la corrupción moral rebasa todas las medidas41.

1 Am 1:1. - 2 Am 7:14. - 3 Así habla del rugido del león (3:4), de la caza de las aves con trampa (3:5), del pastor que rescata de las fauces del león los restos de la oveja (3:12), de la serpiente escondida en la grieta de la casa (5:19), del torrente siempre fluyendo (5:24). - 4 Am 7:14. - 5 Am 7:15. - 6 Am 7:14. - 7 Am 7.17. - 8 Am 7:17· - 9 Am 1:1. - 10 Cf. 2 Re 10:325; 2 Re 13:7.25. - 11 Zac 14:5 habla de este temblor de tierra en tiempo de Ozías de Judá y del espanto que produjo a los israelitas. Pero parece depender de la alusión de Amos 1:1. - 12 Cf. Am4:1; 6:1s. - 13 Así extraña la narración en tercera persona de 7:10-17, y parecen manipulación posterior ciertos fragmentos del himno al Creador: 4:13; 5:8-9; 9:5-6. - 14 Am 9:11-15. 17 Am 1:6s. - 15 Am 9:10. 18 Am 9:1-4; 4:6-11 - 16 San Jerónimo, Pról a Amos: PL 25:990 (1038). 19 Am 2,V8.' - 20 Amos aparece citado en Tob 2:6 y Zac 14:5, Y en el Í. Ô. en Act 7:42-43 (Am 5:25- 27) y Act 15:16-17 (Am 9:11-12). Citados según la versión griega, que aquí difiere mucho del TM. - 21 Am5:8. - 22 Am4:13. - 23Ams,8. - 24 Am 5:8; 97 - 25 Amó_9:7. - 26 Amc.1-2. - 27 Am 2:11; 3:7· - 28 Am 3:7. - 29 A™ 9:7 - 30 Am3:1-2. - 31 Am 3:2. - 32 Am 3:9.12s. - 33 Am 7:9; 9:1-4; 4:4. - 34 Am 1:5. - 35 Am 4:21. - 36 Am c.1-3. - 37 Cf. Lev 25:255. - 38 Am 2:6-8; 3:9-10; 5:11; 8:4-6. - 39 Am 5:7.10.12; 6:12. - 40 Am 3:15; 5: Amó_11:6 :4-6. - 41 Am4:1; 6:1-6.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Amos  9,1-15

9. Intervención justiciera de Yahvé.

Imposibilidad de huir del castigo inexorable divino. (1-6)
1 Vi al Señor junto al altar, y dijo: Rompe los capiteles, que se estremezcan los umbrales, y abátelos sobre las cabezas de todos ellos, y a los que queden los mataré a espada. Nadie se salvará huyendo, nadie podrá escapar. 2 Aunque se oculten en el seol, de allí los tomará mi mano; aunque subiesen hasta los cielos, de allí los haría bajar. 3 Aunque se escondieran en la cumbre del Carmelo, allí los buscaría y los tomaría; aunque se ocultaran a mis ojos en el fondo del mar, allí mandaría a la serpiente para que los mordiera. 4 Y aunque marcharen en cautiverio ante sus enemigos, daría a la espada la orden de asesinarlos; y tendré puestos mis ojos sobre ellos para mal, no para bien. 5 El Señor, Yahvé de los ejércitos, toca la tierra, y ésta se disuelve, y hacen duelo cuantos en ella habitan; se levanta toda entera como el Nilo y mengua como el río de Egipto. 6 El edificó en los cielos su morada y asentó sobre la tierra su bóveda. El llama las aguas del mar y las derrama sobre la haz de la tierra; Yahvé es su nombre.

El profeta describe la realización del castigo divino. Ve a Yahvé junto al altar (v.1), dispuesto a dar la orden de destrucción del templo de Betel mientras los adoradores de los ídolos están reunidos en su recinto. Yahvé da la orden de destrucción: Rompe los capiteles. y abátelos sobre las cabezas de todos ellos. ¿Quién recibe la orden destructora? ¿Un ángel, o agente de Yahvé, o el mismo profeta? En este casó, Amos sería el instrumento de la destrucción como mensajero de la voluntad divina, que decide traer la ruina sobre el lugar de culto idolátrico. Nadie podrá salvarse de la catástrofe, pues los que se libren en el primer momento caerán a la espada del invasor asirio.
Es inútil que quieran buscar refugio, pues aunque se vayan a los lugares más lejanos y recónditos, como el seol, morada subterránea de los muertos, o suban a los cielos, allí los alcanzaría la mano vengadora de Yahvé. La hipérbole es expresiva para indicar la imposibilidad de salvación. Ni la cumbre del Carmelo, con sus numerosas cavernas frente al mar, podría dar asilo a los escapados, pues hasta allí llegaría la mirada inquisidora de Yahvé. Ni siquiera el fondo del mar (en contraste con la cima del Carmelo, que se destaca sobre el Mediterráneo) podría dar albergue tranquilo a los fugitivos, ya que allí mismo mandaría Yahvé a la serpiente que les mordiera (v.3). Sin duda que el profeta alude aquí al monstruo marino Leviatán, el cual, según la imaginación popular, se paseaba en las profundidades del abismo. Amos, pues, como Isaías 1 se acomoda aquí al folklore mitológico del ambiente para expresar la imposibilidad de salvación para los fugitivos.
Tampoco la última alternativa del cautiverio podrá librarlos de la persecución divina, ya que Yahvé pondrá sobre los cautivos sus ojos para mal y no para bien (v.4); es decir, en lugar de mirarlos con ojos benevolentes y protectores 2, los perseguirá hasta hacerlos morir a la espada. Naturalmente, en todas estas expresiones hay mucho de hipérbole, y, por tanto, no han de entenderse en el radicalismo en que aparecen, sino que simplemente quieren encarecer la universalidad de la ruina.
La razón de ello es la omnipotencia y majestad divina; nadie puede enfrentarse con Yahvé, que es el Rey majestuoso, a cuyo paso tiembla la tierra, se disuelve como cera y se conmueve como el Nilo en sus crecidas y resacas (v.5). Yahvé tiene su morada en lo alto de los cielos, y domina majestuosamente la tierra, sobre cuya bóveda o firmamento extiende su trono (v.6). Esta doxología, similar a la Deu_4:13, no tiene otra finalidad que encarecer la indefectible acción punitiva de Dios sobre los pecadores como Señor del universo: Yahvé es su nombre. Es la gran garantía de todo lo que el profeta anuncia. Su palabra no se basa en cálculos humanos, sino en la del que dirige el curso de los elementos de la naturaleza: llama las aguas y las derrama sobre la haz de la tierra.

Israel, por ser pueblo elegido, no está inmune de la. destrucción (7-10).
7 Hijos de Israel, ¿no sois para mí como hijos de etíopes? ¿No hice yo subir a Israel de la tierra de Egipto, y a los filisteos de Caftor, y a los árameos de Quir? 8 He aquí que los ojos del Señor, Yahvé, están puestos sobre el reino pecador y los exterminaré de la haz de la tierra. Pero no destruiré del todo la casa de Jacob, oráculo de Yahvé. 9 Pues he aquí que yo daré orden y zarandearé a Israel entre todas las gentes como se zarandea (la arena) en la criba; ni una chinita caerá en tierra 3. 10 A la espada perecerán todos los pecadores de mi pueblo, los cuales dicen: No se acercará ni nos sorprenderá la desdicha.

Israel se creía al abrigo de la destrucción porque se consideraba el pueblo elegido entre las naciones, sobre el que Yahvé tenía que tener una providencia particular en orden a su conservación como nación. Esta presunción era totalmente gratuita, ya que no existían vínculos naturales necesarios entre Yahvé e Israel. Había sido elegido líberrimamente por Dios, que dirige el curso de la historia de todos los pueblos, y hubiera podido escoger cualquier otro pueblo. En este sentido, los israelitas están en el mismo plan que los despreciados etíopes: Hijos de Israel, ¿no sois para mí como hijos de etíopes? (v.7). Y si bien es cierto que Yahvé hizo subir a Israel de la tierra de Egipto, también lo es que trajo a los filisteos de Caftor y a los árameos de Quir4.
Todos los pueblos están igualmente sometidos a Yahvé, Señor de la historia universal. Por eso, si no hubiera intervenido una elección gratuita de Israel por parte de Yahvé, los israelitas estarían en el mismo plano que los etíopes, considerados de raza inferior, y los árameos, tradicionales enemigos de Israel. La elección de Israel por parte de Yahvé, lejos de garantizarles inmunidad contra sus transgresiones, crea nuevas obligaciones y vínculos5. La justicia divina tiene sus exigencias, y de ahí que Yahvé tenga puestos sus ojos sobre el reino pecador (Israel) para castigarlo debidamente y aun exterminarlos, si bien no destruirá del todo a la casa de Jacob (Israel), precisamente porque le hizo objeto de una particular elección.
Pero le someterá a una prueba para purificarlo, zarandeándolo entre las naciones como se zarandea (la arena) en la criba. (v.10). Israel será cribado en el destierro para probar lo que hay de bueno y de malo en él. Y como al cribar la arena sólo pasa ésta, quedando en la criba las piedrecillas, así, al probar Yahvé a Israel, hará que sólo subsistan los fieles, mientras que los pecadores quedarán en la prueba, sin que caiga una chinita (los pecadores indignos) en tierra (v.8). Los que prefieren ver en la comparación una alusión a la labor que se hace en la era con el trigo, suponen que el buen grano (los israelitas fieles) quedarán en el harnero, de forma que ningún grano (chinita) caiga en el suelo para perderse.
Yahvé tendrá especial providencia de los justos, pero los pecadores, obstinados en su presunción de inmunidad (no se acercará. la desdicha, v.10), perecerán a la espada. Sólo, pues, un resto se salvará para constituir el núcleo de restauración del pueblo elegido. Los profetas nunca pierden de vista, al anunciar sus vaticinios conminatorios, el destino glorioso de Israel como nación en los tiempos mesiánicos; por eso nunca anuncian la destrucción total del pueblo escogido.

Promesa de restauración (11-15).
11 Aquel día levantaré el tugurio caído de David, repararé sus brechas y alzaré sus ruinas y le reedificaré como en los días antiguos, 12 para que conquisten los restos de Edom y los de todas las naciones sobre las cuales sea invocado mi nombre, dice Yahvé, que cumplirá todo esto, 13 He aquí que vienen días oráculo de Yahvé en que sin interrupción seguirá al que ara el que siega, el que vendimia al que siembra. Los montes destilarán mosto, y se derretirán todos los collados. 14 Yo haré retornar a los cautivos de mi pueblo, Israel; reedificarán las ciudades devastadas y las habitarán, plantarán viñas y beberán su vino, harán huertos y comerán sus frutos. 15 Los plantaré en su tierra y no serán ya más arrancados de la tierra que yo les he dado, dice Yahvé, tu Dios.

Después de anunciar que en la catástrofe perecerán sólo los pecadores, el profeta se proyecta directamente hacia la realidad del futuro venturoso de los tiempos mesiánicos. Después de la destrucción de Israel vendrá la restauración, vinculada al resurgimiento de la casa de David, que ha sido convertida en un tugurio o choza de campaña, expuesto a todas las rapiñas. Volverán los días gloriosos de la dinastía davídica y de nuevo las doce tribus se reunirán en torno a la colina de Sión. Oseas, profeta oriundo del reino del norte, anunció la restauración de Israel (reino del norte), retornando a David 6. Amos había dicho que Yahvé ruge como un león desde Sión 7, y ahora termina con la atención puesta de nuevo en la colina de Sión, donde debía asentarse de nuevo el futuro trono de David.
Algunos autores creen que la frase restauraré las brechas y ruinas del tugurio de David alude a la derrota infligida a Judá por Joás de Israel 8; pero es mejor suponer que el profeta, conociendo por revelación la ruina futura del reino de Judá (casi dos siglos más tarde), la asociara a la de su hermano Israel, que había de perecer pronto bajo la invasión asiría, para resurgir ambos reinos, unificados de nuevo, bajo la égida de un descendiente de David. Será entonces cuando el pueblo elegido tomará la revancha sobre las naciones paganas, particularmente Edom (v.12), que se aprovecharon de su ruina. Todas las naciones serán patrimonio de Yahvé (sobre las cuales sea invocado mi nombre) 9, y el pueblo israelita, como representante de los derechos de su Dios, tendrá el dominio sobre todas ellas.
Los últimos versos nos presentan el idilio de los tiempos mesiánicos conforme a la desbordada imaginación oriental. Será tal la fertilidad de la tierra, que el que siega seguirá al que ara, y el que vendimia al que siembra.; los montes destilarán mosto. (v.15). Son las expresiones de abundancia y prosperidad material que encontramos en otros profetas de los cuales, para levantar los ánimos de los oyentes en tiempos de tribulación, presentan la felicidad de los tiempos mesiánicos con los colores más vivos. De hecho, todas estas descripciones se han quedado cortas al querer reflejar la realidad de la felicidad espiritual del nuevo Israel de los tiempos mesiánicos. Las realidades de la vida de la gracia, vividas con la intensidad que exige la vocación cristiana, superan a todo lo que podían soñar los profetas del A.T.

1 Cf. Isa_27:1. 2 Cf. Gen_44:21; Jer_39:12; Jer_40:4. 3 AsílaBzb.defér. 4 Sobre la identificación de Quir véase coment. a 1:55s. Caftor, probablemente Creta o Chipre. Cf. Gen_10:14; Deu_2:23; Jer 27.4. 5 Cf. 3:1-2. 7 Cf. Amo_1:2. 8 Cf. Ose_3:5 9 Invocar el nombre sobre alguno equivale a dominarlo. Así, en 2Re_12:28 se invita a David para que asedie Rabbat-Amón y no sea tomado por Joab: que no sea mi nombre el que sea proclamado sobre ella. En Deu_28:10 : todos los pueblos de la tierra verán que el nombre de Yahvé es proclamado sobre ti (Israel), e.d., que Israel pertenece a Yahvé (cf. Jer_7:10). 10 Cf. Isa_65:21; Sof_1:13; Joe_4:18; Ose_14:10.