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Zacarías.
Introducción.
Personalidad del profeta y ambiente histórico de su ministerio.
Zacarías (en hebreo Zekariyah: Yahvé se acuerda o Se acuerda de Yahvé) es contemporáneo de Ageo, y predicó su mensaje en las mismas circunstancias históricas1. En Zac 1:1 es llamado hijo de Baraquías, hijo de Addo, mientras que en Esd 5:1 se omite el nombre de su padre y se le llama hijo de Addo 2. Algunos autores creen que el hijo de Baraquías es adición del glosista, basándose en Is 8:2 3.
En la lista sacerdotal de Neh 12:16 no aparece el nombre de Zacarías, a pesar de que los vaticinios del libro de Zacarías tienen un marcado sello levítico. Podemos considerar, pues, al profeta como perteneciente al grupo de los laicos que fomentaban la vida religiosa, y que tenían por ello relaciones estrechas con los de la clase sacerdotal.
Zacarías es contemporáneo de Ageo, y su predicación se desenvuelve en el mismo ambiente de dificultades que la de aquél. Su preocupación principal es también la de la terminación de las obras del templo, como preámbulo de la restauración mesiánica. Según las indicaciones cronológicas de sus vaticinios, Zacarías profetizó entre el 520 y el 518 a.C., cuando reinaba en Persia Darío I Histaspes (522-586), sucesor de Cambises 3. A pesar de que Zacarías tiene también la obsesión de la reedificación del templo destruido, como en Ageo, se preocupa más que éste de los valores morales, y en esto empalma con la tradición profética preexílica.
Contenido y estructura del libro.
El actual libro canónico, atribuido a Zacarías, se divide claramente en dos partes: una de tipo apocalíptico (c.1-8), visionaria, y otra narrativa, parenético-mesiánica (c.9-14). He aquí el esquema detallado, que nos da una idea clara de su contenido:
Introducción: Exhortación a la conversión: 1:1-6. A) Restauración y salvación:
1. Ocho visiones nocturnas: 1:7-8:23.
Los caballos en el valle: 1:7-17. (Jerusalén reedificada.)
Los cuatro cuernos y los cuatro artesanos: 1:18-21(2:1-4).
(Los opresores serán destruidos.)
El ángel con la cuerda de medir: 2:1-13(2:5-7).
(Los desterrados volverán a Jerusalén y las naciones.)
El sumo sacerdote Josué: 3:1-10.
(Josué invitado a su nueva labor en el templo.)
El candelabro de oro entre los dos olivos: 4:1-14.
(El templo reedificado por Zorobabel y Josué.)
El rollo volando: 5:1-4.
(La tierra será limpiada de la injusticia.)
La mujer y el efd: 5:5-11
(La iniquidad será alejada de Palestina.)
Los cuatro carros: 6:1-8.
(Los opresores serán castigados.) Coronación del sumo sacerdote: 6:9-15. Disposición recta para la salvación: 7:1-8:23.
Juicios divinos y promesa de salvación: 9:1-14:21.
1. Juicio entre los gentiles y salvación de Israel: 9:1-11:17.
Juicio contra los gentiles vecinos: 9:1-7.
El reino mesiánico: 9,8-11:3.
Los pastores, bueno y malo: 11:4-17.
2. Salvación y glorificación de Israel: 12:1-14:21.
Liberación de Jerusalén: El Salvador, traspasado:
12:1-14.
Fuente de salvación: la purificación del pueblo: 13:1-9.
Ultima tribulación de Jerusalén y salvación mesiánica:
14:1-21.
Autenticidad.
Los críticos modernos urgen las diferencias conceptuales y literarias de la primera y segunda parte. Y, sobre todo, las alusiones de tipo histórico de ambas partes parecen reflejar distintas épocas de composición. Así, distinguen por lo menos dos autores en la actual compilación de vaticinios del libro de Zacarías; y, como en el caso del libro de Isaías, hablan del Proto-Zacarías, Deutero-Zacarías y aun Trito-Zacarías. En efecto, en la segunda parte del libro de Zacarías (c.9-14) hay ausencia total de indicaciones cronológicas, que abundan en la primera parte.
Además, tampoco aparece el nombre del profeta, sino que parece obra de un autor anónimo que cultiva el género antológico, es decir, que para expresar sus ideas se inspira en autores profetices anteriores al destierro babilónico. Se mencionan naciones y pueblos que en la época de Zacarías no tenían relieve histórico, como Asiría4, los jebuseos5, los filisteos6. Asimismo, las expresiones Efraím, la casa de Jacob1, parecen referirse al desaparecido reino del norte en 721 a.C. Se alude al terremoto de los tiempos de Ozías, rey de Judá 8, que tuvo lugar hacia el 750 a.C. Por otra parte, estos autores pretenden ver alusiones a hechos de los siglos VI-IV, como la fecha del comienzo del exilio (586), el retorno bajo Zorobabel (537), la terminación del templo (515), el retorno bajo Esdras (458), la terminación de los muros de Jerusalén (444), la victoria de Alejandro Magno sobre los persas en I so (333), la dominación seléucida sobre Palestina (197-142) y la insurrección de los Macabeos (175-161).
Además, mientras en la primera parte del libro de Zacarías la obsesión del profeta es la reconstrucción del templo jerosolimitano, en la segunda no se alude a esta cuestión, ni tampoco a los pilares del judaísmo en la época de la reconstrucción del templo, como son Zorobabel y Josué, personajes en torno a los cuales giran las enseñanzas de las cisiones de la primera parte. A esta diferencia de enfoque hay que añadir el hecho de que los vaticinios de la primera parte son datados y expresamente atribuidos a Zacarías, mientras que los de la segunda parte aparecen anónimos y sin indicaciones cronológicas.
La perspectiva es diferente, y el género literario de expresión también, pues en la primera parte los vaticinios están en forma de fisiones de tipo apocalíptico - probablemente ficciones literarias y no cisiones reales - , mientras que en la segunda parte desaparece el carácter misionario oracular, que es sustituido por una exposición difuminada, con menos originalidad personal, en la que prevalece el estilo antológico o imitativo de frases y concepciones proféticas anteriores al exilio babilónico. Por todas estas razones, la mayoría de los críticos modernos distinguen diversos autores al estudiar el origen de los vaticinios del actual libro de Zacarías 9.
Frente a esta posición, muchos autores más conservadores pretenden explicar estas anomalías que acabamos de apuntar, en el supuesto de que el profeta Zacarías es el autor de las dos partes del libro de Zacarías 10. Así, creen que la diversidad de enfoque general en ambas partes se debe a la diversa época de la vida de Zacarías en que habrían sido compuestas cada una de las partes. La primera sería del profeta cuando era joven, y el problema acuciante lo constituía la reconstrucción del templo. Más tarde, cuando el templo había sido ya inaugurado y habían muerto los dos corifeos del judaismo del retorno, Zorobabel y Josué, el profeta no tiene por qué aludir a esta situación y a estos personajes.
Así, suponen que la primera parte habría sido escrita hacia el 520 a.C., mientras que la segunda sería del mismo autor, pero escrita ya cuando se cuarteaba el imperio persa - época de las derrotas de ¿alamina (480), de Platea (479) - por efecto de la sublevación de muchas satrapías, como la de Egipto. Las diferencias de estilo habría que atribuirlas, en este supuesto, a la diferencia de edad del mismo autor u. Y las menciones de Asiría, Filisteo, losjebuseos, han de explicarse como arcaísmos artificialmente buscados para empalmar con la gran literatura profética de la época preexílica. Esta explicación sería válida también para las menciones de Efraím y José como sinónimos de Israel.
Mensaje doctrinal.
Las dos ideas teológicas fundamentales del libro de Zacarías son la Providencia divina, que tiene un cuidado especial de su pueblo 12, y sobre todo de Jerusalén, capital de la nueva teocracia 13, en la reconstrucción del templo 14, y sobre las naciones 15. Como los profetas preexílieos, Zacarías urge ante todo una religión espiritualista, no meramente manifestada con ritos externos cultuales. Ante todo, la verdad, la misericordia, el juicio justo, de modo que nadie maquine el mal en su corazón 16. Con esta doctrina ético-espiritualista, Zacarías se acerca mucho ya al ideal del sermón de la Montaña.
Otra idea fundamental en el libro de Zacarías es la de la expectación mesiánica. En la primera parte del libro - centrada en torno a la persona de Zorobabel como símbolo de la reconstrucción nacional - aparece éste como tipo del Mesías, futuro redentor. En la segunda parte desaparece la figura de Zorobabel, y la mente del profeta se proyecta directamente sobre la persona del Libertador que ha de venir y sobre el triunfo de la nueva Jerusalén. El Mesías es anunciado como Rey 17, justo y victorioso, cuyo reino abarca de un mar al otro; pero al mismo tiempo pobre, cabalgando sobre un asno 18, inaugurando un reino mesiánico universal 19 en el día de Yahvé, que será de triunfo y de luz 20. Las ideas escatológicas se mezclan en la última parte del libro, y la perspectiva se alarga y difumina sin contornos.
Estilo literario.
San Jerónimo define así el estilo del libro: Obscurissimus líber Zachariae prophetae et ínter duodecim longissimus 21. El estilo es apocalíptico y visionario en gran parte del libro. Las visiones parecen un artificio literario empleado por el autor para expresar simbólicamente ideas principalmente mesiánicas. El profeta presenta a menudo con él a un ángel intérprete, según es estilo en la literatura apocalíptica22. La forma literaria de los c.9-14 es más semejante a la de los profetas anteriores al exilio. Es el estilo antológico o imitativo de los vaticinios de diversos profetas anteriores, tomando incluso locuciones concretas de éstos para reforzar su punto de vista ante el auditorio, pero sin citar expresamente la fuente de inspiración.
Texto.
Ya hemos indicado que hay diferencias de estilo y de vocabulario entre las dos partes del libro. No obstante, los hebraístas sostienen que el lenguaje de Zacarías es, en general, de calidad, comparable al de los escritos buenos pre-exílieos 23. El TM a veces es oscuro y poco seguro, de forma que no pocas veces resulta más inteligible el texto de los LXX, que frecuentemente refleja un original diferente, que no ha sido comprendido bien por el traductor griego. Como en otros escritos proféticos, algunas veces los versículos están fuera de lugar, y es necesario acudir al contexto general y al paralelismo para reconstruir la posible lección original.
Canonicidad.
El libro de Zacarías figura sin dificultad, desde los primeros tiempos, tanto en el canon judaico como en el cristiano. En el Í.Ô., este libro es citado varias veces por Cristo y los apóstoles 24.
1 El nombre de Zacarías es muy común en el A.T. La grafía de la Vulgata está calcada sobre la de los LXX, pues en hebreo es Zekaryah. - 2 En Is 8:1 se habla de Zacarías, hijo de Yerebequías, del que puede ser una variante Ba-raquías. - 3 Cf. Zac 1:1.7; 7:1. - 4 Zac 10:10. - 5 Zac_9:7. - 6 Zac 9:6. - 7 Zac 9:10.13; Zac_10:7. - 8 Zac 14:5. - 9 Hiteig y Ewald opinan que los c.g-14 son anteriores al exilio (sus alusiones a Asiría, los filisteos, los jebuseos, Efraím) y fueron incorporados al libro de Zacarías en el siglo v. Driver y Stade, Nowack, suponen más bien que estos capítulos son de la época de Alejandro Magno (s.iv); de ahí la mención de Grecia (Zac 9:13). En cambio, Kennet, Peake, Wellhau-sen y Martí sostienen que son obra de un autor del siglo u, de la época de los Macabeos. - 10 Es la opinión tradicional sostenida por Kaulen-Hoberg, Knabenbauer, Goetsberger, Cornely-Merck, Junker, Wright. Cf. van hoonacker, Les douze Petits Prophétes p.579-81. 650-62; S. bullough, Verbum Del II p.?8o; hopfl-miller-metzinger, o.c., 531. - 1l Los que sostienen la unidad de autor urgen el hecho de que frases como el ojo de Dios están en ambas partes del libro (cf. 1:6.12; 2:11; 9:15; 10:3; 12:5). - 12 Zac_8:7-8. - 13 Zac 1:14; 8:2. - 14 Zac 4:10 - 15 Zac9:5s; 12:2-6; 14:12-15. - 16 Zac 1:4; 5:3-4; 7:5-10; 8:16-19. - 17 Zac 9 9 - 18 ibid. - 19 Zac É4:3·4·9. - 20 Zac 14:1.4.6.7.13.20. - 21 San Jerónimo, Comm. in Zach., pról.: PL 25:1417 (1486). - 22 Cf. Dan7:16; 8:16; 9:21; Ap 17:15; 21:9. - 23 Cf. Van Hoonacker, o.c., p.657-6o. - 24 Mt 21:45 y Jn 12:15 citan a Zac 9:9 al hacer la entrada solemne de Jesús en el templo el domingo de Ramos; Mt 26:31 cita a Zac 13:7: percutiam pastorem et dispergentur oves gregis; Jua_19:37 cita a Zac 12:10: videbunt in quem transfuxerunt.
Zacarías 3,1-10
3. Cuarta visión.
Rehabilitación del sumo sacerdote (1-5).
1 Y me hizo ver a Josué, el sumo sacerdote, que estaba en pie delante del ángel de Yahvé y tenia a su diestra a Satán para acusarle. 2 Y (el ángel de) Yahvé dijo a Satán: ¡Que Yahvé te reprima, oh Satán, que Yahvé te reprima, pues El ha elegido a Jerusalén! ¿No es por ventura ése un tizón que acaba de ser arrebatado a la hoguera? 3 Porque estaba Josué vestido de vestiduras inmundas, y así en pie delante del ángel. 4 Este mandó, hablando a los que estaban delante de él: Quitadle las vestiduras inmundas y vestidle las vestiduras de ceremonia, 5 y poned sobre su cabeza una tiara pura. Ellos pusieron la tiara sobre su cabeza y le vistieron de las vestiduras de ceremonia, y el ángel de Yahvé, puesto en pie, le dijo: Mira, he quitado de ti tu iniquidad y te he vestido de las vestiduras de ceremonia.
Después de anunciar el castigo de los pueblos opresores de Judá y la rehabilitación gloriosa de ésta, el profeta concreta en esta visión cómo debe organizarse la sociedad. Tres personajes intervienen en esta escena 1: el ángel de Yahvé, que preside la escena; el Sumo sacerdote Josué, que es presentado como un tizón que acaba de ser arrebatado de la hoguera (v.2), rescatado del exilio. Al lado de él aparece Satán o el Adversario, pues éste es significado específico de la palabra hebrea, y su oficio es probar a los hombres, acusándolos ante Yahvé2. En la escena que estudiamos parece que quiere oponerse a que se invista a Josué de nuevas vestiduras.
El sumo sacerdote simboliza aquí a la comunidad judía, que debe quitarse sus vestiduras inmundas, o vicios inveterados, y revestirse de otras nuevas, conforme a las exigencias de la nueva teocracia. Y particularmente, Josué simbolizaba la clase sacerdotal, cuya apostasía y olvido de sus deberes había sido causa principal del desvarío del pueblo y, en consecuencia, de la catástrofe nacional. En el nuevo estado de cosas, el sacerdocio debe aparecer purificado ante Yahvé, que se encargará de orillar las dificultades que puedan oponerse a la instauración del nuevo orden de cosas: Que Yahvé te reprima, ¡oh Satán! (símbolo de la oposición al pueblo elegido). (v.2). Es inútil que Satán se obstine en oponerse a la implantación de la nueva teocracia, pues Yahvé ha elegido a Jerusalén.
Pero esto exige un nivel de vida religiosamente incontaminado: por eso le quita las vestiduras inmundas, cambiándoselas por testiduras de ceremonia (v.4). Es la investidura solemne de Josué como sumo sacerdote, con lo que se indicaba la restauración oficial y plena de la clase sacerdotal con sus derechos y privilegios. Contra esta resurrección plena del sacerdocio, como base de la nueva teocracia, lucha Satán, que simboliza aquí a los enemigos del pueblo elegido. No debemos perder de vista que nos hallamos ante dramatizaciones ideales creadas por el profeta en función de ideas a expresar.
Promesa a Josué, sumo sacerdote (6-10).
6 El ángel de Yahvé conjuró a Josué, diciendo: Así habla Yahvé de los ejércitos: 7 Si andas por mis caminos y eres fiel a mi ministerio, administrarás también mi casa y guardarás mis atrios, y yo te daré puesto entre estos que están aquí. 8 Escucha, pues, Josué, sumo sacerdote, tú y tus compañeros que se sientan delante de ti, pues son varones de presagio. He aquí que yo hago venir a mi siervo Germen. 9 Pues he ahí la piedra que yo he puesto ante Josué; sobre esta única piedra hay siete ojos, y labraré yo mismo su escultura, dice Yahvé de los ejércitos, y aquel mismo día quitaré de la tierra la iniquidad. 10 Aquel día, dice Yahvé de los ejércitos, convidaréis cada uno a su vecino bajo la parra y bajo la higuera.
Una, vez revestido de atuendos de ceremonia sacerdotales, el ángel de Yahvé invita a Josué a ser fiel a su vocación de sacerdote, administrando la casa o templo de Yahvé; y como premio se le da un puesto entre los que están con el ángel de Yahvé (v.7). ¿Quiénes son estos misteriosos asistentes? La frase es oscura y, dado el ambiente angeológico apocalíptico del fragmento, parece se insinúa que Josué, como sumo sacerdote, tendrá una misión análoga a la de los ángeles, que rodean a Dios en el sagrado ministerio. A continuación el ángel de Yahvé se dirige enfáticamente a Josué y a sus compañeros que se sientan delante (v.8), e.d., sus colegas de inferior grado en el sacerdocio, y les dice que serán varones de presagio, en cuanto que simbolizan ahora la restauración plena del culto sacerdotal.
Después la atención de la escena se fija en otro personaje misterioso: He aquí que yo hago venir a mi siervo Germen (v.8b). ¿Quién es este Germen que aparece en plan paralelo con la clase sacerdotal, simbolizada en Josué? El contexto parece sugerir que ese Germen es Zorobabel, representante de la autoridad civil y principal promotor de la reconstrucción del templo. Por el v.9 se ve que la preocupación del profeta es el remate de la obra del templo, pues se habla de una piedra puesta por Dios ante Josué; sobre esta única piedra hay siete ojos. Es la piedra cimera del templo, objeto de la especialísima solicitud de Yahvé (y labraré yo mismo su escultura). Esta piedra está bajo la protección de Dios. Los siete ojos simbolizan la atención extrema con que Yahvé la considera como objeto de su predilección 3.
Los anhelos del profeta eran la terminación del templo, lo que sería el preludio de los tiempos mesiánicos: aquel día quitaré de la tierra la iniquidad. Después sigue el consabido cuadro idílico de los tiempos mesiánicos: Aquel día convidaréis cada uno a su vecino bajo la parra y la higuera (v.10).
Se ha discutido el carácter mesiánico del fragmento. Unos autores entienden la palabra Germen en sentido estricto mesiánico directo, como si este vocablo designara expresamente al Mesías personal futuro 4. Estos autores alegan que la palabra Germen en otros textos proféticos designa al Mesías propiamente tal5. Por otra parte, Zacarías parece que habla del futuro, mientras que Zorobabel ya existía cuando hablaba; y, además, supone que al aparecer el Mesías vendrá la inauguración mesiánica: desaparecerá la iniquidad de la tierra (v.9).
No obstante, los que sostienen que aquí Germen se aplica a Zorobabel6 observan legítimamente que en Zac_6:12 la palabra Germen se aplica ciertamente a Zorobabel, que tiene por misión reedificar el templo. Por otra parte, el que el profeta hable en futuro es un artificio literario apocalíptico, y el hecho de que se presente la inauguración mesiánica después de terminarse el templo se ha de explicar por la falta de perspectiva histórica que es característica de la revelación profética.
No obstante, los autores católicos que sostienen que Germen aquí designa primariamente a Zorobabel le consideran como tipo del Mesías y aun su antepasado real. En Zac_6:12 se dice: He aquí que el varón cuyo nombre es Germen (Zorobabel) y del cual se producirá germinación.. Sin duda que el profeta consideraba a Zorobabel como el anillo de una cadena que había de desembocar en el Mesías1. Zorobabel era uno de los grandes representantes de la dinastía davídica, y por su misión de reorganizador de la comunidad de repatriados del exilio era tipo del gran organizador de la nueva teocracia mesiánica definitiva.
1 El texto es oscuro; hemos preferido el de los LXX, como menos retocado. En el v.2, en vez de Yahvé, leemos con la mayoría ángel de Yahvé, exigido por el contexto, pues de lo contrario no podría explicarse que Yahvé dijera en tercera persona: Que Yahvé te reprima. 2 Cf. Job_1:6; 1Cr_21:1. 3 Hoonacker, siguiendo a Wellhausen, traduce, en vez de ojos del TM, caras; pero parece una acepción muy rebuscada. Según su versión, las siete caras simbolizarían la perfección de la escultura de la piedra preciosa. Nuestra versión coincide con la de la Bible de Jérusalen. 4 Así M. J. Lagrange, Les propheties messianiques des derniers prophétes: RB 15 (1906) p.70-72. De la misma opinión son San Jerónimo, Trochen, Crampón, Knabenbauer. 5 Cf. Jer_23:5; Jer_33:15. 6 Hoonacker, J. Touzard, D. Buzy (o.c., p.362-368.402-405), E. Tobac, F. Ceuppens. 7 Sobre esta profecía véanse M. J. Lagrange, Les propheties messianiques des derniers prophétes:RB 15 (1906) p.7o-72; A. Van Hoonacker, o.c., p.6i2s; D. Buzy, Les symboles de l'A.T. P.362s; E. Tobac, Les prophétes d'Israel (1921) p.494s; J. Touzard: RB 12 (1913) p.28ys; L. Dennefeld, Messianisme: DTG 10 (1920) 1486; F. Ceuppens, De. prophetiis messianicis ¡n Aniiqno Testamento (Roma 1935) p.435s; J, Chaine, /ntroduction á la lecture des prophétes p.226.