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Zacarías.
Introducción.
Personalidad del profeta y ambiente histórico de su ministerio.
Zacarías (en hebreo Zekariyah: Yahvé se acuerda o Se acuerda de Yahvé) es contemporáneo de Ageo, y predicó su mensaje en las mismas circunstancias históricas1. En Zac 1:1 es llamado hijo de Baraquías, hijo de Addo, mientras que en Esd 5:1 se omite el nombre de su padre y se le llama hijo de Addo 2. Algunos autores creen que el hijo de Baraquías es adición del glosista, basándose en Is 8:2 3.
En la lista sacerdotal de Neh 12:16 no aparece el nombre de Zacarías, a pesar de que los vaticinios del libro de Zacarías tienen un marcado sello levítico. Podemos considerar, pues, al profeta como perteneciente al grupo de los laicos que fomentaban la vida religiosa, y que tenían por ello relaciones estrechas con los de la clase sacerdotal.
Zacarías es contemporáneo de Ageo, y su predicación se desenvuelve en el mismo ambiente de dificultades que la de aquél. Su preocupación principal es también la de la terminación de las obras del templo, como preámbulo de la restauración mesiánica. Según las indicaciones cronológicas de sus vaticinios, Zacarías profetizó entre el 520 y el 518 a.C., cuando reinaba en Persia Darío I Histaspes (522-586), sucesor de Cambises 3. A pesar de que Zacarías tiene también la obsesión de la reedificación del templo destruido, como en Ageo, se preocupa más que éste de los valores morales, y en esto empalma con la tradición profética preexílica.
Contenido y estructura del libro.
El actual libro canónico, atribuido a Zacarías, se divide claramente en dos partes: una de tipo apocalíptico (c.1-8), visionaria, y otra narrativa, parenético-mesiánica (c.9-14). He aquí el esquema detallado, que nos da una idea clara de su contenido:
Introducción: Exhortación a la conversión: 1:1-6. A) Restauración y salvación:
1. Ocho visiones nocturnas: 1:7-8:23.
Los caballos en el valle: 1:7-17. (Jerusalén reedificada.)
Los cuatro cuernos y los cuatro artesanos: 1:18-21(2:1-4).
(Los opresores serán destruidos.)
El ángel con la cuerda de medir: 2:1-13(2:5-7).
(Los desterrados volverán a Jerusalén y las naciones.)
El sumo sacerdote Josué: 3:1-10.
(Josué invitado a su nueva labor en el templo.)
El candelabro de oro entre los dos olivos: 4:1-14.
(El templo reedificado por Zorobabel y Josué.)
El rollo volando: 5:1-4.
(La tierra será limpiada de la injusticia.)
La mujer y el efd: 5:5-11
(La iniquidad será alejada de Palestina.)
Los cuatro carros: 6:1-8.
(Los opresores serán castigados.) Coronación del sumo sacerdote: 6:9-15. Disposición recta para la salvación: 7:1-8:23.
Juicios divinos y promesa de salvación: 9:1-14:21.
1. Juicio entre los gentiles y salvación de Israel: 9:1-11:17.
Juicio contra los gentiles vecinos: 9:1-7.
El reino mesiánico: 9,8-11:3.
Los pastores, bueno y malo: 11:4-17.
2. Salvación y glorificación de Israel: 12:1-14:21.
Liberación de Jerusalén: El Salvador, traspasado:
12:1-14.
Fuente de salvación: la purificación del pueblo: 13:1-9.
Ultima tribulación de Jerusalén y salvación mesiánica:
14:1-21.
Autenticidad.
Los críticos modernos urgen las diferencias conceptuales y literarias de la primera y segunda parte. Y, sobre todo, las alusiones de tipo histórico de ambas partes parecen reflejar distintas épocas de composición. Así, distinguen por lo menos dos autores en la actual compilación de vaticinios del libro de Zacarías; y, como en el caso del libro de Isaías, hablan del Proto-Zacarías, Deutero-Zacarías y aun Trito-Zacarías. En efecto, en la segunda parte del libro de Zacarías (c.9-14) hay ausencia total de indicaciones cronológicas, que abundan en la primera parte.
Además, tampoco aparece el nombre del profeta, sino que parece obra de un autor anónimo que cultiva el género antológico, es decir, que para expresar sus ideas se inspira en autores profetices anteriores al destierro babilónico. Se mencionan naciones y pueblos que en la época de Zacarías no tenían relieve histórico, como Asiría4, los jebuseos5, los filisteos6. Asimismo, las expresiones Efraím, la casa de Jacob1, parecen referirse al desaparecido reino del norte en 721 a.C. Se alude al terremoto de los tiempos de Ozías, rey de Judá 8, que tuvo lugar hacia el 750 a.C. Por otra parte, estos autores pretenden ver alusiones a hechos de los siglos VI-IV, como la fecha del comienzo del exilio (586), el retorno bajo Zorobabel (537), la terminación del templo (515), el retorno bajo Esdras (458), la terminación de los muros de Jerusalén (444), la victoria de Alejandro Magno sobre los persas en I so (333), la dominación seléucida sobre Palestina (197-142) y la insurrección de los Macabeos (175-161).
Además, mientras en la primera parte del libro de Zacarías la obsesión del profeta es la reconstrucción del templo jerosolimitano, en la segunda no se alude a esta cuestión, ni tampoco a los pilares del judaísmo en la época de la reconstrucción del templo, como son Zorobabel y Josué, personajes en torno a los cuales giran las enseñanzas de las cisiones de la primera parte. A esta diferencia de enfoque hay que añadir el hecho de que los vaticinios de la primera parte son datados y expresamente atribuidos a Zacarías, mientras que los de la segunda parte aparecen anónimos y sin indicaciones cronológicas.
La perspectiva es diferente, y el género literario de expresión también, pues en la primera parte los vaticinios están en forma de fisiones de tipo apocalíptico - probablemente ficciones literarias y no cisiones reales - , mientras que en la segunda parte desaparece el carácter misionario oracular, que es sustituido por una exposición difuminada, con menos originalidad personal, en la que prevalece el estilo antológico o imitativo de frases y concepciones proféticas anteriores al exilio babilónico. Por todas estas razones, la mayoría de los críticos modernos distinguen diversos autores al estudiar el origen de los vaticinios del actual libro de Zacarías 9.
Frente a esta posición, muchos autores más conservadores pretenden explicar estas anomalías que acabamos de apuntar, en el supuesto de que el profeta Zacarías es el autor de las dos partes del libro de Zacarías 10. Así, creen que la diversidad de enfoque general en ambas partes se debe a la diversa época de la vida de Zacarías en que habrían sido compuestas cada una de las partes. La primera sería del profeta cuando era joven, y el problema acuciante lo constituía la reconstrucción del templo. Más tarde, cuando el templo había sido ya inaugurado y habían muerto los dos corifeos del judaismo del retorno, Zorobabel y Josué, el profeta no tiene por qué aludir a esta situación y a estos personajes.
Así, suponen que la primera parte habría sido escrita hacia el 520 a.C., mientras que la segunda sería del mismo autor, pero escrita ya cuando se cuarteaba el imperio persa - época de las derrotas de ¿alamina (480), de Platea (479) - por efecto de la sublevación de muchas satrapías, como la de Egipto. Las diferencias de estilo habría que atribuirlas, en este supuesto, a la diferencia de edad del mismo autor u. Y las menciones de Asiría, Filisteo, losjebuseos, han de explicarse como arcaísmos artificialmente buscados para empalmar con la gran literatura profética de la época preexílica. Esta explicación sería válida también para las menciones de Efraím y José como sinónimos de Israel.
Mensaje doctrinal.
Las dos ideas teológicas fundamentales del libro de Zacarías son la Providencia divina, que tiene un cuidado especial de su pueblo 12, y sobre todo de Jerusalén, capital de la nueva teocracia 13, en la reconstrucción del templo 14, y sobre las naciones 15. Como los profetas preexílieos, Zacarías urge ante todo una religión espiritualista, no meramente manifestada con ritos externos cultuales. Ante todo, la verdad, la misericordia, el juicio justo, de modo que nadie maquine el mal en su corazón 16. Con esta doctrina ético-espiritualista, Zacarías se acerca mucho ya al ideal del sermón de la Montaña.
Otra idea fundamental en el libro de Zacarías es la de la expectación mesiánica. En la primera parte del libro - centrada en torno a la persona de Zorobabel como símbolo de la reconstrucción nacional - aparece éste como tipo del Mesías, futuro redentor. En la segunda parte desaparece la figura de Zorobabel, y la mente del profeta se proyecta directamente sobre la persona del Libertador que ha de venir y sobre el triunfo de la nueva Jerusalén. El Mesías es anunciado como Rey 17, justo y victorioso, cuyo reino abarca de un mar al otro; pero al mismo tiempo pobre, cabalgando sobre un asno 18, inaugurando un reino mesiánico universal 19 en el día de Yahvé, que será de triunfo y de luz 20. Las ideas escatológicas se mezclan en la última parte del libro, y la perspectiva se alarga y difumina sin contornos.
Estilo literario.
San Jerónimo define así el estilo del libro: Obscurissimus líber Zachariae prophetae et ínter duodecim longissimus 21. El estilo es apocalíptico y visionario en gran parte del libro. Las visiones parecen un artificio literario empleado por el autor para expresar simbólicamente ideas principalmente mesiánicas. El profeta presenta a menudo con él a un ángel intérprete, según es estilo en la literatura apocalíptica22. La forma literaria de los c.9-14 es más semejante a la de los profetas anteriores al exilio. Es el estilo antológico o imitativo de los vaticinios de diversos profetas anteriores, tomando incluso locuciones concretas de éstos para reforzar su punto de vista ante el auditorio, pero sin citar expresamente la fuente de inspiración.
Texto.
Ya hemos indicado que hay diferencias de estilo y de vocabulario entre las dos partes del libro. No obstante, los hebraístas sostienen que el lenguaje de Zacarías es, en general, de calidad, comparable al de los escritos buenos pre-exílieos 23. El TM a veces es oscuro y poco seguro, de forma que no pocas veces resulta más inteligible el texto de los LXX, que frecuentemente refleja un original diferente, que no ha sido comprendido bien por el traductor griego. Como en otros escritos proféticos, algunas veces los versículos están fuera de lugar, y es necesario acudir al contexto general y al paralelismo para reconstruir la posible lección original.
Canonicidad.
El libro de Zacarías figura sin dificultad, desde los primeros tiempos, tanto en el canon judaico como en el cristiano. En el Í.Ô., este libro es citado varias veces por Cristo y los apóstoles 24.
1 El nombre de Zacarías es muy común en el A.T. La grafía de la Vulgata está calcada sobre la de los LXX, pues en hebreo es Zekaryah. - 2 En Is 8:1 se habla de Zacarías, hijo de Yerebequías, del que puede ser una variante Ba-raquías. - 3 Cf. Zac 1:1.7; 7:1. - 4 Zac 10:10. - 5 Zac_9:7. - 6 Zac 9:6. - 7 Zac 9:10.13; Zac_10:7. - 8 Zac 14:5. - 9 Hiteig y Ewald opinan que los c.g-14 son anteriores al exilio (sus alusiones a Asiría, los filisteos, los jebuseos, Efraím) y fueron incorporados al libro de Zacarías en el siglo v. Driver y Stade, Nowack, suponen más bien que estos capítulos son de la época de Alejandro Magno (s.iv); de ahí la mención de Grecia (Zac 9:13). En cambio, Kennet, Peake, Wellhau-sen y Martí sostienen que son obra de un autor del siglo u, de la época de los Macabeos. - 10 Es la opinión tradicional sostenida por Kaulen-Hoberg, Knabenbauer, Goetsberger, Cornely-Merck, Junker, Wright. Cf. van hoonacker, Les douze Petits Prophétes p.579-81. 650-62; S. bullough, Verbum Del II p.?8o; hopfl-miller-metzinger, o.c., 531. - 1l Los que sostienen la unidad de autor urgen el hecho de que frases como el ojo de Dios están en ambas partes del libro (cf. 1:6.12; 2:11; 9:15; 10:3; 12:5). - 12 Zac_8:7-8. - 13 Zac 1:14; 8:2. - 14 Zac 4:10 - 15 Zac9:5s; 12:2-6; 14:12-15. - 16 Zac 1:4; 5:3-4; 7:5-10; 8:16-19. - 17 Zac 9 9 - 18 ibid. - 19 Zac É4:3·4·9. - 20 Zac 14:1.4.6.7.13.20. - 21 San Jerónimo, Comm. in Zach., pról.: PL 25:1417 (1486). - 22 Cf. Dan7:16; 8:16; 9:21; Ap 17:15; 21:9. - 23 Cf. Van Hoonacker, o.c., p.657-6o. - 24 Mt 21:45 y Jn 12:15 citan a Zac 9:9 al hacer la entrada solemne de Jesús en el templo el domingo de Ramos; Mt 26:31 cita a Zac 13:7: percutiam pastorem et dispergentur oves gregis; Jua_19:37 cita a Zac 12:10: videbunt in quem transfuxerunt.
Zacarías 12,1-14
12. La Rehabilitación del pueblo de Yahvé.
Jerusalén, cáliz de vértigo para los pueblos (1-9).
1 Oráculo. Palabra de Yahvé sobre Israel. Palabra de Yahvé, que extiende los cielos, funda la tierra y que forma el aliento del hombre dentro de él. 2 He aquí que voy a hacer de Jerusalén una copa de vértigo para todos los pueblos de en derredor. También para Judá habrá angustia y para Jerusalén. 3 Aquel ¿lía pondré a Jerusalén como piedra pesada para todos los pueblos, y cuantos con ella carguen se harán cortaduras, y se reunirán contra ella todas las gentes de la tierra. 4 Aquel día, dice Yahvé, heriré de terror a todos los caballos y de locura a sus jinetes, pero abriré mis ojos sobre la casa de Judá, y a todos los caballos de las gentes los heriré de ceguera. 5 Entonces se dirán los jefes de Judá: La fuerza de los habitantes de Judá está en Yahvé de los ejércitos, su Dios. 6 Aquel día haré de los jefes de Judá brasero encendido en medio de leña y antorcha ardiendo en medio de las haces, que consumirá a diestro y siniestro a todos los pueblos de en derredor, y Jerusalén será de nuevo habitada en su lugar, en Jerusalén, 7 y salvará primero las tiendas de Judá, para que no se enorgullezcan contra Judá la casa de David y los habitantes de Jerusalén. 8 En aquel día escudará Yahvé a los moradores de Jerusalén, y la casa de David será como Dios, como el ángel de Yahvé ante ellos. 9 Aquel día me pondré yo a destruir a todas las gentes que vinieron contra Jerusalén.
El oráculo es enfático; procede de Yahvé, que extiende los cielos y funda la tierra. El profeta apela al Señor de la naturaleza para garantizar su palabra amenazadora contra todos los pueblos que se atrevan a hacer frente a Jerusalén. Todos se tambalearán cuando quieran probar la copa de vértigo, Jerusalén, piedra de toque de la omnipotencia divina. En los profetas es frecuente este símil del cáliz embriagador de la ira divina que Yahvé ofrece a los pueblos para hacerlos perder el sentido. Aquí Jerusalén, como capital del pueblo de Dios, es presentada como una copa de vértigo que se derramará sobre los que se atrevan a atacarla.
Judá y Jerusalén serán presas de angustia (v.2), pero se salvarán de la crisis por intervención divina. Todos los que la ataquen se harán cortaduras, como el que osa ponerse a levantar una piedra pesada (v.3). En efecto, cuando llegue el momento del ataque de todas las gentes de la tierra reunidas contra ella, Yahvé tendrá una especialísima protección de Jerusalén (abriré mis ojos sobre la casa de Judá, v.4), sembrando el terror y la locura (por efecto de la copa de vértigo) entre los caballos y jinetes enemigos. Será ése el momento del reconocimiento de la omnipotencia divina por parte de los jefes de Judá (v.6). Los jefes (o familias según otra posible versión) de Judá, con la ayuda de su Dios, se reavivarán y harán presa en los enemigos que los atacan, como el brasero encendido lo hace en la leña, y la antorcha en los haces o gavillas que le sirven de pábulo.
Jerusalén quedará intacta y volverá a ser habitada en su misma colina de Sión; pero no sólo participarán de la victoria la capital santa y la casa real de David, sino que también las ciudades del campo tendrán su preeminencia, como la tuvieron en otro tiempo (Hebrón y Belén) bajo el caudillaje de David; por eso Yahvé salvará primero las tiendas de Judá, es decir, a las localidades rurales de Judá, para que no se enorgullezcan contra Judá (como región) la casa de David (la corte) y los habitantes de Jerusalén (v.8). En estas palabras, el profeta fustiga el orgullo de los moradores de la capital, que se consideraban los únicos privilegiados.
Con todo, Jerusalén, como capital de la nueva teocracia, tendrá una especialísima protección de Yahvé; y la casa de David, o dinastía davídica, será como Dios, es decir, gozará de un prestigio superior, comparable al de su Dios, verdadero vencedor y organizador de la nueva sociedad judía. La frase como Dios queda atenuada en el contexto con la aclaración como el ángel de Yahvé, que bien puede ser explicación erudita teológica posterior para evitar el posible sentido irreverente de la frase como Dios. En realidad es Yahvé el que da la victoria a su pueblo contra todos sus enemigos.
En toda esta descripción encontramos la perspectiva del juicio divino sobre las naciones paganas que precederá a la inauguración mesiánica. Antes de la entrada en la nueva era definitiva habrá un gran combate sobre las naciones paganas que se impusieron al pueblo de Israel, y Yahvé les dará el merecido como compensación a los sufrimientos de su pueblo: Aquel día me pondré yo a destruir a todas las gentes que vinieron contra Jerusalén (v.9). La amenaza es esperanzadora para los judíos, que penosamente, después del exilio, tuvieron que levantar de las ruinas la Ciudad Santa y comunidad nacional en medio de la hostilidad de los pueblos gentiles circunvecinos.
Lamentación general de la nación por un misterioso crimen (10-14).
10 Y derramaré sobre la casa de David y sobre los moradores de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración, y alzarán sus ojos a mí. Y aquel a quien traspasaron le llorarán como se llora al unigénito, y se lamentarán por él como se lamenta por el primogénito. 11 Habrá aquel día gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadad-Rimmón en el valle de Megiddo. 12 Se lamentará la tierra, linaje por linaje; el linaje de la casa de David aparte, y sus mujeres aparte; el linaje de la casa de Natán aparte, y sus mujeres aparte; 13 el linaje de la casa de Levi aparte, y sus mujeres aparte; el linaje de Semeí aparte, y sus mujeres aparte, 14 y todos los otros linajes, cada uno aparte, y sus mujeres aparte.
Este fragmento es también sumamente enigmático y muy diversamente interpretado. El profeta habla de un misterioso duelo general de la nación por un crimen no menos misterioso. Una razón de la dificultad en la interpretación del texto estriba en la oscuridad del mismo en su original y versiones.
El profeta anuncia, después de la victoria sobre los enemigos de Judá, una efusión del espíritu de gracia y de oración l. La nación, reconocida a los beneficios y protección de su Dios por la victoria total reportada, se volverá en masa hacia El: 3; alzaran sus ojos a mí (v.10a). A continuación la mente del profeta se centra en torno a un enigmático duelo general de la nación sobre un sujeto nebuloso que no concreta.
Para esclarecer el sentido debemos primero buscar una lección aceptable en el confuso y ambiguo contexto. El TM dice literalmente: y me contemplarán a mí, al que traspasaron 2. Según esta lectura, el objeto de esa contemplación es Yahvé, que es el que habla. Pero a continuación se dice: Le llorarán. El cambio de primera a tercera persona es inexplicable lógicamente en el contexto gramatical, pues el llanto es sobre una persona distinta de Yahvé. Resulta difícil entender que hayan traspasado a Yahvé, y, por otra parte, que la lamentación recaiga sobre un sujeto diferente de Yahvé. La Vulgata sigue literalmente al TM. Los LXX, en cambio, traducen: y mirarán a mí, porque (me) insultaron, y le llorarán 3.
Por otra parte, muchos comentaristas de nota creen que la construcción del texto hebreo no es regular, y así procuran corregir el texto. Unos creen encontrar la solución admitiendo la lección de algunos manuscritos, que traen: contemplarán a él, al que traspasaron 4. Pero las versiones de los LXX, la Pcshitta, Vulgata, la de Aquila y Símaco y Teodoción leen unánimemente: contemplarán a raí, al que traspasaron. La lección, pues, de esos manuscritos parece ser una corrección erudita para evitar la dificultad del texto. Por ello, muchos expositores prestigiosos prefieren mantener la lección actual del TM, si bien, siguiendo a San Cirilo Alejandrino 5, dividen el texto como hemos propuesto: y alzarán sus ojos a mí. Y aquel a quien traspasaron, le llorarán.6
Ahora bien, supuesta esta lectura, ¿quién es este sujeto misterioso al que llorarán como se llora al unigénito? Se ha propuesto que el duelo sería por un mártir desconocido de la época del profeta, por una víctima de la pasión ciega popular, sobre cuyo crimen reflexionarán más tarde los judíos, lamentándose de su torpe acción. Diversos nombres han sido propuestos para su identificación: Zacarías, hijo de Joyada, muerto por orden del rey Joás de Judá (798-782 a.C.); Urías, hijo de Semeyas, muerto bajo el rey Joaquim de Judá (609-598 a.C.); Godolías, el gobernador judío puesto por los babilonios después de la toma de Jerusalén en 586, muerto por el nacionalista Ismael. Se ha pensado incluso en el propio profeta Jeremías, que habría sido víctima de esta misma facción nacionalista. No faltan quienes proponen a Zorobabel, contemporáneo de Zacarías. No pocos comentaristas creen que hay que relacionar a este mártir incomprendido con el Siervo de Yahvé de los famosos cánticos de Is 52:13-53:12.
Los Santos Padres y comentaristas católicos, siguiendo al evangelista San Juan 19,37 (mirarán al que traspasaron), ven en esta perícopa una alusión clara al Mesías-Jesús muriendo en la cruz, víctima de la ciega pasión popular. El contexto parece favorable a ello, ya que el profeta parece unir la perspectiva mesianica con la compunción general por la víctima inocente. En efecto, después de hablar del triunfo del pueblo elegido sobre las naciones paganas, se anuncia la efusión del espíritu de gracia y de oración, como en Joe_3:1. Consecuencia de ello será la íntima compunción y arrepentimiento por un atropello colectivo cometido contra una víctima inocente, cuya muerte parece tener relación con la misma salvación del pueblo.
En este supuesto, el fragmento sería paralelo a los cánticos sobre el Siervo de Yahvé de Is 52:13-53:12, donde se habla de un Justo que sufre callado y que muere por los pecados de su pueblo. Todos estos detalles se cumplen literalmente en Jesús, condenado a muerte por el pueblo judío, que en su ceguera no comprendió su alto mensaje de redención.
El v.11 habla de la magnitud del duelo que tendrá lugar en la Ciudad Santa por ese misterioso mártir, y es comparado al llanto de una madre sobre el hijo unigénito perdido para siempre. Después el profeta añade un enigmático punto de comparación: habrá llanto en Jerusalén como el llanto de Hadad-Rimmón en el valle de Me-giddo 7. La generalidad de los autores ve aquí asociados dos nombres geográficos del territorio donde se dio la batalla de Megiddo, en la que pereció el rey Josías (609 a.C.) en lucha desigual contra el faraón Necao II.
El duelo por esta catástrofe fue muy grande8, ya que Josías había sido uno de los reyes más religiosos y piadosos de la dinastía davídica. Este duelo debió de hacer época, y a él puede hacer referencia como punto de comparación el profeta en este vaticinio. San Jerónimo dice que Hadad-Rimmón sería la localidad de su tiempo llamada Maximianópolis, en la llanura o valle de Megiddo 9.
En este duelo por la muerte del misterioso mártir participa toda la nación, y el profeta nombra a cuatro familias principales como símbolo de toda la comunidad 10.
1 Cf.Jl 5.1. 2 Así traduce Cantera. 3 La versión de me insultaron, en vez de me traspasaron, se explica suponiendo que los traductores leyeron equivocadamente en el hebreo raqadu en vez de daqaru. 4 Así Kennicot, Rossi, Konig, Dillman, Kittel. 5 Cf. Cirilo Alej., In Zach. A/ex.: PG 72:221.224. 6 Así leen A. Van Hoonacker, o.c., p.623, y RB 11 (1902) 348-349; M. J. Lagrange, Les prophéties messianiques des derniers prophétes: RB 15 (1906) p.75; A. Gondamin, Le sens messianique de Zacharie XII, 10: Recherches de Se. Reí., 1 (1910) p.53; E. Tobac, Les prophétes d'Israel 2 (1921) p.521; F. Geuppens, De prophetiis messianicis in Antiguo Testamento (Roma 1935) p.4?6. 7 Hoonacker corrige el texto y lee como la lamentación de Rimmón en el valle de Mi-grón, y supone que el profeta alude al Rimmón en Migrón de 1Sa_14:2. En Jue_20:45.47; Jue_21:13, se dice que los benjaminitas de Guebá se refugiaron en la roca de Rimmón. Entonces la lamentación de que habla Zacarías sería la famosa de Jue 21, donde se lamenta la suerte de los restos de la tribu de Benjamín. Algunos autores, como Hitzíg, Jeremías y Cheyne, creen que Hadad Rimmón sería un nombre de Adonis (Tammuz), llorado ruidosamente en Fenicia por las mujeres. 8 Cf. 2Cr_35:25. 9 Se ha querido ver el nombre de Hadad Rimmón en el actual Rummaneh, cercano a Megiddo. Cf. G. mítchell, Zechariah: ICC p.332. 10 Nathan parece ser un hijo de David (2Sa_5:14). Semel puede ser el de Num_3:17.