Deuteronomio  17 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 20 versitos |
1 “No sacrificarás a Yahvé, tu Dios, buey ni oveja que tenga defecto, porque es abominación ante Yahvé, tu Dios.”
2 “Si en medio de ti, en alguna de las ciudades que Yahvé, tu Dios, te dará, hubiere hombre o mujer que hiciere lo que es malo a los ojos de Yahvé, tu Dios, traspasando su alianza,
3 yéndose tras otros dioses para servirles y postrarse ante ellos, ante el sol o la luna, o cualquier astro del ejército de los cielos, cosa que yo no he mandado,
4 cuando la cosa llegue a ti, harás una escrupulosa investigación; si el rumor es verdadero y el hecho cierto, si se cometió tal abominación en Israel,"
5 llevarás a tus puertas al hombre o mujer que tal maldad ha cometido y los lapidarás hasta que mueran.”
6 “Sólo sobre la palabra de dos o tres testigos se condenará a muerte al que haya de ser condenado; no será condenado a muerte sobre la palabra de un solo testigo."
7 Las manos de los testigos se alzarán las primeras contra él para hacerlo morir y después seguirán las del pueblo. Has de extirpar el mal de en medio de él.”
8 “Si una causa te resultare difícil de resolver sobre delito de sangre, sobre colisión de derechos, sobre heridas, objetos de querella entre tus puertas, te levantarás y subirás al lugar que Yahvé, tu Dios, haya elegido,
9 y te irás a los sacerdotes, hijos de Leví, al juez entonces en funciones, y le consultarás; él te dirá la sentencia que haya de darse conforme a derecho."
10 Obrarás según la sentencia que te hayan dado en el lugar que haya elegido Yahvé y pondrás cuidado en ajustarte a lo que ellos te hayan enseñado.
11 Obrarás conforme a la ley que ellos te enseñen y a la sentencia que te hayan dado, sin apartarte ni a la derecha ni a la izquierda de lo que te hayan dado a conocer.
12 El que, dejándose llevar de la soberbia, no escuchare al sacerdote que está allí para servir a Yahvé, tu Dios, o no escuchare al juez, será condenado a muerte.
13 Así extirparás el mal de en medio de Israel, y tu pueblo, al saberlo, temerá y no se dejará llevar de la soberbia.”
14 “Cuando hayas entrado en la tierra que Yahvé, tu Dios, te dará y te hayas posesionado de ella, y establecido en ella tu morada, si te dices: “Voy a poner sobre mí un rey, como lo tienen todas las naciones que me rodean,”
15 pondrás sobre ti al rey que Yahvé, tu Dios, elija; uno de tus hermanos tomarás para hacerle rey sobre ti; no podrás darte por rey un extranjero que no sea tu hermano;"
16 pero que no tenga gran número de caballos ni pretenda volver al pueblo a Egipto, porque Yahvé, tu Dios, ha dicho: “No volváis nunca jamás por ese camino.”
17 Que 110 tenga mujeres en gran número, para que no se desvíe su corazón; ni grandes cantidades de oro y plata."
18 En cuanto se siente en el trono de su realeza, escribirá para sí en un libro una copia de esta Ley, que se halla en poder de los sacerdotes levíticos.
19 La tendrá consigo y la leerá todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Yahvé, su Dios, y a guardar todas las palabras de esta Ley y todos estos mandamientos, y los ponga por obra,
20 para que no se alce su corazón sobre el de sus hermanos y no se aparte ni a la derecha ni a la izquierda, y así prolongue los días de su reinado, él y sus hijos, en medio de Israel.”

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Introducción a Deuteronomio 

Times New Roman ;;;;; Riched20 5.40.11.2210;
Deuteronomio.

Introducción.

Nombre.
Deuteronomio significa en griego Segunda Ley (Äåõôåñï-íüìéïí), y es una traducción del Misneh hattorah (repetición de la Ley) de 17,18; en realidad, este título adecúa perfectamente al contenido del libro, ya que se trata de una nueva promulgación de la mayor parte de la legislación contenida en los libros anteriores del Pentateuco. En las Biblias hebraicas modernas se le designa por las primeras palabras del TM: 'elleh haddebarim (estas palabras).

Contenido y División.
Por su forma y contenido, el Deuteronomio es un libro distinto a los cuatro anteriores del Pentateuco, ya que no es una narración histórica ni una mera codificación fría, sino una composición oratoria del género parenético, en el que se recogen los discursos de Moisés en Moab antes de entrar los israelitas en Canaán y al término de la gran peregrinación por el desierto. Es como una recapitulación de los hechos ocurridos desde el Sinaí y una nueva proclamación de las leyes básicas de la teocracia hebrea. El tono es solemne y exhortatorio, como conviene en boca del libertador y legislador de Israel en el momento en que se va a despedir de su pueblo una vez cumplida su ingrata misión. La idea central de sus discursos de despedida es que sólo el cumplimiento fiel de los preceptos divinos atraerá la bendición de Yahvé. No es una mera exposición de hechos o leyes, sino que ambas cosas están envueltas en un espíritu de amor a Dios y al prójimo. Esto es característico del Deuteronomio.
Podemos dividirlo en cinco secciones:

1) Discurso primero (1:6-4:40):
a) Sección histórica: Evocación de los hechos acaecidos desde la marcha del Sinaí hasta las estepas de Moab (1:6-3:29).
b) Sección parenética: Exhortación al cumplimiento de la ley de Yahvé (4:1-40).

2) Discurso segundo (5:1-11:32): Exhortación (5:1).
a) Alianza del Sinaí (Decálogo) (5:1-33).
b) Fidelidad a Yahvé (6:1-25).
c) Mandato de exterminio de los cananeos (7:1-26).
d) Gratitud a la Providencia divina (8:1-20).
e) Recuerdo del pasado (9:1-10:11).
f) Exhortación para el futuro (10:12-11:32).

3) Código del Deuteronomio (parte central del libro):
a) Leyes religiosas (12:2-16; 17; 21; 17:7).
b) Leyes sobre las autoridades (16:18-20; 17:8-18:22).
c) Leyes civiles, penales y varias (19:1-25:19).
d) Prescripciones litúrgicas (26:1-15).
e) Adición sobre las ceremonias conmemorativas (27; 1-26).
Conclusión (28:1-29:1).

4) Discurso tercero (29:2-30:20): Nueva exhortación a guardar la Ley; evocación de los beneficios recibidos desde la salida de Egipto y recuerdo de las promesas y amenazas divinas.

5) Postrimerías de Moisés (31:1-34:12):
a) Instrucciones a Josué (31:1-21).
b) Cántico (31:22-32:43).
c) Bendición de las tribus (33:1-29).
d) Muerte de Moisés (34:1-12).

Estilo Literario.
Conforme a su finalidad parenética, el estilo es oratorio, solemne, enfático, redundante, con muchas repeticiones. Es el predicador que exhorta al cumplimiento de la Ley en estilo directo, recordando los beneficios recibidos de Dios y los castigos a las infidelidades como lección para el futuro. Recuerda el orador las principales leyes que se han de guardar para mantener las buenas relaciones con Yahvé. Es como un código popular1, en el que se instruye grosso modo al pueblo, sin llegar a las minuciosidades del Levítico o de los Números. El estilo familiar aparece en las frases reiteradas de Yahvé, nuestro Dios, nuestro Dios, seguir a Dios, con todo el corazón y con toda el alma, hacer lo que es bueno o malo a los ojos de Yahvé, el lugar donde Yahvé hará morar su nombre.2
Es El Estilo De La Predicación Profética.

Unidad Literaria.
Muchos críticos sostienen que el núcleo primitivo con unidad literaria es la parte legislativa (c. 12-26), pero por semejanza de estilo son también muchos los que creen que el núcleo primitivo lo constituyen los c.5-26. La falta de repeticiones en estos capítulos prueba para éstos la unidad primitiva de autor. Los c.1-4, en cambio, son considerados por la mayor parte de los críticos como adición posterior al conjunto (c.5-26)3. El c.28 es generalmente considerado como conclusión del conjunto legislativo (c.5-26).

Origen Mosaico.
La tradición judeo-cristiana considera todo el libro como obra del propio Moisés4. Sin embargo, en la Edad Mediado faltaron quienes atribuyeron parte del libro a Josué5. En el siglo xix los críticos independientes lanzaron la idea de que el Deuteronomio es el libro de la Ley descubierto en el templo de Jerusalén bajo Josías (621 a.C.) Esta idea, que había sido propuesta ya por San Atanasio y San Jerónimo (si bien éstos admitían el origen mosaico del Deuteronomio), fue generalizada en la teoría de las cuatro fuentes welhau-senianas, con la afirmación subsiguiente de que la composición de ese documento no es anterior al propio rey Josías. El hallazgo del libro habría sido un fraude piadoso inventado por los sacerdotes para autorizar la reforma religiosa con la idea de la centralización del culto en el templo de Jerusalén6. Para confirmar esta hipótesis se arguye que algunas instituciones de las que se habla en el Deuteronomio son de época posterior a Moisés, como la de la monarquía y la judicatura. Por otra parte, las ideas teológicas y el enfoque moral parecen de la época de la predicación profética.
Contra la hipótesis del fraude piadoso se arguye que, ya en el siglo IX antes de Cristo, el rey Amasias (796-768) conocía la prescripción de Dt 16:4, según la cual los hijos no debían ser castigados por los pecados de los padres, y se atribuía esta ordenación a Moisés7. Por otra parte, el rey Ezequías (727-698) había intentado una reforma religiosa, en la que se centralizaba el culto en el templo de Jerusalén8. Por otra parte, es incomprensible en los siglos IX-XIV la orden de exterminar a los cananeos y amalecitas de Dt 20:16-18 y 25:17-19, ya que eran poblaciones extinguidas para aquellos tiempos de la monarquía. Esa ordenación más bien refleja los primeros tiempos de la ocupación de Canaán por los israelitas. Todo esto prueba que el Deuteronomio es anterior al 621, que fue encontrado el libro de la Ley. Se supone que, en tiempos de la persecución de Manasés, este libro fue escondido en los cimientos del templo, y después fue encontrado fortuitamente cuando se hicieron las obras de reparación del tiempo de Josías9. Después de afirmar que la indicación de Dt 31:24 sobre la redacción de un libro con las palabras de la Ley por Moisés no ha de aplicarse a todo el Deuteronomio como hoy le tenemos, sino al conjunto de la Ley, afirma que la expresión Moisés escribió no ha de tomarse al pie de la letra como la otra de Dios dijo a Moisés, teniendo en cuenta que la seudonimia era un recurso literario corriente en la misma literatura bíblica, como aparece en el caso del libro de la Sabiduría, atribuido a Salomón. Por otra parte, la legislación deuteronómica se presenta como la repetición de la Ley (misneh hattorah); es decir, del conjunto legislativo de la época del desierto. Así, pues, si el código de la alianza es mosaico, lo es también sustancialmente la legislación deuteronómica, que está calcada sobre las tradiciones legales del desierto. Por eso, el autor del Deuteronomio ha sido lógico, y ha puesto el nombre de Moisés a lo que él consideraba su obra14. Sustancialmente, el núcleo legislativo del Deuteronomio es mosaico, como lo es el del Pentateuco en general. Esto no quiere decir que ese núcleo no se haya desarrollado orgánicamente y desde dentro (conforme al espíritu y esquema mosaico); posteriormente, conforme a las exigencias nuevas de los tiempos, el legado religioso de Moisés no podía conservarse en el curso de la historia de Israel, sino en la medida en que se formularan nuevas regulaciones, adaptadas a las circunstancias, que necesariamente cambian, mas siempre según el espíritu del gran legislador; debido a esto, por ficción literaria, se ponían en boca del mismo Moisés todas las determinaciones y ordenanzas, que no hacían sino poner por obra la revelación del Sinaí, valedera para todos los tiempos, y de la que Moisés era el depositario. Se puede admitir, no sin verosimilitud, que la amplitud y la precisión de la reforma de Ezequías (716-715) supone una codificación de las leyes antiguas... Que con ocasión de esta reforma la ley de centralización en particular haya sido añadida a una codificación de textos legislativos que habrían visto la luz en el reino del Norte, y que los levitas hubieran traído a Jerusalén después de la caída de Samaría, nada tiene de inverosímil.15 Es la opinión de Cazelles: Cuando la caída del reino del Norte (722) algunos levitas, huyendo de la dominación extranjera, se refugiaron en Jerusalén y llevaron consigo algunas de estas colecciones... La ley de la unidad del santuario se explica muy bien en esta fecha; los antiguos santuarios célebres del Norte han prevaricado y acaban de desaparecer, mientras el de Jerusalén acaba de librarse de Senaquerib en 701, sirve de residencia al arca santa y es considerado por los profetas como el lugar por excelencia de los oráculos divinos16. El santuario se remontaba a David; pero más allá de David, demasiado judío, es hasta Moisés, mediador de la alianza, y hasta la tradición mosaica, fuente de la unidad religiosa en Israel, hasta donde había que remontar. Así, el autor del Deuteronomio incluyó su compilación en una especie de comentario teológico, discursos puestos en boca de Moisés, el mediador de la alianza. Recordando al principio el Decálogo, fundamento de la alianza, el autor enlazaba con él toda la legislación posterior, procedente de Dios no directamente, sino por intermedio de Moisés... Hay demasiada relación entre la reforma de Josías y las exigencias deuteronómicas para no admitir un lazo de unión entre el Deuteronomio y esta reforma... Sobrevino la catástrofe del 589-588, y fue entonces cuando el yahvismo mostró toda su vitalidad. Paralelamente a la misión de Ezequiel, Dios inspiró una segunda edición del Deuteronomio, según el mismo espíritu de la primera, pero con vistas más precisas sobre el destierro, una marcada insistencia sobre las perspectivas de liberación (4:25-31 y final del cántico de c.32); por fin, una atención más sostenida a las ideas de la Sabiduría. Esta edición añadió los c.1-4, que insisten sobre la conquista, imagen de la reconquista que esperan los desterrados; añadió un gran párrafo a las maldiciones del c.28 y completó el c.31 en función del gran cántico del c.32... Este mismo autor ha añadido probablemente algunas notas en los discursos (10:6-9) y en las leyes redactadas o compiladas por su predecesor. Puede que sea también él quien ha operado el trabajo final de fusión entre el Deuteronomio y el documento antiguo17. El P. R. De Vaux supone también que la compilación del Deuteronomio es sustancialmente de la época de Ezequías18. Por nuestra parte, creemos que, en efecto, el Deuteronomio refleja la predicación teológica del siglo VIII antes de Cristo, aunque creemos verosímil que la redacción del mismo se deba a levitas del reino del Norte, pues no es fácilmente concebible que la clase sacerdotal de Judá haya admitido una elaboración hecha por los que eran considerados como cismáticos frente a la tradición de Jerusalén.

Doctrina Religiosa.
La principal preocupación del deuteronomista es evitar que los israelitas tomen parte en los cultos idolátricos. Es la obsesión de la predicación de los profetas. Las infiltraciones paganas en el pueblo eran cada vez mayores, y era preciso recordar los grandes postulados de la religión mosaica como fue concebida en los tiempos heroicos del desierto. El sincretismo religioso fue siempre un peligro para los israelitas, ya que éstos no tenían inconveniente en asociar al culto de Yahvé prácticas de origen cananeo. Por eso se ordena la extirpación de los cananeos y se prohíbe tener relaciones con ellos19. Por la misma razón deben desaparecer todos los lugares de culto paganos: santuarios, altares, estelas e imágenes20.
a) Yahvé es el Dios del universo. Es el único21, el Creador de cielos y tierra22, el Dios de los dioses23. Como tal es celoso de su gloria y no admite competencias de los ídolos24. Es trascendente y omnipotente25, es santo26 y justo27. Es también un Dios amoroso y benevolente28, que ama a Israel como a un hijo29 y está dispuesto a perdonarle si sinceramente se arrepiente30.
b) Es el Dios de Israel, que le ha elegido para dar cumplimiento a las promesas hechas a los patriarcas31, Esta elección se concretó en una alianza con Abrahán y con el pueblo en Horeb. El Deuteronomio es el documento solemne que contiene las cláusulas de esta alianza. De ahí arrancan las obligaciones de Israel como nación.
c) Culto.Los israelitas deben sentir un temor reverencial ante Yahvé poderoso y justiciero32, y ese temor ha de manifestarse en la observancia de la Ley33. Pero debe ser un temor amoroso34: Amaras a tu Dios con todo tu corazón...35
Pero estas manifestaciones de amor interno deben ir acompañadas de actos externos de reconocimiento. Israel es un pueblo santo consagrado a Yahvé36. Por ello se le prohiben ciertas prácticas del ambiente profano y pagano37 y tiene que evitar impurezas legales38. Y en reconocimiento de la soberanía debe ofrecer sacrificios y oblaciones de sus ganados y frutos39. El banquete sacrificial era una especie de comunión con Yahvé, en su honor, y con los deudos y necesitados40. Tres veces al año (Pascua, Pentecostés y Tabernáculos) debe el israelita presentarse ante el santuario de Yahvé41. El sábado es día sagrado42.
d) Característica del Deuteronomio es el amor hacia el prójimo, principalmente a los desvalidos, como el huérfano, la viuda, el extranjero, el levita y el esclavo43. La moral de este libro es alta y muy conforme a la predicación de los profetas. Los valores éticos son destacados y los actos de culto son impuestos, pero en el supuesto de que vayan informados de sentimientos internos de agradecimiento a Dios y de arrepentimiento de los pecados. Es una moral que se acerca a la evangélica y puede considerarse como la culminación en la teología del Antiguo Testamento.

1 A. Clamer, Deutéronome (1946) 490. 2 Véase una lista más amplia en Driver. Deuteronomy (ICC) p.lxxviii-lxxxiv. 3 Se señalan algunas contradicciones entre los c.1-4 y 5-26; así, 2:14 y 5:3-5; 9:7; 22:29 y 23:14; 4:41-43 y 19:93. 4 El Talmud consideraba los ocho últimos versículos del Dt como obra de Josué (Baba bathra 14b). 5 Así lo insinúa Hugo De San Caro (f en 1263), Postilla super Deut. 1,1: Opera omnia, 1 (Venecia 1754) 151. 6 Cf. Wellhausen, Prolegómeno, zur Ceschichte Israels ed. 6.a. I Cf. 2Re_14:6 . 8 Cf. 2 Re 18.3-7. 9 Naville, fundándose en la costumbre de esconder libros en los cimientos de los templos egipcios, supone que Salomón escondió también el libro de la Ley de Moisés en el de Jerusalén. Pero la Biblia nada insinúa en este sentido, a pesar de que da muchos detalles sobre la construcción del templo hierosolimitano. Véase Naville, La découverte de la Loi sous le roí Josias (1910); cf. RB (1910) 622. Para casos análogos entre hititas y babilonios véase RB (1923) 473-474; (1927) 141- 10 Cf. RB(1801) 609-616. 11 Cf. Moïse el Josué: Dafc, III 754- 12 Nikel, Die Pentateuchfrage: Bib. Zeitfragen, X 1-3 (1921). 13 Junker, Das Buch Deuteronomium (Bonn) p. 15-16; cf. RB (1934) p.432. 14 Cf. RB (1898) 22. 15 Ë. Clamer, La Genése 46-47. 16 Amó_1:2 ; Isa_8:18 . 17 H. Cazelles, Le Deutéronome (Bible de Jérusalem) 13-15· 18 R. De Vaux, Les institutions de l'Ancien Testament I p.222. 19 Dt 7:2-4. 20 Dt 7:5-25. 21 4:35-39. 22 Dt 10:14. 23 10:17. 24 4:24; 5:25; 6:15. 25 7:16; 20; 22. 26 7:6; 14:21; 23:13. 27 9,4-5; 32,4. 28 7:8; 23:6. 29 8:2; 3; 16. 30 30:1-10. 31 1:11; 6:8; 7:12. 32 7:7; 18-19; 4-5. 33 6:2; 5:29. 34 30:19-20. 35 6:5. 36 Dt 14.2. 37 14:1; 22:5-11; 12. 38 24:8-9; 14:3-21. 39 14:23. 40 12:7. 41 Cf.16. 42 5:12-15. 43 16:12; 14:29; 15:10; 34:17; 18; 22.


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Deuteronomio  17,1-20

17. Ordenaciones Varias.

Prohibición de Víctimas defectuosas para el Sacrificio.
1No sacrificarás a Yahvé, tu Dios, buey ni oveja que tenga defecto, porque es abominación ante Yahvé, tu Dios.

Con frecuencia se insiste en la Ley sobre las condiciones de la víctima que ha de ser sacrificada a Yahvé. Ha de ser perfecta, sin defecto, ni coja, ni ciega, ni sarnosa1. Lo contrario es un desprecio y un insulto a la divinidad, es abominación a Yahvé. El profeta Malaquías echa en cara a los sacerdotes de su tiempo (s.v a.C.) el que ofrezcan lo peor de sus ganados, y por eso Dios los desechará y se escogerá una ofrenda pura desde el orto del sol al occidente.2 Sin duda que el deuteronomista insiste en esta prescripción levítica porque en su tiempo se cumplían mal estas exigencias, que suponen sacrificio por parte de los oferentes.

Proscripción del Culto Idolátrico (2-5).
2Si en medio de ti, en alguna de las ciudades que Yahvé, tu Dios, te dará, hubiere hombre o mujer que hiciere lo que es malo a los ojos de Yahvé, tu Dios, traspasando su alianza, 3 yéndose tras otros dioses para servirles y postrarse ante ellos, ante el sol o la luna, o cualquier astro del ejército de los cielos, cosa que yo no he mandado, 4cuando la cosa llegue a ti, harás una escrupulosa investigación; si el rumor es verdadero y el hecho cierto, si se cometió tal abominación en Israel, 5llevarás a tus puertas al hombre o mujer que tal maldad ha cometido y los lapidarás hasta que mueran.

En el c.13 se trató de este tema con gran detalle, y quizá esta perícopa pertenezca a esa sección, pues interrumpe la ley sobre la administración de la justicia3. En los profetas de la época asiro-babilónica (s.VIII-VII a.C.) leemos varias veces la condenación del culto rendido al ejército de los cielos, es decir, a las divinidades astrales, que, por influencia de los imperios mesopotámicos, se habían introducido en Judá particularmente en tiempos del rey Manasés4. El convicto de esta abominación debe ser lapidado a las puertas de la ciudad (v.5), sin duda porque se le consideraba indigno de morar dentro de la ciudad hebrea, y para escarmiento, en el lugar de más afluencia de gente5. La lapidación como pena de muerte es característica del derecho penal hebreo. Por su forma se prestaba a una manifestación colectiva de repulsa hacia los crímenes de la víctima, siendo los testigos los que habían de tirar la primera piedra.

Necesidad de dos Testigos en las Acusaciones (6-7).
6Sólo sobre la palabra de dos o tres testigos se condenará a muerte al que haya de ser condenado; no será condenado a muerte sobre la palabra de un solo testigo. 7Las manos de los testigos se alzarán las primeras contra él para hacerlo morir y después seguirán las del pueblo. Has de extirpar el mal de en medio de él.

Como garantía se exigían dos o tres testigos para condenar a alguno como idólatra. La acusación era gravísima, y era preciso cerrar el paso a odios particulares. Y para mostrar a los testigos la responsabilidad en que incurren en sus acusaciones, se exige que sean los primeros en lanzar las piedras contra el acusado. Matar a un inocente era atraerse la maldición de Dios. En la literatura bíblica abundan las amenazas contra los falsos testigos6. A pesar de esta ley severísima contra los que se entregaban a cultos idolátricos, los hebreos siguieron en su propensión a imitar los cultos gentílicos, como nos narran los profetas, y nunca se habla de la aplicación de la pena de muerte por idolatría. Los profetas amenazan más bien con el castigo de Dios: la guerra, la sequía, el hambre y la deportación. Todo lo cual indica que esta prescripción deuteronómica nunca fue llevada a la práctica, como otras leyes, que se quedaron en pura teoría.

Los Jueces de Apelación (8-13).
8Si una causa te resultare difícil de resolver sobre delito de sangre, sobre colisión de derechos, sobre heridas, objetos de querella entre tus puertas, te levantarás y subirás al lugar que Yahvé, tu Dios, haya elegido, 9y te irás a los sacerdotes, hijos de Leví, al juez entonces en funciones, y le consultarás; él te dirá la sentencia que haya de darse conforme a derecho. 10Obrarás según la sentencia que te hayan dado en el lugar que haya elegido Yahvé y pondrás cuidado en ajustarte a lo que ellos te hayan enseñado.11Obrarás conforme a la ley que ellos te enseñen y a la sentencia que te hayan dado, sin apartarte ni a la derecha ni a la izquierda de lo que te hayan dado a conocer. 12El que, dejándose llevar de la soberbia, no escuchare al sacerdote que está allí para servir a Yahvé, tu Dios, o no escuchare al juez, será condenado a muerte. 13Así extirparás el mal de en medio de Israel, y tu pueblo, al saberlo, temerá y no se dejará llevar de la soberbia.

Es esta perícopa una continuación y complemento Deu_16:18-20. Según Exo_18:135, Moisés, siguiendo el consejo de su suegro Jetro, se reservó para sí las causas más graves. En 2Cr_18:45 se cuenta que el rey Josafat, después de haber instituido jueces en las ciudades fuertes de Judá, creó en Jerusalén un doble tribunal de apelación: Amasias, dice, os presidirá en toda causa tocante a Yahvé, y Zabadías, hijo de Ismael, príncipe de la casa de Judá, en las causas tocantes al rey. Así, pues, aquí tenemos dos tribunales: uno eclesiástico, presidido por un sacerdote, para todo lo referente al culto y a lo religioso, y otro civil, presidido por un laico, para entender en las causas civiles. A la luz de estos hechos de la época de la monarquía hemos de entender las disposiciones presentes de la ley deuteronómica, en la que también se habla de acudir en las causas difíciles al sacerdote o al juez entonces en funciones, en el lugar que haya escogido Yahvé, es decir, Jerusalén, la capital de la teocracia. Se trata, más que de un tribunal de apelación, de un tribunal técnico especializado en causas más difíciles. Las sentencias pronunciadas por este tribunal eran inapelables y quien se negara a aceptarlas se haría reo de pena capital.

Institución de la Monarquía (14-20).
14Cuando hayas entrado en la tierra que Yahvé, tu Dios, te dará y te hayas posesionado de ella, y establecido en ella tu morada, si te dices: Voy a poner sobre mí un rey, como lo tienen todas las naciones que me rodean, l5pondrás sobre ti al rey que Yahvé, tu Dios, elija; uno de tus hermanos tomarás para hacerle rey sobre ti; no podrás darte por rey un extranjero que no sea tu hermano; 16pero que no tenga gran número de caballos ni pretenda volver al pueblo a Egipto, porque Yahvé, tu Dios, ha dicho: No volváis nunca jamás por ese camino. 17Que 110 tenga mujeres en gran número, para que no se desvíe su corazón; ni grandes cantidades de oro y plata. 18En cuanto se siente en el trono de su realeza, escribirá para sí en un libro una copia de esta Ley, que se halla en poder de los sacerdotes levíticos. 19La tendrá consigo y la leerá todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Yahvé, su Dios, y a guardar todas las palabras de esta Ley y todos estos mandamientos, y los ponga por obra, 20 para que no se alce su corazón sobre el de sus hermanos y no se aparte ni a la derecha ni a la izquierda, y así prolongue los días de su reinado, él y sus hijos, en medio de Israel.

Parece extraño que Moisés se atreva a legislar sobre la creación de una institución que en sus días nadie reclamaba y que había de tardar siglos en introducirse en Israel. En su tiempo, la organización del pueblo era patriarcal. El hombre que nacía en una familia vivía sujeto al jefe de la misma; ésta, con otras emparentadas, constituían una casa o bet, y varias casas constituían una tribu o sebet, que tenía también su jefe. El pueblo lo formaban las diversas tribus, unidas por los lazos de sangre y religión. En los varios textos del Pentateuco estos diversos jefes reciben el nombre de jefes de diez, de cien y de mil, y también de principes de las familias. Semejante organización se mantuvo durante la época de los jueces (s.XII-XI a.C.), los cuales mandaban sobre algunas tribus de Israel, circunstancialmente coligadas ante determinados peligros. Pero ante el empuje de los filisteos, mejor organizados, que querían adueñarse de la zona montañosa de Canaán, donde había aceite y vino, los israelitas se vieron obligados a crear una nueva organización más fuerte y centralista: la monarquía. Concebida por Samuel, fue iniciada por Saúl y perfeccionada con David, llegando al colmo de la centralización en tiempos del megalómano Salomón.
El autor de la ley deuteronómica, pues, parece que conoce ya las ventajas y desventajas de la institución real, y por eso pone ciertas condiciones de austeridad y autenticidad a ella. Primeramente exige que el rey sea israelita, para que vele por los intereses religiosos y civiles del pueblo elegido. Sobre todo había que evitar influencias extranjeras, que pudieran ser perniciosas al yahvismo tradicional. Exige también el deuteronomista que el nuevo rey no vuelva a Israel camino de Egipto (v.16). Durante la peregrinación por el desierto, varias veces los israelitas sintieron nostalgia de la abundancia del país de los faraones, y quisieron volverse; pero Moisés, en nombre de Dios, se opuso, porque sería desconfiar de la Providencia divina y renunciar a las promesas de la posesión de Canaán7. La prohibición deuteronómica se sitúa en esta línea, pero además parece prohibir las relaciones estrechas comerciales y diplomáticas con Egipto. Los profetas echan en cara frecuentemente a los reyes de Judá la propensión que tienen a buscar apoyo en Egipto contra los enemigos asirios y babilónicos8. Esta política de coalición fue de pésimas consecuencias para la vida religiosa de Israel, aparte de que era demasiado humana, ya que suponía desconfianza en la providencia de Yahvé sobre su pueblo. Por eso son frecuentes los oráculos contra Egipto, que solía engañar en su amplia diplomacia a los reyezuelos cananeos, utilizándolos como escudo contra las invasiones de los reyes mesopotámicos.9
Además se inserta otra prohibición característica del Deuteronomio, y que encaja bien dentro del ideal de la predicación profética, supuestos los abusos cortesanos de Salomón, el rey más fastuoso de Israel. Este quería medirse en su boato exterior con las grandes cortes orientales, y por eso compró muchos caballos al faraón10 y organizó un escandaloso y nutrido harén con mujeres de toda procedencia, lo que al fin le atrajo la ruina11. La prohibición de tener muchos caballos tiene por finalidad, en primer lugar, evitar un cortejo innecesario que sirviera para fomentar el orgullo desmesurado, y, por otra parte, evitar la ocasión de empresas bélicas innecesarias, contrarias al espíritu religioso de Israel. Por esta misma razón, el deuteronomista no quiere que el futuro rey acumule demasiadas riquezas.

Primitiva Estructura Político-Social de Israel.
La Organización Nómada De Israel. Los patriarcas de Israel, que por el Génesis nos son conocidos, eran verdaderos jeques nómadas, los cuales ejercían plena autoridad sobre su pueblo, que era su tribu. La misma organización continuó en Israel, aunque modificándose poco a poco por la adopción de la vida agrícola y del régimen monárquico. Ahora bien, en las tierras que rodean la Palestina tenemos todavía hoy multitud de tribus nómadas que no han variado substancialmente el régimen de vida desde la época de los patriarcas. Como en Grecia la unidad política era la ciudad, la polis, así entre los nómadas es la qabilah, la tribu. Los orígenes de las tribus remontan, según la concepción de los árabes, a un solo progenitor, cuyo nombre llevan. Esto no quita que haya sobre los orígenes de las tribus leyendas muy variadas y hasta contradictorias; mas, por encima de todo, el árabe afirmará que la tribu vendrá de un solo antepasado, de aquel de quien recibió el nombre. La tribu se divide en asirás o hámulos, familias, y ahel, casas. Por sabido se calla que las tribus están sometidas a la misma ley que las ciudades. La guerra, que es continua entre ellas; el hambre y la peste, que no deja de visitarlas, acaban muchas veces con tribus, con familias o casas, y otros accidentes dan origen a tribus nuevas, sea por natural crecimiento de una agrupación menor, sea por la unión de agrupaciones diferentes. Sería extraño que en Israel no mediara lo mismo, aunque la Escritura no lo consigne12. La tribu está bajo la autoridad suprema de un jeque, y asimismo al frente de la asiroh, de la ha-mulah y de la ahel hay una cabeza, si bien con autoridad menor y subordinada a la del jeque. La autoridad de éste es hereditaria en su familia. Esto no quiere decir que pase necesariamente de padre a hijo; porque los árabes aspiran ante todo a tener a su cabeza quien sepa cuidarlos en la paz y en la guerra, y, si el hijo mayor del jeque muerto no reúne las debidas condiciones, pondrán los ojos en un hermano suyo menor o en un tío. Y hasta se darán casos en que escojan por jeque a otro individuo extraño a la familia, que se distinga por su prudencia en la paz, por su valentía en la guerra y por su generosidad en todo lugar y tiempo. La autoridad del jeque es suprema sobre todo en la guerra. Pero la ejerce en forma paternal, procurando proteger la tribu y a todos sus individuos, fomentar la paz entre ellos y defenderlos de toda injuria. En muchos casos deberá contar con el consejo de los jeques inferiores.
Israel Bajo Moisés. ¿Cuál era la organización de los hebreos en Egipto? Sin duda que, bajo la autoridad del faraón y de sus funcionarios, Israel vivía allí con cierta libertad y conservaba su antigua organización nomádica. El texto sagrado no dice nada; pero estamos seguros, por la historia subsiguiente, que no había renunciado a su organización tradicional para adoptar la egipcia. Cuando Moisés recibe de Dios la misión de librar a su pueblo y conducirlo a la tierra prometida, recibió una autoridad suprema, que podremos llamar dictatorial. Dictadura ejercida paternalmente y con la frecuente intervención de Dios.
En los comienzos del éxodo se habla del pueblo13 como si formara una unidad. Y, sin duda, Israel era un pueblo, unido por los vínculos de la sangre y por la religión. Algún historiador de Israel nos habla de una federación de las tribus, sin carta alguna escrita, como es claro. Señal de esto será la mención que se hace de los ancianos. Esta palabra anciano (zaqen en hebreo) es la equivalente a la de jeque de tribu, o cabeza de las agrupaciones inferiores a la tribu14. Son los representantes del pueblo, los príncipes de la asamblea15. En las tribus árabes, el jeque es el juez de su tribu, pero su autoridad no es tal que los miembros de la tribu no puedan acudir a otros jueces arbitros reconocidos por todos como varones prudentes y conocedores de la complicada jurisprudencia del desierto. Según nos lo presenta el éxodo16, Moisés, por la autoridad de su misión divina y por el crédito de su persona, era el juez a quien acudía el pueblo con todos sus pleitos. Y el pobre caudillo se pasaba los días agobiado por el trabajo de oír la infinidad de prolijos alegatos, para luego dar el correspondiente fallo. Al visitarle su suegro le aconseja cambiar de conducta, y, obediente al consejo, eligió entre todo el pueblo a hombres capaces, que puso sobre el pueblo como jefes de millar, de centena, de cincuenta y de decena. Ellos juzgaban al pueblo en todo tiempo y llevaban a Moisés los asuntos graves, resolviendo por sí todos los pequeños17. Esto significa que Moisés encomendó a los jefes de las tribus y de las otras agrupaciones inferiores el entender en los negocios de los suyos, reservándose las causas más graves. De éstos eran, sin duda, aquellos setenta ancianos que con Aarón, Nadab y Abiú acompañaron a Moisés hasta la falda del monte al que Moisés subió para recibir los planes de la organización del culto18. En aquella ocasión delegó el caudillo en Aarón y Hur su autoridad para los negocios graves que pudieran ocurrir.
En Num_11:16 se nos cuenta una nueva insubordinación del pueblo, y el caudillo siente desfallecer su ánimo ante esta actitud sediciosa, y una vez más pide a Dios que le quite una carga que sus hombros no pueden llevar. Dios responde a Moisés proveyéndole de un sostén a su ánimo abatido. Elígeme le dice a setenta varones de los hijos de Israel, de los que tú sabes que son ancianos del pueblo y de sus principales, y tráelos a la puerta del tabernáculo, y que esperen allí contigo. Yo descenderé y hablaré contigo allí, y tomaré del espíritu que hay en ti y lo pondré sobre ellos para que te ayuden a llevar la carga del pueblo y no la lleves tú solo (Num_11:16s). Y así se cumplió. Los elegidos de Num_11:16ss han de ser ancianos, es decir, jeques, y además que gocen de prestigio. A éstos les comunicará el Señor su espíritu de inteligencia, consejo y fortaleza, como a Moisés, para que ayuden a éste a llevar el gobierno del pueblo. Creemos que estos setenta no son otros que los nombrados en el éxodo. En Deu_29:9 se enumeran así los elementos constitutivos del pueblo: Los jefes de vuestras tribus, los jueces, los ancianos y los oficiales o escribas, los varones todos de Israel. La lista se alarga y no es fácil ajustaría a los datos precedentes19.
En el texto los jeques de las tribus no son innominados. Siempre se los menciona por sus nombres propios, y así como Israel es el ejército de Dios,20 así estos jeques vienen a ser los generales del cuerpo de ejército que forma su tribu21. Pero Moisés es la suprema autoridad, que recibe las órdenes de Dios, y a su lado, como segundo, está Aarón nada más.
En suma, que es Moisés quien ejerce la autoridad suprema en Israel. Aunque, a la verdad, mejor pudiéramos decir que es Dios mismo el verdadero caudillo de su pueblo por medio de Moisés. Como auxiliares para juzgar al pueblo y para ayudarle en el gobierno están los jueces menores, o los setenta, llenos del espíritu de Dios. De ellos no sabemos qué autoridad pudieron ejercer, pero hemos de pensar que sería, poco más o menos, la que antes de Moisés gozaban. Tenemos, pues, aquí una monarquía teocrática, o, si se quiere, dictadura, templada con la aristocracia, y todo ello en beneficio del pueblo22.
Finalmente, la principal amonestación al futuro rey se refiere a la necesidad de que se adapte a las exigencias de esta Ley, de la que debe tener una copia según el original que está en poder de los sacerdotes levíticos (v.18). Es el libro del que se habla en 31:9-26, confiado por Moisés a los levitas para que lo guarden cuidadosamente junto al arca de la alianza como testimonio contra el pueblo rebelde. El rey debe leer diariamente esta Ley para ser fiel a ella (v.19). El creador de la monarquía israelita, Samuel, expuso al pueblo los derechos de la realeza con sus deberes correspondientes, sin olvidar los peligros de la nueva institución23. Las exigencias de)a ley deuteronómica sobre la realeza están en la misma línea, si bien son más genéricas. La institución monárquica está aquí concebida como una organización que no tiene nada que ver con el despotismo oriental, ya que se ponen cortapisas al rey, que debe vivir conforme a las exigencias de un código jurídico, de forma que no se alce su corazón sobre el de sus hermanos (v.20). ¡Hermosa fórmula para establecer las bases de una institución autoritaria, pero al servicio de Dios y del pueblo!

1 Cf. Lev_22:17-25. 2 Mal 1:6-10. 3 Cf. Deu_16:18-20 y 17:8-10. 4 Cf. 2Re_21:5; 2Cr_33:3. 5 Cf. Lev_24:14; Num_15:36; Hec_7:58; Heb_13:12. 6 Cf. Sal_27:12; Sal_35:11; Pro_6:19; Pro_6:28; Mat_26:60-61; Hec_6:11. 7 cf. Exo_13:17; Exo_14:13. 8 Cf. Isa_31:35; Isa_36:65; Jer_2:18-56. 9 Cf. Isa_31:35; Isa_36:65; Jer_2:18.56. 10 Cf. Is c. 19-20; 30-31; Jer 46; Ez c.29-32. 11 Cf. 1 Re 11:1s. 12 A. Jaussen. Coutumes des árabes... 1073. 13 Exo_4:16-21; Exo_8:20; Exo_9:1. 14 Exo_3:16-18; Exo_4:29; Exo_17:3. 15 Exo_16:22; Num_4:34; Jos_9:15-18. 16 Exo_18:13. 17 Exo_18:25s; Deu_1:13s. 18 Exo_24:1; Exo_24:9; Exo_24:14. 19 Cf. Jos_8:33. 20 Exo_7:4. 21 Núm 1; 2; 26. 22 Cf. Tomás de Aquino, Sum. Theol. 1-2 q.105 2; 1. 23 Cf. 1Sa_10:25.