Mateo 24 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 51 versitos |
1 Saliendo Jesús del templo, se le acercaron sus discípulos y le mostraban las construcciones del templo.
2 El les dijo: ¿Veis todo esto? En verdad os digo que no quedará aquí piedra sobre piedra; todo será destruido."
3 Y sentándose en el monte de los Olivos, llegáronse a El aparte unos discípulos, diciendo: Dinos cuándo será todo esto y cuál la señal de tu venida y de la consumación del mundo.
4 Jesús les respondió: Cuidad que nadie os engañe,
5 porque vendrán muchos en mi nombre y dirán: Yo soy el Mesías, y engañarán a muchos.
6 Oiréis hablar de guerras y de rumores guerreros; pero no os turbéis, porque es preciso que esto suceda, mas no es aún el fin."
7 Se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá hambres y terremotos en diversos lugares;"
8 pero todo esto es el comienzo de los dolores.
9 Entonces os entregarán a los tormentos y os matarán, y seréis aborrecidos de todos los pueblos a causa de mi nombre.
10 Entonces se escandalizarán muchos y unos a otros se harán traición y se aborrecerán;"
11 y se levantarán muchos falsos profetas, que engañarán a muchos,
12 y por el exceso de la maldad se enfriará la caridad de muchos;"
13 mas el que perseverare hasta el fin, ése será salvo.
14 Será predicado este evangelio del Remo en todo el mundo, testimonio para todas las naciones, y entonces vendrá el fin.
15 Cuando viereis, pues, la abominación de la desolación, predicha por el profeta Daniel, en el lugar santo!
16 (el que leyere entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes;"
17 el que esté en el terrado no baje a tomar nada a su casa,
18 y el que esté en el campo no vuelva atrás en busca del manto.
19 ¡Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquellos días!
20 Orad para que vuestra huida no tenga lugar en invierno ni en sábado.
21 Porque habrá entonces una gran tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá,
22 y, si no se acortasen aquellos días, nadie se salvaría; mas por amor de los elegidos se acortarán los días aquellos."
23 Entonces, si alguno os dijere: “Aquí está el Mesías,” no le creáis,
24 porque se levantarán falsos mesías y falsos profetas, y obrarán grandes señales y prodigios para inducir a error, si posible fuera, aun a los mismos elegidos.
25 Mirad que os lo digo de antemano.
26 Si os dicen, pues: “Aquí está, en el desierto,” no salgáis; “Aquí está, en un escondite,” no lo creáis,"
27 porque como el relámpago, que sale del oriente y brilla hasta el occidente, así será la venida del Hijo del hombre.
28 Donde esté el cadáver, allí se reúnen los buitres.
29 Luego, en seguida, después de la tribulación de aquellos días, se oscurecerá el sol, y la luna no dará su luz, y las estrellas caerán del cielo, y las columnas del cielo se conmoverán.
30 Entonces aparecerá el estandarte del Hijo del hombre, y se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y majestad grande.
31 Y enviará sus ángeles con poderosa trompeta y reunirá de los cuatro vientos a los elegidos, desde un extremo del cielo hasta el otro.
32 Aprended la parábola de la higuera. Cuando sus ramos están tiernos y brotan las hojas, conocéis que el estío se acerca;"
33 así vosotros también, cuando veáis todo esto, entended que está próximo, a las puertas.
34 En verdad os digo que no pasará esta generación antes que todo esto suceda.
35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
36 De aquel día y de aquella hora nadie sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sino sólo el Padre.
37 Porque como en los días de Noé, así será la aparición del Hijo del hombre.
38 En los días que precedieron al diluvio comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca;"
39 y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrebató a todos; así será a la venida del Hijo del hombre."
40 Entonces estarán dos en el campo: uno será tomado y otro será dejado.
41 Dos molerán en la muela: una será tomada y otra será dejada.
42 Velad, pues, porque no sabéis cuándo llegará vuestro Señor.
43 Pensad bien que, si el padre de familia supiera en qué vigilia vendría el ladrón, velaría y no permitiría horadar su casa.
44 Por eso vosotros habéis de estar preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del hombre.
45 ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente a quien constituyó su amo sobre la servidumbre para darle provisiones a su tiempo?
46 Dichoso del siervo aquel a quien, al venir su amo, hallare que hace así.
47 En verdad os digo que le pondrá sobre toda su hacienda.
48 Pero si el mal siervo dijera para sus adentros: “Mi amo tardará,”
49 y comenzare a golpear a sus compañeros y a comer y beber con borrachos,
50 vendrá el amo de ese siervo el día en que menos lo espera y a la hora que no sabe,
51 y le hará azotar y le echará con los hipócritas; allí habrá llanto y crujir de dientes."

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Introducción a Mateo

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Advertencia Previa.
Como el objeto principal de esta Biblia comentada es la exposición doctrinal del Texto Sagrado, los lugares paralelos de los evangelios sinópticos son tratados en el comentario al evangelio de San Mateo. De este modo se evita, bastantes veces, la repetición de conceptos equivalentes.
Junto con el enunciado de cada pasaje, a la cabeza de cada perícopa, se indican en letra negrita los lugares paralelos correspondientes de los otros evangelistas y, en letra cursiva, el lugar preciso del Comentario en el que se han estudiado los elementos necesarios para la inteligencia del relato evangélico contenido en la misma.


Evangelio de San Ìateï.

Introducción.

Datos biográficos.
El nombre de Mateo deriva del hebreo matányah, abreviado en matay, de la raíz natán, y significa don de Dios o Dios hizo gracia. Era hijo de Alfeo (Mc 2:14) y publicano (ôåëþíçò), recaudador de las contribuciones que Roma imponía al pueblo judío. Cuando está ejerciendo su oficio, Cristo lo llama al apostolado (Mt 9:9-13; par.) y fue hecho apóstol (Mt 10:3; par.). Su telonio lo tenía en Cafarnaúm. Allí debió de conocer a Cristo, y probablemente había presenciado algún milagro. En el primer evangelio se le llama Leví. Acaso el nombre de Mateo se lo dio Cristo (Dufour). Por ello, el gnóstico Heracleón, Clemente de Alejandría l y Orígenes 2 admitieron dos personas distintas. Pero los relatos son tan parecidos que se admite la identidad de personas. Además, en la antigüedad neotestamentaria aparecen personas con dos nombres: Juan Marcos (Act 15:37), José, por sobrenombre Bernabé (Act 4:36), y Caifas, que era sobrenombre de José 3.
Después de la ascensión del Señor predicó la fe a los judíos palestinos algunos años 4. Luego se narra su predicación en lugares muy dispares.

El autor del primer evangelio.
La tradición cristiana sostiene unánimemente que el autor del primer evangelio canónico es el apóstol San Mateo. Ya aparecen citas del mismo en la Didaje (c.8-100), San Clemente Romano (92-101), San Policarpo (70-156), etc. Desde fines del siglo I ya es conocido, y unánimemente citado a partir del siglo II 5.
El primer testimonio que atribuye explícitamente este evangelio a San Mateo es el de Papías, obispo de Hierápolis, en Frigia. Eusebio, en su Historia eclesiástica, cita un pasaje de Papías, de su obra perdida, en cinco libros, Explicación de las enseñanzas (ëïãßùí) del Señor. El texto de Papías citado por Eusebio dice: Mateo ordenó (o escribió) en lengua hebrea los sermones (ôá ëüãéá óõíåôÜîáôï), que cada uno interpretó (ÞñìÞíåõóå) como pudo. 6
Se lo atribuyen ya explícitamente San Ireneo 7, Clemente A. 8, Orígenes 9, Eusebio 10. Posteriormente es unánime la atribución.
Los argumentos internos del libro llevan a lo mismo. Al narrar su conversión cita su nombre vulgar de Mateo, mientras que Mc-Lc, en el lugar paralelo, lo llaman Leví. En esto último se ha querido ver un modo de disimular el nombre con el que el publicano Mateo era conocido. En este mismo pasaje no se dice que él dio un banquete a Cristo en su casa, lo que dicen Mc-Lc. En el catálogo de los apóstoles se pospone a Tomás, y se llama con el nombre, odioso para los judíos, de publicano. A ello se une el fuerte carácter antifarisaico de su evangelio 11.
Pero, en 1832, Schleiermacher 12 - al que siguieron algunos otros, Lachmann, Meyer - sostuvo, basándose en lo que dice Papías, que el evangelio actual de Mateo no corresponde al original, puesto que, según Papías, Mateo había ordenado los discursos (ôá ëüãéá) del Señor.
Sin embargo, esta sentencia de Schleiermacher, así interpretada, no es exacta. Ya sería inexplicable que toda la antigüedad cristiana desconociese este evangelio de Mateo, hasta el punto de no haber quedado memoria de él, y que, además, hubiese sido suplantado por el actual sin protestas en personas tan vinculadas a la tradición como un San Ireneo.
Por otra parte, todos los Padres primeros que tuvieron en sus manos la obra de Papías (v.gr., San Ireneo, Eusebio), lo mismo que los que no la tuvieron (v.gr., Clemente A., Orígenes, Tertuliano, Prólogo Monarquiano), todos afirman que Mateo es autor de todo el evangelio, no sólo de los discursos.
Además, la palabra lógion, aunque significa de suyo un dicho o palabra, se usa en los LXX, en el N.T. (Act 7:38; Rom 3:2), en Filón y Josefo en un sentido más amplio: por la divina revelación, y para designar los libros de la Sagrada Escritura. En el mismo San Ireneo, ôá ëüãéá ôïõ Êõñßïõ significa todo el evangelio 13.
Más aún, en el mismo Papías, esta expresión significa toda la vida de Cristo. Precisamente unas líneas antes en que Eusebio cita estos datos de Mateo, da otros de Marcos, y dice que éste escribió lo que recordaba de las palabras o hechos (Þ ëå÷èÝíôá Þ ðñá÷èÝíôá) del Señor. Y añade luego que daba su enseñanza según las necesidades, pero sin cuidarse de establecer una unión entre las sentencias (ëïãßùí) del Señor. Por lo que se ve que, para Papías, los dichos y hechos de Cristo son equivalentes a la predicación que Marcos hacía de ellos, y que Papías expresa luego con la sola palabra logion 14. La traducción siriaca de Eusebio lo traduce por evangelio.
Algunos autores (Schmidtke, Grandmaison, Lagrange, Huby) quieren conservar el sentido primitivo de la palabra de Papías. Y así Mateo sólo ordenó los discursos, por ser la parte que a él le interesaba para componer sus cinco libros de Explicación de los discursos del Señor 15.

Lengua del Evangelio primitivo.
Los antiguos autores testifican con unanimidad que el evangelio de Mt fue escrito åâñáÃäé äéáëå÷ôþ (Papías), en ôecáíg äéáëå÷ôþ (San Ireneo), ðáôñßù ãëþôôô) (Eusebio), åáúäé ãëþôôç (Eusebio), hebraeo sermone (San Jerónimo).
Algunos autores modernos (Belser, Delitzsch, Gáchter, etc.) sostienen que fue escrito en hebreo, como la mayor parte del A.T. Kürainger interpreta el testimonio de Papías diciendo que, en su ambiente, el dialecto hebreo significa el estilo hebreo y no el arameo. Pero este hebreo de la época en que escribe Mateo era el arameo. Los judíos habían perdido como lengua el hebreo desde la cautividad y habían aprendido el arameo. Hasta tal punto que, en la sinagoga, la lectura de los libros sagrados se hacía en hebreo, que quedó como lengua litúrgica; pero, como el pueblo no la entendía, se le hacía a continuación la versión al arameo.
Esta misma expresión dialecto hebreo significa el arameo, pues en unos pasajes se citan como hebreas palabras que son arameas (Jn 5:2; 19:17), y en otros pasajes se habla al pueblo en hebreo, que ha de ser el arameo, ya que, de lo contrario, no lo entenderían (Act 21:40; 22:2).
A lo mismo lleva la estilística: así, el uso de ëÝãåéí ïëÝúïõóéí en principio de sentencia sin precederle êáé; se establece la relación por medio de êáé en lugar de ïõí ï äå (8:21; 12:13); se usa pleo-násticamente el participio Üðåëèþí (13:28-46; 18:30). Todo lo cual se explica por una traducción material del arameo. Igualmente la lexicografía lo hace ver en varias palabras; así se lee el aramaico reqa' por el hebreo req; aba' por ab; kefa' por kef; qorba-na' por qorban etc.

Fecha de composición.
Se dan varias fechas sobre la composición del evangelio aramaico de Mateo. La tradición eclesiástica (San Ireneo, Orígenes, San Epifanio, San Jerónimo, etc.) unánimemente sostiene que el evangelio de Mateo es el primer escrito de los evangelios canónicos. Tratando de precisar más, se han propuesto diversas hipótesis:
a) Según Eusebio de Cesárea, Mateo escribió el evangelio después de predicar en Palestina a los judíos, antes de marcharse a predicar fuera 16. Los apóstoles habrían marchado de Palestina sobre el año 42, bajo la persecución de Agripa I (Act 12:17) contra los cristianos. Vendría a confirmar esto lo que dice el antimontanista Apolonio (c. 190), que Cristo había ordenado a los apóstoles no salir de Jerusalén hasta después de doce años 17. Se llegaría así sobre el año 42.
El testimonio de Eusebio no indica cuándo hayan marchado de Palestina los apóstoles. El 58 ya no estaban allí (Act 21:18). Tampoco estaban sobre el 40, según cuenta San Pablo en Gal 1:18-19.
b) Otra hipótesis está basada en un texto, muy discutido, de San Ireneo: Mateo dio su evangelio en la lengua hebrea cuando Pedro y Pablo evangelizaron y fundaron la iglesia de Roma. 18 Habría que suponer que Pedro vino a coincidir con Pablo en la primera cautividad (61-63), y predicar entonces ambos el Evangelio en Roma. Esto llevaría la composición del evangelio de Mateo sobre el 61-67.
El texto de San Ireneo es muy oscuro y se presta a varias interpretaciones. Algunos no lo refieren a la composición del evangelio, sino a su divulgación. Pero el verbo usado no tiene este sentido. Probablemente signifique este texto de San Ireneo que, sobre el tiempo que se fundaba la iglesia de Roma, sin matizar más, Mateo escribió su evangelio. No sería, pues, compuesto antes del 60, primera cautividad romana de San Pablo. Podría también significar que Mateo escribió el evangelio cuando Pedro y Pablo, pero en épocas muy distintas, fundaban la iglesia de Roma. Si se acepta la época del primer viaje de San Pedro a Roma, se podría llegar al año 42-44 (Bisping, Belser, Gutjahr, Buzy).
No será improbable suponer una fecha relativamente pronta para la composición del mismo. El cristianismo naciente, con sus primeros afiliados judíos, había de tener interés en conocer más detenidamente la misma enseñanza catequética recibida. Tal es el motivo que Lucas alega a Teófilo para justificar la composición de su evangelio (Lc 1:4). Y el evangelio avanzaba cada vez más. Interesaba divulgarlo por escrito: No tenemos ningún indicio que nos permita decir en qué momento se compuso. Sin embargo, los datos probables de los evangelios canónicos y el espacio necesario para la génesis literaria que hemos bosquejado invitan a colocar pronto la redacción del evangelio arameo. Poco se errará si se lo supone escrito entre los años 40 al 50. l9

La versión griega del texto aramaico.
El original aramaico del evangelio de Mateo desapareció. Pero ya de muy antiguo se usa la versión griega del mismo. Papías ya decía que, en el uso del texto aramaico, cada uno lo interpretó (ÞñìÞíåõóå) como podía. Probablemente se refiere a versiones griegas. Si de éstas hubo varias escritas, cosa no segura, al menos una llegó a imponerse. Esta versión griega es ya muy antigua. Es conocida por la Didaje (s.l), Epístola de Bernabé (s.l), San Clemente Romano (s.l), San Ignacio (+ 107), San Policarpo (+ 155-156). Está, pues, hecha antes de fines del siglo I. Parecería que lo está antes del 70, ya que no describe la destrucción de Jerusalén ni saca el partido que se esperaría para hacer ver el cumplimiento del vaticinio de Cristo. Se ignora quién haya sido su autor.
Algunos pensaron que el original de Mateo había sido este texto griego, basándose en la pureza de estilo y en las citas del Antiguo Testamento hechas de los LXX. Pero esto va contra la enseñanza de la tradición, que afirma haber sido escrito en arameo. Cuanto a la pureza del estilo, se ve que está calcado en un original semita: se ve el fondo hebraico, el uso paraláctico, paralelismo y demás elementos estructurales literarios hebreos. Y, aunque fuese verdad, se explicaría por el buen griego del traductor. En cuanto a las citas del A.T., éstas están más cerca del texto masorético que de los LXX, sobre todo las que trae sólo Mateo (2:15; 8:17; 13:35).
Pero el concepto de versión en la antigüedad es distinto del actual. Un traductor podía amplificar los pasajes que vierte, introducir alguna perícopa, citas del A.T. hechas por alguna versión ya en curso, interpretación de nombres, alteración del orden e incluso añadir grandes partes.
Mas críticamente, entre el evangelio primitivo aramaico de Mateo y el de Mtg, hay no sólo una versión, sino una reelaboración del primero. La crítica comparativa hace ver la dependencia de Mtg del evangelio de Marcos y de otras fuentes. Los autores no han llegado todavía a reconstruir el evangelio aramaico primitivo, aunque se han hecho hipótesis en un problema, por otra parte, tan complejo. Pero el acuerdo de la reelaboración y amplificación del evangelio griego de Mateo con relación al primitivo aramaico es generalmente admitido 20.
La iglesia cree que ambos evangelios - el Mateo aramaico y el Mateo griego - son substancialmente idénticos 21. Esta sola exigencia substancial hace ver cómo se admite, salvada la inclusión del Mateo aramaico vertido al griego, una reelaboración y complementación.
Por otra parte, el Mateo aramaico no fue conocido más que en los comienzos de la Iglesia primitiva. De hecho, el Mateo canónico es el Mateo griego, pues es el que la Iglesia sancionó como inspirado, ya que tiene por tales los libros que cita en su catálogo, pero añadiendo: tal como están en la Vulgata latina y como ha sido costumbre leerlos en la Iglesia. 22 Y el que está en la Vulgata y el que se usó en la Iglesia fue el Mtg. De ahí que toda esta reelaboración y complementación que el Mtg tenga sobre el Mateo aramaico están inspiradas, como lo está, por lo menos en el estado de versión, el primitivo evangelio aramaico de Mateo.
Este concepto de versión tan amplio, y la época tardía en que es citado el Mtg, hace que la crítica moderna dé una fecha de composición y versión al Mtg mucho más tardía.
Se admite en él, frecuentemente, diverso material: a) el original aramaico; b) gran parte del evangelio de Mc - más de la mitad - con algunos retoques, y que debe de proceder de un original griego; c) otra fuente que utilizó Lucas, desconocida de Mc y acoplada por el Mtg; d) otras fuentes; e) su aportación personal y de adaptación ante la polémica judeo-cristiana de su medio ambiente.
Todo esto condiciona ya la fecha de composición del Mtg, y supone, con toda probabilidad, la redacción por otra persona o varias; diversas fuentes, que le dan el nombre de Mt, por trabajar sobre el Mt aramaico. Siendo posterior a Mc, que se le suele fechar algo antes del 70, Mtg tiene que ser posterior.
En Mtg se acusa muy fuerte el antifariseísmo y antijudaísmo oficial (Mt 23 y Mt 8:5-11 comparado con Lc 7:1-9; 13:28-29). Acaso pudiese sugerir esto el ataque del judaismo oficial al cristianismo, incluyéndose en las 18 bendiciones el ataque a los cristianos. Esto llevaría hacia el año 80.
Si Mtg y Lc no se conocieron, es que debieron de tener una salida muy cercana. Y se suele poner Lc sobre el 80.
Sin embargo, no deja de extrañar que no se hable de la destrucción de Jerusalén, el año 70, ya que una descripción post eventum hubiese sido mucho más matizada, y se hubiese sacado partido del vaticinio que de ella hizo Cristo (Mt 23:38; 24:2).
También parece, como algunos sostienen, que la parábola del banquete de bodas reales supone la destrucción (Mt 22:6ss) por decirse que el rey envió sus ejércitos y prendió fuego a la ciudad. Pero, de suyo, es un clisé ordinario, con el que se habla en el A.T. más de treinta veces, e incluso a propósito de Jerusalén (1 Mac 1:30-33; 2 Re c.25; Is 29:3-7). ¿Es que se quiso utilizar este clisé? ¿O se incorporó una fuente premateana, o es del Mt aramaico?
De hecho, salvado el núcleo mateano de la tradición, en su estado actual, y la redacción final - kérigma y fuentes y problemas ambientales de su iglesia - en una época muy avanzada del siglo i, si la redacción final tiene un solo autor - acaso un escriba convertido al cristianismo, por su erudición bíblica -, el medio ambiente en que nace, seguramente haya que atribuirlo a una escuela rabínica cristiana. 22

Destinatarios.
Tanto por la lengua en que primitivamente fue escrito - arameo - como por la estructura del mismo, el evangelio de Mateo fue escrito para cristianos convertidos del judaísmo. La tradición con Orígenes sostienen que fue dirigido a los creyentes venidos del judaísmo (H.E. VI, 25:4). A ello llevan las citas frecuentes del A.T. con que quiere probar su tesis; lo mismo que el no explicar numerosos usos judíos conocidos de sus lectores (1:21; 15:1-3; 27:62; 24:15; 10:6; 15:24; 4:5; 27:53; 5:47), términos o costumbres inusitados para no judíos, y que, por lo mismo, los otros sinópticos explican.
Más precisiones no son fáciles. Se alega a veces que el uso que hace de los LXX podría sugerir una comunidad judía, pero no palestinense.
Dónde haya sido compuesto no se sabe. La falta de contactos paulinos posiblemente postularía una localidad fuera de los círculos de San Pablo, y hasta se pensó en Fenicia, donde había una floreciente comunidad judía (Act 11:19; 21:3-6), o Siria.
Esto mismo lo testifican San Ireneo 23, Eusebio 24, Orígenes 25 y San Jerónimo 26.

Finalidad.
El objetivo de Mateo en su evangelio es claro: probar que Cristo es el verdadero Mesías prometido. Para ello hace ver, juntamente con toda la obra prodigiosa de Cristo, en doctrina y milagros, y de una manera sistemática, cómo en El se cumplen las profecías del Antiguo Testamento. Pero, para Mt, en Cristo no sólo se cumplen las profecías mesiánicas, sino que en su persona se cumple y se expande en riqueza el A.T.
De esta finalidad y destinatarios sale la estructura propia de su evangelio. Sus características temático-fundamentales son:

Evangelio del Mesías.
Es la tesis de su evangelio. Ya lo comienza afirmando en el principio del mismo: Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham (1:1). Luego utiliza con frecuencia textos mesiánicos del A.T., haciendo ver su cumplimiento en Cristo. Así al hablar de la concepción virginal (1:22), lo mismo que en diversos pasajes de la infancia (2:15-17:23), con motivo de establecerse en Cafarnaúm (4:14-16), a propósito de ciertas curaciones (8:17; 11:5; 12:17ss), a propósito de ser rechazado Israel (13:14ss; 15:7-9; 21:42), y de su pasión (26:54-56; 27:9ss.35). Lo mismo se ve al aclamársele como Mesías e Hijo de David en diversos pasajes (9:27; 12:23, etc.). Igualmente lo hace ver destacando su superioridad sobre personajes e instituciones del A.T.
Pero no sólo es presentado como Mesías, sino como Dios. Acaso Mateo sea, de los sinópticos, el que más datos, escenas y alusiones da de Cristo como Dios. Así es superior al templo y dueño y señor del sábado (12:6.8); el conocimiento excepcional que tiene del Padre (11:25ss); El envía sus ángeles; es proclamado Hijo de Dios en el bautismo, lo mismo que confiesa ser Hijo de Dios ante el sanedrín. A esto conducen varios pasajes, alusiones y títulos, que se indican en el comentario.

Evangelio del Reino.
Sentada esta tesis de una manera directa, se destaca muy fundamentalmente a Cristo como fundador, legislador y doctor del nuevo reino. De ahí los grandes discursos en que se expone la justicia del nuevo reino (c.5-7); y los miembros jerárquicos - apóstoles - con el primado de Pedro (16:13-20; 18:1-10); índole y crecimiento del mismo (c.13); su misión universal (28:16-20); consumación del reino (c.25).
Como consecuencia se expone cómo el pueblo judío es rechazado, por su obstinación, del privilegio de pueblo del Mesías, para venir a ser universal (21:18ss.28-32.33-46; 27:25). Esto mismo lleva a ver su carácter antifarisaico (c.23), haciendo ver que los fariseos no pueden ser los jefes espirituales, puesto que apartaron al pueblo del Mesías (7:15ss.29; 15:12-14, etc.).

Evangelio eclesial.
Es el evangelio en el que se manifiesta más acusadamente el valor eclesial. Así, al que es transgresor, se lo acusará a la Iglesia; la Iglesia - apóstoles - tiene el poder de atar y desatar (cf. 1 Cor c.6; Act 15:2.4.6.22.23.28); la oración colectiva (v. 19-20) tiene la garantía de ser oída y tiene la presencia de Cristo en ese grupo orante. Tanto por el valor sinagogal que hereda, como por el antecedente literario de la Iglesia, posiblemente evoque esto, si no exclusivamente, sí de hecho la oración litúrgica.

Evangelio sistemático.
De los tres sinópticos, es en el evangelio de Mateo en el que se ve inmediatamente que está sistematizado, no sólo en el sentido de ir sistematizadamente haciendo ver el cumplimiento en Cristo de las profecías mesiánicas, sino que tiene una particular sistematización en todo él, hecha con un cálculo especial, para presentar la obra de Cristo Mesías.
Una primera sistematización que se percibe en Mt es un artificio literario que consiste en dividir en cinco secciones - ¿acaso para evocar los cinco libros de la Ley? - su evangelio. Unas son narrativas y otras de discursos. Aquéllas preceden, alternativamente, a éstas, y se distinguen, aparte de su contenido, por terminar las fórmulas narrativas por una frase ambiental paleotestamentaria fundamentalmente igual (cf. Mt 7:28; 11:1; 13:53; 19:1). Las secciones narrativas son: a) c.3-4; b) c.8-9; c) c.11-12; d) c.l3:53-c.17; e) c.19-23. Las secciones de discursos son: a) c.5-7; b) c.10; c) c.13; d) c.18; e) c.24-25.
Pero hay otra sistematización dentro de su evangelio, y es la misma estructuración lógica de una temática que claramente se percibe. Se omite el esquema detallado, para hacer unas consideraciones sobre el mismo.
El esquema con que Mt desarrolla su evangelio es artificioso. No significa ello que no sean auténticos los hechos, sino que los utiliza, a veces, fuera de su marco cronológico, para incluirlos, como enseñanza y prueba, dentro del marco calculado de su afirmacion: Cristo es el Mesías.
Todo él está haciendo ver esto, pero que la obra de Cristo es constantemente boicoteada por los fariseos, los culpables de estorbar su obra, de desacreditarle y apartarle las gentes, y, por último de llevarle a la muerte.
Son tan reiterados estos ataques fariseos, y están en su esquema tan calculados, estructurados y situados, que vienen a ser como uno de los centros-clave que van, con su motivo, aglutinando la doctrina y el desarrollo y prueba del auténtico mesianismo isaiano de Cristo.
Otro de los temas-eje: Cristo, que no responde al mesianismo ambiental, está respondiendo al mesianismo profético del plan de Dios.
Autentificado su mesianismo - bautismo y tentaciones - reiterativa y alternativamente, va presentando la obra mesiánica de Cristo.
En ello se atiene a un esquema que, si es artificioso, está sometido a una lógica destacadísima, y en cuyo entorno de sus puntos clave se agrupan hechos pedidos por una nueva lógica.
Esto le hace sistematizar hechos de Cristo o sentencias - colecciones -, y anticiparlos o alterarlos de su situación histórico-cronológica, pero, recogiéndolos en autenticidad, los coloca como piezas lógicas para este gran mosaico de Cristo-Mesías.
Las fuentes que utiliza quedan sometidas y encuadradas en este procedimiento de técnica temático-estructural. En alguna ocasión parecería percibirse, como excepcionalmente, sin especial desajuste, el respeto de algún relato fontal.
Todo este centrar el tema sobre el eje del auténtico mesianismo de Cristo, y la constante y estratégicamente situada lucha farisaica, hace ver que en el ambiente de la iglesia mateana había importantes polémicas judeo-cristianas. Y a ellas corresponde Mt con su evangelio.
También Mt le da una finalidad ascética en orden a sus fieles. De ahí el que etice en ocasiones su evangelio. Es Cristo que habló y sigue hablando a los cristianos. Por eso, el cuidado de proyectarlo hacia sus hermanos, sus discípulos. No tiene la sola presentación objetiva de su momento histórico, sino la redacción con proyección homogénea vivencial deliberada a sus cristianos. Es el Evangelio para leerlo y vivirlo como vida eterna. En este sentido es verdad que: el primer evangelio actualiza para los cristianos lo que Jesús dijo para sus contemporáneos. El insiste sobre la repercusión práctica de las sentencias de Jesús dichas a sus contemporáneos (X. L. dufour).
La estructura numérica de estas secciones. - Es interesante ver cómo estas secciones están estructuradas bajo el núm. 5. Son cinco discursos y cinco secciones narrativas. Ello está basado en uno de los números tradicionales bíblicos, v.gr., son cinco los libros de la Ley, cinco las colecciones de Salmos, cinco los me-guilloth en el canon judío de las Escrituras (Cantar de los Cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiástico, Ester).
Este número es predilecto, entre otros, de Mateo. Así, pone cinco Pero yo os digo. (5:22.28.34.39.44); cinco panes para cinco mil personas, en la primera multiplicación; cinco temas de discusión con los fariseos en los últimos días que preceden a la pasión; cinco vírgenes necias y cinco prudentes; cinto talentos, etcétera. Esta predilección en la redacción por este número, de la que se citaron algunos ejemplos, junto con el valor ambiental tradicional de esta cifra, hace pensar que Mateo dio, deliberadamente, a esta parte del evangelio esta doble división pentagonal.
Otro de los números tradicionales es el número 7. Así, unido el evangelio de la infancia (c.1-2) y el relato, que ya formaba cuerpo aparte, de la pasión y resurrección, se obtiene en su evangelio la cifra 7, de abolengo bíblico. También Mateo tiene predilección por él. Así destacarán siete bienaventuranzas, siete peticiones en el Padrenuestro, siete parábolas (c.13), perdonar setenta veces siete, siete recriminaciones a los fariseos. También usa la cifra 3: tres tentaciones de Cristo; tres enseñanzas agrupadas en temas: la limosna, la oración, el ayuno, etc. Igualmente utiliza el 2: dos endemoniados, dos ciegos de Jericó, dos ladrones que insultan a Cristo, dos falsos testigos en su proceso, etc. Y, en general, la forma plural27.
Utiliza también, en ocasiones, el procedimiento redaccional de la inclusión semita, más en contraste con los otros sinópticos (cf. 6:19 y 21; 7:16 y 20, etc.), y el paralelismo sinónimo o antitético; v.gr., 7:24-27. Lucas, en el lugar paralelo, lo evita.
Tiene frecuentes repeticiones de las mismas fórmulas, en gran contraste con Marcos, que sólo las usa tres veces, y Lucas dos (9:4 = 12:25; 4:17 = 16:21, etc.).
Otras Características. - Los discursos van encuadrados por una misma fórmula; los relatos reflejan el mismo procedimiento de composición; busca la brevedad en los mismos, e igualmente la claridad; tiene formas estereotipadas de unión de unos pasajes con otros, sin que tengan otro valor que el de una soldadura literaria cronológica o topográfica, v.gr., entonces, en aquel tiempo, acercándose, etc. 28

1 Clem. A., MG 8:1281. - 2 MG 11:773. - 3 Josefo, Antiq. XVIII 2:7. - 4 Ireneo.Aáv. haer. 3:1:1; Clem. A., MG 8:406; Eusebio C., Hist. Eccl II 24:6. - 5 Massaux, Influence de l'Évangüe de St. Matthieu sur la littérature chretienne avant Saint Ire'née (1950). - 6 MG 20:300. - 7 MG 7:884ss. - 8 MG 8:887. - 9 MG 14:288ss. - 10 MG 20:265. - 11 Hópfl-Gut, Introd. spec. in N.T. (1938) p.35. - 12 Ueber die Zeugnisse des Papias von unseren beiden ersten Evangelien: Theol. St. K. (1832) p.735-768. - 13 MG 7:437. - 14 Donovan, The logia in ancient and recent literature (1924); Xote en the Eusebian use of Logia: Bib (1926) p.301-310. - 15 Ench. Bib. n.388. - 16 MG 20:265. - 17 Eusebio, mg 20:480; clemente A., mg 9:264. - 18 MG 7:844. - 19 Âåíüéô, L'Évang. s. St. Matth. en La Sainte Bible de Jérusalem (1950) p.30. - 20 Benoit, o.c., p. 12-29. - 21 Ench. Bib. n.39222 Ench. Bib. n.45. - 22 Cf. Krister Stendahl, The School of St. Matthew (1954); L. Goppelt, Christentum und Judentum im ersten una zweiten Jahrhundert (1954). - 23 MG 7:124. - 24 Eusebio, Hist. Eccl. III 24:6. - 25 MG 20:265. - 26 ML 26:18. Una exposición de ellos cf. W. D. Davies, Dictionary of the Bible (1963) p.631ss. - 27 benoit, L'Évangile s. Sí. Matth.: Introducían, en La Sainte Bible de Jérusalem (1950) p.7-12. - 28 Introducían a la Bible (Robert-Feuillet) (1959) II p. 164-172; Huby, Évang. s. Sí. Matth. (1946) p.XIV-XVII.


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Mateo 24,1-51

Capitulo 24.
E ste capítulo de Mt, como los paralelos de Mc (c.13) y Lc (21:5-38), contienen el Discurso escatológico de Jesucristo, llamado así por versar sobre los finales de la Ciudad Santa y el mundo, y también Apocalipsis sinóptica, por ser la revelación de Jesús sobre el fin de Jerusalén y del mundo. Lo traen los tres evangelistas sinópticos en un marco muy preciso.
La interpretación exacta de este discurso es tema difícil. Prueba de ello son las diversas posiciones tomadas en orden a su exacta interpretación.
La primera pregunta que ha de hacerse, en orden a la valoración de un estilo bien conocido de los autores neotestamentarios, es ésta: ¿Pronunció Jesucristo el discurso tal como está en los evangelios, o es una adaptación literaria, basada en un contexto lógico, hecha posterior y pedagógicamente? Pero esta pregunta supone a su vez otra cuestión: ¿Hay en este discurso dos temas distintos yuxtapuestos, la destrucción de Jerusalén y el fin del mundo, o se trata del segundo tema fin del mundo , superpuesto al primero castigo de Jerusalén , de lo que se hablaría directamente en este discurso? Otros autores antiguos, en cambio, piensan que todo el discurso se refiere al fin del mundo.
Ordinariamente se admite que son dos temas distintos destrucción de Jerusalén y fin del mundo que se van alternando en su desarrollo, pero discrepando luego en señalar las partes que corresponden a cada uno de estos temas, sea por ser uno como tipo del otro, sea por considerarlo en un contexto lógico bajo la razón común de juicio de Dios.
Se excluyen de esto las posiciones racionalistas de tipo escatologista, según las cuales Jesucristo hablaba del fin del mundo por creerlo inminente, y para sacar de ello la conclusión de que Jesucristo estaba equivocado.
Frente a esta variedad de posiciones, y reconociéndose en ellas mismas lo difícil de enfocar bien la solución de este problema, parece que se pueden establecer como base tres conclusiones:
1) La estructura literaria de este discurso escatológico, tal como está en los sinópticos, no es obra de un evangelista. Pues no explica cómo los otros dos mantienen, fundamentalmente, la estructura del mismo. Esto supone un origen común, sea que el mismo Jesucristo lo pronunció así, sea que así lo estructuró la catequesis primitiva, conforme al uso bien reflejado en los evangelios de agrupar en un contexto lógico materias semejantes, aunque pertenecientes a un contexto histórico distinto.
2) En el discurso escatológico ciertamente se habla de la destrucción de Jerusalén y del fin del mundo, como se ve por responder Jesucristo a la pregunta de los discípulos de ¿cuándo sucederá esto? que era preguntar sobre la afirmación de Jesucristo que del templo no quedaría piedra sobre piedra (Mat_24:2, par.), y por responder también con su discurso a la pregunta de los discípulos, que le interrogan: ¿Cuál es la señal de tu venida y del fin del mundo? (Mat_24:3).
3) Es cierto que todas las expresiones o cuadros del discurso pueden explicarse, como se verá en el análisis, directamente, literalmente, de la destrucción de Jerusalén. Pero no, porque se pueda interpretar así, se sigue que haya de interpretarse literalmente de ella. Esto será efecto de una valoración distinta.

Ocasión de pronunciarse el discurso,Mat_24:1-3 (Mar_13:1-2; Luc_21:5-6).
1 Saliendo Jesús del templo, se le acercaron sus discípulos y le mostraban las construcciones del templo. 2 El les dijo: ¿Veis todo esto? En verdad os digo que no quedará aquí piedra sobre piedra; todo será destruido. 3 Y sentándose en el monte de los Olivos, llegáronse a El aparte unos discípulos, diciendo: Dinos cuándo será todo esto y cuál la señal de tu venida y de la consumación del mundo.

Jesús sale del templo para pasar el torrente Cedrón y subir al monte de los Olivos. Cuando iban caminando (Mc), sus discípulos, que Mc concreta en uno, se le acercaron. Podría esto hacer suponer que Jesús, como en otras ocasiones, se adelantaba solo, aunque esta frase en Mt debe de ser simple forma literaria de poner en escena a alguien, para mostrarle a él las construcciones del templo. El texto acusa la admiración y orgullo judío de aquel soberbio edificio. Maestro, mira qué piedras y qué construcción (Mc). Y Lc mismo pone en boca de algunos discípulos el comentario de admiración sobre esto: decían que estaba decorado con hermosas piedras y exvotos (ÜíáèÞìáóéí). Esta palabra griega expresaba estatuas, columnatas, soportes, etc. 1. La visión del templo tenía que ser verdaderamente deslumbrante en un día de sol.
Herodes el Grande, para ganarse la voluntad de los judíos y para satisfacer un poco a ellos de su origen idumeo y usurpador, reconstruyó el templo, pobre, de Zorobabel (Esd_3:12-13), en proporciones colosales y con una riqueza de ornamentación fabulosa. Josefo describe la vista impresionante del mismo 2.
La respuesta de Jesucristo a esta invitación de los discípulos fue la más sorprendente y tajante de todas. Pues, de todo aquello que veían, vendrán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida (Mc). Los enormes bloques de piedra se derrumbaron. Por orden de Tito el suelo fue allanado. Además el templo fue destruido por el fuego. La falta de esta indicación en el relato hace ver el respeto a los datos históricos de Cristo, de los evangelistas, sobre el relato de este episodio.
La sorpresa para los apóstoles tuvo que ser fuerte; no sólo por lo que significaba la destrucción de la gran fortaleza, sino, y mucho más, por lo que significaba la destrucción del templo de Dios, centro y vida del pueblo judío. ¿Cuándo sería? La profecía quedaba hecha y deliberadamente sumida en tiempo incierto: Vendrían días.
Siguieron su camino, pasaron el torrente Cedrón y subieron al monte de los Olivos. Y como estuviese sentado precisamente frente al templo (Mc), se le acercaron los discípulos, que Mc precisa fueron cuatro: Pedro, Santiago, Juan y Andrés. Mt habla de los discípulos y Lc lo cita en una forma totalmente impersonal: a unos que decían. Y a la vista de aquella soberbia construcción y ante el verdaderamente maravilloso espectáculo le hicieron unas preguntas que son diversamente formuladas por Mc-Lc y Mt. Lc sólo dice que le preguntaron: ¿Cuándo sucederá esto? (v.7). Pero antes, en el relato, sólo se consigna la profecía de la destrucción del templo. Mc lo formula así, pero sin preceder literariamente más que la profecía de la destrucción del templo: ¿Cuándo sucederá esto y cuándo será la señal de que todo se va a cumplir? (v.4). Mt, en cambio, tiene una precisión mucho más grande. Explícitamente se le hacen dos preguntas: ¿Cuándo sucederá esto y cuál es la señal de tu venida y del fin del mundo? (v.3).
Naturalmente, siendo la estructura fundamental de las tres narraciones de este discurso las mismas y siendo formulada expresamente en Mt la pregunta de los discípulos, no sólo sobre la destrucción del templo, sino también sobre el fin del mundo, se ve que la respuesta de Jesucristo, en este discurso, abarca, en la forma que sea, a los dos temas. La forma que pone aquí por tu venida (ðáñïõóßáò), significa literalmente presencia, y era palabra que, ya desde el siglo ni de nuestra era, como se ve en los papiros, significa la visita triunfal de un emperador o de un rey a una nación o villa, y con cuya visita o por el acontecimiento de su ascensión al trono podía decirse que comenzaba para la nación o pueblo una nueva época 3.
Los cristianos la usaron para expresar el segundo advenimiento triunfal de Cristo al fin del mundo, como frecuentemente se ve en los escritos neotestamentarios. Pero en absoluto puede expresar, según los contextos, una venida triunfal de Cristo antes del fin del mundo (2Pe_1:16), como lo esperaba la antigua generación cristiana, según San Justino.
Algunos autores (v.gr., Bultmann), después de hacer un estudio de las veces que se dirigen a Cristo cuestiones por adversarios o discípulos (cf., v.gr., Mar_4:10; Mar_7:17; Mar_9:11; Mar_10:28; Mar_13:3; etc.), los tiene por redacciones artificiosas o redacciones secundarias. En este tema, en Mc lo plantea uno de sus discípulos, en Lc algunos hablando del templo, en Mt son sus discípulos. Como se ve, el argumento no es muy decisivo.

Señales dolorosos precursoras,Mar_24:4-14 (Mar_13:5-13; Luc_21:8-11).
4 Jesús les respondió: Cuidad que nadie os engañe, 5 porque vendrán muchos en mi nombre y dirán: Yo soy el Mesías, y engañarán a muchos. 6 Oiréis hablar de guerras y de rumores guerreros; pero no os turbéis, porque es preciso que esto suceda, mas no es aún el fin. 7 Se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá hambres y terremotos en diversos lugares; 8 pero todo esto es el comienzo de los dolores. 9 Entonces os entregarán a los tormentos y os matarán, y seréis aborrecidos de todos los pueblos a causa de mi nombre. 10 Entonces se escandalizarán muchos y unos a otros se harán traición y se aborrecerán; 11 y se levantarán muchos falsos profetas, que engañarán a muchos, 12 y por el exceso de la maldad se enfriará la caridad de muchos; 13 mas el que perseverare hasta el fin, ése será salvo. 14 Será predicado este evangelio del Remo en todo el mundo, testimonio para todas las naciones, y entonces vendrá el fin.

Los evangelistas presentan un cuadro trágico de preludios de catástrofes. Se va a presentar, primeramente, un esquema de ellos. Todo eso será antes del fin (Mt v.6; Mc v.7; Lc v.9); todo esto no será más que el comienzo de los dolores (Mt v.8); después de esto vendrá el fin (Mt v.17). Este panorama trágico, esquemáticamente expresado, es el siguiente. Habrá:

1) Falsos mesías (Mt-Mc-Lc).
2) Guerras (Mt-Mc-Lc).
3) Hambres (Mt-Mc-Lc).
4) Pestes (Mt-Lc).
5) Terremotos (Mt-Lc).
6) Habrá prodigios grandes y espantosos en el cielo (Lc).

Y, dirigido personalmente en el contexto a vosotros, a los apóstoles , se les anuncian las siguientes calamidades:

1) Se os prenderá y se os llevará a los tribunales (Mc-Lc).
2) Se os entregará a los azotes y tormentos (Mt-Mc).
3) Seréis odiados por todos a causa de mi nombre (Mt-Mc-Lc).
4) Se os matará (Mt-Mc-Lc).

Y dirigido en general, según Mt-Mc, y considerando personalmente a los discípulos, según Lc, sucederá:

1) Habrá odios, hasta el punto de traicionarse y entregar el hermano al hermano, el padre al hijo, los hijos a los padres (Mc-Lc; cf. Mt v. 10).
2) Habrá muchos falsos profetas, que seducirán a muchos (Mt).
3) Se enfriará con todo ello la caridad de muchos (Mt).

Pero se dan garantías previas:

1) Antes del fin se predicará (el Evangelio del reino) en el mundo entero, como testimonio para todas las naciones (Mt-Mc).
2) No deben preocuparse de su defensa, pues el Espíritu Santo les sugerirá lo que hayan de decir (Mt-Mc-Lc).
3) No se perderá ni un cabello de vuestra cabeza (Lc), con lo que se expresa la providencia especialísima de Dios sobre ellos.
4) El que perseverare hasta el fin, ése se salvará (Mt-Mc-Lc).

Esta descripción esquemática está toda ella incluida aparte de su valor histórico en el género apocalíptico. Y sus frases no sólo tienen su reflejo en el A.T., sino que son como clisés conocidos y usuales de anuncio de males en este género apocalíptico, viéndose en todo esto hasta un influjo literario. Así:

1) Guerras: passim (cf., v.gr., Isa_10:5-6).
2) Hambres: Tribulación y hambre invadirán la tierra (Isa_8:21).
3) Terremotos: Temblará la tierra en su lugar (Isa_13:13b; Sal_18:8).
4) Pestes: Morirán de una gran peste (Jer_21:66).
5) Conmociones cósmicas: Haré estremecer a los cielos. (Isa_13:13).
6) Odios entre los familiares (2Cr_15:6; Deu_28:54).

Y hasta aparecen en forma de clisés de conjunto. Así, v.gr.: Morirán por la espada (guerra), por el hambre y por la peste (Jer_21:9a). Palabra de Yahvé: para la espada, para la peste, para el hambre (Jer_34:17). Una tercera parte morirá de pestilencia y de hambre; otra tercera parte caerá en derredor tuyo a la espada (guerra) (Eze_5:12; cf. Rev_6:8; Rev_18:8).
Un género literario donde se consigna todo este tipo de castigos, y que es la fuente de inspiración literaria de profetas, hagiógrafos y apocalípticos es el Levítico (Rev_26:3-33) y el Deuteronomio (Rev_28:15-46). Ni exigen su cumplimiento material: son, de suyo, impactos psicológicos.
Todas estas expresiones, y, sobre todo, el conjunto literario del A.T., lleno de ellas, hacen ver que las del í. Ô., en concreto las de este discurso escatológico, tienen su reflejo e influjo literario en ellas. Y que sus afirmaciones rotundas, universales, no tienen que ser, de suyo, valoradas universalmente. Ni sus mismas afirmaciones, por lo simplemente literario, tienen ninguna novedad que hiciese, por lo mismo, pensar en una especial intención y contenido. Admiten una explicación más restringida. Por otra parte, toda esta sección es generalmente admitido que se refiere a los preludios de la destrucción de Jerusalén.
El cuadro de estos preludios (Mt v.6.8.17; Mc v.7.8c; Lc v.12), de gran catástrofe, tiene más el valor de prueba genérica y por acumulación que por su mismo valor concreto. Es propio de este estilo. No obstante, interpretado de los preludios de la destrucción de Jerusalén, se ven en ellos puntos que tuvieron su realidad histórica como se anuncian.
Es muy propio en épocas de grandes cataclismos pensar y señalar un posible fin. En la mentalidad de entonces de los apóstoles, imbuidos en el medio ambiente de excitación mesiánica, se creía que la venida del Mesías su aparición triunfal en Israel iría precedida de una serie de grandísimas tribulaciones, que no se podía precisar en qué consistirían, pero que eran por todos admitidas.
A su pregunta de cuándo sucederá esto, Jesús, no manifestándoles ¿1 cuándo y utilizando para ello el estilo apocalíptico, ya pro/éticamente velaba el tiempo y expresaba más gráficamente la grandeza de estos acontecimientos, describe lo que ha de pasar antes de que esa catástrofe suceda. El va a venir. Precisamente le preguntan los apóstoles cuál será la señal de tu venida. Pero la venida de Jesucristo iba a ser doble: una al final (ðáñïõóßá), pero otra iba a ser ahora su visita, ya que su primera parusía fue su presentación como Mesías. Ya antes se indicó cómo la expresión parusía significa presencia o advenimiento, pero que no exige en los autores neotestamentarios que sea siempre sinónima de su última venida al fin del tiempo. Y de esta venida suya, de esta parusía triunfal la que no requiere su presencia corporal , describe sus preludios con una descripción genérica, algún tanto vaga, situada en el género apocalíptico del A.T. Por eso, su interpretación exige una gran cautela en el intento de precisiones. Pues la fuerza de la argumentación apocalíptica no está en manifestar lo que dicen singularmente las palabras, sino sugerir la magnitud de lo que se dice por la acumulación de los elementos que integran este estilo 4.
Entre los elementos que encuentran concreción histórica antes de la destrucción de Jerusalén están los siguientes:
Falsos mesías y falsos profetas. Muchos vendrán en mi nombre (Mt-Mc-Lc). No quiere decir venir en mi nombre que vengan como representantes suyos, sino que vendrán, como abiertamente dice Mt, como falsos mesías (Mt v.5; cf. Mar_13:22). Que es lo mismo que se dice en Lc, cuando aparecerán diciendo: Yo soy y Ha llegado el tiempo (Lc v.8). El efecto que causarán es que engañarán a muchos (Mt-Mc).
La Historia ha recogido el nombre de varios de estos seductores que se presentaron como mesías. Los Hechos de los Apóstoles dan el nombre de tres. Uno se llamaba Teudas, que reunió en torno suyo como unos cuatrocientos hombres. Anunció que pasaría triunfalmente las aguas del Jordán 5; fue muerto, y todo se disolvió (Hec_5:35-36). Otro, en los días del empadronamiento después de la deposición de Arquelao, fue Judas el Galileo, que arrastró al pueblo en pos de sí. Pero también él pereció y todos los que le seguían (Hec_5:37). Otro fue un egipcio, que provocó una sedición y llevó al desierto cuatro mil sicarios (Hec_21:38). Prometió a las turbas que lo acompañaran al monte de los Olivos, y verían cómo a su mandato caerían las murallas de Jerusalén, y así entraría triunfalmente 6.
El mismo Josefo dice que por esta época, bajo el procurador Félix (52-60), numerosos impostores persuadían a la multitud para que los siguiesen al desierto, donde Dios les mostraría toda clase de prodigios y signos. Muchos, creyendo todo esto, sufrieron el castigo correspondiente de Félix 7. Los Hechos de los Apóstoles recogen también las pretensiones de Simón Mago en Samaría, que venía practicando la magia en la ciudad y maravillando al pueblo de Samaría, diciendo ser algo grande. Todos, del mayor al menor, le seguían y decían: Este es el gran poder de Dios (Hec_8:9-11).
Mirando especialmente a la seducción de los falsos mesías, Jesucristo les previene desde ahora: Mirad que nadie os engañe (Mt-Mc-Lc).
Guerras. Pueblo contra pueblo. Lo justifica de sobra la guerra de Roma contra Judea, comenzada por Vespasiano y terminada por Tito, con la destrucción de Jerusalén. Fue Israel el que se levantó contra el poder de Roma. Desde el comienzo de la insurrección judía, todo eran levantamientos y aplastamientos sistemáticos.
Hambres, pestes y terremotos. Es un clisé que puede expresar, como concreción histórica, una sola cosa.
Una gran hambre la hubo sobre toda la tierra bajo Claudio (a.41-54) (Hec_11:28). Josefo justifica esta gran hambre en Jerusalén 8. Sin contar el hambre feroz y la peste que se desencadenó en la misma Jerusalén durante el asedio que acabó con la ciudad. Y en un horizonte más amplio, Tácito habla de una peste que arrebató en Roma, en pocos meses, 30.000 personas 9. Y entre los años 60-70, los temblores de tierra fueron frecuentes en todo el Imperio 10.
Persecuciones, tormentos, muertes. Los apóstoles fueron llevados ante el Sanedrín y después azotados (Hec_5:41). Luego, la persecución de Agripa I (41-44) contra la Iglesia naciente, teniendo en la cárcel a Pedro y mandando decapitar a Santiago el Mayor (Hec_12:1-4). Y antes la muerte de San Esteban (Act c.6-7), y aquel día comenzó una gran persecución contra la Iglesia (Hec_8:1-3). San Pablo testifica sus persecuciones. Y las iglesias nacientes iban experimentando el odio y la persecución (1Te_2:14-16). En Roma estallará en el 64 la gran persecución de Nerón.
Odios y traiciones. Esto puede referirse a que diversos cristianos apostatarán y se volverán contra sus hermanos. Se expresa en la forma más terrible. Los padres entregarán a los hijos y éstos a los padres (Mat_10:21; Mat_10:35-38). Otros piensan en las luchas intestinas que dividieron a los judíos mismos durante el asedio de Jerusalén: Se odiarán mutuamente (Mt v.10).
Es natural, en todo este lapso de tiempo, que, barajándose todos los hechos y creciendo la maldad aspecto positivo semita , se enfríe la caridad de muchos aspecto semita negativo.
No obstante esto, el evangelio del reino se predicará en el mundo entero, en testimonio para todas las naciones (Mt-Mc). Este mundo entero y su sinónimo todas las naciones es el mundo conocido de entonces: el mundo grecorromano; no es una universalidad absolutamente geográfica de esta predicación. Y, en efecto, por los Hechos de los Apóstoles y por San Pablo se sabe que antes del 70 estaba difundido el Evangelio en su mayor parte valor que pretenden tener estas expresiones absolutas de todo el mundo y en todas las naciones por el mundo grecorromano (Act, varios pasajes). Y San Pablo, sobre el 51, dirá que se ha difundido el Evangelio en todo lugar (1Te_1:8). Y dirá de la fe de los romanos que es conocida en todo el mundo (Rom_1:8), así como él tiene el mandato de promover a la fe a todas las naciones (Rom_1:5). Y sobre el 63 añadirá que el Evangelio llegó a los de Colosas, como en todo el mundo (Col_1:6). Y lo reafirmará al decir que el Evangelio ha sido predicado a toda criatura (Col_1:23; cf. 1Ti_3:16).
Todo lo expuesto hace ver que todas estas expresiones de apariencia literaria universal y redonda son un género literario bíblico oriental muy conocido y no exige interpretarse en toda su estricta universalidad. Por consiguiente, mientras no conste su exigencia por otro capítulo, ha de valorárselas en su ambiente, y, por tanto, en tono más restringido. Luego todo este largo pasaje analizado no requiere por necesidad darle un anuncio de males que rebasan la perspectiva de la destrucción de Jerusalén el año 70.
Pero todo esto no es el fin (Mt v.6.14); todo esto es sólo el comienzo de los dolores (Mt-Mc). Esta última frase es igualmente imagen bíblica para anunciar los preludios de los juicios divinos (Isa_13:8; Isa_26:17; Isa_66:7; Jer_6:24; Jer_13:21; Miq_4:9-10; Ose_13:13, etc.). Precisamente la creencia popular judía era que la venida del Mesías sería precedida de estos juicios, lo que hacía temer también la venida del mismo. Los rabinos vinieron a consagrar, para exponer esto, una frase elíptica: Los dolores del Mesías, que eran los dolores (castigos previos para el alumbramiento, manifestación) del Mesías. 11
Esto es el principio de los dolores. El fin de esto será, en la perspectiva inmediata, la destrucción de Jerusalén.
A sus discípulos se les dice que no se preocupen por lo que han de decir ante los tribunales y jueces: proponeos no preocuparos de vuestra defensa (Lc). Porque en esa hora no serán ellos los que hablen por sí mismos, sino que recibirán sabiduría tal, que no os podrán resistir o contradecir todos vuestros adversarios (Lc), pues hablarán lo que se les comunique en aquel momento (Mc); no hablarán ellos, sino el Espíritu Santo (Mc). Se promete una serie de ilustraciones y asistencias por parte de Dios, que vendrán a ser como unos instrumentos en manos del Espíritu Santo. El mismo í. Ô. testifica la verdad de esto en muchos casos. Así habló Pedro, lleno del Espíritu Santo, ante el sanedrín al ser interpelado (Hec_4:8). Y San Esteban ante el sanedrín, que le examina, y se levanta contra él, pero sin poder resistir la sabiduría y el Espíritu con que hablaba (Hec_6:8-10).
Jesús, hasta aquí, vaticinó a sus discípulos, con un género apocalíptico, la época de trastornos y dolores que precederán a la destrucción de Jerusalén.

La gran tribulación,Hec_24:15-31 (Mar_13:14-27; Luc_21:20-28).
Esta segunda sección del discurso escatológico tiene tres aspectos, que son recogidos por los sinópticos, excepto el segundo, que sólo lo recogen Mt-Mc.

1) Señales de la Ruina de Jerusalén,Luc_24:15-22 (Mar_13:14-20; Luc_21:20-24).
15 Cuando viereis, pues, la abominación de la desolación, predicha por el profeta Daniel, en el lugar santo! 6 (el que leyere entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes; 17 el que esté en el terrado no baje a tomar nada a su casa, '8 y el que esté en el campo no vuelva atrás en busca del manto. 19 ¡Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquellos días! 20 Orad para que vuestra huida no tenga lugar en invierno ni en sábado. 21 Porque habrá entonces una gran tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá, 22 y, si no se acortasen aquellos días, nadie se salvaría; mas por amor de los elegidos se acortarán los días aquellos.

Esta primera sección describe las señales que preludian la ruina de Jerusalén. Se la preludia con una frase que recogen sólo Mt-Mc: Cuando viereis, pues, en el lugar santo, la abominación de la desolación, la anunciada por el profeta Daniel. 12
La profecía de Daniel (Dan_11:31; Dan_12:11) se refiere a la abominación del devastador; es decir, el devastador es Antíoco IV Epifanes, cuando, en su invasión destructora, el día 15 del mes de Casleu (168 a.C.) edificaron sobre el altar (de los holocaustos) la abominación de la desolación (1Ma_1:57; cf. 6:7; cf. 2Ma_6:1-5). Debió de ser un ídolo colocado sobre el altar de los holocaustos, el cual era, al mismo tiempo, realidad y símbolo de la suprema profanación del templo. La abominación de la desolación era el ídolo (objeto de abominación) puesto en el templo por orden del devastador, que todo lo desolaba, Antíoco IV Epifanes.
Pero este anuncio de Jesucristo, ¿supone una profanación semejante? Algunos así lo creyeron, por lo que vieron el cumplimiento de esta profecía de Cristo cuando Adriano (117-138) mandó colocar la estatua de Júpiter Capitolino en el templo de Jerusalén. Pero esto es posterior al vaticinio. Otro hecho anterior es la orden de Calígula, cuando en el año 40 (d.C.) mandó poner una estatua en el templo de Jerusalén. Sin embargo, la orden no fue cumplida. El Evangelio, recogiendo palabras, sean de Cristo, sean del evangelista, después de relatar esta abominación de la desolación, dice que hay que entenderla con mucha cautela, pues escribe: Que el lector entienda (Mc v.14). Se trata, pues, de un modo especial analógico de cumplimiento. Por otra parte, se dice que, cuando suceda la instauración de la abominación de la desolación, sirva de aviso para huir, cosa que no podría realizarse después de la destrucción de Jerusalén. Y teniéndose en cuenta lo que también dice a este propósito Le: Cuando veáis a Jerusalén asediada por los soldados, sabed entonces que ha llegado su desolación, aludiendo, sin duda, a la abominación de la desolación que citan Mt-Mc.
De todo esto se sigue que la abominación de la desolación se refiere al cerco de Jerusalén, que va a traer la profanación del templo por las tropas de Tito, y que a su comienzo o acercamiento del asedio aún podían, los que quisieran oírle, huir.
En esta época del asedio, que duró de abril a septiembre, se cumplió lo que anunciaba Jesucristo: Habrá entonces una tribulación tan grande como no la ha habido desde el principio del mundo ni la habrá (Mt-Mc). Podría esto hacer pensar que se, refiriesen estas palabras, entremezcladas en el discurso, al fin del mundo (2Te_2:3-11). Sin embargo, esta frase tan hiperbólica aparece ya como una frase casi hecha en el A.T. para expresar castigos y catástrofes (Jer_30:7; Bar_2:2; Dan_12:1; Joe_2:2; 1Ma_9:27; cf.Ap 16:18). Por eso no puede ser, sin más, término específico de algo absolutamente excepcional, como será la última tribulación al final de los tiempos. Queda suficientemente justificada si se la interpreta del terrible castigo de Jerusalén.
Para esa hora se anuncia el mal menor, la huida. Huida que debe hacerse en seguida de ver estas primeras señales, pues, de lo contrario, se llegaría tarde. Las frases con que se describe tienen también valor por acumulación. De hecho, algunas tendrían interpretación literal é histórica; pero, de suyo, sólo quieren indicar la rapidez del peligro y la celeridad que requiere el ponerse a salvo. En los profetas se habla a veces del castigo de la guerra como viniendo de repente, cuando en su mismo contexto se ve un desarrollo lento (Isa_29:5). Es género literario.
La expresión que alude al que esté en la terraza que no baje ni entre para recoger algo de su casa (Mc-Mt), responde al ambiente palestino. Las terrazas estaban comunicadas con la parte baja por una escalera exterior que llevaba directamente arriba sin pasar por el piso de la casa.
El pensamiento, dejando las formas gráficas de expresión, es el que describe Lc: los que estén dentro de la ciudad, que se alejen (v.21). Esta gran tribulación la verán ellos, pues cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. En verdad os digo que no acabaréis las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del hombre (Mat_10:23).
El castigo será la destrucción de la ciudad y del templo. Lc da la descripción del mismo: Caerán (sus moradores) al filo de la espada y serán deportados a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los gentiles. (Lc v.24). La Historia probó hasta la evidencia el castigo de Jerusalén. Los datos que transmite el historiador judío Josefo, contemporáneo de estos hechos, son la prueba histórica más contundente de este vaticinio del Señor. Jerusalén quedó desde entonces sin culto y sin sacrificio 13. Su obra De bello iudaico contiene el relato de todo ello. Bastará recordar la cifra, sin duda excesiva, que da de 1.100.000 hombres que perecieron 14. Lc añadirá que los que queden con vida serán deportados. Josefo contará que todos los menores de diecisiete años fueron vendidos, y 97.000 cautivos 15.
Pero esta hora de terrible castigo, en el plan de Dios, va a ser suavizada, abreviada (Mt-Mc). Lo va a ser por amor a los elegidos (Mt-Mc). Sea por amor a los que pertenecen ya en esa hora a la fe, no sólo judeocristianos, sino también étnico-cristianos dispersos por el mundo (Mar_13:27), sea por los que deben ingresar en ella y que están asediados. Es el resto del Israel de Dios. Pero, de no abreviarse esa hora terrible de castigo Cestos son los días de venganza para que se cumpla todo lo que está escrito (Lc v.22) , nadie se salvará (Mt-Mc; cf. Jer_12:12). Interpretar esta salvación a la vida eterna está fuera de contexto. Pero hay en ello un punto que conviene destacar: el valor de la oración para el alivio de estos dolores que han de venir. Orad para que vuestra huida no suceda en invierno ni en sábado (Mc-Mt). Es la oración la que va a traer el que esta huida no se realice en las dificultades del invierno ni en la obstaculización que les harían los judíos al ver a los cristianos, judíos, transgredir el camino del sábado. Los cristianos de Jerusalén tomarán en cuenta esta advertencia de Jesucristo, retirándose todos antes del asedio de Jerusalén a una villa llamada Pella, en Transjordania 15.
Lc añadirá un detalle final de esta catástrofe: Jerusalén será hollada por los gentiles hasta que se cumpla el tiempo de las naciones (v.24). Sea para castigarla, sea probablemente hasta que, en el plan de Dios, se cumplan los tiempos de las naciones para su ingreso en la fe. Luego de ello, el Israel castigado y pospuesto, como enseña San Pablo, ingresará en la fe (Rom c.9-11). Cf. Comentario a Luc_21:24.

2) señales de la venida de Cristo,Luc_24:23-28 (Mar_13:21-23).
23 Entonces, si alguno os dijere: Aquí está el Mesías, no le creáis, 24 porque se levantarán falsos mesías y falsos profetas, y obrarán grandes señales y prodigios para inducir a error, si posible fuera, aun a los mismos elegidos. 2S Mirad que os lo digo de antemano. 26 Si os dicen, pues: Aquí está, en el desierto, no salgáis; Aquí está, en un escondite, no lo creáis, 27 porque como el relámpago, que sale del oriente y brilla hasta el occidente, así será la venida del Hijo del hombre. 28 Donde esté el cadáver, allí se reúnen los buitres.

Nuevamente se inserta aquí otro anuncio de Jesucristo previniendo contra la seducción que pudieran ejercer engañando, si fuera posible, aun a los elegidos (Mt-Mc). Esta seducción sobre muchos va a ser ejercida por falsos cristos y falsos profetas. Estos harán grandes prodigios y maravillas (Mt-Mc). Se les previene para que, cuando oigan decir: Aquí o allí está el Mesías (Mt-Mc), no lo crean.
En efecto, ningún momento sería más propicio para aceptar la impostura de un mesías que en la hora de la hecatombe. En la atmósfera sobreexcitada de expectación mesiánica existente en Israel desde los días de Juan el Bautista, había de encontrar, psicológicamente, su explosión y su necesidad en la misma hora del, avance romano contra Israel. Y por la historia se sabe Josefo lo cuenta cómo en aquellos días surgieron muchos profetas sobornados por los tiranos, que, diciéndose venir en nombre de Dios, engañaban a la plebe, anunciándoles evidentes prodigios. Y entre ellos se destacó un falso profeta, ya incendiado el templo, que anunciaba al pueblo que Dios les mandaba subir al templo, donde recibirían señales de salud 16: sin duda la venida del mismo Mesías.
Las frases de Jesucristo previniéndoles que no crean a estos falsos Mesías si les dicen de él que está aquí o allí, en el desierto o en casa, no hace más que aludir a la creencia popular según la cual el Mesías estaba en algún lugar oculto y aparecería inesperadamente (Jua_7:27); y había una fuerte tendencia ambiental a esperarlo viniendo del desierto (Hec_21:38), al modo de Moisés17.
No. La venida del Hijo del hombre no será así. Es Mt el que recoge los datos, dos metáforas, para expresar la evidencia de esta venida. La venida del Hijo del hombre será:
a) Como el relámpago, que sale por oriente y se va viendo (brilla) hasta el occidente. Se destaca así la evidencia de esta venida del Hijo del hombre. Como el relámpago no puede menos de verse en todo su curso en el cielo, así esta venida del Hijo del hombre no necesita que se diga de El que está aquí o allí, en el desierto o en casa. Será visible, porque será evidente de todos (Luc_17:24).
Por otra parte, el relámpago es uno de los elementos clásicos en las teofanías y apocalípticos que acompañan los juicios divinos (Isa_29:6; Isa_30:30; Sal_97:4; Zac_9:14; etc.).
b) Donde esté el cadáver, allí se reunirán las águilas. Esta expresión debe de ser un proverbio, al menos calcada sobre un cierto proverbio (Job_39:30). Lc la citará también a propósito de lo subitáneo de la parusía (Luc_17:37). La Vulgata vierte mal el texto griego ðôþìá = cadáver al traducirlo por corpus. La palabra griega (áåôüò) puede significar águila o buitre. Pero el pensamiento es el mismo. Es el modo de decir con dos metáforas la evidencia de esta venida. Pues de la misma manera que el cadáver de un animal en el desierto queda al descubierto y es inevitable que, por su instinto, lo vean las águilas y buitres y caigan sobre él, así también la venida del Hijo del hombre será tan evidente, que será sentida por todos. Se ha pensado, sin que la observación esté alegorizada en el texto, que el cadáver sería Jerusalén agonizante, y las águilas, el ser despedazada por las águilas romanas, ya que, en otros pasajes del A.T., las águilas simbolizan reinos y enemigos concretos (Isa_18:6; Jer_12:9; Jer_15:3). Sería una sugerencia o trasfondo, ya que el tema directo es la evidencia de esta parusía.
Algunos autores piensan que lo que se destaca aquí no es la evidencia de esta parusía de Cristo, sino la rapidez y lo súbito de su venida 18. Sin embargo, la contraposición que se hace con el anuncio de los falsos mesías lleva a ver en esto la evidencia de su presencia.
Es esta sección segunda uno de los pasajes en el que varios autores se basan para hacer ver que en esta parte Jesucristo habla de su parusía al final de los tiempos; puesto que ya antes ( Mat_24:5.11; cf. par.) habló de los falsos mesías y de los falsos profetas, esta repetición supone otra perspectiva. Además se lo quiere confirmar con la enseñanza de San Pablo sobre la parusía final ( 2Ts_2:3-12).
Pero no se ve motivo serio para esta posición. En primer lugar, el v.26 es una forma de repetir lo mismo que se pone en el v.23. Y todo ello puede muy bien ser un duplicado de los v.5 y 11 de Mt (cf. par.), haciendo llegar esos mismos signos que fueron presentados primero en el estadio previo a la destrucción de Jerusalén, pero no exclusivos de sólo este período, al momento mismo de la gran tribulación. Los cuales, unos habían de suceder entonces por necesidades históricas dolores , y otros los mesiánicos por exigencias psicológicas. Puede, pues, explicarse todo esto, sin violencia del texto y en plena homogeneidad con el mismo, de los hechos sucedidos en los días de asedio y destrucción de Jerusalén.
La venida (Þ ðáñïõóßá) del Hijo del hombre, que aquí sólo se anuncia, no exige tampoco ser una presencia física y sensible de Jesucristo. Se explica suficientemente luego se verá más en detalle de una presencia moral del mismo Jesucristo en el castigo infligido a Jerusalén, y en lo que se verá su poder y lo que El anunció que era.

3) La Venida del Hijo del Hombre,Jer_24:29-31 (Mar_13:24-27; Luc_21:25-28).
29 Luego, en seguida, después de la tribulación de aquellos días, se oscurecerá el sol, y la luna no dará su luz, y las estrellas caerán del cielo, y las columnas del cielo se conmoverán. 30 Entonces aparecerá el estandarte del Hijo del hombre, y se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y majestad grande.31 Y enviará sus ángeles con poderosa trompeta y reunirá de los cuatro vientos a los elegidos, desde un extremo del cielo hasta el otro.

Una vez cerrado el paréntesis de los v.26-28 de Mt, se hace ahora la descripción de esta venida del Hijo del hombre. Es descrita por los tres sinópticos. Esta venida será enseguida, después de la tribulación de aquellos días (Mt-Mc). En efecto, una vez que se ejerce el gran castigo, la gran tribulación, es cuando se va a realizar esta venida o parusía del Hijo del hombre. ¿Cómo?
La descripción que hacen los evangelistas de esta venida triunfal de Cristo, la describen con los siguientes elementos:

1) El sol se oscurecerá.
2) La luna no dará su luz.
3) Las estrellas caerán del cielo.
4) Las virtudes (äõíÜìåéò) de los cielos se conmoverán. Se discute el sentido directo de estas virtudes. Serían, alegorizando, los ángeles (así los Targums), los poderes cósmicos 19; pero ordinariamente se lo interpreta, por paralelismo con lo anterior y por su afinidad con pasajes proféticos (Isa_34:4), de los astros. Acaso se incluyan en ello, genéricamente, las fuerzas celestes. Mc pone los ejércitos de los cielos, que son las estrellas.
5) Sobre la tierra habrá ansiedad entre las naciones, inquietas por el estrépito del mar y de las olas (Lc).
6) Los hombres enloquecerán de miedo e inquietud por lo que viene sobre la tierra (Lc). Que es lo mismo que dice Mt en otra forma: Se levantarán todas las tribus de la tierra y verán al Hijo del hombre

Toda esta descripción cósmica con la que se describe la venida del Hijo del hombre, no es más que el conocido género apocalíptico. Son imágenes calcadas en los elementos proféticos, con las que se acompañan las grandes intervenciones de la justicia divina (Isa_13:9-10; Isa_34:4; Jer_4:23; Eze_32:7; Joe_2:10; Joe_3:4, etc.). A título de modelo se transcribe el oráculo de Isaías sobre Babilonia:

Lamentaos, porque se acerca el día de Yahvé, cruel, con cólera y furor ardiente,
para hacer de la tierra un desierto
y exterminar a los pecadores.
Las estrellas del cielo y sus luceros no darán su luz,
y el sol se oscurecerá naciendo,
y la luna no hará brillar su luz (Isa_13:9.10).

Como se ve, se trata sólo de metáforas, con las que se pretende describir la grandeza y transcendencia de las intervenciones divinas. No se trata, pues, de pródromos señalados por la transformación de los astros, sino de fuertes imágenes para indicar que Dios entra en escena. 20
En esa hora y con gran majestad será la venida del Hijo del hombre. Se describe esta venida parusía de la siguiente manera:

1) Aparecerá en el cielo el signo del Hijo del hombre (Mt).
2) Vendrá el Hijo del hombre en una nube (Lc), en las nubes del cielo (Mt-Mc), con gran poder y majestad (Mc-Lc) y gloria (Mt).
3) Entonces, a su venida, se verá al Hijo del hombre venir (Mc-Lc).
4) Y él enviará a sus ángeles.
5) Y reunirá a sus escogidos al son de la gran trompeta (Mt) de todas las partes de la tierra hasta el extremo del cielo (Mc).

Otra vez se está en una descripción hecha a base de elementos apocalípticos. Y, por tanto, hay que interpretar el contenido y enseñanza de este pasaje en función de este género literario.
¿Qué signo es este que aparecerá? Se pensaba que la cruz. Pero, valorándolo ya dentro del género apocalíptico (Isa_13:1), no hace falta pensar en ningún signo. Mc y Lc ni siquiera hacen alusión a él. Si algún signo apareciese, esto debe ser probado por otro capítulo tradición, magisterio, etc. , pero no puede establecerse solamente por el género apocalíptico. Probablemente es una imagen en paralelo con el entonces se verá al Hijo del hombre (Mt-Lc).
Esta venida de Cristo, esta parusía y este ver (Mc-Lc) al Hijo del hombre venir en esta hora con todo este poder ¿exige que sea una manifestación sensible y corporal de Cristo? Parece que no. La razón fundamental es que se está dentro del género apocalíptico, y, por tanto, hay que situar y valorar los elementos dentro del mismo. Por otra parte, la misma palabra parusía de Cristo, si en diversos pasajes neotestamentarios significa la venida final y sensible triunfal de Cristo, no siempre lo exige ( Mat_28:20b) 21. Por eso no haría falta admitir una presencia sensible y corporal del mismo. Basta una presencia suya de orden moral o virtual: su poder justiciero sobre Jerusalén, cuyo anuncio vaticinó por desconocimiento del Mesías (Luc_19:41-44), y cuyo castigo anunció también que lo verá esta generación (Mat_24:34, par.). Es lo que ya Mt había dicho en otro contexto: Os digo que hay algunos entre los presentes que no gustarán la muerte antes de haber visto al Hijo del hombre venir en su reino (Mat_16:28). Lo que, evidentemente, no se refiere a una visión sensible de Cristo (Mat_10:23).
Las nubes son otro de los elementos decorativos de las teofanías, y más aún en las teofanías apocalípticas, con el que se indica, generalmente, el poder extracósmico de aquel a quien acompañan (Exo_19:16; Exo_34:5; Lev_16:2; Isa_19:1; Jer_4:13; Eze_10:3; Dan_8:13; Sal_18:13; Sal_104:3; Hec_9:11; Rev_1:7; Rev_14:14 etc.).
Los ángeles son otro de los integrantes apocalípticos. Aquí aparecen a las órdenes del Hijo del hombre; sin duda se vincula a ellos el sonido de la gran trompeta (Mt), que tiene por misión el congregar y convocar. Está tomado del uso judío de convocarse las asambleas o reuniones judías al sonido de la trompeta, lo mismo que para la guerra o para hacer algún anuncio (Exo_19:16; Eze_33:6ss; 1Te_4:16; 1Co_15:52). Es la orden que se da para que se congreguen todos los elegidos. La universalidad se acusó por congregarlos desde los cuatro vientos (Zac_2:10) y de un extremo al otro del cielo (Mt-Mc). Son imágenes tomadas del A.T. Esta cita pertenece a Zacarías (Zac_2:6), pero tomada de los LXX, ya que el texto original dice lo contrario: Os dispersé por los cuatro vientos. Debe de ser un complemento de los evangelistas o de las catequesis. Estos ángeles obedientes a las órdenes de Cristo acusan su trascendencia, ya que en el A.T. están a las órdenes de Dios.
Estos elegidos están judíos y gentiles esparcidos por todo el mundo y han de ingresar en el Reino. Y acaso se refiere preferentemente a los judíos de la diáspora que estuviesen entonces en la ciudad, ya que, como en Pentecostés, residían en Jerusalén judíos, varones piadosos, de cuantas naciones hay bajo el cielo (Hec_2:5). Sobre ellos, los ángeles del Hijo del hombre ejercerán una protección especial sobre estos elegidos (Sal_91:9-16).
Esta sección, que es una de las que hacen más fuerza en los autores para sostener que en ella se habla de la parusía final, admite perfectamente, y dentro de una línea homogénea, una interpretación literal de la venida de Cristo como triunfador, y que se le ve en el juicio predicho por él y ejercido sobre Jerusalén, y cuya generación, que lo condenó, había de presenciarlo, pues no pasaría dicha generación sin que todas estas cosas sucedan (Mat_24:34).
En Lc se recoge, por último, una exhortación optimista de estos hechos. Cuando comience a realizarse todo esto deben animarse, porque se aproxima vuestra liberación (Üðïëýôñùóéò). Es la liberación del judaísmo hostil y perseguidor del cristianismo, que, al ser destruido, dejará campo más libre a la enseñanza de la fe y a la incorporación al Reino.
Los que piensan que se refiere a la parusía final lo interpretan como una liberación de los temores de aquella época. Pero la interpretación anterior es mucho más homogénea y parece mucho más probable.

Parábola de la higuera,
Mat_24:32-41 (Mar_13:28-32; Luc_21:29-33).
En esta cuarta sección se expone la incertidumbre y desconocimiento de esa hora del castigo de Jerusalén: la gran tribulación.

32 Aprended la parábola de la higuera. Cuando sus ramos están tiernos y brotan las hojas, conocéis que el estío se acerca; 33 así vosotros también, cuando veáis todo esto, entended que está próximo, a las puertas. 34 En verdad os digo que no pasará esta generación antes que todo esto suceda. 3S El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.36 De aquel día y de aquella hora nadie sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sino sólo el Padre.37 Porque como en los días de Noé, así será la aparición del Hijo del hombre. 38 En los días que precedieron al diluvio comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca; 39 y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrebató a todos; así será a la venida del Hijo del hombre. 40 Entonces estarán dos en el campo: uno será tomado y otro será dejado.4l Dos molerán en la muela: una será tomada y otra será dejada.

No obstante esta incertidumbre, da dos indicaciones sobre la hora de estos dos acontecimientos.
1) Parábola de la higuera. La primera indicación está tomada del símil de la higuera. Lc le da una amplitud mayor a la comparación: Fijaos en la higuera y en los demás árboles (v.29). Cuando las ramas echan hojas y se pueblan frondosamente, es que la primavera se acerca. En la higuera, sus hojas gruesas y carnosas no empiezan a brotar hasta que el calor penetra en la tierra. Esto indica en Palestina, donde no se conoce la primavera propiamente dicha, la proximidad inmediata del verano. 22 Pues así hace la comparación. Cuando veáis que suceden todas estas cosas, sabed que ya está cerca, a las puertas (Mt-Mc), el reino de Dios (Lc), en esta fase triunfal de la venida de Cristo, cumpliendo su justicia y su promesa.
Posiblemente la parábola de la higuera, en su sentido primitivo, no apuntaba a los signos destructores, sino al poblarse de hojas y reverdecer su vida; o también que fuese un signo de la bendición que viene (Joe_2:22). Aunque acaso esté implícito lo que dice: levantad vuestras cabezas, porque vuestra liberación (Üðïëýôñùóéò) está cerca (Luc_21:28).
2) Sucederá a la generación a quien lo dice. Otra indicación es que todo esto sucederá en un período relativamente corto. No pasará esta generación sin que todas estas cosas sucedan. Naturalmente, esta generación es la de aquellos a los que se dirige Jesucristo en esta hora. Y, puesto que éstos verán el cumplimiento de todas estas cosas, es que se refiere a la destrucción de Jerusalén (Mat_16:28). Precisamente en la Escritura, el número de cuarenta años es el término que expresa una generación. Muriendo Jesucristo sobre los treinta y tantos años y siendo la destrucción de Jerusalén el año 70 del nacimiento de Jesucristo, esa generación queda, conforme al uso bíblico, encuadrada en estos cuarenta años. Y la certeza de esta afirmación es más firme que los cielos (v.35). Cf. Comentario a Mat_16:28.
3) El absoluto desconocimiento de esta hora. Pero aún enseña más. El desconocimiento de aquel día y aquella hora es tal que no lo sabe nadie, ni los ángeles ni el Hijo, sino sólo el Padre (Mt-Mc). Críticamente, la lectura en Mt de ni el Hijo, aunque probable, es discutida 22. Este Hijo que pone aquí no es el Hijo en cuanto Verbo, sino el Hijo del hombre que se dice en el versículo siguiente.
Cristo como hombre no puede ignorar nada de lo que le compete de alguna manera a su misión. Es la doctrina constante enseñada por la Iglesia. Si aquí puede extrañar esta formulación; es por no valorar suficientemente el uso del verbo conocer en las lenguas semitas. Este no sólo significa un conocimiento especulativo, sino también práctico. Lo que viene a ser equivalente a actuar o tomar la iniciativa o manifestación de la obra de este día. Pero esto, tanto en el plan divino como en los relatos evangélicos, está reservado al Padre (Mat_20:23; Mat_11:25; Luc_12:32, etc.). Este es el/ secreto y la hora del Padre para manifestarlo a los hombres. Cristo mismo dirá en otras ocasiones que aún no llegó su hora 23, lo que sugiere que, especulativamente, la sabía.
4) La despreocupación de los hombres ante la ignorancia de esta hora. Con dos pequeñas comparaciones se pinta la despreocupación en que estarán los hombres ante esta hora.
Como en tiempo de Noé, a los hombres, despreocupados del castigo, haciendo su vida ordinaria, de improviso los sorprendió el diluvio, así será la venida del Hijo del hombre (Luc_17:26-30). En los profetas se habla de guerras que vienen de repente, y el contexto hace ver el proceso largo de su desarrollo (Isa_25:9). Es género literario.
5) Obra selectiva en la parusía. También se enseña con otras dos comparaciones, junto con lo súbito de la parusía del Hijo del hombre, el valor selectivo que afectará a las gentes. Otra vez entra en juego la doctrina del resto de Israel 24.
Los dos cuadros de ejemplos son ambientales. Dos hombres estarán en sus oficios de campo, y uno será tomado y otro será dejado.
Dos mujeres (Luc_17:35), ya que es lo usual, están moliendo con un molino de mano, que se compone de dos grandes piedras planas giratorias. Las dos están allí moliendo, y, en esta hora, una será tomada y otra será dejada.
Pero ¿a qué afectan o suponen estas frases elípticas de ser tomadas o dejadas? ¿Acaso a la vida? En absoluto podría ser, indicándose así lo inesperado de estos acontecimientos y la falta de precauciones tomadas; lo que describiría cómo la muerte o la vida afectaban a personas que estaban juntas.
Para los que interpretan este pasaje del juicio final, la interpretación es sencilla: serán tomados por los ángeles para colocarlos en el cielo, y los otros dejados entre los reprobos, o serán tomados para ser reunidos al cortejo triunfal parusíaco 25. Pero no se prueba que sea el juicio final.
Interpretado todo esto de la destrucción de Jerusalén, ¿a qué se refiere?
El v.42, el siguiente de Mt, dice: Velad, pues, porque no sabéis en qué día llega vuestro Señor. La redacción de esta frase sugiere provenir de otro contexto. Esta contigüidad parece orientar esa separación hacia un orden religioso. Será un tomar o dejar religioso. Su interpretación pudiera ser la siguiente: ser tomados para su permanencia o incorporación al reino. Sería un aspecto de lo que ya antes dijo Mt: que Jesucristo enviará a sus ángeles (Sal_91:9-16) y reunirán a sus escogidos de todas las partes del mundo para protegerlos en orden al reino (Mt v.31). e a su vez sería, en otra frase, lo que se dijo antes: la providencia especialísima de Dios sobre los suyos en estos momentos (Mt 8).
Pero esto exige una actitud tensa de fe y confianza en él para superar esta tentación (Mat_26:40-44), que a otros, por su conducta su falta de vigilancia , se los dejara, en esa hora, fuera del reino. En la redacción eclesial que tiene en el texto se ve bien el alerta moral de esperanza que se exige ante la futura y final parusía, en la iglesia de Mt.

Necesidad de vigilar,
Mat_24:42-51 (Mar_13:33-37; Luc_21:34-36).
Esta última sección del discurso escatológico se refiere a la necesidad de vigilar. Puesto que ese día y hora es desconocido, no cabe más que estar alerta y preparados para su llegada.

42 Velad, pues, porque no sabéis cuándo llegará vuestro Señor. 43 Pensad bien que, si el padre de familia supiera en qué vigilia vendría el ladrón, velaría y no permitiría horadar su casa. 44 Por eso vosotros habéis de estar preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del hombre. 45 ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente a quien constituyó su amo sobre la servidumbre para darle provisiones a su tiempo? 46 Dichoso del siervo aquel a quien, al venir su amo, hallare que hace así. 47 En verdad os digo que le pondrá sobre toda su hacienda. 48 Pero si el mal siervo dijera para sus adentros: Mi amo tardará, 49 y comenzare a golpear a sus compañeros y a comer y beber con borrachos, 50 vendrá el amo de ese siervo el día en que menos lo espera y a la hora que no sabe, 51 y le hará azotar y le echará con los hipócritas; allí habrá llanto y crujir de dientes.

Esta necesidad de la vigilancia es presentada por Mt con dos comparaciones o pequeñas parábolas.
El dueño de la casa. La primera comparación se toma de un dueño de casa. La noche es la hora propicia para el robo. El cuadro tiene todo un matiz local. Las casas palestinas estaban hechas, sobre todo en su techumbre, de argamasa de barro con ramajes (Mar_1:2), y las paredes laterales no raramente eran de adobes. De ahí la descripción del ladrón que horada la casa para entrar. Por eso, si el dueño de la casa supiese la hora en que pudiese haber un robo en su hogar, vigilaría y no dejaría que perforasen su casa para entrar a robar (2Pe_3:4-14).
El siervo bueno y el malo. Otra comparación se trae al mismo propósito basada en la conducta de dos siervos.
La escena es un dueño que tiene varios siervos, y pone al frente de ellos un ecónomo, que ha de ser fiel y prudente para que sea leal al dueño y sepa cumplir bien su oficio en ausencia de su señor. Pues cuando éste vuelva y llegue a casa sin avisar, si encontrase que aquel siervo ecónomo había cumplido bien su oficio, esperando siempre la llegada de su señor, obtendría por premio el que, por su fidelidad y solicitud, le ponga al frente cíe todos sus bienes, como un intendente general de su casa.
Por el contrario, si el siervo es malo y, viendo que su amo tarda en su retorno, golpease a sus compañeros escena muy típica del encumbramiento de un siervo oriental y él se baquetease y mezclase con los borrachos, tendrá su merecido castigo cuando venga su señor en el día que no espera y en la hora que no conoce. El castigo que le inflige se expresa, primeramente, con un término griego (äé÷ïôïìÞóåé) que lo mismo puede significar que lo parte físicamente en dos mitades (castigo bíblicamente conocido; cf. 1Sa_15:33; Jer_34:18; Dan_13:55-59; Heb_11:37), que ser tomado en un sentido metafórico de separarlo de su cargo o de repartir aquí azotes. El castigo aún se redondea: Lo pondrá con los hipócritas. Este término podía expresar los fariseos (Mat_6:2-5.16; Joe_5:7ss) 26. También pudiera ser una defectuosa traducción del arameo, que Lucas traduciría mejor (Luc_12:46) por infieles o impíos 27. Y aún se completa esta descripción con el clásico llanto y crujir de dientes. Para los que interpretan este pasaje del fin del mundo sería imagen del infierno.
Para los que lo interpretan directamente de la destrucción de Jerusalén, como gran juicio de Dios, es imagen de los castigos materiales o espirituales que sobrevendrán al que no atienda y vigile esta hora, para evitarlos o superarlos en fidelidad.
Otros dos aspectos de esta vigilancia son propios, uno, de Marcos (Luc_13:33-37), tomado de un dueño que se ausenta y de una doble conducta de dos criados, y otro de Lc (Luc_21:34-36), que tiene un marcado matiz moral y está situado en otro contexto.
Al llegar a este final de la exégesis de la primera parte del discurso escatológico, cabe plantearse el problema siguiente: si en este discurso se habla directamente de la destrucción de Jerusalén, pero si también está vaticinado el fin del mundo (Mat_24:3), ¿cómo se conjugan en este discurso estas dos intenciones y estas dos inclusiones en este texto?
Se admite ordinariamente que en este discurso están mezcladas dos perspectivas: la de la destrucción de Jerusalén y la del fin del mundo, y esto es verdad. Pero no está bien el creerlas yuxtapuestas (buscando el pasaje de una y de otra, sea en el v.29, sea en el v.23 o incluso en el v.21), puesto que ellas están, en realidad, superpuestas. Parece, en efecto, preferible interpretar todo el discurso en función de la destrucción de Jerusalén y ver, al mismo tiempo, en este terrible drama el verdadero pródromo del fin del mundo. Pues esta catástrofe que señaló el fin de la Antigua Alianza fue un drama sin precedentes en el drama de la Salud y no se reproducirá más que al final de los tiempos, cuando Dios ejercerá sobre todo el género humano, elegido en Cristo, el mismo juicio que El ejerció entonces sobre el primer pueblo elegido. Es por lo que este día de Yahvé, considerado en la Escritura desde un punto de vista teológico, mas que histórico, reviste siempre una amplitud cósmica, cuyas imágenes apocalípticas, de un impresionismo oriental que afecta nuestro espíritu moderno, tentado de tomarlas a la letra, no hacen más que subrayar la profunda significación espiritual. El pensamiento y las expresiones de Jesús, como las de sus intérpretes, están penetradas en este punto de las tradiciones del A. Ô. Õ si la ruina del judaísmo parecía así confundirse con el fin de los tiempos, es ello una verdad profunda, porque este terrible juicio de Dios ha marcado realmente el comienzo de la era escatológica, de la cual el fin del mundo no será más que el último y definitivo acontecimiento. 28
Sin embargo, parece que la solución así planteada prescinde, de hecho, que la respuesta de Jesucristo a la cuestión del fin del mundo. O no responde a la pregunta que le formulan los discípulos (Mat_24:3) o, de lo contrario, esta solución parece más bien soslayar la respuesta.
Es verdad que en el estilo apocalíptico se pueden mezclar las perspectivas; sería el caso de estar superpuestas. Pero también es verdad que, en la época de Cristo, las concepciones rabínicas sobre el reino mesiánico y la escatología estaban tan divididas como confusas 29. ¿Respondería Jesucristo, o los redactores del discurso en su forma actual, a las dos preguntas en una forma superpuesta? ¿Cuál sería el criterio de su discernimiento, máxime en la confusión ambiental de perspectivas?
Si todo esto es posible, parece, sin embargo, que acaso pudiera ser otra la solución.
En efecto, en Mc y Lc la pregunta que se hace a Jesucristo es sólo sobre cuándo sucederá esto y cuál será la señal de que todo esto se va a cumplir (Mar_13:4). Y esto a que alude es a la afirmación de Jesucristo de que no quedará del templo piedra sobre piedra. Se refiere, pues, a la destrucción de Jerusalén. En la perspectiva literaria de Mc-Lc, parece que sólo se habla de la destrucción de Jerusalén. Prescinden, por tanto, de lo que hubo de vaticinio sobre el fin del mundo.
Mt, en esta parte expuesta c.24 , parece que sólo se refiere a la destrucción de Jerusalén. Pero, a diferencia de Mc-Lc, ya en la pregunta que hacen los discípulos a Jesucristo se la formulan literariamente con mucha más amplitud. Pues se le pregunta: Cuándo sucederá esto (la destrucción de Jerusalén predicha) y cuál es la señal de tu venida y del fin del mundo (Mat_24:3). Si en Mt la respuesta a la primera pregunta se encuentra en el c.24, la respuesta a la segunda se encuentra en el c.25. Los dos forman una unidad que responde, literariamente, a las dos preguntas hechas a Jesucristo.
Así, en el c.25 se habla manifiestamente del juicio final (v.31-46), en que la sentencia es que unos irán al suplicio eterno, y los justos a la vida eterna (v.46). Es, pues, el fin del mundo.
Pero antes de expresarse este cuadro responde a aquella pregunta se ponen dos parábolas. La primera es la de las vírgenes necias y prudentes, que se trae para ilustrar esta afirmación que allí dice: Velad, pues no sabéis ni el día ni la hora (v.13). Ilustra la necesidad de vigilar la venida del esposo, Cristo. ¿Cuándo? Es una perspectiva previa al juicio final, pero en cuanto queda literariamente vinculada al mismo.
La segunda es la parábola de los talentos. Mira a la necesidad de rendir los valores que Dios da a cada uno. Pues, a la hora de la retribución, al negligente le mandará echar a las tinieblas exteriores; allí habrá llanto y crujir de dientes (v.30). Pero todo este rendir y aprovechar Irá talentos no es otra cosa, en el fondo, que vivir rectamente, estar siempre preparándose vigilar para la hora de la retribución, el juicio final. En la perspectiva literaria de Mt, esta parábola está vinculada al juicio final. Este bloque de parábolas sobre la vigilancia da la impresión, o bien que Cristo aludió o añadió alguna de ellas sobre la necesidad de vigilar ante la incertidumbre, a la cual se le añadió por las fuentes o los evangelistas un conjunto de otras, provenientes de contextos distintos lo mismo que en desarrollo de los c.24 y 25 , pero afines por un fondo común de vigilancia; o que la catequesis primitiva, expectante ante una inminente parusía (2Te_2:1ss), aprovechó este contexto para incluir la necesidad de esta vigilancia que afecta a una doble vertiente en Mt: vigilancia ante la venida de Cristo, presenciada por esta generación, y vigilancia ante la parusía final.
Es así como parece que se salva bien la interpretación del c.24 de sólo la destrucción de Jerusalén (lo que acusa Mc-Lc), y la respuesta de Jesucristo, en Mt, a la destrucción de Jerusalén y al fin del mundo. De esa hora no se dan señales; es hora incierta, será súbita, y sólo cabe vigilar 30.

1 Bauer, Griechisch-deutsches Worterbuch zu. N.T. (1937) col.91. 2 Josefo, De bello iud. V 5:6. 3 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col. 1011; cf. Deissmann, Licht vom Osten p.269ss. 4 B. Rigaux, L'interprétation apocaliptique de l'Histoire, en Los géneros literarios de la Sagrada Escritura (1957) p.245-273). 5 Josefo, Antiq. XX 5:1. 6 Josefo, Antiq. XX 7:6. 7 Josefo, Antiq. XX 7:6. 8 Antiq. XX 2:6. 9 Annal. XIII 37. 10 Tácito, Annal. XIV 16; Séneca, Quaest. natur. VI 1 ; Josefo, De bello iud. IV 11 Strack-B., Kommentar. I p.4 949-950. 12 B. Rigaux, Bedélygma tés heremóseos (Mar_13:14; Mat_14:15): Bíblica (1959) 675-683; G. Cotter, The Abomination of Desolación: Cañad. J. Th. (1957) p. 159-64. 13 Tácito, Hist. V 13; Eusebio, Hist ecd. III 5. 14 De bello iud. II 9:3. 15 De bello iud. VI 9:2:3. 15 Eusebio, Hist. ecd. III 3. 16 Josefo, Antiq. VI 5:23. 17 Lagrange, Le Messianisme. (1909) p.210-212.221-222. 18 H. Líese, en Verbum Domini (1932) 324; M. Black, The Son of Man Problem in Recent Research and Debate: The Bulletin of the J. Rylands Library (1962s) p.167-170; E. Schweizer, The Son of Man: Journ. of Bull. Liter. and Exegesis (1960) p.110-129. 19 Strack-B., Kommentar. I p.956. 20 Lagrange, évang. s. St. Marc (1929) p.345; cf. Revue Biblique (1906) 388; A. J. B. Higgins, The Sing of the Son of Man (Mat_24:30): New Test Studies (1962) 380-382. 21 Zorell, Lexicón graecum ? . ? . (1931) col. 1011-1012; San Justino, Diálogo 14:8; 40:4; 54:1; 59:7; 110:2; Apol. 53:3; B. Rlgaux, La seconde venue de Jesus:Rcch. Bibl. VI: La venue du Messie (1962) p.173-216. 22 Willam, Das Leben Jesu. vers. esp. (1940) p.425. 22 Nestlé, N.T.., h.l. 23 Lebreton, L'ignorance dujour dujugement: Rech. Se. Relig. (1918) 281-289; S. Pezzella, Mc 13:32 e la scienza di Cristo: Rivista Bibl. (1959) 147-152; Ì. Â. F. Van Lersel, De Sohn in den synoptischen Jesuworten. (1961); ID., Fils de David et Fils de Di£u. Recher. Bibl. VI: La verme du Messie (1962) p.l 13-132. 24 Thibaut, Les sens des paroles p.l02. 25 Ü,évang. s. St. Math. (1946) p.323; Flllion, Vie de N. S.J.-Ch., vers. esp. (1942) IV p.120. 26 Joüon, Hypokrítes: Rech. Se. Relig. (1930) 313-316. 27 Benoit, L'évang. s. St. Matth., en La SairUe Bible de Jerusakm (1950) p.142 nota c. 28 Benoit, o.c., p.135 nota b. 29 Bonsirven, Le Judaisme. (1934) I 418-429. 30 Feuillet, La venue du regne de Dieu et du Fils de l'homme (Luc_17:20-37): Rev. Scienc. Relig. (1948) 544-565; Lc discours de Jesús sur la ruine du temple (Mc13; Luc_21:5-36): Rev. Bibl. (1948) 481-502; (1949) 61-92; La syntfose eschatologique de St Matthieu: Rev. Bibl. (1949) 340-364; (1950) 62-91.180-211; Spadafora, Gesü e la fine di Gerusakmme (1950); Brunec, Sermo eschatologicus:Verb. Dom. (1952-1953); I. De Rosa, La parusia del discorso escatologico di N. S. Gesü Cristo: Studi D. Mallardi (1957) 67-77; C. Perrot, Essai sur le discours eschatologique (Mar_13:1-37; Mat_24:1-36; Luc_21:5-36): Rev. Scienc. Relig. (1959) 481-514; D. Squillaci, // discorso escatologico: Palest. Cl. (1957) 1016-1021; H. Conzelmanx, Geschichte und Eschaton nach Mc 13: Zeitsch. Neut. Wissenschaft (1959) 210-221; H. O. Owen, The parousw ofChrist in the Synoptic Gospels: Scottish Journ. of Theol. (1959) 171-192.