Zacarías 1 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 21 versitos |
1 El octavo mes del año segundo de Darío llegó la palabra de Yahvé a Zacarías, hijo de Baraquías, hijo de Iddo, el profeta, diciendo:
2 Yahvé se irritó fuertemente contra vuestros padres.
3 Diles, pues: Así dice Yahvé de los ejércitos: Volveos a mí, dice Yahvé de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, dice Yahvé de los ejércitos.
4 No seáis como vuestros padres, a quienes vocearon los primeros profetas, diciendo: Así dice Yahvé de los ejércitos: ¡Convertios de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras! Pero ellos no atendieron, no me escucharon, dice Yahvé de los ejércitos.
5 Vuestros padres, ¿dónde están? Y los profetas, ¿viven siempre?
6 Pero mis palabras y mis mandatos, lo que mandé yo a mis siervos los profetas, ¿no alcanzó acaso a vuestros padres? Por eso se convirtieron y se dijeron: Ha hecho Yahvé de los ejércitos con nosotros tal como, según nuestros caminos, decretó tratarnos.
7 A veinticuatro del mes undécimo, que es el mes de Sebat, del año segundo de Darío, fue la palabra de Yahvé a Zacarías, profeta, hijo de Baraquías, hijo de Iddo, diciendo:
8 Vi de noche a un varón que cabalgaba en un caballo rojo y estaba entre los montes en el valle; detrás de él había caballos rojos, alazanes y blancos."
9 Yo entonces pregunté: ¿Qué son éstos, mi señor? Y el ángel que me hablaba me dijo: Voy a darte a saber quiénes son éstos;"
10 pero el que estaba entre los montes tomó la palabra y dijo: Estos son los que Yahvé ha mandado a recorrer la tierra.
11 Luego hablaron ellos al ángel de Yahvé que estaba entre los montes y le dijeron: Hemos recorrido la tierra, y toda está quieta y tranquila.
12 Y habló el ángel de Yahvé, diciendo: ¡Oh Yahvé de los ejércitos! ¿hasta cuándo no vas a tener piedad de Jerusalén y de las ciudades de Judá, contra las que estás irritado desde hace setenta años?
13 Y Yahvé dirigió al ángel que conmigo hablaba palabras amables, palabras consoladoras.
14 El ángel que hablaba conmigo me dijo: Clama diciendo: Así dice Yahvé de los ejércitos: Siento gran amor hacia Jerusalén y hacia Sión,
15 y estoy muy airado contra las naciones que ahora están tranquilas, porque yo estaba un poco airado, pero ellas agravaron el mal.
16 Por tanto, así dice Yahvé: Yo me he vuelto misericordioso hacia Jerusalén, y mi casa será allí reedificada, dice Yahvé de los ejércitos, y sobre Jerusalén se tenderá el cordel.
17 Clama también diciendo: Así dice Yahvé de los ejércitos: Aún rebosarán mis ciudades de abundancia de bienes, y Yahvé consolará a Sión y elegirá a Jerusalén.
18 (1) Luego alcé mis ojos y miré, y vi cuatro cuernos,
19 (2) y pregunté al ángel que hablaba conmigo: Y éstos, ¿qué son? El me respondió: Estos son los cuernos que dispersaron a Judá.
20 (3) Mostróme luego Yahvé cuatro artesanos,
21 (4) y yo pregunté: ¿Qué van a hacer éstos? Me respondió, diciendo: Aquéllos son los cuernos que dispersaron a Judá de modo tal, que no pudo ya levantar cabeza, y éstos vienen para rodear a aquéllos y destruir los cuernos de las gentes que alzaron el cuerno sobre la tierra de Judá para dispersarla.

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Introducción a Zacarías

Times New Roman ;;;;;
Zacarías.
Introducción.

Personalidad del profeta y ambiente histórico de su ministerio.
Zacarías (en hebreo Zekariyah: Yahvé se acuerda o Se acuerda de Yahvé) es contemporáneo de Ageo, y predicó su mensaje en las mismas circunstancias históricas1. En Zac 1:1 es llamado hijo de Baraquías, hijo de Addo, mientras que en Esd 5:1 se omite el nombre de su padre y se le llama hijo de Addo 2. Algunos autores creen que el hijo de Baraquías es adición del glosista, basándose en Is 8:2 3.
En la lista sacerdotal de Neh 12:16 no aparece el nombre de Zacarías, a pesar de que los vaticinios del libro de Zacarías tienen un marcado sello levítico. Podemos considerar, pues, al profeta como perteneciente al grupo de los laicos que fomentaban la vida religiosa, y que tenían por ello relaciones estrechas con los de la clase sacerdotal.
Zacarías es contemporáneo de Ageo, y su predicación se desenvuelve en el mismo ambiente de dificultades que la de aquél. Su preocupación principal es también la de la terminación de las obras del templo, como preámbulo de la restauración mesiánica. Según las indicaciones cronológicas de sus vaticinios, Zacarías profetizó entre el 520 y el 518 a.C., cuando reinaba en Persia Darío I Histaspes (522-586), sucesor de Cambises 3. A pesar de que Zacarías tiene también la obsesión de la reedificación del templo destruido, como en Ageo, se preocupa más que éste de los valores morales, y en esto empalma con la tradición profética preexílica.

Contenido y estructura del libro.
El actual libro canónico, atribuido a Zacarías, se divide claramente en dos partes: una de tipo apocalíptico (c.1-8), visionaria, y otra narrativa, parenético-mesiánica (c.9-14). He aquí el esquema detallado, que nos da una idea clara de su contenido:

Introducción:
Exhortación a la conversión: 1:1-6. A) Restauración y salvación:
1. Ocho visiones nocturnas: 1:7-8:23.
Los caballos en el valle: 1:7-17. (Jerusalén reedificada.)
Los cuatro cuernos y los cuatro artesanos: 1:18-21(2:1-4).
(Los opresores serán destruidos.)
El ángel con la cuerda de medir: 2:1-13(2:5-7).
(Los desterrados volverán a Jerusalén y las naciones.)
El sumo sacerdote Josué: 3:1-10.
(Josué invitado a su nueva labor en el templo.)
El candelabro de oro entre los dos olivos: 4:1-14.
(El templo reedificado por Zorobabel y Josué.)
El rollo volando: 5:1-4.
(La tierra será limpiada de la injusticia.)
La mujer y el efd: 5:5-11
(La iniquidad será alejada de Palestina.)
Los cuatro carros: 6:1-8.
(Los opresores serán castigados.) Coronación del sumo sacerdote: 6:9-15. Disposición recta para la salvación: 7:1-8:23.
Juicios divinos y promesa de salvación: 9:1-14:21.
1. Juicio entre los gentiles y salvación de Israel: 9:1-11:17.
Juicio contra los gentiles vecinos: 9:1-7.
El reino mesiánico: 9,8-11:3.
Los pastores, bueno y malo: 11:4-17.
2. Salvación y glorificación de Israel: 12:1-14:21.
Liberación de Jerusalén: El Salvador, traspasado:
12:1-14.
Fuente de salvación: la purificación del pueblo: 13:1-9.
Ultima tribulación de Jerusalén y salvación mesiánica:
14:1-21.

Autenticidad.
Los críticos modernos urgen las diferencias conceptuales y literarias de la primera y segunda parte. Y, sobre todo, las alusiones de tipo histórico de ambas partes parecen reflejar distintas épocas de composición. Así, distinguen por lo menos dos autores en la actual compilación de vaticinios del libro de Zacarías; y, como en el caso del libro de Isaías, hablan del Proto-Zacarías, Deutero-Zacarías y aun Trito-Zacarías. En efecto, en la segunda parte del libro de Zacarías (c.9-14) hay ausencia total de indicaciones cronológicas, que abundan en la primera parte.
Además, tampoco aparece el nombre del profeta, sino que parece obra de un autor anónimo que cultiva el género antológico, es decir, que para expresar sus ideas se inspira en autores profetices anteriores al destierro babilónico. Se mencionan naciones y pueblos que en la época de Zacarías no tenían relieve histórico, como Asiría4, los jebuseos5, los filisteos6. Asimismo, las expresiones Efraím, la casa de Jacob1, parecen referirse al desaparecido reino del norte en 721 a.C. Se alude al terremoto de los tiempos de Ozías, rey de Judá 8, que tuvo lugar hacia el 750 a.C. Por otra parte, estos autores pretenden ver alusiones a hechos de los siglos VI-IV, como la fecha del comienzo del exilio (586), el retorno bajo Zorobabel (537), la terminación del templo (515), el retorno bajo Esdras (458), la terminación de los muros de Jerusalén (444), la victoria de Alejandro Magno sobre los persas en I so (333), la dominación seléucida sobre Palestina (197-142) y la insurrección de los Macabeos (175-161).
Además, mientras en la primera parte del libro de Zacarías la obsesión del profeta es la reconstrucción del templo jerosolimitano, en la segunda no se alude a esta cuestión, ni tampoco a los pilares del judaísmo en la época de la reconstrucción del templo, como son Zorobabel y Josué, personajes en torno a los cuales giran las enseñanzas de las cisiones de la primera parte. A esta diferencia de enfoque hay que añadir el hecho de que los vaticinios de la primera parte son datados y expresamente atribuidos a Zacarías, mientras que los de la segunda parte aparecen anónimos y sin indicaciones cronológicas.
La perspectiva es diferente, y el género literario de expresión también, pues en la primera parte los vaticinios están en forma de fisiones de tipo apocalíptico - probablemente ficciones literarias y no cisiones reales - , mientras que en la segunda parte desaparece el carácter misionario oracular, que es sustituido por una exposición difuminada, con menos originalidad personal, en la que prevalece el estilo antológico o imitativo de frases y concepciones proféticas anteriores al exilio babilónico. Por todas estas razones, la mayoría de los críticos modernos distinguen diversos autores al estudiar el origen de los vaticinios del actual libro de Zacarías 9.
Frente a esta posición, muchos autores más conservadores pretenden explicar estas anomalías que acabamos de apuntar, en el supuesto de que el profeta Zacarías es el autor de las dos partes del libro de Zacarías 10. Así, creen que la diversidad de enfoque general en ambas partes se debe a la diversa época de la vida de Zacarías en que habrían sido compuestas cada una de las partes. La primera sería del profeta cuando era joven, y el problema acuciante lo constituía la reconstrucción del templo. Más tarde, cuando el templo había sido ya inaugurado y habían muerto los dos corifeos del judaismo del retorno, Zorobabel y Josué, el profeta no tiene por qué aludir a esta situación y a estos personajes.
Así, suponen que la primera parte habría sido escrita hacia el 520 a.C., mientras que la segunda sería del mismo autor, pero escrita ya cuando se cuarteaba el imperio persa - época de las derrotas de ¿alamina (480), de Platea (479) - por efecto de la sublevación de muchas satrapías, como la de Egipto. Las diferencias de estilo habría que atribuirlas, en este supuesto, a la diferencia de edad del mismo autor u. Y las menciones de Asiría, Filisteo, losjebuseos, han de explicarse como arcaísmos artificialmente buscados para empalmar con la gran literatura profética de la época preexílica. Esta explicación sería válida también para las menciones de Efraím y José como sinónimos de Israel.

Mensaje doctrinal.
Las dos ideas teológicas fundamentales del libro de Zacarías son la Providencia divina, que tiene un cuidado especial de su pueblo 12, y sobre todo de Jerusalén, capital de la nueva teocracia 13, en la reconstrucción del templo 14, y sobre las naciones 15. Como los profetas preexílieos, Zacarías urge ante todo una religión espiritualista, no meramente manifestada con ritos externos cultuales. Ante todo, la verdad, la misericordia, el juicio justo, de modo que nadie maquine el mal en su corazón 16. Con esta doctrina ético-espiritualista, Zacarías se acerca mucho ya al ideal del sermón de la Montaña.
Otra idea fundamental en el libro de Zacarías es la de la expectación mesiánica. En la primera parte del libro - centrada en torno a la persona de Zorobabel como símbolo de la reconstrucción nacional - aparece éste como tipo del Mesías, futuro redentor. En la segunda parte desaparece la figura de Zorobabel, y la mente del profeta se proyecta directamente sobre la persona del Libertador que ha de venir y sobre el triunfo de la nueva Jerusalén. El Mesías es anunciado como Rey 17, justo y victorioso, cuyo reino abarca de un mar al otro; pero al mismo tiempo pobre, cabalgando sobre un asno 18, inaugurando un reino mesiánico universal 19 en el día de Yahvé, que será de triunfo y de luz 20. Las ideas escatológicas se mezclan en la última parte del libro, y la perspectiva se alarga y difumina sin contornos.

Estilo literario.
San Jerónimo define así el estilo del libro: Obscurissimus líber Zachariae prophetae et ínter duodecim longissimus 21. El estilo es apocalíptico y visionario en gran parte del libro. Las visiones parecen un artificio literario empleado por el autor para expresar simbólicamente ideas principalmente mesiánicas. El profeta presenta a menudo con él a un ángel intérprete, según es estilo en la literatura apocalíptica22. La forma literaria de los c.9-14 es más semejante a la de los profetas anteriores al exilio. Es el estilo antológico o imitativo de los vaticinios de diversos profetas anteriores, tomando incluso locuciones concretas de éstos para reforzar su punto de vista ante el auditorio, pero sin citar expresamente la fuente de inspiración.

Texto.
Ya hemos indicado que hay diferencias de estilo y de vocabulario entre las dos partes del libro. No obstante, los hebraístas sostienen que el lenguaje de Zacarías es, en general, de calidad, comparable al de los escritos buenos pre-exílieos 23. El TM a veces es oscuro y poco seguro, de forma que no pocas veces resulta más inteligible el texto de los LXX, que frecuentemente refleja un original diferente, que no ha sido comprendido bien por el traductor griego. Como en otros escritos proféticos, algunas veces los versículos están fuera de lugar, y es necesario acudir al contexto general y al paralelismo para reconstruir la posible lección original.

Canonicidad.
El libro de Zacarías figura sin dificultad, desde los primeros tiempos, tanto en el canon judaico como en el cristiano. En el Í.Ô., este libro es citado varias veces por Cristo y los apóstoles 24.

1 El nombre de Zacarías es muy común en el A.T. La grafía de la Vulgata está calcada sobre la de los LXX, pues en hebreo es Zekaryah. - 2 En Is 8:1 se habla de Zacarías, hijo de Yerebequías, del que puede ser una variante Ba-raquías. - 3 Cf. Zac 1:1.7; 7:1. - 4 Zac 10:10. - 5 Zac_9:7. - 6 Zac 9:6. - 7 Zac 9:10.13; Zac_10:7. - 8 Zac 14:5. - 9 Hiteig y Ewald opinan que los c.g-14 son anteriores al exilio (sus alusiones a Asiría, los filisteos, los jebuseos, Efraím) y fueron incorporados al libro de Zacarías en el siglo v. Driver y Stade, Nowack, suponen más bien que estos capítulos son de la época de Alejandro Magno (s.iv); de ahí la mención de Grecia (Zac 9:13). En cambio, Kennet, Peake, Wellhau-sen y Martí sostienen que son obra de un autor del siglo u, de la época de los Macabeos. - 10 Es la opinión tradicional sostenida por Kaulen-Hoberg, Knabenbauer, Goetsberger, Cornely-Merck, Junker, Wright. Cf. van hoonacker, Les douze Petits Prophétes p.579-81. 650-62; S. bullough, Verbum Del II p.?8o; hopfl-miller-metzinger, o.c., 531. - 1l Los que sostienen la unidad de autor urgen el hecho de que frases como el ojo de Dios están en ambas partes del libro (cf. 1:6.12; 2:11; 9:15; 10:3; 12:5). - 12 Zac_8:7-8. - 13 Zac 1:14; 8:2. - 14 Zac 4:10 - 15 Zac9:5s; 12:2-6; 14:12-15. - 16 Zac 1:4; 5:3-4; 7:5-10; 8:16-19. - 17 Zac 9 9 - 18 ibid. - 19 Zac É4:3·4·9. - 20 Zac 14:1.4.6.7.13.20. - 21 San Jerónimo, Comm. in Zach., pról.: PL 25:1417 (1486). - 22 Cf. Dan7:16; 8:16; 9:21; Ap 17:15; 21:9. - 23 Cf. Van Hoonacker, o.c., p.657-6o. - 24 Mt 21:45 y Jn 12:15 citan a Zac 9:9 al hacer la entrada solemne de Jesús en el templo el domingo de Ramos; Mt 26:31 cita a Zac 13:7: percutiam pastorem et dispergentur oves gregis; Jua_19:37 cita a Zac 12:10: videbunt in quem transfuxerunt.


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Zacarías 1,1-21

1. Visiones simbólicas.
Los c.1-6 presentan una serie de visiones simbólicas en las que se encarece la salvación del pueblo judío y la humillación de sus enemigos. La Providencia divina prepara misteriosamente la glorificación de los suyos. El profeta con estas visiones no quiere sino levantar los ánimos de sus compatriotas, haciéndoles pensar en el glorioso futuro que espera al pueblo elegido después de tantas pruebas.

Exhortación a la penitencia (1-6).
1 El octavo mes del año segundo de Darío llegó la palabra de Yahvé a Zacarías, hijo de Baraquías, hijo de Iddo, el profeta, diciendo: 2 Yahvé se irritó fuertemente contra vuestros padres. 3 Diles, pues: Así dice Yahvé de los ejércitos: Volveos a mí, dice Yahvé de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, dice Yahvé de los ejércitos. 4 No seáis como vuestros padres, a quienes vocearon los primeros profetas, diciendo: Así dice Yahvé de los ejércitos: ¡Convertios de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras! Pero ellos no atendieron, no me escucharon, dice Yahvé de los ejércitos. 5 Vuestros padres, ¿dónde están? Y los profetas, ¿viven siempre? 6 Pero mis palabras y mis mandatos, lo que mandé yo a mis siervos los profetas, ¿no alcanzó acaso a vuestros padres? Por eso se convirtieron y se dijeron: Ha hecho Yahvé de los ejércitos con nosotros tal como, según nuestros caminos, decretó tratarnos.

Este primer oráculo, o exhortación a la penitencia, tuvo lugar entre octubre-noviembre del 520 a.C. (octavo mes del segundo año de Darío, v.1). Luego la iniciación del ministerio profético comenzó unos meses después de la de Ageo. Las circunstancias históricas son las mismas: Judá está bajo el dominio persa, y la vida de la comunidad se desenvuelve en la mayor penuria económica y política, pues los enemigos circunvecinos hacen todo lo posible por evitar que la comunidad de repatriados se organice con vigor. Zacarías es de la clase sacerdotal1, pero se le llama enfáticamente el profeta por su misión excepcional de mensajero de Dios.
El discurso de exhortación a la penitencia (v.2-6) es como una introducción teológica a la colección de oráculos visionarios que contiene el libro. El profeta insiste en el castigo infligido a los antepasados como lección para los presentes. Para ello recalca que la sociedad organizada y aparentemente gloriosa antigua ha desaparecido: Vuestros padres, ¿donde están? (v.6). La situación ahora es bien triste, pues toda la grandeza, orgullo de las generaciones pasadas, ya no existe.
Por otra parte, no deben hacerse ilusiones, pues puede llegar el momento en que Dios abandone a su pueblo y le retire sus enviados los profetas: y los profetas, ¿viven siempre? Ciertamente que sus predicciones se cumplen infaliblemente, porque son mensajes de Dios; pero ellos mismos no son eternos. Zacarías recuerda que los antepasados reconocieron la mano de Dios en los castigos enviados, y ahora pide a sus contemporáneos que saquen las mismas consecuencias para que Yahvé vuelva a ellos.

Visión de los caballos y los caballeros (7-17).
7 A veinticuatro del mes undécimo, que es el mes de Sebat, del año segundo de Darío, fue la palabra de Yahvé a Zacarías, profeta, hijo de Baraquías, hijo de Iddo, diciendo: 8 Vi de noche a un varón que cabalgaba en un caballo rojo y estaba entre los montes en el valle 2; detrás de él había caballos rojos, alazanes y blancos. 9 Yo entonces pregunté: ¿Qué son éstos, mi señor? Y el ángel que me hablaba me dijo: Voy a darte a saber quiénes son éstos; 10 pero el que estaba entre los montes 3 tomó la palabra y dijo: Estos son los que Yahvé ha mandado a recorrer la tierra. 11 Luego hablaron ellos al ángel de Yahvé que estaba entre los montes 4 y le dijeron: Hemos recorrido la tierra, y toda está quieta y tranquila. 12 Y habló el ángel de Yahvé, diciendo: ¡Oh Yahvé de los ejércitos! ¿hasta cuándo no vas a tener piedad de Jerusalén y de las ciudades de Judá, contra las que estás irritado desde hace setenta años? 13 Y Yahvé dirigió al ángel que conmigo hablaba palabras amables, palabras consoladoras. 14 El ángel que hablaba conmigo me dijo: Clama diciendo: Así dice Yahvé de los ejércitos: Siento gran amor hacia Jerusalén y hacia Sión, 15 y estoy muy airado contra las naciones que ahora están tranquilas, porque yo estaba un poco airado, pero ellas agravaron el mal. 16 Por tanto, así dice Yahvé: Yo me he vuelto misericordioso hacia Jerusalén, y mi casa será allí reedificada, dice Yahvé de los ejércitos, y sobre Jerusalén se tenderá el cordel. 17 Clama también diciendo: Así dice Yahvé de los ejércitos: Aún rebosarán mis ciudades de abundancia de bienes, y Yahvé consolará a Sión y elegirá a Jerusalén.

La visión es complicada y oscura, pues parece retocada en el texto 5. El profeta en esta visión se hace eco de las inquietudes de sus contemporáneos, que están ansiosos de la manifestación de la anunciada era mesiáníca, que debía ser precedida, según las profecías, de una gran conmoción de las naciones. Zacarías quiere salir al paso del desánimo general, y en esta serie de visiones anuncia la futura gloria de Jerusalén y del pueblo elegido después de un juicio punitivo sobre las naciones.
En la primera visión intervienen varios personajes, que complican la escena para después explicar el simbolismo de cada uno. Aparecen claramente en la escena el profeta que recibe la visión; el ángel intérprete, que explica al profeta el sentido de la visión (v.9.13.14), y Yahvé. Pero, además, aparece un ángel de Yahvé, que en los v. 11-12 se identifica con el caballero que está entre los montes. Detrás de él aparecen, según el texto hebreo, tres caballos: rojos, alazanes y blancos (v.8). Según los LXX, son cuatro caballos: rojos, alazanes, manchados y blancos. Y parece mejor este número cuádruple en paralelismo a los cuatro carros del c.6 que deben recorrer la tierra. Por otra parte, Zacarías en su simbolismo tiene preferencia por el número cuatro6. También en nuestro capítulo los caballos deben recorrer la tierra (v.10).
En este supuesto, los cuatro caballos corresponderían a los cuatro puntos cardinales, que debían ser visitados por los emisarios de Dios para que se enterasen de la situación de toda la tierra y lo comunicaran al ángel de Yahvé que estaba entre los montes (v.11). Supuesta esta distribución, el simbolismo es fácil de captar. El ángel de Yahvé, o caballero entre los montes, es el valedor o ángel tutelar de los intereses del pueblo elegido. Los cuatro caballeros son cuatro mensajeros anónimos, que son una dramatización ideal de la Providencia divina, que alcanza a los cuatro confines del orbe (los colores de los caballos son convencionales, para distinguirlos entre sí. Los cuatro mensajeros divinos están a las órdenes del ángel tutelar (ángel de Yahvé o caballero entre los montes) para trasladarse a los cuatro confines del orbe c informarse de su situación y después entregar la información a su jefe ángel de Yahvé; y, en efecto, le dan cuenta de su misión (v.11).
La noticia que traen es poco confortadora para el ángel tutelar de los intereses de la comunidad judía: la tierra está quieta y tranquila; lo que equivalía a decir que las cosas continuarían como hasta ahora, e.d., no se vislumbraba la conmoción deseada entre las naciones como preludio de la era mesiánica. De ahí la angustiosa interrogación del ángel de Yahvé (encarnación de los intereses del pueblo elegido): ¿Hasta cuándo no vas a tener piedad de Jerusalén y de las ciudades de Judá? (v.12). La tranquilidad reinante bajo Darío parece indicar que la situación actual, en plan de inferioridad, de Jerusalén y de Judá va a continuar indefinidamente a pesar de las antiguas promesas de restauración gloriosa después del juicio sobre los pueblos paganos.
En realidad, el castigo sobre Judá sobrepasa ya la antigua profecía de Jeremías, que hablaba de setenta años de opresión y cautividad7, pues Yahvé sigue airado contra Judá desde hace setenta años (v.12). El número setenta indica una amplia generación como en la profecía de Jeremías; pero los años pasan y la restauración gloriosa de Judá no se vislumbra cercana. Esta es la preocupación angustiosa del ángel de Yahvé (caballero entre las montañas), que representa los intereses de Judá. La respuesta de Yahvé es consoladora, y es dirigida directamente al ángel intérprete del profeta: Yahvé dirigió al ángel que conmigo hablaba palabras amables y consoladoras (v.13).
El mensaje de éste es en extremo esperanzador, pues Yahvé declara que siente un amor especial por Jerusalén (v.14), y, por otra parte, va a exigir justicia de las naciones que ahora están tranquilas en razón del enojo transitorio de Yahvé contra su pueblo, permitiendo dominen sobre ella por algún tiempo; pero se han excedido en su papel de instrumentos de su justicia (pero ellas agravaron el mal decretado por Dios contra Judá), y por eso llega la hora de la revancha. Se acerca la hora de la rehabilitación gloriosa de Judá como colectividad. El templo de Yahvé, símbolo de la protección a su pueblo, volverá a reedificarse (v.16), y en Jerusalén se tenderá el cordel para reconstruirla como en los tiempos gloriosos pasados. Y de nuevo rebosarán las ciudades (de Judá) de abundancia de bienes en una nueva teocracia gloriosa 8.

Visión de los cuatro cuernos y de los cuatro. artesanos (18/1-21/4)
18 (1) Luego alcé mis ojos y miré, y vi cuatro cuernos, 19 (2) y pregunté al ángel que hablaba conmigo: Y éstos, ¿qué son? El me respondió: Estos son los cuernos que dispersaron a Judá. 20 (3) Mostróme luego Yahvé cuatro artesanos, 21 (4) y yo pregunté: ¿Qué van a hacer éstos? Me respondió, diciendo: Aquéllos son los cuernos que dispersaron a Judá de modo tal, que no pudo ya levantar cabeza, y éstos vienen para rodear9 a aquéllos y destruir los cuernos de las gentes que alzaron el cuerno sobre la tierra de Judá para dispersarla.

Estos dos pequeños oráculos desarrollan las ideas de la anterior visión sobre el castigo de las naciones y la resurrección de Judá 10. La ilación con la visión anterior es artificial, pues el profeta las presenta simplemente como un espectador que ve desfilar ante sus ojos diversos cuadros simbólicos. Naturalmente, en la concepción de estas visiones hay mucho de puro artificio literario. El sentido de ambas visiones es claro: el profeta ve primero cuatro cuernos o potencias, que simbolizan el conjunto de poderes o reinos que históricamente han oprimido a Judá. El número cuatro no tiene más misterio que designar los cuatro puntos cardinales, la totalidad de los reinos paganos opuestos al pueblo de Dios 11.
A ellos Dios les opone cuatro artesanos (o trabajadores en piedra, metal o madera) que van a destruir los cuatro cuernos, o potencias paganas opresoras de Judá. Estos cuatro artesanos son cuatro instrumentos de la justicia divina, que bien pueden ser angeles o personificación de fuerzas naturales o sobrenaturales utilizadas por Dios para cumplir su justicia sobre las naciones opresoras paganas.

1 Sobre los nombres que aquí aparecen véase Neh_5:16; Neh_10:35; Neh_12:14. - 2 El TM dice: entre los mirtos que había en una hondonada o valle. Así la Bib. de Jér. Los LXX: entre los montes. - 3 TM: mirtos. - 4 TM: mirtos. - 5 La fecha veinticuatro del mes undécimo, que es el de Sebat, puede ser indicación cro-nológica^que afectaba a las seis primeras visiones. El mes Sebat era el undécimo según el calendario asiro-babilónico aceptado, que se distribuía del modo siguiente: i, Nisán; 2, Ijjw, 3, Siwan; 4, Tammuz; 5, Ab; 6, Elul; 7, Tishri; 8, Marjessahwan; 9, Kislew; 10, Tebet; n, Sebat; 12, Adar. - 6 Cf. Zac2,i.3; 6:5. - 7 Cf. Jer_25:12. - 8 Sobre la interpretación de estos símbolos véase el libro de D. buzy Les symboles dans